Capitulo XXV

Narrador omnisciente:

Sebastián: Cuentame mas de ti... Quiero conocerte más... Saber lo que te gusta hacer.

Pidio el apuesto hombre de cabellos azabaches, mientras limpiaba la espalda del pequeño niño.
Ambos estaban en el baño... El joven estaba con su cuerpo sumergido en la tina, mientras que su cuidador estaba sentado en un banquito detras de él. Esa tarde el niño se habia sentido mareado, por lo que Sebastián decidio que seria adecuado que se mojara un poco... Lo bueno es que no hubo fiebre.

Ciel: Mmm... Bueno. Muchos no lo saben, pero me gusta coser.

Sebastián: Mira eso... No me lo esperaba.

Ciel: Nadie lo hace, pero pase mucho tiempo en cama, asi que aprendi a coser para entretenerme... Pero solo hago peluches.

Sebastián: ¿Me harias uno alguna vez?

El hombre paso un poco de agua por la cabeza del niño, luego comenzo a rascarla para limpiar bien su cabello.

Ciel: Ja, lo dudo tanto.

Sebastián: Que cruel...

Terminado el baño, el mayor ayudo al azulino a ponerse de pie, pero al hacerlo este tambaleo un poco, razón por la cual  lo dejo sentado en el banquito donde él habia estado hace unos segudos... Con una toalla comenzo a secar el cuerpo del niño, desde su cabeza hasta sus pies. Estando en su espalda, se fijo en algo que parecia uno de los lastimados causados por su psoriasis.

Sebastián: Ya desde hace un tiempo que queria preguntar... ¿Como le quedo esa marca en la espalda?

El niño se sintio un tanto incomodo ante la pregunta... Sabia que en algun momento llegaria, pero en realidad no sabia muy bien como explicarlo.

Ciel: No estamos seguros... Fue la primera marca de psoriasis que tuve. Me salio una noche, cuando era niño... Me dolio mucho.

Sebastián: Pero tiene una forma muy... clara. Como si fuera dibuja.

Ciel: Lo se... Pero ningun doctor pudo explicar la razon de esta. Es la marca mas grande que tengo, y es la unica que tiene una forma tan puntual.

El hombre cubrio al pequeño con la toalla, lo tomo entre sus brazos, y se puso de pie.

Ciel: Puedo caminar por mi mismo...

Sebastián: Prefiero no arriesgarme a que lo hagas.

Si dirigio a la habitacion del menor, lo dejo en la cama para que este pudiese vestirse tranquilo. La fina tela del camison del jovencito parecia bailar al momento en  que él se la colocaba, lenta y tranquilamente... Mientras el hombre sentia un bajo instinto activandose fuertemente, pero evitaba pensarlo, Ciel era un niño, y no podia permitirse semejante imprudencia.

Ciel: ¿Quieres que leamos algo juntos?

La anodina voz de aquel niño de azules cabellos trajo a la realidad a aquel hombre azabache, quien sonrió naturalmente al jovencito que lo miraba.

Sebastián: Suena interesante ¿Desea revisar algun libro de su biblioteca?

Ciel: Vamos a  la principal...

Ahora el adulto recordo... Solo entro una vez a esa biblioteca, aquella en la que el mismo niño lo guió, mencionando que este era su lugar favorito en toda la mansión.

Sebastián: Estare encantado de acompañante...

El azabache extendio sus brazos al joven, pero este, sutil y respetuoso, rechazo el ser cargado otra vez... Creyó que molestaria demasiado, asi que caminaria.
Iban uno al lado del otro, el joven estaba aferrado a al brazo del sujeto alto que iba junto a él, sentia un leve mareo 》Pero ya se ira《 se animaba a si mismo con su pensamiento.
Llegaron hasta aquella habitación, la que destacaba por contener libros de todo tipo, tamaños y colores.  Ambos inspeccionaron las pilas de filas, los titulos, los generos.

Sebastián: ¿Encontraste algo que te interese?

Consuto el mayor, sin quitar su vista de los libros... Aun si espero unos segundos, no recibió respuesta alguna.

Sebastián: ¿Ciel?

Volteo a ver al niño... Y por poco y se lleva un susto de muerte. La mirada del jovencito reflejaba un dolor insoportable, de su boca comenzo a salir un liquido claro y espumoso, y su cuerpo temblaba cada vez mas fuerte. Antes de poder caer al suelo, el azabache lo tomo entre sus brazos, lo cargo y corrio hasta la primera planta de la casa, en busca del mayordomo o alguien que los llevara al hospital.

Mateo: ¿Ahora que te pasa?

Justo la unica persona que no estaba interesado en ver, es la que se cruzo en el pasillo. Pero no se rebajaría a una estupida discucion con un sirviente... Su niño necesitaba ayuda, no le importaba de quien.

Sebastián: El señorito Ciel esta teniendo un ataque de epilepsia...

Mateo: ¿Que?

El contrario recien se percató del estado del niño... vio como este no dejaba de convulsionar, hasta parecia quedarse sin aire.

Mateo: Mierda... Ire por el auto. Esperen afuera.

El azabache obedeció, salio de la mansion, no sin antes sacar del perchero uno de los abrigos que habían, uno del señor Phantomhive, el cual uso como una manta para el azulino.
En pocos segundo, el sirviente estuvo afuera en uno de los autos. Sebastián subios atras con el niño, lo mantuvo sentado,dando ligeros golpecitos en su espalda. El camino era bastante acelerado... Y la preocupacion de los dos mayores era demasiado obvio, no obstante, no fue un viaje silencioso.

Mateo: ¿Como pudiste permitir que pasara algo asi?

Poco a poco, el azabache recordo porque este tipo le resultaba un insufrible... Un total avinagrado. Pero él tenia que matenerse lucido en ese momento, despues de todo, si era culpa suya.

Sebastián: Temprano menciono que tenia mareos, pero nada grave, segun él. Me agarro tan desprevenido como a ti. ¿Ya habia tenido epilepsia antes?

Ahora, el interrogatorio lo daria él, buscando con ansia el enteder ¿Porque justo ahora? Justo cuando todo parecía ir mejor que nunca.

Mateo: Jamas... En sus 12 años de vida nunca tuvo un ataque como este.

Llegaron de urgencia al hospital Real de Londres.
El cuidador salio del auto cargando al niño, mientras unas enfermeras se aproximaban.

Mateo: Volvere a la mansion a avisarle a alguien, quédate aquí  y mantente comunicado por si sucede algo.

Una vez este dio aquella indicación, se aparto rápidamente, mientras el azabache se adentraba a aquel enorme edificio.
Llevaron a Ciel lo antes posible a emergencias, pero Sebastián no lo podria acompañar... Solo pudo darle la informacion de lo sucedido y de la condocion del niño a los enfermeros y dejar que estos hicieran su trabajo.

Las horas no parecian pasar... Que deseperante. El hombre estaba ansioso, y no de la buena manera. Cada segundo sin saber sobre su niño lo estaba asfixiando.
No estuvo solo por mucho, ya que el amo, Vincent Phantomhive, se hizo presente en la sala de espera.
El hombre de cabellos azules se acerco al de ojos rojos, quien no dejaba de morder la punta de uno de sus dedos, tan frenéticamente que parecia que en cualquier momento se lastimaria.

Vincent: Sebastián...

El mencionado se acababa de percatar de la presencia de este. Se sentia totalmente desconcentrado, culpandose de lo sucedido.

Sebastián: Yo... Ni siquiera se que decir.

Vincent: Shh... Esta bien. No hiciste nada malo. No tienes porque carcar con este peso. Es un Phantomhive, él se pondra bien.

La realidad es, que en una situacion como esta, no se podia culpar a nadie. Ademas, el conde no estaba dispuesto a dejar ir a Sebastián... Por primera vez en muchos años, su hijo estaba siendo feliz con alguien, alguien que ademas era determinado, dinamico y capaz de cuidar y comprender a aquél niño. No queria dejar a Ciel en la melancolía otra vez.

El tiempo era la cosa mas tediosa que los estaba jodiendo en ese momento... Simplemente insoportable.
Inevitablemente, el momento de la verdad llego, cuando una enfermera se hizo presente en la sala.

Enfermera: ¿Quienes vienen con Ciel Phantomhive?

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