Capítulo 25

Pasamos el resto de la mañana en aquel acantilado. Me gustaba el sonido del mar, en especial cuando las furiosas y fuertes olas rompían contra la roca bajo nuestros pies, me relajaba.

El vampiro me explicó que ya era como una especie de ritual el visitar la tumba de Naminé antes de una misión importante. Él sentía que, desde el más allá, la chica le escuchaba y le daba suerte y fuerza para lo que se avecinaba.

No sabía si funcionaba o no, o si era puro placebo, pero igualmente me resultaba un gesto muy bonito por parte de Riku. Iba allí para recordar por lo que luchaba, y por quién empezó todo. Si no hubiera sido por Naminé, Riku seguiría matando humanos cada luna llena, y yo seguiría presa en la mansión de Lord Xaldin.

Lo que le pasó a la chica fue una desgracia, por supuesto que lo fue, pero ¿no se solía decir eso de "no hay mal que por bien no venga"? La muerte de la chica fue triste y cruel, pero sirvió para cambiar el mundo.

"Una mártir necesaria". Habló la voz de mi cabeza. Por una vez, tuve que darle la razón. A veces, y por desgracia, el mundo necesitaba un mártir para que la sociedad se diera cuenta de que un cambio era muy necesario.

Como Riku me había enseñado aquel lugar, creí justo enseñarle la habilidad que había descubierto aquel día, la de volar. Me acerqué al borde del acantilado, y el vampiro se preocupó.

—¿Qué estás haciendo, Ellia?

—Confía en mí —le dije con una sonrisa, dejándome caer al vacío.

Escuché a Riku gritar mi nombre, sabía que le había asustado, pero pronto me vería de nuevo. Descendí unos dos metros antes de invocar mis alas y salir disparada hacia arriba. Vi su cara, y no necesité nada más en ese momento.

Estaba realmente feliz, sonriente y sorprendido a causa de lo que sus ojos veían.

—¡Ellia! ¡No me des esos sustos! —Pese a que intentaba sonar enfadado, alguna que otra pequeña risa se filtraba entre sus palabras.

—Te he dicho que confiases en mí —contesté, sonriéndole.

—Son impresionantes —comentó, en referencia a mis alas.

—Me gustaría haberte enseñado esto antes, pero hemos estado muy ocupados entrenando —expliqué, sabía que a Riku le hacía mucha ilusión ser testigo de este avance.

Y es que, ignorando el cansancio, había salido en secreto alguna noche para practicar el vuelo. En las primeras el aterrizaje siempre había sido un desastre, pero poco a poco lograba controlarlo mejor, e incluso había conseguido aprender a quedarme estática en el aire, cosa que se me hacía difícil porque siempre batía las alas o bien con demasiada fuerza, o bien con muy poca, cayendo por mi propio peso.

—No te preocupes, lo entiendo —me tranquilizó mientras pisaba tierra firme, con cuidado de que mis alas no tocasen el suelo. Había descubierto que dolía mucho cuando eso pasaba. —¿Puedo? —Riku extendió la mano, buscando tocar mis alas.

Sería la primera vez que alguien las tocase, ya que ni yo misma lo había hecho. Aun así, asentí con la cabeza, ¿qué podría salir mal? Me aproximé al vampiro y un escalofrío me recorrió de pies a cabeza cuando su mano entró en contacto con las plumas. Tragué saliva, sintiendo un cosquilleo en mi vientre. Había sido una mala idea dejarle tocar.

Suspiré sintiendo la cara caliente, y en seguida Riku apartó su mano, seguramente sintiéndose igual de violento que yo en aquel momento. No sabía que eran tan sensibles al tacto, y lo había descubierto por las malas, por decirlo de alguna manera.

—Lo siento —se apresuró a decir, yo negué con la cabeza, dándome la vuelta. Me daba vergüenza que me viese tan roja.

—No importa, ha sido culpa mía. No sabía que pasaría esto —dije atropelladamente, haciendo desaparecer las alas y rotando un poco los hombros después.

El ambiente se volvió un poco incómodo tras eso, pero pronto Riku se acercó a mí y puso una mano en mi hombro, obligándome a girar para enfrentarle. Le miré a los ojos por unos instantes, y aunque quise apartar la mirada, él no me lo permitió, ya que me agarró de la barbilla y me obligó a quedarme en aquella posición.

—Verás a Xaldin esta noche, pero no puedes dejar que eso te afecte —Riku sabía lo mucho que odiaba al Lord debido a todo lo que me había hecho, así como por el hecho de que asesinó a Mary a sangre fría —. Tenemos que sacar a los humanos del bosque como sea, y si las cosas se ponen feas quiero que seas la primera en escapar, ¿vale? —Asentí con la cabeza.

"Si algo me pasa, déjame atrás y sálvate tú". Eso era lo que Riku quería decir en realidad.

—Los Doce no se saldrán con la suya, no volveré a sus garras —le aseguré, decidida.

Me dolería tener que abandonarle llegado el momento, pero si me volvían a capturar, el esfuerzo que hizo Riku por sacarme de la mansión de Lord Xaldin no valdría nada.

—Prométemelo, Ellia —sentí mis ojos llenarse de lágrimas, dolería separarme de él.

Pese a la fortaleza que intentaba mostrar, no pude aguantar más y le abracé con todas mis fuerzas, aspirando su aroma. Sí, no quería que Los Doce me volviesen a tener, ni que lo que había hecho Riku fuese en vano, pero tampoco quería perderle. Una parte de mí, la más oscura, se revolvió como un saco de serpientes de solo pensar en que a Riku le pasara algo o tuviésemos que separarnos.

Fue entonces que, pese a lo que el vampiro quería, me juré a mí misma que saldríamos del bache juntos, sin importar el precio a pagar.

Nos fuimos del acantilado cerca de la hora de la comida, pero en lugar de dirigirnos hasta el chalet de Riku, fuimos directos al conviviente. Comimos junto a los demás miembros de la resistencia, y juntos repasamos el plan de aquella noche.

Riku, Sora, Terra y yo nos meteríamos en el bosque para salvar a los humanos. Roxas, Ventus, Axel y Xion serían los guardianes de la furgoneta de escape, y Kairi y Aqua esperarían en la furgoneta, siendo la vampira de pelo azul la conductora de la misma. Ellas serían la última línea de defensa, pero contaban con un gran poder mágico, así que, si se daba el caso, podrían defenderse bien.

Kairi y Aqua partieron antes que nosotros hacia la ciudad, ya que como llevarían la furgoneta tardarían más que nosotros en llegar.

Los demás nos preparamos para partir; cogimos armas, nos pusimos ropa adecuada y la untamos con un líquido especial a base de café, especias y hierbas varias. Xion me ayudó a hacerme un par de trenzas boxeadoras, fijando todo con gomina.

La ropa era ajustada y de color negro, y debía admitir que facilitaba mucho la movilidad. El material era impermeable y, aunque era un conjunto de manga larga y mallas, la tela no daba nada de calor.

Salí de mi habitación y me quedé algo atónita al ver a Riku: la ropa se le ceñía igual que a mí, pero al estar más definido que yo los músculos de sus brazos y su abdomen se marcaban significativamente.

—Te sienta bien ese peinado —me dijo mientras salíamos de casa, listos para lo que venía.

—Gracias, Xion me ha ayudado con él —estaba tensa, y Riku se debía de haber dado cuenta de ello, ya que agarró mi mano y le dio un apretón.

—Todo saldrá bien —asentí con la cabeza.

—Eso espero.

Riku y yo fuimos con la moto hasta la iglesia de aquella noche, explicándome el vampiro que ese lugar era el único punto seguro para usar el teletransporte. Sora, Terra y los demás llegaron poco después que nosotros, y poco a poco fueron desapareciendo. Riku me rodeó la cintura y me atrajo hacia sí, quedando muy pegados el uno al otro.

La oscuridad nos envolvió y tuve que agarrarme a los hombros del vampiro debido a la intensidad del aire que surgió. Por su parte, Riku apretó su agarre y me miró a los ojos, haciendo que me perdiera rápidamente en sus profundidades aguamarina.

El trayecto duró apenas unos dos minutos, pero cuando la oscuridad arreció a nuestro alrededor y aparecimos en mitad de una arboleda, me separé de Riku y corrí tras el árbol más cercano para vomitar. Esto no había pasado la primera vez que el vampiro nos teletransportó, pero supuse que era cosa de los nervios del momento.

—¿Estás bien? —El vampiro se había movido hasta quedar tras de mí, poniendo una mano en mi espalda.

Me erguí y asentí con la cabeza, soltando un pesado suspiro.

—Los nervios me han jodido por un momento —admití.

—¿Estás más tranquila ahora?

—Sí, descuida —le tranquilicé.

—Bien, andando pues —interrumpió Terra —. Desde aquí tenemos un poco de camino hasta la arboleda de La Caza.

—Terra, ¿puedo hablar contigo un momento? —Le dije, yendo tras él.

Riku intentó frenarme, pero llegué a ponerme a la altura del vampiro de cabello castaño.

—Dispara —me dijo Terra.

—Solo quería disculparme por lo de aquel día, no era mi intención ponerme así, y me hubiera gustado pedirte perdón antes, pero Riku y yo hemos estado trabajando muy duro en mis entrenamientos —agaché un poco la cabeza, sintiéndome algo cohibida al estar al lado del mayor.

—No te preocupes, no te guardo rencor por lo que pasó —quedé impresionada por aquellas palabras —. Eres fuerte, y quizá te juzgué mal, así que supongo que yo también lo siento —me dedicó una fugaz mirada sin detener su marcha —. Eres una más para mí, Ellia.

Me sentí llena de dicha cuando dijo eso. Riku me miró enternecido al ver mi expresión ociosa, mirando también a Terra, quién le sonrió.

—Has hecho un gran trabajo, hermano.

—¿Sois...? —Pregunté yo.

—No, es solo que Terra nos ve a todos como hermanos pequeños de los que cuidar —explicó Riku.

Tras una media hora de caminata, llegamos por fin al lugar de La Caza. Comprobamos que no hubiese nadie allí y nos subimos a los árboles, esperando a que todo comenzase. Sora y Terra estaban a mi derecha e izquierda respectivamente, mientras que Riku estaba en el árbol que había justo frente a mí.

Nos miramos con complicidad y sonreímos, diciéndole de esa manera al otro que todo saldría bien mientras que el sol se ponía, marcando el inicio del Festival de esa noche, así como el comienzo de nuestra misión. 

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