Objetivos y mentiras

Luo Binghe salió de casa justo a las siete de la mañana, hora ideal para hacer un poco de ejercicio al aire libre puesto que odiaba las maquinas caseras.

Empezó haciendo un poco de calentamiento en sus tobillos y justo cuando se proponía a marcharse, salió su vecino Qingqiu de su hogar luciendo un elegante pantalón sastre verde musgo y una camisa manga larga blanca, a la luz del día debía admitir que su vecino se veía realmente guapo con el cabello negro bien peinado y el rostro fresco después de una buena noche de sueño.

Sonriente y con el objetivo de conocer más sobre él, avanzó casi trotando hacia el apuesto joven, poco le importó internarse en la cochera sin puerta para tener un mayor acercamiento.

—¡Buen día!

Qingqiu no se vio sorprendido, contrario a ello, esperó paciente a que su vecino se acercara para encararlo y otorgarle una suave sonrisa, debía admitir que Binghe imponía con esa altura la cual era compensada con esa sonrisa enérgica que le hacía dudar respecto a ser vigilado, quizá era demasiado la paranoia y su vecino era un simple militar sin misión.

—Buenos días Binghe, ¿listo para hacer ejercicio?

—Por supuesto, debo mantener mi condición, algún día deberíamos de salir a correr juntos —propuso con esa sutil coquetería esperando a que Qingqiu accediera—, y después de eso podemos desayunar en mi casa ¿qué te parece?

La idea sonó tentadora, si entraba en su casa se daría cuenta del enemigo, lo analizaría y descartaría cualquier opción de ser un objetivo de casa.

—Me parece una excelente idea, descanso los sábados y domingos, cuando gustes puedo sacar mis mejores zapatillas deportivas para una competencia de atletismo —retó entre bromas mientras guardaba su mochila de gimnasia donde tenía su cambio de ropa—, estoy seguro de que te haré tragar polvo. —Sonrió un tanto altanero al ver la misma sonrisa en Luo Binghe.

—Estoy deseoso de ello, siendo martes ya estoy pidiendo que llegue pronto el fin de semana —a pasos lentos se alejó de él para darle espacio—, espero tengas un buen día en el trabajo.

Qingqiu se internó en su auto y sonrió, encendió el motor y puso marcha atrás, en ningún momento dejó de ver a su vecino quien no deshacía la sonrisa de su rostro; al haber salido del cajón, estuvo dispuesto a irse, pero antes de hacerlo, se detuvo y contempló al hombre parado a pocos metros de él.

—El sábado será un buen día para conocernos mejor, por lo pronto me marcho y que tengas una excelente mañana.

—Espero lo mismo y gracias.

Binghe dio un par de pasos hacia atrás permitiendo que su vecino finalmente se fuese del fraccionamiento, al ver el auto desaparecer comenzó su rutina de ejercicio deseando que el sábado llegase pronto.

Por otra parte Qingqiu manejó hacia la casa de su jefe, en el transcurso sacó de la maleta de deportes una corbata y un chaleco a juego con su pantalón; terminó de peinar sus cabellos de forma que quedara todo formal y por último cambió sus zapatos negros por unos exclusivos de reluciente charol blanco con suela de piel amarilla; agradecía el tiempo y los semáforos para poder hacer todo ese cambio.

Al llegar a la residencia, mostró la credencial que le hacía parte de la casa, adentró el auto en el estacionamiento subterráneo y con total tranquilidad ascendió hacia el interior de la mansión en busca de Qingyuan.

Por suerte lo encontró desayunando en soledad, el televisor estaba encendido pero el hombre no veía nada realmente, solo se dedicaba a comer con gesto aburrido, hasta que llegó Xiao Jiu.

—¡A Jiu! —chasqueó sutilmente los dedos hacia una de las sirvientas para que colocaran cubiertos y platos nuevos justo a su lado— ¡Toma asiento que el desayuno está exquisito!

—Gracias señor pero yo...

—Pero nada, estás muy delgado y eres mi principal ayudante, come conmigo o me molestaré. —Yue Qingyuan masticó un trozo de fruta moviendo esta vez sutilmente su cabeza, como si de un niño feliz se tratase.

Xiao Jiu inhaló internamente, relajó los hombros y tomó asiento a lado de su jefe; no hubo tiempo de espera puesto que de inmediato le sirvieron café, agua simple, fruta y huevos.

—¿Qué tal descansaste?

—Excelente ¿qué tal usted? —Los movimientos eran suaves por lo que casi no hizo ruido cuando meneó la cuchara en el interior de la taza, la mirada estaba fija en su jefe y de vez en cuando en su taza.

—Tuve un sueño.

—¿Sí? —El secretario se estaba esforzando por lucir interesado en su jefe, tomó un poco de café y comenzó a comer.

—Sí, he soñado con el pasado, uno muy hermoso y encantador —el hombre suspiró resignado—, es una lástima que los sueños así tengan un final.

Xiao Jiu asintió con calma, siguió comiendo sin perder de vista al hombre quien lucía aparentemente feliz pero realmente afectado por el recuerdo; inevitablemente arqueó una ceja, ya investigaría más cuando estuviese solo.

—Pero bueno, de sueños no se vive —habló con ánimo renovado—, hoy presentaré algunas propuestas para el comité, quiero que estés ahí y tomes nota de cada opinión, sea buena o mala necesito un informe bien redactado.

—Sí señor.

Al concluir el desayuno, ambos se marcharon del comedor para ir directo al estudio de Qingyuan, este permaneció adentro mientras que Xiao Jiu tomó asiento en su escritorio organizando la agenda.

Entre sus descansos no pudo evitar el abrir una pestaña incógnita para hacer uso del buscador en la base militar y colocar el nombre de Luo Binghe. Al instante le saltaron un par de imágenes y algunos informes, todo era muy limitado, especialmente en la parte de su vida donde no había nada.

—El mejor francotirador de Wujin —murmuró paseando su mirada hacia el hombre de vestimenta verde, casco militar y rostro sucio pero sobre todo serio—, no hay bala desperdiciada cuando su mira está fija. —Xiao Jiu deslizó la mirada por aquel rifle que el hombre portaba, entonces no era un militar cualquiera, aunque eso descartaba algunas cosas como por ejemplo el ser un vigilante y espía ya que prácticamente su trabajo era disparar a objetivos específicos no a seguir la vida de algún maleante.

Respiró aliviado al ver que su vecino era un francotirador, era malo, sí pero no interfería con sus asuntos por lo que podría continuar su misión pasando desapercibido y haciendo lo que mejor sabía hacer: fingir.



—No considero estar enamorado de él porque es imposible, pero no te negaré que me gusta, me gustó desde el primer momento.

—Binghe, solo llevas un día de conocerlo y ni siquiera has hablado con él como debe ser, es más ni te sabes su nombre.

—Se llama Qingqiu.

—Te enamoraste de una persona que conociste en un supermercado, eso es imposible. —Mobei Jun negó mientras sacaba las balas de la caja y las insertaba en su rifle, un elegante gamo silent fusión que comparado con el de Binghe era de rango menor pero eso no lo hacía menos peligroso, su mira telescópica incluía laser lo que hacía más fácil el disparo al fijar el punto rojizo, las balas siendo calibre 5.6 perforaban fácil cualquier superficie con la diferencia de que en humanos no reventaba huesos comparada con la Cheytac de Luo.

—Imposible o no, me gustó —Binghe sonrió un momento antes de contemplar a su amigo quien ya se encontraba en el suelo, con los auriculares de protección en sus orejas, el arma entre sus manos y el cuerpo totalmente estirado—, esta arma tiene un alcance de solo un kilómetro, la mitad de la mía por lo que debes estar más cerca del objetivo, debes apuntar bien.

—Sí, sí ya entendí.

Binghe usó los binoculares para ver los objetivos, los cuales eran simples maniquís de movimiento que él mismo debía activar para simular movimientos, algunos se encontraban ocultos entre los troncos, otros eran más evidentes al estar entre árboles, la naturaleza del bosque les favorecía puesto que de esta forma su amigo practicaría en diversas superficies.

El silencio era total, solo se apreciaban a oídos de un experto francotirador el cantar de algunos pájaros; con el control en la mano, activó el movimiento de los maniquís y con ello Mobei Jun se puso alerta para mejorar su tiro y conseguir uno perfecto.

—Derecha; tienes el viento soplando en tu contra por lo que debes esperar que se calme o apunta ligeramente inclinado, quizá solo dos grados más hacia tu derecha —Luo mantenía la vista en los maniquís—, ahora.

Mobei Jun disparó, tiró la palanca para sacar la bala hueca y seguir adelante, fijó la mirada en otro maniquí y volvió a disparar, mientras Binghe le decía la distancia y el movimiento, el hombre se mantenía atento a sus objetivos.

—Bien, iré a recoger tus resultados. —Anunció el maestro.

Mobei Jun respiró, con Binghe a lado se sentía un novato en primer entrenamiento, había pasado dos años a su lado como observador y ahora ser entrenado por el mejor le ponía bastante nervioso ya que su amigo se había ofrecido a ayudarle a mejorar.

Observó al hombre internarse en el bosque para retornar a los pocos minutos con los blancos en sus manos, a juzgar por su expresión, Mobei supo que no le había ido tan bien como pensó.

—Vas mejorando —anunció el experto colocando cada blanco disparado sobre la mesa, en cada silueta se mostraban diferentes agujeros sin embargo ninguno había dado en la cabeza o pecho—, aquí pasaste rozando el hombro, en este solo le volaste la oreja y este otro es posible que hubiese muerto por desangramiento de yugular lo cual lo haría difícil, debemos mejorar más.

—Me pones nervioso.

—Solo necesitas práctica. —Luo sonrió y palmeó la espalda de su amigo quien mantuvo la vista fija sobre sus objetivos no acertados.

—No lo lograré.

—Algún día te darán una misión exclusivamente a ti y ahí aprenderás por ti mismo, serás observador y francotirador, no desanimes.

—Ojalá.

Binghe suspiró y contempló el cielo azul, ahora que había conocido a Qingqiu su decisión por retirarse era cada vez más segura.

—Quiero conocerlo más, saber sobre él, tener largas pláticas, salir a comer o cenar, incluso solo quiero estar a su lado.

—Binghe vas muy rápido. —Mobei Jun bromeó pero el nombrado no reaccionó igual.

—Piensa esto, hoy vivo, mañana me mandan a una misión y muero, ¿qué pasará con mi vida? habré dedicado años al ejercito sin permitirme ser feliz, sin conocer el amor de una pareja o un hijo, podré ser soldado pero mi vida no tendría sentido y no habría una razón de luchar en la guerra si a mi regreso nadie me espera en casa.

El alumno asintió silencioso, las palabras ajenas estaban cargadas de razón, su amigo merecía toda la felicidad que antaño le fue truncada, esperaba que sus deseos se cumplieran.

—Bueno entonces mientras eso pasa y antes de que te retires, enséñame a ser el mejor, quiero ser un digno sucesor tuyo. —Habló para aligerar el ambiente.

—Y lo serás.

Juntos empezaron a cargar los rifles, Binghe enseñando los diferentes calibres y grados de destrucción y Mobei Jun oyendo como si de un alumno se tratase al llenarse de conocimiento. No existía mejor profesor que su mejor amigo y por ende aprovecharía al máximo todo.



—¿Por qué Shang Qinghua y Yue Qingyuan se separaron? —Cuestionó un falso secretario por teléfono.

—Porque Qingyuan lo hizo de lado, por resentimiento de Qinghua, porque al final sus ideas chocaron, mientras que Yue busca la libertad lejos de la corrupción, Qinghua es indiferente ante ello ya que su fuerte desde niño siempre han sido las ramas médicas.

—¿Solo por eso se separaron?

—La verdad no sé más razones, Qinghua ha sido alguien reservado —la voz masculina del otro lado le hicieron fruncir el ceño al secretario de ojos claros— ¿qué has pensado?

—Distracción, volverlos a reunir mientras yo me quedo en casa de Yue Qingyuan e investigo todo.

—¿Planeas usar a Shang?

—¿No es lo que deseas?

—Sí pero no de esa forma, quiero llegar al poder de otra manera.

—Lo siento pero no, él es mi objetivo ahora.

Estaban a punto de discutir vía telefónica cuando el timbre de la casa sonó, aquello alarmó a Qingqiu quien colgó de inmediato y guardó el móvil, de inmediato encendió la luz del estudio donde falsamente tenía slogans, tableros de colores y mucha publicidad.

A pasos calmos y manchándose un poco las manos de tinta negra, abrió la puerta topándose con un casual Luo Binghe, quien le sonrió apenas le vio.

—Binghe, que sorpresa.

—Pasaba casualmente por aquí...

—¿Casualmente? Si vives enfrente —ambos rieron bajo, finalmente Qingqiu le abrió la puerta para darle acceso—, ¿se te ofrece algo?

—Quería invitarte a cenar. —Soltó un tanto nervioso.

—¿Ahora?

—Sí, ahora —debido a que la puerta aún estaba abierta, señaló su hogar—, en mi casa.

—¿Debo ir de etiqueta? —Preguntó curioso con un toque de diversión.

—Debes ir sonriente, solo pido eso.

—Oh, la sonrisa es lo único disponible que tengo ahora, permíteme un momento —dejando a Binghe atrás y se encaminó hacia el estudio donde apagó la pc la cual tenía abierto un programa de edición, tomó de un bote un par de toallas húmedas y se limpió las manos.

Luo Binghe siendo curioso, lo siguió hasta ver la espalda del hombre de baja estatura, su vista recorrió desde los estantes llenos de libros de diferentes géneros y autores, hasta una pizarra con bocetos hechos a carboncillo, así mismo su vista se enfocó en un gran tablero de colores los cuales a su parecer tenía cada tono de diferente color.

Por último se fijó en el dueño de la vivienda quien limpiaba sus manos del carboncillo que reposaba en el escritorio junto a una hoja con un boceto de dudoso diseño. Fue fugaz el vistazo pero bastó para flechar al alto por tal belleza irreal que rozaba incluso lo angelical.

—Pensé que los mercadólogos solo veían colores y comida. —Opinó rompiendo el silencio.

Qingqiu sonrió, negó sin inmutarse o mostrarse asombrado por haber sido seguido.

—¿Comida? ¿Acaso piensas que el marketing solo trabaja para establecimientos de comida rápida?

—Pues...

—McDonals y Subway se ríen de ti —tiró la toalla manchada al bote de basura para girarse hacia el apuesto hombre alto—, los colores tienen mucho que ver, sí, pero no siempre nos enfocaremos en atraer la atención del cliente en la comida.

—Ya lo veo.

—Vamos señor soldado que entonces yo diré que el ejército solo está para estar de pie todo el día frente al palacio de gobierno.

—No, claro que no, todos tenemos misiones diferentes.

—¿Cuál es la tuya? —A pasos calmos guío al moreno hacia la salida.

Binghe de momento se sintió cohibido por decir su verdadera profesión, ¿qué pensaría el apuesto joven de mirada tranquila de él al descubrir que era un asesino? ¿Le dejaría de hablar?

Mejor no arriesgarse.

—Solo soy un soldado que tiene la obligación de ver por el bienestar de los civiles.

—¿Eso es? —Qingqiu ladeó el rostro, su sonrisa suave y fingida compensaba la frialdad de sus ojos claros.

—Soy un guardia, un simple guardia que se encuentra a veces en las carreteras para hacer revisiones a los automovilistas.

El pensamiento de Qingqiu gritó con fuerza que aquello era mentira.

Luo Binghe le había mentido por algo, él no sabía que la realidad era otra y que la verdad era simple y llanamente la de un hombre que acababa con personas por órdenes del gobierno, así que; si Binghe mentía era por algo.

Nadie era honesto, ni él por muy guapo que fuese y eso solo hizo en Qingqiu alzar la barrera de protección, no se arriesgaría a exponer su identidad frente a un francotirador, no cuando su misión aún no acababa.



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No sé como en el pasado pude tardarme tanto en adaptar los capítulos a mi otra pareja, lol  xD

Lo único que me cuesta un poco es adaptar los nombres de la novela de SAVE a mi original, :'v en realidad mi personaje principal es una rusa de cabello castaño claro mientras que mi amor es... pues... cabello negro, largo... y es un hombre XD no importa creo que mis personajes encajaron aparentemente bien en esta adaptación y eso me deja muy satisfecha uwu

Ahora sí; procedamos a ir al siguiente  capítulo uwu



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