Disparo de la verdad

—Es así como expreso que mis propuestas sean bien recibidas por la gente del bello distrito Washa-gu. —Yue sonrió cordial depositando cuidadosamente las hojas de sus propuestas contra la pulcra madera del escritorio.

—Corte, estamos fuera del aire. —Expresó un camarógrafo profesional apagando las luces de los reflectores.

Shen Jiu observó como el candidato dejaba ir el aire retenido en sus pulmones para masajear después sus sienes; se acercó a paso calmo depositando un vaso de agua simple y un par de aspirinas.

—Debe cuidar su alimentación, no debe mostrarse débil. —Habló en voz baja.

—Lo dices porque no estás en mi posición, yo estoy en una encrucijada, entre la vida y la muerte.

Shen permaneció estático y con la vista al frente. No, realmente no estaba en una posición tan estúpida, él no había tenido opción, él había sido forzado a dar muerte a su inocencia para mancharse las manos de sangre física y emocionalmente.

—¿Desea dar otro informe o se continua mañana?

—Daré otro informe, entre más rápido de esto, más fácil podré concentrarme en llegar a la meta.

—De acuerdo —retiró el vaso vacío y se giró—, tenemos quince minutos para la siguiente toma.

Yue Qingyuan apenas y observó la silueta ajena, resopló y tomó un folder negro con información sobre el condado Nam-gu, pese a ser un estado pequeño, tenía que abarcar cada distrito para hacer entrar en confianza a la gente, sabía que tenía buenas propuestas, no se dejaría vencer. Al cabo de unos segundos entró el pelinegro de nuevo con una nueva agenda entre sus manos.

—He convocado al gabinete, serán ellos los que se vayan a los distritos para dar continuidad a la gira, con los vídeos grabados tenemos la ventaja de que usted estará presente virtualmente, así no dejamos a la gente plantada y demostrará compromiso aún en situaciones difíciles.

—Gracias A'Jiu ¿cómo no se me ocurrió antes? —Yue sonrió con pesar.

—Tenemos tiempo, se grabará tanto como pueda para abarcar los doce distritos en tiempo reducido, la campaña continuará, he propuesto que quien tiene el cargo de secretario de gobernación se enfoque en dar el discurso secundándolo a usted, mientras que el resto del equipo puede yacer en otros lugares del distrito enfocándose en sus áreas para demostrarle a la gente que no son solo palabras vacías las que dice.

—Sí, hazlo. —Otorgó la razón sin pensarlo.

El camarógrafo encendió las luces, Shen Jiu se alejó y le dio espacio al candidato para prepararse y así comenzar un nuevo discurso. Su celular vibró anticipando algo cursi, salió del lugar y abrió el mensaje.

«Te extraño tanto, quisiera tenerte entre mis brazos para poder besar tus labios con toda la calma del mundo, quisiera llenar mi alma con tan solo observar tus bellos ojos tan claros como una esmeralda. Quisiera bañarme en tu inocencia y belleza, quisiera todo de ti. Te quiero.»

Shen Jiu esbozó una sonrisa, si había honestidad en esas palabras entonces Binghe estaba totalmente ciego, en él ya no existía inocencia y sus ojos no eran más que dos pozos claros y fríos que ocultaban toda la verdad. El querer era recíproco pero ahora ya no sabía que hacer respecto a sus sentimientos mezclados.

«Te quiero.»

Fue el simple mensaje que texteó de vuelta sintiendo que era honesto en algo que aún no lograba descifrar gracias al ruido que sucumbía en su cabeza.

Horas después, se retiró de la casa siendo seguido por Yue quien iba relativamente tranquilo, subieron al auto del secretario y se reunieron con Shang Qinghua en el punto de encuentro establecido. El camino a la casa fue silencioso, todo se rompió cuando el menor de los tres habló al estar en el hogar.

—Encontraron muerta a tu sirvienta. —Anunció un tanto preocupado.

—¿Quién?

—La mujer que robó la agenda, la encontraron muerta, le hice la autopsia y lamentablemente se suicidó. —Suspiró con pesar.

—¿Fue suicidio? —Yue Qingyuan indagó curioso.

—Sí, las marcas en su cuello fueron la clave para deducirlo —torpemente ayudó a Shen Jiu en la cocina, aunque prácticamente el pelinegro le corrió de ahí puesto que deseaba cocinar solo—, se estima que ocurrió durante las primeras horas de la madrugada, dejó una nota pidiendo perdón por haberte fallado.

—Pobre mujer. —Yue suspiró.

Shen Jiu escuchó la conversación, siguió cocinando hasta obtener unos fideos complejo lleno de verduras, carne fileteada y con un delicioso sabor que variaba entre res y pollo. Comieron entre charlas, al menos así lo hacía la pareja ya que Shen se sumergió en sus pensamientos, estar acompañado por esos extraños no ayudaba mucho a su temperamento, se sentía demasiado ajeno aunque ellos trataran de incluirlo en la charla.

—Que tengan buena noche. —Recogió su plato y encaminó hacia la cocina, ahí se preparó una taza de café y se marchó hacia su habitación.

—Está cansado —Shang habló siguiendo el movimiento ajeno—, prácticamente se ha estado moviendo solo desde el inicio.

—Lo sé, estoy seguro de que le daré unas merecidas vacaciones cuando esto acabe.

La pareja siguió cenando tranquilamente, conversaron sobre sus actividades diarias lejos del peligro y planearon un futuro libre y lejos de amenazas. Al final y cuando el sueño llegó, acudieron a su habitación, fue perceptible la voz de Xiao Jiu quien hablaba por teléfono por lo que decidieron no indagar más y tan solo se centraron en ellos mismos.

Por otra parte, Shen Jiu yacía acostado en la cama, el café hacía tiempo se había enfriado y solo podía pensar en que necesitaba volver a Huayue porque comenzaba a perder su identidad. ¿Quién estaba enamorado de Luo Binghe? ¿Él como Wu Qingqiu o como Shen Jiu?

¿Cuál de todas sus identidades sería la que se enfrentaría al tirador?

Gruñó sintiendo una maraña de emociones, su celular sonó y suspiró, estaba demasiado agotado como para sostener una conversación decente con Luo, sin embargo le gustaba su voz y la necesitaba ahora.

—¿Hola?

—Amor, buenas noches —Shen esbozó una sonrisa por oír la alegre y tintineante voz positiva del hombre de mirada amable— ¿cómo estás?

—Sinceramente hecho mierda. —Rió por lo bajo.

—¿Qué sucede? —Luo aunque también le acompañó en su risa, cuestionó con preocupación evidente— ¿Mucho trabajo?

—Demasiado diría yo, solo quiero llegar a casa y dormir.

—Cuando llegues te abrazaré y consentiré tanto que descansarás todo lo que tu cuerpo te pida.

—Al llegar quiero cenar contigo. —Sinceró cerrando los ojos.

—Te extraño.

—Yo igual y no llevamos ni dos días separados —suspiró acomodándose en la cama—, ¿tienes algo que hacer el sábado veinte?

—¿Sábado? —Se escucharon murmullos.

—¿Estás con alguien? —Prestó atención frunciendo el ceño.

—Sí, estoy con Mobei, no lo conoces es mi mejor amigo.

De inmediato recordó la fotografía del hombre que posaba junto a su novio.

—Oh, menos mal.

—¿Acaso pensabas que estaba con alguien más? —Su pregunta fue bromista.

—Sinceramente... no lo sé.

—¿Acaso dudas de mí? —La voz alegre se fue apagando lentamente.

—No lo sé Binghe, no te conozco en el ámbito amoroso.

—No soy infiel —Luo se sintió ofendido por la duda—, no estaría con alguien más cuando te tengo solo a ti.

—Lo siento, tal vez solo dude un poco por experiencias pasadas —mintió frotándose los ojos con pereza—, debemos conocernos más, ser sinceros y leales.

—Lo soy Qingqiu. ¿Tú lo eres?

No. —Pensó deseando gritarlo.

—Lo soy, mi vida ahora no puede enfocarse en nadie más, solo tú.

—Entonces no dudes de mí así como yo lo hago contigo.

—¿No dudas de mí? —Cuestionó curioso.

—No, eres tan transparente conmigo que dudo que me ocultes algo o que te engañes a ti mismo.

Shen rodó los ojos, bien, debería obtener un premio por ser un buen actor respecto a su honestidad laboral.

—Entonces señor psicoanalista, ya que los dos no dudamos ¿acepta tener una cita conmigo el sábado veinte del presente mes?

La pregunta fue diplomática con tintes alegres, Luo rió y murmuró algo hacia su amigo, Shen se imaginó que estarían ocultos en algún lugar de la ciudad siendo creyentes que Yue se encontraba de gira.

—Contigo aceptaría una cita hasta para sentarnos en una banca.

—Bien señor Luo, entonces podré reservar un hermoso lugar para decantarnos con exquisita comida extranjera.

—¿Debo ir formal?

—Debe ir enamorado de mí.

—Ya lo estoy, entonces esperaré por usted hermoso joven Wu.

Shen sonrió sintiendo el latigazo de la mentira, aquel restaurante era el que tenía una buena ubicación ya que se alineaba perfectamente con el restaurante italiano que sería el último que visitaría Yue con Shang y donde esperaba enfrentar al tirador. Tenía la altura suficiente para igualarse al lugar marcado, no tenía que haber fallas.

—Espera por mí —musitó cerrando los ojos—, descansa Binghe.

—Descansa mi amor.

—Te quiero.

—Te quiero.

Colgó dejando caer la mano hacia su costado, se hizo ovillo en la cama abriendo lentamente los ojos para fijarlos en la ventana, en algún lugar de la ciudad estaría Binghe, no pensaría en lo que haría, ignoraría el arsenal de armas descubierto, ignoraría todas las coincidencias, solo se forjaría a pensar en que su novio se encontraba en casa tomando cerveza con su mejor amigo. Suspiró y se dejó llevar por el sueño, lo mejor sería ya no pensar.

—Quiero que cubran un radio de kilómetro y medio a partir de este punto —la firme voz de Xiao Jiu hizo a los guardias asentir al ver el mapa que se extendía sobre la mesa—, cualquier sospechoso que porte una maleta, gorra y vista de negro será recluido para ser cuestionado. ¿Entendido?

—Sí. —Dijeron todos al unísono.

—El señor Yue y su novio se encontrarán en la terraza, quiero a dos guardias aquí, Ning y Ming se mantendrán uno en cada esquina, quiero que protejan y arrastren hacia los costados al señor y su pareja.

Los guardias asignados asintieron.

—El tiro vendrá del frente posiblemente, la bala se impactará contra la pared por lo que quiero que los alejen lo más rápido posible del punto de impacto, esa mierda puede rebotar y causar daño.

—Entendido joven Xiao.

La reunión finalizó cuando la hora llegó, Yue iba bien vestido con un elegante traje negro, el chaleco antibalas pese a ser estorboso no le hacía ver extraño, su cabello iba ligeramente despeinado dejando atrás el exceso de gel; Shang también iba de gala, un saco rojo, el cabello planchado dándole un atractivo especial y con un chaleco oculto bajo su camisa blanca.

—Es hora. —Anunció Shen quien se había colocado una peluca dorada alegando que necesitaba pasar desapercibido para buscar al tirador sin levantar sospechas.

Las camionetas abandonaron el lugar, se encargaron de rodear la zona acordonándola de acuerdo al plan, otra camioneta salió llevando dentro a Yue y a Shang, mientras que un coche negro era quien llevaba a Shen.

Al llegar al lugar todo parecía relativamente normal, la genta caminaba, los autos transitaban y la noche lucía estrellada, Yue y Shang abandonaron la camioneta siendo custodiados por guardias, Shen se colocó un auricular para poder mantener comunicación con el cuerpo de escoltas, bajó en una calle paralela al edificio y tomó las escaleras traseras para poder subirlas.

—¿Ya han llegado? —Cuestionó subiendo rápidamente.

—Están siendo llevados. —Informó un guardia mediante el intercomunicador.

—Te aviso cuando esté todo listo, recuérdale al señor Yue moverse lo suficiente, de ser posible que se oculte entre ratos a los costados mientras observo.

—Entendido.

Su corazón latía con fuerza, siguió subiendo hasta llegar a la azotea que para su desgracia se encontraba enrejada y protegida por cinta verde, extrajo de su bolsillo una minúscula navaja y cortó el plástico para situarse casi frente al edificio de donde saldría la bala.

Sus manos frías palparon los binoculares, observó atento hasta lograr ver un bulto en movimiento desde el edificio que antiguamente había visitado.

—Listo. El tirador ya está en su lugar. —Indicó manteniendo fija la vista.

—Proceda a ordenar. —Escuchó lo que el guardia pedía.

Shen Jiu no se movió, captó como la persona se paseaba de lado a lado esperando el momento en que Yue dejara de moverse, lastimosamente no apreciaba nada de su rostro, solo veía que era una figura masculina gracias a la altura y complexión, tan similar a Luo.

—Mierda.

Mantuvo la firmeza en su mirada, observó su reloj de inmediato y gruñó frustrado, jamás se imaginaría que el hombre al cual debía sacar información se volvería su prioridad al mantenerlo con vida.

—El señor se encuentra en su sitio.

—Prepárate. —Anunció viendo como el tirador dejaba de moverse para después sacar el rifle y situarlo justo en dirección hacia donde el candidato estaba. Las palpitaciones y la sudoración en sus manos eran indicativo de que deseaba que sus planes salieran de acuerdo a todo. Pronto la silueta se dejó de mover, mentalmente contó y gritó— ¡Ya!

Todo ocurrió demasiado rápido, el sonido del disparo impactándose fue similar a la pirotecnia siendo explotada, su celular vibró y acto seguido escuchó gritos provenientes de la parte de abajo, ignoró todo ello para observar hacia donde yacía el tirador.

—¡Mierda vayan tras él! ¡Ya no está! —Gritó con cólera.

—El señor Yue está a salvo. —La respiración agitada del guardia hizo a Shen Jiu suspirar aliviado.

—Recoge la bala y guárdala. —Su vista buscó en la azotea algún indicio de que el tirador se encontrara ahí, más no consiguió nada— Lleva al señor Yue al puente, vigila que nadie los siga. Nos vemos ahí.

—Entendido.

Shen Jiu maldijo por lo bajo, ya no había tirador en el lugar, había huido demasiado rápido, su celular seguía vibrando causando que se pusiera más tenso de lo normal, paseó de lado a lado por la azotea hasta que el alboroto de las sirenas policiacas le trajo de vuelta al mundo real; Avanzó rápido hacia las escaleras para largarse de ahí de nueva cuenta.

Habían fallado el tiro, había resultado. Ahora quedaba el hecho de que la bala coincidiera.

Los golpes constantes contra la puerta hicieron a Binghe bajar el celular, se levantó y avanzó hasta la puerta donde la abrió para encontrarse con un agitado Mobei que se adentró lanzando su gorra negra al suelo junto con el arma en la maleta.

—¡Fallé! —Gritó dejándose caer en un sofá.

—¿Qué? —Luo le miró asombrado.

—El imbécil se movió al instante y la bala pegó en la pared.

—¡Mierda!

Los dos permanecieron en silencio unos instantes, se habían decantado por permanecer ocultos en el edificio por si a la policía se le ocurría revisar el perímetro, no contando con que la bala disparada fallara y terminara impactada en la pared.

—¿Qué haremos?

—¡Mobei nos has expuesto! —Anunció molesto.

—¿Crees que no lo sé? ¡Gracias por recordar lo obvio! —Espetó furioso.

—Esperaremos aquí, aún tenemos más oportunidades.

—¡Fallé Binghe! ¡Mi primera misión en solitario y fallé! —Decir que estaba al borde del colapso era mentira, en su rostro solo había frustración y decepción consigo mismo.

—No, tenemos otras vías —Luo avanzó hacia la ventana observando el movimiento a lo lejos gracias a las luces azules—, aún nos quedan otros dos restaurantes, no podemos fallar.

—¿Qué haremos ahora?

—Cambiarnos. Vamos a salir de aquí fingiendo que somos dos trabajadores que terminan su jornada laboral.

—Hecho.

Binghe se quitó la camisa deportiva negra para sustituirla por una formal, así también sacó de la mochila práctica un saco azul eléctrico y un par de gafas sin aumento.

Mobei le imitó guardando la gorra en la maleta deportiva donde se encontraba el arma, de ahí mismo extrajo un saco beige de punto y se despeinó el cabello, colores llamativos que pasarían desapercibidos ante cualquiera ya que nadie dispara con ropa brillante.

—Vamos.

Luo abandonó la habitación, una oficina que no era usada y se encontraba inhabilitada, tomaron el ascensor y bajaron con toda tranquilidad hasta la planta baja donde pasaron las puertas de vidrio; caminaron a paso medianamente rápido hasta camuflarse con la gente. Pocos metros más adelante yacía estacionada la camioneta de Binghe, subieron y se dirigieron directo a su casa, donde fingirían que nada habría pasado.

—¿Cómo fue? —Binghe se atrevió a preguntar.

—Fue como si él lo supiera, no fue coincidencia —suspiró molesto mirando por la ventanilla—, él yacía inmóvil, riendo frente a su novio, incluso estaban leyendo la carta, de pronto solo pasó.

—¿Qué?

—Miró hacia el frente justo cuando disparé y luego se tiró al costado hacia el suelo, no logré ver más por la barda que cubría parte de la mesa pero fue... —gruñó y dio un golpe al tablero— es como si supiera del disparo.

Binghe guardó silencio, apretó el volante entre sus manos y contuvo la ira por haber fallado una misión. No podía permitirse retirarse del puesto cuando Mobei Jun no había acertado a la primera, sabía que no era fácil pero tampoco era un tiro imposible, de hecho era realmente un tiro escuálido que debía ser perfecto.

—Esta vez seré yo quien te guíe pero el tiro lo harás tú. —Anunció el sargento mirando al frente.

—Sí señor.

—No habrá fallos.

Quedaron en completo silencio, alejándose de la bulliciosa ciudad donde comenzaban a llegar desde reporteros hasta helicópteros de policía en la búsqueda del tirador, uno que ya se encontraba demasiado lejos.

Shen Jiu se subió al auto, se desprendió la peluca y soltó el aire retenido, había bajado las escaleras corriendo por lo que ahora se encontraba transpirando, su frente tenía diminutas gotas de sudor, su pecho subía y bajaba alocadamente.

—Al puente. —Jadeó antes de recostar la cabeza en el asiento.

El trayecto fue silencioso, se lograba escuchar cada vez más lejano el alboroto policial, los guardias custodios habían sacado de inmediato a Yue por la puerta trasera aquella que se encontraba en la cocina, lo subieron junto a Shang y apenas cerró la puerta, la camioneta arrancó.

Al llegar a la zona acordada, Shen Jiu bajó del auto aún con el corazón bombeándole con fuerza, abrió la puerta de la camioneta con brío descubriendo así a Yue abrazando a Shang, poco le importó comportarse brusco cuando jaló el saco fino para cerciorarse de que aún traía el chaleco.

—¡Joder! —Suspiró aliviado dejando caer su peso en la ventanilla del vehículo— ¡Sobrevivió señor!

—Gracias A'Jiu, gracias. —Sollozó Shang abrazando enérgico a Yue.

—Es hora de irnos, no podemos seguir aquí. —Habló intentando sonar recompuesto— Señor Qi, tomaré el auto, vuelva con los chicos en la camioneta. —Indicó al hombre que le había traído.

Se movieron con rapidez, la pareja subió al auto en silencio, Shen Jiu ahora tenía la certeza de que sus cálculos eran ciertos, las dudas se esclarecían y su corazón comenzaba a doler.

—Joven Xiao —el guardia que cuidó de Yue Qingyuan se acercó a él y discretamente le entregó la bala—, como lo ordenó.

Shen Jiu sintió el peso del metal entre sus dedos, su rostro indiferente se volvió una mueca, agradeció inclinando la cabeza, guardó la bala entre dedos temblorosos y se alejó del lugar.

Mientras conducía la intriga crecía, observó por el retrovisor como la pareja se mantenía unida en un abrazo, Yue observaba por la ventanilla la carretera, su mente se encontraba en otro lado porque en ningún momento se movió, al retornar la vista al frente, se concentró en seguir, pese al temblor en sus manos, pese a su corazón agitado.

Había tanta adrenalina dentro de él que quiso detener el auto, bajarse y gritar que se encontraba en una lucha interna porque la única persona que le interesaba después de años de ausencia emocional era posiblemente la que estaba detrás de todo ello, quería gritar hasta desgarrar su garganta intentando aliviar así un dolor que sin saber se había creado por las mentiras de ambos.

Aparcó el auto para guiar a la pareja hasta el departamento, el silencio era asfixiante para él, esta vez los sentimientos le estaban ganando y debilitaban su frialdad, su sentido lógico y calculador.

Ignoró lo que hicieron, dejó de prestarles atención en el momento en el que entró a la casa, incluso pasó por algo esa confidencialidad con la que quería tratar el asunto de la bala porque sus dedos trémulos descendieron hasta el bolsillo de su pantalón donde logró tocar la punta aplanada del metal.

Su protocolo de paranoia se vio roto cuando extrajo la munición apenas aplanada, seguido de su móvil que había sonado desde que estaba en la azotea, al desbloquear el móvil se percató de que tenía llamadas y mensajes perdidos.

Todos siendo de Binghe.

Luo Binghe le había estado hablando mientras él se fijaba en el tirador; Binghe no podía haber disparado mientras sostenía un miserable celular.

Shen Jiu alzó la mirada del. Observó a Yue Qingyuan quien se mantenía aparentemente sereno junto a Shang Qinghua quien ya no portaba el chaleco y después hacia la bala que tenía en su mano.

—No puede ser. —Murmuró.

—¿Qué sucede? —Cuestionó Shang un tanto nervioso.

—No... —suspiró largo y aliviado. Una sonrisa se dibujó en su rostro lentamente— No es Binghe.

Quiso llorar de felicidad, se giró y encaminó hacia su habitación, abrió la mano con la munición en ella, la dejó caer al suelo y concentró su atención en el mensaje.

«Róbame el aliento. Nunca dudé en convertirnos en destino.»

«Observé el reloj de arena mientras te marchabas, quise detenerte para besarte una vez más y robarte el aliento. Qingqiu ¿qué me has hecho?»

«La gente tiene miedo de exponer lo que siente, cariño tú y yo no sentimos vergüenza de ello, tenemos nuestro lugar secreto donde no importa nada, solo tú.»

Shen Jiu reconoció algunos fragmentos de la canción Take my breath away, la había escuchado alguna vez ignorando el significado, ahora ver pequeñas frases unidas a las palabras melosas de Binghe le hizo sonreír porque descartó por completo a su novio.

Él no era el tirador, él no era el asesino, él no iba detrás de Yue Qingyuan.

Y entonces relajó el cuerpo porque el disparo de la verdad absoluta revelaba que había juzgado injustamente a su novio, a su Binghe y que quedando libre de aquello, podría entregarse por completo al amor que amenazaba con llevarlo más allá de sus límites conocidos.

—Te llevaste mi aliento Binghe, lo hiciste. —Esbozó una sonrisa.

En la soledad de la habitación, contempló desde la ventana la vista de la playa nocturna, el mar tranquilo y las olas casi sin fuerza, su corazón volvió a latir con normalidad, había salvado a Yue Qingyuan, quedaban dos oportunidades más, estaba tan cerca del tirador que entonces no se detendría a pensar en las consecuencias al someter al hombre detrás de aquel rifle, acabaría con él.

Aquella primera noche, se acostó a dormir sintiendo que su cuerpo entraba en un estado de relajación inmediato, mientras que del otro lado de la ciudad un furioso Binghe golpeaba un saco de pelea por sentirse derrotado.

Los movimientos habían sido anticipados según lo dicho por Mobei Jun; esta vez no fallaría, sería él quien le proporcionaría las coordenadas correctas y estuviese a lado del hombre para ejecutar la acción, si volvía a fallar, entonces él mismo patearía el trasero de su amigo, lo despediría y tomaría las riendas de la situación, no había tiro fallido entre sus dedos.

—Te mueres por el método fácil o te mato por tortura. —Soltó un puñetazo desgarrando el viejo saco de boxeo.

La mirada de Luo lucía peligrosa y amenazante, nadie se metía con un sargento furioso, menos con un francotirador competitivo que no descansaba hasta obtener el resultado deseado.



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