NOCHE 2


No recuerdo que fue de mí tras el suceso del piano porque, como si se tratase del flautista de Hamelín, el sonido de aquel demoníaco piano me hizo caer redonda en mis más profundos sueños. Lo más extraño era que no recordaba haber llegado hasta mi cama por mi propio pie.

La cabeza me pesaba como si mi cerebro estuviera hecho de mercurio líquido, pero era evidente que no recordaba nada por culpa del cansancio acumulado por el viaje y el tremendo susto de anoche.

Las explicaciones a ese fenómeno aún rodaban por mi cabeza, pero no encontraban una posible explicación coherente satisfactoria. Aunque si nos íbamos al apartado paranormal, las explicaciones se volvían infinitas, pero yo era tremendamente escéptica

Como médico, había visto muchos casos en pacientes en los que parecían estar vivos cuando en realidad no era así. La gente con un criterio menos escéptico y más encaminado a las viejas supersticiones, decían que el alma salía del cuerpo y que éste se movía por esa razón, pero realmente eran los espasmos del cuerpo al ir apagándose poco a poco.

Mi hermana Lisa pertenecía a ese sector de la población, siempre metida en cosas de tarot, lectura de manos, posos del té entre otras cosas. Las últimas veces que fui a visitarla a casa antes de que ella se mudase a este pueblo, había encontrado nuevos libros en sus estanterías cuya pinta no era lo que se decía demasiado agradable.

Todos ellos eran de brujería y rituales para conseguir lo que uno deseaba. Cuando tomé entre mis manos uno de esos libros, el rostro de mi hermana se transformó arrebatándomelo de entre mis manos. yo le pregunté qué de donde había sacado tal cosa porque parecía muy antigua y ella me contestó:

- "Alguien me lo ha regalado"

Pero nunca me dijo quién o si simplemente lo conocía pero semanas después, mi hermana se mudó a esta casa.

Desde que llegué, le pedí a mi madre que no me llamase y que yo me encargaría de ir llamándola de vez en cuando. Desde la muerte de mi hermana, mi madre pasó de apenas preguntar cómo estaba hasta interesarse por las comidas que había hecho durante el día. Siempre supe que mi hermana Lisa era la favorita de mi madre porque ambas compartían su gusto por lo sobrenatural, pero eso no justificaba que ellas siempre me echaran de sus planes y conversaciones.

Pero eso formaba parte del pasado y yo ya no era una niña, sino una mujer de 32 años hecha y derecha y mi madre ya estaba muy mayor para comenzar batallas dialécticas para decirle lo que pensaba sobre su horrible forma de crianza.

Tras bajar al comedor, miré de nuevo esas paredes que tanto temía de forma irracional y tomé de nuevo el teléfono para llamar a un pintor que se ocupase de ello, pero de nuevo todos parecían ocupados. Era hora de investigar cual era el problema del pueblo conmigo o con la casa. Entendía que no acostumbraban a las caras nuevas, pero había un cierto límite con no querer pisar la casa de mis antepasados.

Tomé el coche y conduje hasta el centro del pueblo donde las pocas tiendas que había se concentraban en una sola avenida. La gente, en su mayoría bastante entrada en años, me miraban pasar con una expresión nada sería o antipática por lo que las cosas no me encajaban.

Tras aparcar el coche a un lado de la calzada, entré a la típica cafetería americana donde huele a café y huevos revueltos con tostadas. Me senté en la esquina más alejada y esperé a que me atendiera alguien. Una mujer de cabello pelirrojo rizado y de amplias caderas, me miraba sonriente con su cafetera en la mano. Acepté una taza e hice mi pedido que ella apuntó con gran rapidez.

Mientras tanto, el periódico que descansaba sobre la mesa comenzó a hacerse más atractivo y lo tomé para ojearlo. Entre numerosas noticias, el incendio de mi casa estaba escrito en uno de los titulares:

" La casa de la avenida 88 Keys ha sido quemada a manos de su dueña debido a sus delirios ocasionados por una presencia fantasmal. La mujer, mientras era atendida tras ser sacada del incendio, decía una y otra vez que tuvo que hacerlo, que el piano debía de arder con ella, pero, de forma increíble, el piano quedó intacto pero la casa fue destruida en su interior. Las paredes quedaron sumamente dañadas y muchos de los muebles quedaron destrozados, pero aquel magnífico piano datados del siglo 1830, posaba orgulloso en medio del gran salón calcinado. La mujer por desgracia falleció minutos después de su rescate y, desde entonces, el caso sigue abierto."

Entrecerré los ojos y me llevé la mano en el pecho, ¿Mi hermana realmente había perdido el juicio?

Mientras que aún tenía la noticia sonando en mis sienes, la camarera trajo mi desayuno y, al ver su rostro, enseguida supe que ese pueblo aún seguía conmocionado por aquel suceso.

Y la segunda noche iba a caer con todo su peso.

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