Capítulo 11

Cuando el miedo desapareció y sus respiraciones volvieron a ser normales, caminaron sin decir palabra por el pasillo para elegir una nueva habitación que explorar y no morir en el intento. Aunque algunas miradas de enojo fueron dirigidas a Sang Yon.

Misuk no aguantó su curiosidad y les preguntó qué había hecho Sang Yon para asustarlos de aquella forma. Taehyung hizo una mueca de asco y Jungkook tuvo una arcada. Nadie le dio respuesta; solo afirmaron con seguridad, remarcando cada palabra que salía de sus bocas, que jamás volverían a comer calamar o pulpo por el resto de su vida… si sobrevivían, claro.

Todos entraron al mismo tiempo al pasillo con pasos decididos, pero con el estómago encogido por el miedo que sentían. Instintivamente, observaron la habitación que ya había sido explorada por todos ellos y donde casi perdieron la vida. Un escalofrío recorrió la columna de todos por aquel desagradable recuerdo que estaba muy fresco en sus memorias. Incluso después de que hubieran pasado horas desde aquello, seguían temblando.

—Ok, estamos aquí otra vez. ¿Cuál será la habitación que exploraremos esta vez? —preguntó Misuk.

—Después de casi morir ayer, no quisiera entrar a ninguna —comentó Jungkook.

—Pero hay que hacerlo. —Taehyung dio un paso adelante de todos, observando las habitaciones restantes—. Ya tenemos la experiencia de ayer; eso sin duda nos ayudará, ¿no creen?

Taehyung se giró hacia los demás con un intento de sonrisa que más bien parecía una mueca de una persona con dolor de estómago. Todos le miraron con duda. La realidad es que ninguno se sentía listo para volver a entrar en una de esas habitaciones.

La preparación mental y el ánimo que se habían dado unos a otros y la valentía decidieron esperar afuera y no acompañarlos dentro de aquel sitio. Volvían a sentir las emociones con las que ya estaban más que relacionados desde que llegaron a la mansión.

Myeong, que se había sentido un poco más valiente, volvía a abrazarse y mantenerse detrás de Misuk. Ella le daba ligeros apretones a su mano, buscando dar y recibir un poco de consuelo con ese gesto. Y Hye, la que tanto le había pedido a Myeong que fuera valiente, se veía tan asustada como el resto de los chicos.

—Entiendo, yo tampoco me siento listo —respondió.

—Como sea, solo estamos posponiendo lo inminente. Tomemos la que está al lado de la habitación de fotos —sugirió Misuk, poniéndose delante de la puerta y señalándola.

En el letrero sobre la puerta se leía “Habitación museo”.

Todos imitaron a Misuk y se colocaron frente a la puerta, examinando los detalles como si se tratara de lo más hermoso del mundo. Su imaginación voló muy alto y se pusieron bastante creativos para imaginar de qué espantosa forma podrían morir. Pero hacer eso no les servía de nada, más que para alimentar el temor dentro de ellos.

Sin más preámbulos, Misuk giró la perilla y con un chirrido abrió la puerta de par en par. Cuando todos los chicos vieron su interior, un grito de terror colectivo que inició Misuk hizo eco por todo el pasillo.

—Esos dos son unos malditos pretenciosos. De verdad están dementes estos hijos de puta —maldijo Jungkook.

La habitación tenía un cierto parecido a la primera que exploraron, pero en lugar de fotos, había grandes estatuas de mármol blanco. Algunas parecían estar huyendo de algún peligro, otras estaban tiradas en el suelo en poses extrañas, como retorciéndose de dolor. Había otras que estaban rotas y con los pedazos a pocos centímetros de distancia, y muchos escombros esparcidos por el suelo.

En la entrada había una de ellas. Era la escultura de una chica joven, tirada en el suelo, creando la ilusión de estar arrastrándose para lograr salir de aquella habitación. Su mano estaba estirada, tratando de alcanzar la puerta, y su rostro mostraba desesperación y agonía. Las emociones estaban muy bien transmitidas a los chicos, y eso asustó mucho a Misuk, quien tuvo que recargarse sobre el marco para acompasar los rápidos latidos de su corazón.

Taehyung tomó su hombro y trató de ayudarla.

—Son unos desgraciados. Par de imbéciles.

—Jungkook, deja de insultarlos —le pidió Myeong—. ¿Qué tal si te pueden escuchar? No hay que hacerlos enojar.

—Me importa un carajo si se molestan o no. Son un par de mierdecillas que merecen esas palabras y…

—Cierra la boca.

Taehyung le tomó por el cuello de la camisa y lo jaló adentro de la habitación junto con los demás. Se apresuraron a buscar por todas partes y cada recoveco que se les ocurrió que podía ser el escondite para la llave.

Las estatuas y sus rostros desfigurados por el terror intimidaban a los chicos, quienes trataban a toda costa de no permanecer cerca de ellas por mucho tiempo y evitando mirarlas a la cara.

Una idea que podría parecer muy loca pasó por la mente de Misuk. ¿Y si en algún momento las estatuas hubieran sido de carne y hueso? La idea surgió después de que observó con detenimiento las figuras de piedra blanca. No eran esculturas como las que hicieron los antiguos griegos que se mostraban en los museos. Estas eran muy diferentes, porque eran esculturas de chicos como los seis que acababan de entrar. Lo que los delataba eran sus ropas, las cuales vestían con sudaderas, Jeans de mezclilla, faldas o el uniforme escolar.

Como la primera de las estatuas a la que Misuk se acercó para buscar la llave. Era de una chica pequeña y con cabellera corta, vestida con la falda del uniforme de algún instituto de Seúl y una sudadera con el logo de Nirvana. Al igual que las demás, por su postura lucía como si estuviera corriendo, y su rostro como si estuviera huyendo de algo realmente horrible.

No parecía tan descabellado pensar que aquellas esculturas blancas en el pasado fueran personas. Después de todo, Jimin y Sang Yon ya habían dado muchas pruebas del poder que tenían, uno que parecía no tener límite y que usaban para hacer el mal y joderle la vida a los jóvenes por simple diversión. La urgencia creció dentro de ella y buscó con más empeño, incluso revisando donde los chicos ya lo habían hecho.

Sin embargo, la llave no apareció por ningún lado, incluso intentaron nuevamente buscar algún lugar secreto en las paredes o en el piso, como en la habitación de las fotografías. La búsqueda solo sirvió para frustrarlos a todos.

Jungkook maldijo y pateó con furia una de las estatuas. Inmediatamente un fuerte dolor le recorrió toda la pierna por su imprudente acción.

—Bueno, parece que nos hemos equivocado de habitación. Otra vez —dijo Baek, pateando un escombro pequeño de mármol con coraje.

—No hay que desanimarnos, quizás la siguiente sea la habitación correcta.

—¿Y eso se supone que es bueno, Taehyung? —espetó Hye.

—No, pero es como lo expresaste ayer. —Taehyung la miró directamente a los ojos—. No podemos ser negativos todo el tiempo.

Todos estuvieron de acuerdo con aquello, esperando que en la siguiente habitación encontraran la dichosa llave y consiguieran el valioso premio de la libertad.

Pero no fue así. Aquella positiva frase de Taehyung fue como un detonante para la mala suerte. Segundos después, la puerta se cerró con un golpe seco que dejó a todos inmóviles como las estatuas a su alrededor. Seis pares de ojos se concentraron en ver con horrible sorpresa cómo la puerta se había cerrado, sabiendo lo que les esperaba a continuación.

Myeong gritó con tanta fuerza que se lastimó un poco la garganta. Jungkook, Baek y Taehyung corrieron a empujar entre los tres la puerta, pateándola con la esperanza de poder al menos romperla o hacerle cualquier clase de daño para lograr salir cuanto antes. Si Baek había logrado anteriormente abrir una de esas puertas, entre tres chicos sería más fácil.

Hye soltó una grosería y se recargó sobre la pared, como si estuviera resignada a lo que estaba por venir. Todo eso mientras Misuk actuaba como nana de Myeong, tratando de calmar a la chica que lloraba como Magdalena y se sacudía con exagerados sollozos. Mandando al carajo la conversación que había tenido la noche anterior con Misuk.

—¡Vamos a morir!

—¡Nadie va a morir!

Myeong sacudía la cabeza, negándose a creer en las palabras de Misuk.

—¡No! ¡Nadie va a estar bien! ¡Y todos vamos a morir!

—¡Myeong, todo va a salir bien!

A partir de eso, el infierno que Sang Yon y Jimin habían creado para los desafortunados que quedaran atrapados en la habitación del museo se desató con fuertes alaridos de dolor por parte de todas las estatuas que conformaban el horrible museo.

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