Capítulo 20

Las alas de Ellia estaban desplegadas y completamente estiradas cuando fui hacia ella. Sus uñas yo no eran humanas, sino que ahora eran largas y puntiagudas, como las garras de un búho. Pasé saliva mientras observaba como se disponía a atacar a Terra sin cuartel.

La embestí con todas mis fuerzas para quitarla de encima del castaño, rodando por el suelo unos pocos metros. Sus ojos estaban vacíos e idos y su estado era de un frenesí absoluto, centrada únicamente en atacar y acabar con todo oponente que se cruzase en su camino. Me recordaba a cuando nos inyectábamos el suero B. En ese momento no éramos más que bestias salvajes, incapaces de pensar en algo que no fuera matar o sobrevivir.

Conseguí quedar encima de ella tras forcejear un poco, inmovilizando sus manos por encima de su cabeza con las mías. Me ayudé de mis piernas para inmovilizar sus alas, si lograba llegar a batirlas miles de afiladas plumas comenzarían a volar por todo el lugar.

—Ellia, escúchame, por favor. Sé que estás ahí dentro, tienes que calmarte —nuestros ojos se encontraron y, por un momento, pude ver a aquella niña asustada del otro día.

No reaccionaba. Los demás nos miraban con atención, y tenía claro que en cualquier momento, y pese a que tenía la situación bajo control, terminarían inmiscuyéndose.

Cada vez me estaba estresando más el estar así, no quería volver a hacerlo, pero Ellia no me estaba dejando más remedio. La chica no paraba de gruñir y chillar como una bestia salvaje e irracional. Tenía claro que en aquel momento, y si lograba liberarse de mi prisión, me destrozaría.

El tiempo no dejaba de correr en mi contra, era cuestión de segundos que Ellia invocase sus poderes de viento y me mandara a volar. Actué tan pronto como noté la primera racha de aire, lanzando mi consciencia hacia ella.

El muro de obsidiana estaba levantado, incluso en ese estado era capaz de defender su mente, increíble. Sonreí un poco al ver esto, mas mi sonrisa desapareció tan pronto como vi aparecer a su Cerbero. Bien, jugaríamos en ese plano, entonces. Ellia no sería capaz de luchar en ambos sitios, ya que yo apenas y podía defenderme en la realidad cuando irrumpía en las mentes de los demás.

Esta vez cada cabeza se sincronizó con las demás, pero pude esquivar las brutales dentelladas y atacar en el momento justo, aturdiendo al enorme can el tiempo suficiente como para colarme a través del alto muro, llegando al interior de la mente de la híbrida.

La niña había cambiado, y ahora tenía las mismas alas que su versión adulta. Estaba agachada en el suelo, abrazándose a sí misma. Sus alas rodeaban su cuerpo también, y su pequeña cabeza se alzó al verme allí. Me quité el yelmo y me aproximé lentamente hacia ella, con cautela.

—No temas, Ellia —le dije en tono tranquilizador, extendiendo la mano hacia la niña.

Sus ojos estaban llenos de lágrimas, pero como no mostró ningún indicio de aversión hacia mi, seguí avanzando hasta que llegué a su lado.

—Tienes que calmarte, ya le has ganado a Terra, no es necesario que hagas esto —le dije, arrodillándome frente a ella.

—Riku... —escucharla sollozar mi nombre me rompió el corazón. Quería abrazarla y decirle que todo iba a estar bien, sabía que ella necesitaba eso.

—Está bien, Ellia. Tranquilízate —le dije, ella retiró lentamente sus alas y luego, de un solo movimiento, se lanzó a abrazarme.

La abracé de vuelta con algo de fuerza, la suficiente para hacerle saber que estaba ahí para ella y que todo estaba bien.

Dejé su mente tan pronto como la noté completamente relajada entre mis brazos. Había caído dormida, y sabía que eso significaba que en la vida real Ellia estaba inconsciente.

Y así fue, cuando volví a abrir mis ojos y la realidad me recibió, las alas de Ellia habían desaparecido, y la chica yacía inconsciente bajo mi cuerpo. Aqua y Terra estaban a mi lado, mientras que los demás integrantes del grupo nos miraban desde la segura lejanía, de pie delante de sus sillas.

No medié palabra mientras levantaba el cuerpo flácido de Ellia, y tampoco le dirigí la mirada a nadie en todo el proceso.

—Volved al chalet conviviente —ordené antes de dejar la estancia.

Llevé a Ellia a su habitación y me encargué de curar sus heridas. Terra le había hecho una herida en la parte derecha del labio inferior, muy cerca de la comisura, provocando que la zona se inflamara. La mejilla izquierda también estaba algo hinchada, además de que también había un pequeño corte en la sien izquierda de la chica. Aparte de eso, el cuello de Ellia estaba un poco morado debido al fuerte agarre del castaño.

Investigué tanto sus brazos como sus piernas, pero no habían heridas ahí, tan solo algún que otro moratón.

Suspiré al terminar, quizá no tendría que haberla dejado pelear con Terra. Estaba preocupado por lo que pasara a partir de ese momento, ya que no sabía si los demás identificarían a Ellia como a una amenaza o como a una poderosa aliada.

En cualquier caso, ninguna de las dos opciones me terminaba de agradar. La primera, porque era la opción del rechazo, y la segunda porque dejaba a la joven en el papel de poco más que una herramienta para poder derrotar a Los Doce.

Tendría que hablar con Aqua más adelante, así como con Terra y con todos los demás, sin Ellia.

Ellia despertó a las pocas horas de aquello, aturdida y visiblemente exhausta pese a todo el tiempo que había dormido.

—Riku... —susurró, centrando su atención en mí.

—¿Cómo te encuentras? —Ellia bufó mientras se incorporaba en la cama.

—Como si me hubiera pasado un camión por encima —admitió.

No sabía si sacar el tema o no, pero necesitaba respuestas. En aquellas horas no había dejado de darle vueltas a muchas cosas:

—¿Recuerdas lo que ha pasado?

—Recuerdo la pelea, y también a ti sobre mí, pero no estoy muy segura de todo —respondió, yo asentí con la cabeza.

—Perdiste el control cuando Terra se rindió. Entraste en un estado de frenesí y rabia irrefrenable —Ellia me miraba entre asustada y confundida.

—¿De verdad?

—Sí, pero tranquila, no nos hiciste nada —la calmé. Sabía que esa cabeza suya estaba jodidamente preocupada tanto por Terra como por mí.

—Tu brazo —negué con la cabeza.

—Sólo es un rasguño —y era cierto, era un corte de una gran longitud, pero no era profundo. De hecho, estaba casi curado, le quedaba poco.

Ellia me lo había hecho al rodar por el suelo del gimnasio, con sus afiladas garras de búho.

—¿Seguro? —Asentí con la cabeza.

—No pasa nada, Ellia —le sonreí.

La morena me miró a los ojos y, al cabo de unos pocos instantes, comenzó a temblar. Su fachada de chica dura y fuerte se acababa de quebrar.

Me acerqué a ella y la abracé tal y como había hecho con su yo pequeña. Se aferró a mi camiseta y pronto noté cómo sus lágrimas empapaban la prenda. Cerré los ojos y suspiré ante la situación, me dolía demasiado verla en aquel estado.

—Soy un monstruo... —sollozó.

—No lo eres, Ellia.

La chica se separó un poco de mí y me miró a los ojos.

—Me dejé llevar por una parte de mí que ni siquiera sabía que existía —se disculpó, parecía que, poco a poco, iba recordando todo.

—Trabajaremos en ello, tranquila —aseguré.

—¿Me odian los demás? —No lo sabía, pero dudaba de que así fuera, así que negué con la cabeza.

—No lo hacen.

—Seguro que los asusté a todos... —Sé lamentó.

—No eres consciente de lo hermosa que eres cuando sacas tus alas —las palabras salieron mucho antes de que yo pudiera retenerlas. La morena me miró atentamente.

—Lo dices para que no me sienta mal conmigo misma.

—Sabes que estoy siendo sincero —repliqué.

—Bueno, si tu lo dices... —la notaba demasiado cabizbaja.

—Ellia... —la chica negó.

—Necesito pensar. Agradezco que me hayas ayudado con las heridas de la pelea, pero me gustaría tener algo de espacio para mí —agarré su mano cuando dijo eso.

—Sabes que no es lo que quieres realmente —la conocía, la adulta decía que podía afrontar todo esto sola, pero la niña, la verdadera Ellia, gritaba por no quedarse sola.

Ellia alzó la mirada y nuestros ojos colisionaron. Quise entrar, lanzar mi consciencia a su mente una vez más, pero no quería que se sintiera invadida de nuevo. Había sido consciente de mi presencia en su cabeza esa mañana, así que no quería que volviera a sentirse así de nuevo.

Después de todo, yo tampoco quería entrar esa mañana, pero no me había dejado otra opción. Era eso o enfrentarme en una feroz y sangrienta batalla contra la parte más oscura y salvaje de Ellia. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top