Capítulo 19

.:: The Sweetest Thing ::.
#19

—Pase por aquí, arquitecto.

—Gracias —respondo con naturalidad. Ingreso a una recepción de mediano tamaño dónde la señorita Mitsuki me observa con aprehensión, lo que no me gusta para nada. Más bien, debería ser yo quién la mire así: todos los días me martiriza con esos daifukus de chocolate y menta. (*)

—¿Se sirve, arquitecto Li? —me pregunta la otra secretaria, extendiendo su brazo hacia una mesita de vidrio la que tiene un azafate de plata con platillos rellenos de mochis y muffins multicolores que me hacen recordar a Sakura. Demonios.

Por cortesía, sonrío y niego la invitación. Mitsuki se retira del recinto y vuelvo a sentir la comodidad de estar solo en un espacio tan relajante como la oficina de Takayama. Al igual que su penthouse, nos habíamos encargado de la decoración de toda su oficina. Para la recepción, él había preferido una iluminación tenue, paredes blancas y un fantástico espejo de agua que le brinda el toque de elegancia y sofisticación que merece. Se abre frente a mí como una piscina que refleja la luz natural del sol y que hace brillar las pequeñas piedras de canto que están en la superficie. El correr del agua es tan fino por las paredes revestidas de laja que el ambiente se convierte en uno pacífico y sereno.

—¡Syaoran Li! —Escucho mi nombre un rato después. Abro mis ojos de inmediato y veo a mi jefe parado frente a mí. Me he quedado dormido.

—Disculpe, doctor.

—¿Algo que no te deja dormir bien, chico?

—No, señor —contesto de inmediato, siguiéndole el paso hacia su estudio.

Una vez dentro, tomo asiento en el cómodo sillón de cuero mientras que él se mantiene al costado del ventanal, perfilando el panorama de Tokio. Comprendo el atractivo de aquella visual para un hombre ambicioso como él: siente poder y hegemonía frente al resto por su gran afán de construir la mayoría de rascacielos; sabe que la ciudad está a sus pies.

Voltea y me mira con una mueca forzada que pretende ser una sonrisa.

—Debes tener una idea del porqué te cité hoy, ¿no?

Sí, porque a Sakura le dan miedo los fantasmas.

Exhalo con pesadez.

—¿Cómo es posible que hagas esto, Li? Más con un encargo que significa mucho para mí.

Empiezo a balbucear, no sé qué decir.

—Escuche, doctor, yo...

—Mira, Syaoran... Cuando me enteré de lo que estaba sucediendo, traté de ser gentil y disculpé tu estupidez ante el resto, pero mi paciencia tiene un límite —sentencia con una mirada seria.

—Lo lamento.

—Más te vale que lo hagas, aunque no te creo.

Desvío la mirada, no lamento gastarle bromas a la niña, pero ¡Yo qué iba a saber que le daban miedo los fantasmas!

—A ver, Li, ¿Qué lamentas? —Suelta una risita burlona—. ¿Lamentas que nadie sepa sobre mi fiesta de navidad? —pregunta en tono cansado y sin ánimos de mirarme. Evita cualquier tipo de contacto visual conmigo—. Te lo encargué hace semanas. ¡Por Dios! Ni Sakura sabe y es tu practicante.

¡A la mierda!

La quijada se me vino al suelo.

—¡¿Está molesto por su fiesta de navidad?! —pregunto incrédulo, mi voz sale un poco más fuerte de lo que pretendía.

La mierda. ¿No era que la niña me había acusado?

—Sabes de la importancia que tiene para la empresa y los proveedores —censura—. No es un tema que podamos tomar a la ligera, es la imagen que brindamos al mercado, Syaoran.

—Vine a hablarle sobre eso el otro día —logro decir.

—Te hubiera escuchado sólo si me traías ideas novedosas para la fiesta y sabía que no venías para eso.

Maldito viejo. Sabía que se había negado.

—Doctor, no me siento capaz de preparar algo para navidad.

—¡Por favor, Li! No eres el Grinch —apunta con la cólera inundándolo de a poco—. Eres muy bueno en la decoración de interiores, ¡mira esto nada más! —Señala su oficina—. ¿No tienes idea de cuántos clientes me preguntan por ti? ¿Por qué crees que Kirome pidió expresamente que tú te encargaras de su casa en Taomi? Haces magia, chico.

—Pronto me iré, doctor, terminando la Smart City.

—¡Tonterías! No pretendo dejar ir a ninguno de mis arquitectos, menos a ti. ¡Y no me subestimes! —Frunce los labios con fuerza, formando una fina línea en la boca.

Debato un segundo si seguir refutándole o no. La verdad es que cumplir con su pedido me tomaría un par de horas, pero ya no parece tener importancia para mí.

Ahorita lo único que ronda mi cabeza es ella, la neófita, ¿por qué no me acusó? Es imposible que se pierda una oportunidad como esta, más cuando sé que me odia. Quizá no es tan astuta como cree o... un segundo... piensa tenderme una trampa, una mayor. Si es así, su venganza podría tornarse peligrosa porque si de algo estoy seguro es que esa leoncita agazapada no debe estar feliz después de su frustrada participación de ayer frente a todos.

—(...) que puedes pedirle ayuda a tu practicante. Sakura es una niña muy vivaz y sé que puede darte una mano. —Alza una ceja de lo más impertinente y esbozando una media sonrisa continúa—: Será una combinación interesante, algo digno de ver.

¿Qué?

Hago una mueca. No sabe lo que está pidiendo.

.

.•.•.•.

Salgo del ascensor directamente a mi oficina y veo que hay movimiento. Un joven carga un monitor y lo traslada del vestíbulo hacia la oficina de Kaito mientras que otros dos llevan y traen documentos y portafolios bajo el brazo. Tienen la expresión serena, aunque parezcan estar bajo presión. Aunque no lo crean, el jefe de informática puede llegar a ser intimidante. Hace un buen trabajo.

—¡Qué bien que llegaste Li! —me saluda Yamazaki, se encuentra en la puerta de mi oficina inspeccionando todo—. Justo a tiempo. Los chicos se encargarán de todo.

—Necesito un brandy —suelto con voz urgente.

—Puedo conseguirte una copa de sake.

Lo miro mal. Tuerzo la boca. No quiero un destilado de arroz, ¿qué es eso? Quiero brandy o whisky.

—Deberías acostumbrarte a nuestras bebidas, Syaoran —me regaña al decir mi nombre—. Tienes más de dos años aquí y siempre veo la mala cara que le pones a nuestras cosas.

—Tengo un contratiempo, Takashi, no estoy de humor realmente —confieso echándole un ojo a la razón de mis problemas quién juega divertida con su Tablet y no se da cuenta de mi presencia en el umbral de la puerta. Eso me enfurece más.

—Bueno... —ladea la cabeza—. Lo único que tienes permitido insultar aquí es al chocolate con menta.

Bizqueo los ojos.

En ese instante, uno de los jóvenes se acerca y me hace un par de preguntas que no entiendo, Yamazaki responde por mí y yo sólo muevo la cabeza afirmativamente. No me interesa saber qué me dice porque otra vez me quedo observando a la tesista... Me exaspera saber qué hace con la Tablet y también ¡quiero saber por qué no me acusó!

Como por arte de magia, y sólo por un segundo, alza su cabeza y en ese momento Sakura y yo nos encontramos con la mirada, sus ojos extremadamente verdes impactan con los míos y surge una explosión dentro de mí. Es como si acabara de golpearme contra un gran muro. ¿Por qué me siento así?

—Vamos, Li. —Siento a Yamazaki tironear de la manga de mi camisa—. Es hora del café.

.
.

(*) Estos son los Daifukus de menta y chocolate, así como de varios sabores:

Notas:
¡Hola chic@s! Como les prometí, aquí otro capítulo. 😊
¿Pensaron que Sakura acusaría a Li? 👀
Espero sus comentarios y sugerencias!

Para quienes se están uniendo a esta aventura, quiero comentarles que este fic está compuesto de drabbles y viñetas, así que algunos capítulos serán cortitos. No se asusten por ello. 😌😊

Mil besos, Lu.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top