Capitulo VII

Narra Sebastián:

Ayer fue mi último día de prueba en cuidar a Ciel. Hoy tendría que retirar la paga de esta semana y saber si quieren que me quede.
Al llegar a aquella casa, me encontré con el señor Tanaka en la puerta. No estoy seguro del porqué, pero verlo me tranquiliza.

Yo: Buenas días, señor Tanaka.

Tanaka: Buenos días. El amo, Vincent, lo espera en la sala principal.

Atravesé la puerta y me dirigí hasta la sala. Al llegar, me encontré al señor Vincent Phantomhive sentado en uno de los sillones, con una pierna cruzada sobre la otra y con su típica sonrisa. Me sorprende que la señorita Rachel no esté con él.

Yo: Buenos días, señor Vincent.

V. Phantomhive: Hola, Sebastián. Toma asiento.

Me senté frente a él, en otro de los sillones.

V. Phantomhive: En esta semana realizaste un gran trabajo, hasta parece que a Ciel le agradas. Pero tendría que discutir con mi esposa si es que te quedas o no con el empleo. Por el momento, te dejo la paga de esta semana. Te estaremos llamando ¿Te parece?

Me dio un sobre, donde se encontraba el dinero de la semana.

Yo: Me parece bien.

Ciel: A mi no...

Ambos llevamos nuestra mirada a la escalera. Ahí mismo, se hallaba su figura, entre lo débil y lo majestuoso. Con una camiseta morada un poco grande, un pantalón corto, y en lugar de un parche, traía vendas cubriendo su ojo. Su rostro se encontraba sonrojado, por lo que creo que la fiebre no disminuyó del todo. Es realmente extraño verlo fuera del cuarto.

V. Phantomhive: ¿Que hacer aquí? Deberías estar en cama. Sube.

Ciel: No. Me agrada Sebastián, antes de él me sentía muy solo.

Oírlo me dio ternura, y a la vez me hizo sentir bien.

Ciel: Estamos hablando de la persona que debe de cuidarme, así que la decisión final será mía. Además, no terminamos el libro.

El amo y yo permanecimos en silencio por unos segundo. Hasta que él llevó su mirada nuevamente a mi.

V. Phantomhive: Bueno, viendo que mi hijo se puso en mi contra, supongo que no me queda otra opción. De acuerdo, Sebastián se queda... Tendré que terminar con unos papeles que necesitaré que firmes, y recuerda que ciertos días tendrás otros horarios.

Yo: No se preocupe,  siempre estoy desocupado.

El menor termino de bajar las escaleras, se acercó hasta donde estábamos y tomó mi mano, tironeo de esta para que me levanté y siguió así en dirección a la escalera.

Ciel: Bueno, viendo que todo está resuelto, supongo que hoy también trabaja.

V. Phantomhive:  De acuerdo, pero tu vuelves a la cama.

Ciel: Si, señor.

Mientras subíamos, me percaté de su ausencia de calzado, por lo que noté que en la plata de sus pies también  tiene algunas heridas de la psoriasis.
Una vez estuvimos en el cuarto, el azulino soltó mi mano, subió a la cama y se tapo, acomodándose para dormir un rato 

Yo: Oye, sobre lo que dijiste recién...

Ciel: No quiero hablar de eso. Ahora quiero dormir , me siento mareado. Luego te toca leer.

Le sonreí.

Yo: Esta bien.

De manera rápida, este quedó dormido. Algo en él me da cierta... ¿Como decirlo? Cierta paz que antes no tenia.
Pasado varios minutos, noté que Ciel comenzó a temblar y a hacer sonidos raros con su boca, como quejas. Me acerqué y toqué su frente, la fiebre no había bajado. Me dirigí al baño y mojé una toalla pequeña para llevarle. Le quité el exceso de agua y volví al cuerto dejándola en la frente del niño.
Quizás sería mejor dejarlo dormir todo el día.
Yo, por mi parte, tendré que entretenerme ordenando un par de cosas. Me dirigí hasta los cajones donde guardaban los medicamentos y tratamientos del menor. Estos estaban muy desordenados, y se hacía difícil tratar de encontrar una pastilla en específico, ya que todas estan mezcladas sin orden alguno. Saque todo lo que estaba dentro del cajón, dejándolo totalmente vacío. Tome una caja vacía que Ciel tenia en su vestidor, creo que era de zapatos, la corte en tiras un poco anchas y las coloqué de forma vertical en el cajón, agregando otras tiras de forma horizontal para que en esta quedasen distintas secciones. Así, el cajón quedo dividido en cuatro.En cada sección, fui colocando los medicamentos. Ciel solo consume tres tipos de pastillas, lo que me deja con uno de los cajones vacío, pero supongo que si el día de mañana tiene que guardar otros remedios sería bueno que ya tenga donde guardarlo.
Hice lo mismo con el cajón de las cremas, en esta la separación de cuatro quedó perfecto. Y antes de ordenar sus medicamentos inyectables, oi como algo rasguñaba la puerta. Seguramente  es el perro, mis gatos hacen lo mismo cuando la puerta está cerrada. Le abrí, y rápidamente dio un salto y subió a la cama  del niño, quedando a sus pies. Yo volví a la mío, y continué recortando cajas y ordenando los cajones. Al igual que las pastillas, los remedios inyectables se hallan en frascos, con la diferencia que estos son de vidrio, las jeringas deben de guardarlas en otra parte.
Al terminar de ordenar, el reloj marcaba las 04 : 47 pm... El té se sirve a las 05 : 00 pm. Ahora que lo pienso, eso es algo tipo de Inglaterra... "El té de las cinco". Los ingleses son realmente estrictos con sus horarios, o eso es lo que he aprendido desde que llegue a este país.
Salí de cuatro, rumbo a la cocina. Al llegar, encontré al señor Tanaka junto a él chef, Bruce, preparado algún postre. Al verme, el viejo sonrió y se acercó.

Tanaka: Señor Sebastián, faltan 12 minutos para las cinco, el té aún no está listo.

Yo: Si, lo se. Solo quería avisar que Ciel tiene mucha fiebre, y creí que debía avisarle para que preparase algo más conveniente a su necesidad.

Tanaka: Excelente ¿Le parece un té de miel?

Yo: En realidad, mi idea vendría a ser otra.

Narra Ciel:

Me despertó el sonido de Sebastián preparando todo para tomar el té.

Sebastián: Ohh, ya despertaste.

Senti un leve escalofrío correr por mi cuerpo ¿Porque? Simple, él estaba dándome la espalda en ese momento ¿Como sabía que desperte si ni siquiera me había visto?
Volteo hacia mi mientras sonreía.

Sebastián: ¿Como te sientes?

Seguramente debí de hacer un ruido o algo al despertar y no me di cuenta.

Yo: No muy bien, pero mejor que hace rato.

Me senté y acomodé un poco las almohadas para estar mejor. Él me alcanzó la taza, y logré percatar un olor extraño.

Yo: ¿De que es?

Sebastián: Es un té de limón con miel y un toque muy sutil de jengibre.

Le di un sorbo pequeño para probar, esta rico. Continúe bebiendo mientras comía unas galletas que Sebastián había traído con la merienda. Él me leía el otro capítulo de nuestra novela, luego solo lideamos sobre la historia. La sirvienta había llegado a hacer la limpieza, y claro, Sebastián la ayudo un poco.
Así se nos pasaron las horas, y finalmente tuvimos que despedirnos.

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Tanaka fue a prepar las cosas del baño, mientras tanto yo me quitaba la camisa.

Yo: Hey, me gusto el té de hoy ¿Porque no lo habías hecho antes?

Tanaka: No lo prepare yo, fue el señor Sebastián.

Me sorprendi al oírlo, ni siquiera sabía que preparaba té, o que sabía de cocina.

Tanaka: Dijo que tal vez ayude con su fiebre.

Decidí ignorar totalmente el tema... La cara del viejo reflejaba una sonrisa, se que Sebastián le agrada.
Pero si se quiere quedar, será decisión suya al fin y al cabo... Y claro, dependiendo de que tan bien o mal trabaje.

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