Draco Mi Pequeño Erizo
El señor Ollivander se encontraba en su casa reposando en un sillón cerca de su chimenea junto a su amigo un perro parlante.
A la puerta llamaron y el anciano mago fue a abrir, allí se encontraba un niño rubio, desde luego que supo que era el hijo de Hermione Granger y Draco Weasley... según sus cuentas el niño debía ir el próximo año a su tienda por una varita.
— Perdone Sr. Ollivander— un pequeño rubio de ojos grises de unos 10 años — soy Scorpius Malfoy. Deseo hacerle compañía, mis padres están demasiado ocupados.
— Vamos Garrick — el perro habló dejando sorprendido al niño. — hace mucho tiempo que no contamos cuentos, es más hace muchos años que no tenemos compañía.
— Pasa, pequeño — el Sr. Ollivander caminó con parsimonia hasta su sillón.
Con un suave movimiento de la varita trajo un sillón cerca a la chimenea. tomó asiento.
A sabiendas de que disfrutaría de maravillosos cuentos se atrevió a preguntar desde su asiento — ¿puedo pedirle algo?
— Pide y nosotros lo hacemos realidad — el perro habló — ambos contamos cuentos, yo lo hago cuando a Garrick se le olvidan algunos detalles
— ¿podrían ponerles a algunos personajes los nombres mis allegados? — el rubio habló suavemente — yo no sé cómo es que mis padres terminaron juntos y quisiera imaginarlo.
Garrick y el perro se miraron. El mago asintió.
—Cuando iba por el mundo en busca de implementos para realizar varitas tuve que hacerme pasar por mago muggle y mendigo. —sus manos se movían para dar énfasis a su relato —Y también aprendí cuentos, viví parte de algunos y algunos otros los inventé. Para deleite de reyes, pequeños grupos de personas. Así pues, en aquellos años había brujas que se dedicaban a jugar con los muggles.
— ¿y esas brujas eran de Slytherin? — preguntó el can.
— En efecto era una Bruja de Slytherin — sonrió el señor Ollivander. — que hizo una travesura.
» Imagina una noche fría, una oscura noche, una noche como esta e imaginaos que, en una granja en un reino muy lejano, había una pareja de esposos granjeros, Lucius y Narcissa los cuales dormían muy profundamente acurrucados en su cama. Y que de pronto el congelado granjero buscando a su mujer tope con sus pies en lugar de su cabeza, porque ella le está haciendo mimitos a su perro que duerme todas las noches en el extremo de la cama.
— ¿qué clase de perro? — preguntó el can de Garrick Ollivander.
— No sé, un perro, un perro cualquiera... — respondió el mago.
— ¿Un perro cualquiera? Pues vaya una historia que mal empezamos. — el can se acurrucó para continuar escuchando.
» El granjero se movió en su cama.
— No — le dijo Lucius molesto, pues no quería sentir el frío.
— Solo esta noche — Narcissa respondió.
— Que terca eres
— Es solo una noche — replicó la mujer— y quién sabe...
— ¿Dormir con la cabeza a los pies? ¿De qué te va a servir eso? — le preguntó Lucius molesto pues seguía sintiendo frío.
— la comadrona dice que estas cosas a veces ayudan — respondió con esperanza en su voz.
— No conseguirás así tener un hijo —El granjero le respondió, más por el frío que le embargaba — si quieres compañía trae a la granja a alguna pobre viuda... Anda ven aquí —le pidió con voz suave. — estoy helado.
— ¡No! — Narcissa continúo en el extremo de la cama acariciando a su perro.
» Pero Narcissa no quería la compañía de una vieja viuda, ella quería tener un hijo. Hacía años que soñaba con tener un hijo y apenas soportaba ver parir a las ovejas o ver como las gallinas ponían huevos todos los días del año, eso la hacía sufrir. Y volvía loco a Lucius con sus amuletos y excéntricos remedios.
— Apesta — le dijo Lucius desde una tina de madera donde estaba dándose un baño.
— Eso es bueno — le respondió desde la cocina donde estaba batiendo el contenido de una olla.
— ¿Que es bueno? —Le preguntó el hombre.
— Te prepararé un tónico riquísimo que te emborrache día y noche — Narcissa tenía la mirada puesta en la ventana — Quiero tener un hijo, no me importa que sea un ser extraño hecho de avena o harina o feo cual erizo. Deseo tener un bebé, al que poder arropar, y poder cubrir de caricias y besos. — al terminar de decir aquellas palabras la ventana se cerró con un fuerte golpe.
» Para lo muggles decir que nada te importa cuando quieres algo es muy peligroso. Narcissa deseaba tanto tener un hijo que le daba igual fuera lo que fuera, si era un erizo lo amamantaría, alguna bruja debió oírla, si era una Slytherin que se divertía cumpliendo deseos con hechizos de por medio, sí que la escuchó ya que de pronto se le hinchó el vientre. Y Narcissa creyó que era por los baños que tomaba o por dormir al revés.
» Narcissa tuvo un niño, una bolita, feo como un demonio, con una nariz enorme con pelo por todas partes.
— Los erizos no tienen pelos, tienen púas — Interrumpió Scorpius.
» Sí, este niño erizo también tenía púas suaves como plumas y su madre lo amamantaba, lo arropaba, lo mimaba, le cantaba nanas (canciones de cuna) y le puso de nombre Draco. Draco mi pequeño erizo le decía. Sí, Narcissa amaba mucho a su niño, aunque no así los demás.
Lucius junto a Narcissa y su pequeño iban siempre al pueblo para adquirir algunos alimentos que no había en la granja, usaban una carreta dirigida por un caballo.
Cuando los aldeanos veían a Narcissa con el pequeño erizo no había manera de que pararán de reír e incluso burlarse de Lucius.
— es un erizo...
— Todos se ríen de nosotros —Lucius le dijo a su mujer, el sostenía las riendas.
—No es cierto — se apresuró Narcissa a responderle a su marido. Draco empezó a llorar, no era un llanto como el de un niño, era una especie de chillidos y gritos juntos.
— Que criatura más horrible — gritaban los aldeanos entre risas.
— Vámonos a casa —Lucius harto dirigió el caballo de regreso.
— ¿y las tareas? — preguntó su esposa.
— ¡ya está bien de exhibirnos por las calles! — gritó enojado.
Draco seguía llorando, sin poder ser calmado, Narcissa lo mecía suavemente — calla hijito...
—Ni siquiera llora como un niño normal—Lucius estaba molesto y hacía que el caballo tirara más rápido de la carreta para salir cuanto antes del pueblo —¡¿no puedes hacerle callar?! — gritó el granjero aún más furioso por el incesante grito del pequeño erizo.
» Y Lucius empezó a odiar a Draco el niño erizo, continuó labrando la tierra ordeñando las vacas sin poder olvidar en ningún momento la vergüenza que había caído sobre él. Ahora se sentía invadido por una inmensa rabia, algunas veces al estar completamente solo lloraba desesperadamente por su vergüenza. Y pasó el tiempo, un día tras otro, una semana tras otra y el niño erizo iba creciendo.
— ¡eh tú! Animal — le gritaba un niño de su edad, que vivía en una granja aledaña.
— ¡cerdo peludo! — le gritaba otro que la vez le lanzaba piedras.
— ¡Puerco espín! — y los niños reían lanzándole piedras.
Draco a alejó hasta llegar a un estanque donde vio su reflejo en el agua.
» Y así fue como Draco el pequeño erizo descubrió que era distinto, que era feo y empezó a ponerse triste y a comprender el significado de su nombre.
Durante el almuerzo Draco comía como un perro en la mesa, su fisonomía no le permitía almorzar usando los cubiertos, comía haciendo ruidos estrepitosos que asqueaban al granjero.
— ¡Basta ya! — gruñó Lucius — ¡fuera! — le gritó a su hijo, cuando Draco no hizo caso él se levantó y cogió un bastón de madera para alzarlo contra su hijo. Draco se asustó y se dirigió a la puerta — ¡fuera! — le gritó Lucius, Draco ya había salido y lo veía asustado desde ahí — a partir de ahora comerás con los animales.
Narcissa no podía hacer nada ya que le debía obediencia a su marido, lloró de impotencia y dolor por su amando hijo. Y aquella noche Draco no apareció durante la cena.
— Draco... Draco.. — Narcissa con voz triste y llorosa le llamaba desde la puerta de su casa.
Lucius se vio obligado a ir en busca de su hijo, con una antorcha en mano y en la otra el bastón de madera se dirigió al bosque que se encontraba tras la granja.
— Draco... Draco —le llamaba.
» Draco les oía, pero no contestaba, pasó toda la noche a la intemperie en compañía de un gallo, el gallo era tan alto como un caballo seguramente que alguna bruja o mago lo había hechizado. Draco se quedó pensando y pensando hasta grabar su silueta en el suelo, su madre no podía dormir y su padre vagaba durante horas buscándole con un nudo en la garganta. Cuando amaneció y Lucius regresó agotado a la entrada de la casa se encontró a su hijo dormido.
Con la vara de madera lo movió para despertarlo — me he pasado toda la noche buscándote. Te quedarás una semana sin comer — molesto le dijo.
Draco se puso de pie frente a su padre — padre, necesito que me hagas un favor — le dijo.
— ¿qué dices? — preguntó incrédulo por lo que acababa de oír.
— Necesito que vayas al pueblo cuanto antes y encargues una silla para montar a mi gallo y me des unas cuantas ovejas, cerdos y gallinas. — le pidió el joven erizo.
—¿y que más quieres? Descarado — le gritó su padre aún más molesto.
— los animales que te pido estarían encantados de irse conmigo — le respondió Draco tratando de convencerlo.
— ¿de irse? ¿Irse contigo? ¿Donde? — preguntó Lucius aún más incrédulo.
— a donde vaya, a un lugar lejos, a donde no haga daño a nadie y nada me haga daño a mí — respondió estando ya muy afligido.
— ¿y cuando piensas emprender esa aventura tuya tan descabellada? — preguntó molesto.
— cuando tenga la silla — Draco le respondió.
— ¡No iras a ninguna parte! — alzó el bastón como si fuera a pagarle —¿qué diría tu madre que tanto te ama?
—Padre —Draco tenía la voz aún más rota — me he pasado toda la noche tratando de entender porque no me quieres, lo he pensado hasta grabar mi silueta en el suelo y ahora que lo he entendido cuando tenga la silla me iré.
» Lucius se sintió avergonzado, compró la silla para el gallo, reunió a los animales que le había pedido, le dijo a su mujer que le preparará comida para el camino mientras el niño erizo se quedaba esperando en el porche, cuando estuvo todo se acercó a su madre y le dio un beso, se acercó a su padre y este lo abrazó. Entonces Lucius comprendió lo dulce que era su hijo, lo vieron alejar hasta perderse en el horizonte, Narcissa sintió una puñalada que le abrió una grieta en el corazón, la grieta fue haciéndose cada vez más grande hasta que al poco tiempo hubo un día en que su corazón se partió en dos y murió, al poco tiempo Lucius le siguió.
» Veinte años más tarde se perdió un rey en un inmenso bosque y cuando vio que se había perdido se sintió más perdido todavía, tan perdido estaba que empezó a tocarse la oreja lo cual era señal de estar en gran apuro. De pronto oyó un sonido que le pareció amargo y dulce a la vez, empezaba como un hola y terminaba como un adiós, sin dejarse de tocar la oreja siguió el sonido hasta llegar a un claro en el bosque, el palacio que había ante sus ojos era el palacio más magnífico que había visto jamás.
Llamó a las puertas del castillo, se sacó la corona para usarla como un abanico, las puertas se abrieron y frente a él estaba un erizo de ojos grises y cuerpo musculoso, no se inmutó al verlo.
— Me he perdido y tengo mucha hambre — dijo de manera humilde y un tanto avergonzado — en algún lugar de por ahí hace mucho tiempo yo era el rey, mi nombre es Arthur.
— y como estás perdido no dudas en pedir ayuda a un animal —respondió el erizo con aire arrogante.
— bueno yo...
— Bienvenido a mi casa y a mi mesa — lo hizo pasar a palacio.
» Y el rey se sentó a la mesa del erizo y comió las mejores verduras, los mejores dulces, los mejores insumos que hubiera probado jamás.
— Eres muy amable — le dijo que rey para luego brindar con el erizo.
» Y después el anfitrión tocó en la gaita viejas canciones amargas y dulces a la vez que empezaban con un hola y terminaban con un adiós y antes de pensar "ya estoy saciado y a salvo" el rey se quedó dormido. Pues bien, el rey despertó a la siguiente mañana después de una noche de sueños maravillosos, abrió los ojos y no pudo creerlo porque se encontraba bajo un árbol que no estaba allí cuando se durmió y lo más maravilloso era que desde donde estaba se veía los límites de su reino. Se puso a danzar como lo hubiera hecho cualquier otro rey y en su caso empezó a dar saltos de alegría...
El perro se movió incomodo en el piso de piedra— yo conozco este cuento y lo estás contando mal — miró al niño.
Scorpius estaba riendo internamente al imaginar a su padre peludo y lleno de púas.
» Lo que ocurrió es que el rey quiso darle al erizo una recompensa por su ayuda y le dijo: "pídeme lo que quieras" y el erizo respondió: "dame al primero que salga a recibirte cuando llegues a tu reino" y el rey aceptó porque sabía que el primero que saldría a recibirle sería su perro canuto, el perro de la casa real. Así que dijo que si y el erizo dijo: "vendré por mi recompensa en un año y un día" y se largó montando su gallo ridículo, pero las cosas no salieron como el rey esperaba, no fue canuto el primero que salió a recibirlo.
La princesa observaba todos los días por el reino, cuando vio la figura de su padre no pudo estar más contenta, salió de palacio, su hermosísimo cabello castaño ensortijado se movía armoniosamente mientras ella corría hacia su padre que la recibió con los brazos abiertos.
» El rey soltó a su hermosa y dulce hermosa princesa con cara de preocupación, al girar vio al erizo encogiéndose de hombros, se dio media vuelta y se alejó de allí durante un año y un día.
Yo llegué a aquel reino, ofreciendo servicios como cuenta cuentos y mago. Has de saber que como mestizo en aquellos tiempos me era muy difícil ser financiado para alcanzar mis sueños.
Estaba en la sala del trono con mi querido perro, yo tenía un mazo de cartas con las cuales representaba a cargo miembro de la familia real.
— reina — dije al girar la carta— rey —mostré la siguiente carta, naturalmente el rey que ha estado contado los días en su calendario sabe que ha pasado un año desde que le hiciera su precipitada promesa al erizo, por tanto, como recordaréis mañana es el día en el que el erizo vendrá a recoger su recompensa — princesa —volví a decir al girar la otra carta. — Erizo — Ese era el destino de la querida princesa.
El rey se alteró y pateó la mesita donde había estado girando las cartas — ¡fuera de aquí!, ¡estúpido! ¡Llevadlo al calabozo! ¡Que sirva de carnada a mis cocodrilos! ¡Y lo que quede de él dádselo a su perro!
— ¡socorro! ¡Dejadme! ¡Dejadme! — grité mientras era arrastrado junto a mi perro y fiel amigo.
Ambos fuimos llevados a los calabozos, por suerte gracias a mi magia aturdí a los soldados que ni siquiera recordaron llevarme con los cocodrilos.
» A la mañana siguiente el erizo se presentó montando su gallo y junto a él varios animales, gansos, ovejas y otros tantos animales. Mientras yo seguía en el calabozo intentando saber que ocurría ahí fuera.
— ¿te acuerdas de mí? — preguntó el erizo al rey.
— sí.
— ha pasado un año y un día desde que nos encontramos. ¿Mantendrás la promesa que me hiciste? — preguntó Draco el erizo.
— la mantendré.
El erizo fue conducido hasta la habitación de la princesa donde ella estaba sentada en el borde de su gran ventanal.
Draco quedó prendado de aquella mujer de rebeldes cabellos castaños y ojos color miel, que lo miraba temerosa y con cierta tristeza.
— ¿sabes quién soy? — le preguntó el erizo viéndola con tal adoración.
— Sí señor, salvasteis a mi padre y ahora os debe la vida — respondió viéndole asustada.
— ¿conoces la promesa que me hizo? — le preguntó acercándose a ella mientras sujetaba su saco rojo que dejaba a la vista su desnudo pecho.
— Que le entregaría al primer ser que saliera a recibirlo — respondió ella.
— ¿y quién fue ese ser? — preguntó Impaciente Draco.
— yo, señor — se acercó hasta el Erizo con paso a paso firme — soy vuestra, mi nombre es Hermione.
Draco la miraba con cariño, su ser se sentía alegre al verla tan hermosa.
— Entonces serás mi esposa y vendrás a vivir al bosque, quiero que seas mi dulce y hermosa princesa quiero estrecharte y cantar para ti — se acercó a ella — quiero que me ames.
— Sí, señor — Hermione respondió viéndole, estaba triste por su destino.
—me encuentras muy feo ¿verdad? — preguntó el erizo.
Hermione desvío la mirada —señor más feo es no cumplir una promesa.
A la mañana siguiente yo seguía en el calabozo junto a mi mejor amigo.
El carcelero ingresó — vamos, podéis iros — me dijo — la princesa se casa y habéis sido indultado, aunque no sé por qué, daos prisa — salió y yo limpiaba el polvo de mi traje — no hay mucho ambiente de boda más bien parece un funeral.
— Bien, una boda — dije mientras salía del calabozo — es en días como este en que los artistas se lucen, tal vez me pidan algún truco de magia.
Los invitados lloraban y murmuraba entre sí por saber quién era el novio.
— No es posible que sucedan estas cosas — decía un hombre. — pero sabéis quien es el novio, es un ser...
En aquel preciso instante la princesa Hermione ingresaba con su padre el rey, para ser entregada al novio.
Draco el erizo estaba enamorado de la princesa al verla sus ojos grises brillaron.
Yo estuve de mesero durante aquella boda, y tenía ambiente a funeral, la reina lloraba, las doncellas y jóvenes también lo hacían, más la música seguía, aunque nadie reía ni bailaba.
» Fue la boda más triste que había visto en mi vida. Aquella noche la princesa Hermione aterrorizada esperaba en su cama a su esposo. El cual estaba tocando la gaita mientras estaba sentado junto a la chimenea tras varios minutos, Draco dejó de tocar la gaita se acercó a la princesa que fingía dormir, le acarició el cuello y luego se alejó.
Hermione giró el rostro y vio su esposo quitarse la piel de erizo, sí, aquellas púas, era un joven rubio de escultural cuerpo. Para luego salir.
» Hermione no daba crédito a lo que sus ojos veían, pero se acercó a la ventana y ahí vio con toda claridad un joven rubio de pálida piel que se movía entre los animales bajo la lluvia y se sorprendió a su misma acariciando la piel que él había dejado, aquellas púas suaves, cálidas, maravillosas.
» Los primeros rayos luz la arrancaron de sus sueños de cascadas y de helados. Estaba allí en su habitación y junto a la chimenea su marido que había vuelto a su forma de erizo. ¿Había sido solo un sueño lo del cambio de piel? Tenía que haberlo sido. Pero aquella noche ocurrió igual, su esposo la miraba mientras ella fingía dormir, una caricia en el brazo no áspera, tan suave, tan suave que Hermione soltó una lágrima cuando él la dejó. Y de nuevo volvió junto a la piel se tumbó sobre ella disfrutando de la suavidad, le invadió el sueño tumbada allí junto al fuego estaba tan a gusto, aunque subía que no debía no pudo evitar quedarse dormida.
A la mañana siguiente Draco ingresó a la habitación, estaba sorprendido de ver a Hermione dormida sobre su piel, ella estaba tan cómoda.
Hermione abrió los ojos al sentir a su esposo observándola— señor, cuando desperté os habías ido y como os dejasteis vuestra piel de púas — dijo apresurada y algo temerosa.
él la veía con gesto inexpresivo, entonces le surgió una duda—¿a quién prefieres como esposo, al hombre o al animal? — preguntó.
La princesa no dudó ni un momento en responder — señor, yo tengo un esposo que es lo que es, ni más ni menos.
Entonces Draco supo que debía confesarle su secreto — pues perdónale por volver a su piel, estoy hechizado no puedo abandonarla... Pero si no dices nada de esto en tres noches tu leal amor romperá el hechizo para siempre...
—Lo prometo — Hermione no pudo evitar sonreír pues ya habían transcurrido dos noches, una noche más y él sería libre.
» Pero ya sabemos todos como son las promesas y los secretos. ¿Qué sentido tiene un secreto si no puede ser compartido? Y ese cosquilleo que te va royendo por dentro y esa tentación de alargar nuestras conversaciones.
» Y claro nuestra princesa Hermione tenía una madre, y las madres tienen la habilidad de descubrir nuestros secretos y nuestras promesas, Tan bien nos conocen que somos libros abiertos para ellas.
» Y la Reina era madre, vio cómo su hija iba corriendo a desayunar. ¡A desayunar! Ella que nunca quería comer nada.
Hermione la saludó, luego se sentó al otro extremo de la mesa.
— ¿has dormido bien? — le preguntó la reina.
— Sí, gracias — respondió Hermione con voz cantarina.
— ¿no te molesta ese animal? — preguntó la reina.
— No, madre — respondió seria — y por favor no lo llames animal.
— escucha hija, anoche tu padre y yo fuimos a ver a una adivina a contarle tu tragedia y ella conoce esos... Bichos... Raros y tiene un remedio, está hechizado ¿comprendes?
— Lo sé — respondió Hermione.
— ¿ah sí?
— Quiero decir que será eso, algo parecido, sí, yo pienso que está hechizado — respondió Hermione tratando de cubrir su torpeza.
La reina comprendió que su hija sabía algo más — Te lo ha dicho él ¿verdad?
Hermione agitó la cabeza en forma de negación — No me ha dicho nada, yo imagino que es eso.
— Dime, ¿suele quitarse la piel? —preguntó la reina.
Hermione evitó mirar a su madre— No, no se la quita
— Solo hay una manera de romper el hechizo y es tirando su piel al fuego, solo quemando su piel quedará libre del hechizo.
— No es esa la manera — se apresuró a responder, evidenciando que ella sabía cómo romper el hechizo.
—Así que te lo ha contado— afirmó la reina.
Hermione se sintió avergonzada, ya que en ese preciso instante ingresó su esposo enojado con ella, ni la miró, procedió a sentarse junto a ella a desayunar haciendo aquellos sonidos que provocaban náuseas a la reina.
» Aquella noche, La tercera, volvió a suceder lo mismo, pero la princesa Hermione estaba obsesionada con el consejo de su madre y... ¡Por merlín! Tiró la piel al fuego, varios segundos después oyó el grito desgarrador de su esposo, se acercó a la ventana, abajo junto a sus Draco gritaba por que la piel había vuelto a él y de las púas salía humo.
Hermione corrió, bajo los escalones lo más rápido posible hasta llegar a Draco el erizo— esposo, Draco, Esposo — le gritaba tomándolo del brazo para evitar que montara el gallo. — por favor ¡no te vayas! — se liberó de ella, empujándola, cabalgó y se alejó de aquel reino, sus animales iban tras él.
Hermione abatida volvió a su habitación.
» y ahí se quedó ahí la dulce y hermosa princesa, llorando junto al fuego, y no permitió entrar a nadie ni siquiera a mí que era su favorito. No, se quedó pensando y pensando hasta grabar su silueta en el suelo y por fin comprendió lo que tenía que hacer, fue al herrero pidió que le hiciera unos zapatos de hierro y aquella noche mientras todos dormían se escapó de palacio dispuesta a recorrer el mundo en busca de su esposo.
» Caminó y caminó, cuando se desgastó su primer par de zapatos aún no había encontrado a su esposo, consiguió otro par y reanudó el viaje sin detenerse y llena de esperanzas.
» Desgastó el segundo par de zapatos, pero siguió andando, siempre buscado, siempre esperando oír una música amarga y dulce que empezará con un hola y terminara con un adiós. Pero nada, hasta que un día triste y desvalida se acercó a la orilla de un estanque ahí vio en su imagen reflejada en el agua que sus cabellos se habían tornado blancos, añoraba su cabello castaño, pero más añoraba al esposo que había perdido para siempre.
Hermione se acercó a una granja que yacía abandonada y destartalada, al ingresar se quedó en las sombras observando la mesa con un plato de comida y una copa de vino junto ella. En aquel instante un cuervo ingresó por la ventana y como si fuera algún animago volvió a su forma de erizo, era Draco su esposo.
Tomó la copa en mano y la alzó — brindo la salud de la hermosa mujer que no supo mantener su promesa una noche más. — y bebió de su copa.
Hermione que estaba detrás de él, dio un paso para salir de la oscuridad — esposo...
Draco dio un pequeño respingo y sin girar preguntó — ¿cómo me has encontrado?
— He recorrido el mundo buscándote —empezó a caminar para acercarse más a su esposo —he gastado las suelas de hierro de tres pares de zapatos, mi cabello se ha vuelto blanco, pero aquí estoy, quiero recuperarte y cubrirte de caricias y de besos — lo abrazó.
Draco trato de liberarse de ella, más de un giro quedó frente a ella, tratando de liberarse — ¡No! — le gruñía, él no era capaz de condenar a Hermione a permanecer junto a un animal, de derecha a izquierda se movía con fuerza y ella no le soltaba. Los rasgos de Draco se hacían cada vez más humanos con cada forcejeo. De púas paso a tener alas negras, sí, las de cuervo yacían en su espalda, Hasta que las alas desaparecieron dejando a un joven humano de rubios cabellos, ojos grises y pálida piel frente a ella. Dejaron de forcejear, él le acarició el rostro y se abrazaron.
» Y así fue como la princesa que no supo mantener su promesa recuperó a su esposo sin perder la esperanza de volver a encontrarlo, con el tiempo su pelo volvió a ser castaño y volvió a celebrarse la boda, los dos fuimos invitados. Yo conté el mejor cuento que he contado jamás, un cuento que empezaba con un hola y terminaba con un adiós y en agradecimiento me regaló un zapato absolutamente desgastado.
Scorpius aplaudió, se sentía complacido con aquel maravilloso cuento.
— Ha estado genial — dijo — en verdad me ha encantado, gracias señor Ollivander.
— Puedes venir cuando desees — el can de pelaje castaño le dijo — es bueno corregir a Garrick cuando se le olvida algo de los cuentos.
En aquel momento se oyó sonar la puerta de la casa de señor Ollivander. Y este se dirigió a abrirla, ingresó la pareja de esposos Malfoy. Los cuales lucían completamente preocupados, preguntaron por su hijo y Garrick los dirigió hasta el niño.
— ¡Mamá! — Scorpius corrió hasta Hermione que al verle se le fue la cara de preocupación — el Sr. Ollivander me ha contado una historia maravillosa.
— Pensamos que te habías fugado — respondió Draco viendo a su hijo en los brazos de Hermione, se veía realmente feliz.
— Gracias Sr. Ollivander por cuidar a mi hijo — dijo Hermione viendo al anciano.
— No hay de que, ha sido un placer— el can le respondió haciendo que los dos adultos lo vieran sorprendidos — si soy un perro parlante.
— Sí, no ha sido nada. Si pudieran traer mañana a su otra hija estaría encantado de contarles historias. — respondió el mago.
—¡Por favor! — Suplicó Scorpius.
— De acuerdo — concedió Hermione— mañana estarán aquí.
Tras la despedida el Sr. Ollivander sonrió hacía mucho que no contaba historias, ya empezaba a planear la siguiente historia.
******************
Espero que les haya gustado, he disfrutado escribiéndola para vosotros.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top