Capítulo 9. La misión secreta de Yu.
Dedicado a:
Hidamarilossi15, Anabell_Martinez, VarelaDCampbell, natsumidragonil, ArtandNice, Alinino, Kayle1408, AlmaVargas4, Chema_D_Lois, YessPoot y IraFlores681.
La tarde caía y cierto azabache de origen japonés se dispuso a marchar con un rumbo que solo él conocía, pero por su mente fluían tantas ideas que era un poco difícil concentrarse en lo que le rodeaba y notar la presencia de alguien siguiéndolo a la distancia con total prudencia. Luego de viajar a pie por el espeso bosque que ocultaba la nueva ubicación de la congregación de las sombras, con su merecido nombre ya que siempre da una impresión tétrica a quién la mira, al igual que lo hacía antes, la orden oscura actual mantenía ese aspecto rústico y tenebroso de costumbre provocando un pavor horrible en quien se acercará a ese bosque y le viera a la distancia haciéndoles correr despavoridos del bosque que se rumoreaba estaba maldito.
Al salir del bosque a lo lejos se divisaba un pueblo de mediana afluencia, el azabache avanzó subiendo la velocidad de sus pasos al percatarse de que traía compañía tras de sí, llegó hasta el pueblo y tomó una curva rápido para ocultarse, así vio claramente que el polizon en su viaje no era otro que el albino, este llevaba su uniforme de exorcista de señas rojas ya que el de general aún no estaría listo hasta dentro de un par de días. El japonés bufo por lo bajo por las acciones del joven inglés y ver como este no confiaba del todo en él, y sí, sabía que se había ganado su desconfianza con cosas absurdas, pero sabía que el albino no le seguía por esas razones, él sabía muy bien que se debía a la preocupación de este por su bienestar y aparte por ser tan necio o más que él mismo.
Lo observó detener sus pasos abruptamente, lo veía de perfil, notó como este cerraba los ojos y cruzaba los brazos frunciendo levemente el ceño, él sabía que meditaba, y con eso notó su presencia, definitivamente no era muy beneficioso para él haberle enseñado a detectar presencias conocidas. Se dispuso a andar, hacer de cuenta que no sabía que era seguido y seguir adelante con sus planes, igual y le daba una lección de confianza al albino.
Entró a una tienda cualquiera sabiéndose vigilado de cerca por el albino, una vendedora joven de cabellos rubios y ojos verdes se acercó a atenderlo, el albino no escuchaba la conversación por la distancia, pero pudo observar cómo la joven reía divertida y como el japonés le daba una pequeña curvatura en sus labios dibujando una especie de sonrisa burlesca. Eso bastó para que al albino de estirpe inglesa le diera un tic bastante gracioso de ver mientras la sangre le hervía gracias a los nuevos sentimientos que arremeten su corazón: celos.
No conforme con sentir el aura casi asesina que emanaba del albino contra la dependiente que ni se entera, el siempre estoico espadachín osó en tomar la mano de la chica para traerla de vuelta, eso fue suficiente para que este se retirara despotricando en murmullos inaudibles más aún así era visible que estaba hecho el demonio. Kanda se resistió de ir por él, ya luego se excusaría por su broma tan pesada como su tenue humor. Pidió algo más a la dependiente antes de moverse a otra tienda, pagó y se marchó.
Era entrada la noche cuando Kanda volvió a la orden, consigo venía un par de buscadores que solicitó a Komui a sabiendas de era mucho para cargar todo lo que compro por sí solo. Dio indicaciones a los buscadores de qué hacer con lo traído y caminó con pasos firmes a la habitación del albino. Tocó dos veces, nada, llamó, silencio total y ninguna reacción, tomó la perilla de la puerta y esta se abrió, el albino no estaba allí. Cerró la puerta y medito en donde podría estar metido a esas horas, sabía que era muy tarde para estar en el comedor sin necesidad de ver un reloj. Caminaba lentamente con los ojos cerrados hacía el comedor, un aleteo acercándose a él provocó que los abriera de golpe encontrándose con Timcampy, que sin mediar algún gesto de saludo posible mordió y tiró de sus largos cabellos en modo de protesta, para luego ser agarrado bruscamente por el oriental.
-¿Pero qué demonios crees que haces?- el golem mostró sus puntiagudos dientes como lo haría un animal enfurecido para luego mostrarle a Kanda un corto video de Allen llorando, entonces entendió el punto -tsk. Solo le jugue una broma pesada, no estaba coqueteando con la dependiente ni nada por el estilo. Dime dónde está- el golem se negó -creo que hoy cenaré rata voladora al carbón- el pequeño Tim se estremeció temeroso de la amenaza sumada al aura de Kanda que daba a entender que hablaba en serio. Y así le guió al paradero de su amo.
Sorpresivamente para el oriental, se detuvieron justo frente a su puerta, el golem se marchó no sin antes volver a mostrar el filo de sus brillantes dientes como amenaza de no hacer llorar a su amo. Kanda abrió la puerta y entró, cerró tras de sí y se giró buscando al albino con la vista, lo ubicó sobre su cama, hecho bolita, se acercó y en efecto se había dormido de estar llorando, pensó en lo tonto y engañable que podía ser su moyashi, se sentó en la cama justo de frente al durmiente celoso, y con su pulgar retiró las últimas lágrimas de sus ojos despertando al chico en el proceso.
-Kanda...- dijo entre dormido -¿Kanda?...- comenzó a activar sus neuronas y -¡Kanda!- inflo sus mejillas en son de protesta.
-Shhh, no seas tan escandaloso moyashi o sabrán que estás aquí.
-¿Cómo puedes ser tan descarado de venir como si nada después de...?
-Sabía que estabas viendo.
-¿Eh? ¿hah? ¿¡qué!?
-Ya me oíste. Sabía que me seguiste y me estabas mirando en aquella tienda.
-Tú te estabas riendo con ella.
-Me reí de ti y lo hice a propósito.
-Pero le tomaste la mano y se reía contigo
-Ya le había comentado que mi pareja me estaba siguiendo y queria hacerle una broma.
-¿Acabas de usar las palabras 'pareja' y 'broma' en la misma oración? ¿quién eres y qué le hiciste Yu Kanda?
-Tsk. Puedo ser gracioso si me da la gana.
-Entonces te reto a ser bromista, risueño y abierto por 24 horas.
-Ni de puto chiste, no tengo porque hacer eso.
-Pero lo hiciste hoy.- la discusión se tornó calurosa.
-Eso es diferente.
-¿Qué lo hace diferente?
-Fue por ti, idiota.
-...
-Al fin te quedas sin palabras- el azabache se aproximó a Allen posicionando su cuerpo sobre el del albino para atrapar sus labios rosas con los suyos en un beso ardiente, desesperado y urgido.
El aire empezó a hacer falta y ocasionó la separación tenue de ambos chicos, mientras contemplaban los ojos contrarios sumidos en su propio mundo ideal haciendo ilusión a estar observando algo irreal.
-Te amo Kanda.
-Tsk. Empiezo a odiar que me llames así.
-Bakanda, te amo, Yu~
-¿No me dejarás en paz hasta que lo diga no?
-Aja.
-Yo también... te... amo, estúpido brote de habas.- refuto con un leve sonrojo adornando sus pálidas y definidas facciones.
Fue una reacción que sabía que no vería fácilmente de nuevo y no se contuvo en demostrar lo mucho que le encanto la respuesta, cambiando velozmente de posición quedando el sobre el azabache con un gesto de perversión que solo el azabache vería en su máximo esplendor y que había conocido en la segunda vez que intimaron nacido por la curiosidad de Allen y las reacciones que provocaba en Kanda siendo para Allen completamente únicas y placenteras al ser el único en conocerlas y provocarlas.
-¿Qué es tan divertido moyashi?
-Tu cara.
-Te voy a dar algo divertido en qué pensar.
Para Kanda no era tan divertido como la expresión lujuria de Allen pasaba a una sonrisa burlona por el sonrojo que sabía que tenía, así que lo tomó de las caderas y lo sentó sobre él haciendo obvia la necesidad creciente entre sus ropas y sorprendiendo al albino, presionando aún bajo las ropas una zona con la otra. Aunado al calor y la intensidad que provocaba Kanda en el joven inglés, uno de los detalles de estar cambiando hormonalmente para sostener un embarazo era que su cuerpo ahora era mucho más sensible a los aromas, las emociones y en especial, al tacto.
Un gemido escurridizo salió de los tiernos labios de Allen cuando en un veloz movimiento Kanda se sentó en la cama con él aún a horcajadas sobre su cintura para poder maniobrar mejor con su moyashi mientras se rozaban sus virilidades y el albino enloquecía más y más, desconectandose de la realidad, perdiendo la noción de en qué momento fue despojado de la parte superior de su vestimenta y parte de la inferior, y ni siquiera se habían separado, definitivamente Kanda tenía un arte para sacarle la ropa que le gustaría aprender para probarla con él mismo.
Las manos fuertes del japonés recorrían con calma el cuerpo contrario en toda su extensión, disfrutando cada reacción entre avergonzada y satisfactoria por parte del albino. Quién le diría hace un año que en algún momento estaría en esa situación con el albino, nadie en sus cinco sentidos seguramente. Besos, caricias traviesas y escurridizas era lo que rondaba el ambiente de aquella habitación, que importaba si alguién los oía, poco o nada, ellos solo querían pertenecer mutuamente el uno al otro, en su propia burbuja, en su propio mundo, sin reglas ni parámetros.
La entrada al cuerpo contrario fue algo brusca y un poco dolorosa, más no impidió que reanudarán sus intenciones en breves minutos, cuando el joven cuerpo del inglés exigió con movimientos de cadera proseguir con el acto de desbordante pasión y deseo, y esporádicamente llegaron a su cúspide en una última fuerte y centrada estocada que los llevó al paraíso mientras se desbordaba de sus cuerpos la semilla de su pasión.
-Oe, despierta, oe, moyashi. Ahh... eres un perezoso, tú- dijo el japonés a la bolita dorada que reposaba sobre sus cabellos sueltos sobre las almohadas -despiertalo.
-¡Auch! ¡Tim eso dolió!- refutó con enojo el albino acariciando su oreja en el punto donde recibió la mordida intencional de su pequeño y fiel amigo golem.
-Eso te pasa por dormir tan pesado. Llevo diez minutos intentando despertarte.
-¿Para que?- el albino miró hacía la ventana y divisó los tenues rayos del sol naciente, estaba amaneciendo.
-Serás idiota, ¿te quitas de encima o qué? si lo hago yo te puedo lastimar... ati y al bebé- cierto... el bebé... pensó el albino notando como todo su peso estaba recargado sobre el cuerpo del azabache mientras este le veía en son de reproche, más estando preocupado por ellos que molesto con la situación.
-L-lo siento, me quede dormido sobre ti, debí haber regresado a mi habitación, lo siento Yu.
-Hmm- una vez más sonreía con esa picardía mirándole al escuchar como decía su nombre -no es necesario que te vayas. Duérmete un poco más.
-¿Nos vas a entrenar?
-Luego. Ahora duerme- eso fue más una orden que una idea, orden que el menor de los dos obedeció con gusto, acostado a su lado, acurrucado en su antebrazo y preparándose para volver a dormir, cosa que no logró al recordar un detalle importante.
-Ne~ Yu, ¿y para qué fuiste hasta el pueblo ayer?
-Duerme, ya hablaremos luego de eso.
-No puedo dormir con esa duda aleteando en mi mente, es como tener un mini Timcampy dentro de la cabeza.
-Tsk. Arruinas el momento, idiota.
-¿Arruinar el momento? no ya, en serio ¿quién eres y dónde está mi Yu Kanda?
-Nadie dijo que no puedo ser gracioso cuando yo quiera.
-Como digas, Yu. Pero si no me cuentas ahora en verdad no me voy a dormir y por lo tanto tu tampoco, y no lo digo desde el lado positivo.
-Tsk, bien, pero cuando lo sepas no vas a querer dormir.
-Dime, dime...
-Compre algo. Eso es todo.
-Eso no puede ser todo ¿qué compraste?
-Tsk, camina, mejor te muestro.
El albino intrigado y lleno de curiosidad no dudo en levantarse para seguirlo, al notar la desnudez de ambos, se cubrió los ojos con ambas manos, Kanda al notarlo rodó los ojos y bufó por lo bajo, tomo su toalla y se enrollo en ella y le lanzó una de las que estaba en su closet al albino, ya que él siempre entrenaba en las mañanas tenía muchas toallas a su disposición, el albino reaccionó al golpe del trapo y entendió lo que era usandola de inmediato para dirigirse al baño, donde poco después le acompañó el azabache...
Cuando al fin estuvieron listos y vestidos, salieron de la habitación, era toda una escena, Kanda caminaba al frente y detrás de él salía el albino notando miradas llenas de duda de dos que tres que circulaban a esa hora con dirección al comedor, sin escuchar murmullo alguno, después de todo, si Kanda los oía murmurar la más mínima cosa los acabaría con la mugen. Siguió al japonés por pasillos algo oscuros que no recordaba haber recorrido, y es que no se daba el lujo de caminar mucho en la nueva sede de la orden gracias a su muy desarrollado sentido de la orientación -nótese el sarcasmo- por ello solo conocía los caminos a la oficina de Komui, a la cafetería, a la enfermería y a su habitación, y claro que a la salida del enorme edificio nuevo por dentro y tétrico por fuera.
En cierto punto del pasillo Kanda se detuvo, miró al albino y sacó de sus ropas de meditación una llave dorada, de diseño algo antiguo, que usó para abrir la puerta marcada con el número 69, que estaba justo al lado de el lugar donde ambos se habían detenido, al abrir aquella habitación, pudo apreciar la iluminación entrante a esta por la amplia ventana que había en ella, muebles tapados por mantas blancas, y lo amplía de esta habitación, la misma contenía otras cuatro puertas a lo largo de la misma, tres de ellas abiertas, una cerrada, la primera era el baño que incluía una tina, un armario bastante amplio, una habitación de aspecto matrimonial, el albino miró con duda al japonés y este solo le hizo gestos de aproximarse a la cuarta puerta y mirar dentro, al hacerlo se llevó una sorpresa que no esperaba, la habitación, de colores pasteles en sus paredes en tonos celestes y blancos, muebles blancos por toda la habitación, siendo una mecedora, un mueble para ropa, entre otros, pero sin duda el más llamativo de entre todos, era una cuna tipo moises, con un telón en caída sobre este para cubrirla por las noches y solapar el frío.
-Yu... tú... ¿tú hiciste todo esto?
-Tal vez recibí algo de ayuda. Por eso salí.
-Lenalee, Road y Lavi ¿verdad?
-¿y tú cómo lo sabes?
-Son los únicos que saben de este tema, además no imagino a Tyki ayudando en estas cosas y menos a ustedes dos juntos en la misma habitación, es el triple de peligroso de lo que lo éramos tú y yo en el pasado- y Kanda le sobresale una venita en la frente por el comentario -puff...
-¿Y bien?
-Me encanta, pero...
-Pero...¿?
-Es muy grande para mi solo y el bebé tardará mucho aún en llegar así que...
-Ba~ka... No estarás solo, yo me quedaré aquí contigo. Ya lo hable con Komui, podemos transferirnos cuando quieras, está decidido.
-¿De verdad Yu?
-¿Te parece que bromearía con eso?... ¿¡y ahora que te pasa!?- Allen había empezado a gimotear por el oleaje de emociones.
-N-no pu-puedo e-evitarlo... es que e-estoy feliz y se sa-salen de mis ojos... ~grrr~
-No es lo único que se te sale- -se refiere al rugido de su estómago- -vamos a desayunar antes o vas a digerir al brote de frijol.
-Brote de... ¿¡brote de frijol!?
-Tks. Tú eres un brote de habas, no puedo llamarlos igual. Me confundiría.
Entre misiones, bromas y momentos especiales transcurrió un mes y medio, el abdomen de Allen empezaba a hacerse un poco notorio, las fiebres nocturnas sorpresivas estaban a la orden del día, cada 7 o 10 días más o menos, y sin importar que estuviera en una misión ni lo lejos que pudiera estar, Kanda siempre volvía por Allen, pasaba noches en vela a su lado cambiando los paños de agua tibia que acababan calientes para tratar de bajar la fiebre. La noche anterior fue una de aquellas donde la fiebre le hacía frente al albino y este le encaraba tomado de manos con Kanda, a la mañana siguiente esta disminuyó notablemente y el albino se levantó con una petición para Kanda.
-Ni deberías estar levantado, aún tienes fiebre.- le dijo el azabache al verlo sentarse en la cama que ahora compartían buscando ponerse de pie.
-Pero tengo hambre.
-Yo traeré tu comida.
-Pero tú no sabes lo que quiero.
-Pero Jerry sí, ve a acostarte.
-No quiero lo de siempre.
-¿Y qué es lo que quieres ahora?
-Yakitori* (brocheta de pollo o carne) con helado, mucho.
-¿No querrás decir mitarashi dango (brocheta dulce a base de arroz)?
-He dicho 'yakitori', y de paso unas kushiage* (brocheta apanada de queso gouda) y un poco de takoyaki* (brocheta a base de pulpo)
-¿Algo más glotón?
-Soba. Y no te voy a dar así que pide la tuya.
-Tsk. Estás loco.
Kanda salió de la habitación haciendo mala cara, tenía el presentimiento de que vería a Allen engullir la comida mezclada con helado en proporciones descomunales, y no estaba lejos de ser cierto. Y de regreso en la habitación, después de haber pedido
las colosales cantidades de comida, casi todo de su país de origen si bien lo pensaba, a excepción del helado todo lo demás era comida japonesa, ¿en qué momento Allen había empezado a comer tanta comida de allá que no fueran solo los dangos que siempre se atiborra como postre? No tenía idea y no quería ni saber, bajo las miradas llenas de intriga y uno que otro comentario de lo extraño que actuaba últimamente al igual que comentaban de Allen, logró llegar con el carrito sin ser seguido hasta la algo distanciada habitación, misma que sólo conocían los justos y necesarios, que incluían a Komui, Reever, Lenalee, Lavi, Road, Tyki y Johnny.
Y justo como lo sospechaba, el albino mezcló cada alimento con helado como si fueran solo galletas. Solo le hacía falta echarle helado a la soba, pero no, eso no lo permitiría Kanda, todo menos su preciada soba. Más en lugar de llegar a hacer aquella mezcla aún más extraña, se despegó de los alimentos y se marchó de la pequeña sala que separaba las distintas habitaciones internas y se recluyó en el baño.
-Oe, moyashi, ¿qué pasa?
-...
-Voy a entrar.
-No.
-¿Qué te pasa?
-Na...mhg... Nada.
-Entraré- abrió la puerta para encontrarse la única escena imaginable, al moyashi devolviendo cada alimento por donde había entrado, recostado en el retrete con la cara más pálida de lo normal -eso te pasa por mezclar cada cosa que se te ocurre. Ven.
-Lo siento.
-Tsk.
Minutos después el albino degustaba con algo de temor por devolver los alimentos, un plato de soba, el primer bocado hizo iluminar los ojos plateados rayando a violeta con el delicioso sabor, el japonés se arrepintió muy tarde de eso, cuando ya estaba de camino a la cafetería por tercera vez en el día buscando la segunda ronda de soba para el albino...
Holis holis mis bellos exorcistas, aquí yo repartiendo transfusiones de sangre y atendiendo a los diabéticos y también lidiando con una gripa que no me dejo actualizar ayer, me disculpo por la demora (tengo tres días escribiendo el mismo capítulo y a duras penas alcance la longitud estándar) y seré sincera, no podré actualizar el chico del lobo hoy, se los debo, estoy escribiendo muy lento, no me puedo concentrar entre el achuu y los derrames nasales y no me refiero al tipo que acaban de tener... Toy grave en serio, si no me puedo concentrar no soy nada😥 gomen...
Y como no podré actualizar el chico del lobo empezaré a paso lento a escribir la nueva historia (porque ya tengo escrito el inicio en una libreta y no necesito pensar mucho😅)... Cierto, prometí darles el horario y ni lo he planificado mucho pero creo que lo pondré así:
El chico del lobo y el Príncipe amargado:
Miércoles.
The Switch:
Viernes.
Nueva historia YULLEN:
Domingos*. (Empezaré a regir este horario de domingo al alcanzar el quinto capítulo ya que tengo diez días para que quede dentro de los #Wattys2017)
Sin más que agregar y de nuevo me disculpo por los retrasos, no olviden votar, comentar, si eres nuevo añade a tu biblioteca y si te gusta mi historia sígueme y conoce mis demás historias. Se les quiere de gratis.
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