Disparo de amor

—¿Qué es esto? —El general Mu alzó el rostro un poco desconcertado al ver frente a él a Luo Binghe, quien iba bien uniformado portando la gorra oficial, las medallas iban bien prendadas de su camisa así como la que le concedía el rango que por años trabajó.

—Sargento tirador Luo Binghe, 192° batallón de la única división de francotiradores —Luo saludó orgulloso colocando el dorso de su mano sobre su frente antes de adoptar una posición recta—, solicito mi baja definitiva señor.

—¿Qué? —El asombro fue tan grande para el hombre que se recostó sobre su cómodo asiento reclinable, Binghe era uno de los mejores francotiradores del país y oír aquello causó tal conmoción que no le negó a sus facciones a expresarse.

—Señor deseo formar una familia y vivir una vida tranquila.

—Permiso para ser informal —concedió el hombre al ver que Luo seguía en una firme y elegante pose de soldado, señaló amistosamente la silla acolchada frente a él invitándolo a sentarse—, hablemos de hombre a hombre y sin formalismos.

Binghe dudó un segundo antes de acatar la orden, tomó asiento haciendo rechinar un poco sus botas negras y bien pulidas contra el piso de madera; tras obedecer mantuvo la espalda recta para esperar una nueva orden.

—¡Relájate hombre! —El general, un viejo hombre de aspecto canoso y mirada apenas altiva, sonrió animando al más joven— ¿Por qué deseas retirarte?

—Como le he mencionado, deseo formar una familia para vivir tranquilo, quiero que mi futuro esposo viva en paz sin tener la carga de que me vaya a una misión y un día no vuelva.

—¡Oh! —Arqueó lo más que pudo las cejas antes de asentir— ¿Has encontrado a tu pareja ideal?

—Sí señor, quiero pasar el resto de mi vida a su lado, formar una familia y vivir tranquilos sabiendo que serví lo mejor que pude a mi nación que me acogió como uno de los suyos. —Expresó sereno.

—Tengo entendido que tienes una misión ¿piensas declinar lo que el presidente te ordenó? —La pregunta fue seria y paciente.

—No señor, concluida esta misión planeo hacer oficialmente mi retiro, en este tiempo he entrenado y ayudado a Mobei Jun para que sea él quien tome mi lugar una vez esté fuera de aquí.

—Mobei es bueno pero no tanto como tú, sin embargo no puedo negarte la oportunidad de ser feliz y tener una familia —el hombre sonrió con melancolía—, has servido por veinte años aquí, desde que te acogimos como uno de los nuestros, mereces un descanso pues por ti estamos a salvo gracias a que has eliminado al enemigo.

—Señor me honran sus palabras. —A pesar de que el general había dado el permiso de hablar informal, para Binghe le era imposible igualarse a su superior por lo que mantuvo ese tono neutral y de un soldado.

—¿Al menos estaré invitado a la boda?

—Señor será un honor que esté presente en ese día —esbozó una sonrisa sintiendo el corazón palpitar más fuerte al pensar en Qingqiu—, espero paciente el tener mi baja para poder dedicarle todo mi tiempo a mi futuro esposo.

—Estás en derecho Binghe, lo mereces y aunque me duele tu baja no puedo evitar el sentirme feliz de ver que estás pronto a cumplir el sueño de un hombre enamorado, el casarte y tener familia.

—Gracias señor. Solicito permiso para marcharme. —Luo se puso de pie adoptando de nuevo la pose rígida.

—Tu baja será tramitada, tendrás una ceremonia digna por haber servido a la nación, la medalla de honor será digna de ti.

—Señor me siento honrado y ansío el momento en que la medalla llegue a mí.

—Soldado, puede retirarse. —El general sonrió indicándole con un gesto de la mano la retirada.

—Señor. —Binghe se despidió haciendo el saludo formal antes de darse media vuelta y marcharse del lugar dejando a un tranquilo general en su despacho.

El andar del hombre era elegante, recto e imponente, con aquellos pantalones verdes, las botas militares y la camisa del mismo color que la primera prenda, salió de la secretaria de la defensa nacional para ir directo hacia su coche.

La sonrisa que se instaló en él no se deshizo en todo el trayecto, contrario a ello se amplió más cuando al llegar a su casa se encontró con la grata sorpresa de ver a Qingqiu bajar de su auto de igual forma.

Para el pelinegro el contemplar a Binghe con el uniforme militar le causó una cosquilleante sensación entre curiosidad y admiración por ver lo guapo que el hombre lucía con aquel atuendo, aun sabiendo que eso podía ser peligroso para él en un futuro.

Sonrió sin perder detalle del andar masculino y marcado, tan propio de Luo era el sonreír que no lo imaginaba en combate, sobre todo porque se había acostumbrado a esa forma de ser tan relajada y positiva.

—¿Qué haces aquí? Creí que trabajabas. —Cuestionó el alto acercándose a Qingqiu quien se había mantenido en su lugar todo ese tiempo.

—Me han dado permiso ya que tuve que acudir en la búsqueda de algunos libros para preparar un nuevo comercial y aproveché en hacer la compra ya que no volveré hasta mañana —Shen Jiu alzó el rostro lentamente conforme Luo se acercaba, una vez teniéndolo cerca no dudó en rodear su torso con ambas manos para apegarse a él. Habían creado un lazo tan rápido que ninguno dudó en acercar sus labios para fusionarlos en un beso que pese a ser corto duró lo suficiente como para hacerles saber que todo estaba bien—, ¿por qué estás vestido así? —Deslizó una mano hacia el pecho ajeno para tocar con extrema cautela las medallas brillantes del hombre, no sabía su significado pero le daba una idea de los años que Binghe había tomado de entrenamiento.

—¿Qué crees que hice? —Habló abrazando un poco más al pelinegro, con suavidad propia de él puesto que no deseaba lastimarlo.

—No lo sé, me ayudaría mucho el que me respondas mi duda.

—He solicitado mi baja. —Anunció sonriente.

—¿Baja? —Qingqiu frunció el ceño con ligereza, la curiosidad ganó por lo que alzó el rostro para ver al ajeno.

—Sí, he solicitado mi baja del ejército —habló cuidadoso recordando la mentira que le había dicho al inicio al más bajo—, me he cansado de ser un guardia custodio.

—¡Oh! —Shen Jiu no le creyó en absoluto lo último, sin embargo si creía en que se daba de baja a nivel francotirador lo que le hizo relajar solo un poco la postura— ¿Y por qué?

—Eres muy preguntón. —Binghe se separó lentamente de él para tomar de la cajuela abierta las bolsas de papel que estaban rellenas con la despensa del pelinegro— Me doy de baja porque ya ofrecí mis mejores servicios.

—¿Qué fueron...?

—Ser guardia custodio del palacio de gobierno, del presidente y ocasionalmente de su esposa.

—¿Eso es cansado? —Qingqiu imitó la acción tras tomar algunas bolsas de compra para ser el primero en entrar a su casa.

—Sí por los horarios, demasiado inflexibles. Además no estarías tan feliz de tener que cuidar a una persona que a veces suele hacer nada. —Rió bromista.

—No, no suena nada lindo —fingió creer la historia depositando cada bolsa sobre la isleta, Binghe le ayudó al depositar la demás compra—, entonces estarás libre.

—No por ahora, tengo unos días más de trabajo.

—¡Oh! ¿Entonces no te veré de nuevo?

—No —Binghe se acercó de nueva cuenta al pelinegro, lo abrazó por la espalda y sonrió—, aún tenemos una cita pendiente.

—¿Qué? —Shen Jiu se sorprendió por lo último— creí que ya la...

—No, esa fue una cita pero no fue la que te merecías.

Qingqiu se giró en sus brazos para encararlo, sus ojos conectaron y sonrió, le comenzaba a gustar esa diferencia de altura, aquel modo de imponer de Binghe sin ser consciente le hacían mella en su frío corazón porque muy en el fondo sabía que se sentía protegido y había encontrado en él eso que había anhelado en sueños.

—¿Merezco otra cita?

—Por supuesto, te mereces cada cita especial, cada salida, cada tomada de mano, cada beso y cada abrazo.

Binghe sonrió de tal forma que Shen Jiu se quedó sin palabras, tan solo absorbió la imagen de aquel hombre feliz, sintió que sus manos eran tomadas con suavidad y pronto cada una recibió un casto beso; retuvo el aire por la emoción contenida, jamás se habían mostrado así con él y le era aterrador pensar en que comenzaba a gustarle algo nuevo, algo inexplorable.

—Esta noche. —Habló bajo creando un ambiente íntimo, Qingqiu ladeó el rostro curioso.

—¿Qué pasará esta noche?

—Esta noche te daré una cita especial.

—¡Oh!

—Llega a las nueve, puntual y más hermoso de lo que acostumbras —le robó un beso antes de alejarse de él—, no faltes. —Y se marchó con ese andar digno de un sargento que da órdenes y reprende en el trabajo.

Shen Jiu por su parte permaneció estático unos segundos, entrelazó con suavidad sus manos tocando con sus dígitos los lugares que el alto había besado, parpadeó unos segundos antes de bajar la vista hacia el suelo.

—Hoy no será. —Suspiró al tiempo en que se prohibía explorar la casa de Binghe con el propósito de buscar información, no sería justo cuando él había sido tan amoroso— Quizá después.

Su mirada se enfocó sobre una bolsa de tela, aquella que contenía un libro pequeño que había comprado de una tienda especialista en campamentos y objetos de supervivencia, en dicho ejemplar se explicaban los diferentes calibres de las balas así como también las armas desde las más básicas hasta las más complejas como lo eran los rifles de francotirador.

Ignoró el hecho de que pausaría su misión, enterraría unos momentos el ser un agente doble solo para colocarse el delantal, acercarse a un pequeño mueble donde tenía diversos recetarios de todo tipo de comida y así extraer el que se enfocaba en postres; se concentró en ser una persona normal que lo mejor que podía hacer para distraer sus planes era cocinar algo que a Binghe pudiese gustarle, algo para complementar lo que el alto tuviese en mente para la noche.

Cuando la hora llegó, Shen Jiu salió a pasos calmos de su casa, en uno de sus brazos cargaba lo que terminó siendo un pastel pequeño hecho por el mismo, con una bonita decoración de nata montada, fresas y un toque de chocolate rallado, el pelinegro no se sentía todo un chef pero admitía que al menos no le había quedado mal y se había esmerado en ello. Tocó el timbre y aguardó sintiendo de momento sus piernas flaquear por experimentar emociones que él desconocía.

Finalmente y tras unos segundos, apareció Binghe quien utilizaba una camisa azul cielo manga larga y unos pantalones negros de vestir, decir que se veía guapo era poco para Shen Jiu quien sonrió tímido al ver al hombre.

—Pasa.

—Yo uh... he traído esto —alzó con suavidad el pequeño pastel sintiéndose como un niño pequeño—, no sabía que traer así que fue lo único que se me ocurrió.

Binghe le sonrió y tomó el bizcocho invitando así a Qingqiu a ingresar, tras cerrar la puerta el sonido de una melodía suave inundó de nuevo la estancia.

—Me faltaba el postre y lo has traído tú. —Habló Luo yendo hacia la mesa.

Shen Jiu siguió el sonido de la música; el suave compás de la batería y el piano generaban armonía, pronto se unió una voz y supo de inmediato que canción era puesto que hacía años la había escuchado para practicar su inglés.

Just like me, they long to me, close to you... —Susurró cantando Close to you.

Avanzó el pasillo por el cual Luo se había ido a pasos lentos, la luz era baja para crear un ambiente íntimo y tranquilo, pronto se abrió paso una estancia que reconoció como la sala y el comedor más se vió sorprendido cuando detalló en la mesa familiar donde había velas rojas y blancas, así como también una botella de vino sumergida en hielo y no más importante algunas bandejas de plata cubiertas considerando en ello que fuesen la comida.

Ladeó el rostro en busca de la sala y la encontró apenas siendo conformada por un sofá de tres asientos y un individual, ambos en cada esquina dejando libre el espacio para no obstruir el ventanal desde el cual se podía ver su casa si se removían las espesas cortinas blancas.

—¿Te gusta? —Preguntó Binghe a su espalda, Shen Jiu giró el rostro y asintió lentamente sin comprender bien lo que el alto planeaba. Ante el silencio del más bajo Binghe sonrió casi tímido pero orgulloso— Lo hice para ti.

—¿Para mí?

—Te he dicho que te mereces una cita de ensueño, bueno en este caso déjame decirte que esta será una de tantas. —Con cautela tomó la mano ajena para conducirlo hacia el comedor.

Qingqiu se encontraba anonadado por el ambiente, las velas le daban un toque tan romántico que sonrió al sentirse como en una película de las que había visto donde todo era color rosa, jamás imaginó encontrarse en una situación así de agradable.

Pronto la melodía acabó para dar inicio a una nueva, los acordes de una guitarra eléctrica hicieron al castaño sentirse en los años treinta; Put your head on my shoulder sonaba baja pero dando ese toque de un romance lleno de energía.

—Estás muy callado —el anfitrión inició conversación mientras abría la botella de vino para servir las copas— ¿es muy pobre mi decoración? —De golpe se sintió inútil.

—No —dijo en voz baja detallando en cada espacio de la casa iluminada con velas—, es hermoso —fijó su vista en el alto otorgándole una sonrisa tranquilizadora—, nunca me habían preparado algo así, estoy impresionado.

Aquellas palabras hicieron que el ego de Binghe creciera, sonrió de nueva cuenta y concluyó el rellenar las copas, acto seguido destapó las bandejas, en una se encontraban brochetas de fruta, tales como sandía y melón que poseían la forma de un corazón en cada trozo, se mezclaban entre las fresas, el kiwi y uva las cuales solo se decoraban con chocolate líquido que ahora yacía seco pero le daba ese aspecto apetitoso.

Al destapar la otra bandeja se apreciaban medallones de carne no mayores a la palma de la mano, se veían bien sellados y bañados en una reducción de salsa de soya, así mismo yacían bien acomodados sobre hojas bien cortadas de rugula resaltando así ese color marrón de diferentes tonos.

Finalmente la última bandeja se destapó revelando así un tazón de humeante pasta bolognesa que era coronada por pequeñas albóndigas de carne de res, la variación de los tres colores causaron en Shen Jiu tal impresión que solo pudo admirar la belleza culinaria de lo que Binghe había colocado en la mesa.

—¿Lo has hecho tú?

—Totalmente, sé cocinar más platillos de los que crees. —Sonrió orgulloso.

—Luce demasiado delicioso.

Unchained melody empezó a sonar mientras el alto servía los platillos individualmente, tras concluir, tomó asiento frente a un muy tímido Qingqiu, observarlo así gracias a la luz de las velas le hicieron suspirar internamente, lucía tan hermoso y puro que se sintió dichoso de ello.

—Antes de empezar quiero decir algo —tomó la copa siendo imitado por el castaño, estiró la mano libre para sujetar la ajena y así dar inicio a sus palabras—, hace muchos años perdí lo más valioso en la vida, mis padres murieron en medio de una guerra que no les tocaba defender, quedé huérfano de alma y corazón, me quedé solo y sin nadie que me cuidara...

Qingqiu observó el rostro ajeno, no sabía si las palabras anteriores en referencia a sus padres las decía literalmente o solo eran para ocultar el motivo del deceso, sin embargo no perdió detalle en ver su rostro que pese a lucir sereno expresaba mediante la mirada una gran tristeza.

—Vagué por muchos años, concentrándome en el trabajo, forjándome como militar, peleando, estudiando sobre la supervivencia en el campo de batalla, siendo alguien por mí mismo para honrar la memoria de mis padres; hasta que te conocí —esbozó una sonrisa deslizando el pulgar por el dorso blanquecino—, y supe que había algo en ti que me hizo saber que la vida te sorprende cuando menos lo imaginas.

—Binghe... —Susurró sonriendo tímido, ignorando la punzada de dolor de saber que el moreno no lo conocía en absoluto y probablemente lo repudiaría al saber la verdad.

—Por eso quiero tomar el primer trago de esta copa contigo y al concluir la botella quiero levantarme e invitarte a bailar una melodía que desencadenará en sorpresa.

Qingqiu mantuvo su vista en la ajena, se atrevió a asentir antes de chocar sus copas y beber del líquido oro que burbujeaba con suavidad, soltaron momentos después sus manos y se dedicaron a cenar entre cortas charlas y sonrisas bajas.

Para cuando la botella se acabó, Binghe se levantó excusándose unos segundos; dejó solo al pelinegro con How Deep is your love? de fondo, aunque no eran de su época, a Shen Jiu le gustaba escuchar a los Bee Gees por los tonos tan románticos que llegaban a emplear, tan profundos y entregados; minutos después y antes de que acabara la canción, Luo volvió sonriente extendiendo una mano hacia su acompañante.

—¿Bailamos? —Shen Jiu tomó casi el último trago de su copa, no se sentía ebrio pero sí un poco liviano y relajado por todo el momento antes pasado.

Tomó la mano blanquecina y grande con calma, se puso en pie y acercó a él, casi al instante empezó a sonar Can't smile without you del muy animado Barry Manilow, el movimiento de sus pies era tranquilo, Shen Jiu apoyó su cabeza contra el hombro contrario solo permitiéndose ese momento de felicidad, la mano de Binghe se había situado en la curvatura de su espalda guiando así al más bajo, la otra la tenía alzada lo suficiente para seguir el ritmo y poder dar las vueltas a su pareja.

If you only knew what I'm going through... —Tarareó al ritmo de la letra.

Shen Jiu sintió una punzada de culpa ante esa frase, si Binghe supiera por lo que estaba pasando, lo que estaba haciendo, posiblemente esa cena, esos detalles y esa sonrisa no serían para él.

I can't imagine a future without you... —Aquello no correspondía a la canción pero Binghe tuvo la necesidad de decirlo.

—Binghe —el pelinegro alejó el rostro para verle bien a los ojos, aún bailando y disfrutando de la canción, tenía que comprobar en su mirada que aquellas palabras dichas no eran mentira—, ¿lo dices en serio? —Musitó.

El nombrado por el contrario solo sonrió y continuó bailando, hizo girar al más bajo un par de veces antes de sujetarlo de nueva cuenta, no hablaría hasta que la canción acabara, esa misma que expresaba lo que él sentía, simplemente no podía sonreír sin Qingqiu.

Para cuando la canción finalizó, Luo se separó un poco para meter una mano en el bolsillo de su pantalón, de este sacó una caja minúscula; Shen Jiu frunció el ceño con extrañeza, finalmente cuando fue abierta se quedó un tanto asombrado por lo visto.

—Estos anillos los compré pensando en nosotros —Binghe extrajo un par de argollas, las colocó sobre su palma y explicó—; Uno de los anillos tiene un corazón hueco mientras que el otro tiene el complemento, quiero darte este último para quedarme yo con el vacío porque eso significa mi corazón sin ti, al unirse ambos anillos el corazón está completo, así como lo haces tú ahora que estás conmigo.

—Bing... He... —Susurró sin creer lo que oía, la mano grande tomó al mencionado y lo acercó lo suficiente para poder tomar la mano ajena.

—¿Aceptas ser mi novio? ¿Aquel que tenga mi corazón a la distancia y me lo devuelva cuando estemos juntos de nuevo?

Shen Jiu parpadeó, sintiendo la marea de emociones trepar desde su vientre hasta la boca de su estómago, jamás había pensado que tuviese una propuesta de noviazgo tan romántica y especial.

—Sí... —Dijo sonriendo al ver como el anillo se deslizaba en su dedo anular izquierdo.

—En un futuro no será un anillo de promesa lo que tengas en tu dedo, será uno de matrimonio. —Expresó su deseo haciendo a Qingqiu sonrojar.

—Es precioso, gracias —se acercó a él para abrazarlo por el cuello y así poder inclinar hacia él su cabeza otorgándole la facilidad de tocar sus labios—, por revivir lo que creí muerto en mí. —Musitó antes de darle un beso que ahora adquiría la forma etérea del amor.

Binghe se sintió dichoso, sabía que Qingqiu era su pareja ideal, ahora solo restaba el concluir su misión para volver con él y seguir formalizando su relación hasta tener un matrimonio, uno entero donde se podría dedicar a él sin la necesidad de ausentarse por ser un sargento.



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