Capítulo 14
La mansión escondía muchos secretos tras sus paredes que solo sus dueños conocían. Su arquitectura, ya de por sí sorprendente y enigmática, era mucho más compleja de lo que se podía apreciar a simple vista. Si sabías cuál era el objeto correcto y el lugar preciso, podías descubrir innumerables pasadizos que te llevarían a diferentes habitaciones, que te sorprenderían y no precisamente de la mejor forma.
Aquellas habitaciones eran únicamente para Jimin y su ama, Sang Yon. Estaban sus respectivas alcobas y otras habitaciones con fines diferentes.
Pero la favorita de Sang Yon era la sala, el lugar desde donde podían ver a sus víctimas jugar o disfrutar de un buen descanso. Era elegante y espeluznante al mismo tiempo. Se mantenía alumbrado por la luz que entraba por la ventana que daba vista a los grandes patios de la mansión, y varios candelabros estaban acomodados sobre los muebles del lugar. En cuanto a la decoración, reflejaba tanto la excentricidad de la dueña como la maldad que habitaba dentro de ella. Había adornos extraños sobre los muebles y algunos animales disecados o figuras hechas con huesos de aspecto macabro y extraño.
Pero lo que más resaltaba en tan aterrador lugar era la pared detrás del gran sillón de terciopelo negro. Ahí colgaban majestuosamente una gran colección de armas de gran variedad. Había armas muy antiguas, como espadas y arcos, y otras más modernas como navajas y pistolas que eran iluminadas por la luz de las velas, creando sombras extrañas en la pared.
Era su refugio perfecto, un lugar que, aunque era impresionante y la llenaba de orgullo, permanecía en segundo plano respecto a los actuales deleites de su dueña. Se reclinó sobre el sofá y se puso cómoda, una sonrisa satisfecha dibujada en su rostro mientras sus ojos brillaban con una alegría sin igual. Un deleite que conseguía con cada juego concluido, una mezcla de poder y placer que solo la cacería podía proporcionarle.
Su voz, llena de entusiasmo y malicia, rompía la quietud, narrando con detalle cada momento que había disfrutado, cada grito y cada suspiro que había arrancado de los jóvenes participantes.
—¿No fue magnífico, Jimin? —exclamó Sang Yon con una sonrisa maliciosa—. Cómo corrían para huir de mi colección de estatuas, como gallinas sin cabeza y con el miedo hirviendo en su interior.
Jimin asintió, su mirada fija en el rostro iluminado de su ama.
—Fue un espectáculo digno de recordar —respondió con voz neutra.
Algo realmente extraño en él, que a pesar del odio y rencor que sentía hacia ella, era igual de sádico que su ama y le divertían las mismas cosas retorcidas. Pero ella estaba concentrada en otras cosas como para notar la extraña seriedad de Jimin.
—Aquella chica tenía un coraje sorprendente. Fue fascinante ver la expresión de terror y angustia cuando fue atrapada por una de mis estatuas. —Su mirada era de un sádico placer.
Y de nuevo Jimin se quedó callado. Ni siquiera compartió la alegría de su ama ni sonrió ante el comentario.
En ocasiones pasadas, solía reírse con ella, y si su ama estaba de un humor especialmente bueno, incluso tenía el permiso de compartir asiento y conversar con ella como si fueran amigos de toda la vida. En cambio, hoy se alejó con pasos lentos hacia el ventanal, con pensamientos más importantes en ese momento que el sufrimiento de aquellos chicos.
—Sí, ella era tan fuerte como el resto del grupo —comentó Jimin sin separar su vista de la ventana—. Todos, incluso la más llorona del grupo, han demostrado una fortaleza inusual. A pesar del miedo y la agitación que causaron las estatuas, lucharon con más astucia que los anteriores. Es raro ver tal determinación.
Aquello era cierto. Normalmente, los juegos duraban menos porque algunos desobedecían las reglas o no tenían la fuerza para mantenerse con vida. Incluso hubo quienes se rindieron a medio camino y terminaron con sus vidas en sus propios términos. Pero este grupo no solo era valiente; todos eran astutos y sabían usar la cabeza sin dejarse vencer por el miedo.
Todo aquello los volvió dignos del respeto de Jimin. Pero en especial, se sentía inclinado a tener como favorita a la chica de sonrisa bonita que capturaron en la biblioteca. Ella era fuerte e inteligente, y algo que descubrió viéndola correr por su vida en la habitación museo fue lo calculadora que era para tomar decisiones sabias en situaciones tensas.
Era sin duda una chica excepcional. Jimin acarició su barbilla pensativo ante tales cualidades.
Sin embargo, Sang Yon lo miró con una ceja arqueada por su comentario y lo miró con total desacuerdo.
—Es posible que hayan sido fuertes, Jimin —admitió Sang Yon con una sonrisa torcida—. Pero no les servirá de nada. El duelo por la muerte de su amiga los ha dejado devastados, y con la desconfianza que siembra uno de ellos en el grupo, es poco probable que sobrevivan mucho tiempo. Y cuando finalmente la muerte los alcance, sus dulces almas serán mías.
Extendió su brazo para tomar un objeto de su mesa: una muñeca de aspecto macabro. Su cuerpo, si es que podía llamarse así, estaba formado por huesos de animales pequeños, cubiertos con un trozo de tela desgarrada y sucia. La cabeza era el cráneo de un pájaro adornado con un enredo de ramas y hilos viejos.
A pesar de su aspecto demoníaco, Sang Yon la observó con una euforia y un deseo ardientes, acercándola a su rostro. No era por su estética siniestra, sino por lo que contenía en su interior: algo de inmenso valor.
—Igual que la de su amiga —murmuró, con un brillo oscuro en sus ojos.
La risa siniestra de Sang Yon resonó por toda la sala, un eco perturbador que haría temblar a cualquiera. Estaba encantada con su nueva adquisición, un objeto que, sin duda, le proporcionaría una alegría perversa cuando llegara el momento de utilizarlo. La anticipación de ese instante llenaba su corazón oscuro con una emoción casi infantil. Se deleitaba en la espera, saboreando la idea del poder que pronto conseguiría.
Sin embargo, lejos de la alegria del triunfo de Sang Yon, Jimin observaba el horizonte con una sonrisa que se extendía lentamente por su rostro. No era la alegría de su ama lo que le provocaba tal gesto; su atención estaba fija en un pensamiento más profundo y personal. Una idea ingeniosa comenzaba a tomar forma en su mente, un plan que había estado cultivando en secreto y que ahora, ante los eventos recientes, parecía estar al alcance de cumplirse.
Con un movimiento casi imperceptible, Jimin se giró lentamente hacia Sang Yon.
—Ama, si no requiere nada más de mí esta noche, ¿podría retirarme a descansar? —su pregunta flotó en el aire, cargada de un respeto cuidadosamente medido para que no sospechara nada.
Sang Yon, aún absorta en la contemplación de su muñeca, asintió con un gesto despreocupado y un movimiento de muñeca para restarle importancia.
—Sí, puedes irte —murmuró sin levantar la vista del objeto que acaparaba toda su atención—. Asegúrate de estar listo para mañana a primera hora; tengo una sorpresa especial preparada para nuestros invitados.
Jimin reverenció a su Ama y se deslizó fuera de la sala, dejando a Sang Yon sola con sus preciadas posesiones y sus siniestros planes.
Él tenía los suyos propios para llevar a cabo.
* * *
Misuk se despertó con un sobresalto, el corazón le latia con fuerza contra su pecho. Durante toda la noche la habia estado molestando una pesadilla, atormentadola cada hora de esa larga y tortuosa noche. En un sueño revivía con lujo de detalle el momento en el que Hye agonizaba por convertirse en un objeto de piedra. Y el sentimiento de culpa no había desaparecido del todo.
Llamo a su amigo y lo busco con la morada, pero parecía estar sola. Seguramente Taehyung se había ido cuando ella ya eataba dormida y lo maldijo por eso. En ese momento le hubiera venido bien algo de compañía.
Se sentó en la cama, intentando calmar su respiración entrecortada. Las imágenes del sueño se desvanecían, pero el dolor que dejaban era real y punzante.
Con un suspiro que parecía cargar todo el peso de su angustia, se frotó la frente, abrumada por el torbellino de emociones que se intensificaban con el cansancio. De repente, soltó un pequeño grito ahogado y se puso rápidamente de pie. Convencida de que si caminaba un poco podría agotar el último rastro de energía y finalmente encontrar el descanso que tanto necesitaba.
Camino por toda la habitación arrastrando los pies por el suelo, como si tratara de huir de los sentimientos que la atormentaban. La luz de la luna se filtraba a través de la ventana, bañando su figura con su resplandor que contrastaba con su interior. Era como si la oscuridad de la noche se hubiera infiltrado en su alma, llenándola de emociones negativas que amenazaba con consumirla por completo.
Agarro con ambas manos su cabello y lo jalo con desesperación. Nada de lo que estaba haciendo estaba dando resultados, al contrario parecía estar peor que cuando se despertó. La ira se apodero de ella y en un arrebato tomo una de las almohadas de la cama y la abento con todas sus fuerzas contra la pared. Si embargo, esta nunca llego a chocar con la pared, una misteriosa mano la detiene.
Sus ojos se abrieron de par en par y un agudo chillido de miedo salio de su garganta y cada uno de sus sentidos se pusieron alerta. Se trataba de Jimin, el que había hecho daño a Jungkook y les había jugado una broma pesada a Myeong y a ella esa misma mañana. Le sonreia arogante, con la cara muy en alto y la postura recta.
—No creo que desquitar tu frustración lanzando objetos sea el remedio para dormir.
No había hecho ningún movimiento brusco, tampoco dio señales de querer hacerle daño. Pero Misuk retrocedió, y su postura era la de una persona que estaba a la defensiva, lista para recibir cualquier sorpresa que aquel hombre le tuviera preparada.
Jimin levantó una de sus cejas, intrigado por el comportamiento de la chica.
—¿Solo eso? ¿No gritarás por ayuda, no correrás? —se acercó varios pasos hacia la joven.
Le recordaba a aquel gato que años atrás se había colado en la mansión. Era pequeño y sin ninguna posibilidad de salir ileso de un enfrentamiento con él. Sin embargo, el gato, al igual que ella, le hizo frente y buscó la forma de defenderse. Aquel gato tenía sus garras, —las cuales no le causaron ninguna clase de daño a Jimin— y la chica tenía el candelabro lleno de óxido que estaba sobre la mesa, y lo sostuvo en alto.
Estaba temblando; lo notaba desde la distancia y podía apostar a que su corazón latía como loco. Pero su mirada era fiera y desafiante. Sabía muy bien cómo controlar su miedo, lo cual hizo sonreír a lo grande a Jimin, pues aquello solo fue una comprobación de lo que ya sabía.
El experimento había funcionado. La chica había reaccionado tal como él esperaba que lo hiciera. Por lo tanto, su plan daría resultados. Y aquello lo festejó.
—¡Fascinante! —Aplaudió con entusiasmo—. Eres una niña muy valiente. Te felicito por eso.
La confusión se reflejó en el ceño fruncido de Misuk, pero no bajó la guardia. Sacudió la cabeza y volvió a tomar su postura defensiva.
—¿Qué quieres? —sus palabras tenían un ligero temblor.
Jimin alzó ambas manos en son de paz. Sin dejar de sonreír, caminó lentamente más cerca de ella.
—Si no recuerdo mal, tu nombre es Misuk, ¿cierto? —Ella solo se alejó en consecuencia, y él no se detuvo—. Lo único que busco de ti es tener una pequeña conversación contigo.
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