Acto 3


Narra Elliot

Ya habían pasado dos días desde que el rey del castillo me había encerrado aquí, y si bien me daban de comer y beber, estar cautivo no era agradable. Había buscado la manera de escapar pero no hay ni siquiera una ventana por la que podría intentar salir.

_ Te traje lo que pediste.- dice una voz.- Escóndelo bien, si milord se entera de esto nuestras cabezas rodarán.- añade.

_ Gracias Sir Shaun.- agradezco mientras tomo el pequeño libro.- Tendré cuidado.- aseguro.

_ El rey ha estado de malhumor desde que os ha hablado, no quiere que nadie se acerque a su habitación.- comenta.- Me dijo August que habéis hablado de la princesa Raven.- yo asiento con la cabeza.- Muy malo, no debiste hacerlo.- concluye.

_ Lo sé...- suspiro.- Sólo espero que mi cabeza siga pegada a mi cuerpo.- murmuro.

_ Lo estará, no os preocupéis. Él no es una mala persona.- asegura.

Río de mala gana.

_ Quisiera creerlo, pero sus acciones no ayudan.- comento.- Háblame de su hermana, ¿Cómo era?- pregunto.

_ Ella era hermosa, amable y cariñosa, su cabello era oscuro como la noche y sus ojos eran color avellana, era de piel fina como tú, y tenía el mismo tamaño.- ríe, sé que se está burlando de mi estatura.- A ella le gustaba leer, se la pasaba todo el día en la biblioteca del castillo. Un día la vimos entrar allí y no salió, desapareció. Le buscamos día y noche por todo el castillo y por las adyacencias, pero no le encontramos.- concluye.- Acerca de eso... Escuché lo que hablabais milord y tú...- se rasca la nuca.

_ Yo no soy de aquí Shaun, y creo que vuestra princesa está en el mundo del cual vengo.- contesto.

Suspiro y pienso en que quizás el me dirá loco al igual que el pelinegro. Sin embargo, el me mira curioso y parece reflexionar.

_ La princesa Raven me dijo una vez que había encontrado un libro acerca de mundos paralelos, algo muy complejo de entender, pero ella estaba tratando de asimilar esa información... ¿Y si gracias a ese libro le paso lo mismo que a ti?- pregunta.

_ ¡Eres un genio Sir Shaun!- exclamo.- ¿Podrías buscar ese libro? Quizás así yo podría volver a mi mundo.- digo.

El asiente con la cabeza.

_ Lo buscaré.- sonríe y yo le agradezco.

Él se va y yo me sumerjo en la lectura que me ha brindado. Al menos con esto no será tan aburrida mi estadía aquí. Leo un par de horas mientras que las velas aún siguen con vida, y una vez que amenazan con extinguirse me acuesto en la pequeña cama de paja. Al final me quedo dormido con el  libro debajo de la almohada y con esperanzas de que el caballero del cual me he hecho amigo me ayude a escapar de este mundo.

Pasaron tres días más y el menor no había logrado encontrar el libro, la espera no había dejado nada bueno para mí ya que me sentía con fiebre y espasmos en el cuerpo, me digo a mi mismo que soy patético por pescar un resfriado. El frío que hace en las noches es horrible, y el trozo de tela que me han dado como manta no me cubre ni la mitad del cuerpo.

_ Hey, despierta...- una voz más o menos dulce me hace despertar.- El rey quiere verte.- añade.

Me levanto y veo que se trata del caballero pelicastaño claro, sus ojos parecen ser duros en comparación a su voz, un contraste bastante peculiar.

_ Arriba chico.- dice de nuevo.- Os recomiendo aprovechar esta oportunidad de salvar vuestro pellejo.- añade.

Yo asiento con la cabeza y me levanto a duras penas para así seguir al caballero alto que me guía hacia la oficina del rey. Al llegar toca la puerta y avisa que estamos allí, el dueño del castillo nos permite la entrada.

_ Acércate.- ordena mientras señala la silla frente a sí, ahora estamos solos.

Obedezco. Al estar cerca de él no puedo evitar sentirme intimidado por su mirada. El mueve unos papeles de un lugar a otro mientras que yo intento mantenerme tranquilo, y sobretodo, cuerdo. La fiebre me hace sentir mareado y mi cuerpo está más débil de lo que quisiera admitir.

_ Al parecer le has lavado el cerebro a Shaun.- comenta.- Me ha pedido que os escuche y que trate de entenderte.- me mira.- ¿Qué es lo que queréis?- pregunta.

_ Volver a casa...- contesto en un susurro.

_ ¿Dónde está vuestra casa?- le miro seriamente.

_ No caeré en tu trampa...- murmuro.- Sólo déjame libre y no sabrás de mi.- añado.- Tu no me crees y yo no espero que lo hagas, pero por favor déjame en libertad y no seré una piedra en el camino.- concluyo.

Él se levanta y se acerca a mí, ambos nos miramos fijamente.

_ No os dejaré en paz hasta que me digas la verdad sobre el collar de mi hermana.- responde.- Si no queréis decirme la verdad entonces volved al calabozo.- concluye.

_ Ya te dije la verdad, y no me crees.- murmuro.- Así que sólo volveré al calabozo, ya que es evidente que no me dejarás salir de aquí.- añado.

Me doy la vuelta y todo parece nublarse, siento que mis piernas me fallan y que pronto caeré al piso. Sin embargo, unos brazos fuertes detienen mi caída y me acunan cual si fuera un niño.

_ ¿Estáis bien?- pregunta pero su voz es tan baja que a penas le entendí.

Abro mi boca para contestar pero todo se vuelvo negro, al parecer la fiebre pudo conmigo.

(........)

Abro mis ojos y veo que ha oscurecido, las velas alumbran el lugar y deduzco que estoy en una habitación, me muevo un poco y siento la suavidad de una cama, una de verdad y no de paja como en la que había estado durmiendo.

Levanto la suave sábana que tengo encima y noto que estoy usando algo similar a un camisón, que si bien es cómodo, es ciertamente extraño. Me sonrojo al darme cuenta de que no llevo nada debajo. Qué vergüenza. Me toco entonces la frente y encima tengo lo que parece ser un pañuelo, está húmedo y un poco frío al tacto.

_ Al fin despertáis.- comenta una voz en mi lado izquierdo.- Me has dado un buen susto.- añade.

Se trata de rey, él está sentado en una silla cerca de la cama con un libro entre sus manos.

_ ¿Qué paso?- pregunto en un hilo de voz.

El deja el libro sobre la silla y se sienta en el borde la cama, me quita el pañuelo y lo sumerge en agua para luego exprimirlo y ponérmelo en la frente de nuevo.

_ Te desmayaste, creo que debido a la fiebre.- contesta.- Os volviste tan blanco como el papel y quedaste inconsciente por 2 días.- comenta.

Suspiro con pesadez, que cuerpo tan débil tengo.

_ ¿Has estado al pendiente de mi desde entonces?- el asiente.- ¿En dónde estoy?- pregunto.- ¿Quién me ha cambiado de ropa?- siento mis mejillas arder cual si fuera el mismísimo infierno.

_ En mi dormitorio.- contesta.- Y un par de criadas te han cambiado y lavado durante estos días.- añade.

Suspiro con tranquilidad, al menos no ha sido él.

_ Debería levantarme y volver al calabozo...- murmuro mientras me levanto hasta quedar sentado, haciendo que el pañuelo caiga en sus manos.

_ Estáis débil, volved a dormir.- dice en un susurro.

Le miro confundido, su cambio de actitud me hace sentir extraño.

_ Creo que ya he sido bastante irrespetuoso con dormir en vuestra cama, Rey Karl.- digo.

_ En lo absoluto, tú le das más calor que yo.- contesta.- No suelo dormir aquí desde hace años...- ríe.- Usualmente duermo en mi oficina, en un colcha que mandé a hacer.- añade.

Le veo sonreír y no puedo evitar sonrojarme, mi corazón late deprisa y siento que por mi cuerpo corre una corriente eléctrica. Su cercanía me perturba y si bien no me incomoda, me hace sentir extraño.

_ ¿Tú has estado durmiendo allí?- señalo la silla y el asiente.- Debió ser incomodo...- murmuro.

_ No es gran cosa.- contesta.- Pero si os soy honesto la suavidad de una cama me está pareciendo atractiva.- dice.

Me lo pienso unos segundos y me desplazo hacia el lado derecho, toco el lugar en el que estaba antes y le miro, el parece entender el mensaje inmediatamente.

_ ¿Estás seguro?- pregunta

_ Es tu cama...- contesto.- Y por mí está bien.- concluyo.

El asiente con la cabeza y se coloca de espaldas, comienza a quitarse sus botas, luego las calzas y la túnica negra, luego se quita la camisa y me muerdo el labio al ver su amplia espalda, si bien sus músculos no son exagerados es evidente que posee en buen cuerpo, fuerte y varonil, diferente al mío que parezco tener el cuerpo de una chica.

_ Buenas noches, Elliot.- dice mi nombre antes de apagar la vela que se encuentra cerca.

_ Buenas noches, Rey Karl.- contesto para luego ponerme de costado.

Él se mete entre las sábanas y eso me inquieta, estoy compartiendo una cama con el mismísimo rey, el cual por cierto me tenía en el calabozo hasta no hace un par de días. Que locura, ¿no?

_ Cuando estemos sólo tú y yo...- me giro para escucharle mejor.- Puedes llamarme sólo Karl.- concluye.

Él se gira hacia donde estoy yo y gracias a la luz de la luna veo su rostro, está siendo serio por completo. Entonces sin previo aviso extiende su mano y acaricia mi mejilla derecha, luego la retira y me da la espalda, me quedo atónito por su acto. Mi corazón late deprisa y el lugar donde sus dedos tocaron mi piel se calienta poco a poco. Esto no es bueno, siento como algo en mi interior comienza a crecer.

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