Capítulo 24
No le dije a Riku que el arma me había hablado, aunque se debió notar en mi expresión que algo ocurría, ya que el vampiro me miró un tanto preocupado antes de hacerme una pregunta:
—¿Estás bien? Te has quedado algo pálida —alcé la mirada y asentí.
—No te preocupes, es solo que valoro mucho que me hayas permitido usarlo —le dije, desviando el tema. No quería que siguiera insistiendo.
—Me diste una buena razón para hacerlo —respondió.
Comenzamos el entrenamiento tras unos pocos minutos. Riku se colocó tras de mí y guio mis movimientos hasta que adopté una posición adecuada. Seguidamente, agarró mis brazos y los levantó, posicionando mi mano en el lugar correcto del arco. Me pasó una flecha y me enseñó a sujetarla.
—Esta es la postura perfecta —comentó mientras se alejaba un poco de mí, su presencia un fantasma tras de mí en aquel momento. Pasé saliva y observé con atención el arco, mis manos y la flecha.
—Entiendo.
—Descansa unos segundos y vuelve a esa postura, quiero ver si te has quedado con ella —asentí con la cabeza y bajé el arma. Me había tensado y ni siquiera me había dado cuenta de ello en aquel momento. Roté los hombros y el cuello y volví a levantar el arco, intentando acercarme todo lo que pudiese a la posición en la que había estado hacía unos segundos.
Aunque no quedé colocada exactamente igual, Riku solo tuvo que corregir un poco la altura a la que había colocado el arco.
—La flecha debe quedar por debajo de tu barbilla. Si la lanzas desde tu mejilla tarde o temprano terminarás haciéndote un corte —explicó —. Cada persona termina teniendo su propia técnica, pero yo te recomiendo que sigas lo que te digo.
—Eras el mejor, ¿no es así? —Riku asintió —. Entonces enséñame cómo lo hacías tu —pedí.
—Está bien. Mantén esa postura, pasaremos al tiro —volvió a colocarse tras de mí y puso sus manos sobre las mías —. Agarra el arco con fuerza y tensa la cuerda —hice lo que me dijo, moviendo mi brazo hacia atrás lentamente, hasta que no pude más —. Respira hondo, contén el aire y apunta —susurró en mi oreja, poniéndome la piel de gallina.
Cerré mi ojo izquierdo y centré toda mi atención en la diana, tomando una gran respiración.
—Dispara —Riku abrió su mano derecha y yo dejé ir la flecha, que salió disparada y cortó el aire, silbando hasta la diana.
Se clavó muy cerca del centro, y no pude evitar sonreír victoriosa, bajando el arma y girándome para mirar a Riku. El vampiro me observaba sonriente, orgulloso de mí y de mis avances.
—Bien hecho —felicitó, revolviéndome un poco el pelo.
Y así transcurrió la mañana, a veces me alejaba mucho del centro, y en otras ocasiones me acercaba más a él, pero no llegué a clavar la flecha en el centro de la diana en ningún momento. Pese a ello, no me desanimé. No había errado ningún tiro realmente, lo que quería decir que el arco tampoco se me daba tan mal.
Riku observaba todo desde la lejanía, sentado en un banco. Me llamaba la atención de vez en cuando, cuando mi postura no era del todo la correcta o quería que descansara por unos instantes.
—Deberíamos decirle a los demás acerca de los encapuchados de esta mañana —comenté dejando ir la flecha, que se clavó muy cerca del centro.
—Hablaré esta tarde con Aqua, no quiero convocar una reunión ahora mismo.
—¿Es por lo de ayer con Terra? —Asintió —. ¿Cómo está?
—Bien, no te preocupes por él. Ese chico es como un espartano —le quitó él importancia.
Pensé en el resto de la resistencia, y volví a preocuparme cuando lo hice. Lo que había pasado el día anterior había sido horrible. Me dejé llevar y, de no haber sido por Riku, quién sabe lo que le habría hecho a Terra. Suspiré alejando esos pensamientos de mi mente.
—Bueno... —lo dejé estar.
Horas más tarde, y ya cercana a la hora de la comida, paramos con el entrenamiento. Riku me enseñó que el arco se podía plegar para que no ocupase tanto espacio, y me ofreció llevarlo conmigo a mi habitación si así lo deseaba. Me negué, esa cosa ya me había hablado suficiente por hoy, no necesitaba que se metiera en mi mente en mitad de la noche.
Riku parecía sospechar de que algo pasaba con el arco, pero no dijo nada al respecto y simplemente fuimos hasta la cocina para preparar la comida.
—¿Estás seguro de que te quieres volver a meter en un sitio en el que Xemnas esté presente? Él conoce tu olor —Le dije al recordar el plan que tenía para la noche de luna llena.
—No me pillará. Además, no interferirá en La Caza, sino que mandará a sus esbirros a por mí una vez que me detecte. Si es que llega a hacerlo —una sonrisa un tanto cínica se formó en el rostro de Riku.
—¿Planeas esconder tu propio olor?
—Y el de todos los que vengáis conmigo —añadió, yo asentí con la cabeza.
—¿Y cómo piensas hacerlo?
—Con café y especias. Los cazadores son buenos, pero si Xemnas me pudo engañar a mí siendo el mejor de todos, despistar a los cazadores de ahora no será problema —el rencor empapaba las palabras de Riku, un veneno ponzoñoso y antiguo, cultivado durante más tiempo del que seguramente imaginaba.
—Estás muy confiado de que no te llegan ni a la suela —no quería que se tomase mi comentario a mal, pero ser tan confiado podía llegar a llevarle a la ruina.
—Xion los ha investigado, y son cazadores que conozco —no quería ni pensar en la manera en la que la morena había investigado —. Son buenos, pero no se acercan a mí ni un pelo.
—Ya veo...
—¿Te pasa algo? —Me apresuré a negar con la cabeza. —¿Entonces? Te noto extraña.
—Es solo que me preocupa que te pase algo —admití —. No sé cómo reaccionaría si te hicieran algo grave —si la hipotética imagen de Riku malherido me desgarraba el alma de por sí, ¿qué pasaría conmigo si llegaba a verle en ese estado ante mis ojos?
—Podrás soportarlo —le quitó él importancia. Negué con la cabeza.
—Sabes tan bien como yo que perdería el control —repliqué.
—Trabajaremos en ello, Ellia. Ya te lo dije ayer —bajé la mirada.
—La luna llena es la semana que viene, no tenemos tiempo —objeté.
—Algún avance haremos —comentó encogiéndose de hombros despreocupadamente.
—Eso espero —suspiré.
Los días que siguieron a ese pasaron como un borrón, entrenábamos casi sin descanso, parando únicamente para comer, cenar y dormir. La rutina de los primeros días había vuelto.
Para cuando quise darme cuenta, el día en que la luna llena se alzaría en el firmamento llegó. Esa mañana Riku me despertó sobre las nueve en lugar de las cinco, y sorpresivamente no fuimos al gimnasio después de desayunar.
—Vayamos a dar una vuelta en moto, calmaremos los nervios —propuso Riku. Asentí con la cabeza y salí de casa con él.
Necesitaba eso, solo que no quería que el vampiro lo supiera. En los últimos días no habíamos salido prácticamente del gimnasio, y de hecho notaba el cuerpo muy cansado debido a eso, además de una inmensa presión por la importancia de la misión de esa noche.
Riku me puso el casco, tal y como aquella primera vez, cuando nos conocimos, y, al igual que aquella vez, también me ayudó a subir a la moto, subiendo él después.
—Agárrate fuerte, ¿vale? —Asentí con la cabeza mientras que ponía mis manos en su abdomen, pegándome a él.
Riku arrancó la moto y salimos a toda pastilla del lugar. El vampiro giró hacia el bosque interior de la finca, conduciendo hasta un pequeño acantilado. Él bajó primero, y yo le seguí, quitándome el casco y dejándolo sobre el asiento de la moto, junto al suyo.
Me fijé en el lugar donde el acantilado terminaba, viendo una flecha de plata clavada en el suelo. No podía ser...
—Riku, ¿qué es este lugar?
—Mi más preciado y secreto santuario personal —contestó, cogiendo mi mano —. Ven, es hora.
Riku tiró de mí suavemente y me acercó hasta la flecha.
—¿Cómo se llamaba? Acabo de darme cuenta de que jamás te pregunté.
—Naminé.
—Me habría gustado conocerla, ¿cómo era?
Riku no medió palabra, y en su lugar sacó su móvil y me lo enseñó. Tenía una foto de él con una chica configurada como fondo de pantalla. Ambos sonreían, y debía admitir que la chica era muy guapa y mona, tierna incluso. Su cabello era rubio y largo, y sus ojos de un azul claro muy bonito.
—Era muy guapa —halagué, sintiéndome inferior por un momento. Naminé era mucho más hermosa que yo a mis ojos.
—Al igual que tú, ella también era única. En eso os parecéis mucho —comentó el vampiro, guardando el móvil.
—Solo espero que nuestra historia no termine en el mismo desenlace —deseé, girando mi cabeza hasta la flecha de plata, entendiendo que no solo se trataba de una tumba, sino también de un recordatorio para Riku: su pasado, así como su promesa de acabar con aquel que le engañó.
Había muchísimos sentimientos y significados en una sola cosa; odio, dolor, resentimiento, venganza, arrepentimiento, así como tristeza, cólera e impotencia. Tener esa flecha ahí clavada significaba mucho para el vampiro, lo tenía muy claro pese a que no hubiésemos hablado del tema.
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