Capítulo 6

De un momento a otro comencé a sentirme muy agobiada. Riku me miró fugazmente en ese momento, probablemente molesto por el zumbido de mi mente. Intenté calmarme, pero sentía que mi pulso solo se aceleraba cada vez más y más. Era incapaz de encontrar alguna salida o solución a esa nueva preocupación que se había presentado ante mí.

Aunque fue peor cuando me di cuenta de que de ahora en adelante tendría que tomar decisiones, resolver mis propios problemas y avanzar por mí misma. Me di cuenta de que, aunque triste, mi vida había sido fácil hasta aquel momento, ya que solo tenía que agachar la cabeza y acatar todas las órdenes que me dieran.

Pero eso se había acabado.

—Respira, Ellia, por el amor de los Dioses —Riku me sacó de mis pensamientos al agarrarme por los hombros.

No sabía en qué momento había ocurrido, pero el vampiro se había levantado de su asiento y se había acercado a mí.

Me miró a los ojos, y me perdí en el aguamarina de los suyos.

Estaba montando una escena delante de Riku y sus compañeros, delante de vampiros que no conocía de nada y que sin duda me juzgarían por ese comportamiento.

Mi ansiedad no hizo más que empeorar, a tal punto de que Riku tuvo que sacarme de ahí prácticamente a rastras.

—Ellia, habla, ¿qué pasa? —Mis pensamientos debían de estar sonando muy muy alto, podía verlo en sus ojos, aun así, fui incapaz de hablar, sentía que me faltaba el aire y las palabras se quedaban atascadas en mi garganta —. Sabes que no puedo leerte la mente, y si no te calmas tendré que actuar —amenazó con algo de pesar.

Intenté hacerlo, intenté regular mi respiración, centrarme en ella, pero todo esto era demasiado para mí, para una "humana" a la que le habían arrebatado todo lo que tenía. Por su bien, sí, pero era duro darte cuenta de que todo sería radicalmente distinto a partir de ese momento, demasiado duro.

Fue ahí que me di cuenta de que era alguien frágil. Había aguantado muchas cosas, había aprendido a desconectar durante esas violaciones y abusos, y aun así... aun así, me derrumbaba de esta forma delante de seis desconocidos.

¿Cuándo había caído tan bajo? ¿Cómo había sido siquiera la caída? Todo se había venido abajo dentro de mi mente en cuestión de segundos.

Finalmente, sentí unas manos invisibles sobre mi cabeza. Parecía que Riku me miraba a los ojos, pero no era del todo así. Su mirada estaba en otro lado, mirando mucho más allá de mí, quizá en ese lugar que aquellas manos invisibles manejaban. Tras unos largos instantes mi conciencia se fue desvaneciendo poco a poco bajo esas manos invisibles.

Una chica, bajo la lluvia. Ella corría, huyendo de algo o alguien, no lo sabía. Su piel era blanca como la nieve, el pelo rubio y largo, pegado a su rostro y su cuello mientras atravesaba el bosque. Las ramas de los árboles arañaban su piel sin piedad alguna, dificultándole la huida a la joven de no más de veinte años.

De repente, y al mismo tiempo en que un rayo caía iluminando el cielo nocturno, un silbido cortó el silencio de la noche. Una flecha. La chica cayó al suelo, aullando de dolor. Se arrastró unos pocos metros, pero finalmente el sujeto que la perseguía logró alcanzarla.

Desperté con un terrible dolor de cabeza, ¿qué había sido eso? Era la segunda vez en el mismo día que me pasaba algo así. Gruñí por el dolor mientras me incorporaba en la cama, agarrándome las sienes.

—¿Cómo te encuentras? —La voz de Riku llamó mi atención, estaba sentado en el borde de la cama, a mi lado.

Le miré fijamente, recordando ese momento en que mi conciencia fue literalmente estrangulada por unas manos invisibles, manos que estaba segura de que eran suyas, pese a no tener ningún tipo de prueba sólida de ello.

—¿Qué me hiciste? —Le dije, sintiendo cómo el miedo hacía acto de presencia en mí.

—No me quedó más opción, Ellia. Yo no quería hacerlo, no me gusta usar mis poderes, pero estabas demasiado ida y nerviosa —admitió.

Darme cuenta de lo peligroso que eran sus poderes hizo que se me pusiera la piel de gallina. A pesar de no poder leer la mente de la gente, Riku podía meterse en la cabeza de aquellos que lo rodeaban y arrebatarles la conciencia sin mucha dificultad y, si era sincera, eso me aterraba más que si mis pensamientos fueran audibles para él en todo momento.

—Lo estás haciendo otra vez —comentó él medio riendo —. Ellia, escúchame...

—¡No lo entiendes! No es tan sencillo como relajarme y respirar, ¿sabes? No sé por lo que habrás pasado tú, ¡pero esto es demasiado para mí! —Exclamé, quizá estaba montando otra escena, y me sentía dramática por ello, pero era incapaz de retenerlo por más tiempo, o acabaría explotando. — No llevo ni veinticuatro horas fuera de la mansión de Lord Xaldin y todo ha cambiado demasiado, ¿lo entiendes? He abandonado una vida en la que solo tenía que acatar órdenes, me has plantado que no soy humana del todo y acabo de descubrir que no solo puedes sentir las vibraciones causadas por los pensamientos de alguien, sino que además puedes despojar a cualquiera de su conciencia con solo centrarte un poco —me encontraba jadeante a causa de lo rápido que había hablado, pero en parte me sentía algo más liberada al haber soltado todo lo que llevaba dentro.

—Cualquiera que no esté entrenado para bloquear a intrusos —señaló —. Ellia, a lo largo de mi vida he visto a muchas chicas en tu posición. Entiendo cómo te sientes, de verdad. He sentido tu ansiedad, y es muy similar a la de las otras. Es normal que te sientas así, sé que es abrumador al principio, pero intenta tomarlo con calma, ¿vale? Todo irá a mejor —lo miré fijamente a los ojos, aunque aparté la mirada un poco molesta unos segundos más tarde.

Un sentimiento desconocido se retorcía en mi pecho y subía poco a poco por mi garganta de solo oírle hablar de otras chicas. Que me comparase con ellas me hacía sentir un poco mal, inferior incluso. No podía ponerle nombre porque era un sentimiento que acababa de descubrir, pero sí podía decir que era muy desagradable. Era una mezcla de posesividad e inseguridad.

Tenía que parar y centrarme, ¿posesividad? No conocía a Riku de nada, no llevábamos ni veinticuatro horas juntos, entonces ¿por qué me sentía posesiva sobre él?

—Ellia... —me llamó de nuevo la atención.

—Ellas no se han encontrado con la posibilidad de que no sean humanas del todo, siempre fueron humanas y nada más, pero dijiste que yo era la primera persona que conocías con esta condición —repliqué.

—Sé que lo dije, y es cierto que nunca había visto nada igual, pero créeme, es una fase. Es difícil superarla, claro que lo es, pero lo harás, como todas lo hicieron, y vivirás una vida feliz en las colonias. Todas ellas han sido grandes luchadoras, y tú no vas a ser menos —debía admitir que Riku tenía tacto en esos momentos, desarrollado claramente por tantos rescates.

—Si tú lo dices... —suspiré, derrotada.

Se hizo el silencio tras eso, ninguno de los dos medió palabra alguna. Finalmente, Riku me ayudó a salir de la cama y fuimos a comer con el resto de sus compañeros. Me quedé con ganas de hacerle saber que tenía miedo, pero había algo que me lo impedía.

Él me había salvado, eso era un hecho que yo tenía muy claro que jamás podría negar, pero, aun así, aun habiendo conocido a sus compañeros y aun habiendo visto que eran vampiros que estaban en contra del sistema, había algo que me impedía confiar plenamente en él como para decirle cómo me sentía realmente.

Quizá solo necesitase algo de tiempo, pero temía terminar confiando en él justo cuando tuviéramos que separarnos y él me dejase en las colonias humanas del norte.

Y eso era lo que me hacía tener miedo.

Aun así, hundí aquel pensamiento en el fondo de mi mente, guardándolo para mí. Ya tendría tiempo de preocuparme cuando el problema me saltara encima, había aprendido esa misma mañana que preocuparme por el limbo solo me traería ansiedad y nerviosismo, así que decidí simplemente ignorar esa sensación de incertidumbre.

Xion y los demás se alegraron al volver a verme, pero temía haberles dado una mala impresión con lo que había pasado. Fue entonces que las palabras de Riku comenzaron a rebotar por mi mente. Ellos habían salvado a muchas chicas antes de mí, y por lo que le pude entender todas habían tenido más o menos reacciones similares y habían sentido la misma ansiedad que yo sentí.

Así que igual estaba sobre pensando las cosas y me estaba preocupando demasiado por cuestiones que en realidad eran nimias, lo cual me hizo sentir estúpida.

"Es normal" dijo una voz en mi cabeza que había cobrado vida de la nada. "Nunca has tenido que pensar en este tipo de cosas, nunca has tenido que preocuparte por la impresión que dabas o por lo que la gente pensara de ti, pero ¿acaso eso importa siquiera? Eres fuerte y has sobrevivido veinte años a una vida junto a uno de Los Doce. Aprenderás a vivir fuera de tu jaula, y eventualmente terminarás volando alto, Ellia". Animó de nuevo la voz.

¿Fue eso mi subconsciente? ¿Riku podía implantar pensamientos en la mente de los demás? No lo sabía, pero la voz sonaba confiada a hacerme sentir mejor, a empoderarme para que pudiera afrontar la vida con dignidad, como la persona que era, y no como la humana esclavizada que había sido siempre.

Definitivamente era hora de ponerse en pie, jamás volvería a vivir de rodillas. Aprendería a valerme por mí misma, a fortalecer mi mente, mi alma y, si era necesario, mi cuerpo. Era hora de cambiar, ya que la situación así lo requería, y sentía que tanto Riku como el resto de sus compañeros me ayudarían con ello en pos de que pudiera llegar con la confianza suficiente a las colonias humanas.

El día pasó ameno y tranquilo tras eso, Riku y yo nos fuimos a su casa cuando la noche cayó, y el chico puso algo de música mientras que preparaba la cena. Quise ayudarle, pero no me dejó, alegando que ya había servido a otros por el tiempo suficiente, que ahora era el momento de que estuviera tranquila y no hiciera nada.

Acepté a regañadientes, pero fui incapaz de quedarme quieta. Encendí el televisor, quedándome helada al ver la mansión de Lord Xaldin en las noticias. "Un desaparecido y un muerto tras el ataque rebelde al domicilio de un miembro de Los Doce".

Llevé mis manos a la boca, sintiendo los ojos llenos de lágrimas. El periodista afirmaba que la empleada doméstica humana de Lord Xaldin había desaparecido, mientras que un miembro de la familia que juraba lealtad al Lord había sido asesinado. Una mujer llamada Mary.

Me desplomé en el sofá, sin apartar la vista de la televisión, mis piernas eran ahora gelatina, incapaces de sostenerme firmemente mientras que las lágrimas comenzaban a deslizarse por mis mejillas.

¿Riku y sus compañeros habían hecho esto? No, prometió no dañar a Mary, lo que llevaba a pensar que esto era obra de Lord Xaldin. Era una advertencia clara: "regresa o serás la siguiente". 

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