NOCHE 15



Aunque en un principio parecía que Jack iba a irse corriendo de esta casa, parecía que se había apiadado de mí al enterarse que la pobre chica que murió en el incendio de esta casa era mi hermana. Cuando le enseñé aquella camisa con el emblema que me habían puesto mientras estaba inconsciente en ese hospital, su boca se abrió como si en vez de ropa estuviera viendo algo semejante a un fantasma. Se había quedado mudo, sentado en el borde de la cama con el rostro entre sus manos temblando como si estuviera sufriendo un ataque o bien estuviera luchando contra la necesidad imperiosa de huir de esa casa. Yo por mi parte, guardaba silencio observando cada uno de los gestos esperando a que él me dijera algo cuando estuviera preparado.

Cuando levantó la vista, sus ojos aterrados miraron de nuevo aquella bata del hospital que nunca logré encontrar bien porque quizás el móvil estaba apagado y la casa me había hecho creer que yo había llamado. Quise hacerle la pregunta a Jack porque no podía soportar alargar más aquel silencio:

—Jack, ¿Por qué dijo que no podía ser que estuviera ingresada aquí?

Su mirada se apartó de aquel trozo de tela y me miró. Se puso de pie con el cuerpo aun tembloroso, pasándose la mano por su cabello canoso:

—Ese hospital ya no existe señorita, fue clausurado por un trágico evento que hizo que uno de los doctores jefe del hospital acabara ingresado en un loquero.

—¿Qué evento?, cuénteme todo lo que sepa, por favor.

Jack suspiró y se sentó de nuevo en el borde de mi cama. Yo por mi parte, me quedé de pie:

—Digamos que esta casa tiene algo que nos aterra a todos los habitantes de este pueblo. No han sido pocos los que han intentado tirarla abajo sin éxito desde que el primer dueño, que fue uno de tus antepasados, mandó reparar el antiguo edificio abandonado. Antes de ser una enorme mansión como la conoce, era una antigua clínica, más bien un consultorio médico donde todos los del pueblo iban a hacerse sus chequeos o conseguir las recetas de sus medicinas. Ese edificio también hacía las veces de un herbolario, siendo el único edificio médico que había en la zona.

Tu antepasado tuvo una vida tortuosa en cuanto a las mujeres, pero logró tener un hijo con uno de sus múltiples matrimonios. Su mujer no soportó demasiado tiempo a aquel hombre así que se divorciaron en seguida. La mansión, al ser suya propia, ella no tuvo derecho en adquirir una parte, siendo totalmente herencia de su hijo.

Cuando su hijo creció, se convirtió en médico y, al saber que su hogar antiguamente era una clínica médica y desde que ellos se mudaron la más próxima estaba a dos horas de camino, quiso hacer un bien y abrió el hospital que usted bien conoce. Desde entonces, todos nosotros tuvimos acceso a una buena sanidad porque ese hombre solo reclutaba a los mejores médicos y enfermeros que llegaban a sus manos.

Cuando tu antepasado murió por culpa de la demencia, su hijo, ocupado con la clínica, decidió ponerla en manos de uno de sus hijos que, aunque no era médico, tenía mucha idea de gestión empresarial. Desde entonces, él se ocupó de la contratación y manejo del hospital hasta que su padre falleció al hacerse viejo.

De esa forma, el hospital fue pasando de manos en manos dentro de la misma familia, dicho de otro modo, no sólo te pertenece esta casa sino el hospital que ahora está clausurado. El motivo fue que, como dije antes, ocurrió un trágico evento que hizo que el hospital cerrase definitivamente.

—Por favor, quiero saberlo sea lo que sea—Le dije con voz suplicante. Jack asintió afligido y continuó con la historia:

—Una niña ingresó en el hospital con una crisis nerviosa. El médico jefe que había en ese momento era uno de tus antepasados que decidió estudiar medicina pediátrica porque adoraba a los niños. Al estar tan nerviosa y sufrir riesgo de infarto, tuvieron que sedarla para que pudieran hacerle unas pruebas y así ver qué ocurría. El problema era que no sabían que la niña era alérgica a alguno de los componentes de ese sedante y le dio un ataque realmente intenso que, según el médico, acabó con su vida, pero, realmente, la niña quedó desmayada.

Cuando se dieron cuenta que sus constantes vitales estaban a cero, la metieron dentro de los cubículos de la morgue pero en realidad la niña estaba viva. Al ser altas horas de la madrugada, la iban a trasladar a la mañana siguiente por lo que ella quedó dentro de uno de esos cajones sola y asustada. Por mucho que gritó y pidió ayuda, nadie la escuchó y cuando abrieron el cajón la mañana siguiente, la encontraron sin uñas con las manos ensangrentadas al sufrir un ataque de pánico al verse encerrada en aquel sitio oscuro. La ley se tomó aquel evento como un asesinato en vez de un accidente, pensando que esa negligencia médica era demasiado para dejarla atrás y hacer como si nada hubiera pasado. Tras varios análisis mentales cuyo resultado fue un tanto dudoso, dijeron que el doctor no estaba en su juicio y lo encerraron, quedando el hospital clausurado.

—¿Desde cuándo está el hospital cerrado, Jack?

—Desde hace más de 100 años, así que es completamente imposible que hayas sido ingresada allí, pero conservas la ropa del hospital así que no sé qué pensar. Esto me parece demasiado surrealista pero no podemos quedarnos mucho más tiempo aquí porque esta casa nos está jugando malas pasadas. Tome lo que necesite y esta noche vamos a quedarnos en mi casa para hablar más de todo esto si le parece.

Miré a mí alrededor ahora con más miedo que nunca. Quizás Jack tenía razón y debíamos de irnos para investigar más acerca de todo esto que estaba ocurriendo y encontrar algún tipo de explicación. Estaba claro que la visita de mañana iba a ser ese antiguo hospital además de averiguar quiénes fueron los antiguos trabajadores de aquel lugar para poder hablar con alguno de sus familiares que pudiera decirme algo más de ese evento.

Tomé el bolso, mi neceser, un conjunto de ropa y zapatos para poder vestirme mañana. Con el pijama puesto, salimos al exterior en plena madrugada en una silenciosa noche donde el piano no iba a molestarme.

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