Nuestra pequeña
Karmanami
Quien conoce a Karma Akabane puede decir muchas cosas sobre él: que es alguien inteligente, bromista, sarcástico, difícil de tratar en varias ocasiones, muy buen orador, que siempre se sale con la suya, pero que a pesar de todo es un buen amigo y que se puede confiar en el para cualquier cosa. La capacidad del pelirrojo iba más allá de los límites y no había cosa en el mundo que no pudiese resolver o manejar.
O eso creen todos.
Porque, aunque no lo parezca, existen muchas cosas con las que el pelirrojo tiene dificultades. Mostrar sus sentimientos sinceramente es una de ellas, por ejemplo. O mantener la boca cerrada en los momentos importantes. Pequeñas cosas con las que, muy a su pesar necesitaba ayuda a veces. Y esa ayuda venia de su querida Manami, que siempre lo apoyaba y ayudaba, discretamente en sus momentos de dificultad.
Pero hay cosas para las que por más que se lea y relea un libro especifico, por más que alguien lo explique detalladamente, por más que se ensaye para ello, por más que se busque una respuesta en el manual de vida de un maestro pulpo que viaja a Mach 20... simplemente no se puede estar preparado.
Y he aquí otra de las debilidades de Karma Akabane: la naturaleza femenina.
Sería alrededor de medio día, Karma y Manami estaban sentados tranquilamente en un banco de la plaza cercana a su apartamento mientras comían helados de fresa y menta, respectivamente. Los niños paseaban en bicicleta o jugaban a correr lejos del ojo vigilante de sus madres, éstas se juntaban a la sombra a hablar de sus cosas vigilando a medias a sus hijos, un poco más allá un gato reposaba plácidamente al pie de un árbol. En fin, que se respiraba tranquilidad y parecía que nada podía turbar ese precioso momento. O eso quería pensar el matrimonio Akabane.
En determinado momento, un gemido quedo salió de los labios de la pelinegra, desconcertando al hombre que estaba muy concentrado mirando a los niños y pensando que dentro de poco él también tendría a su linda niña, aquella que deseaba desde la tremenda borrachera que tuvo esa vez con Nagisa.
Un tanto preocupado por el estado de su esposa volteo a mirarla, para encontrarla doblada sobre si misma sosteniendo su vientre y con un líquido extraño corriéndole por las piernas.
Una mueca de sorpresa se instaló en su rostro, sabía que significaba eso, lo había leído en varios libros y una enfermera muy amable se lo había explicado unas semanas antes, pero que estuviese ocurriendo en ese momento... sin algún aviso... ¿Qué se suponía que debía hacer?
La sorpresa dio paso al terror.
—¿Bebé? —Preguntó con los ojos desorbitados, se levantó de un salto, llevándose las manos al cabello en gesto desesperado— ¡Bebé! ¡Vamos a tener..! ¡Bebé!
Los demás presentes los miraban primero con curiosidad y después con algo parecido al susto. Ver a un hombre trajeado completamente histérico, señalando a su mujer, quien obviamente estaba entrando en trabajo de parto en pleno parque, era una visión un tanto... perturbadora.
En un ligero arranque de lucidez Karma ayudo con cuidado a Manami a ponerse de pie, aún con la mirada aterrada, pero callado, la llevó hasta la calle más cercana, e hizo señas exageradas a cada taxi que pasaba, maldiciendo por lo bajo cada vez que pasaban de largo. Un par de minutos después un taxi se paró, por fin, frente a ellos.
Sin perder tiempo Manami, un poco más tranquila, se metió en la parte trasera seguida de Karma, en quien el shock ya había pasado (no demasiado) y que, recordando de golpe su situación se puso a gritarle al taxista que los llevara al hospital, aunque el pobre hombre ya había emprendido la marcha al comprender la situación.
Fueron los veinte minutos más extraños en la vida de ese hombre que había visto casi de todo: uno de los burócratas más jóvenes del país, con el traje y el cabello revueltos, chillando histéricamente en su intento de "calmar" a su mujer, que estaba la mar de tranquila, respirando profunda y acompasadamente como le habían enseñado en sus clases de maternidad. El hombre balbuceaba incoherencias sobre los riesgos de un parto, las maneras de dar a luz, los mejores hospitales de Japón, el proceso del embarazo e, irónicamente, lo que se debía hacer cuando se iniciaba el trabajo de parto, mientras se jalaba el cabello en varias ocasiones. Como metido en su propio mundo.
Al llegar al hospital, le tiró un puñado de billetes variados al conductor y sin esperar ayudó a Manami a bajar del vehículo y a entrar lo más rápido que pudieron. Apenas pasaron las puertas Karma atajó a una pobre enfermera que tuvo la desgracia de pasar por enfrente del histérico pelirrojo, la tomó de los hombros y la zarandeó de atrás a adelante, gritándole como un poseso que su esposa necesitaba el mejor cuarto que tuviera pues estaba por dar a luz a su (seguramente) hermosa primogénita. Fueron necesarias otras tres enfermeras, un doctor y un guardia de seguridad para calmar al pelirrojo y que soltara a una muy mareada enfermera.
Durante ese tiempo Manami estaba muy ocupada en seguir respirando profundamente como para poner atención a las locuras de su esposo. Entre todo el jaleo, otra enfermera bastante conocida por ella y Karma la sentó en una silla de ruedas y la juntas esperaron a que los ánimos se calmaran.
Una vez que pararon los gritos, llamaron la atención de los presentes y les hicieron saber que se retirarían a la habitación reservada para Manami Akabane. Regresando a la realidad, Karma se dispuso a seguirlas dócilmente. Caminaba casi sin fuerzas, mecánicamente y sin fijarse hacía donde se dirigían.
Ya en la habitación acostaron juntos a Manami, que hacía esfuerzos por no mostrar el dolor que sentía, pero conforme pasaba el tiempo se iba volviendo más difícil no hacer una mueca de dolor cada vez que sentía una contracción.
Un par de enfermeras más, que no habían estado en el escándalo de la puerta, llegaron momentos después para revisar el estado y progreso de la mujer. Algo de rutina, algo un tanto normal para ella. Pero no contaban con que ahí estaba Karma Akabane para terminar con cualquier rastro de normalidad en la habitación. Nada más entrar las abordó, preguntando a gritos de nuevo:
—¿Y el agua? ¿Por qué nadie ha empezado a hervir el agua?
Las pobres no sabían de qué les hablaba ese joven con cara de haber salido de un manicomio, ¿de qué agua hablaba ese bendito muchacho?
Karma había visto tantas películas históricas que, en esos momentos de desesperación, los recuerdos de una habitación iluminada por velas, un hombre de bigote frondoso que sujetaba algún instrumento bizarro y un par de casos con agua hirviendo se amontonaban en su mente, barriendo cualquier indicio de que se encontraba en el siglo XX a lo más profundo de sus pensamientos.
Y hubiese seguido así por un buen rato si no hubiese escuchado una voz familiar.
—Karma, ¡¿qué demonios crees que estás haciendo?!
—¡Nagisa! ¡Qué bueno que llegas, estoy desesperado! —y vaya si se notaba, el cabello revuelto, el traje hecho un desastre, los ojos abiertos desmesuradamente... No entendía como Manami podía estar tan tranquila entre tanto griterío, quizás fuera porque estaba acostumbra a los berrinches y arranques de locura de su esposo o quizás porque tenía otras cosas más importantes en las que ocuparse.
Con un suspiro resignado arrastró a Karma al pasillo y de ahí a la sala de espera, no debía ser bueno que la pequeña naciera entre tanto estrés.
Una vez sentado, Karma se derrumbó, se dejó caer en la silla y se tapó el rostro con las manos.
—Demonios, no sé qué me ha pasado —comentó con voz ahogada por sus manos.
Estuvieron cosa de cuatro horas y media sentados y hablando de cosas sin sentido. A pedido de Nagisa, Karma contó toda la travesía del parque al hospital y todo lo que pasó dentro de éste.
"Lo que pasa en el hospital se queda en el hospital" dijo entre broma y amenaza una vez acabado su relato y después que Nagisa dejara de reír.
El peliazul sólo esperaba no ponerse tan mal como su amigo en el momento en que estuviera en su lugar...
—Señor Akabane... Su esposa ha dado a luz a una niña sana que...
Sin dar tiempo a que el doctor terminara su discursillo, Karma se abalanzó por la puerta del cuarto, para detenerse en el umbral después de ver la escena: Manami, con la frente perlada por el sudor y grandes lagrimones bajando de sus ojos violetas mientras miraba a su pequeña. Levanto la vista al sentir la presencia de su marido en la habitación y sonrió, con esa sonrisa que tienen los que viven uno de los momentos más felices de su vida. Karma no pudo hacer más que abrazarlas, a las dos hermosas mujeres de su vida.
***
—¡Sorpresa!
Serpentinas de colores volaron de todas partes cuando la pareja entró a su apartamento. Ahí estaban todos sus compañeros de la secundaria, saludando y felicitándolos. Las chicas le palmeaban el hombro a Karma, que sonreía forzadamente, y las chicas se arremolinaban alrededor de Manami para poder ver a la pequeña.
—Y... ¿cómo se llama? —preguntó Kurahashi sosteniéndola un momento.
—Kaori —contestaron los Akabane al unísono.
***
Entre peluches y ligeras sabanas rosas descansaba Kaori, durmiendo plácidamente, sin ser consciente de que sus padres la miraban desde la puerta de su habitación.
Tampoco era consciente de lo afortunada que era al haber nacido con ellos, pero ya lo averiguaría más tarde, cuando su padre la llamara princesa antes de regalarle un peluche de tamaño monumental junto con un abrazo apretado un beso en la mejilla; o cuando su madre le preparara su comida preferida y un gran y delicioso pastel el día de su cumpleaños, antes de regalarle su primer juego de química, algo que la llevaría a conocer su pasión por la química, al igual que Manami.
Pero eso sería después. En ese momento Karma y Manami Akabane miraban dormir a su linda niña, concebida por primera vez entre las brumas etílicas de una noche de copas.
Su pequeña, que llenaría de risas y alegría suhogar a partir de ese momento.
*****
-Snif, snif, me siento tan orgulloso al ver a mis niños crecer.
-Vamos, vamos, no llore, tenga un pañuelo.
Se sonó la nariz (o lo que serían, más bien, sus fosas nasales) y dejo el pañuelo usado a un lado.
-Ahora si me permite... Hola a todos los que leen este libro de cosas extrañas!! Yo soy Trigger y me gustaría empezar por agradecer a todas la que han votado y comentado! Sin ustedes no sería posible esto :). Y que espero que este primero haya sido de su agrado y que esperen por más!
<<No tengo mucho más que decir... Ah si! Un anuncio importante(? no se si se habrán dado o cuenta o no, pero decidí meter a alguien en este extraño espacio, y es que si hablamos de un libro sobre la vida amorosa de los alumnos de la clase E no podemos dejar fuera a ( inserte redoble de tambores aquí)... Koro-sensei!!! Después de todo la idea original era suya...
-Nurufufu, hola!
-Juntos estaremos llevando este espacio de shipps varios ^^, espero les agrade la idea...
<<Y me vale que Koro-sensei haya muerto en el manga 7m7, siempre vivira en nuestro corazones! (y fanfictions...)
#NoEstabaMuertoAndabadeParranda
-Me despido hasta que me decida con cual pareja seguir...
InfiniteTrigger_uw
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