Acto 4

Narra Elliot

Escucho el cantar de los pájaros a lo lejos y me acurruco para así sentir la suavidad de la cómoda cama en la que me encuentro. Siento la calidez de un cuerpo a mi lado y recuerdo entonces que esta cama no es mía y que además de eso no estoy solo.

Abro los ojos y veo que estoy acurrucado en el pecho de mi acompañante, me sonrojo por la vergüenza y me quedo estático. La verdad es que estoy cómodo en sus brazos y quisiera disfrutar de esto un poco más, al menos antes de que todo se acabe y el vuelva a ser el endemoniado rey que me metió en el calabozo por no creer en mis palabras.

Cierro de nuevo los ojos y me concentro para así oír los latidos su corazón, son tranquilos al igual que su respiración. Levanto la cabeza y esta me queda a nivel del hueco de su cuello, su aroma es dulce y fresco, bastante agradable si me lo preguntan. Abro los ojos y veo sus largas pestañas, además de sus finos labios entreabiertos. Subo entonces un poco más y mis labios rozan los suyos, es algo tan breve pero tan fuerte que me acelera el corazón.

¿Seré imbécil o masoquista? Me siento atraído por este hombre, al cual en nuestro primer encuentro me amenazó con una espada. Vaya, quizás si soy estúpido pero este hombre me gusta más de lo quisiera admitir. No es sólo su físico. Es su esencia, su cara seria, y su sonrisa, la cual recién vi, lo que me atrae de él.

Él se remueve un poco entre sueños, y eso me sorprende, me deslizo entonces fuera de sus brazos con cuidado y salgo de la cama. Me estiro un poco y me siento mucho mejor que antes, desde que llegué aquí era necesario un buen descanso.

_ Una buena cama y una buena compañía, eso era lo que necesitaba.- susurro mientras veo al hombre que yace en la cama durmiendo.

Me levanto por completo y me dirijo a la ventana más cercana, quito con cuidado el pasador y la abro por completo, la brisa acaricia mi rostro y yo sonrío por ello, se siente bien tener un poco de libertad luego de haber estado tanto tiempo en un sitio oscuro y lúgubre.

Me recuesto de la pared y permanezco un rato así, veo los pájaros volar y también a los trabajadores hacer lo suyo. Al ver hacia el horizonte me doy cuenta de que este reino parece ser mucho más grande de lo que creí.

_ Este lugar es hermoso.- murmuro.

_ Lo es.- dice una voz a mi espaldas, al girarme me encuentro con los oscuros ojos del rey Karl fijos en los míos.- ¿Ves aquella muralla que se ve a lo lejos?- pregunta.

Vuelvo hacia la ventana y en efecto, a lo lejos se ve una especie de muralla de piedra, muy similar a este castillo en cuando a fachada.

_ Ese es el límite de este reino.- dice.- Detrás está el reino Fervens, nuestros peores enemigos. Han querido este castillo por años, pero sus intentos de invasión han sido en vano.- concluye.

_ Ardiente en latín.- murmuro.- ¿Cómo se llama este reino?- pregunto curioso.

_ Este es el Reino Corvus.- contesta.- Reino de los Cuervos.- añade.- Aunque esa explicación fue innecesaria, parece que sabéis latín.- comenta.

_ Sólo un poco, me gusta el estudio de los idiomas.- digo sin darle mucha importancia.- En casa aprendí un poco de latín y francés, y unos cuantos más.- añado.

_ Interesante, sois inteligente y eso me agrada, podemos tener una buena conversación.- comenta y le escucho reír.- ¿Te sientes mejor?- pregunta de repente.

Yo me giro hasta quedar frente a él y asiento lentamente, extiende la mano y me toca la frente con cuidado.

_ Ya no tenéis fiebre, eso es bueno.- dice sonriendo y yo me sonrojo.- ¿Quieres desayunar?- pregunta y yo asiento.- Vayamos a eso entonces.- concluye.

Luego del desayuno, el cual constó de pan, queso, frutas y vino, ya estábamos listos para salir aunque yo desconociera hacia dónde. Al salir del castillo todos nos miraron curiosos, algunos sonriendo y otros simulaban no ver nada, deduzco que saben que su rey me cuidó y que dormí en su dormitorio.

_ Milord, Elliot.- el menor de los caballeros nos saluda.- Su caballo está listo.- dice mientras le pasa la correa haciendo que el caballo negro avance hacia nosotros.

_ Gracias Shaun, avisa a los demás que volveré antes del mediodía.- me toma por la cintura y me eleva con facilidad por el aire hasta posarme encima de su caballo. El comienza a caminar mientras tiene las correas de su caballo, y no es hasta que estamos afuera del castillo que se sube.

_ ¿A dónde vamos?- pregunto.

_ No os preocupéis, será agradable.- responde.

_ Eso está bien...- murmuro.- ¿Puedo pedirte una cosa?- pregunto con osadía.

_ Supongo, dime.- contesta.

_ ¿Podéis dejar de hablar de esa manera? Me pediste que te llamara por tu nombre cuando estuviéramos solos, ahora yo te pido menos formalidad entre nosotros.- el ríe.

_ Eso está bien, Elliot. ¿Está mejor así?- pregunta.

_ Mucho mejor.- digo para luego sujetarme de su torso.

El caballo comienza a andar y yo me siento volar, la brisa y el sol son agradables, así como el olor a pino. Sigo mirando mi entorno y no tengo una palabra mejor para describirlo que: Hermoso. Lo es por completo.

Luego de unos minutos de andar a caballo llegamos a lo que parece ser la aldea del reino Corvus, los habitantes saludan con gusto a mi compañero y si bien me saludan a mí también, es evidente que no soy más que un animal exótico.

_ Aquí es.- murmura el pelinegro mientras detiene el paso del caballo y se baja.- Vamos, hemos llegado a nuestro destino.- dice para luego extender sus brazos.

Me sonrojo por su acto pero correspondo, me lanzo en sus brazos y el me coloca con cuidado en el suelo. Luego de haberle agradecido entramos, y deduzco que hemos venido por alguna prenda de ropa ya que parece ser una tienda de túnicas y demás.

_ Mi rey, es bueno verle por aquí.- dice una señora de mayor edad.- ¿Y quién es vuestro compañero?- pregunta curiosa mientras me sonríe.

_ Es mi invitado, he venido porque necesito algo para él.- contesta.- El próximo mes será la reunión de jefes y quiero llevarle conmigo.- añade.

_ Habéis venido al sitio correcto.- dice sonriendo.- Ven jovencito, por aquí.- me hace señas para que le siga. Miro al pelinegro y el hace un gesto para que le haga caso a la señora.

Le sigo entonces y veo que la señora tiene una especie de estante de madera donde tiene un sinfín de ropa.

_ ¿Qué color de túnica os gusta?- pregunta.- Yo creo que esta color verde os sentaría bien.- dice mientras me la muestra.

La toco y es agradable al tacto.

_ También tenemos esta vinotinto, y esta roja, y azul.- la señora comienza a sacar túnicas, botas, calzas, camisas. Es increíble la variedad que posee.

Creo que este día será largo.

(....)

Una vez decido mi atuendo veo que el pelinegro ya tiene el suyo entre las manos. Le entrega una bolsita con monedas de oro a la señora y esta le agradece para luego hacer una reverencia.

_ ¿Ha sido divertido?- pregunta.- Apuesto a que sacó un sinfín de cosas.- comenta riendo.

_ ¿Cómo lo supiste?- el vuelve a reír.- Pero ha sido divertido, gracias...- agradezco y el niega con la cabeza.

Vamos de regreso al castillo, y me debato entre si preguntarle acerca de su comportamiento o simplemente dejarlo correr, al final opto por la primera opción. Me lleno de confianza entonces y hago la pregunta.

_ ¿A qué se debe el cambio de tu comportamiento?- el silencio reina entre nosotros.- Tú me tenías encerrado en el calabozo y luego terminé en tu dormitorio, luego esto de llevarme a una reunión...- guardo silencio.- ¿Qué está sucediendo?- pregunto.

_ Es complicado.- responde.

Llegamos al castillo y luego de haber dejado al caballo en el establo él se despide diciendo que me verá luego y que mientras tanto no me separe de Sir Shaun. ¿Qué significa eso? Tal parece que ahora tengo más libertad, pero es evidente que seguiré siendo vigilado.

_ Yo no le entiendo.- comento para luego morder la manzana que yace entre mis manos.- ¿Tu sabes por qué cambió de repente?- le pregunto al menor, quien está sentado a mi lado.

_ Yo estoy tan sorprendido como lo estáis tú.- responde.- Luego de que os desmayasteis, en su cara se veía la preocupación.- le da un mordisco a manzana.- Llamó al mejor doctor del reino y te dejó en su dormitorio, veló por ti día y noche, sin despegarse de tu lado.- concluye.

Me sonrojo de tan solo pensarlo.

_ El rey de los cuervos es un completo misterio.- comento.- ¿Por qué este reino lleva por nombre Corvus?- pregunto de repente.

_ Se dice que el primer rey tenía el poder de controlar a los cuervos, algo muy ventajoso ciertamente, y debido a ello el nombre.- contesta.- Y por ello a todo aquel de la familia real se le hace entrega de una pluma de cuervo, la cual sustenta su poder de reinado.- concluye.

Ahora entiendo por qué Karl me quitó el collar, le pertenecía su hermana por ser parte de la familia real, y el que yo lo tuviera en mi poder le perturbaba.

_ Shaun, pequeñín.- nos saluda el pelicastaño.- ¿Qué hacéis?- pregunta.

_ Comemos manzanas.- contesta.- ¿Os apetece una Keith?- el otro niega con la cabeza.

_ Estuve comiendo galletas de avena y miel, no me apetece nada por ahora.- contesta.- ¿Habéis visto a George?- pregunta.

_ Está con el rey Karl.- contesto.

_ El y August están ocupados.- dice el menor.

_ ¿Os importa si me quedo con ustedes?- pregunta.- No tengo nada mejor que hacer.- añade.

Luego de hablar con ambos caballeros me di cuenta de que Keith es tan agradable como Shaun, ambos me hacen sentir a gusto y eso me alegra. Fue tan divertido el tiempo que compartí con ellos que no noté que el sol comenzó a ocultarse, caigo en cuenta entonces de que el día pasó volando. Después de todo es agradable estar aquí.

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