Hora De La Verdad

Al despertar las cortinas de mi ventana estaban abiertas, entraba demasiada luz. Di un vistazo rápido a mi habitación y todo estaba normal. Me levanté de la cama para abrir la ventana del balcón y me quedé un rato afuera disfrutando de la brisa fresca de la mañana.

Después de unos 7 minutos regresé a mi habitación. Al pasar por el tocador me di cuenta que la bandeja con los trastes sucios ya no estaba ahí, supongo que Karen se los llevó... al pensar en ella recordé las fotos de ayer... sacudí mi cabeza y decidí no pensar en ello por ahora.

Fui directo a mi maleta y la rosa roja seguía ahí, así que la tomé y la puse en el jarrón que estaba en el centro del tocador, saqué un cambio de ropa y me fui a bañar.
Al terminar, fui al armario por el secador de pelo, tengo que darme el tiempo de desempacar mis cajas y las maletas. En ese momento me fije que la rosa roja estaba encima de mi maleta... ¿Olvidé llevarla al jarrón?... La tomé y fui al tocador; ya había una rosa roja ahí.

Supongo que Jorge ya despertó y decidió dejarme otra para hacerme sentir mejor por todo lo ocurrido anoche. No le di tantas vueltas al asunto y comencé a cepillar mi cabello para desenredarlo y secarlo. Pensé en dejarlo suelto, pero me arrepentí y mejor me hice una coleta alta.
Bajé las escaleras y me fui directo a la cocina, mi madre estaba ahí. Volteó a verme y me dedicó una gran sonrisa.

-Buenos días ¿Cómo amaneciste?- dijo. -Si buscabas a Jorge vinieron por el ayer por la noche.- dijo y me dio la espalda.
-Buenos días, mucho mejor. ¿Ayer? ¿Por qué?- dije centrando toda mi atención en ella.
-Vivian vino por él.- dijo sin voltear a verme.
-¿Vivian? ¿Quién es esa?- pregunté.
-Su madre.- Volteó a verme. -¿porqué, celos?- dijo divertida.

-Claro que no mamá.- Aparté mi vista de ella.
-A mí me parece que sí.- dijo riendo.
-Basta mamá.- dije. -No es lo que tu piensas. Hablando de él, ¿Cómo siguió? No tuve la oportunidad de preguntarle anoche, apenas y despertó y fuiste por él-
-Sólo tenía dolor de hombro, pero de ahí todo bien.- dijo mientras comenzaba a empacar el almuerzo. Asentí. Hora de tirar la bomba...

-Mamá...-
-Dime hija.- dijo sin voltear a verme.
-¿Y Karen?- pregunté en voz baja.
-Salió a comprar unas cosas que pidió tía Merry, no debe tardar en volver... ¿necesitabas algo?- Volteó a verme.
-No...- será mejor que no le diga nada.- Sólo preguntaba porque no la he visto.- mentí.
-Señora Bellith aquí estan las cosas que me pidió.- dijo Karen dejando una bolsa en la barra al centro de la cocina. Mamá terminó de empacar el almuerzo.

-Gracias Karen. Beth ya es hora de que me vaya, nos vemos más tarde para comer.- me dio un beso en la mejilla y salió de la cocina. -¡¡Almuerzas!!- gritó desde la sala.
-¡¡Sí mamá, cuídate!!- grité. Escuché como se cerraba la puerta principal. Segundos después escuché como arrancaba el auto.

Me quedé en silencio y Karen se puso del otro lado de la barra, frente a mí... nos quedamos mirando fijamente. Karen sonrió de lado; fruncí el ceño al instante y la sonrisa de Karen se fue desvaneciendo lentamente hasta que dejó de sonreír por completo... nunca bajé la mirada y ella sólo me veía. Tenía la cara de alguien que acaba de ser descubierto...

-Te crees muy valiente, no me hagas reír- dijo Karen rompiendo el silencio.
-No estoy haciendo nada malo.- contesté.
-Estás sola Elizabeth. Nadie puede ayudarte ahora.-
-Que sepas que no te tengo miedo.- dije entre dientes.
-Por favor. Tiemblas de miedo.- dijo riendo.
-¿A caso me vez temblar?- contesté.
-No quieras hacerte la valiente conmigo Elizabeth.- dijo con los dientes apretados.

-Te lo vuelvo a repetir... no te tengo miedo.-
-¿De verdad?- se abalanzó sobre mí, tomándome del cuello.
-De verdad- la miré a los ojos.
-Te puedo matar ahora mismo.- apretó mi cuello con más fuerza.
-Hazlo...- me empezaba a faltar el aire.
-Puedo romperte el cuello en menos de dos segundos.- apretaba cada vez más.
-Hazlo... matame...- sentía que iba a desmayarme. En un abrir y cerrar de ojos Karen estaba a medio patio, lo último que vi fue a un hombre forcejeando con ella...

Me encontraba en mi habitación. La ventana del balcón estaba abierta. Caminé hacia él. Sentí una mano en mi hombro derecho, justo cuando la luz de la luna tocó mi piel. Otra mano, ahora en mi hombro izquierdo, tiró un poco de mi hacia atrás para envolverme en un abrazo tan extrañamente familiar. Una voz seductora detrás mío me dijo al oído: no temas, yo voy a protejerte. Volteé lentamente a mis espaldas con la esperanza de ver a la persona detrás mío... la sombra de ojos rojos estaba ahí...

Al recuperar el conocimiento estaba en el suelo de la cocina. No tenía fuerzas, respiraba con dificultad y temía desmayarme de nuevo... conseguí subirme a la barra y me senté, sin caer de nuevo. Me esperé a recuperarme y comencé a comer lo que mamá me dejó del almuerzo que empaco. Karen no estaba por ningún lado...
Fui a buscarla a la sala, a los cuartos... nada. Caminé hasta el mío y entré. Me acosté en la cama y en ese instante Karen entró. Se paró en seco y dirigí mi mirada a eso que ella veía con tanto detenimiento... las rosas... río un segundo y desvío la mirada hacía el suelo. Miró las flores y luego a mí. Juraría que tenía el rostro contraído cuando volteó a verme, como si quisiera llorar... esperó un momento, sacudío su cabeza...

-¿Me buscabas?- dijo.
-Sí...- apenas era audible mi voz.
-Pues ya me encontraste.- sonrió. Abrí la boca pero no pude articular palabra alguna. -Creí haberte escuchado decir que no me tenías miedo...- dijo sonriendo.
-No te tengo miedo.- mi voz era firme ahora. Levantó una ceja.
-¿Qué es lo que quieres saber?- preguntó sin rodeos. Cómo diablos... -¿Que como lo sé? Simple. No creo que seas tan tonta como para no haberte dado cuenta...-

-¿Darme cuenta de qué?-
-Que sigo siendo la misma desde que eras una bebé. Que todos envejecieron excepto yo.- dijo sin dejar de verme.
-¿Y qué si lo noté?- Karen río un segundo.
-¿no quieres saber QUÉ soy?- sonrió de lado.
-Quiero saber a que me enfrento.- la vi directo a los ojos. Karen soltó una carcajada.

-¿Enfrentarme? ¡¿TU a MI?! ¡Ja! No me hagas reír.- dijo aún riendo.
-Lo éstas entendiendo todo mal... no me refería a confrontarte. No estoy tan estúpida como para pensar que podría ganar, ya me haz demostrado que podrías matarme cuando quisieras.- Karen se quedó estupefacta, la sonrisa burlona se le borró de la cara. Continue. -Humana no eres, o al menos ya no. Sólo quiero saber con exactitud QUÉ eres.- Karen me veía y no lo creía. La dejé sin palabras unos segundos... sentía que el corazón se me iba a salir del pecho.

-Te voy a dar unas pistas; no pasa nada si no respiro, no necesito el aire para "vivir". Tengo corazón... pero ya no late. A pesar de que parezco débil...- me mostró una roca pequeña que tenía en su mano. -...tengo una fuerza impresionante.- hizo polvo la roca en cuestión de segundos. -Tengo una velocidad sobrehumana. La sangre dejó de correr por mis venas hace mucho tiempo, años diría yo; estoy muerta en vida... soy inmortal.- Sentía que la cabeza me daba mil vueltas... no puede ser que sea...

-E-eres... un...- no podía hablar...
-Soy un vampiro...- No podía creer lo que estaba escuchando. Debe ser una broma.
-Los... vampiros... no... existen...- susurre. Karen se sorprendió y frunció el ceño.
-¿Que dices? No balbucees.- rodó los ojos.
-Los vampiros no existen. Es imposible.- Karen soltó una risita.
-Lo único que es imposible es ver al creador del mundo en el que vivimos.-

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