Capítulo 26
Sentía que los nervios me comerían viva en cualquier momento. Riku me miraba de vez en cuando, y debía admitir que me relajaba un poco cada vez que eso pasaba. Tenía muchísima presión encima en aquellos momentos, si era sincera. El sonido de la fiesta y el disfrute a lo lejos no hacía sino inquietarme más de lo que ya estaba, y la rabia y el dolor fluía por mis venas cada vez que llegaba a mí el pensamiento de que Xaldin estaba cerca, disfrutando tras haberme tenido esclavizada y haber matado a la única persona a la que le importaba en este mundo en el pasado.
Una hora después de que el Festival diera comienzo, el pistoletazo que anunciaba el inicio de La Caza resonó por el bosque, haciendo volar a todas las aves que, hasta ese momento, habían estado tranquilas en las ramas de los árboles.
Riku, Terra y Sora se marcharon al captar el olor de los otros tres participantes de esa noche, ordenándome Riku que yo aguantara la posición, ya que uno venía hacia donde estábamos. Antes de que se marchara, Riku y yo nos miramos con una única promesa en mente: volver a estar juntos.
Los pasos no llegaron hasta pasados diez minutos. Una muchacha se aproximaba corriendo hasta donde yo esperaba. Bajé del árbol y la tiré al suelo, tapando su boca con mi mano. Debía de tener unos quince o dieciséis años, y estaba completamente aterrorizada.
—Voy a sacarte de aquí, ¿vale? —Le dije lentamente, mirándola a los ojos —. No tengas miedo, yo también fui como tú. Te juro que te llevaremos a un lugar seguro.
La chica me escaneó por unos segundos, hasta que finalmente se decidió y asintió con la cabeza. Tenía el cabello negro y los ojos marrones, y múltiples heridas en sus brazos y piernas. Debía de haber pasado por un infierno.
Un movimiento repentino en los arbustos que había detrás de la joven captó mi entera atención, así que rápidamente saqué el arco y apunté hacia la oscuridad.
—Al suelo, ¡ahora! —le ordené a la adolescente, que hizo caso al instante. —¡Muéstrate!
Una joven de cabello negro y largo recogido en una trenza avanzó de entre los árboles, con las manos levantadas. Una cazadora.
—¿Los rebeldes interrumpiendo nuestro deporte favorito? ¡Qué poco respeto! —Escupió, sus ojos dorados clavados en la adolescente que se había escondido tras de mí —. Vamos, entrégamela y no te haré nada —prometió, negué con la cabeza, sin dejar de apuntarle.
—Ella es inocente —sentencié.
Le disparé en el pie tan pronto como intentó avanzar hacia mí. La flecha de plata dio en el blanco y dejó a la vampira clavada en el suelo, aullando de dolor. Me miró enrabietada, sacando varias dagas de entre su ropa y lanzándomelas. Las desvié tal y como Riku me había enseñado, dejándolas clavadas en los árboles de nuestro alrededor.
Para cuando me quise dar cuenta, mi oponente se había deshecho de la flecha y avanzaba rápidamente hacia mí, de una manera que me pareció extraña. Aparecía y desaparecía ante mis ojos, como si se teletransportase muy rápido. Ese debía de ser su don, poder recorrer pequeñas distancias mediante teletransportes.
Seguí su trayectoria como pude, teniendo que acostumbrar mis ojos a su velocidad. Sí, la chica era rápida, pero Riku se movía incluso más rápido que ella, por lo que no terminó siendo mucho problema el poder seguirle el rastro. Me dejé golpear y cortar para que se confiase y así poder calcular dónde aparecería a continuación.
Cuando estuve segura de su próximo movimiento, me agaché y alcé el arco, disparando. La vampira apareció justo donde yo había previsto, tras de mí, y la flecha se clavó de lleno en su corazón, brindándole una muerte instantánea.
El cuerpo cayó sobre la tierra con un ruido sordo, y la joven humana, que hasta ese momento había estado escondida detrás de un árbol, corrió hasta mí.
No dejé que pasara más tiempo e invoqué mis alas, la chica era menuda y se la veía muy delgada, por lo que su peso no supondría un problema a la hora de volar. Riku y yo habíamos discutido este asunto los días pasados, llegando a la conclusión de que, si era posible, lo mejor sería llevar al humano que me topase volando hasta la furgoneta, ya que sería el medio más rápido.
Así que eso hice, cogí a la chica en brazos y alcé el vuelo, manteniéndome lo más cercana posible a las copas de los árboles. Mantuve una velocidad media, ni muy lenta ni muy rápida, ya que necesitaba avanzar con urgencia, pero sin llegar a chocar con ninguna rama o tronco. Fue algo difícil, pero no imposible.
Justo antes de llegar al final del bosque divisé a un cazador, pero Terra ya estaba acabando con él para cuando le sobrepasé por el aire.
—¡Bien hecho Terra! —Exclamé, pasando la línea de defensa formada por Axel, Roxas, Ventus y Xion.
—¡Pajarraca! ¡Eso es trampa! —Gritó el castaño, haciéndome reír.
Finalmente, llegamos hasta la furgoneta. Terra salió con su humano al poco, y Sora llegó tras unos tres minutos con la suya, cuando la adolescente que yo había rescatado ya estaba subida a la furgoneta.
Me asusté al no ver a Riku llegar en los siguientes cinco minutos.
—¿Habéis visto a Riku? —Pregunté, Terra negó.
—Yo sí, le vi peleando con una cazadora —comentó Sora.
Estaba segura de que Riku había ganado esa batalla, pero ¿por qué no venía?
—Relájate, Ellia. Riku es bueno, llegará en cualquier momento —me alentó Aqua, pero yo ya tenía un mal presentimiento corriendo por mi mente.
—Algo va mal —comenté yo.
—Dale un poco de tiempo, quizá se ha topado con más cazadores de los que esperaba —me dijo Axel.
Eso hicimos, pero pasados diez minutos, Riku seguía sin aparecer. De repente, y cuando ya estaba perdiendo los nervios, un humano apareció, pasando entre Axel y Roxas. Me lancé hacia el chico, desesperada, tenía que ser el humano que Riku había encontrado.
—El vampiro de ojos aguamarina, ¿dónde está? —El joven se encogió de hombros.
— Me dijo que siguiera corriendo en esta dirección, unos cazadores lo perseguían —contestó.
—Mierda.
Riku me había dicho que, llegado el momento, le dejase atrás, pero no podía, simplemente me era imposible. Sí, yo era un trofeo especial para Los Doce, un símbolo que no debían recuperar bajo ningún concepto, pero también tenía sentimientos y un corazón, así como conciencia.
—Volved a la finca, Riku y yo volveremos tarde o temprano —ordené.
—Tú vienes con nosotros —esta vez fue Sora quien se acercó hasta mí, respaldado por Terra.
—Ni de coña. Voy a buscar a Riku —repliqué.
—Ellia —la voz de Terra sonó autoritaria mientras se acercaba hasta mí y agarraba mi muñeca.
Le golpeé con mi mano libre y salí corriendo hacia la arboleda. Sora, Terra y los demás gritaron mi nombre, pero hice caso omiso y desplegué mis alas, alzando el vuelo. Me agobié al no poder percibir el aroma a mar y pino de Riku, ¿cómo le encontraría? Mi respiración se agitaba cada vez más y más, sintiendo la ansiedad y el agobio tomar el control de mi ser.
Volé por lo que calculé como una media hora, pero ni rastro de Riku. Tuve que pararme en una rama para recobrar un poco el aliento, y fue entonces cuando me di cuenta de que estaba prácticamente en el comienzo de la arboleda, solo dos líneas de árboles me separaban de la plaza, donde todo el mundo festejaba, bailaba y bebía como si no hubiese un mañana.
Escaneé el lugar y encontré a Los Doce entre el gentío. Lord Xaldin se llevó toda mi atención. Ahí estaban esos doce indeseables, bebiendo vino de sangre y pasándoselo en grande, siendo conscientes de que cuatro humanos estaban siendo masacrados en aquellos momentos.
La boca se me quedó seca y la rabia y el dolor comenzaron a correr por mis venas. Cerré mis manos en puños para calmar el temblor que se había apoderado de mi cuerpo. Cerré los ojos y respiré hondo, necesitaba calmarme. Las palabras de Riku comenzaron a repetirse en mi mente: "Verás a Xaldin esta noche, pero no puedes dejar que eso te afecte".
Esa parte oscura y bestial de mi ser se mostró de nuevo, queriendo tomar el control. Luché contra ella, quise reprimirla, o al menos eso intenté, ya que, para cuando quise darme cuenta, ya tenía el arco en la mano, desplegado y cargado con una flecha.
"Mátalo, está a tiro. ¡Dispara y corre! Es un tiro fácil, está distraído, ¡no se lo espera!". El arco me susurró aquellas palabras mientras intentaba calmar mi respiración, queriendo controlarme, sin mucho éxito. No dejaba de debatirme conmigo misma.
"Si lo haces, te localizarán y te terminarán capturando de nuevo, ¡Los Doce al completo están ahí abajo!" La voz femenina de mi cabeza se alzó, llevándole la contraria a la sed de sangre del arco.
—Cerrad el pico —gruñí, sacando mis alas y arrancándome una pluma. Dolió como el infierno, pero les lanzaría un mensaje: estaba viva, y les tenía en el punto de mira. Los Doce caerían, y su dictadura lo haría con ellos.
Respiré hondo y disparé. No vi dónde aterrizó la flecha, no me quedé en la rama como para verlo. Bajé conforme el caos se desataba en la plaza, sintiendo un fuerte tirón en mi brazo.
Me giré, en guardia, pero cuando vi a mi atacante el alivio y la tranquilidad comenzaron a fluir por mis venas.
—Riku... —suspiré, abrazándole con fuerza.
El vampiro soltó un gruñido de dolor cuando hice eso, asustándome. Me separé de él al instante, y me quedé helada al ver el estado en el que se encontraba.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top