Dos años en la preparatoria North Canyon.

No se cómo, tampoco cuando en que Ilana y yo nos habíamos puesto de acuerdo en usar ese extraño don que teníamos, si en vez de «poder» había cambiado la palabra por «don», suena mucho más lógico, pero cada vez que quería investigar por mí misma o acompañada de Ilana, sucedía algo, era como que algo estaba en nuestra contra.

Nuestra investigación era en vano y las esperanzas se esfumaban en un abrir y cerrar de ojos. El tiempo se hacía presente y más pasaban los meses y junto a eso también pasaban los años.

Ahora con mis diecinueve años, no recordaba tanta la distancia que mantuvimos entre Ilana y yo, solo recordaba que nos dejamos de hablar de un día para otro, ¿La razón? ninguna de las dos supo, solo comenzamos a distanciarnos cada vez más. Quizás fue por los nuevos amigos que cada una comenzó a tener, ya que ahora, en la preparatoria éramos las «populares», que ironía ¿no? aunque esa palabra para mí no me convencía, pero tampoco la palabra »nerd« , solo era una chica normal, con un don bastante extraño que no tenía explicación, además ya me había resignado de que quizás era un don y debido a mis familiares por parte de mi madre: de mi bisabuela y abuelo lo había heredado, esa fue mi última conclusión antes de haberlo aceptado definitivamente.

Una mañana desperté como siempre lo hacía, el despertador había marcado las siete en punto, fui al baño como todas las mañanas, me di un baño de esos relajantes, pero nunca tanto ya que cuando menos te los esperas el tiempo puede ser tu peor enemigo.

Salí del baño con cuidado de no resbalarme y golpearme la cabeza, ya que a veces era un poco torpe en algunas cosas que eran bastante básicas, así era yo (soy torpe, lo sé) me fui hasta mi habitación colocándome la ropa que ya había elegido para ir a la preparatoria (corrección ahora universidad) me había puesto unos pantalones negros con una abertura mostrando un poco mis rodillas, mis botines, incluso una camisa con tirantes escocesa de color rosado pastel con toques negros encima de ella, me puse una chaqueta de mezclilla con estampados de rosas diminutas que daban un toque bastante lindo, pero antes de ponérmela, me saque la chaqueta cuidadosamente, observé de manera perpleja lo que mis ojos acababan de ver, de mis brazos aparecieron símbolos extraños, di un grito que esperando que mi madre no escuchara y viniera a preguntarme.

Tenía una especie de símbolo extraño en mis manos de color negro, como si se tratara de un tatuaje, en mi mano izquierda mis dedos índice y medio comenzaba a nacer símbolos en forma de espirales y enredaderas, que terminaban hacia mis nudillos, luego comenzaba desde un extremo del nudillo en forma de una planta como si se trataran de símbolos sin terminar que terminaban al lado en los antebrazos, en la mano derecha el mismo procedimiento que el anterior solo que desde el nacimientos de mis dedos estos se conectaban y terminaban de formar lindos espirales que se conectaban por una fina línea con el antebrazo.

No podía creerlo, ¿Qué me estaba pasando? de seguro que era una jodida broma, quizás estaba tan cansada anoche que comencé a hacerme esos dibujos tan extraños, pero no concordaba, sabía que estaba cansada pero recordaba que no lo hice. Creo que ya estaba alucinando y si era así a este paso me volvería loca. 

Fui hasta el baño hacia el lavamanos para  echarme agua en mis manos y antebrazos (lo sé) sonaba estúpido, pero pensaba que podría sacarme esos símbolos, pero no, tampoco podía probar con el maquillaje de base que usaba mi madre ya que era alérgica ese tipo de productos, pero no era alérgica a los lápices labiales, ni tampoco las delineadores de ojos.

De tanto rendirme, me volví a poner mi chaqueta de mezclilla y me puse unos guantes ajustados de terciopelo de color negro, ya que se ocultaba esos símbolos raros, el problema es que al llegar a la universidad sería un problema al escribir.

Bajé las escaleras con mi bolso para mirar a mi madre que ya tenía el desayuno preparado, pero ella se había adelantado en comer, no quería que me preguntara por qué llevaba mis guantes, no lo hizo, solo me dijo que se veían muy bonitos, además de que llevaba siempre mi gargantilla, regalo de mi madre para mi cumpleaños y el anillo que lo tenía puesto, aunque no se mostraba debido al guante. Mi madre se levantó antes que yo.

—Cariño debo irme antes que tú por cosas del trabajo, toma el autobús ¿sí?.

—Sí mamá cuídate, suerte en el trabajo —Dije para ver que ella me regalaba una sonrisa y la veía a través del vidrio de la casa, que se subía al jeep y arrancaba hacia el trabajo.

Terminé de comer, deje el tazón en el lavaplatos, cerré la puerta de la casa con llave manteniendo siempre con seguridad a nuestra casa.

Ya han pasado dos años y las cosas han marchado bastante bien para mi madre y para mí, aunque con Ilana todavía no entendía que es lo que nos separó.

Crucé y esperé a que el autobús pasara para que me llevara hacia la universidad. (ya que en ese tiempo me había enterado que North Canyon también tenía universidad) Pero algo me decía que no sería nada bueno, habría más sorpresas que me esperaba en el campus.

Al llegar a la universidad bajé como los demás alumnos del autobús, visualizando a lo lejos a Ilana, nos miramos unos segundos para dirigirnos a clases, no entendía el porque nos separamos si teníamos los mismos gustos parecidos y algo en común haber sufrido en la secundaria de constantes abusos por parte de chicos populares. Seguí mi camino hacia mi casillero para guardar mis cuadernos, sentía a Ilana al lado mío, pero ninguna de las dos cruzábamos palabra, seguíamos en nuestros asuntos personales como si ninguna de las dos existiese, al terminar de guardar mis cosas cerré mi casillero y sentí su mirada sobre la mía, pero no dije nada y solo me dirigí a clases que estaban a punto de comenzar.

Mientras trascurrían las interminables horas de la clase, comencé a sentirme mareada y un calor invadía todo mi cuerpo de manera interna, por fuera me podían ver que estaba bien, pero por dentro era una sensación que me quemaba, sin pedirle permiso al maestro, salí dirigiéndome hacia los baños.

Comencé a echarme agua si es que se me pasaba y mantener mi respiración lenta, veía como el agua corría por el lavamanos, al levantar mi vista mi cara tenía otro tatuaje más, se trataba de un gran rombo en la parte donde se separaba la ceja, un gran rombo en la cual estaba un rombo más pequeño de color negro más abajo de este tenía un ovalo negro, mediano y en el nacimiento de los párpados se asomaban pequeños círculos con pequeños triángulos, formándose pequeñas figuras geométricas en cada extremo de mi cara, triángulos invertidos con más triángulos en su interior y arriba de mis cejas también dos figuras geométricas, era una especie de antifaz, me veía bien, pero no podía entrar a clases en ese estado, me saque los guantes guardándolos en uno de mis bolsillos y me saque mi chaqueta de mezclilla manteniendo mi vista en el espejo del baño, al verme veía un cambio drástico, el mareo se había esfumado.

Salí del baño para dirigirme hacia la sala cuando me encontré cerca de los casilleros a Ilana quien estaba en la misma situación quedando perpleja.

—¡Ilana!

—¡Beka!

Nos abrazamos fuertemente y como si nos debíamos ese abrazo, ahora nos encontramos en la misma situación, parecíamos dos chicas incrédulas y confundidas sobre lo que nos estaba ocurriendo, Ilana tenía el mismo símbolo de mi rostro.

De repente comenzó un fuerte sismo otra vez pero lo que en realidad se trataba, era que el propio instituto se estaba desintegrando o algo parecido, como si fuera una ilusión óptica que pasaba por nuestros ojos y sabía que esa cosa sea lo que sea iba por nosotras.

—¡Ilana! ¡Corre!

—¡Beka! No te dejaré—Gritó Ilana asustada. 

—Ire detras de ti, lo prometo.

Ella  asintió y al ver que se iba, también comencé a correr.

Corrimos evitando a toda costa ese especie de portal que se estaba creciendo a medida que pasaba el tiempo y evitar que nos tocara, los casilleros comenzaron a ir hacia nuestra dirección. y mientras huíamos de aquello superábamos los obstáculos que comenzaban a ser cada vez más, era un poco estresante no alcanzar la maldita puerta ya que nos faltaba unos pocos metros para poder salir. 

Logré salir rompiendo el ventanal de la entrada del campus.

—Ilana, lo logramos, lo...—Mire un par de veces más, quedándome perpleja de que Ilana no me había seguido, ¿Y si le paso algo? ¿Y si esa cosa la había absorbido? Entré en la desesperación de buscarla, mis jadeos se hicieron notorios y miraba hacia todos lados. No estaba acostumbrada a correr tanto, tampoco podía gritar ya que esa cosa podía volver aparecer.

Me senté en el pavimento ya que por una extraña razón había llegado a los estacionamientos del campus, a lo lejos se podía notar una figura un tanto masculina, ¡Genial, me había salvado! Pero al parecer aquella persona no tenía buenas intenciones, al verla más de cerca se trataba de una persona morena, de ojos blancos con pupilas negras, su vestimenta era negra por completo y su rostro también llevaba un tatuaje pero este era de forma como si se tratara de ramas de un árbol, llegando hasta sus mejillas hasta expandirse por su frente, tenía sus brazos descubiertos viéndose una porción bastante musculosa y bien trabajada, sin duda era aterrador.

Mi jadeo se hizo más presente e hice un contacto visual con aquel sujeto, me quedé estática y petrificada, mis piernas no reaccionaban por lo que en mi propia mente me decía: «¡Corre estúpida!» y volver a correr, pero comenzó a tirar rayos de sus manos, ¿¡Rayos de sus manos!? eran rayos artificiales producto de una especie de tecnología que hacia crear rayos, ya que en su espalda tenía un aparato como si fuera una mochila que los creaba, esos rayos venían hacia a mí, yo no entendía nada, ¿sería mi fin? ¿el fin de Beka Roberts?.

Solo cerré mis ojos para esperar el final, pero me di cuenta que nunca llegó mi muerte. Sin embargo al abrí mis ojos, para sentir una mano que me sujetaba de la cintura. Me sorprendí por la persona quien estaba conmigo.

 La persona que jamás pensé que volvería a ver después de años.

—¡¿Elliot!?

*Reeditado: 20.10.21