Capítulo 2
Ya era entrada la noche cuando los dos chicos terminaron el trabajo. Salieron con ánimo y carcajeando de la biblioteca, cargando sus mochilas sobre los hombros.
—¿Quieres venir a mi casa? Podemos cenar juntos —propuso Misuk.
—No creo que sea buena idea. Paso la mayor parte del tiempo ahí. Seguro tus padres deben estar cansados de verme.
—En realidad, lo que piensan es que yo te fastidio a ti.
A pesar de que constantemente los doctores le pedían mantener una vida relajada y con calma, ella hacía lo contrario. Era de emociones muy intensas y se tomaba todo muy en serio. Muchas veces, sus padres se cuestionaban cómo es que un chico tan espléndido como Taehyung había terminado siendo amigo de su hija durante tantos años.
—Te aman más a ti que a mí. Incluso me han dicho que yo soy una mala influencia para ti.
—Y tienen toda la razón. —Misuk lo miró con una ceja levantada. Él puso su mejor cara “inocente”—. Yo era todo un angelito hasta que me junté contigo.
—¡Claro que no! Desde antes de conocerme, tú eras todo un demonio. Y uno muy… ¡¿Qué haces?!
Los pies de Misuk dejaron de tocar el suelo, pues Taehyung rodeó con sus manos su cintura por atrás y la elevó, y ambos comenzaron a girar.
—¡Yo no soy ningún demonio! ¡Si quieres que te baje, retráctate!
—¡No lo haré!
Siguieron de esa forma por un buen rato, hasta que Misuk encontró la forma de golpearlo con tanta fuerza que dejaron de girar. Sin embargo, él insistía en retenerla abrazada, a pesar de que se retorcía como una lombriz. Pero las risas cesaron cuando Misuk escuchó a alguien gritar.
—Tae, espera. —Él no le hizo caso—. ¿No lo escuchaste?
—¡Ja! No pienso caer en tu trampa.
Misuk hizo un movimiento mucho más brusco, consiguiendo que Taehyung la soltara con una ceja alzada. Estaba confundido por la actitud tan seria que había adoptado su amiga.
—Hablo en serio. Escuché que alguien gritó.
Taehyung dejó los juegos de lado para prestar atención, esperando que de nuevo se escuchara lo que Misuk había oído.
Toda la calle estaba en silencio; ni siquiera había algún grillo cantando su habitual canción nocturna. Pasó un buen rato cuando aquella persona, tal vez una joven, volvió a gritar como si la estuvieran lastimando. Esta vez fue más claro y a una mayor cercanía. Misuk se asustó tanto que retrocedió hasta que su espalda chocó con la espalda de su amigo. Llevó sus dos manos sobre su pecho como una forma de alejar el miedo de su sistema.
—Tae…
Taehyung la tomó por los hombros y le pidió calma; no quería que tuviera otro ataque como el de hace días.
De nuevo se volvió a escuchar el grito, pero mucho más fuerte y también desgarrador. Misuk sintió una fuerte oleada de terror recorrer su columna vertebral. Ella tampoco pudo evitar gritar un poco. Se tapó la boca para evitar que alguien la escuchara.
—Iré a ver qué pasa.
—¿C-como qué irás a ver? —Misuk se alteró ante esa declaración—. ¿Te has vuelto loco?
—Esa persona necesita nuestra ayuda.
—Puede ser peligroso. ¿Qué tal si es quien ha estado llevándose a los estudiantes? —Su respiración era cada vez más agitada.
—Hagamos esto: yo iré a ayudar a esa persona. —Misuk abrió sus ojos de par en par y apretó mucho más su agarre—. Mientras tanto, tú llama a la policía. Diles que quizás se trata del secuestrador; quizás eso los haga llegar más rápido.
—Pero Tae…
—Tranquila. No te preocupes por mí. Te prometo que si veo que la situación es muy peligrosa, me alejaré.
Chilló desesperada ante la temeridad con la que Taehyung estaba actuando. Y aunque intentó detenerlo, el chico logró soltarse de las manos de Misuk y corrió hacia donde se escucharon los gritos.
No es que ella no quisiera ayudar a alguien que claramente estaba en peligro. Pero la forma en la que gritó dicho chico dejaba claro que lo estaban tratando de una forma horrible. Quien sea que lo estuviera lastimando era obvio que era un desalmado y no era prudente acercarse. A no ser que quisieran terminar de la misma forma.
Misuk dio un fuerte pisotón al suelo, fruto de la furia y la desesperación. Con sus manos temblorosas sacó del bolsillo de su chaqueta el celular y, sin perder tiempo, marcó el número de la policía.
—¿Cuál es su emergencia?
Apenas logró abrir la boca cuando unas manos se la cubrieron por detrás para impedirle hablar. Un grito sofocado salió de sus labios e inmediatamente intentó librarse de quien fuera que la estaba arrastrando. Aunque logró asestar algunos golpes, no logró nada. Su agresor la mantenía abrazada con una fuerza descomunal que la lastimaba.
La desesperación bullía en el pecho de Misuk mientras sus jadeos desesperados eran amortiguados por aquellas manos.
—Deja de moverte —le ordenó enojada.
Tenía los dientes apretados; le enojaba que se estuviera moviendo tanto. Así, Misuk descubrió que se trataba de una chica. Una muy fuerte.
La chica la aventó contra la pared, dejando un tanto aturdida a Misuk, igual que adolorida en su espalda. Pero fue una buena oportunidad para gritar por ayuda. Pronunció tan fuerte como pudo el nombre de su amigo; eso no le gustó a la chica, quien levantó las manos para golpearla y hacerla callar. Misuk logró esquivarla por muy poco. Su puño golpeó contra la pared con fuerza, pero no se quejó ni le prestó atención al dolor. Aquello le dio unos minutos de ventaja para poder echar a correr.
—¡Maldita, regresa!
Podía escuchar los fuertes pasos de la chica, cada vez más cerca de ella. Su corazón latía tan fuerte y su pecho comenzaba a arder. Aun así, siguió corriendo sin importarle, pues su vida ya corría mucho peligro en ese momento.
Pronto, llegó a un callejón solitario y que solo era iluminado por la luz que salía de las ventanas de los departamentos. Se adentró en este esperando encontrar un lugar para ponerse a salvo. En cuanto llegó, buscó rápidamente un escondite, pero su atención se la llevó por completo la silueta de dos hombres luchando y un cuerpo tirado cerca de ellos. Seguramente sin vida. Tuvo que aguzar un poco más la mirada para darse cuenta de que era su amigo quien estaba peleando con otro tipo.
—¡Taehyung!
El único que se distrajo fue el dueño de aquel nombre, quien profirió un fuerte grito.
—¡Cuidado, detrás de ti!La advertencia llegó demasiado tarde. Misuk cayó desmayada después de recibir un fuerte golpe en la parte de atrás de su cabeza con un tubo de metal. Cayó desmallada de inmediato y su amigo gritó lleno de enojo e impotencia por no haber podido ayudar a su amiga, pues aquel tipo, aunque era de menor estatura, la mantenía retenida.
—Desgraciados hijos de… —soltó con desprecio.
Quien mantenía sujeto a Taehyung le tapó la boca y le apretó con fuerza hasta hacerlo gruñir de dolor. Escuchó cómo este comenzaba a reír.
—¿Qué pasó, Ama Yon? ¿Esa chica superó su fuerza? —se estaba burlando.
Ambos tenían las caras cubiertas por unas máscaras blancas de teatro. La que parecía ser una chica llevaba puesta una máscara sonriente, mientras que el chico que la retenía tenía una máscara con expresión triste. Taehyung intentó buscar cualquier cosa con la que pudiera defenderse de aquellos dos. Tal vez un pedazo de madera o algún tubo, pero no había nada a la vista. Su desesperación solo lo hacía moverse con la ínfima esperanza de lograr que lo soltaran.
—Cierra la boca. No tienes derecho a burlarte de mí. ¿Y qué es eso de “Yon”? Respétame más, insolente.
La molestia de ella solo lo hizo reír con más fuerza.
¿En verdad estaba riendo y jugando? Taehyung sintió el estómago revuelto ante la actitud tan despreocupada de aquellos dos, como si hacerles daño fuera lo más normal. Un acto común y corriente, y no algo cruel.
—¿O tal vez superó su inteligencia?… ¡Quédate quieto, maldito animal! Oiga, ¿podría por favor…? —Le estaba molestando que se moviera mucho.
L
a mujer asintió y golpeó justo en la frente a Taehyung, que sangró de inmediato. Cayó inconsciente, dando un golpe seco en el suelo.
—Gracias. ¿Y entonces? ¿Qué fue lo que sucedió? ¿Sus poderes…?
Un insoportable dolor en todo su cuerpo lo hizo dejar de hablar al instante. Sentía como si un ardiente fuego lo recorriera por completo, quemándolo desde las entrañas hasta la superficie. Se volvió más intenso conforme avanzaron los segundos. Los gemidos de dolor se hicieron más difíciles de contener y terminó haciéndolo, mientras todo su cuerpo se contraía.
Con la respiración agitada, dirigió su mirada a la mujer que tenía una mano alzada en su dirección. Ella era la causante de su sufrimiento.
—¡Eres un grosero, estúpido! Tal vez te haya otorgado algunas libertades, pero sigo siendo tu dueña y, por lo tanto, tienes que respetarme —le habló amenazante, infligiéndole más daño—. ¿¿Quedó claro??
La máscara ayudó a encubrir la repulsión en la mirada de Jimin. Aunque ella fuera su ama y le gustara la forma en que trabajaba para conseguir todo lo que se proponía, odiaba cuando lo trataban con tal bajeza. Aunque tenía bien sabido que le debía sus servicios debido a un antiguo contrato y, por lo tanto, debía obedecerle, no le gustaba que lo trataran con tanto desprecio cuando era poseedor de un poder mayor al de ella. Tan grande que ni un ejército de mil hombres podría hacerle frente.
Muchas veces llegó a pensar que la jerarquía estaba mal, que ella debía ser la esclava y él su dueño. Sin embargo, estaba metido hasta el cuello en aquella situación donde debía humillarse ante un ama cruel. Y aunque el trato era tan humillante, no le quedó más que aguantar, pues de lo contrario, le iría tan mal como a las víctimas que secuestraban para el ritual.
—Sí, ama —dijo con un deje de desprecio del que ella no se dio cuenta.
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