Capítulo III
Narra Ciel:
>>No cede y no cederá...
Crece y crece de forma dolorosa...
Consumiendo mi cuerpo poco a poco...
Y así lo hará hasta que no quedase nada de mi...
Nada de lo fui...<<
Yo: Mierda...
Dije mientras dejaba el lapiz a un lado del cuaderno... Me quedé sin ideas para escribir.
Note cómo la puerta se habría, dejando que el hombre de cabellos oscuros entrara.
Sebastián: Hola.
Yo: Hola.
Dije casi sin presentarte antencion.
Yo: No tocaste la puerta.
Reproche mientras cerraba el cuaderno... Su mirada solo estaba confundida, aunque yo no lo veía, se que asi era.
Yo: Me parece una falta de respeto hacia mi. Voy a tener que pedirte que salgas y toques.
Él rodeó los ojos, salió de mi habitación y cerró la puerta. Oi la madera sonando al ser golpeada por el puño de su mano.
Yo: Pase.
La puerta se abrió, y el se hizo paso.
Coloque mi cuaderno en la mesa de luz.
Sebastián: ¿Que escribías?
Yo: Nada importante.
Me acosté para poder dormir otra vez, pero me estaba costando mucho... Me duele la cabeza, me arden algunos lastimados, otros me dan comezón, mi garganta está áspera. Y tal como es todo el tiempo, mi cuerpo está tan cansado, lo único que podría hacer es dormir.
Pase la mayor parte del día durmiendo... Y en realidad, lo odio. No porque sienta que desperdició el dia, sino por las pesadillas. Normalmente sueño con muchas voces diciéndome cosas horribles, siento como si mi cuerpo entero se quemara, que mi espalda es rasguñada y lastimada, que camino sobre vidrios rotos, que mis lágrimas son un ácido tóxico... No me gusta.
Me despertó la voz de Tanaka diciendo que era hora de la merienda. A duras penas, me senté y tomé la taza... Mi brazo temblaba, pero logré llevar la taza hasta mi boca. Té de cordón, suele ser bueno para el estrés, la angustia, los nervios... Supongo que el viejo me conoce más de lo que yo creo.
Otra vez, él solo dejó la merienda y se fue.
Mientras tomaba, volví a sentir picazón en la garganta, sentía sed de algo fresco.
Yo: ¿Sebastián?
Él se acercó a la mesa de luz, me sirvió un vaso con agua y me lo alcanzó. Bebía de manera lenta y débil.
La puerta se abrió de golpe y sentí como si algo se subía a mi cama.
Sebastián: ¿Y este?
Note al enorme perro de la familia caminando sobre la cama en dirección hacia mi, le sonreí y estiré mis brazos para acariciarlo.
Yo: ¿No conoces al perro?
Sebastian: Honestamente, es la primera vez que lo veo.
Yo: Tal vez porque el suele irse a hacer los trabajos con papá ¿Tu tienes mascotas?
Sebastián: Ocho gatos.
Lo mire con bastante asombro ¿Quien puede tener tantos gato?
Yo: ¿Ocho?
Sebastián: Si, ocho
Rasque las orejas del perro mientras llevaba mi mirada a este.
Yo: Ja. Nunca pude tener gatos, soy alérgico.
Sebastián: Es una lástima, son tan lindos ¿Como se llama el perro?
Estaba a punto de contestar, justo en ese segundo mi cerebro proceso lo que iba a decir, y claro, no pude evitar el reírme de manera frenética.
Ambos me observaron confundidos, con los ojos bien abiertos y girando su cabeza levemente hacia la derecha... El perro con las orejas levantadas. Verlos hacer casi lo mismo solo logró hacer que yo Riera otra vez, pero traté de calmarme y recuperar el aire de aquella carcajada.
Yo: Es curioso... Ya que ambos se llaman Sebastián
Sebastián (El humano) miró al perro, luego me obcervo a mí otra vez. Yo hubiera deseado seguir riendo de aquellas casualidades de la vida, pero como era de esperar, comencé a toser de forma descontrolada. Por lo que volví a tomar agua, eso calma un poco mi tos, una vez que termine el vaso me acosté mientras el perro se ponía junto a mi, acomodándose para dormir conmigo.
Sebastián: ¿Dormiras otra vez?
Yo: Si, será lo mejor.
Gire hacia el lado derecho de la cama y abrazaba a el perro. El silencio estuvo presente por unos minutos, hasta que mi cuidador interrumpió en mis intentos de dormir.
Sebastian: Tu padres me dijeron que te gusta mucho leer.
Permanecí en silencio unos segundos, en realidad, no le di mucha importancia.
Yo: Si, disfruto de hacerlo.
Sebastián: ¿Y qué tipo de lectura te gusta?
Gire nuevamente para poder ver al sujeto de ojos rojos, jugando con mis pulgares mientras me acomodaba.
Yo: Un poco de todo. Sobre eso que leerian cualquier cosa ¿A ti qué te gusta?
Se sentó en la cama, acercándose a mi. No recuerdo cuando fue la última vez que he estado tan cerca de alguien haciendo contacto visual... Sus ojos tenían un color tan hermoso, tan profundo, y con un leve brillo de misterio en estos.
Sebastián: También he leído de todo. Supongo que has leído clasicos, como Sherlock Holmes.
Yo: Si eres hijo de una familia noble y no has leído Sherlock Holmes, eres un fracaso.
Él se río un poco de mi comentario.
Yo: La saga de Sherlock es mi lectura favorita
Estuvimos horas y horas hablando de libros. De la colección de "Sherlock Holmes " (de "Arthur Conan Doyle"), de "Historia de dos ciudades " (de "Charles Dickens"), "Dracula" (de "Bram Stoker"), de geografía, de historia, política. Hace tanto que no hablaba así con alguien... Incluso compartimos opiniones de arte.
Él a veces me sonreía y me hablaba jugando, yo, como siempre, era bastante frío y me costaba hablar de manera divertida o simpática. Mi mano se mantenía acariciando al perro, aunque mis ojos no se quitaban de mi cuidador. Ambos eramos muy serios en el momento de compartir nuestras opiniones, sin la necesidad de crear una discusión destructiva.
Sebastián: A veces me sorprende la forma bestial que pueden ser los humanos... La forma en la que se matan entre ellos como lo hizo Adolf Hitler o Iósif Stalin.
Yo: No puedes comparar a esos dos, no es como que sean iguales.
Sebastián: Los dos fueron unas bestias.
Yo: Claro que si, eso no lo niego, pero Hitler era una bestia con visión. Quiero decir, tenia una visión del mundo que, aunque yo no la comparto, existía.
Sebastián: Eres demasiado listo, para tener 12.
Logramos oír la puerta abrirse, dejando entrar a mi padre. Ni siquiera me percaté de que había pasado toda la tarde hablando con Sebastián. Pero, no vieron a hacer la limpieza, no vino Tanaka... Todo fue muy rápido.
Papá: Hola Ciel ¿Que tal el día?
Yo: Bien.
El perro comenzó a mover su cola de forma alegre al verlo. El de cabello oscuro se puso de pie y me observó.
Sebastián: Bueno, yo ya me tengo que ir. Fue un gusto hablar contigo.
Yo: Igual.
Sebastián: Hasta mañana.
Yo: Nos vemos.
Él se despidió de mi padre. Cuando se fue, Vincent llevo su mirada a mi, un poco sorprendido, tal vez por verme despierto.
Papá: ¿De qué hablaron?
Yo: De todo un poco.
Él me sonrió y acarició mi cabeza.
Papá: Bueno, le diré a Tanaka que comience con la cena.
Salio de mi cuarto, dejándome solo. Tome mi cuaderno para revisar donde me quede, pero sigo sin ideas... Además, el dolor minimizó un poco, pero se que en algún momento volverá, y lo hará más fuerte de lo que era.
~◇~
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top