Capítulo 10: Pesadillas
¡Dos horas! Era el tiempo que Bakugo estuvo sentado en la sala de espera viendo trabajar a Izuku. De vez en cuando, miraba la puerta del fondo con la esperanza de que Shoto saliera en cualquier momento con su ordenador, pero esa esperanza se iba difuminando lentamente aunque por otro lado, pensaba que ya no debería quedarle demasiado.
Con la marcha del último cliente, Izuku aprovechó para acercarse a Bakugo. Para el rubio, era imposible no mirar sus guantes sabiendo ahora el motivo por el que solía ocultar sus manos. Esas cicatrices que él no había podido ver todavía le causaban cierta curiosidad.
‒ Entra si quieres. Es posible que Shoto ya esté terminando.
‒ No quiero molestarle. Tú mismo dijiste que es un genio y los genios suelen ser excéntricos.
‒ No creo que le molestes. Cuando Shoto trabaja no hay nada que pueda distraerle – sonrió Izuku conociendo bien a su amigo.
Con un poco más de decisión, Bakugo se levantó para ir al despacho donde se había encerrado Todoroki. Tocó a la puerta y para su sorpresa, obtuvo un "pasa". Quizá esperó una respuesta muy diferente. Al abrir la puerta, pidió permiso con educación y nuevamente, su sorpresa al ver que Shoto le indicaba que podía pasar.
‒ ¿No te molesto? – preguntó esta vez desde la puerta.
‒ No. Ya sólo me falta instalar los programas que estabas utilizando y volcar la información que tenías. Puede tardar un rato – comentó Shoto.
‒ Ya... gracias.
‒ Siéntate si quieres.
Haciendo caso a la oferta, Bakugo se sentó cerca de él viendo como Shoto seguía descargando e instalando programas.
‒ Te he hecho una copia de seguridad por si acaso de todo. En caso de que vuelva a fallar podrías hacer un volcado de esta configuración que te voy a dejar hecha. Así no perderías nada, lo único sería la información o programas nuevos que no estarían en la copia, eso sí lo perderías.
‒ Gracias, me vendrá bien una copia de seguridad. No soy bueno con la informática. Por cierto... - se calló de golpe Bakugo al no saber cómo abordar el tema, Shoto le miró durante unos instantes como si le hubiera llamado la atención lo que tuviera que decirle – supongo que sólo quería agradecerte por cuidar siempre de Izuku.
‒ Es mi amigo. No hay nada que agradecer.
‒ ¿Tú único amigo?
‒ Supongo que si. No tengo demasiado tiempo en mi vida para dedicarle al ámbito social.
‒ ¿Y con Inasa?
Ese nombre hizo que Shoto dejase de teclear para centrarse en esa historia que nunca debió suceder.
‒ No ocurre nada especial con él. Es un miembro importante de una familia rival. Nada más. Los Todoroki no nos juntamos en esos temas.
‒ Él parece interesado en hablar contigo.
‒ Negocios seguramente. Siempre han estado interesados en pasar sus mercancías por nuestro puerto, igual que los Yamaguchi, pero como te digo, los Todoroki no nos involucramos en esos... temas – dejó caer Shoto para no hacer mención directa a los trapos sucios de sus familias.
‒ Permitir algo así os traería problemas – comentó Bakugo – la policía os investigaría también a vosotros por permitir eso en vuestros dominios. Lo mejor que hacéis es manteneros al margen, la policía no está interesada en vuestros negocios.
‒ Básicamente. Somos el mal menor dentro de todas las familias que componen la Yakuza.
‒ Aunque la más influyente. Controláis la política, podéis dominar el país si quisierais.
‒ Nuestras ambiciones, al menos las mías, son menos llamativas. No necesito un país, sólo que mis negocios funcionen.
Descargando la información de las carpetas. Ya casi estaba listo el ordenador cuando entre los tecleos continuos y rápidos, una imagen se abrió súbitamente. Para Bakugo, una foto irrelevante, tan sólo una fotografía de una de las cámaras de seguridad de una de las tantas fábricas suyas donde hacían negocios y que grababan todo por si acaso, pero a Shoto pareció impactarle de una manera poco sana.
Con los ojos muy abiertos, por primera vez en todo ese tiempo, Bakugo dejó de escuchar el teclado. Los dedos de Shoto se habían quedado helados aunque temblaban ligeramente. No apartaba la mirada de esa imagen o al menos, de las personas que salían en ella.
‒ ¿Estás bien? – preguntó Bakugo entonces.
‒ Sí, sí, lo siento, no debí haber visto esto. – pulsando el botón para cerrar todo el proceso, la foto desapareció de la pantalla para volver a ver las barras que indicaban que en breve toda la información estaría de vuelta en el ordenador –. Tengo que irme ya, se me hace tarde. Cuando acaben las barras puedes apagar el ordenador y llevártelo. Está todo listo.
‒ Shoto – dijo Bakugo tuteándole al llamarle por el nombre – gracias por lo del ordenador y... no pasa nada porque hayas visto esa foto.
‒ Ya... era mejor no haber visto nada, prefiero sólo ver el código para hacer estas cosas. No quiero meterme en vuestros asuntos.
¡Raro! No era una foto que fuera demasiado comprometida y ya tenía su tiempo. Fue un negocio antiguo y esa familia no había vuelto a pedirles nada más hasta el momento. Para Bakugo, un negocio casi irrelevante, pero estaba claro que a Shoto le había llamado la atención algo de ahí.
‒ ¿Está todo bien? – preguntó Izuku desde la puerta cuando vio a Shoto salir.
‒ No lo sé – dijo Bakugo abiertamente – se ha abierto una foto cuando pasaba la información y se ha puesto un poco raro.
‒ ¿Más de lo que es?
‒ Bastante más, sí. Como si le hubiera afectado algo.
‒ ¿Puedo ver la foto?
Bakugo miró el ordenador. Shoto había clicado para sacarla del escritorio pero se mantenía oculta en la barra, sólo la había minimizado. Al clicar, sacó la fotografía de nuevo al escritorio. Izuku se sorprendió al verla.
‒ Vaya, conozco a este chico – dijo Izuku.
‒ ¿Qué?
‒ Este que sale aquí, el que está en el centro del grupo que mira hacia la cámara. Iba a nuestro instituto.
‒ ¿Estás seguro de ello?
‒ Sí... ¿Cómo se llamaba? Era un par de años más mayor que nosotros... pertenecía a una familia de la Yakuza, una menos importante que la de Todoroki o la mía.
‒ Hicimos tratos con ellos una vez, se dedicaban a...
‒ Corrupción bancaria creo – dijo Izuku.
‒ Sí. Estaban blanqueando el dinero de las transacciones y esas cosas. Apenas tenemos relación con esa familia, ellos se dedican más a las estafas y esas cosas, pero nos pidieron un cargamento – comentó Bakugo en un intento por recordar aquella operación, aunque él no sabía demasiado – la llevó tu difunto esposo, no sé demasiado sobre este negocio.
‒ Inagawa – dijo finalmente Izuku al recordar el apellido – no sé su nombre. Como te digo era un par de años más mayor que nosotros. Creo que Shoto practicaba Kendo en el instituto, él estaba en el dojo también. Supongo que lo ha reconocido.
‒ Pero le ha afectado verlo – dijo Bakugo como si eso tuviera que indicar algo.
‒ No sé nada más. Sólo sé que practicaban Kendo en el mismo dojo. Shoto nunca había hablado de él.
‒ ¿Y cómo sabes que iban al mismo Dojo?
‒ Lo vi salir de él alguna vez cuando fui a recoger a Shoto para ir a jugar a los recreativos o esas cosas. Ni siquiera sabía que se conocían. Creí que sólo coincidían en el dojo, ni siquiera creo que entrenasen juntos, no lo sé. Nunca les vi hablar ni nada así fuera del dojo.
‒ Pues Shoto lo conoce más de lo que crees – comentó Bakugo por la reacción que Shoto había tenido al ver esa imagen.
***
¡Imágenes de un dojo! Eso es lo único que Inasa veía en la pantalla. Él nunca había practicado Kendo ni Aikido ni nada semejante, pero sabía que Shoto sí y le quedó más claro cuando en el video, que parecía muy antiguo, vio a Izuku esperando en la puerta y al poco, a Shoto saliendo del dojo.
‒ ¿Y esto me tiene que decir algo? – preguntó Inasa a su más fiel amigo.
‒ No... esto no, pero... - ambos miraron de nuevo la pantalla y entonces, su fiel amigo detuvo el vídeo y le indicó con el dedo a una persona que salía del dojo – este de aquí, hay que fijarnos en este chico de aquí.
‒ ¿Qué tiene de relevante?
‒ Pertenece a la familia de los Inagawa, en ese entonces, una familia de poca monta, ahora, una familia importante en la Yakuza, han blanqueado el dinero de muchas de nuestras familias, se dedican a las estafas.
‒ ¿Y qué tiene que ver con Shoto? – preguntó Inasa.
‒ Este vídeo es de cuando iban al instituto y me ha costado mucho colarme en las bases de datos para encontrar esto. Tengo los vídeos de todos los edificios que Shoto frecuentaba y... nunca se les ve juntos, ni en el instituto, ni en el dojo, nada haría sospechar absolutamente nada pero... tenían una relación en secreto.
‒ Venga ya, Shoto no saldría con alguien así sin más.
‒ Es dos años mayor que Shoto y créeme, tras ver este vídeo, profundicé más en la investigación.
Buscando otro vídeo, apareció frente a ellos un hotel, no uno cualquiera, uno perteneciente a la familia de Shoto, ese lo conocía bien Inasa. Toda su familia sabía muy bien los negocios de los Todoroki, rivalizaban con ellos.
‒ ¿Ese es...?
‒ El tercer hotel que construyeron los Todoroki y aquí... - en el pasillo se veía al mismo chico del dojo entrar en una de las habitaciones. Quince minutos después, Shoto cruzaba el mismo pasillo y entraba en la misma habitación.
Inasa sonrió de golpe. ¡En secreto! Shoto era toda una caja de sorpresas. Había tenido algo en el instituto con alguien de la Yakuza, de rango inferior a su familia pero eso no le indicaba nada más a excepción de que no era virgen cuando ellos tuvieron sexo. Shoto no le mintió, era verdad, así que... si rehusaba el sexo con él, debía ser por otro motivo.
‒ ¿Aún la mantiene en secreto?
‒ Desde esa grabación hasta fecha de hoy, no he encontrado que se hayan vuelto a reunir excepto... unos días después de esto, Shoto quedó la última vez con él en el mismo hotel, misma habitación. Si miras aquí, entra de vacío y tras unos minutos, sale con algo en la mano. No se ve bien pero parece...
Inasa acercó la imagen para ver una especie de USB. Sonrió entonces al darse cuenta de algo.
‒ Hackeó su ordenador.
‒ Creo que sí. No sé qué ocurrió en la habitación, no hay cámaras, pero estaba claro que Shoto quedó para algo y no era para sexo, tardó exactamente quince minutos y cuando él sale del cuarto... a los dos minutos...
Inasa observó al chico abrir la puerta de la habitación en albornoz como si se hubiera duchado y poco después, maldecir y enfadarse como si se hubiera dado cuenta de que algo había ocurrido en ese intervalo de tiempo.
‒ Posiblemente le engañaron al chico, Shoto tiene acceso a todas las habitaciones de ese hotel, es su hotel. Entró, hackeó algo y se marchó. Evidentemente pasó algo entre esos dos. No se volvieron a ver. Ese chico no regresó al hotel de los Todoroki.
Inasa no podía dejar de sonreír de cierta forma egocéntrica y a la vez, complacido de tener toda esa información.
‒ ¿Vas a ir a ver a Todoroki? – preguntó su amigo.
‒ No.
‒ Pero... tienes pruebas de que hackeó o hizo algo ese día y...
‒ Te puedo asegurar algo, Shoto no es de los que se meten en problemas. Si estaba allí ese día e hizo algo así, no es porque él buscase algo, es porque tenía que resolver algo. Creo que es ese tipo el culpable, hay que verle a él.
‒ ¿Qué crees que pasó?
‒ Creo que ese tipo fue tan estúpido como para intentar chantajear a un Todoroki. Su familia se dedica a los engaños, estafas, chantajes... creo que no sabía con quién se metía cuando intentó jugársela. Me da la sensación, de que Shoto sólo se cubrió las espaldas, pero... es bueno saber todo esto. Veamos primero a ese tipo, luego... hablaré con Shoto.
‒ Creo que sería mejor empezar con Shoto – afirmó su amigo – como bien dices, Shoto no es de los que mienten y confías en él. ¿No prefieres saber primero su versión y saber a qué te enfrentas?
‒ De acuerdo, pues primero hablemos con Shoto.
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