XXXVIII: Llamas, cenizas y lágrimas

—No ha hecho nada de lo que dijo, Eminencia.

Kim YoungHo se tomó su tiempo para responder; miraba al horizonte a través de las tantas ventanas de aquella vasta habitación, vestido con una de esas amplias túnicas religiosas que no dejaban lugar a dudas con respecto a su gran puesto como el poder máximo del Templo de los Dioses.

—No tengo prisa —contestó con serenidad, manteniendo sus manos detrás de su largo y desgarbado cuerpo.

JungHyuk movió su pie con insistencia en el suelo sentado en uno de sus grandes sofás, disfrutando de su agria y fuerte bebida.

—Necesito saber qué hará para que nada arruine mis objetivos, ¿no cree?

El gran sacerdote permaneció en silencio bajo la mirada expectante de JungHyuk adherida a su espalda, quien luego le dio un trago a su bebida, comenzando a desesperarse por la tranquilidad del alfa contrario. YoungHo, por su parte, achicó la mirada observando cómo la frontera con Seúl era iluminada aquella oscura noche.

—Veo que ha empezado con su teatro, ¿tan desesperado está por tener al médico real con usted? —puntualizó, ignorando la pregunta.

JungHyuk, a quien no le gustaba para nada ser ignorado, chasqueó la lengua con disgusto, chocando su anillo con la copa reiteradas veces.

—Admito que me desespera escuchar lo comprometido que está su majestad con mi sobrino. —Se puso de pie—. Si una unión se llegara a concretar entre ellos, perdería una gran fuente de ingresos y no me conviene.

Una mueca de desagrado se formó en el rostro del sacerdote, no pensando en otra cosa que aquello era un total pecado frente a los ojos de los Dioses.

—Lo solucionaré pronto —agregó JungHyuk.

YoungHo se giró.

—Yo igual.

La mañana del día siguiente, TaeHyung y JungKook conversaban relajados después de haber leído unos cuantos capítulos más del libro que empezaron hace unas noches. Se encontraban recostados en la cama de los aposentos del rey a la vez que el Sol se elevaba por el Este.

Sin embargo, todo aquello pasó a segundo plano cuando el libro acabó descuidadamente a la altura de sus rodillas y ahora disfrutaban del contacto cálido de sus labios. Usaban sus codos de soporte en las almohadas; JungKook acariciaba el pecho ajeno y TaeHyung acunaba si mejilla y con la otra mano sostenía una copa de vino; ambos tan cerca que sus piernas se entrelazaban.

—Tenemos que salir —susurró TaeHyung tras soltar los labios ajenos.

JungKook negó, apegándose a la cálida mano de TaeHyung que le daba caricias en su mejilla.

—Hoy no quiero —murmuró sobre sus labios, sosteniéndose del camisón de TaeHyung con ambas manos para otro beso hasta desplazar su mano por su abdomen cubierto y abrazarlo cuando el beso llegó a su fin.

—Acostumbras a ser responsable —dijo TaeHyung en tono burlón y una sonrisa ladina.

—Hoy no quiero —repitió JungKook en un tono casi mimoso.

TaeHyung sonrió, el omega era demasiado hermoso como para no hacerlo, y lo besó de nuevo, concentrándose única y exclusivamente en él. Estuvo tan inmerso en los labios dulces del omega, que olvidó por completo que aún sostenía la copa de vino, y por un descuido acabó volcándola sobre el camisón ajeno.

Sintió el cuerpo de JungKook removerse por un momento y al separarse confundido para saber qué pasaba, se percató del desastre que había hecho en el pecho de JungKook, donde una mancha de vino teñía el blanco con su color característico.

Mientras TaeHyung se sumía en un pequeño pánico de arrepentimiento, JungKook tocó apenas su camisón empapado y parte de su cuello donde el vino también había caído.

—JungKook, lo siento —expresó preocupado, dejando la copa sobre la mesa auxiliar.

Pero sus palabras se perdieron cuando vio a JungKook empapar uno de sus dedos en la bebida y llevárselo a la boca para limpiarse y probarlo, su camisón había caído por uno de sus hombros. El omega levantó la mirada con la punta del dedo alrededor de los labios y sonrió con picardía antes de acercarse apresuradamente para darle un beso lento y húmedo en los labios que dejó a TaeHyung en las nubes incluso cuando se separó.

—¿No vas a limpiarlo? —susurró JungKook sobre sus labios, mirándolo de mucho más cerca con ojos redondos y brillosos.

Los labios de TaeHyung se entreabrieron en un boqueo y sus ojos se desviaron directamente al níveo hombro descubierto de JungKook y al camisón adheridos a su pecho. JungKook desanudó lentamente las cintas ya aflojadas con anterioridad, con su mirada clavada en la del alfa, quien no podía apartar su atención de él.

Cuando la piel del omega estuvo descubierta hasta el final de su tórax, TaeHyung lo sostuvo de la cintura con firmeza y lo arrastró lento hacia él antes de hundir su cabeza en el torso del omega. JungKook suspiró amando como siempre lo tocaba y disfrutó de los numerosos besos mojados, apretando su labio inferior entre sus dientes cuando pudo sentir la excitación del alfa rozar su muslo desnudo.

Sonrió complacido al colocar una mano sobre la cabellera caramelo del alfa y este desplazó sus besos hasta atrapar aquel botón en su boca, intercalando con pequeñas lamidas y succiones que no dejarían marca alguna, al menos no físicamente. JungKook se inclinó lo suficiente para recorrer con sus labios la mejilla y mandíbula del alfa, arrastrando su mano por el abdomen firme hasta adentrar su mano curiosa por debajo de su camisón y envolver la extensión caliente del alfa entre sus dedos.

TaeHyung clavó sus dedos en la piel suave de la cadera ajena con más efusividad y chupó el botón en su boca sacándole un jadeo que, a pesar de haberlo hecho retorcerse, no detuvo el movimiento de su muñeca en torno al alfa, quien apartó su camisón y movilizó su mano hasta atrapar en un apretó uno de sus glúteos.

La mano de JungKook se movió con más velocidad y TaeHyung ascendió sus besos y lamidas hasta su cuello. Las respiraciones de ambos ya estaban agitadas cuando TaeHyung acabó por subir, besar su mejilla y quitó la mano de su glúteo para acunar su mejilla y besarle los labios.

JungKook deshizo su agarre con suavidad y subió su palma por la pelvis y el abdomen del alfa, quien lo besaba tomándose el tiempo suficiente para sentirse satisfecho de sus labios.

—JungKook... —susurró roncamente.

El omega subió sobre él y cerró los ojos al sentir completamente la intimidad del alfa bajo él, experimentando un escalofrío que recorrió toda su columna vertebral. TaeHyung lo veía totalmente fascinado, con sus manos en los muslos ajenos que estaban más descubiertos por la posición.

Entre respiraciones aceleradas, TaeHyung levantó su espalda del colchón y exploró su boca en un beso íntimo, mareado por el intenso aroma exótico que el omega desprendía gracias a la excitación. TaeHyung adoraba tener a JungKook de esa forma, frotándose contra él mientras lo besaba y acariciaba de arriba abajo hasta sostenerlo de la cintura.

Los ojos de TaeHyung reflejaban a la perfección el deseo, y JungKook, halagado y con las mejillas coloreadas, se tomó la libertad de deslizar sus dos manos por el pecho ajeno hasta el borde del camisón para subirlo. TaeHyung se dejó desvestir y le facilitó el trabajo alzando los brazos para que el omega pudiera deslizar la prenda y dejarlo totalmente al desnudo.

JungKook estudió su cuerpo con un brillo especial en los ojos y entre suspiros pesados. Mordió su labio inferior y llevó sus palmas al pecho ahora descubierto, encantándole el tacto firme y suave de la piel canela bajo sus dedos cuando las deslizaba. Entonces, sin poder esperar mucho más, empujó el pecho de TaeHyung hasta que su espalda volvió a chocar con el colchón. Sonrió volviendo a morderse el labio cuando sintió entre sus piernas como la parte más íntima del alfa ya estaba más que preparada rozando con la suya.

En aquel momento, con TaeHyung mirándolo a través de sus ojos atigrados y pupilas dilatadas como si fuera lo más brillante, JungKook tuvo el coraje necesario para deshacerse de su propio camisón con elegancia, dejándose ver al desnudo con sus mejillas enrojecidas y las raíces de su cabello ya húmedas por la agitación.

La mirada de TaeHyung vagó por todo su cuerpo y, por primera vez, JungKook pudo afirmar que no tuvo ni un atisbo de vergüenza. Se sentía bien consigo mismo, muy cómodo y confiado. Jamás pensó que desnudarse ante alguien más se sentiría tan bien, pues la mirada del alfa le transmitía tantas sensaciones positivas que lo que menos quería hacer era parar.

TaeHyung acarició su cintura, caderas, muslos y vientre, todo lo que tenía al alcance a la vez que JungKook se movía sobre él y se inclinaba para besarlo. Le sostuvo las caderas cuando se separó de él para volver a sentarse a horcajadas y JungKook se alzó un poco, ya queriendo consolidad el encuentro con ese alfa que lo acariciaba como si fuera una flor.

Entonces, TaeHyung se alineó en él y JungKook terminó de hacer el trabajo hasta que la punta estuvo dentro. JungKook tiró su cabeza hacia atrás y jadeó ahogadamente, mientras que TaeHyung soltó un gruñido hasta que JungKook descendió el resto de la extensión con los ojos cerrados y una mano sobre la del alfa que sostenía su muslo. JungKook contuvo la respiración y se sostuvo del abdomen ajeno esperando acostumbrarse y TaeHyung apretó la mandíbula, sintiéndolo amoldarse a él.

Y ambos se sumieron en la lujuria del momento.

TaeHyung apretó la piel bajo sus manos —cadera y parte del glúteo de JungKook— y fue quien le dio paso al primer movimiento, apoyando sus talones en la cama para mover su pelvis hacia arriba.

JungKook jadeó apretando los labios y clavando sus dedos en el abdomen de TaeHyung. Empezó a moverse, primero de atrás hacia adelante, apenas levantándose un poco y volviendo hacia abajo después.

TaeHyung respiró pesado, pensando en que no podría sentirse así de bien y correcto con alguien más que no fuera JungKook, a quien veía morder sus labios para mantener la boca cerrada, y Dioses, TaeHyung odiaba aquello. Por esa razón, con las cejas fruncidas en disgusto y teniendo a JungKook entre jadeos, acunó su mandíbula y presionó los labios del omega con su dedo pulgar.

JungKook obedeció la orden tácita de abrir la boca y pudo sentir al dedo ajeno introducirse en su boca. Y él, sumiso a todo el placer de cada movimiento, cerró sus labios alrededor del dedo intruso y llevó su mano a la muñeca de TaeHyung para empezar a chuparlo con descuido y humedad.

La presión caliente se extendía poco a poco por el abdomen del alfa al sentir el tacto húmedo de la lengua de JungKook pasearse por su pulgar, envolviéndolo, tanteándolo y humedeciéndolo mientras que él, con su mano libre, lo incitaba a moverse más rápido.

JungKook abrió su boca como reflejo y gimió por el aumento repentino de la velocidad. Sus ojos ahora estaban entrecerrados, algo húmedos por el goce y aún con el dedo pulgar de TaeHyung en su labio, jalándolo suavemente hacia un lado.

La espera era cada vez más desesperante, así que tuvo que cambiar el movimiento de sus caderas para comenzar un sube y baja en busca de saciarse. Ahora el choque de sus pieles producía un pequeño sonido estimulante que hacía gruñir y gemir roncamente a TaeHyung, quien parecía inmerso en la vista tan llamativa y estimulante del omega con los ojos llorosos, sus rulos moviéndose al son de los movimientos de su cuerpo y su cara enrojecida donde se formaba una expresión de completo deleite.

Fue entonces que TaeHyung lo hizo bajar totalmente esa vez, ocasionando que JungKook atrapara la mano del alfa y la pusiera en su pecho en un intento de soportar la sensación tan abrasadora y fuerte, pero no tuvo siquiera tiempo de intentarlo cuando TaeHyung lo volvió a hacer bajar de la misma manera.

JungKook cerró los ojos con fuerza y tapó su boca para ahogar un gemido lastimero en su palma.

Aquello, sin duda, hizo que TaeHyung soltara un gruñido alto de completo disgusto y en un movimiento rápido lo tirara hacia un lado sobre la cama. JungKook pegó un repentino grito de sorpresa y la sensación de vacío momentáneo le hizo querer cerrar las piernas, pero TaeHyung tenía otro planes.

El alfa abrió sus piernas de par en par y tomó sus dos muñecas para elevarlas y atraparlas contra el colchón por encima de su cabeza, y antes que pudiera dar otra respiración, se encontró otra vez dentro de él.

JungKook gimió atoradamente con las intensas sensaciones a flor de piel cuando el alfa comenzó un ritmo rápido y desordenado dentro de él, mirándolo directamente a los ojos sin titubeos y usando una de las manos con las que retenía sus muñecas para tomar uno de sus muslos y hacer que lo levantara.

A JungKook simplemente se le hizo imposible no enroscar sus piernas alrededor de la cadera de TaeHyung, casi clavando sus talones en los glúteos. Se acercó para compartir un beso desordenado que lo hizo gemir ahí mismo cuando TaeHyung usó su lengua.

—TaeHyung... —gimoteó desesperadamente.

Sus partes bajas ardían de calentura y los movimientos más entusiasmados de TaeHyung solo lo hacían sentir más y más cerca. Especialmente cuando el alfa movió sus labios hacia su lóbulo y posteriormente a su cuello para morderlo apenas.

En ese punto, JungKook ya no se preocupaba por acallar sus gemidos, le era imposible ahora que tenía más que claro que TaeHyung quería escucharlo. Y Dioses, cuando el alfa mordió su cuello con un poco más de fuerza y gruñó sobre su piel, JungKook logró zafar una mano del fuerte agarre para apretar y hundir la piel de la espalda de su compañero bajo sus dedos necesitando sostenerse de algo pronto.

Sus ojos rodaron al techo y en poco tiempo las lágrimas de placer resbalaron por los costados de su rostro. Terminó apretando todo lo que estaba a su alcance cuando el clímax del encuentro finalmente arrasó con él.

Una oleada de sensaciones vertiginosas azotó su pecho y sus ojos dejaron de enfocar; su garganta emitió un gemido que lo hizo sentir como si todo el aire de su cuerpo se hubiera acabado; sus piernas temblaban pidiéndole descanso ahora que su abdomen y el del alfa estaban manchados con su liberación. Pero TaeHyung no se detenía, buscando su propio final. JungKook incluso podía sentirlo más rápido y el aroma denso del alfa estaba ahogándolo.

Ardía, pero no por mucho, porque pronto la última embestida lo zarandeó, sus oídos captaron el gruñido de TaeHyung contra su cuello y la esencia ajena calentó poco a poco su interior. La sensación fue tan intensa que soltó un gemido y apretó las piernas, temblando.

El agarre en su muñeca se aflojó y el cuerpo de TaeHyung cayó sobre el suyo, mas no lo suficiente como para aplastarlo. JungKook, recuperándose lentamente, posó sus labios en el hombro de TaeHyung y él besó su mejilla a cambio.

Ambos se miraron con ojos claros y brillosos. JungKook sonrió y acarició la barbilla del alfa con su dedo índice. TaeHyung, por su parte, tomó esa mano y la besó atentamente antes de juntar sus frentes.

—Eres lo más importante en mi vida —murmuró TaeHyung con el poco aire que había recuperado.

Un pequeño dolor se presentó en el pecho del omega, formando en sus labios una sonrisa algo triste, pero sobretodo conmovida. Cada vez que el alfa le decía cosas como esas, su sensibilidad se disparaba y su corazón se calentaba con ese cariño que los ojos del alfa le reflejaban.

—¿De verdad? —susurró.

TaeHyung asintió sin dudarlo ni un solo segundo. JungKook inhaló emotivamente, pensando que aquello solo había ocurrido en sus mejores sueños. Entonces lo besó con toda la avalancha de sentimientos que guardaba en su corazón, porque simplemente no había palabras para expresarse.

El ambiente era alegre y cálido, se escuchaba el bullicio de las personas presentes, tanto de la nobleza como del pueblo. Todos disfrutaban de la comida y bebida servidas para celebrar la inauguración del hospital, que después de mucha espera, finalmente abría sus puertas oficialmente con todas sus alas.

La sonrisa de JungKook ya no podía crecer más, estaba tan contento.

Había pasado la mayor parte del evento con TaeHyung, quien lo había presentado e introducido en las conversaciones hasta hace unos minutos, antes que JungKook se alejara para acercarse a la linda aglomeración de niños jugando y correteando por la zona.

Ese día, nuevamente había optado por no usar su broche. Vestía con una camisa blanca con vuelos sutiles en las mangas y sobre esta, estaba un chaleco de un atractivo color lavanda suave. El resto de su vestuario constaba de un pantalón color caqui y unas botas de cuero simples.

JungKook ya extrañaba salir del castillo y ver a los dulces niños del pueblo, y eso atribuyó a que su sonrisa creciera aún más, especialmente ahora que sostenía una canasta con pequeñas paletas de miel que repartía a cada niño que veía.

Después de tiempo, un niño se acercó corriendo a él y JungKook abrió sus ojos, formando en sus labios una dulce sonrisa espontanea cuando lo reconoció a la perfección: era el niño que había cuidado cuando apenas estaba en el castillo.

Se agachó para recibirlo en sus brazos cuando el niño se lanzó para abrazarlo con una efusividad cariñosa y al separarse, JungKook le acarició la mejilla, apartando parte del cabello que caía por la frente del pequeño omega. Su corazón se calentaba al ver lo sano y feliz que se veía.

—Estás muy precioso, ¿cómo están tus papás y tus hermanos? —preguntó con una sonrisa que demostraba interés genuino.

El pequeño sonrió en grande.

—Estamos bien gracias a usted —contestó risueño y JungKook no pudo resistirse a acariciar su cabello lacio—. Le dije a mis papás que cuando crezca quiero ser médico como usted —confesó con algo de bochorno, pero sobretodo con entusiasmo.

—¿Sí? —inquirió con emotividad; JungKook consideraba que él era todo menos un modelo a seguir.

El pequeño omega asintió, haciendo que ese pequeño gesto calara en lo más profundo de su corazón. Le sonrió genuinamente y sus ojos se desviaron a TaeHyung, que estaba ahí, tan solo a unos pocos metros observándolo con una suave sonrisa y ojos cariñosos.

Su mirada retornó al pequeño y le extendió la canasta. El niño la recibió atento y curioso.

—Toma, repárteselos a todos los niños que veas. —Pellizcó suavemente la mejilla regordeta del omega—. Y recuerda guardar una para ti y para tus hermanos. Éste será tu primer trabajo como médico.

El niño chilló con entusiasmo y asintió con rapidez, recibiendo la nueva y grata caricia que el omega mayor le regaló.

—Saluda a tus hermanos y a tus padres de mi parte, ¿sí? —dijo, levantándose—. Y no te apartes mucho de ellos.

—Sí, gracias, médico real.

JungKook sonrió, viendo como el niño se alejaba para empezar a repartir las paletas a todos los niños que se encontraba. Se giró para ir directo a donde TaeHyung se encontraba, y cuando estuvieron lo suficientemente cerca, JungKook extendió su mano y se abrazó del brazo que TaeHyung le extendió. Le dio un beso disimulado en el hombro y tras despedirse de aquellos nobles, ambos se distanciaron en una caminata tranquila.

TaeHyung no pudo despegar sus ojos de lo precioso que lucía el omega con sus ojos brillando de júbilo, observando a todos los presentes por encima, pero con el corazón latiendo en emociones.

—El pueblo te ha agarrado cariño —comentó con una tenue sonrisa que hizo al omega sonreír de vuelta.

—Debes darme las gracias —jugueteó JungKook, haciendo que el alfa soltara una risa.

—Podría verte todo el día —confesó él.

JungKook se sonrojó y rio por lo bajo.

Llegaron a donde el grupo de nobles más conocido para ambos charlaba amenamente. Todos hicieron una reverencia cuando vieron llegar al rey y lo saludaron con un "Su majestad" casi unísono que TaeHyung correspondió con un rápido y ligero asentimiento y una sonrisa de labios cerrados.

—Su majestad, debo felicitarlo por lo magnífica que está resultado ser la inauguración de este hospital —habló un beta de la nobleza que JungKook desconocía—. También encontramos gratamente sorpresiva la armonía que nos rodea aun sabiendo que hay nobles y plebeyos en un mismo lugar —reconoció amablemente.

Una de las realidades más crudas de la época era la gran diferencia social entre el pueblo y la nobleza, pues casi no existía un punto medio. Por ello, cualquiera que no estuviera presente consideraría inimaginable un acontecimiento como ese, donde los nobles y los pueblerinos convivía con tranquilidad.

—Todo es gracias al médico real, señor —afirmó el rey en medio de una tenue sonrisa, dándole todo el crédito que el omega a su lado se merecía.

Tomó la mano de JungKook y la llevó a sus labios para darle un beso en el dorso con suavidad, mirándolo a los ojos. El rostro de JungKook se coloreó y bajó la cabeza con una pequeña sonrisa avergonzada. Dioses, JungKook no podía ser más hermoso.

Los ojos de JungKook acabaron sobre JiMin, que observaba la escena con una línea inexpresiva en los labios; el golpe en ellos ya se había curado en los días transcurridos; y quiso virar los ojos porque ya estaba fastidiado de ver esa expresión de molestia que el omega rubio poseía todo el tiempo, siempre lo miraba de mala manera.

No obstante, desvío la mirada lo más pronto que pudo, porque el sentimiento amargo y entristecedor de la humillación que le hizo pasar aún seguía ahí. Pero esa tarde, JungKook no quería amargarse, no cuando la felicidad rebotaba en su pecho. Simplemente desechó toda mala emoción y le sonrió al resto.

—Me ha extrañado que los representantes no estén presentes —comentó SeokJin, mirando a los lados. Hace unos días, le había comentado a TaeHyung sobre sus inquietudes, pero no se pudo llegar a mucho.

JungKook, curioso, miró hacia los lados para comprobar que era cierto.

—Ellos nunca estuvieron de acuerdo con esto, no es de extrañar que no estén aquí —aportó HoSeok.

—La última vez los vi algo extraños con los niños... —comentó SeokJin, tensando su cuerpo.

—¿Extraño cómo? —inquirió JungKook, ceñudo.

SeokJin carraspeó, incómodo con el simple recuerdo.

—Les ofrecían comida...

No dijo más, no era necesario; todos habían entendido el trasfondo. JungKook, indignado y sin duda molesto, estuvo dispuesto a abrir la boca para soltar unos cuantos improperios contra esos hombres, pero el príncipe JiMin se le adelantó.

—Hijos de puta, yo sabía que ellos no podían quedarse acá por responsabilidad, malditos-

—Querido, ya entendimos —dijo HoSeok y JiMin se enfurruñó en su lugar con el ceño fruncido, murmurando más lisuras.

—Pero, si han venido todos los días, ¿por qué hoy no? —murmuró JungKook, todavía vagando los ojos a su alrededor.

—No pudieron evitar que el hospital se consolidara, deben estar muy molestos por su falta de poder —respondió NamJoon.

El tema de conversación culminó ahí, y JungKook aprovechó el momento para apegarse más al alfa, quien se aventuró a besarle la frente. JungKook se avergonzó por haber recibido esa muestra de cariño en público y golpeó son suavidad el brazo del alfa a modo de reprimenda, pero solo consiguió que TaeHyung riera por lo bajo.

—También está este tema del reino de Seúl y Busan —habló YoonGi; JungKook volteó hacia él, atento—. Han encendido las hogueras después de tantos años.

—¿Las hogueras? ¿Qué hogueras? —inquirió JungKook, girando a mirar a TaeHyung.

—Cuando un reino enciende las hogueras es un símbolo de paz en la frontera; se mantuvieron apagadas por años, y que ahora las enciendan quiere decir que ahora quieren tener algún tipo de contacto con nosotros —contestó él.

—Majestad, ¿acaso tiene conocimiento sobre cómo es la vida en aquel reino? —preguntó el beta presente—. De por si tener dos territorios totalmente separados es algo problemático...

JungKook se tensó, evitando hablar. Sabía muy bien como era vivir el Seúl por propia mano, pero el estilo de vida de la población en esos dos reinos era totalmente desconocido para el extranjero porque eran extraños los casos de personas que desertaban.

A pesar de ser un reino independiente, era mal administrado. La pobreza y el descontento del pueblo era una cruda realidad. Muchas personas se conformaban y sonreían con muy poco, ya no recordaban el pasado o directamente no lo habían vivido. Creían que tener una comida al día era un privilegio, cuando debía ser un derecho tener las tres comidas. Sin embargo, nadie estaba realmente consciente de lo grave que era la situación puesto que no podían compararse con los demás reinos debido al aislamiento político que el rey había impuesto.

Los nobles de alta cuna eran los únicos que podían movilizarse fuera del reino sin ningún problema. El resto, lo tenía estrictamente prohibido, incluso la movilización entre Seúl y Busan. JungKook había escuchado de familias que fueron separadas por aquella ley al punto de no saber nada de ellos por largos años.

Las personas que desertaban y escapaban del reino eran consideradas como traidores de su nación, y si se atrevían a regresar, eran penados con la muerte. Sumándole a eso, independientemente de si regresaban a cumplir con su castigo o no, la familia de esa persona era condenada a trabajo forzoso y les arrebataban a sus hijos en cado de tenerlos para convertirlos en más de los guardias que abusaban del poder otorgado. Él mismo había presenciado aquello en más de una ocasión.

JungKook recordaba como hace años, cuando apenas era un pequeño niño, que todo era felicidad y color, recordaba las infinidades de juegos infantiles que compartía con otros niños omegas del pueblo. Era, de hecho, muy parecido a Daegu en la actualidad.

Pero con el paso de los años y los cambios drásticos trajo el destino, su reino inevitablemente cayó en una densa oscuridad, deteriorando lo que anteriormente era armonía y deshaciendo totalmente la gran interacción que existía entre la corona y el pueblo.

Incluso a día de hoy, JungKook no sabía mucho de Busan, solo lo poco que escuchaba en las calles cuando se escapaba de su hogar: era igual o incluso peor que Seúl. Era un reino casi desconocido para los propios de Seúl, lo que era inaudito puesto que eran reinados por la misma persona, un monarca que su pueblo no conocía y muy pocos habían tenido la oportunidad de ver, que gobernaba con medio y actuaba desde las sombras.

—¿Estás bien?

Escuchó el murmullo atento de TaeHyung que lo sacó de su encrucijada y pestañeó unas cuantas veces.

—Sí, por supuesto.

—¿No quieres sentarte un rato? —propuso TaeHyung.

Sin embargo, JungKook negó.

—Estoy bien así, en un rato tenemos que-

De pronto, una fuerte explosión ensordecedora de naturaleza desconocida interrumpió todo y a todos. Lo que sea que fuese a decir JungKook no pudo finalizar, pues el brutal impulso de calor y los fuertes temblores que se produjeron fueron tales que antes de poder parpadear, todos habían sido llevados al suelo.

El cuerpo de TaeHyung cayó sobre el de JungKook sirviendo de resguardo para los repentinos escombros que caían desperdigados, y cuando uno de esos escombros cayó sobre TaeHyung arrastrándolo unos cuantos pasos más adelante, JungKook apenas fue consciente de que la oscuridad que producía el cuerpo de TaeHyung desapareció al apartarse.

Se encontraba aturdido por el impacto de su espalda contra el duro suelo, y el irritante y desesperante pitido que se encontraba taladrando su cabeza, a punto de romper sus tímpanos.

A duras penas logró sentarse, pero no fue hasta que lo hizo que estuvo consciente de su alrededor. A pesar de que no escuchaba bien, su corazón se estrujó tortuosamente hasta dar la sensación de dejar de latir ante el escenario que se desplegaba justo frente a sus ojos. Ojos que observaban horrorizados cómo el fuego violento y malicioso emergía de las ventanas destrozadas del hospital y se extendía por toda la fachada sin escrúpulo alguno, pintando sobre su cabeza una enorme nube negra que iba en aumento en medio de un cielo que era completamente puro hasta hace apenas unos momentos.

Sus ojos conmocionados analizaban con detalle todo su alrededor a la misma vez que un balbuceo afectado escapó de su boca. Miró hacia un lado, a donde se encontraba TaeHyung boca arriba en el suelo sosteniéndose la cabeza con una expresión de dolor, pues al parecer se había hecho daño en ella con la caída de los escombros; al príncipe, al General Min y al duque Jung incorporándose lentamente; mientras que por otro lado, el duque NamJoon intentaba despertar a SeokJin que parecía haberse desmayado.

Cuando JungKook empezó a escuchar mejor todo era un caos: el llanto, los gritos, los sollozos. Veía borroso cómo las personas intentaban correr dentro del hospital, pero otras las detenían. Incluso algunas personas se dejaban caer de rodillas conmocionadas y destrozadas porque dentro habían familiares y conocidos que atesoraban. El desespero era cada vez más notorio, se encontraba latente en el fuerte olor a chamuscado que se inhalaba en cada respiración ejercida.

Se levantó con dificultad, necesitando de mucha fuerza para luchar contra el mareo que aún consumía parte de su cabeza. Sus ojos no daban crédito a lo que veía. No podía creer que ese era el hospital que tanto esfuerzo había costado. Ese mismo que albergaba tantas personas hace tan solo un instante; familias, niños, infantes e incluso bebés y omegas en espera.

El desastre y el agobio eran tan grandes que JungKook no sabía a dónde ir y a quién atender, a fin de cuentas él solo era uno. Por suerte no tardó en avistar a más personas atendiendo a algunos heridos del exterior, suponía que eran enfermeros o médicos que no estaban dentro del hospital en el fatídico momento. Y los niños..., ellos lloraban abrazados a sus padres o familiares, balbuceando un montón de cosas inentendibles.

Cuando nuevamente se encontró mirando al frente, sus pensamientos se concentraron en las personas que aún estaban dentro. Entonces empezó a andar directo al hospital, cada vez más rápido, a la misma vez que su mente se llenaba de imágenes desgarradoras de las llamas consumiendo todo a su paso con una brevedad angustiante.

A medida que su cuerpo se acercaba cada vez más, la ola de calor también lo comenzaba a abrumar con más intensidad. Sus nervios estaban a flor de piel y las ganas de llorar eran más que evidentes por esa fina película de lágrimas acumulándose en sus ojos. Sin embargo, todo eso no lo detuvo: tenía que intentarlo.

Arrancó un trozo de tela de sus prendas y lo ató torpemente alrededor de su cabeza para cubrir su nariz y su boca lo máximo posible. Y sin mirar atrás ni pensárselo dos veces, ingresó al interior de la construcción por una de las ventanas rotas pues la entrada principal estaba parcialmente bloqueada por algunas vigas caídas.

El vestíbulo del hospital se hallaba convertido en un mar que oscilaba entre el rojo y el naranja, el calor concentrado ahí dentro era casi insoportable. Había personas corriendo y saliendo por donde él entró, algunas de ellas cargando niños y sacándolos de ahí. Contuvo un sollozo en cuanto su vista se posó en las personas ya fallecidas bajo las ruinas antes de desviar la mirada, siéndole imposible observar por más tiempo aquella escena tan devastadora.

Siguió corriendo y cuando vio a un anciano sosteniéndose de una de las vigas que no estaba siendo consumida por las llamas, tosiendo violentamente con tan solo su antebrazo impidiendo vagamente que el humo lo atosigara, no titubeó ni un segundo en sacarse el pañuelo del rostro para entregárselo y guiarlo hasta la salida donde el anciano fue recibido por otras personas que se hallaban afuera.

JungKook aprovechó entonces para inhalar un poco de aire del exterior, tosiendo por la desgastante presión que le generaba el humo ingresando en su sistema, y antes de siquiera poder hacer el amago de volver a entrar, el agarre de una mano ajena apresó su brazo. Levantó la mirada para ver de quién se trataba y vio a TaeHyung con una herida en su frente. La inspeccionó con ojos alarmantes y las cejas arqueadas.

TaeHyung, por su parte, sentía la preocupación apresarlo desde que —tras recobrar la consciencia—, no vio a JungKook por ningún lado y casi se le sale el alma del cuerpo cuando por fin logró localizar al omega saliendo del interior del hospital en llamas.

—¿Qué crees que haces? —dijo conteniendo un quejido por lo embotada que estaba su cabeza.

JungKook desvió sus ojos al hospital y luego volvió a TaeHyung.

—Tengo que sacar a esas personas —balbuceó agitado con ceniza en su rostro, queriendo regresar, pero TaeHyung lo jaló para que volviera a su lugar.

—No irás a ninguna parte, el hospital va a colapsar.

JungKook lo miró con incredulidad.

—Hay personas dentro, hay niños. No puedo permitir que mueran, tienes que ayudarme —dijo, empezando a agitar su brazo para zafarse del agarre.

—No volverás a entrar —bramó, severo.

JungKook apretó la mandíbula y agitó con más fuerza hasta que logró soltarse con brusquedad.

—Si tú no harás nada, entonces yo sí —masculló—. Vete y no estorbes.

Se encontró corriendo de vuelta y, una vez dentro, aminoró levemente el paso pasando simplemente de correr a caminar rápido entre el desastre para poder esquivar bien el fuego, esta vez tapándose la nariz y la boca con su antebrazo. Las pocas personas que estaban haciendo lo mismo que él o que apenas lograban encontrar una salida, golpeaban su hombro de vez en cuando por el desespero.

Además, se le dificultaba ver porque le era imposible no tener los ojos entrecerrados por la intensidad del fuego a su alrededor, abrasándolo todo.

—Médico real.

JungKook se enderezó por simple inercia y vagó con la mirada por todo el lugar antes de poder visualizar a la persona que lo llamaba surgiendo de entre los pilares, esquivando las paredes caídas para llegar a él.

—General YoonGi —murmuró apenas lo reconoció cuando estuvo más cerca.

—Hay que salir pronto —dijo cubriéndose con un trozo de tela, estando ahí porque sabía que el omega había ingresado.

JungKook negó.

—Tengo que sacar a los que pueda.

YoonGi lo sostuvo de los hombros.

—Médico real, el segundo piso está totalmente en llamas, esto va a derrumbarse pronto.

Pero JungKook volvió a negar, angustiado.

—Tengo que salvar a los que pueda —repitió—, vete tú —dijo antes de zafarse y retomar la marcha.

YoonGi hizo una mueca frustrada; no podía dejarlo por mucho que quisiera salir, no cuando se trataba del médico real, ese mismo que era cortejado por el rey. No tardó en apurar el paso para alcanzarlo nuevamente y así continuar caminando juntos.

JungKook, en cambio, quería llorar de la frustración que sentía. No conseguía a nadie y había partes donde ya no podía avanzar. Donde sí podía pasar, era tan peligroso que podría morir en el intento.

—Médico real.

Escuchó una vez más el llamado de YoonGi y apenas se volteó se dio cuenta que el alfa señalaba a un pequeño bulto de mantas en una de las camillas que aún seguían en cuatro patas.

JungKook sintió la saliva atorarse en su garganta y se apresuró a acercarse corriendo para revisarlo. El alma le volvió al cuerpo cuando se dio cuenta que respiraba, llorando por lo bajo y removiéndose. Era pequeño, apenas de unos pocos meses. Le dolía la idea de pensar que, si aún seguía en esa camilla solo, era porque lo habían abandonado a su suerte.

Arqueó las cejas con un pesar que lo ahogaba casi tanto como el humo en sus pulmones y lo cargó con mucho cuidado entre fuertes tosidos. Los ojos se le aguaron, suspirando de alivio al ver cómo las mantas lo habían protegido del humo. Aun así, se notaba que le costaba tomar cada respiración.

Acercó el rostro del bebé a su cuello pensando en que quizás su olor de omega ayudaría a espantar un poco el humo y lo calmaría. Pero el que se tensó fue él al escuchar el crujir del fuego mucho más cerca y fuerte que antes.

—Ya no hay tiempo, hay que irnos —jadeó YoonGi.

Ambos empezaron a correr porque la verdad era que ya todo lo que veían se derrumbaba a su paso, sin mencionar cómo el humo empezaba a saturarlos a ambos luego de llevar ya varios minutos en esas condiciones. Escuchó al general decirle a otras personas que estaban en igual o en peores condiciones que ellos, tosiendo y encorvándose, sintiendo como poco a poco el oxígeno ya estaba por agotarse, que corrieran también lo más rápido que pudieran y que por ningún motivo se detuvieran.

Ya se acercaban a la salida cuando JungKook escuchó un estruendo a sus espaldas y algo pesado cayó, removiendo el suelo a sus pies. Se atrevió a voltear, pero no visualizó al alfa, tampoco escuchaba el llanto del bebé y para colmo se estaba ahogando.

Lo buscó desesperado con la mirada hasta que posó sus ojos en el suelo y lo encontró. YoonGi estaba ahí, atrapado por una pesada viga llena de cenizas. Miró a los lados en busca de quien estuviera cerca hasta que dio con alguien que estaba saliendo. Corrió hacia él y le entregó al bebé, pidiéndole que lo sacara con voz ahogada y entrecortada. La persona lo miró, y desesperada tomó al pequeño bebé antes de retomar su carrera.

Entonces fue su turno de correr de vuelta con YoonGi, quien fallidamente intentaba quitar la viga con su brazo. Lo primero que se le ocurrió fue patearla, así que se acostó en el suelo y empezó a patear para quitársela de encima, cada vez con menos fuerza pues los pulmones requerían más aire del que podía recibir. Finalmente, logró atinarle una patada lo suficientemente fuerte como para que YoonGi pudiera sacar su otro brazo, seguramente porque la madera estaba ya muy frágil.

YoonGi terminó de darle el último empujón a la viga y se levantó lo más rápido que pudo, acercándose con esa misma rapidez a JungKook para levantarlo y guiarlo hasta la salida con el poco aire que le quedaba pues éste no había podido hacerlo por su cuenta.

Pero en el camino, JungKook desvió su mirada a un pequeño infante que casi no respiraba y que tenía sus diminutas piernas atrapadas en unos cuantos escombros. Se detuvo al instante, ganándose una mirada de YoonGi.

—Vámonos —murmuró éste con voz ronca.

Sin embargo, JungKook usó la poca fuerza que le quedaba para caminar hasta el niño. Una vez allí apartó los pedazos de madera e hizo todo lo que pudo para cargarlo, fallando una que otra vez hasta que al final consiguió apegarlo a su cuello para que no siguiera inhalando humo, antes de volver a tropezones hasta donde se encontraba Yoongi.

Con el alfa cerca, continuaron el poco trayecto que les faltaba para finalmente salir de ese infierno. No obstante, un nuevo y fuerte crujido a su lado hizo que JungKook se girara rápidamente en su sitio, viendo cómo una viga estaba viniéndose abajo cerca de él. Sus sentidos fallaron y su mente le impidió apartarse, tan solo cerró los ojos con fuerza y cubrió al niño con su cuerpo dándole la espalda a la viga, esperando lo peor.

Solo que eso jamás llegó, en cambio, escuchó un gruñido de dolor que lo hizo volver a girarse rápido y vio a YoonGi sostener la viga con su antebrazo mientras una mueca de dolor transformaba su rostro en pura agonía pues la viga que sostenía estaba terriblemente caliente. JungKook, en crisis, reaccionó y salió velozmente en cuanto escuchó el "¡vete!" de YoonGi. No había tiempo para pensar nada.

Apenas salió, sus piernas cedieron y cayó de rodillas en la grama. Pero pronto sintió cómo lo volvían a levantar y era YoonGi, que lo había sujeto del estómago para empujarlo y alejarlo aún más de la fachada justo antes de que se escuchara un terrible estruendo que los llevó a ambos nuevamente al suelo.

El hospital se había desplomado.

JungKook jadeó, tosiendo ahogadamente para luego inhalar todo el aire posible hasta el punto en que sus pulmones quemaron. Apurado, se arrodilló y dejó al infante en la grama y trató de enfocar su vista llena de lágrimas por el humo.

El pequeño estaba inconsciente; era un niño hermoso.

Rápidamente le revisó la respiración y la misma era tan tenue que parecía no estarlo haciendo, lo que lo llevó a desesperarse entre más tosidos. Intentó sacarle el humo de los pulmones comenzando a hacerle reanimación boca a boca sin usar mucha fuerza porque el cuerpo del infante seguía siendo muy frágil.

La verdad era que el incendio del hospital había pasado a segundo plano, ahora su único objetivo era salvar a ese niño. Sin embargo, éste no daba señales. Afligido, las lágrimas volvieron a nublar su vista; veía como la vida del pequeño se iba de sus manos y JungKook no creía ser capaz de soportar la pérdida. Era muy pequeño..., no podía dejarlo morir. Continuó, quedándose sin esperanzas con cada segundo que pasaba sin que el niño reaccionara.

—Por favor, por favor, por favor...

Hasta que finalmente lo sintió inhalar silenciosamente y JungKook jadeó, atrayéndolo a un abrazo delicado donde las lágrimas acumuladas terminaron por desbordarse por sus mejillas y una sonrisa conmocionada surcaba su cara del alivio que empezó a sentir. Esparció sus feromonas para darle confort al pequeño con su aroma de omega. Quizás no era su padre o madre omega, pero el pequeño podría relajarse un poco en sus brazos. Y esa relajación, le dio paso al llanto asustado del pequeño al pensar en lo que le acababa de pasar.

Enseguida lo miró al rostro, notando cómo ahora el pequeño tenía los ojos entrecerrados, soltando lagrimones por sus mejillas manchadas de hollín, las cuales JungKook limpió con suaves caricias.

—No llores —susurró, pero el llanto del infante no se detuvo y era entendible después de ese mal recuerdo en el que su vida corrió peligro—. Ya, ya estás bien...

En eso, una mujer llegó corriendo y gritando un nombre que JungKook no conocía. Solo supo que se trataba del niño cuando se tiró en el suelo a su lado y, sin avisar, lo tomó entre sus brazos. JungKook la observó sin rechistar porque era más que obvio que se trataba de su madre. La vio besarle la cabeza mientras lloraba de alivio.

No podía hacer más que mirarlos a ambos con los ojos escociéndole aunque ahora ya se encontraba más tranquilo, y se sorprendió cuando la mujer le regresó la mirada e inmediatamente después lo atrajo a un abrazo apretado que JungKook correspondió al instante, también necesitando de un abrazo.

—Gracias, gracias...

Fue lo que murmuró la mujer antes de volver a posar toda su atención en su hijo y JungKook se levantó para darles espacio con un atisbo de tristeza en los ojos, agotado por tanta tensión.

Fue así como se percató del desastre que lo rodeaba y volvió a ser consciente del hospital en ruinas; de la gran cantidad de heridos y personas llorando en un llanto desconsolado; y de los guardias que intentaban apagar el fuego de lo que quedaba del hospital.

Buscó a TaeHyung, pero no lo veía por ningún lado. Ahí fue que se fijó en YoonGi que estaba sentado junto al príncipe y alguien más tratándolo, así que fue directo hacia ellos.

—General, ¿está bien? —preguntó preocupado en cuanto estuvo cerca, sentándose a un costado para revisarle el brazo que se había herido al salvarlo de aquella viga.

Arrugó las cejas porque el brazo estaba en mal estado, con quemaduras dolorosas y cortes producto de las astillas de madera. No eran tan graves, pero lo que sí le preocupaba era que su brazo no tenía la forma normal que debería tener.

—Vaya con los otros heridos, yo me encargo de él —le dijo al enfermero que atendía al general antes de retirarse con rapidez.

JungKook se acomodó en su lugar y levantó un poco el brazo de YoonGi, escuchándolo quejarse.

—¿Qué tiene? —preguntó JiMin con preocupación, tomando la mano del alfa. JungKook lo miró y pensó en el altercado que tuvieron, y en cómo ahora estaba realmente angustiado con el estado de YoonGi, pues era la primera vez que se atrevía a actuar cariñoso frente a él en todo el tiempo que llevaba conociéndolos.

—Su brazo está dislocado —dijo, fingiendo naturalidad para no preocuparlos de más.

—¿Cómo...? ¿Qué es eso? ¿Qué significa? —preguntó el príncipe. JungKook pestañeó y apretó los labios.

—Su hueso está fuera de lugar, tengo que acomodarlo.

YoonGi y JiMin se miraron entre sí.

—¿Cómo mierda se acomoda un hueso?

JungKook miró al príncipe sin expresión y dijo, como si fuera algo normal y sin mucha importancia:

—Jalando el brazo. —Hizo una pausa—. Sostenle el pecho —le indicó a JiMin, consiguiendo una mirada confundida de YoonGi—. Esto solo serán unos segundos, ¿bien?

YoonGi abrió la boca queriendo hacerle muchas preguntas, pero antes que pudiera hacerlo, JungKook le sostuvo el brazo al tiempo que JiMin sostenía su pecho.

—Es mejor que no miren —les dijo a ambos, quienes lo miraron—. Va a doler.

—¿Qué quiere decir con jalar-

La voz de YoonGi se transformó en un quejido de dolor cuando sintió el terrible jalón en su brazo y pensó que estaba a punto de desmayarse porque JungKook no dejaba de jalar, hasta que todos escucharon un crujido y se detuvo, soltándole el brazo con suavidad mientras que YoonGi seguía en estado de trance por el evento y a JiMin le daban escalofríos.

—Ya está —informó como si hubiera hecho falta para que se destensaran y se quedó pensando concentrado mientras veía la herida en el brazo del alfa—. Tengo que llamar a un médico para que elabore una férula mientras atiendo a los demás heridos. —Miró a JiMin—. Dígale a su servidumbre que le prepare una tintura de harpagofito con sauce blando, una gota debajo de su lengua al despertar y al acostarse, y tres gotas en su bebida al desayunar, almorzar y cenar.

JiMin asintió automáticamente intentando grabar tal nombre en su mente y JungKook se levantó, alejándose porque había más personas que atender. Lo primero que vio fue a HoSeok trotar a donde estaba el príncipe y el general, pero luego fijó su vista al lugar por el que el alfa había venido y vio a TaeHyung, quien al chocar miradas con él lo miró con alivio, pero sin quitar su expresión seria.

Ambos acortaron la distancia que los separaba y TaeHyung pudo verlo todo sucio de hollín, con el cabello mojado apegado a su frente y la camisa rota.

Exhaló y chasqueó la lengua, terminando de dar los pasos restantes para darle un beso reconfortante en la frente, a lo que JungKook reaccionó cerrando sus ojos y dejando caer sus hombros temblorosamente porque había tenido demasiado miedo de morir ahí dentro.

TaeHyung bajó la cabeza para verlo y acunó su rostro con ambas manos para poder alzarle la cabeza al omega.

—¿Estás bien?

JungKook asintió en una exhalación.

—Bien, hay que irnos —continuó TaeHyung tomándolo de la muñeca para guiarlo.

Sin embargo, el omega se zafó tan pronto quiso avanzar, desconcertando al alfa que volteó a mirarlo.

—¿Qué pasa contigo? —murmuró JungKook y TaeHyung ladeó la cabeza sin comprender. JungKook señaló al resto con su mano para enfatizar lo siguiente que diría—: Mira todo esto, mira lo que ha pasado, ¿cómo puedes pensar en irte?

JungKook vio detrás de TaeHyung notando que habían muchos guardias, lo que era normal puesto que debido a lo ocurrido podría haber un ataque directo hacia el rey y había que resguardarlo. Seguramente esa era la razón por la que TaeHyung decía que debían irse, pero ese era TaeHyung, no él. JungKook no iba a ir detrás de él solo porque eran algo.

—Vete tú solo, yo voy a quedarme —dijo ya yéndose para atender a las personas del pueblo.

No obstante, TaeHyung lo siguió.

—No puedes quedarte, es peligroso —recalcó, haciendo que JungKook frenara y se girara hacia él.

—¿Crees que debo seguirte siempre a donde quieras como si fuera un perrito faldero? Lo siento, pero no, mi trabajo está aquí. Soy el médico real y debo hacerme cargo de la salud de todos los heridos de este lugar.

TaeHyung lo tomó del brazo de nuevo; ya estaban llamando mucho la atención.

—No me hables así, te dije que nos vamos —sentenció, ceñudo.

JungKook jaló su brazo y dio un paso atrás para alejarse de él.

—Y yo te dije que no me estorbes —dijo alto haciendo que las personas cercanas escucharan, a pesar que no fue su intención, pero ya estaba bastante alterado y afectado con lo ocurrido como para comportarse como se supone que era debido.

TaeHyung se quedó en su lugar con la espalda recta, la mandíbula apretada y con los ojos fijos en él. Ambas miradas eran retadoras, pero no duraron mucho pues JungKook, ya cansado de la situación, apartó la suya y se fue a atender al resto, dejando a TaeHyung casi rojo del enfado.

JungKook exhaló exhausto mientras cerraba la puerta de su habitación tras de sí. Por fin había llegado a ésta luego de haberse quedado hasta que el último herido fue atendido, por lo que ya se había hecho muy tarde en la noche.

Encima de su cama pudo divisar una carta con una bolsa encima. Caminó cansado, triste y abatido hasta tomarla entre sus manos limpias y curiosas..., no se podía decir lo mismo de las mangas de su camisa que aún estaban manchadas de sangre seca de las personas a las que había atendido; de sus pies doliéndole por las ampolletas que seguramente ya le habrían salido; y de la cabeza toda sucia de hollín que estaba a punto de explotar por la cantidad de humo consumido que aún lo tenía mareado. Todo por lo estresante y absolutamente triste que había terminado el día.

Fue devastador ver cómo hubo personas que no pudo salvar, incluyendo a la alfa que estaba encargada del hospital pues había muerto en el incendio mientras intentaba salvar a las demás personas que por suerte no corrieron con su mismo destino.

JungKook pensaba que a veces los Dioses eran muy duros con ellos. Siempre se llevaban a los inocentes de a montones.

«Me enteré de lo que pasó y sé lo importante que era el hospital para ti. Todo mejorará, te lo prometo. Te visitaré pronto, pulga».

Miró hacia arriba para controlar las lágrimas que quisieron caer por sus mejillas porque la simple mención de lo ocurrido le daban ganas de largarse a llorar hasta que todo el malestar de las pérdidas se esfumara. Abrió la bolsa y vio que se trataba de un caramelo de uva, ese tipo de caramelos eran los que más le gustaban y también resultaban ser los que los tres: MinYoung, Jackson y él, siempre comían de pequeños.

Dejó el dulce sobre la mesa, no teniendo mucha hambre, y lo único que atinó a hacer fue quitarse el chaleco y las botas para recostarse boca arriba en su cama, soltando un quejido en cuanto la superficie suave tocó su tensa espalda. Cerró los ojos sin importarle mucho que aún tuviera la misma ropa sucia, no tenía ánimos ni fuerzas para pensar en cambiarse, ni siquiera en bañarse.

Escuchó la puerta de su habitación abrirse y JungKook sintió el aroma algo amargo del alfa con olor a vino y pistacho. No abrió los ojos, pero sí ocultó la carta debajo de su almohada con el mayor disimulo posible.

—JungKook.

Pero él no le respondería, no quería hacerlo. Escuchó la puerta cerrarse y pasos acercarse.

—Mírame —exigió en tono denso.

JungKook abrió sus ojos y lo miró sin siquiera levantarse y tampoco sentarse por el cansancio. Pudo saber por el rostro del alfa la gran molestia que éste cargaba.

—¿Quién te crees para hablarme así? —masculló, severo.

JungKook pestañeó, perplejo.

—¿Y quién te crees tú para querer controlar lo que hago?

TaeHyung cerró los ojos, buscando una manera de no explotar ahí mismo.

—JungKook, te he dejado ser quien eres y nunca he querido cambiar algo de ti.

—¿Acaso tengo que aplaudirte por eso? —respondió con altanería, haciendo que el alfa exhalara sonoramente en señal de enojo creciente.

—Una cosa es cómo nos comportamos a puerta cerrada y otra muy distinta es cuando estamos en público —enunció, pero JungKook le dio la espalda, acostándose de costado.

—No hiciste absolutamente nada por los heridos y, ¿solo vienes a reclamarme porque te dije una verdad en frente de todos?

TaeHyung negó tirando su cabeza hacia arriba en busca de paciencia.

—Para nosotros hay reglas, JungKook, reglas que no se pueden romper.

JungKook arrugó el ceño, mirándolo mientras finalmente se sentaba.

—¿No has hecho absolutamente nada por lo que pasó ya que hay reglas que no se pueden romper?

TaeHyung lo miró con reprensión.

—No te la pasas conmigo todo el día para saber lo que hago y lo que no, no sabes lo que he hecho por el hospital —bramó con rapidez, como si lo hubiera dicho sin pensarlo mucho.

JungKook sonrió en un grosero gesto.

—¿Qué hiciste? ¿Ayudaste a las personas a salir del hospital en llamas? ¿Auxiliaste a la gente herida? —negó—. No, no hiciste absolutamente nada, ¿acaso crees que hablar sobre el problema con personas estúpidas en una habitación llena de lujos mientras personas morían es hacer algo?

JungKook podía ver a TaeHyung tan furioso que le estaba costando controlarse, pero JungKook no iba a callarse, claro que no.

—Tú y yo tenemos que cumplir con roles distintos y no por eso puedes venir a insultar mi puesto ni las reglas-

JungKook se levantó de la cama, interrumpiendo sus palabras.

—¿Hasta cuándo vas a hablar de roles? ¿De qué malditas reglas hablas? —espetó, viendo al alfa abrir los ojos de más y fruncir el ceño—. Deja de hablar de cosas escritas, ¡hay personas de tu pueblo que están muertas!

—JungKook-

Pero el aludido lo frenó levantando la mano.

—¿JungKook qué? Estoy cansado que siempre quieras que las personas te vean como un ser perfecto.

—Soy un rey, JungKook, un rey. —Se señaló a sí mismo—. No puedo permitir bajo ningún concepto que vengas a irrespetarme en frente de mi pueblo y no, JungKook, no soy perfecto, pero yo solo cumplo con las obligaciones que me fueron enseñadas desde que nací y tú no puedes cambiar eso.

JungKook se cruzó de brazos, diciendo:

—Que tu padre te haya enseñado a ser un rey con inseguridades y que te haya malacostumbrado tanto a que todo el mundo te obedezca no te da el derecho a querer controlar lo que hago por el hecho de que compartamos intimidades.

Aquello fue un golpe directo al orgullo de TaeHyung, sintiéndose humillado casi al instante. JungKook pasó junto a él para llegar al espejo y empezar a quitarse los aretes.

—¿Solo intimidades es esto?

JungKook lo miró de soslayo.

—No saques de contexto lo que dije, un rey no abandona a su pueblo así, deberías replantearte tu manera de reinar.

—No cuestiones mi autoridad como rey... —masculló entre dientes, ya sintiendo la rabia en todo su cuerpo—. Mírame, JungKook. —Pero JungKook lo ignoró mientras desabotonaba unos pocos botones que apretaban la parte superior de su camisa. TaeHyung sintió la vena de su frente resaltar—. Te he dicho que me mires —gruñó antes de tomarlo del hombro y hacerlo girar.

JungKook jadeó del susto por la fuerza empleada y trastabilló un poco, mirando a TaeHyung con una mezcla de enojo y miedo.

Y TaeHyung, que estaba respirando irregularmente, se dio cuenta de lo brusco de su trato y alzó las cejas, soltándole el hombro.

—JungKook, lo siento.

El omega miró al suelo.

—Déjame solo —dijo en un tono que TaeHyung no pudo descifrar.

TaeHyung dio unos pasos hacia atrás.

—No quise ser así, lo siento.

—Vete ya —insistió, sin cambiar de expresión.

TaeHyung lo miró rogando un perdón, pero al ver que JungKook no parecía tener siquiera intenciones de mirarlo y aceptar sus disculpas, se enderezó y enserió su rostro.

—Bien —zanjó para luego irse y cerrar la puerta con algo de fuerza.

JungKook cerró los ojos y dejó caer sus hombros, tapando su rostro con ambas manos recordando que hace unos pocos días también había peleado con él, pero no había sido tan fuerte como en ese momento.

Posó sus ojos en la puerta y se tocó el hombro de donde TaeHyung lo había hecho girar, empezando a preocuparle su actitud porque quién sabía si en un arrebato podría llegar a más. Al menos, JungKook jamás permitiría que un alfa le hiciera daño, mucho menos de esa forma.






Nota:

FELIZ DOMINGO TAEKOOK

HOY ES EL CUMPLEAÑOS DE BEL, 18 añitos miamor. Este capitulito es a modo de regalo para ella. Porfis denle mucho amor en los comentarios <3

¿Qué fue lo que más les gustó de este cap?

BESITOS PARA TODOS, feliz fin de semanita ★

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