Capítulo 3: Última Oportunidad

Robinson no pudo contener otro segundo más, con un fuerte alarido presionando su cuerpo contra el primer árbol que encontró, manchando de rojo la madera hasta derrumbarse sobre las coloridas flores del bosque, entre delirios captando a Ghost acercarse para intentar quitarle ese apretado precinto de las muñecas, oyéndolo gruñir e insultar mientras le rogaba no se rinda todavía.

—El punto de encuentro debe estar cerca —se subió el pasamontañas, exponiendo sus dientes. Si los dedos no funcionan, mejor probar otras medidas poco convencionales—¿Quieres una medalla? Debes aguantar, Robinson.

—Cuéntame un chiste, Ghost...

—¿Cómo se dice psicoanalista en japonés?

Robinson chilló una respuesta inteligible, protestando bajo la agitación de Ghost y los dementes forcejeos que ejercía para abrir el sello, impulsando más sangre hacia afuera. Las flores pasaron de presumir lindos colores a sumergirse en un denso carmesí explosivo, Robinson viéndolas bailar igualmente, todas llorando junto a él y sufriendo de manera similar la extralimitación impremeditada al que Ghost decidió aventurarlo por el futuro de ambos.

Sin enterarse, sus brazos recobraron movilidad y cayeron a ambos lados de su cuerpo, estando excesivamente descompuesto entre mareos y llantos para darse cuenta Ghost lo deslumbró con una enorme sonrisa, sus labios goteando y profanando esos blancos dientes con sangre.

—Sakudo Tukoko —dijo en relación a su pregunta, Robinson sólo hizo una mueca—. Vamos, Anderson debe estar esperándonos.

—¿Por qué Soap nos atacó? ¿Acaso hemos dejado de ser aliados…? —no tuvo más remedio que presionar su herida y esperar hasta llegar al punto de encuentro.

—Te contaré todo en casa.

Una base militar es todo menos un hogar, mas Ghost no conoce algún otro establecimiento en el que se haya sentido tan cómodo. Inclusive estando Robinson aquí, cubierto de sangre, tierra y lágrimas, Ghost continúa apreciando la camaradería que expulsa sin siquiera saberlo. Traerá problemas haberse encariñado, pero no puede evitar ver en ellos una eterna gratitud que siempre piensa en devolver y recibir.

Sonriendo, atrajo a Robinson más cerca.

—¿Qué tiene Darth Vader en la heladera? —Robinson rodó los ojos, guiando su atención a Ghost—Helado oscuro.

—Buen chiste, teniente.

Anderson podía sentir la presencia del escocés siguiéndolo desde lejos.

Espantado, se lanzó detrás de unos cuantos arbustos, procurando guardar silencio e ignorar esos dos penetrantes ojos azules clavándose en su nuca. Ha cultivado experiencia lidiando con enemigos él solo, gracias a dichas prácticas logrando ser sargento y tener la fortuna de desempeñarse mejor junto al afamado Ghost, no obstante, Soap manifestó a través de una confusa irritabilidad ser diferente tanto en comportamiento como en habilidades.

Un nuevo libro nunca antes abierto y que Anderson no se sentía preparado para leer.

Aún deslizándose entre plantas, murmuró igual que una plegaria la ubicación que los sacará de esta pesadilla, dudando si realmente serán salvados luego de horas sin comunicarse pero conforme con saber no será el único aquí afuera combatiendo contra un escocés desquiciado. Inconscientemente, quiso encender su comunicador y averiguar qué planeaban sus compañeros, suspirando ante la ausencia del objeto ya en manos de ese jodido ruso, y ni hablar de su chaleco táctico, armas y patria.

—¿Vas a algún lado, inglés?

Anderson fue recibido con una firme mano poseyendo varios mechones de su cabello, dejándole el cuello al aire libre y en peligro de ser descuartizado por el pedazo de vidrio que Ghost utilizó para liberarlo. Levantando las manos y sudando frío, Anderson ideó varias maneras de comunicarse con Soap, empezando primero por el porqué del enfado hacia los soldados ingleses.

—Soap, por favor, háblame.

—No tenemos nada que decirnos.

—Algo sucedió —lo miró sin predecir habría tanta frialdad e ira en los ojos de Soap, el intenso azul congelándole las ideas—¿Qué necesitas? Podemos ayudarte.

—No requiero tu falsa caridad —la filosa punta del vidrio hizo contacto con la garganta de Anderson, obligándolo a enderezarse—. ¿Cómo podría creerles sabiendo están estrictamente en contra de Escocia? ¿Piensas me uniré a ustedes luego de enterarme asesinaron a mi gente?

—¡Jamás cometeríamos una atrocidad contra tu patria! ¡Debes creernos, Soap, somos aliados!

Su expresión sincera y asustada debilitó un poco las sospechas de Soap, Anderson aprovechando ese pequeño quiebre para incentivar la muy necesitada conversación entre ambos pueblos, lentamente llevando sus manos hacia los brazos del furioso hombre sin desviar la atención de aquellos ardientes ojos.

—Puedes venir conmigo y hablar con el capitán Price, él sabrá qué hacer.

—¿El capitán del 141? —carcajeó, saboreando los quejidos adoloridos de Anderson al tirarle del cabello—¿Piensas soy imbécil? ¡Si te sigo terminaré igual de muerto que las ratas rusas!

—Tiene contactos con la CIA —siguió intentando—. Podemos averiguar qué está sucediendo, pero debemos hacerlo juntos.

—¿Por qué?

—Porque estoy ansioso por verte matar ultranacionalistas junto al 141 una vez hayamos resuelto esta pantomima.

Soap aguardó, chequeando en el aspecto determinado del sargento arrodillado ante su impaciente presencia posibles soluciones, involuntariamente apartando la afilada arma y, de un veloz tirón, consiguiendo Anderson vuelva a ponerse de pie para enseguida empujarlo hacia adelante.

—Mejor vete moviendo —ordenó.

—Planeas algo, ¿verdad? —Anderson no es ingenuo, puede oler las intenciones de Soap a kilómetros.

—Exacto, pero la verdadera cuestión es…

Aprisionó la nuca de Anderson con una mano, inquietos dedos enguantados poniéndose incómodamente cómodos sobre su pulso, acariciando zonas importantes para demostrar Soap seguía en control de su destino.

—¿Cuándo ejecutaré dicho plan? —otro empujón, Anderson por poco y cayendo contra un árbol—¡Ya muévete, inglés! Deseo conocer a Price.

Horas.

Price chequeó el reloj bien ajustado a su muñeca una séptima vez y contando.

1, 2, 3…

Han pasado horas sin obtener respuestas por parte del equipo Alpha o Bravo, sus botas creando un cómico recorrido desde la entrada del helicóptero al sargento portando lentes de sol, Nik mirándolo divertido mientras que Gaz se entretenía leyendo una revista y mascando chicle.

Ya no puede soportarlo.

—Al demonio, iré a buscarlo.

—Capitán, le aseguro que Ghost volverá —Gaz dijo lo suficientemente alto para apaciguar las decisiones aceleradas del mayor—. Sea solo o acompañado, él estará aquí, sano y salvo.

—Jamás se ha tardado mucho, me es complicado predecir qué estará haciendo si ahora nos sorprende siendo impuntual.

—Relájate, Price, tu chico está bien —Nik se puso cómodo contra el asiento, disfrutando del cálido sol entrando a través de las ventanas de su confiable helicóptero—. Es posible que un pequeño inconveniente haya causado esta inesperada falta de comunicación–

—¿Inconveniente? —Price frunció el ceño, Nik siguió parloteando.

—Y por eso no puede decirte que te calmes. Carajo, déjame terminar de hablar.

Price probó igualmente iniciar un nuevo contacto exclamando las mismas oraciones que Nik y Gaz ya estaban hartos de oír, sin más, recibiendo silencio. Sabe mejor que nadie Ghost es capaz de lograr muchas cosas, no por algo es considerado el mejor de todo el 141, y a pesar de ello, Price continúa preocupándose como si Ghost todavía intentase encajar en unos pantalones que le quedan excesivamente grandes.

Gaz presintió la recaída mental del capitán, con suaves golpes ofreciéndole un chicle que Price tomó sin dilación. Casi mucho mejor que cualquier cigarro, si se le permite decirlo.

Estando cerca de disfrutar el sabor a menta, Price percibió movimiento a lo lejos, tirando todo al carajo tras darse cuenta se trataba de Ghost y Robinson.

—¡Jefe, ayúdeme!

—¡Simon! —Price no le dejó explicar nada, primero protegiéndole el rostro entre sus manos y chequeando otras heridas que no sean en los labios, después rozando cálidamente aquellas vendas en su torso—¡Mierda, hijo, dime qué pasó allá afuera!

—¡Parte del equipo Alpha y Bravo está muerto, otros secuestrados! —Gaz no podía creer lo que estaba escuchando, quitándole a Robinson de encima para atender su lesión—¡Anderson, Price! ¡¿Anderson está aquí?!

—¡Volveremos a por él luego, sube al helicóptero!

—¡No! —se liberó de Price, sus nervios y vacilaciones no pasando desapercibidos—¡Está acompañado por un soldado que insiste somos culpables del severo ataque a Escocia! ¡Debemos encontrarlo o podría salir lastimado!

—¿De qué estás–?

—Bonita reunión, capitán Price.

Todos oyeron la voz de Soap antes de entender las implicaciones respecto a traer al sargento Anderson del cabello y portando un objeto contundente, Price no tardando en apuntarle y demandar soltase tanto a su rehén como al brillante vidrio, Gaz uniéndosele segundos después para superar las expectativas del escocés y así evitar haga movimientos repentinos.

—¡Espere, capitán, Soap está aquí en son de paz! —Anderson juntó ambas manos, rogándoles estén tranquilos—¡Necesitamos hablar sobre algo muy importante!

—¡Nik, comunícate con Laswell! —Price no necesitaba verlo para asegurarse su amigo aceptó la orden, nunca ignorando a Soap.

—¡Sí, capitán!

Ese acento. Soap abrió los ojos. Ese acento le resulta familiar.

Nik es ruso.

Nik es ruso, el 141 está trabajando a un lado del terrorismo, eso daría incapié al ataque provocado en Escocia, también explicaría la razón detrás de los asesinatos despiadados a sus amigos, compañeros y hermanos. Soap tuvo razón todo el tiempo y esta invitación para charlar no era más que una excusa barata demostrando únicamente una sola cosa: quieren matarlo.

—¡Lo sabía! —el repentino enfado de Soap los asustó, Anderson girando la cabeza para tratar de entender a qué se refería—¡Son aliados de Makarov! ¡¿O acaso existe otra razón para tener de piloto a un repugnante terrorista ruso?!

—¡No te atrevas a referirte de esa manera tan despectiva a mi amigo, soldado! —Price pisó fuerte hacia adelante, Soap retrocedió, llevándose consigo a Anderson—¡Explícate ya mismo o no dudaré en poner una linda bala en tu asqueroso cerebro!

—¡Eso seguramente te gustaría! ¡¿Por qué dudarías en dispararme si ya lo hiciste varias veces e incluso en mi propia tierra?!

—¡¿De qué estás hablando?! —Gaz copió la iniciativa de Price, dando un paso él también.

—¡Se los he dicho! —Ghost trotó hasta quedar en medio de ambos grupos, extendiendo los brazos para proteger a Soap y Anderson—¡Hubo un ataque terrorista en Escocia y ahora Inglaterra está siendo culpada por ello!

—¡Con muchas razones! —Soap llevó el vidrio al cuello de Anderson, Ghost, sobresaltado, levantó las manos—¡Aún no me explicaron porque un ruso está manejando el helicóptero que ustedes usan diariamente o cuál es la excusa que tienen para decirme ese sujeto hablando perfecto inglés y matando a mis chicos no es parte del nauseabundo grupito al que pertenecen! ¡Hablen ahora o mataré a este parásito guerrillero hasta que no quede ni una inmunda gota!

Ghost hizo lo impensable: arrodillarse. Price y Gaz vieron impactados al teniente suplicarle a Soap les de una chance para ponerlo al tanto de las cosas sucediendo alrededor, Anderson igualmente sorprendido, siendo las reacciones de todos lo que le hizo entender a Soap esta clase de cosas pocas veces pasaban. No es normal Ghost se ofrezca así al enemigo, verse débil e indefenso siempre le ha resultado imposible gracias a su obsesión por estar eternamente un paso delante antes de brindarles la oportunidad de idear algo mejor. Soap es distinto. Soap desencadena infinitas posibilidades y Ghost se siente incapaz de seguirle el ritmo.

Soap es predeciblemente impredecible. Un torpedo siempre a punto de explotar.

Ghost no puede durar tanto recorriendo un camino lleno de sorpresas, entonces cayó rendido, observando a Soap directo a los ojos antes de esconderse detrás de sus manos entrelazadas.

—Te lo suplico, Soap. Danos una oportunidad.

El viento sonaba fuerte, Ghost suponiendo el pequeño golpe contra el pasto tratándose del vidrio roto si las armas crujiendo en señal de retirada lo delataba, Anderson posicionándose a su lado a pasos lentos, colocándole una mano en el hombro.

—Se ve adorable así, teniente —Soap sonrió, siendo él el que levantaba las manos ahora, Price usando precintos para maniatarlo—. Última oportunidad, y más les vale sus respuestas sean buenas.

Se lo llevaron al helicóptero, Ghost y Anderson entrando después de un corto abrazo, los dos sentándose delante del prisionero que no paraba de ojear a Ghost con una sonrisa malévola, sus piernas abiertas ocupando grandes cantidades de espacio del que no tenían ganas de preocuparse en estos momentos.

—Nik, llévanos a casa.

Nik volteó, chocando miradas con el escocés.

—… Sí, capitán.

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