Acto 1
Narra Elliot
Entré en la biblioteca y con un movimiento de cabeza saludé a la bibliotecaria, la cual me ha visto aquí incontables veces. No soy preciosamente un nerd y si dijera que lo soy sería una mentira; sólo me gusta la literatura más que mi propia vida. Cuando leo me adentro en un mundo donde nada importa más que el desenlace de la historia, y eso es gratificante para mí.
_ ¿Qué debería leer hoy?- me pregunto a mí mismo mientras dejo mi mochila sobre la mesa.
Comienzo a caminar por los pasillos pensando en que leer esta vez, soy de mente flexible y cualquier libre me haría feliz, sin embargo, últimamente había sentido una gran atracción hacia los libros de historia medieval así que fui hasta esa sección.
Leo cada título junto con sus autores, y todos parecen tan interesantes que quisiera leerles, pero entonces uno en específico llama mi atención. No logro ver el nombre del autor debido a lo desgastado que está, pero el titulo me hace sentir curiosidad.
_ "El Rey Cuervo"- musito.
Lo tomo entonces y me dirijo a mi sitio, el lugar más apartado de la biblioteca. Me siento y con las manos trato de quitarle el polvo, logrando así ver el dibujo que tiene en la portada.
Es un dibujo donde está un rey de cabello negro mirando hacia el horizonte, su capa es tan negra como la noche y parece tener plumas del mismo color, ahora entiendo mejor el título de la historia.
Abro el libro y comienzo a leer, parece ser la nota de la autora cuyo nombre parece estar tachado con lapicero. Que extraño, pienso entonces pero prosigo con la lectura sin mayor preocupación.
_ ¿De verdad es basado en hechos reales?- pregunto a la nada para luego seguir.
Al llegar al primer capítulo, mi lectura se ve obstruida por un collar cuya pieza central es una pluma tan negra como el carbón. La pluma es suave al tacto mientras que la cadena que le sujeta es fina y ligera, recubierta de oro. Levanto entonces aquel extraño artefacto y miro confundido su composición, de repente una luz tan brillante como el sol brota de la pluma y me hace cerrar los ojos con fuerza.
Cuando el brillo cegador desaparece, abro los ojos lentamente hasta que veo mí alrededor, el cual ha cambiado por completo. Me encuentro en medio de un bosque sentado encima de unas hojas secas.
_ ¡¿Pero qué rayos pasó?!- exclamo.- ¿Cómo llegué aquí? Debo de estar soñando, eso debe ser.- digo para luego pellizcarme el brazo.
Nada, no funciona. Si estoy soñando debo felicitar a mi imaginación por crear semejante lugar. Todo parece tan real que incluso puedo sentir la brisa en mi cara y el polvo en mis manos. Además de la comodidad de la ropa, la cual me advierte que estoy en otra época.
_ Genial, tantos libros de historia medieval me han fundido el cerebro.- comento malhumorado.
Me levanto y sacudo mi ropa, la cual ahora consta de una camisa blanca de lino junto a una túnica marrón que está sujetada por un cinturón tan negro como las calzas y las botas que llevo puestas. Honestamente no incomoda la vestimenta, pero es algo que nunca antes había usado.
_ Debo buscar la salida de este sueño loco.- me digo mientras comienzo a caminar, al hacerlo noto que algo cae al suelo, es el collar de pluma negra que encontré en el libro.
La tomo y le observo, ahora está mucho más negra que antes, como si hubiera cobrado vida. Me la cuelgo y me decido mantenerla cerca, si al encontrar esta pluma terminé aquí es posible que ella sea la clave para volver a despertar.
_ Espero despertar pronto.- susurro para luego suspirar.
Comienzo a caminar sin rumbo por el bosque y veo que el sol comienza a descender lentamente, ya no está tan brillante como cuando llegué. Me digo a mi mismo que debo salir de allí pronto si no quiero toparme con algún lobo o un animal que me despelleje.
A lo lejos escucho el murmullo de unas personas, así que me acerco con lentitud y cuidado, si algo es común en las historias es que a los hombres de esta época no les pesaba la mano a la hora de matar a cualquier animal o persona que consideraran una amenaza.
Me escondo tras una roca y veo que se trata de 4 hombres, los cuales están encima de sus caballos hablando entre sí, me sorprendo entonces que les entiendo a pesar de tener un acento extraño. Al otro lado, atado de un árbol, veo un caballo negro el cual puede serme útil.
_ ¿Cómo puedo robar ese caballo?- pregunto.- Espera, si hay 5 caballos y hay 4 hombres, eso significa que uno de ellos...- no termino la oración puesto que tengo en mi garganta el filo de una espada.
_ Creí que no te darías cuenta.- dice.- Al parecer querías robar mi caballo.- gruñe.
_ Y-Yo...- trago grueso.
Aquella persona me toma del brazo y me hace girar hasta verle a los ojos; es un hombre alto de piel pálida con el cabello y ojos tan oscuros como la noche, sus labios por otra parte son de un rosa brillante. Me quedo impresionado por la belleza de aquel hombre.
_ ¿Quién sois? Habla o mi espada te rebana la garganta.- me amenaza serio.
_ S-Soy Elliot Barsh.- contesto.
_ Que extraño nombre tenéis.- murmura.- ¿Qué hacéis aquí?- pregunta.
_ Yo me he perdido...- susurro.
El me mira con desconfianza mientras que yo le miro con ojos suplicantes, aún mantiene el filo de su espada en mi garganta y eso me preocupa considerablemente, creo que no podría estar en una situación diferente.
_ Rey Karl.- ambos giramos hacia la voz que le llama.- ¿Estáis bien, milord?- pregunta.
¿Rey Karl? Por dios, estoy metido en un buen lío. No sé qué tan importante sea esta persona pero si es un rey como dicen estoy muerto, mi sentencia de muerte ha sido completamente firmada.
_ Estoy bien August, pero este chico tenía intención de robar mi caballo.- me suelta.
Caigo de bruces al suelo debido a que mis piernas han dejado de funcionar, el miedo me ha paralizado por completo. Los miro y cada uno de ellos se bajan de sus caballos, estoy acorralado.
_ ¿Debería matarle entonces, milord?- pregunta el mismo pelioscuro con ciertos reflejos azules.
_ ¿No se merece al menos una oportunidad de explicarse?- pregunta el caballero más joven, el cual tiene el cabello castaño.
_ Aun eres joven, Shaun.- comenta otro.- Por eso eres demasiado piadoso.- comenta un pelirojo.
_ Goerge tiene razón.- suspira.- Deberíamos matarle.- concluye un pelicastaño claro.
_ Eso lo decidiré yo, Keith.- dice el rey.- Y por ahora no quiero derramar sangre por algo tan absurdo.- se acerca y con una cuerda me ata las manos.- Sin embargo, pensaré en una manera de vengarme de vuestra osadía.- me dice serio.
Cada uno se sube a sus caballos y el pelinegro ata el extremo de la cuerda a la montura su gran caballo negro. Se sube a él y comienza a andar, obligándome a ponerme de pie y caminar a su paso. Los demás van a sus costados, dos de ellos a cada lado y el más joven detrás, cuidando mis pasos.
Suspiro y me digo a mi mismo que fui un estúpido al acercarme hasta ellos sabiendo el peligro que acarreaba.
_ ¿Estás cansado?- pregunta el menor.- El castillo no está muy lejos.- murmura.
_ Sólo me duelen un poco los pies, pero estaré bien.- respondo y sonrío de una manera débil, de todos ellos él fue quien votó por dejarme con vida y se lo agradezco.
_ No te desmayes pequeño, sería un fastidio llevarte cargado hasta el castillo.- comenta el pelinegro en tono burlón.
Le miro de mala manera y el sólo ríe, gruño por ello. Vuelvo mí mirada al joven, el cual se ha sumergido en su propio silencio. Todos lo están, a excepción de mí que me quejo del dolor que sienten mis pies. Luego de unas horas, que para mí fueron una completa pesadilla, veo que nos acercamos a un gran castillo de piedra.
Todos le reciben con mucho cariño y se nota que la mayoría de ellos le admira, quizás es un buen rey. Aunque río de manera estúpida ante ello, sigue siendo un imbécil que me ató a su caballo y que además me ha hecho caminar más de lo que mis pies podían soportar.
_ Milord.- lo llama Sir Keith.- ¿Qué haremos con él?- pregunta mientras me señala.
Sus ojos oscuros ahora me miran antes de responder.
_ Que tome un baño y luego que suba, tengo que hablar con él.- contesta sin más.
Sus caballeros no parecen del todo sorprendidos, pero en mi caso es una completa sorpresa. Creí que me enviaría a las mazmorras o que me rebanaría el cuello aquí mismo frente a todos, es bueno saber que no es un rey sanguinario como muchos en esta época.
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Quiero dedicarle esta novela a tres personas muy especiales, a Danna y a Ernestina por todo el apoyo que me dieron mientras escribía, y a Treysi por sus hermosas palabras, las tres fueron indispensables para mí y para la creación de la novela así que esta es mi manera de agradecérselos... ¡Espero que les guste!
Muchas gracias por leer ♥
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