No fue su intención terminar de esta manera; ni siquiera sabía de la existencia de los vampiros. Sin embargo, de alguna manera, se encontró en medio de un grupo de ellos, y al parecer, se convirtió en la nueva obsesión del líder. Puede imaginar la molestia que sus hermanos sentirían al darse cuenta de que una vez más lo habían secuestrado, como si fuera una dócil damisela.

La ironía de la situación, o tal vez la vida y el karma jugando con él, fue que el vampiro decidió vestirlo con un lujoso vestido rojo para presentarlo como su nuevo compañero. Incluso los otros vampiros estaban vestidos como si estuvieran en un baile de máscaras del siglo pasado. Era tan cliché que, si no estuviera en una posición tan incómoda, habría protestado por lo absurdo de la situación.

A pesar de ser consciente de lo que sucedía a su alrededor, no podía moverse con libertad. Su cuerpo simplemente reaccionaba al toque del espeluznante vampiro, como si fuera un maniquí o, peor aún, una muñeca sexual. No es que le molestara, pero preferiría mil veces que fuera Ben y no un ser con más años que su padre.

"Formamos una pareja adorable", dijo el hombre con un pesado acento que lo molestó. Sin embargo, no pudo evitar mirar en el antiguo espejo que solo reflejaba su figura, solo la suya, ya que los vampiros no pueden verse en los espejos, al menos eso había leído.

"Lo siento... prefiero a los que tienen rasgos más asiáticos", murmuró, deseando que aquel hombre dejara de tocarlo como si le perteneciera.

El vampiro se rió mientras lo hacía girar. "Ah, el niño de los tentáculos", murmuró pensativo. "No parece demasiado peligroso."

Se sintió indignado. A pesar de su apariencia tranquila y pacífica, su novio era lo suficientemente poderoso, y no solo por los seres que habitaban en su estómago. Pero cualquier réplica indignada quedó en el olvido cuando vio el resplandor de los colmillos del hombre, acercándose con una tortuosa lentitud a su cuello. Buscó con la mirada algo o alguien que pudiera ayudarlo. Por muy atractivo que sonara ser joven eternamente, preferiría vivir una vida tranquila con su novio.

Vio el tentáculo antes de que atravesara sin piedad al vampiro que lo sostenía, y entonces el caos estalló. Cuchillos volaron por el aire, tentáculos rompieron cuellos, vampiros fueron arrojados contra los muros y el fuego estalló por todas partes.

"Dijiste que querías ir a un baile de máscaras, pero pensé que iríamos juntos", dijo Ben con cierta molestia cuando logró sacarlo de aquel caos.

"Ya no quiero ir a ningún baile", protestó, mirando enojado a su novio, que a pesar del palpable enojo y preocupación, parecía bastante divertido.

"Qué pena, te queda bien ese vestido", dijo Ben con una sonrisa coqueta. Aunque la sonrisa de Ben no debería hacerlo sentir como si estuviera bajo un hechizo, las manos de Seis aferrándose a su cintura eran lo único que parecía sostener su agotado cuerpo.

"Me veo mejor sin él", respondió, coqueteando con Ben, incluso cuando a su alrededor había vampiros siendo destrozados por los enojados tentáculos.

"¿Podrían dejar de coquetear por cinco minutos?", interrumpió Allison con voz fastidiada. "Todavía hay vampiros que matar", les recordó en un tono que les hacía pensar en su madre.

Klaus podría haber argumentado que ella y Luther eran peores que ellos, pero antes de que pudiera protestar, Ben besó su mejilla de forma cariñosa y casta, aunque las palabras que susurró no eran nada castas.

"Guarda la máscara, aún podemos tener nuestro propio baile", susurró Ben con un tono sugerente. Sinceramente, es el único baile al que Klaus espera asistir en mucho, pero mucho tiempo.