Capítulo 35

Ellia's POV:

Los amigos de Riku me resultaron curiosos cuanto menos. Eran demonios, aunque sentía que estaban a medio transformar, lo que me llevaba a pensar que quizá eran algún tipo de mestizos, tal y como lo era yo.

Pese a que sabía que Riku confiaba en ellos, igualmente le miré dudosa cuando me pidió que mostrase mis alas. El vampiro asintió y pude ver en su mirada que no tenía nada que temer estando con él y los albinos, pero eso no quitaba el sentimiento de inseguridad que corría por todo mi ser.

Finalmente, y bajo las expectantes miradas de los gemelos, invoqué mis alas. Sus ojos azul hielo se abrieron como platos a causa de la sorpresa.

—Imposible —comentó Vergil, incrédulo

—Definitivamente, no has mentido al decir que veríamos un milagro. Los vogel estaban extintos, ¿no?

—Eso se creía, pero ella es la prueba de que no —respondió Riku mientras retiraba mis alas —. Ahora que lo habéis visto, quisiera pediros un pequeño favor —Dante miró al vampiro con una ceja alzada, curioso.

—Ya decía yo que no venías solo para reencontrarte con unos viejos amigos —reflexionó —. Me hieres haciendo eso, Riku —bromeó.

Sin duda alguna, de los dos Dante era el más gracioso de los demonios.

—Cuéntanos qué necesitas y veremos qué podemos hacer al respecto —asintió Vergil.

—Se dice que Vexen y Zexion dirigen un laboratorio, pero nadie sabe dónde se encuentra exactamente —explicó mientras sacaba dos teléfonos móviles de su chaqueta y se los extendía a los gemelos —. Necesito que, si veis cualquier indicio de que la entrada esté en algún lugar de este territorio, me lo comuniquéis de inmediato.

—Sólo son rumores, Riku. ¿Vas a obsesionarte con eso ahora?

—Lord Xaldin inhibió mis poderes de vogel durante todo el tiempo que le serví, a voluntad. Él sabe lo que soy, y cada luna llena extraía viales de sangre de mí. No es seguro que así sea, pero Riku y yo hemos llegado a la conclusión de que muchas muestras podrían haber acabado en el laboratorio, y con ellas mi ADN —expliqué yo —. De ser ciertas nuestras suposiciones, es posible que Los Doce estén intentando crear armas a partir de ese ADN —decir aquellas palabras me puso la piel de gallina, y un escalofrío me recorrió la columna también.

—Entiendo. Bueno, si vemos algo, te avisaremos, ¿vale? —El vampiro asintió.

—Quiero recordaros que la invitación a que os mudéis a la finca sigue en pie.

—Ya hablamos de ese tema en su momento, Riku. Es muy complicado, y lo sabes —la mirada de Vergil recayó en mí tras decir eso, como si no se sintiera a gusto discutiendo ese asunto conmigo delante.

—Bueno, solo os lo recordaba, es todo —se encogió de hombros el vampiro.

Nos quedamos unas horas con los gemelos albinos, y debía admitir que me fascinaba la casa que tenían. Es decir, se accedía a través de una cueva, pero tras avanzar hasta el interior se llegaba a una casa con todas las de la ley. Definitivamente, la magia Fae era simplemente asombrosa.

—¿Piensas decirme cual ha sido realmente el punto de esta repentina y peligrosa visita? —Inquirí a los pocos minutos de salir de la cueva.

—Mantente en silencio, este lugar es demasiado peligroso como para ir charlando tranquilamente —ordenó el vampiro.

—¿Tan horribles son las criaturas que hay aquí?

—Ellia, no los hagas enfadar —fue gracias a esas palabras que pude darme cuenta de que miles de ojos nos miraban desde las oscuras profundidades del bosque. Tragué saliva con los nervios a flor de piel, esperando poder llegar de una pieza hasta el punto de teletransporte que nos llevaría de vuelta a la iglesia cercana a la finca.

Finalmente, llegamos al claro desde el que habíamos partido inicialmente, y mientras que la oscuridad se alzaba y nos rodeaba, alcancé a escuchar una especie de rugido gutural, completamente salvaje y feroz.

—Han encontrado al vlicker —comentó Riku, divertido.

—¿Vlicker? —Pregunté una vez que reaparecimos en la iglesia.

—Es una de las tantas criaturas de pesadilla del Bosque Profundo. No quieres saber cómo es, créeme —aseguró mientras emprendíamos la marcha.

—Y si tan horrible y temible es, ¿cómo es que Dante y Vergil le han atrapado? —Inquirí yo, algo confundida.

—Porque esos dos son los mayores depredadores del Bosque Profundo. Ese territorio es su coto de caza personal —me quedé anonadada ante tales palabras.

—¿Qué dices? —Por un instante sentí mi sangre congelarse dentro de mis venas al darme cuenta de lo peligrosos que eran esos dos. Riku asintió con la cabeza.

—Como lo oyes, querida Ellia —reafirmó —. Esos dos cazan a los demás monstruos de la zona por pura diversión y deporte. Suena cruel, pero en realidad le hacen un pequeño favor al Gran Continente —explicó.

—¿Por qué no se unen a la resistencia si tan fuertes son?

—Porque no pueden abandonar Bosque Profundo. Al menos, de momento —le miré con el ceño fruncido, ahora sí que no me salían para nada las cuentas.

—¿Por qué no?

—Les has visto, ¿no? Habrás notado que no son ni humano ni demonio, sino algo intermedio entre ambas especies —comentó.

Claro que me había dado cuenta de ello, ¿cómo no hacerlo? La cosa es que simplemente lo achaqué a que preferían mostrarse así ya que, a fin de cuentas, yo era una completa desconocida para ellos.

—Como para no darse cuenta... —comenté.

—Pues ese es el resultado de una venganza impulsiva y sin preparación previa —me paré en seco cuando dijo eso. Riku se dio cuenta y se giró para mirarme.

—No puedes estar hablando en serio —repliqué.

—Se enfrentaron a alguien mucho más fuerte que ellos, y terminaron así. Atrapados entre lo humano y lo demoníaco, y anclados a un territorio en el que o matas, o te matan —crudas palabras, pero la realidad, a fin de cuentas.

—¿Así que esa es la razón por la que me has traído aquí? ¿Demostrarme que la venganza descontrolada es demasiado peligrosa e imprudente? —Riku asintió.

—Efectivamente.

No sabía cómo sentirme tras esa afirmación. De verdad. Por un lado me sentía como si Riku buscase protegerme y cuidar de mí, pero por el otro era como si no confiase en mí del todo.

Sí, todo lo que dije fue en serio, absolutamente todo, pero aun así...

Sea como fuere, no podía culparle por sentirse preocupado de que yo actuase de manera impulsiva. Le había dado razones para dudar de mí, y ahora estaba recibiendo las lecciones que corregirían esa actitud descerebrada y animal.

Vale, quizá Riku no las veía exactamente como lecciones o clases, pero yo sí las veía de esa forma.

"Tienes lo que te mereces". Habló la voz de mi cabeza.

"¿Se puede saber de parte de quién estás tú?" Repliqué yo mentalmente, siguiendo a Riku hasta el exterior de la iglesia.

"Sólo busco que estés bien, así que, en este momento, de parte de Riku". Genial, ¡maravilloso! Ni la voz de mi cabeza, que se suponía que formaba parte de mí, estaba de mi parte.

—Otra vez estás muy callada —comentó Riku tras unos minutos, cuando la moto ya se veía a lo lejos.

—No me quito de la cabeza que hayamos estado con los depredadores más peligrosos del Bosque Profundo, es todo —me excusé, encogiéndome de hombros.

—Dante y Vergil son mis amigos, jamás te harían nada. De todas formas, no olvides lo que te dije, seré tu escudo siempre —recordó.

Le observé en silencio por unos breves instantes, con sus palabras en mi mente, dando vueltas sin parar. El recuerdo de la noche de La Caza vino a mí como un fogonazo: incluso estando herido y acorralado por un cazador, Riku se metió en la mente de Dereck y lo dejó inconsciente, todo en pos de mantenerme a salvo.

Si era sincera, hasta ese momento no me había dado cuenta de lo peligroso que eso había sido.

—¿Ellia? —Estaba tan sumida en mis pensamientos que no me había dado cuenta de que Riku se había acercado hasta mí, quitando una lágrima que rodaba por mi mejilla izquierda. —¿Estás bien? —Susurró, su mirada clavada en la mía.

No respondí. Simplemente me abalancé hacia él y le abracé con todas mis fuerzas. 

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