Disparos sorpresa
Qingqiu era ágil en su andar discreto como un gato al acecho.
Había salido de la mansión Yue para encaminarse hacia su casa, tenía el tiempo justo para cambiar sus ropas y credenciales de identidad.
Cada una era diferente a las que acostumbraba a llevar con Qingyuan; apenas había bajado del auto cuando un joven de apariencia estudiantil se acercó a él.
—¿Sí? —Se puso a la defensiva, echó una mano hacia atrás para sujetar la pistola que siempre cargaba en el bolsillo trasero después de salir de casa de su jefe, estaba listo para disparar si ese joven se acercaba más— ¿Qué deseas?
—¿Es usted Qingqiu? —Cuestionó temeroso.
—¿Qué quieres?
—Le mandan esto —el castaño observó la caja que tenía en manos el joven, hasta ahora había pasado desapercibida ante su vista. Se maldijo internamente por no ver a detalle. El joven era ajeno a los pensamientos de un hombre de mirada cortante por lo que bajó la vista y leyó en voz alta—, lo manda Luo Binghe para usted, he esperado cerca de media hora.
—¿Para mí? —La mano trasera suavizó el agarre del arma para adoptar una pose aparentemente relajada.
—Sí. —Extendió tímidamente los obsequios que eran dos cajas, una más grande que la otra, del tamaño ideal para no estorbar.
—Gracias, ponlas sobre la cajuela —señaló el auto, el joven le miró extrañado gesto que hizo a Qingqiu gruñir bajo—, haz caso, pon eso ahí —jaló con rapidez su maleta deportiva donde extrajo su billetera. Cedió una cantidad considerable de propina al joven y lo corrió con un gesto de mano—, gracias. —Murmuró posando la vista sobre las dos cajas.
¿Y si era una trampa?
Binghe estaba trabajando, en una misión probablemente, a su mente acudió el recuerdo de la revelación de su trabajo por lo que frunció el ceño, sí, seguramente estaba asesinando a alguien importante o a gente inocente, no le importaba por ahora, lo primordial era que Luo laboraba y esos regalos no podían ser más que una trampa.
Antes de acercarse se adentró al auto para extraer de la guantera una pequeña bolsa sellada, aquella contenía un par de guantes de látex, mismos que se colocó al salir del vehículo, solo así se aproximó a la cajuela donde reposaban las dos cajas de madera.
Contuvo el aliento ya que no se fiaba de los regalos, menos cuando no había una persona frente a él de su confianza entregando dicho obsequio; toda duda y pensamiento se detuvo cuando al abrir la caja más grande se encontró con doce rosas, eran los simples capullos hermosos y de color amarillo, un color neutral que no incitaba a la fuerza un vínculo amoroso.
—¿Qué diablos? —Se fijó que en el centro de las rosas había una pequeña nota, la tomó y leyó en voz alta—, «Para la persona que cautivó mi vista desde el primer momento. Agradezco haber chocado mi mano contra la tuya en el supermercado. La promesa de una cita ideal sigue en pie Qingqiu, no me olvides que estoy pronto a volver. L.B».
El hombre de ojos esmeralda sonrió, olvidó todo pensamiento de amenaza para tomar las cajas y adentrarse a su hogar, la inspección no pasó desapercibida, después de comprobar que estaba a solas subió a su habitación para cambiarse de ropa, Binghe le había mandado aquello y de una u otra forma le hizo pensar en sus acciones de la tarde, ¿y si había sido un engaño? pero ¿quién? nadie conocía su vida privada, no hablaba de Binghe y pensaba que el contrario igual por lo que toda idea de alguna trampa pasó al olvido.
Vistió de forma extravagante gracias a la peluca de largas hebras negras que había escogido, el maquillaje pasaría a ser su aliado de nuevo cuando delineó con cierta calma sus ojos, así mismo aplicó un bálsamo brilloso y terminó por ajustar sus ropas, un conjunto de pantalones negros ceñidos a sus piernas con una camisa holgada y de escote V demasiado pronunciado, incluso había sacado sus zapatos negros que se distinguían por tener un tacón estilizado y elegante.
Guardó en una mochila de diseñador los zapatos y la peluca, sus vecinos eran ajenos a él y Binghe no se encontraba pero lo mejor era no levantar sospechas, de una u otra forma los residentes cercanos tenían una idea aproximada de la hora a la que llegaba Qingqiu y si veían las luces apagadas quizá se preocuparían y empezarían a indagar sobre si sucedía algo extraño.
Con aquello en mente dejó encendida la lámpara de su habitación, al bajar solo apagó la luz de la cocina y la sala, mientras que el foco de los pasillos y el de las escaleras se mantenía activo junto con la de su oficina en la planta baja para simular que él se encontraba en cualquiera de las habitaciones.
Salió de su hogar cubriendo su camisa con ayuda de un abrigo negro de caída larga, avanzó presuroso hacia la salida del condominio, sabía dónde había cámaras y donde no por lo que pudo relajar un poco los hombros cuando divisó el auto negro de lujo esperando por él justo en la división donde las cámaras no lograban enfocar nada.
Subió a la parte trasera y sin esperar ordenes, el chofer arrancó en silencio; al estar a oscuras se permitió colocarse la peluca y los zapatos, a tientas y entre altos se logró colocar las lentillas de color azul, todo con tal de modificar un poco su apariencia, pronto sacó de la mochila las gafas oscuras y las colocó sobre su cabeza para poder bajarlas en el momento adecuado.
Quince minutos después, su destino estaba a su costado cuando la puerta fue abierta por uno de los valet parking, bajó los cristales oscuros de los lentes y abandonó el auto.
—Te daré un timbrazo cuando salga. —Anunció al chofer que asintió solo una vez antes de marcharse del lujoso hotel.
A pasos dignos de un modelo de pasarela y con el andar sensual de un leopardo fue como se internó al lugar, donde se acercó a la recepcionista y sonrió con falsedad.
—Tengo una reservación a nombre de Hua Jun.
La recepcionista tecleó en su computador, de inmediato asintió y le entregó la tarjeta de acceso.
—Gracias.
El caminar fue elegante, se adentró a uno de los ascensores y presionó el botón que lo llevaría al piso indicado, relajó apenas los hombros cuando las puertas se abrieron y avanzó cauteloso observando todo a su alrededor, bajó solo un poco el rostro para que no fuese captado del todo frente a las cámaras de vigilancia.
Internamente agradecía el que la peluca tuviese un corte largo por el frente cubriendo casi la mitad de la cara. Pasó la tarjeta por el deslizador y se abrió; entró sintiéndose seguro al menos solo lo suficiente como para alzar el rostro por completo.
—Pensé que tardarías más en llegar —la tranquila voz de Tianlang Jun resonó en la estancia, Qingqiu avanzó por el corredor hasta abrirse paso dando vista a una pequeña sala donde descansaba el candidato a gobernador—, buena noche, Shen Yuan.
—Buenas noches Tianlang Jun —el rubio tomó asiento frente a él, observó que el mayor había ordenado una botella de vino por lo que no se sorprendió el encontrar una copa frente a él llena del líquido carmín—, ha sido más fácil de lo que creí.
—¿A qué debo tu llamado?
—No te quitaré mucho tiempo —el pelinegro tomó un largo trago de la bebida refrescando sus labios y garganta—, ¿qué sabes acerca de Su Xiyan?
—¿La difunta esposa de Lao Gongzhu? —al ver que Shen Yuan asentía, se encogió de hombros con calma—, no mucho, solo sé que murió en un accidente.
—¿Solo eso? —Arqueó una ceja.
—¿Qué pretendes Shen?
—He encontrado algo un tanto bueno para ti sobre Qingyuan y ella tiene que ver —dio otro trago a la bebida—, hay un vídeo.
—¿Vídeo?
—Sí, en el vídeo se ve como muere ella, a manos de Lao.
—¿Qué? —Tianlang Jun abrió los ojos en sorpresa, se inclinó hacia adelante y apoyó los codos sobre sus rodillas para prestar mayor atención— ¿Estás bromeando?
—No, por eso te mandé a llamar, él tiene ese vídeo ¿no crees que eso es suficiente como para manchar su reputación? —Sonrió de lado, con arrogancia y altanerismo.
—Es posible, sin embargo solo hay un vídeo, si muestras eso puede que no te crean las autoridades, es un caso cerrado que concluyó en su muerte accidental.
—No lo sé Tianlang... ¿te das cuenta de la gravedad de esto? —Tamborileó los dedos contra la copa vacía— ¿Por qué él no reveló nada del vídeo?
—¿Por qué no le creerían?
—O porque es amigo de Lao, aunque queriendo o no es un cómplice por haber presenciado la muerte de la mujer —posó la vista sobre el suelo—, ¿a qué partido pertenece Lao Gongzhu?
—Partido Social Jieshu.
—Mh, entonces Qingyuan es algo así como la competencia ¿no? él es del Partido Liberal Revolucionario. ¿Por qué no usó eso para hundirlo y despojarle del poder?
—En ese entonces él no estaba dentro de los candidatos a gobernador.
—¿Quién era?
—Meng Mo.
—¿El que murió? —Ladeó la cabeza con curiosidad de saber eso ya que él era demasiado ajeno a los partidos políticos tomando en cuenta que no vivía en Cang Qiong en ese entonces.
—Sí, dado que no ganó hace seis años, pensaba probar suerte ahora.
—¿Qué era Yue en ese entonces?
—Su secretario de gobernación, después se separaron, Meng Mo se cambió de partido y Qingyuan aprovechó para lanzarse como candidato.
Qingqiu frunció el ceño, todo era tan vago y sin sentido.
—¿Cómo murió Meng Mo?
—Un disparo en la cabeza mientras estaba cenando en uno de los restaurantes más lujosos de aquí.
—Necesito revisar su expediente.
—¿Para qué Yuan? ¿No crees que te estas desviando de tu misión?
—En absoluto, me he encargado bastante bien de Qingyuan hasta ahora —la sonrisa de triunfo volvió a aparecer de nuevo en sus labios—, tu medio hermano me está ayudando muy bien a distraerlo.
—¿Qué? —Ahora Tianlang fue quien frunció el ceño— ¿Estás usando a Qinghua?
—Yo no... ellos se usarán mutuamente —habló juguetón y risueño—, ¿qué no era lo que deseabas? distraer a Qingyuan para escarbar en sus archivos.
—No a costa de mi hermano.
—¡Lo siento tanto! —se mofó otorgándole una sonrisa—, si queremos avanzar debemos utilizar a los peones.
—¡Qinghua no es ningún peón! —Habló alto y firme.
—¡Para mí hasta tu eres uno! —Se levantó con ese aire de suficiencia, se acercó al mayor y lo punteó con el dedo índice sobre su sien— ¡Grábate bien esto, tú me contrataste para infiltrarme en su hogar, ahora soy yo quien tiene las riendas y no descansaré hasta encontrar algo malo y así poder finalizar mi misión para que tú como todo candidato corrupto suba al maldito estrado y se proclame gobernador!
—¡Te puedo despedir!
—¡Hazlo! ¿Quién te pasará los informes y los municipios de la gira? —Qingqiu se cruzó de brazos recibiendo la mirada molesta de su jefe— ¿Quién distraerá a su estúpido jefe para internarse en sus archivos privados? ¿Quién te pasará la agenda política? —Ante el silencio de Tianlang Jun, arqueó ambas cejas a la espera de una respuesta— ¡Dime!
—Tú. —Siseó bajando la mirada.
—Así que tú decides —la mano delgada se amoldó al mentón ajeno para levantarlo, sus miradas chocaron, Xiao Jiu sonrió con evidente sarcasmo—, ¿estoy despedido, querido jefe?
—No.
—Lo sabía —la mano se desplazó hasta aterrizar en la mejilla madura dándole unos toques indoloros, acto seguido se irguió retomando su postura—, además, si me despides puedes resultar afectado.
—¿Me estás amenazando?
—Tómalo como quieras —se encogió de hombros tomando asiento en el reposabrazos contiguo—, al final las cosas caen por su propio peso y se descubriría accidentalmente que estás al borde de la quiebra y que tienes un negocio de un laboratorio sintético.
Tianlang Jun observó al joven pelinegro con auténtica amenaza, ¿cómo sabía Shen Yuan de ese laboratorio? No le convenía ser expuesto así, iría a la cárcel.
—La cocaína nunca me gustó, la inhalé una vez pero déjame decirte que no le encuentro placer alguno —habló tan tranquilo sabiendo que tenía total control de la situación—, tú no me despides y me dejas hacer mi trabajo y a cambio yo sigo pasándote información de lo más relevante de Yue Qingyuan, sumando el hecho de que no te delataré.
—¿Hablas en serio?
—Sí y si me permites un consejo, cédele el laboratorio a alguien más, ponlo a su nombre y por si lo llegan a descubrir te habrás librado de la cárcel. ¡Es más! —arqueó ambas cejas seguido de un chasquido— ¿por qué no lo pones a nombre de Yue? me encargaré de obtener su firma y sello, cuando te proclames gobernador lo hundes, total que así lo puedes silenciar ya que sacarás a la luz la evidencia del vídeo acusándolo de testigo directo.
Tianlang tensó la mandíbula sintiéndose amenazado porque él sí creía en la palabra de Shen Yuan, desde que lo había contratado sabía que el joven era firme en sus decisiones y si decidía traicionarlo no se tentaría el corazón en exponerlo para después evaporarse ya que no conocía ni siquiera su nombre real. Por otra parte, las ideas que le proporcionaban eran bastas y demasiado astutas por lo que era conveniente tenerlo como aliado a enemigo.
—Sí te atreves a traicionarme, te voy a matar.
—Si te interpones en mi trabajo, te voy a delatar cariño —mandó un beso tronado antes de levantarse—, en vista de que esta reunión fue una pérdida de tiempo porque no me diste información de nada, me retiro, espero que te adelantes a la gira, Yue inicia este lunes y estamos a jueves. ¡Adiós! —Dicho eso, se giró sobre sus talones para abandonar el lugar.
Tianlang Jun permaneció mudo, colérico y frustrado por haberse sentido arrinconado, sabía que Shen Yuan era un agente secreto muy hábil, se desplazaba como un felino con la gracia propia de él al no dejar escuchar sus pasos, bajo ese rostro tranquilo se ocultaba un chico demasiado peligroso ya que él en ningún momento le había contado que tenía un laboratorio, mucho menos que estaba en la cuerda floja, ¿cómo lo había sabido?
Resopló rellenando su copa, haría caso a sus palabras y se mantendría con un perfil bajo para así ir adelantándose a los lugares de destino de Yue Qingyuan y hacerlo quedar como un idiota sin ideas, se mantendría lejos de Shen Yuan y permitiría que hiciera su trabajo, aún si este ya le había confesado que su hermano menor estaba de por medio, solo esperaba que este no terminara tan roto como la primera vez que Qingyuan lo hizo añicos.
—Mierda. —Gruñó levantándose del lugar para abandonar la habitación.
Una puerta fue cerrada, una conversación olvidada y dos personas tomaban vidas separadas.
¡Ese estúpido solo se estaba burlando de él!
Frente a Shang Qinghua yacía un pequeño pastel, se encontraba en su oficina donde hacía sus reportes, la nota especificaba directamente que aquello era una cita, lo más idiota que podía hacer Yue Qingyuan era precisamente eso.
—No cambias infeliz —gruñó estrujando la nota entre sus dedos—, no cambias.
En el pasado el mayor solía mandarle detalles bonitos, postres, cafés, incluso globos y rosas a la universidad, aquello había enamorado más a un ingenuo Qinghua ya que Yue solía enviar aquello mediante alguno de los alumnos, en su momento de noviazgo había sido sumamente romántico pero ahora le parecía irritante.
—¡Me va a escuchar!
Se levantó de su asiento, poco le importaba irse con la bata médica puesta, estaba limpia y libre de agentes patógenos, era una lástima que tuviera que cambiarla por una nueva a su regreso para evitar bacterias contraídas del medio ambiente fuera del laboratorio.
Caminó a pasos rápidos con el corazón latiendo a velocidad, una parte de él quería lanzarse a golpes y otra deseaba con infinito deseo acariciar su rostro una vez más.
Se detuvo en el cruce peatonal, observó su reloj, habían pasado quince minutos más de la hora acordada en el papel, poco le importó el retraso, suplicaba que Yue se hubiese marchado al ver que no llegaba, más su sorpresa fue otra cuando se fue acercando al lugar y lo encontró sentado en una mesa, tan relajado y con el esbozo de una sonrisa que hizo a Qinghua dudar.
—Maldito engreído —gruñó por lo bajo— ¡Eres un idiota Shang, no debiste venir! —Se reprendió apretando los puños.
Detuvo sus pasos justo frente a la puerta ¿qué estaba haciendo? estaba cometiendo suicidio emocional al encarar al hombre que le había destruido la vida, el dilema era grande, huir como el cobarde que había sido y desaparecer de su vida yéndose de nuevo al extranjero o enfrentarlo y dejar las cosas claras de una vez por todas.
—¡Eres un imbécil! —Volvió a regañarse antes de resoplar, cuadrar los hombros y adentrarse al lugar para enfrentarse a su mayor debilidad. A pasos tortuosos se situó frente a él; atrajo su atención dejando caer las manos sobre la mesa sobresaltando lo suficiente al mayor— ¿Qué diablos pretendes? ¿Por qué no te buscas una vida y te pierdes de la mía?
Qingyuan, quien yacía perdido en sus pensamientos, parpadeó al ver frente a él a un ceñudo Qinghua, lo observó lo suficiente como para darse cuenta de lo hermoso que se veía con la bata médica; aquella distracción fue tan atrayente que prácticamente ignoró las palabras del joven.
—Luces tan precioso, como cuando eras estudiante —el menor estaba por empezar a maldecir cuando Yue sacó de su saco una pequeña caja, la cual abrió revelando un broche dorado, ante el desconcierto de Shang Qinghua procedió a hablar—, compré este broche para ti.
El joven médico débil como siempre ante un abogado de voz suave, acercó la mano para extraer el broche sintiéndolo apenas pesado entre sus dedos, se apreciaba la vara, símbolo de la profesión médica, no existía serpiente alguna ya que había sido reemplazada por un cráneo, a sus lados se desprendía la balanza de la justicia, un broche digno de un médico forense.
—Pensé en ti mientras lo compraba. —Sonrió cálido ante un mudo Qinghua.
El menor por su parte pasó los dedos por los diferentes relieves del broche, jamás había tenido uno, hasta ahora, aquello era demasiado puesto que no creyó que un artículo así existiera, al menos él no había encontrado algo así.
—¿Te gusta? —Yue se levantó admirando como el menor perdía la vista en el objeto, lo retiró de sus dedos cuidadosamente y sin permiso alguno lo colocó en la bata médica, asegurándolo gracias a la presión y al alfiler que se escondía muy bien para pasar desapercibido. Concluida la labor, sonrió satisfecho— ¡Luces doblemente precioso con ese broche!
El médico llevó una mano hacia su propia mejilla para sentir que estaba caliente, se había sonrojado por la acción contraria, el roce de sus dedos había bastado para generar esa reacción, su corazón latió con rapidez y su cerebro saltó alarmado gritando claramente que debía huir de ahí.
Más no lo hizo.
Sonrió.
Solo sonrió como un tonto enamorado, alzó la mirada para encontrarse con la ajena y el sonrojo aumentó a tal grado de que se sintió de nuevo un joven de veinte años siendo compensado por su novio.
—Gracias.
—Hermoso como siempre. —Habló embelesado.
Shang Qinghua posó una mano sobre el broche que descansaba a la altura de su corazón, lo estrujó apenas con fuerza sintiéndose de nuevo en el pasado, hasta que recordó que de regalos había pensado que sería feliz. Pronto la sonrisa desapareció dando paso a una mueca que lentamente se extinguió quedando en una fina línea.
—¿Por qué haces esto?
—Porque te amo y...
—¿Por qué me sigues lastimando así? ¿Por qué Yue?
—Shang yo...
—¿Acaso te aprovechas de mi debilidad? Haces uso de tu galantería porque sabes que causas demasiado en mí —frunció el entrecejo con coraje, sus ojos se llenaron de lágrimas que amenazaron rápidamente con ser liberadas—, esto está mal.
—¡Por favor, una oportunidad!
—No. —Contestó tajante.
—¡Una sola oportunidad! ¡He cambiado! —Suplicó el mayor tomando las manos del médico, las alzó y juntó para darles un beso a cada una— ¡Te extraño como no tienes idea!
—Lo siento pero yo no puedo hacerlo. —Suspiró sin alejarse del cálido toque que le daban las manos del candidato.
—¡Shang Qinghua! ¿Qué estás haciendo? —La profunda voz de su mejor amigo hizo que el nombrado se sobresaltara y de inmediato se liberara de Yue Qingyuan, el médico avanzó hacia su amigo ignorando al político en el acto— ¿Qué haces?
—Yo... —Titubeó sintiéndose demasiado estúpido por haber caído de nuevo en las palabras bonitas del candidato a gobernador— no es lo que crees.
—¿No? ¿Qué debo creer?
El político retrocedió unos segundos antes de situarse a lado del joven pelinegro.
—¿Qué tienes con él? ¿Cuál es tu problema?
—El problema eres tú, estúpido —gruñó empujando por los hombros al candidato, lo suficiente como para alejarlo de su amigo—, desaparece de su vida, aquí él no te necesita, me tiene a mí.
—Basta...
Pero no hubo tiempo para seguir hablando, el amigo confidente tomó de la mano con firmeza a Qinghua y lo sacó de la cafetería prácticamente a la fuerza, estaba molesto, demasiado y no porque sintiera algo romántico por el menor, sino porque no deseaba que su mejor amigo volviera a caer en depresión a causa de un hombre que anteponía la política ante todo.
—¡Basta por favor! —Suplicó Shang, miró atrás para notar a Yue aún desconcertado, las lágrimas que antes amenazaban con salir cayeron libremente por su rostro, se sentía ofendido y humillado por ambos hombres— ¡Basta! —Gritó siendo ignorado.
Cuando estuvieron lo suficientemente lejos del lugar su mejor amigo por fin lo soltó, Shang gimió dolorosamente y lo encaró por fin, primero propinándole una bofetada, después un golpe a su pecho.
—¿Por qué? ¿Por qué me has humillado de esa forma?
—Shang, ¿acaso eres tonto? ¡Te quería engatusar de nuevo!
—¡Es mi maldito problema si lo hace! —Gritó alto ignorando a la gente que los veía— ¡Ya no tengo veinte años! ¡Ya no soy un niño iluso que cree en las palabras de un político hablador!
—Shang entiende —intentó acercársele más el menor lo repelió como si fuese una plaga—, lo hice porque no quiero verte mal de nuevo.
—¿Y no pensaste en la humillación que me hiciste pasar al entrar, gritar y jalarme como si fuera de tu propiedad?
—Yo...
—¡Somos amigos! ¡Somos compañeros de trabajo! ¡No tienes derecho a tratarme como tu pareja porque no te va! —Dicho esto, se encaminó hacia su lugar de trabajo, lo único a lo que pudo aferrarse en el transcurso fue ese broche que estrujó con fuerza.
Al llegar a su oficina se encerró y terminó de llorar, se sentía tan mal consigo mismo por ser alguien de apariencia fuerte y carácter de niño, a pesar de los años la firmeza en ser alguien duro y frío jamás habían logrado hacer mella en él puesto que se sentía mal de solo intentarlo.
Lloró hasta calmar sus emociones y pensamientos, no debería importarle pero aquella escena esperaba que Qingyuan no la tomara a mal, pese a todo siempre había sido alguien que se daba a respetar y ahora su reputación de un chico fácil había sido expuesta por un amigo celoso.
Apoyó la frente contra el escritorio y cerró los ojos deseando que aquel día finalizara, necesitaba encerrarse en su habitación para relajar su cuerpo y olvidarse del espectáculo dado por error.
Qingyuan movía la cuchara lentamente, el café que reposaba frente a él quizá ya estaba frío puesto que no había bebido nada, en su mente quedó grabado el recuerdo de un médico jalando y reprochando al menor, ¿acaso Shang Qinghua se había olvidado ya de él?
—Es comprensible, es joven, debe dejar la soltería, debe ser feliz a lado de alguien. —Respondió ante su pregunta hecha.
—Shang Qinghua está soltero. —La inconfundible voz de Xiao Jiu hizo a Yue alzar el rostro al ver a su secretario tomar asiento frente a él.
—A'Jiu... ¿qué haces...?
—Lo seguí y escuché que son solo amigos.
—Pero tú, ¿cómo es posible que estás aquí?
—Quería asegurarme de que mi jefe tuviera una buena cita, me sorprendió ver la entrada de aquel joven, más ahora sabe que son solo amigos. —La firme voz de Xiao Jiu causó en el mayor una sonrisa de agradecimiento.
—¿Qué hice en mi vida pasada para merecerte Xiao Jiu?
—Nada. —El pelinegro se encogió débilmente de hombros— ¿Por qué no le espera a la salida?
—¿Será correcto? —Cuestionó temeroso.
La vista de Xiao se posó sobre su auto, se mantuvo fingidamente pensante unos momentos hasta que asintió, al volver la mirada hacia su jefe le otorgó apenas una sonrisa.
—Como he mencionado, los escuché discutir dejando en claro que el joven médico no tiene relación alguna con el moreno.
—¿Qué puedo hacer?
—Algo que a él le guste, ir al cine, al parque, desconozco sus gustos.
—Son muy simples a decir verdad —confesó el mayor con un deje de nostalgia en sus ojos—, él era feliz hasta viendo las estrellas.
—¿Por qué no hacerle olvidar este trago amargo llevándolo a un mirador?
—¡Buena idea! ¡Oh A'Jiu me has salvado! —Agradeció infinitamente el mayor sonriendo lo suficiente para no causarle incomodidad a su secretario.
—Debería ir a cambiarse, su chico sale dentro de poco.
—¡Es cierto! —Qingyuan se apresuró a sacar la billetera para pagar por un café que ni siquiera bebió.
—Señor —Xiao detuvo al político antes de que este se subiera a la camioneta—, dado que ya no me necesita ¿puedo marcharme a casa?
—¡Claro A'Jiu, lo mereces! ¡Hasta mañana!
—Que descanse señor y suerte. —Se inclinó en señal de respeto permitiendo que Yue Qingyuan subiera a la camioneta blindada.
Tras comprobar que el vehículo se alejaba, se incorporó y sonrió triunfal.
—Estúpidos. —Murmuró encaminándose hacia su auto, al adentrarse fijó la mirada en la caja de madera— ¡Lo siento tanto Binghe, esto es más importante que tus rosas! —Tomó un bolígrafo y un post it blanco donde escribió con parsimonia imitando la caligrafía perfecta del político— «Que las lágrimas no te impidan ver las estrellas. Te amo. Y.Q» —Tras redactar el pequeño mensaje, abrió la caja revelando las rosas amarillas, colocó el papel en el centro y se encaminó hacia el trabajo del menor de todos.
Xiao Jiu había sacado buena información de aquella corta discusión, la suficiente como para cerciorarse de que estaba soltero y era un ingenuo nato, ahora comprendía la protección de Tianlang Jun para con él, con esa calidad de sentimientos sería fácil manejarlo a su antojo para unirlo a Yue y quitarlos de su camino con facilidad.
Al llegar al lugar adecuado, estacionó el auto, sacó sus gafas oscuras junto con una gorra negra, tomó la caja y se encaminó hacia la entrada donde la recepcionista hacia anotaciones que a él poco le importaban.
—Buena tarde, traigo un presente para Shang Qinghua —dulcificó su tono al hablar—, lo manda Yue Qingyuan, déselo ahora.
—¿Yue Qingyuan?
—Así es.
La recepcionista inspeccionó la caja desde su lugar, posó la vista en Xiao Jiu y refunfuñó.
—Él se encuentra ocupado.
—Escucha algo querida —el tono cambió a uno serio—, no te pregunté si está ocupado o no, tampoco cuestioné si está laborando o solo redactando un informe, te he dicho que muevas tu trasero, hagas uso de esas piernas huesudas y le entregues este paquete que manda Yue Qingyuan. ¿Entendido? —Sonrió con tal malicia que la recepcionista no tuvo opción salvo asentir— ¡Gracias!
Dicho aquello, se giró sobre sus talones y salió del lugar tan rápido como pudo para ir hacia su auto, no volvería a casa de Yue, tendría compras necesarias que hacer para poder infiltrarse al lugar donde trabajaba un muy ingenuo Shang, ahora solo quedaba esperar y agendar más puntos de reunión para las dos personas que pese a amarse se encontraban separadas por algo llamado deseo de poder.
Justo lo que él tenía para concluir su misión, fríamente había cedido el regalo que Binghe le había dado, ya lo compensaría después, cuando él se apareciera y no le hiciera quedar como un idiota enamorado por un par de detalles sin conocerlo lo suficiente.
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