Peón caído
Una cruel carcajada se mezcló con el sonido de varios objetos caer, creando así una cacofonía insoportable; la oscuridad llegó a su ser privándolo de la coherencia siendo ajeno a lo que acontecería después.
El insoportable ardor en su mano derecha se desvaneció cuando cerró los ojos; no supo ni tampoco tuvo fuerzas para levantarse y perseguir a ese hermoso chico de sonrisa psicópata, mucho menos pudo encararlo cuando el joven de nombre Xiao Jiu cerró el puño y lo azotó con fuerza contra la punta de su nariz, causando así un desmayo inmediato.
El tiempo fue relativamente inexistente para Mobei Jun; cuando abrió los ojos se encontró con un escenario diferente, ya no veía el techo de su casa, ahora apreciaba finas lámparas LED pegadas al techo blanco dando un aspecto enfermamente sano.
Parpadeó intentando recordar lo que había sucedido sin embargo su mente se mantuvo bloqueada dándole solo una imagen en negro aunque su oído se mantuvo sensible ya que mandó el recuerdo de la risa histriónica de un ex secretario con la cara manchada de sangre.
Su cuerpo se sacudió ligeramente, el espasmo del sobresalto ocasionó que la máquina que tomaba lectura del corazón se elevara tan solo unos segundos debido al aumento en su latido. La imagen de Xiao Jiu sonriente, cínico y burlón llegó de golpe causándole un susto que le caló hondo ya que no recordaba a ninguno de sus oponentes ser tan hermoso y mortal al grado de ser desquiciado.
Lentamente acudieron a él los recuerdos de las noches junto al más bajo, mismo que se había atrevido a dispararle sin duda alguna, a ese pensamiento llegó también la amenaza de Luo Binghe respecto a su pareja pero incluso con toda aquella información dudó de que fuesen la misma persona, su cabeza se topaba con paredes en negro debido a que aún se encontraba con sueño.
Extrañamente se sentía agotado hasta los huesos, su cuerpo dolía como si estuviese pasando por una severa gripe. Intentó mover sus manos pero el cansancio era más, hasta que lo recordó; la vorágine de sucesos acudió a él en secuencias lentas, cada toma solo causaba que sus parpados se abrieran al grado de parecer que sus ojos podían salir de su cuenca.
El disparo ocasionado por un ex secretario despiadado.
Él levantando las manos instintivamente.
La sonrisa triunfal de Xiao Jiu.
Su risa.
Su rostro inmaculado salpicado de sangre.
Sangre que era suya a consecuencia del disparo.
Xiao Jiu levantando sus dedos...
Mobei Jun profirió un grito desgarrador y cargado de rabia, lo suficientemente fuerte para ocasionar que una enfermera entrara de inmediato a comprobar lo que sucedía.
Tan solo era el inicio de su infierno, mismo que había sido desatado debido al amor de un espía por un francotirador que aunque le había roto el corazón no dejaba de amar.
—¡Cálmese por favor! —Rogó la enfermera verificando el suero médico.
—¿Qué me hicieron? —Cuestionó intentando mover sus manos. Bufó y gruñó— ¿Qué sucedió?
—Entró a cirugía esta mañana, lamentablemente no se pudo hacer nada por sus dedos perdidos, tuvo hemorragia debido al tiempo en que tardó en ser rescatado. —Explicó suavemente.
—¡Fue ese maldito! ¡Fue Xiao Jiu! —Explotó intentando cerrar los puños.
La enfermera temió que debido a la alteración emocional del hombre tuviese problemas con su herida, podría causar la soltura de los puntos en la zona lastimada y eso no sería benéfico, por lo que sin dudarlo aplicó un sedante con goteo inmediato para dormirlo y permitirle un descanso adecuado hasta que lograse despertar para dar su declaración por el atentado causado a su persona.
—¡Ese maldito... —balbuceó comenzando a cerrar los ojos— ... te mataré Xiao Jiu... te mataré! —Finalmente cerró los ojos sumergiéndose de nuevo en un sueño tortuoso.
Mobei Jun no era un hombre que tuviese sueños y si los tenía fácil los olvidaba ya que se concentraba en cosas más importantes que una simple fantasía creada por su mente, pero ahora bajo el efecto del sedante solo hizo de los sueños su pesadilla puesto que soñar con un Xiao Jiu risueño y con toques de coquetería era diferente a ese ser que se había burlado de su dolor y que le había disparado sin sentir remordimiento alguno.
Despertó en medio de la oscuridad parcial; solo una minúscula lámpara iluminaba el cabecero de su cama, parpadeó y movió los brazos lentamente sintiéndose libre de aquella sensación de entumecimiento total, deslizó torpemente sus manos hasta alzarlas a la altura de su rostro.
Ver su mano derecha vendada y evidentemente disminuida por dos dedos causó un efecto inmediato en él, sus ojos se llenaron de lágrimas que fueron derramadas amargamente, su vida como soldado se había acabado gracias a ese joven de mirada fría.
—No... —Susurró dolido al ver solo tres dedos sanos.
Intentó cerrarlos sin embargo la venda que envolvía la zona limpia se lo impidió, hizo amago de moverlos pero un punzante dolor llegó a la palma que se extendió hasta su brazo cortándose directamente en su codo, él no sabía mucho de medicina pero recordaba vagamente en sus entrenamientos que cuando ocurría un accidente entre los dedos y brazos, los ligamentos y nervios quedaban altamente sensibles hasta que obtuvieran su recuperación, lamentablemente para él ese dolor se aliviaría hasta que su carne se cerrara y tomara terapia para no perder la movilidad de los tres dedos sanos.
Lloró con desespero, no podría volver a sostener un arma, no podía volver a armar su fúsil, tampoco podría sostener cosas y usar el pulgar o índice para apoyarse en cosas minúsculas como lo eran el destapar una simple granada de mano.
La puerta se abrió, revelando a la enfermera en turno, la mujer le sonrió pero a cambio recibió un gruñido. Haciendo caso omiso al ex candidato a sargento, verificó los signos vitales, la bolsa de sangre y el suero medicado, ver al hombre moverse solo le indicó que era apto para recibir una cena revitalizante.
Apenas salió, se adentró el capitán Mu, su cara distaba mucho de la preocupación ya que se adentró mostrando un rostro inexpresivo, el silencio fue mortal, tan solo se dedicó a observar al hombre dolido por haber perdido un puesto importante.
—Lo siento tanto Mobei, quiero saber lo que sucedió para que te vieses en esta desdichada situación. —Pidió deteniéndose a la orilla de la cama.
—Me dispararon sin razón alguna, yo no hice nada. —Eliminó de manera brusca las lágrimas de sus ojos.
—¿Seguro?
—Totalmente.
—¿Es cierto que te contrató el ex gobernador Lao Gongzhu para una misión? —Interrogó directo.
Mobei Jun alzó la vista, dudó un segundo antes de finalmente asentir, ya lo había perdido todo, revelar la verdad no cambiaría nada ahora.
—¿Qué misión tenías?
—Dispararle a su secretario, después sería a su pareja y finalmente sería al gobernador. —Sinceró con la mirada puesta sobre su mano vendada.
El capitán arqueó una ceja antes de soltar una exhalación totalmente ruidosa, tanto que Mobei alzó la vista para verle curioso.
—Estás en problemas y muy serios, me temo que no podré hacer mucho por ti.
—¿Q-Qué?
—Esta mañana acudió aquí el gobernador junto a su pareja, te señaló como el presunto culpable de lo que le ocurrió a su secretario, así como también te acusa de ser el autor de los intentos de homicidio en su periodo de candidatura. —Expresó dedicándole una mirada furiosa.
—¡Pero si el secretario fue quien me disparó! —Alzó la voz, alterado de aquella acusación— ¡Él me ha arruinado la vida!
—No Mobei, quien se arruinó la vida has sido tú. —Regañó severo.
—¿Por qué? ¿Acaso no me ve aquí en esta cama?
—Lamento decirte esto pero el gobernador me ordenó inspeccionar tu casa para buscar evidencia.
—¿Qué evidencia? ¡No hice nada! —Gruñó tensando su puño izquierdo.
—Si la hay —sus miradas se encontraron duramente—, han encontrado información importante, misma que el gobernador reportó como robada meses atrás, entre esos documentos se encontró la agenda personal de su secretario, que fue al que le disparaste —tensó los labios unos segundos—, todos lo vieron, él quedó como un victorioso salvador mientras que tú fácil fuiste descubierto.
—Pero yo no...
—Encontraron tres expedientes, dos de ellos apuntan que tú les disparaste a los candidatos a gobernador ya que tienen el registro de los calibres que solo tú manejas —frunció el ceño y negó— ¿tienes algo que decir al respecto?
—Yo no los maté, fue el sargento Binghe. —Se defendió de inmediato.
—¿Por qué mientes?
—¡No miento, es la verdad!
—Todas las pruebas encontradas en tu casa apuntan a que tú eres quien hizo todo eso —caminó lento en círculos para disipar su furia—, se llevaron las armas que utilizaste y posiblemente dentro de dos días se revele la verdad, sin embargo no puedo decir que sales favorecido.
—Yo no fui, quien cometió esos actos fue el sargento Luo Binghe.
El capitán Mu soltó un bajo resoplido, se quitó la gorra que lo encabezaba como el jefe supremo y rascó su nuca semi calva con tanta calma que causó en Mobei Jun cierta incomodidad.
—Escucha hijo, sabías que con la salida del sargento Binghe su lugar quedaría vacante, es lógico que quisieras aspirar a ocupar su puesto ya que también tengo entendido que son mejores amigos ¿cierto? —ver que el enfermo asintió le permitió continuar— pero te cegaste por el poder de llegar a su lugar que cometiste graves actos, nos has puesto en una situación difícil.
—Pero yo no hice nada, deben creerme, soy leal.
—¿Con qué propósito robaste esos documentos?
—¿Qué documentos? ¡No tengo idea de nada! —Expresó confuso, ofuscado de información que desconocía.
El capitán dudó unos segundos antes de negar lento.
—¿Por qué te mandó Lao Gongzhu a matar al gobernador Yue?
Mobei Jun tensó los labios, posó la mirada sobre el suelo y se negó a responder, él desconocía sobre los documentos que mencionaba el capitán, tan solo era consciente de la información que según Gongzhu era verdadera, la cual implicaba la complicidad del gobernador Yue Qingyuan en el asesinato de la señora Su Xiyan.
—Te estoy ordenando una respuesta.
Mantuvo la vista fija sobre el suelo, consideró mentir para quitarse esa responsabilidad, tuvo la idea de salvarse al culpar a Binghe; después de todo tres días atrás le había mencionado que ya no eran amigos todo porque se enamoró de su novio, su amistad de años se vió fracturada por una sola persona.
—Fue el sargento Luo Binghe. —Reveló después de largos segundos de silencio.
El capitán arqueó una ceja antes de rodar los ojos con cautela, estudió el cuerpo inerte de Mobei Jun sobre la cama y negó.
—Supongamos que fue el sargento Luo —se cruzó de brazos— ¿qué finalidad tenía él para con el actual gobernador?
—El gobernador sabía quién había sido el asesino de la señora Xiyan, tenía pruebas.
—¿Pruebas? ¿Evidencia?
Mobei Jun asintió lento.
—¿Algo donde se revelaba la identidad de Lao Gongzhu? —ver que el hombre asentía le hizo imitar su gesto—, por eso tuvo como objetivo asesinarlo.
—Sí.
—Ya veo —se colocó su gorro de nueva cuenta y alisó las arrugas invisibles sobre su saco lleno de medallas—, mañana acudirá un abogado para charlar contigo, estoy decepcionado por tus acciones, creí que serías un buen sucesor del sargento Binghe pero me equivoqué, su partida dejará un gran hueco aquí, pensé en ayudarte pero toda la evidencia encontrada tan solo sirve para hundirte más, lo siento mucho pero tendré que retirarte el cargo de sub-teniente.
—¿Q-Qué? Pero si yo he sido la víctima.
—Hasta pronto Mobei. —El capitán ignoró las palabras ajenas para darse vuelta y retirarse de la habitación.
Mobei Jun permaneció en silencio solo unos segundos antes de soltar un grito lleno de ira, le habían jodido la vida. Él que había sido buen amigo y compañero de brigada. Él que había sido buen compañero de silencios prologados y buen catador de comida. Él que había sido jodido por las dos personas que consideraba importantes.
Él que había sido traicionado de tan cruel forma.
Él que tenía todas las de perder.
Él que ahora se había convertido en nada gracias a ellos.
Dejó escapar un gruñido entre lágrimas, se deslizó por la cama hasta quedar nuevamente acostado, su mano comenzaba a punzar un poco, la anestesia estaba dejando de hacer efecto y eso solo significaba que necesitaba más medicamento, de nada servía haber sido salvado si su mano más importante no estaba completa.
Intentó convencerse de que solo era una mala pasada, que saldría de aquel lío en el cual no pidió involucrarse de más, sin embargo no fue así ya que al día siguiente su abogado dictó los motivos por los cuales posiblemente iría a la cárcel sin probabilidad de libertad condicional.
—Se le acusa de homicidio doloso, robo de información personal y la sustracción de información que compromete al gobernador Lao Gongzhu, así también tiene una orden de arresto por el intento de homicidio del secretario Xiao Jiu, mismo que fue herido y dado de alta para su pronta recuperación, tenemos la ventaja de que decidió no levantar demanda contra usted. —Explicó leyendo los documentos.
Mobei Jun le observó con desprecio, en su mano izquierda portaba una cuchara cargada de gelatina, misma que devolvió al plato para reposar la mano ahí.
—Huye de verme porque sabe que él fue quien me hizo esto —alzó la mano vendada—, huye como cobarde porque él fue quien me involucró en todo este relajo.
—¿Tiene pruebas? —Arqueó una ceja.
—No pero sé que él fue, antes de su llegada mi casa no tenía nada, no había información ni tampoco nada que me comprometiera.
—Pero tenía armas, es usted un soldado que estaba pronto a ser sargento, es normal tener armas ¿no?
—Bueno sí, las tenía.
—Y dichas armas cumplen con el perfil mostrado en los reportes forenses.
—¡Yo no fui quien les disparó!
—Entre más honesto sea conmigo, mayor la probabilidad de ayuda señor Jun. —El abogado habló calmo y neutral.
—No hice nada, yo no hice nada, todo fue obra de Binghe y de Jiu, yo sé que ellos tienen una relación y que son ellos los que me metieron en esto para salir bien librados.
—Son acusaciones graves señor Jun —el abogado hizo una serie de anotaciones que Mobei consideró una declaración personal para una posible recopilación de información a su favor—, el señor Luo ha informado que retornará aquí en dos semanas para testificar a favor del gobernador Yue Qingyuan.
—¿Qué dice? —Mobei boqueó asombrado.
—Lo que escuchó, por lo que me sería de ayuda el que usted coopere y me diga por qué cometió tales acciones contra tres personas.
—¿Por qué nadie me cree? ¡Yo no fui!
—Sus huellas fueron encontradas en el arma que utilizó para privar de la vida al secretario del gobernador, eso revela más que su negatividad.
—¿Y qué hay de Binghe? ¿Por qué a él no lo implican para nada en esto? ¡Es cómplice también!
—Lo sabremos en el juzgado. —Anunció escribiendo un par de palabras más— ¿Era consciente de lo que hacía?
—Lao Gongzhu pagó bien para hacer ese trabajo. —Sinceró relajando los hombros— Todo se veía tan fácil.
—Nada es fácil en esta vida señor Jun, todo tiene un precio.
El nombrado observó su mano herida y suspiró.
—Lo sé. ¿Sabe algo del sujeto que me disparó?
El abogado negó lento.
—El gobernador no ha mencionado nada, se mantiene firme en su acusación contra usted.
Mobei Jun chasqueó la lengua, Xiao Jiu y Luo Binghe habían jugado bien sus movimientos, lo habían utilizado como un peón para darle una muerte en una partida de la cual él desconocía, tan solo fue usado y desechado como si de una pieza de ajedrez se tratase; con su mano lastimada y las acusaciones encima, sabía ahora que no tendría una buena salida, no cuando su propio sargento le había dado la espalda y el capitán le había retirado la ayuda sin decir nada.
Esperaba ver a Binghe, esperaba verlo para enfrentarlo y exponerlo como el traidor que era, él había sido el francotirador, había sido el que había cometido tales actos, merecía pagar por sus acciones, así como esperaba que Xiao Jiu no tuviese una vida buena con aquel disparo que le dio, esperaba que muriese pronto o que también fuese descubierto y expuesto como lo que era, un hipócrita doble cara.
Mobei Jun era en verdad ingenuo, era desconocedor de la verdadera profesión de Xiao Jiu quien desde el inicio había mostrado ser el verdadero tirador sin necesidad de un arma, ahora solo deseaba verlo para gritar a viva voz que él había sido quien le había truncado su sueño de ser un buen sargento.
Era demasiado desconocedor a que las acciones se apagaban del mismo modo; balazo por balazo y mentira por mentira.
Todo con tal de que Luo Binghe fuese libre de toda culpa.
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