Capítulo 25. - Temporada II.

Lean el capítulo escuchando la canción y lloren conmigo! :c ... 

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Felices por siempre.


***Narra Abby***

Tal y como Klaus había dicho. Tomé el valor de donde no había, y me empoderé de lo que sería nuestra última batalla.

No puedo permitir que mis hijos sufran las consecuencias irracionales de "personas" que lo único en lo que piensan es en ellos mismos. Son egoístas y enfermos de mente al creer ciegamente que al sacrificar a dos inocentes bebés se salvará el mundo - en este caso a su especie- .

Durante toda mi vida pensé que llevaría un embarazo normal, y me crie en una burbuja, en donde no sabía la existencia de seres sobrenaturales. Pero ya me ven... soy uno de esos tantos seres místicos que solo salen en los libros de fantasías, y que lucha por un final feliz junto a mi pequeña familia.

No me imagino la vida sin Damon ni mis dos pequeños, no asumiré nunca la muerte de mi madre biológica, como tampoco me perdonaré el haber culpado a alguien cuando en realidad siempre fue inocente y una más de las víctimas de su madre.

Cualquiera que deseaba que muriera, se arrepentirá cada minuto de su miserable vida, si es que les concedo vivir un segundo más.

- ¿Lista? – Preguntó Klaus. –

Nos encontrábamos en el "refugio" de los 7, los cuales tenían a mis inocentes bebés en sus asquerosas manos.

Sigilosamente observábamos quiénes estaban allí, para tener un plan de acción.

Había un par de celdas en lo que era el cementerio. ¿Quién diablos puede estar siquiera aquí? Ni siendo un vampiro me aparecería por estos lugares, son escalofriantes.

Damon estaba en una de las celdas junto a Stef y Caroline. Mi novio se veía débil y con las pocas fuerzas que le quedaban gritaba para que soltaran a Claire y Den.

Por otro lado, estaban Sophie, Hayley – que no le tuvieron ninguna consideración por estar en sus últimas semanas de gestación-, y Elijah. Éste último se encontraba tumbado en el suelo por una daga que utiliza Klaus para dormirlos, por lo que no puede hacer nada para ayudarnos.

Por todo esto y más debemos sacrificarnos si es necesario para poder salvar a todos.

- Sí. – Dije segura y cortante. No dejaré que nadie más les pongan sus manos encima a nadie. –

- Bien. – Apoyó las manos en una de las rocas gigantes que nos cubrían. – Tú te encargas de la derecha y yo de la izquierda. A las tres. – Suspiré y empezó a contar. – Uno... Dos... Tres... -

Echa una furia, me lancé sobre la primera bruja que vi. Y sin pensarlo le enterré los colmillos en su jugosa yugular. Tenía hambre, claro está. Por lo que la dejé vacía en un instante.

Con mi boca manchada de sangre y mis ojos rojos por la adrenalina que la espesa y sabrosa sangre provoca en mi sistema, miré hacia mi derecha y me encontré cara a cara con la rubia.

- Vaya... miren a quién tenemos por aquí. – Dijo irónica. – Abbigaíl. Yo te hacía muerta. Pero bueno... al parecer no hizo su trabajo, siempre supe que era una bruja inútil, al igual que tú. – Sonrió ampliamente, y de inmediato puso sus manos al frente para comenzar a pronunciar palabras en latín, las cuales supuestamente deberían haberme hecho retumbar de dolor, pero no pasó absolutamente nada. –

Le quise dar un poco de trama a la pelea, así que actué... y puse ambas manos sobre mis oídos y grité para disimular, y de reojo observé lo feliz que eso le hacía.

- Sería una lástima que murieras frente a tus hijos. – Aseguró triunfante. –

Me lancé al piso para que fuera más creíble, para cuando ella terminó con el supuesto hechizo, me lancé a sus espaldas con velocidad vampírica y le susurré al oído.

- No lo creo. No sabes cómo disfrutaré este momento. – Susurré saboreando la vena palpitante de su pálido cuello. – Lo siento, pero no resisto. – Insistí, y clavé mis colmillos en su yugular... -

Disfruté cada momento de su rápida muerte, aunque hubiese sido peor.

Sonreí al saber que ya no nos haría más daño, pero Kai se apoderó de mis hijos, y los amenazaba con un cuchillo.

- ¡No te atrevas! – Advertí. –

Kai me miró fijamente a los ojos y sonrió maliciosamente, satisfecho y complacido con el sufrimiento que nos había provocado.

- Veremos quién sufrirá más la muerte de un pariente. –

Dejó a los niños en una especie de mesa, y como el cuchillo con ambas manos, alzándolo sobre los indefensos bebés.

Sé la convicción que tiene, sé que los matará sin remordimientos, pero no puedo, no lo permitiré.

- Phasmatos Tribum, Exum Sue. REDEM Su Quo Pas. – Se detuvo para ordenarme. – Sostenle la cabeza... ¡Ahora! –

Sacudí la cabeza sin entender por qué Sophie nos está ayudando... Acaso ¿Quiere tomar ventaja con esto?

Pero sin dudar la ayudé. Sin importar lo que pasara después accedí a prestarle apoyo, todo sea para que mis hijos estén salvos y sanos.

- Phasmatos Tribum, Exum Sue. REDEM Su Quo Pas. – Repitió por segunda vez, y finalmente se detuvo. La miré extrañada y Kai se soltó de mi agarre. Ahora su táctica cambió. Soltó el cuchillo y comenzó a decir un hechizo para destruirnos, pero fue inútil... -

- ¡¿Qué me hiciste?! – Le gritaba enojado a Sophie. –

- Lo que tuve que hacer... remediar mis errores del pasado. – Afirmó. –

Giré la vista y Klaus aun luchaba con el último integrante del grupo. Todos habían sido derrotados por ambos, aunque sin la ayuda de Sophie mis hijos estarían contando otra historia totalmente diferente a la que estamos viviendo ahora.

- ¡Claire, Den! – Chillé de felicidad y corrí hacia mis pequeños. Sin importar que estuviera completamente cubierta por la sangre de nuestros enemigos. –

Gracias al oído agudo de vampiro, pude oír como Sophie le pedía disculpas a Klaus, y éste le agradecía por la ayuda de hace un momento. Y sonreí para mí.

- Cierto... - Corrí para abrirles la celda a los chicos. – Damon... - Murmuré. –

- Pequeña... - Dijo con voz débil. – Estaré bien. Una vez más me salvas el pellejo. – Intentó sonreír. – Gracias, gracias por aparecer en mi vida y hacer de mí una persona mejor. Gracias por estar conmigo en todo momento y salvarme cuando pude haber muerto o haber matado una ciudad entera por el miedo de no tenerte a mi lado nunca más. Eres y siempre serás el amor de mi vida, Abby. No me arrepentiré jamás de haberte escogido a ti, y lo volvería hacer una, dos y tres mil veces más si en eso me llevara la eternidad. Si por algún motivo te perdiera, lucharía por ti, por ustedes... por mi pequeña y nueva familia. Son todo lo que tengo, junto a Stefan... son todo lo que quiero para mí, porque siento que sin ustedes estaría perdido. –

Como pudo se intentó poner de pies, y cogió de mi nuca con ambas manos para mirarme fijamente a los ojos.

- Te amo, Samantha Devereaux. Te amo como cuál sea tu verdadero nombre, te amo por ser la persona más sincera y fuerte en el mundo. Me gustas, y siempre será así. Pasé toda mi eternidad esperándote, y finalmente te tengo conmigo y juro que no te dejaré ir jamás. –

Se acercó a mis labios y sentí su respiración mezclándose con la mía, esperé por este final feliz demasiado tiempo.

Saqué lo mejor de Damon, y eso me deja satisfecha.

Llegué a este pueblo con la convicción de estudiar una carrera Universitaria solo para acompañar a mamá, pero no pensé que mi apellido tuviera un pasado tan grande y fortalecedor.

- Te amo Damon Salvatore. Mi Salvatore. – Dije finalmente alejándome de él, lo bastante para mirarlo a sus ojos azules en los cuales siempre me pierdo, y lo abracé fuerte. Muy fuerte. -

¿Fin?

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