Declaraciones enemigas
—Tenemos un día para asegurarnos de que todo salga de nuevo bien —Shen Jiu se mostraba más activo y confiado frente a los guardias de seguridad, señaló el mapa y sonrió—, será un tiro similar al de anoche, tenemos la ventaja del chaleco antibalas que amablemente Zhang nos ha conseguido, será incómodo para él pero necesario para lo que tengo en mente.
Guardó silencio un segundo antes de proseguir.
—Aunque esta vez no tenemos edificios que nos cubran los costados se repetirá casi la misma acción, salvo que esta vez deseo que el señor Yue se levante de inmediato, será secundado por Wang mientras que al joven Qinghua lo resguardará Wen en una de las esquinas, oculto y con un chaleco extra para proteger su cabeza si se hace ovillo. —Explicó detalladamente.
—¿Nos avisará nuevamente? —Cuestionó el guardaespaldas de Yue Qingyuan.
—Sí, tenemos que ser más discretos, ahora nos exponemos al día, aunque la azotea me quedará más baja del edificio donde podría venir el disparo. —Hizo una mueca, había revisado y observado mediante sus binoculares los mejores lugares para un disparo lineal quedando como posible candidato un edificio unos pisos más alto que el restaurante.
—¿Rodearemos el perímetro?
—Ese bastardo escurridizo no se puede escapar de nosotros —gruñó frustrado—, ¿acaso no vieron nada inusual ayer?
—Nada joven Shen, ni sospechosos, ni movimientos raros. —Avisó uno de ellos.
—Vamos a desplazarnos por las azoteas de ser necesario, las importantes que rodean al edificio desde donde tengo previsto estará el francotirador.
—¿Qué haremos con él cuando lo capturemos?
—Déjenmelo a mí, quiero hacerle unas cuantas preguntas.
Los custodios se observaron entre ellos más no dijeron nada, sabían que Shen Jiu podía ser un joven guapo y de una belleza inigualable pero era calculador y rozaba lo homicida al querer enfrentarse a alguien que era potencialmente peligroso.
—Usaremos ropa civil, nada de trajes, solo nos apoyaremos de los intercomunicadores, no podemos darnos el lujo de ser cuestionados después por si la policía interviene. —Se paseó la mano izquierda por el cabello negro, suspiró largo y se mantuvo pensante.
—¿Nos reuniremos de nueva cuenta en el puente después del atentado? —Cuestionó uno de ellos.
—Sí, movimientos rápidos, la misma salida trasera si la hay, de lo contrario cubran al candidato y a su pareja con algún saco o algo para que su rostro no sea mostrado, con el atentado de ayer lo medios de comunicación están al acecho para indagar sobre lo sucedido.
—Así será.
Shen y el equipo de seguridad asintieron, acto seguido el grupo se disolvió comenzando por la partida del secretario personal, abandonó la minúscula sala de descanso que tenían los guardaespaldas que dormían en la mansión, se alejó a pasos calmos hasta situarse frente a la puerta de madera que conducía al despacho de Yue Qingyuan y se atrevió a entrar asomando la cabeza con lentitud.
—¿Señor?
Yue alzó el rostro de su lectura, su nuevo discurso estaba a punto de ser filmado, incluso esta vez había hecho del uso de sus lentes ya que se encontraba cansado y no lograba leer bien.
—¿Qué pasa?
—Nada, quería saber cómo se encontraba. —Se atrevió a entrar.
—¿Sabes? Hasta hace poco me encontraba en un estado neutro —resopló dejando caer los hombros—, hasta ahora que ya no sé qué pasa conmigo; quiero decir, estoy enamorado y feliz pero también me encuentro nervioso y con mucho miedo. Miedo de morir, miedo de quizá perder a Shang Qinghua, ruego al cielo que no sea así pero...
Shen Jiu detalló la mirada entristecida del hombre, los ojos aguados y los labios caídos. Yue estaba entrando en crisis y eso no estaba permitido. Finalmente y tras un corto silencio continuó.
— Siento que me estoy viniendo abajo. Shang no me lo expresa abiertamente, pero se encuentra igual o peor que yo, él fue quien recibió la amenaza, se ha de sentir presionado por todo esto.
—¿Ha sido amenazado nuevamente? —Interrogó con suavidad y firmeza.
—Sé que lo está, no lo dice pero lo conozco, su nerviosismo y su mirada asustada me confirman todo.
—Esto solo nos demuestra que Gongzhu tiene demasiados cómplices —Shen Jiu se permitió tomar asiento en el sofá, alejado de Yue y sus expresiones—, si el mismo director sabía de la importancia de aquellos historiales quiere decir que lo saben al menos los cargos más importantes.
—¿Qué pasará cuando logres atrapar al francotirador? —El hombre inspiró con fuerza— ¿Tendré vía libre o seguiré en la lista negra?
Shen Jiu ya sabía la respuesta más no se apresuraría a contar sus planes, no si Yue estaba así de tenso, nervioso y asustado, podría estropearle todo. Fijó la vista en su anillo y se encogió lentamente de hombros.
—Puede renunciar. Retirarse de la candidatura.
—¿Estás loco? —Gritó molesto— ¡No voy a declinar a estas alturas!
—Lo suponía; entonces solo me queda esperar al último tiro para decirle lo que hará después de que la bala sea evitada —se levantó del sofá, sacudió con calma su saco y se encaminó a la salida. Giró el pomo y salió no sin antes decir—: al final si podrá decir orgulloso que pertenece al partido liberal revolucionario pues habrá sido justo y dejará libre y limpio el nombre de Su Xiyan. No se rinda señor.
Cerró la puerta tras de él, se acercó a su lugar de trabajo, tomó asiento y suspiró, la cabeza comenzaba a dolerle por tantos secretos y planes en mente, no necesitaba ninguna actividad física para sentirse totalmente exhausto, solo deseaba llegar a casa, tirarse a la cama y dormir.
Por un momento se imaginó llegando a su hogar, siendo recibido por Binghe y sus mimos, ideó la fantasía de un romance normal, entregándose por completo al sentimiento de amar sin limitación ni secretos. Sonrió internamente, quizá eso no llegaría aún, era lo que deseaba pero debía esperar un poco más.
Binghe se calzó las botas de casquillo negro, acomodó bien los jeans azul fuerte dentro del calzado y lo ajustó, esta vez su uniforme militar había sido suplantado por una vestimenta mayormente azul, portaba una chaqueta de cuero negra y debajo de esta una camisa blanca de algodón.
Aún estaba demasiado molesto por haber fallado la misión, había corrido con suerte al no haber recibido ningún llamado de atención por parte del gobernador, en las noticias se decía que un restaurante había sido víctima de asalto y que los ladrones solo habían soltado disparos sin causar un daño mortal.
Nada se sabía de Yue Qingyuan, ni siquiera fue mencionado, era como si nunca hubiese ido a ese lugar.
El bastardo era escurridizo pero ahora no tenía que haber falla, esta vez él supervisaría que todo marchara correctamente ya que sería quien diera la formula sin fallos.
Se levantó de la cama, tomó su mochila y abandonó el lugar. Suerte que no estuviese Qingqiu o se toparía con un monstruo huraño en lugar de su habitual positivismo.
Aún era demasiado temprano, el desayuno estipulado indicaba que Yue acudiría al lugar aproximadamente a las diez de la mañana, tenía dos horas para prepararse. Subió a su camioneta y abandonó el lugar en busca de Mobei.
Condujo aproximadamente media hora debido al tráfico matutino, la tensión en su rostro era evidente, por lo que cuando llegó al lugar acordado no hizo gesto alguno de amabilidad cuando se presentó ante su mejor amigo, quien comprendió su humor y decidió actuar profesional.
—¿Ya tienes todo listo? —Gruñó.
—Sí señor. —Mobei Jun sacó del bolsillo de su pantalón una pequeña libreta, la cedió a Binghe y se alejó de él.
Luo por su parte tomó el bloc, extrajo del interior de su chaqueta un bolígrafo negro, avanzó decidido hacia la mira telescópica individual para fijar la vista sobre el restaurante.
Mobei solo observó en silencio como el hombre observaba algunos segundos antes de hacer anotaciones rápidas.
—Saca el anemómetro, está en la mochila. —Ordenó al joven aprendiz.
El anemómetro era un minúsculo artefacto que podía pasar como un pequeño radio o bocina individual, su función consistía en medir el viento y a cuantos metros por segundo iba. Lo encendió y cedió al sargento quien lo tomó casi con un gruñido.
Binghe retomó su labor, en cada observación hacía formulas, tales eran calcular el factor de estabilidad giroscópico de la bala por el tiempo de vuelo, la altitud, presión atmosférica, temperatura ambiental y por supuesto el viento.
Acto seguido se encargó de armar el rifle, lo posicionó en la esquina del edificio siendo demasiado preciso en su armado; Mobei Jun solo le ayudaba en silencio, pasándole las municiones, la mira telescópica y el soporte.
Finalmente, Binghe verificó una última vez la posición del arma que apuntaba directamente hacia la mesa que sería destinada a Yue Qingyuan. No debía haber fallos, no cuando estaba por retirarse.
—Listo, toma tu posición, no debe tardar. —Demandó colocándose al costado del rifle sin perder la mirada por su propia mira hacia el establecimiento.
—Sí señor. —Mobei obedeció a su sargento, se colocó en posición y observó por la libreta los cálculos del mayor, inspiró hondo sintiéndose nervioso por aquella labor que comenzaba a sentirla pesada.
Minutos después lograron observar cómo era que Yue hacia acto de presencia, esta vez les daba la espalda quedando su novio frente a él, ambos lucían radiantes, siendo ajenos a lo acontecido dos noches anteriores.
—Sin fallos. —Murmuró seguro de su precisión.
Binghe mantuvo la mirada sobre el hombre, contó mentalmente alzando la mano y alzando los dedos para dar silenciosas instrucciones, ágilmente revisó el entorno y entonces observó cómo había una persona en la azotea del restaurante, intentó reconocer quien era pero el cabello dorado, las gafas oscuras y la ropa clara le deslumbraron un poco, más cuando por accidente su vista se vio lastimada gracias al reflejo de un lente de alta potencia por el sol.
Actuó de inmediato, terminó de alzar el tercer dedo y el sonido del disparo inundó sus oídos, un poco de estática cubrió el ambiente en su cerebro, parpadeó y volvió a observar, esta vez aquella persona murmuraba algo, deslizó la mirada hacia su objetivo y vio a Yue de pie siendo empujado con fuerza hacia el frente por la bala.
—¡Justo en el blanco! —Se enorgulleció Mobei Jun.
—¡Perfecto!
Lastimosamente y para asombro de los dos, Qingyuan se levantó para después correr hacia la salida donde se ocultó y con ello frustró un segundo intento de homicidio.
—¡Mierda! —Gritó con enojo el sargento.
—Señor... yo le di.
—¡Ya lo sé maldita sea! ¡No soy ciego! —Rugió furioso. Posó la vista sobre el mirador buscando al chico de cabello dorado, más no lo encontró, en su lugar se sorprendió al ver varios hombres vestidos de civil corrían por las azoteas buscando al responsable— ¡Mierda, guarda todo!
Mobei Jun no cuestionó nada, desarmó con rapidez el rifle guardándolo en la maleta de deporte, tomó y ocultó todo para cargársela en el hombro, Binghe salió de ahí más molesto de lo normal por lo que lo siguió unos pasos atrás.
—¡El maldito bastardo tenía un puto chaleco antibalas! —La mirada oscurecida y las fosas nasales expandidas solo eran una pequeña señal del cómo se sentía.
—Señor...
—¡Cállate maldita sea! Estás dado de baja de esta puta misión, lo haré yo.
—Pero... —Mobei Jun se sintió dolido porque su mejor amigo le había arrancado de golpe la ilusión de su primera misión.
—No cuestiones nada soldado, lo he dicho, obedece. —Gruñó bajando las escaleras con rapidez.
Los furiosos pasos del sargento resonaron por las escaleras, alguien quería atraparlos, no le daría el gusto a esa persona, antes de eso primero necesitaba matar al maldito candidato, tenía una última oportunidad, era todo o nada.
Si fallaba la última bala entonces ya no se ocultaría, iría directo a la casa de aquel infeliz y lo estrangularía con sus propias manos por haber arruinado su última misión, misma que debía ser exitosa para una retirada memorable.
Mobei Jun mantuvo la boca sellada, enojado con el destino, enojado con el tal Yue Qingyuan por arruinar su disparo, enojado con Binghe por tener que ser su superior en esos momentos, enojado con todo porque ahora ya no pertenecía a la misión.
Estúpida vida. —Pensó sintiendo una mezcla de decepción y rabia sin destinatario.
Al llegar a la salida del edificio donde habían entrado como simples visitantes, Binghe le arrebató a su joven amigo la maleta donde yacía el arma, Mobei por mero protocolo hizo un saludo a manera de decir que estaba listo para recibir órdenes.
—Vete a casa, estás fuera.
—Sí señor. —Se forzó a decir aquello evitando mostrar la decepción.
—Que esto no te impida secundarme, esto es personal. —Excusó Luo respondiendo al saludo antes de girar sobre sus talones y marcharse de ahí.
Mobei Jun bajó la mano lentamente, dejó caer los hombros y se giró para avanzar en dirección opuesta, se sentía derrotado, quería golpear a su amigo más no podía ya que él debía separar la amistad del estatus que Luo poseía, por lo que se tragó toda palabra para abandonar el lugar y buscar refugio en su hogar.
Luo Binghe por su parte arrojó con todo el coraje posible la maleta a la cajuela, subió dando un fuerte portazo y arrancó hacia su casa, necesitaba desquitar su coraje haciendo ejercicio, necesitaba entretenerse para dormir el odio generado hacia el inepto candidato a gobernador y hacia el chico de cabello dorado que le había distraído y causado intriga por no saber sus verdaderos motivos para estar ahí.
—Mierda.
Inspiró hondo y condujo a casa, ahora la misión pasaba a ser un desafío llamado: Ponle la bala al candidato o muere siendo un sargento perdedor.
—¡Oh Dios mío! —Shang Qinghua gimió asustado al ver a su novio subir a la camioneta con rapidez.
Ambos se abrazaron con fuerza, instantes después fueron proyectados hacia atrás debido a que la camioneta había arrancado alejándolos lo más rápido del establecimiento.
Todo había sucedido en un instante; cuando ya todo estaba montado el plan de Shen Jiu se puso en marcha, esta vez aconsejó al candidato mediante un intercomunicador, sus palabras eran claras.
—Cuando cuente hasta cuatro debe levantarse, la bala le impactará y caerá sobre la mesa.
—¿Qué dices? ¿Quieres matarme? —Yue jadeó asustado.
—Le conseguí el mejor chaleco, AR500, fibras sintéticas fuertes, placas de cerámica fundida con acero, fragmenta las balas de calibre alto, su peso indica lo seguro que es.
Yue Qingyuan había aceptado que sí, el chaleco pesaba demasiado, era estorboso y le hacía mover torpe, sin embargo no creyó que funcionaría hasta que la fuerza de la bala lo impactó contra la mesa donde cayó seguro ya que Shang Qinghua había retirado cualquier cubierto y objeto de cristal.
Había sucedido tan rápido que cuando reaccionó solo pudo levantarse aún aturdido, escuchó lejana la voz de Shen Jiu gritándole que corriera, aún mediante el intercomunicador dentro de su oreja sentía que su secretario gritaba desde un lugar sumamente lejos.
Corrió tan rápido como pudo, se refugió en las escaleras del lugar pasando por alto el que su novio estuviese hecho ovillo y cubierto por dos chalecos antibalas para evitar otro posible disparo.
El cuerpo de seguridad se movió rápido, se llevaron a un temeroso Qinghua de inmediato hacia la camioneta blindada, cubriendo su rostro en todo momento y usando sus propios cuerpos como escudo para el menor, al asegurarlo en la camioneta acudieron por el candidato quien solo pudo suspirar de alivio al saber que estaba vivo.
El trayecto hacia el puente fue silencioso, cargado de angustia mezclada con ilusión puesto que había sido el segundo ataque concluyendo en exitoso. Shen Jiu lo había planeado todo tan bien que agradecía su vida entera por mantenerlo a salvo.
Al encontrarse con el secretario se toparon con un joven de cabello dorado, ojos delineados y ropa formal. Yue Qingyuan por un segundo no lo reconoció hasta que el joven se acercó a ellos y les mostró una ligera sonrisa.
—Vamos a casa ahora. —Pidió el mayor de todos.
—Suban ahora. —Habló sereno.
El segundo ataque había tenido éxito, Xiao Jiu pensó que el último y el que definiría todo debía ser analizado ahora desde un punto diferente, ahora él daría toda orden desde el mismo lugar donde se posicionaría el francotirador, esperaba encontrarlo ya para conocer finalmente el rostro del hombre que atentaba contra vidas ajenas.
Desde el primer disparo, Shen Jiu había declarado su odio y enemistad contra el tirador, ahora estaba a un paso de enfrentarse a él. Y así sería.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top