Capitulo XXI

Narra Sebastián:

Ciel: Me quiero ir... Por favor.

Parece ser algo fuerte, y también afecto demasiado a Ciel, no es el momento para preguntar.

Yo: Vamos, tenemos un bar cerca ¿Quieres un té?

Él no dijo nada, solo camino lentamente hasta la puerta. Sus brazos estaban cruzados, pero no como si estuviera enojado, más bien era como si tratase de cubrir su cuerpo. Eso no es bueno.
Caminamos juntos hasta llegar a una cafetería, nos sentamos adentro junto a la ventana. Ciel puso sus pies en la silla y se abrazó las piernas, tapando su rostro con estas, y a su vez, tenia su mano debajo de su parche, donde tenia una de las marcas de psoriasis más notorias de su rostro... Definitivamente trataba de cubrirse.
Ambos pedimos algo de la carta, él un té con unos scones, yo solo un café amargo. Pero se estaba tardando en tomar más de lo habitual, solo mezclaba, daba un sorbo de ratos, volvía a mezclar.

Yo: ¿No te gusta?

Pareciera haber estado en un transe, ya que cuando le hablé dio un leve sobresalto.

Ciel: ¿Eh? No, está rico... Es solo que... Perdona.

Tomo la taza y empezó a beber el té, como si lo hubiera retado por no hacerlo.

Yo: No te estoy obligando a que lo tomes, solo quiero saber si estas bien.

Ciel: Si... Estoy bien.

Sabia que eso no era cierto, pero no quería discutir con él. Tome un sorbo del café, esperando a que las cosas se calmaran, no esperaba que él mismo decidiese hablar conmigo.

Ciel: Perdona, me quedé un poco desanimado desde Maurice.

Yo: ¿Maurice?

Ciel: El chico rubio que estaba conmigo. Maurice Cole, es el chico más guapo de Weston. Y fue un dolor de cabeza mientras estuve en el instituto.

Yo: ¿Querés hablarme de eso?

Ciel: No creo que sea el mejor momento.

Volvió a tomar un trago del té.
Permanecimos en silencio, él miraba constantemente la ventana, completamente distraído. Note como su mano volvía a posarse en su cara, por suerte adiviné el movimiento antes que lo haga, estire mi brazo hasta tomar su mano evitando que se tocara.

Yo: No te rasques.

Él se vio confundido, pero se que normalmente se rasca sin darse cuenta. Cerro su puño y volvio a abrazar sus piernas.
Los minutos pasaban lentamente, yo trataba de charlar con él, pero estaba muy mal, no como cuando eramos completos extraños... Ahora se veía más triste.
Note como en la ventana comenzaban a caer unas gotas de lluvia.

Yo: Llamare al señor Tanaka para que venga por nosotros... Esperame un segundo.

Me puse de pie y me alejé unos pasos de la mesa para llamar al mayordomo, le explique en donde estábamos para que pasara a buscarnos, fue una llamada rápido. Al volver, logré percatarme de una gota casi transparente acumulada en el ojo izquierdo del menor, acerque mi mano a su rostro, pero antes de poder si quiera tocarlo, él limpio la lágrima con el puño de su camisa.

Yo: ¿Todo bien?

No dijo nada, solo afirmó con su cabeza.
Pocos minutos después, el auto ya estaba afuera. Pague lo que consumimos mientras Ciel salía en dirección al vehículo. Me subí en el asiento trasero con él, esta vez estaba más distante de lo que había estado cuando vinimos, traté de posar mi mano en la suya para tener algo de contacto, pero apenas tuvimos un roce, él alejó su mano, llevándola hasta su pierna.
Definitivamente estaba afectado... No es justo. Me esforcé mucho por agradarle, y por hacer que él mismo se agrade aunque sea un poco... No porque fuera mi trabajo, sino porque es él. Es como si en todo este tiempo hubiésemos subido cinco escalones, y en solo un segundo descendimos diez. Esto demuestra nuevamente que los sentimientos negativos son más fuertes que los positivos... Tan difícil hacer que alguien pase de estar triste a estar feliz, pero tan fácil hacer lo contrario.
No me importa, lo intentaré otra vez... Y cuantas veces sea necesario. Incluso si me tardo su vida entera... Me aseguraré de hacer que se quiera.
Llegamos a la mansión, la lluvia era mucho más fuerte. Acompañe a Ciel a su cuarto... Lo primero que hizo fue ir por su rosa, la cual seguía en el ventanal, estaba un poco mojada, por lo que la dejó un rato más. Camino hasta su armario, y a los minutos volvió al cuarto con su pijama puesto... Se subió a la cama, tapándose con las frazadas.

Narrador omnisciente:

El niño permanecía en silencio, su cuidador quería hablar con él, pero no sabia exactamente como comenzar una charla. El silencio era fuerte, y el tiempo parecía no pasar nunca... Finalmente se rompió, pero para algo muy simple.

Ciel: ¿Me traes agua?

El azabache cumplió la petición del menor, se retiró de la habitación en busca de un vaso con agua. Al volver, el azulino lo esperaba sentado con su espalda contra el respaldo, recibió el vaso, pero no bebió el agua, solo la miraba, sintiéndose totalmente desconectado del mundo.
Sebastián quería saber lo que le pasaba, pero no quería incomodarlo, y Ciel quería confesarle a alguien por lo menos una vez en su vida la tortura que había sido para él Weston College, y la verdad ¿porque no?

Ciel: Maurice y yo no teníamos una buena relación el poco tiempo que estuve en Weston... Para ser honesto, fue pésima.

El mayor se sorprendió ante la sinceridad del azulino, él ni siquiera tuvo que preguntarle nada. Se sentó en la cama junto a él, quería estar más cerca.

Ciel: Sorprendentemente, no es el motivo por el cual me desagrada tanto Weston. El tiempo que me quede fue horrible.

Sebastián: Tengo entendido que es un internado ¿Te tuviste que quedar todo el tiempo durante esa semana?

Ciel: Solo fueron cuatro días, ni siquiera resistí la semana completa. Entenderás, en ese lugar no importa quién eres afuera, eso es lo de menos, llegas y eres uno más, tienes que esforzarte para ser alguien... Nadie recibe tratos especiales. Cuando yo llegue, hicieron una pequeña excepción en cuanto cuidados y reglamentos, habían veces en las que no me adheríaria muy bien a ellos, y eso era por mi condición.

Hizo una pequeña pausa para poder beber un poco de agua, dejó el vaso en la mesa de luz y permaneció con la mirada baja.

Ciel: No se si era por mi enfermedad o que, pero llame la atención de diferentes personas muy rápidamente, incluyendo de los cuatro perfectos de cada casa... Cosa que disgusto a Cole, no se bien porque, no se si es porque le encanta ser el centro de antencion, o por el simple hecho de que él es un chico perfecto y yo soy... Bueno, esto.

Esa última palabra la dijo con un toque de asco, el azabache desearía haberlo animado en ese instante, pero temía que dejase de hablar si lo hacía.

Ciel: Pero al segundo día de estar allí, él comenzó a correr el rumor que mi psoriasis era contagiosa, por lo que, obviamente, todos desidieron alejarse de mi... Bueno, casi todos, tenia excepciones. Aún así, Cole y sus estupidos rumores no fueron los que hicieran que me vaya... Desde el momento en el que llegue, es como si mi cerebro y mi cuerpo no terminaron de acostimnrase a la idea de estar en un lugar nuevo y desconocido, por lo que me comencé a sentir muy mal. La segunda noche fue una de las peores en mi vida. Me desperté como a las dos o tres de la mañana, sentía un ardor insoportable en todo el cuerpo, me hacía calor y no dejaba de temblar, pero no quería despertar a nadie. Permanecí en silencio esperando que el dolor cesara así pudiese dormir, pero no mejoraba, todo lo contrario. Pasaba mis dedos por mi piel sin usar las uñas, esperando aliviar un poco, de algunos lastimados comenzo a salir sangre y me rasgue accidentalmente. Dios, el dolor que sentí... Comence a llorar y gritar, despertando a varios de mis compañeros, principalmente a Mcmillan, uno de los chicos más cercanos a mi.

El mayor trato de imaginarse la escena....Un niño de doce años con psoriasis, llorando y sangrando, a las tres de la mañana... Sus compañeros debieron de llevarse un susto de muerte. Pero surgió en él un instinto protector, un fuerte deseo de que nadie se haya burlado de él.

Ciel: Mcmillan llevó al profesor, tuvieron que anestesiarme para poder relajarme. Obviamente, el día siguiente fue motivo de charla en todo el colegio... Yo no fui a clases, más que por la humillación, era por el dolor. Te comente que la anestesia solo me empeora una vez que desaparece. La tercera noche fue dolorosa pero soportable. Y el cuarto día ya podía volver tranquilo a mis actividades... De casualidad y sin querer, escuche una charla que desearía no haber oído. Era de los sirviente de los cuatro perfectos... Entre esos Maurice Cole y mi primo, Edward. Era obvio que hablaban de mi, pero no de buena manera... De Cheslock no me sorprendió el comentario ofensivo, a él no que agrada ningún estudiante que no sea de la casa morada, no me critico, solo menciono que no quería hablar de un ratón de biblioteca, así le decía a todos los de la casa azul... Clayton, sirviente del perfecto de la casa azul, dijo que no criticara a alguien de su casa, ya que tendríamos que ser una hermandad, aún así, dio su punto de vista de lo sucedido... Bueno, Cole que no dijo... Pero de todos los presentes, jamás pensé que Edward podría lastimarme así, con lo mucho que detesto la palabra "fenómeno". Yo no habría dicho nada, pero Mcmillan se enteró he hizo un escándalo por eso. Clayton se disculpó conmigo por haber estado hablando a mis espaldas, Cheslock le dio igual que lo sepa, Cole solo se burlo más de mí... Creo que Edward trato de hablar conmigo, corrección, se que lo intento, pero yo estaba muy dolido, no quería verlo.

El azabache sintió como corria por sus venas una ira enorme... Eran familia, sabia todo el proceso que su primo estaba pasando ¿como fue capaz de hacer semejante atrocidad?

Ciel: De cualquier manera, esa noche tuve mucho vomito... He hice un escándalo por salir de esa escuela lo antes posible. Desde eso no volví a Weston, y tampoco volví a hablar con Edward... Claro, no que dije nada de esto a mis padres ni a mi tía, y te agradecería que no lo hicieras, no soy esa clase de personas.

Sebastián: No se lo diré a nadie.

El mayor se acostó junto con el niño, poniendo su brazo debajo de la cabeza del menor, así este se acomodara. Ciel se aferró rápidamente al azabache, se sentía cómodo donde estaba... El calor de Sebastián le transmitía sensaciones agradables, incluso si sintiese demasiado asco de si mismo... Una parte de él no quería que se tocasen, debía de ser asqueroso para el contrario, pero sabía que le gustaba estar cerca del azabache. La comodidad era mucha, poco a poco fue cerrada sus ojos, cayendo profundamente dormido.

Sebastián se levantó cuidadosamente para que jovencito no se despertara, dejo la maceta de la rosa junto a su cama, donde sabía que iba.
Tenia mucho trabajo por hacer... Ahora le costaría más hacer que Ciel se quiera, pero por lo menos tenía una parte hecha, ya había confianza entre ellos, demasiada a decir verdad. No era como los primeros días, con la presión y la incomodidad de no caerle bien... Pero esta vez no buscaba que el niño lo quiera, sino que se quiera a sí mismo, eso es más difícil. Por suerte, tenia una idea que incluía a unos amigos que tenia, si alguien podía ayudarlo, eran ellos. Hablaría con el señor Phantomhive, pediría permiso para llevar unos amigos a la mansión y buscaría como animar al azulino de nuevo... Incluso si le llevase todo la una vida.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top