XXXVII: Muestra de interés
La mañana siguiente, JungKook despertó con su anatomía desnuda envuelta en las mantas desordenadas de su cama. Era una de esas raras veces que despertaba casi al instante, sin ese adorable letargo que lo caracterizaba.
Entendió la razón poco después, cuando al abrir sus ojos, se dio cuenta que estaba solo. El lado contrario de la cama, donde debería estar el alfa caramelo estaba totalmente vacío, aún con su fantasma impregnado en las sábanas de desacomodadas del lugar.
Su expresión se contrajo enseguida y con un vacío en su pecho que permaneció ahí los segundos que duró observando, se impulsó de su brazo para levantar el rostro y examinar con ojos tristes los alrededores de la habitación, buscando algún indicio de la ropa del alfa en el suelo.
Sin embargo, no había nada, solo su propia ropa regada sobre los tablones de madera.
El denso aroma de TaeHyung estaba impregnado en cada uno de los poros de su piel, en las sábanas y mantas, e incluso en toda la extensión de su habitación. Eso lo hizo sentir aún más miserable.
Acabó volviendo a acostarse, encogiéndose en posición fetal con los ojos cerrados por la pesadumbre que tiró sus ganas de empezar el día en un santiamén.
El sentimiento de despertar solo después de tener intimidades hacía que su pecho doliera horrores, era una sensación terrible que calaba directo en su corazón descompuesto. Le hacía recordar todo lo malo y no cabía comparación al despertar junto al cuerpo cálido de TaeHyung.
Después de todo lo que le había pasado, JungKook desarrolló una sensibilidad tanto emocional como física a todo lo que estuviera relacionado a ese tema, por lo que para él se había vuelto una demostración necesaria que le hacía sentir real el hecho de no vivir como antes, que ahora alguien lo deseaba y lo quería correctamente.
Odiaba saber que ni siquiera debía estar comparando eso con experiencias anteriores porque a su edad no debería haber tenido esas experiencias.
Sus ojos escocieron cuando la sensibilidad lo obligó a pestañear para espantar las lágrimas que querían escapársele, y se cubrió mejor con la manta, respirando hondo para calmar el nudo en su pecho.
Escuchó la puerta de su consultorio abrirse, pero no era TaeHyung, JungKook sabía que no lo era cuando escuchó y reconoció esos pasos más apresurados. Poco después, la puerta a su recámara se abrió lento y JungKook se sentó, con las piernas apegadas al pecho y la manta cubriendo las zonas más comprometedoras de su cuerpo.
—Hola —saludó Jackson con voz suave mientras entraba.
—Hola... —susurró JungKook, viendo como el alfa cerraba la puerta.
Jackson visualizó toda la ropa del omega desperdigada en el suelo y frunció el ceño. No tardó en darse cuenta del ambiente triste que saturaba la habitación del omega esa mañana, con ese aroma desolado que desprendía de él.
—Pulga, ¿estás bien? —preguntó de inmediato, usando ese tacto suave en su voz que solo él sabía usar.
JungKook suspiró gangosamente, pasándose la mano con el rostro. Escuchó los pasos del alfa acercarse a él, sentándose a un lado de la cama junto a él.
—¿Pasó algo? —Jackson enfocó con sus ojos castaños el golpe de su pómulo y frunció el ceño más marcado—. ¿Qué te pasó? —preguntó con preocupación, tomándole el rostro con cariño para examinarlo.
—Tuve una pelea —contestó JungKook, con voz lastimosa y debilitada.
—¿Una pelea? ¿Con quién?
JungKook le hizo apartar las manos de su rostro suavemente, haciendo que Jackson pensara lo peor y elevara las cejas con una gran preocupación en su pecho.
—¿Acaso el rey te hizo algo?
Pero JungKook negó de inmediato, casi exaltándose.
—No, no, él es maravilloso, nunca me haría algo así —aclaró JungKook, bisbiseando al arroparse un poco más—. Me pelee con el príncipe...
—¿Cómo pudiste siquiera tener discusiones con él, pulga? —reprochó el alfa, en el fondo más calmado al saber que el rey no había agredido de él o algo peor.
JungKook lo miró a través de sus ojos brillosos y Jackson pudo identificar el atisbo de miedo, frustración y tristeza en ellos.
—Sabe que me prostituía —susurró mordiéndose nerviosamente el labio; Jackson enmudeció—. No sé cómo se enteró, pero me humilló y me insultó de todas las maneras que se puede insultar a alguien. Insultó a mi padre, incluso me lanzó monedas con tal que dejara el castillo.
Jackson frunció el ceño y JungKook, sintiéndose culpable, continuó:
—Y no lo pensé, de verdad no pensé en nada cuando lo golpeé y-
—Se lo merecía.
JungKook alzó un poco las cejas y agrandó sus ojos. Pensaba que Jackson lo regañaría por eso y por causar tanto revuelo en la situación que ambos estaban. Pero no, no lo hizo.
—No te sientas culpable por eso, aunque hayas sido lo que sea, él no debió tratarte así, pulga.
JungKook bajó un momento su cabeza, comenzando a juguetear con la sábana.
—El rey no piensa igual, no puedo decirle porqué golpeé a su hermano, así que se molestó conmigo y yo... —Miró el lado vacía de su cama—. Y yo incluso pensé en que podía solucionar las cosas así.
Se avergonzó al decirle eso a Jackson, pero el alfa ya seguramente estaba acostumbrado incluso a verlo desnudo y solo en una cama, cubierto por mantas.
—Pensé que si le daba esto de mi arreglaría las cosas. —Lo miró con ojos grandes—. Porque... ¿qué otra forma de tratar con alguien podría utilizar? Solo conozco esto —masculló con rabia.
Jackson apretó los labios, acercándose más a él.
—Pero desperté solo y si ayer me sentía humillado por lo que me hizo el príncipe, ahora me siento aún peor viendo que tenía razón —murmuró, bajando la mirada con otra vez el molesto nudo en su garganta queriéndolo hacer llorar por lo mal que se sentía consigo mismo.
Sin embargo, Jackson acunó sus mejillas para que lo mirara directamente a los ojos.
—No sé qué más te dijo, pero el príncipe no tiene razón. Lo que tu tío te hizo no fue tu culpa, nada de lo has vivido ha sido tu culpa.
Envolvió el menudo cuerpo de JungKook en sus brazos, quien inmediatamente se aferró a él y descansó su nariz en el hombro en busca de consuelo y afecto, apenas olisqueando un poco de su aroma a olivo dulce y naranja para sentirse reconfortado.
—Nadie sabe lo que en verdad pasó y tú eres inocente de todo, pulga.
JungKook exhaló, arrugando las cejas con pesar.
—¿Y qué hago ahora? —Se separó del brazo, mirándolo con ojos mortificados—. ¿Y si el príncipe se lo cuenta al rey? ¿Y si se entera que no soy puro? Estaré arruinado.
Jackson lo agarró de los hombros.
—Él no se enterará —dijo, buscándole transmitir seguridad—. Si quieres también le arruino la vida al príncipe.
—No, no hagas eso —advirtió—. El príncipe en realidad me da mucha pena...
—Bien, pero si el príncipe dice algo lo arruinaré, ya verás —afirmó Jackson, levantándose para ir al armario.
—¿Qué haces? —preguntó, viendo al alfa sacar prendas.
—Te vestirás e irás con el rey.
—Pero- —Se interrumpió a sí mismo al sentir pánico.
Jackson se giró y le lanzó las prendas necesarias.
—Ningún "pero", lo recuperarás.
JungKook agrandó sus ojos.
—Pensaba que no me apoyabas con esto...
Jackson hizo una mueca y suspiró para regalarle una media sonrisa.
—Creo que es peligroso, pero me doy cuenta cuando mi pulga es feliz —dijo, después viendo a JungKook ruborizarse, tapándose hasta la barbilla por la vergüenza—. Solo que deberías comenzar a contarle la verdad, poco a poco.
JungKook, que miraba la ropa cerca de él, hizo una pequeña mueca. No estaba listo para eso.
—¿Y MinYoung? —Alzó la vista—. ¿Qué haremos?
Jackson lo miró con tristeza, con la desilusión presente en sus ojos gracias a la desesperanza de no haber encontrado nada en ese último tiempo.
—No me rendiré hasta saber qué le pasó, pero tenemos que aceptar que las esperanzas son mínimas... —Volvió a acercarse a la cama junto a JungKook y éste apoyó su cabeza en su abdomen—. Todo estará bien, estaremos bien por ahora —murmuró, dándole caricias en el cabello.
Jackson dejó un pequeño beso en la cabeza de JungKook y se apartó.
—Buscaré ungüento para tu pómulo, ve vistiéndote —dijo por última vez antes de ir directo a las escaleras.
Dentro de las paredes del despacho del rey, TaeHyung se ocupaba de algunas cartas en lo que se preparaba para la reunión de hoy. Junto a él estaba su acompañante, una copa de vino a medio tomar que lo mantenía despierto, pues sabía que, si recostaba su cabeza en algún acolchado, caería en el mundo de los sueños en un santiamén.
Aunque lo cierto era, que había llegado a un momento donde los ojos se le cerraban solos y el movimiento repetitivo de su pierna se ralentizaba en aquellos pequeños lapsos entre la consciencia e inconsciencia.
Ahí es donde recurrió nuevamente al vino, tomándose el resto de la copa de una sentada. Realmente ahora solo leía para aparentar consigo mismo, porque cuando perdió el hilo de su lectura hace unos cuantos minutos, ya no pudo volver a retomarlo.
Entonces, alguien abrió la puerta.
TaeHyung no tuvo que ver para saber quién era, incluso podía asegurar que en ese momento el omega tenía su cabeza asomada, pues la puerta solo había sonado para darle aquel pequeño espacio, no más. Hasta sabía que JungKook lo estaba mirando fijo porque sentía su mirada.
Decidió levantar la vista de sus papeles, pero apenas lo hizo, se encontró apartándola de nuevo, haciendo que JungKook, que había estado esperando que lo mirara para ingresar, frunciera el ceño ligeramente.
—Buenos días, JungKook —saludó apenas.
TaeHyung había optado por actuar como si no supiera nada, molesto e indiferente a él hasta que el omega se dignara a hablarle y confesarle la verdad.
JungKook no respondió su saludo. Al contrario, TaeHyung escuchó la puerta terminar de abrirse y luego cerrarse, seguida de los pasos del omega hasta que se detuvo al otro lado del escritorio.
El omega apretó los labios porque esperaba que lo mirara para hablar, pero al no hacerlo, dudó en poco en cómo empezar.
—¿Podemos hablar sobre lo de ayer? —preguntó pausadamente, mas no vio reacción en el alfa, cosa que le hizo virar los ojos—. Veo que aún sigues molesto por lo que pasó con tu hermano, y solo vine a decirte que...
TaeHyung se esforzó en permanecer indiferente y ante eso JungKook, que planeaba decir que lo sentía mucho, cambió de parecer, diciendo:
—... que lo volvería a hacer y no me arrepiento.
TaeHyung alzó una ceja, aun sin mirarlo, y JungKook se mordió la lengua porque el alfa seguía con el afán de ignorarlo.
—En realidad, de lo único que me arrepiento es de golpearlo en el labio y no haberle roto un diente —provocó JungKook, inflando su pecho con los ojos bien abiertos en espera de alguna reacción.
Pero TaeHyung tomó otra carta, pasando de él.
JungKook, hastiado al ver como el alfa no prestaba atención a sus intentos, apretó las manos en los costados de su cuerpo decidiendo cambiar de estrategia. Inhaló profundo, evitando a toda costa sonrojarse con lo próximo que diría.
—TaeHyung, te quiero.
El nombrado cerró su mano en un puño y entreabrió sus labios un poco, deteniendo todo su hacer.
—Estoy muy enamorado de ti.
JungKook se tragó la vergüenza por estarle abriendo su corazón en ese preciso instante y decidió seguir.
—Pero no por eso..., no por lo mucho que te quiera, dejaré que tu hermano crea que como vive amargado, todos deberíamos estarlo con él. —Puso sus manos detrás de la espalda.
»Espero que esta noche quieras compartir conmigo de nuevo.
Se dio la vuelta queriendo salir de ahí antes que su rostro enrojeciera en su totalidad. Esperaría a que se le pasara la molestia para hablar mejor con él.
No obstante, cuando ya estaba cerca de la puerta, escuchó la silla de TaeHyung moverse.
—JungKook.
El nombrado de detuvo con sus manos aún en forma de puños. No quería voltearse aun cuando escuchó los pasos de TaeHyung acercarse a él y su corazón latió con fuerza por alguna razón.
Con los nervios a flor de piel, se atrevió a girarse tan solo un poco al tiempo suficiente para ver al alfa llegar, recibiendo rápidamente las manos de TaeHyung sobre su cintura y sus labios sobre los suyos.
Los colores se le subieron a las orejas y solo atinó a sostenerse de los hombros ajenos por la sorpresa, correspondiendo el beso suave que terminó cuando se separaron a rozar sus narices, pero dio paso a uno más húmedo después, ambos sosteniéndose del otro.
TaeHyung, por su parte, no sabía cómo explicar el arremolinamiento de emociones que sentía en ese momento, tras escuchar esas dos valiosas frases.
Jamás, en sus veinte años de vida, alguien le había dicho que lo quería. Era triste saber que, al rebobinar en el tiempo, no podía recordar más que las burlas del resto porque anhelaba una relación basada en amor y afecto, porque con su corta edad deseaba experimentar el increíble goce de oír algo tan significativo como que alguien estaba enamorado de él y lo quería. Era algo que ni siquiera las pequeñas experiencias que tuvo en el pasado habían podido darle.
JungKook, nuevamente, era el dueño de otra de sus primeras veces.
Sin saberlo, ambos habían sido juzgado por un mismo deseo que surgió de esas largas tardes y noches de lectura romántica que les hizo querer entrar a ese mundo y ser los personajes de las obras literarias que tanto amaban.
Y en ese momento, estaban teniendo el privilegio de ser los protagonistas de su propia historia, y no podían sentirse más afortunados al haber encontrado lo que sus corazones siempre anhelaron.
El contacto de sus labios se rompió segundos más tarde, pero la distancia siguió intacta. Se observaron con ojos brillosos y claros, marcando la tenue y sosegada presencia de sus libros en forma de aprobación.
TaeHyung no pudo resistirse y acarició la suave piel de la mejilla de su compañero con el pulgar.
—Es la primera vez que alguien me dice algo como eso —confesó en un murmullo, pegando sus frentes.
JungKook lo miró embelesado.
—¿Que su hermano merece ser golpeado? —inquirió en broma, ganándose una sonrisa ladina de parte del rey que hizo crecer la propia.
—Yo también estoy muy enamorado y te querré siempre.
JungKook suspiró el calma, sorprendiéndose a sí mismo de su reacción porque en el fondo sentía el corazón a mil por hora y miles de mariposas en su estómago. Se dejó abrazar y ambos permanecieron juntos por largos minutos de silencio cómodo que calentó sus corazones.
—Sé que no te gustó que te dejara solo esta mañana, no tengo excusas —susurró TaeHyung a modo de disculpa.
—Está bien si tienes cosas que hacer, TaeHyung, pero se siente muy mal despertar solo y más aún cuando estoy desnudo...
—No volveré a dejarte solo, ni cuando discutamos, mucho menos después de haber hecho el amor —prometió sincero, haciendo a JungKook pestañear, queriendo quitar ese ardor repentino de sus ojos al escuchar esas tres palabras.
Porque Dioses, TaeHyung era el indicado.
Debía ser sincero con él, tenía que contarle todo, pero... ¿por dónde empezaba?
Sintió los labios del alfa besar los suyos y JungKook se permitió fundirse en su calidez.
Debía decirle todo, pues ahora podía sentir la felicidad del alfa como propia y esperaba que TaeHyung sintiera lo mismo. Pero entonces, ¿cómo lo hacía? ¿cómo empezaba?
¿Cómo hacía para lograr que se quedara con él aún después de saber su verdad?
—Excelencia, como ve todo está en orden y ya estamos en funcionamiento.
SeokJin asintió, colocando por última vez ese paño húmedo en la frente de uno de los pequeños niños con fiebre del lugar.
Dándole una última mirada, se alejó para caminar junto a la alfa encargada de la construcción del hospital, donde se encontraba en ese instante. Podía sentir el malestar típico del embarazo impregnar en su cuerpo, pero estaba mostrando su mejor cara.
Estar ahí había sido de hecho, un encargo de TaeHyung para su esposo, pero éste no había querido asistir y a SeokJin le gustaba estar con las personas, así que no le resultó un problema reemplazarlo.
Por esa razón, esa tarde fue a echarle un vistazo y a ayudar a los encargados con los pacientes que el hospital ahora podía mantener, pues a pesar que seguía en construcción, algunas alas ya estaban habilitadas para su uso.
La alfa encargada le había comentado antes de irse a atender un llamado, que gracias a la generosa colaboración del rey con camas y suministros, el hospital podría abrir por completo en unas semanas más.
SeokJin decidió salir un rato al exterior para respirar aire fresco y destensar de alguna forma su cuerpo. Observó a su alrededor calmadamente, los trabajadores se movían de un lado a otro para cargar los materiales hasta las zonas que lo requerían, y enfermeros recibían a algunos nuevos pacientes.
No obstante, algo pudo llamar su atención. Unos alfas con túnicas religiosas hablaban atentamente con un niño y una niña a unos cuantos pies de la entrada.
Los alfas les ofrecían lo que parecían ser aperitivos dulces que no pudo identificar por la distancia. Le resultó extraño, pues entre las leyes del Templo, estaba prohibido repartir limosna.
Con el ceño ligeramente fruncido en incomodidad por la situación, caminó hasta ellos; desde ahí pudo ver que se trataban de galletas de mazapán; y cuando estuvieron al tanto de su presencia, llegó ese momento incómodo en el que ninguno de los presentes optaría por hacer una reverencia de saludo debido a la tensión que existía con la corona y el Templo.
Y los niños, que a ese punto ya tenía sus manos extendidas para recibir los dulces, alzaron sus cabezas para ver con curiosidad al omega que les había puesto las manos en los hombros.
—Ya es tarde, ¿por qué no mejor entran con sus padres? —les dijo SeokJin con una sonrisa de labios cerrados, buscando lucir sereno.
—Nos dan galletas —dijo gangosamente la pequeña.
—Allá adentro hay galletas de avena, son muchas —le sonrió—. Vayan adentro.
Los dos niños se miraron entre sí, sabiendo que ese omega que les hablaba era importante por la ropa que usaba. Así que, respetando las enseñanzas y modales que sus padres les inculcaron, le hicieron caso. Mirando con pena las galletas, ambos agitaron sus manos a modo de despedida y SeokJin les sonrió, viendo cómo se iban rápidamente al interior del hospital en busca de esas galletas.
Volvió a posar sus ojos escrutadores y minuciosos en los alfas frente a él. Eran tres, ninguno tenía una expresión amable y se notaba a leguas la superioridad y ego que destilaban. Sin embargo, para SeokJin aquello no tenía efecto alguno.
—No es correcto que se acerquen a los niños.
—Su excelencia, solo les ofrecimos de comer.
SeokJin los miró con recelo.
—Adentro hay comida, suficiente para todos. No vuelvan a hacer eso —zanjó antes de darse la vuelta y alejarse de esos alfas desagradables.
No iba a cruzar ni unas palabras más con ellos. Era más que obvio que sus intenciones con esos niños no eran buenas, porque si algo les faltaba a todos los representantes del Templo era humanidad.
Luego de unos minutos y después de haberse despedido de la educada alfa a cargo, se subió a su carruaje para emprender a su hogar con un sabor amargo en la boca.
Veía desde la ventanilla del vehículo el gran hospital ya casi completado. Infló su pecho al tener presente que aquello era obra de su primo y del médico real. Se sentía bien ser partícipe, aunque sus acciones fueran menores, en esa hazaña para el reino.
Su atención inevitablemente acabó cayendo de nuevo en esos alfas de Templo que poco a poco se hacían más pequeños a su vista. No se consideraba un experto en emociones, pero podía asegurar que había maldad en ellos.
Frunció el ceño cuando vio, que entre las personas que rondaban hablando entre sí por el exterior del hospital, aparecieron dos hombres que se acercaron a aquellos alfas. No portaban túnicas ni nada que los pudiera clasificar como miembros del Templo, pero por lo poco que podía ver desde la distancia, murmuraban por lo bajo y luego de asentimientos conjuntos, se alejaron por los alrededores del lugar.
SeokJin se apartó de la ventanilla con una extraña sensación en su pecho, pareciéndole anormal todo aquello. El sentimiento extraño se extendía al pensar no solo en esos alfas que había conocido ese día, sino de todos y cada uno de los miembros del Templo que estaban ahí día tras día.
Le haría saber sus inquietudes lo más pronto posible al rey; esperaba que él pudiera darle alguna solución a su angustia.
TaeHyung se sentía ligero y de buen humor, estaba cómodamente sentado en su silla de la sala de reuniones con las piernas sobre la mesa y abanicándose con los papeles que tenía en mano.
Su buen estado de ánimo se debía a aquellas dulces palabras que JungKook le había confesado hace unas horas. Luego de eso, habían pasado toda la tarde juntos y al omega no le importo limitarse a verlo firmar los papeles que le faltaban hasta que TaeHyung tuvo que irse para asistir a la reunión en la que ahora se encontraba.
Siendo sincero, TaeHyung ya quería ir con él de nuevo y ser víctimas de la lenta noche, entusiasmándole la idea de leer un libro juntos antes de dormir como habían acordado.
Cuando sus oídos dejaron de escuchar la voz del canciller hablar, salió de sus pensamientos simulando que había prestado real atención, cuando la verdad era que JungKook nuevamente lo tenía flotando en una nube.
—Eso estuvo impresionante, canciller —elogió TaeHyung—. Fue muy informativo, gracias.
El hombre parpadeó algo confundido, desviando la mirada hacia los presentes porque no creía haber hecho algo en especial, pero aun así se sintió agradecido por las palabras del rey.
—¿Alguien tiene algo más que agregar? —preguntó TaeHyung al reducido grupo en la sala.
En eso, el canciller pareció recordar algo y TaeHyung siguió sus movimientos, curioso.
—Algunos guardias han presenciado movimiento en las fronteras con Seúl y Busan; los guardias están alertas a cualquier acción —expuso el hombre, ganándose la atención de todos los presentes.
—Tampoco creo que hagan algo, es muy poco probable —aportó NamJoon, pensando en ello a fondo. Habían pasado muchos años así, ¿por qué harían algo?
TaeHyung analizó la situación. Era cierto que resultaba extraño ver movimientos tan cerca de la frontera, pero no había mucho que pensar con la escasa información que poseían.
Sin previo aviso, y cortando el rumbo de los pensamientos de todos, las puertas de la sala de abrieron de golpe y una alfa ingresó siendo seguida por otro alfa. Ambos tenían signos de haber corrido para llegar ahí.
TaeHyung frunció el ceño con un gruñido dispuesto a salir de su garganta por la insolente audacia de esos alfas al haber irrumpido de esa manera en una reunión del rey con su gabinete.
—¡Majestad! —exclamó la alfa antes que él pudiera decir algo—. Las hogueras en las fronteras con Seúl y Busan han sido encendidas después de casi cincuenta años.
TaeHyung se enderezó en su silla perdiendo al instante la postura relajada de hace unos momentos, bajando los pies de la mesa con una expresión de desconcierto igual a la de los demás presentes.
El alfa mensajero avanzó pasándole por el lado a la mujer y se acercó al rey, haciendo una reverencia.
—Una carta personal de rey de Seúl y Busan para usted, majestad —expuso, extendiéndole el sobre sellado.
TaeHyung, aún más descolocado, le hizo una seña al alfa para que se la entregara de una buena vez.
—¿Una carta del mismo rey? —inquirió HoSeok.
Cuando TaeHyung la tuvo en sus manos, se levantó tomando el abrecartas de la mesa para rasgar el sobre, y mientras se acercaba a la ventana más cercana, leyó su contenido.
«Majestad Kim TaeHyung, me disculpo por no responder sus cartas con anterioridad.
En estos momentos, lo que más espero es reunirme con usted y conocer al joven rey que ha ganado fama gracias a su carácter y autoridad aun siendo el rey más joven de todos los reinos; se ha ganado mi respeto.
Por esa razón, he decidido que lo mejor es que, después de años de nula relación entre nuestras prestigiosas naciones, pueda darle una oportunidad al dialogo personalmente conmigo.
Porque es mejor tenernos como aliados que como rivales, ¿no cree?
Una muestra de mi interés la puede observar en nuestras fronteras, donde la llama de las hogueras iluminan nuestros límites esta noche y las que siguen.
Sin otro particular, me despido.
Atentamente, Su Majestad, el Rey de Seúl y Busan».
TaeHyung distinguió a través de la ventana frente a él el fuego encendiendo la hoguera con sus fronteras con Seúl, resaltando a través de la densa bruma de la noche.
Nota:
FELIZ SÁBADO TAEKOOK
Ya ni día formal de actualización hay, pero cuando actualizo, es día taekook asies JAJAJ
Este cap es un poquito más corto que los demás, pero es porque el que se viene es potentE. ¿Están listxs para lo que se viene? 👀
Besitos, los dejo con la intrigaAA JAJAJ
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