XXXV: Claveles fúnebres

La brillante luz mañanera ingresó a los aposentos del rey, golpeando con su intensidad la cama principal ya que la noche anterior ni siquiera se habían molestado en cerrar el dosel, y a causa de ese pequeño detalle que les pareció insignificante al lado de caricias y placer, ahora JungKook despertaba con el ceño fruncido de su preciado sueño.

El adormilado omega movió su cabeza con la esperanza de dejar de sentir la molesta luz fastidiar su descanso, pero no funcionó. Soltó un bufido somnoliento, una parte de sí parecía estar despierta, pero había otra que deseaba no abrir los ojos por nada del mundo. Dioses cómo amaba dormir.

Sin muchas ganas de pensar, se giró ignorando el peso en su cintura. No asoció que se trataba del brazo del otro ocupante de la cama, que lo había abrazado inconscientemente tras caer en el mundo de los sueños junto a él durante la madrugada.

JungKook estiró su brazo, envolviendo el cuerpo ajeno que no se tomó el tiempo de analizar, y nuevamente sintió aquel peso abrazarlo suavemente.

Suspiró a gusto, y entre ronroneos casi inaudibles, se aferró más a ese cuerpo que olía tan bien, dejando que su nariz rozara con la piel cálida que le transmitía confort. Se removió satisfecho al sentir como ese aroma a vino y pistacho lo cubría totalmente, siendo también lo único que podía olfatear.

Queriendo un poco más de esa exquisita sensación, arrastró lánguidamente su nariz por la extensión de piel que estuvo disponible sin que tuviera que hacer mayor esfuerzo. Se le escapó otro suspiro, despertando poco a poco en pequeños sonidos suaves.

Fue volviendo al mundo y abrió los ojos para espabilar, creyó que ya había ganado la pelea, pero estaba equivocado, porque la idea de cerrar los parpados se le comenzaba a hacer terriblemente atractiva.

Sin embargo, cuando lo que abrazaba se movió apenas un poco, JungKook arrugó el ceño, no pensando en otra que: «¿Estoy con alguien?»

Para comprobarlo, tuvo que luchar como todas sus mañanas, y cuando logró abrir sus ojos lo suficiente, pudo ver el pecho de TaeHyung muy cerca de su rostro. Fue entonces que cayó en cuenta de la verdadera presencia de su acompañante y a su mente vinieron recuerdos de la noche pasada junto a TaeHyung.

Con sus mejillas brillando en carmín, puso una mano en el pecho ajeno y levantó su cabellera despelucada para verlo. Sintió el calor extenderse hasta sus orejas cuando se percató que el alfa estuvo mirándolo, luciendo tan deífico que JungKook podría jurar que no era real.

JungKook sonrió con timidez, pero feliz, muy feliz.

—Buenos días —saludó él, recibiendo una sonrisa cuadrada que era preciosa a su parecer.

—Buenos días —correspondió TaeHyung, con voz ronca producto de estar recién despertado. Le obsequió un beso a lo más cercano que estaba a su alcance, solo porque el omega lucía demasiado bonito como para contenerse.

JungKook cerró sus ojos con suavidad cuando los labios del alfa cayeron en su frente.

Aunque, lo cierto era que JungKook, aún bastante somnoliento, quería cumplir el repentino capricho de obtener un beso en los labios, así que los estiró en un gesto dulce y se sostuvo de los hombros ajenos antes de tomar impulso, removiéndose hasta que sus enmarañados rulos castaños estuvieron junto al alfa sobre la almohada. Entonces, sin importarle que la sábana haya rodado de su cuerpo y dejado su cintura desnuda al descubierto, lo besó.

TaeHyung lo sostuvo de la cintura y el omega dejó ir un suspiro, permitiendo que el alfa tomara el control del beso que había empezado estático, pero acabó desenvolviéndose con tranquilidad hasta que la espalda de JungKook estuvo contra el colchón y TaeHyung se posicionó casi encima de él. Sus piernas se entrelazaron y suaves caricias eran compartidas.

—¿Dormiste bien? —preguntó TaeHyung, levantándose un poco para poder verlo.

Quedó maravillado con la preciosa imagen que JungKook inconscientemente le regalaba al hacer algo tan simple como pestañear con somnolencia. Sin embargo, sonrió en medio de una exhalación cuando el omega le robó un beso antes que pudiera distanciarse un poco más para enfocarlo correctamente.

JungKook mordisqueó su labio hinchado y acarició parte del cuello de TaeHyung. Le acarició el cabello, aplacándolo tras su oreja cuando un mechón dorado insinuó cubrir su rostro.

—Nunca había dormido tan profundo —confesó JungKook.

TaeHyung ladeó la cabeza.

—Siempre has dormido profundo —dijo él, dándole un beso en la mejilla que derivó a más besos de camino a la mandíbula.

JungKook cerró los ojos, diciéndole:

—Nunca así...

TaeHyung llegó hasta su cuello, donde los transformó en besos mucho más lentos y húmedos. JungKook relamió sus labios y se abrazó del alfa con una sonrisa, haciéndole un poquito más de espacio. No obstante, cuando TaeHyung quiso descender más allá de su clavícula, JungKook lo detuvo.

—Es tarde para los dos —explicó JungKook, suspirando porque TaeHyung había vuelto a besar su mandíbula.

—No, no lo es.

—Sí lo es —afirmó riendo. Luego, lo empujó con suavidad y lo escuchó quejarse mientras él se sentaba.

TaeHyung solo pudo pensar en lo deslumbrante que se veía el omega con las sábanas a medio cubrir y la luz solar golpeando su piel nívea a detalle. Absorto en el escenario, vio al omega levantarse. No obstante, pegó un pequeño respingo cuando JungKook jaló de las sábanas para cubrirse por sobre los hombros e ignorando el hecho de que hizo que el alfa sintiera el frio en sus piernas. Aun así, TaeHyung no dejó de admirarlo, haciendo una pequeña mueca de disconformidad porque la desnudez ya no era visible, pero en parte lo compensaba que el omega luciera tan adorable envuelto de esa manera.

JungKook, por su parte, caminó por la habitación hasta donde su ropa regada en el suelo y se agachó para recoger cada prenda. Al terminar, volvió a la cama y las dejó encima con esa expresión ligera y sutilmente sonriente que lo definía. Estaba contento, porque la expresión que le dio TaeHyung cuando se quitó la sábana para comenzar a vestirse lo hizo sentir bien. Nunca había causado esa reacción en alguien.

TaeHyung se acercó a él y se sentó en el borde de la cama, jalando de él para que quedara de pie entre sus piernas. JungKook se sostuvo de su hombro con una mano; con la otra sostenía su camisa.

—¿Tienes que irte ya? Nadie puede juzgarte si te atrasas. —Intentó convencerlo, teniéndolo sujeto de la cintura.

Lo acercó lo suficiente como para repartir besos suaves y mojados en su abdomen sin apuro alguno. JungKook se tensó por la acción, sintiendo como todos y cada uno de sus vellos se erizaba; tragó grueso.

—Hoy es día de entrenamiento y siempre recibo a l-los guardias reales, así que debo preparar todo... —tartamudeó con el cosquilleo constante en todo su torso.

TaeHyung, ignorando lo dicho, hizo viajar sus palmas abiertas hasta los glúteos ajenos y los acarició con parsimonia antes de empezar a moldearlos a su antojo. JungKook contuvo un jadeo en su garganta y mordió sus labios. Dioses, estuvo tentado a dejarse llevar y sentarse en su regazo para llegar a más, pero él era alguien responsable.

Tomó al alfa del cabello y, con mucha suavidad, lo hizo apartarse. Pronto, estuvo mirando directo a esos ojos color oceánico, portados por ese mismo alfa que lo tenía como loco.

—Ya basta, no puedes tentarme de esta manera... —dijo JungKook antes de separarse totalmente, intentando hacer que su mente ignorara el hecho de que los labios del alfa estaban rojizos y tentadores.

—Soy egoísta, pero la verdad es que quiero poseerte de nuevo.

JungKook se carcajeó, sintiendo el calor acumularse en sus mejillas.

—Será después —contestó él, jalando a TaeHyung de la muñeca para hacerlo levantarse—. Creo que alguien también debe vestirse.

Tomó mejor del alfa uniendo sus manos y lo guio a donde estaban sus prendas aún tirada en el suelo. TaeHyung no estaba prestando ni la más mínima atención, sus ojos estaban concentrados en todo JungKook y su grandioso cuerpo.

—Eres muy hermoso —murmuró TaeHyung, embobado.

JungKook rio totalmente encantado. Todo lo que venía del alfa sonaba como un verdadero halago. Se sentía único cada vez; ojalá pudiera sentirse así todos los días.

Su pequeño cuerpo temblaba en sollozos e hipidos ahogados que parecían ser interminable. Sus hombros habían caído y sus mejillas estaban empapadas en ese líquido salubre que a ese punto de su vida se había convertido en su forma de expresión; JungKook ya no hallaba qué hacer.

El estómago le dolía por las compresiones en esos pequeños intervalos de tiempo donde más lágrimas y sonidos lastimeros se escapaban de su garganta sin remedio... Pero nada se comparaba al desconsuelo de su corazón.

Su padre había muerto y se había llevado con él esa chispa radiante que lo caracterizaba. Sentía como si le hubieran arrancado una parte de sí.

Estaba ahí, de pie frente al sarcófago de piedra tallada. Sus temblorosas manos sostenían tres flores de clavel, las más hermosas que encontró en el jardín; unas coloridas, pues su padre amaba el color. No podía contener la fuerza que aplicaba contra ellas.

Aquel fatídico día no se borraba de su memoria, había ocurrido hace cinco días. JungKook iba a visitarlo todo el tiempo, dos largas veces al día, incluso tres.

Ya todos lo miraban con lástima. Su hermana le repetía que lo mejor era aprender a dejarlo ir. JungKook no le había dirigido la palabra desde entonces, hace varios días ya.

Dioses, no era tan fácil como decirlo, ¿por qué no podía nadie entenderlo? Nadie entendía lo que esa pérdida significaba para él.

JungKook estaba furioso, triste, se sentía desprotegido. Se había dado cuenta muy pronto que su padre era el único pilar que lo mantenía en pie en un lugar tan jactancioso como lo era el mundo real.

Ni siquiera había visto a su madre desde que él lo dejó, JungKook sabía que a ella no le importaba, y tampoco estaba en riesgo de morir porque su padre jamás la marcó. Para su madre, todo había salido perfecto.

Quizás antes JungKook no conocía lo que era odiar, pero poco a poco, muchos sentimientos se aglomeraban contra ella. La repudiaba, no quería verla.

Tampoco quería saber nada de su hermana, ella fingía tanto y tan seguido que lo enfurecía. A veces la veía conversar con Jackson o rodeada de sus amigas huecas y superficiales como si nada estuviera pasando, mientras él se ahogaba en la pena. Solo.

Estaba harto, herido, abandonado... Al parecer nadie razonaba que su papá, la única persona que lo comprendía y lo quería sin condiciones, con todos y cada uno de sus defectos, había muerto.

Murió antes de cumplir lo que le había prometido, no pudo ayudarlo a conseguir un buen alfa que lo quisiera para él y lo acompañara cuando los días fueran grises y no supiera que hacer, pues su padre no estaría. Pero ahora estaba solo, ¿qué haría sin su padre, su mejor amigo y confidente? Dioses, apenas había cumplido los quince años.

JungKook solo quería sentir el amor con alguien y su padre le prometió que lo ayudaría, pero no pudo, no tuvo tiempo... No le quisieron dar el tiempo.

No sabía qué hacer con la impotencia que se amontonaba en su pecho, producida por quienes se lo arrebataron. Sus manos apretaron los claveles fúnebres con tal fuerza que casi rompe los tallos. Sin embargo, lo llamaron.

JungKook enderezó su cuerpo tenso y con una mano se limpió el rostro descuidadamente. Se volteó hacia la voz y reconoció a Jackson. Sorbió su nariz enrojecida.

—¿Qué quieres? —preguntó en tono neutral, intentando con todas sus fuerzas que su voz no titubeara, pero aun así se rompió, gangosa.

—Tu tío te busca... —informó el alfa con cautela por la sensibilidad del omega.

JungKook volvió su vista al sarcófago y apretó los labios temblorosamente para contener otro sollozo.

—En un rato voy.

—Dijo que tiene que ser ahora —insistió sin quererlo realmente.

JungKook cerró sus párpados con molestia y entre dientes le contestó:

—Bien.

Dejó las flores sobre el sarcófago y siguió a Jackson.

Actualmente, su tío se había quedado con su hogar a falta de un hijo alfa al que dejarle la cargo. Él imponía reglas y todos debían hacer lo que él deseaba. JungKook no podía estar más disgustado, preguntándose: «¿Por qué él?»

JungKook no lo había visto más de tres veces en toda su vida, no había estado presente en la vida de ninguno ahí, pero ahora parecía querer acaparar todo lo que su padre había construido durante el paso de los años. JungKook ahora era capaz de comprender ese sentimiento de rechazo que su padre le comentaba que había entre él y su hermano. Su tío era un alfa controlador y obsesivo.

Ya frente a la puerta, esa misma que JungKook solo podía definir como el lugar donde su padre pasaba todos sus días, escuchó un "pase" que lo incitó a abrir la puerta para entrar sin siquiera asomarse como le era costumbre; no estaba de ánimos. Simplemente entró sin mirar a nadie y cerró la puerta, dejando a Jackson afuera.

Al girarse, se topó con su tío, sentado en la silla que era de su padre, alrededor las cosas que él siempre usaba. Pero Dioses, lo que más lo incomodaba era el hecho de que fueran tan parecidos. Eran gemelos, después de todo.

Su tío poseía ese mismo cabello oscuro de su padre, sus mismas facciones y mismo tono de piel. Pero, de cierta forma, era muy diferente. Sus ojos eran de un morado más oscuro, rozando a negro, y su mirada no expresaba ese mismo amor con el que su padre lo miraba.

JungKook apretó las manos y desvío la mirada, pensando que su padre era luz y su tío oscuridad.

—¿Me necesita para algo?

El contrario asintió, golpeando la mesa constantemente con su anillo. A JungKook le parecía desesperante.

—Seré rápido, JungKook. —Señaló la silla frente al escritorio—. Siéntate.

—No quiero.

Su tío lo miró inexpresivo.

—No te conviene ser grosero conmigo, JungKook.

—No lo conozco —respondió simple.

El alfa volvió a golpear con su anillo, un ritmo más lento pero constante. Se levantó, acomodando desinteresadamente su chaleco ligeramente arrugado por la posición.

—Necesito que te prepares para mañana.

JungKook frunció el ceño.

—¿Prepararme para qué?

—Mañana compartiré la cena con unas personas —respondió brevemente, como si esperara de ante mano que el pequeño omega le contestara para continuar.

—No es el momento para que yo asista a cenas —dijo JungKook, toscamente.

Su tío caminó serenamente hasta la ventana más cercana y JungKook lo siguió con la mirada.

—Nunca te dije que te prepararas para cenar.

JungKook inhaló, ya molesto.

—Entonces-

Sin embargo, su tío lo siseó.

—¿Tu padre te permitía ser tan hablador? —preguntó el mayor, con el labio arrugado en una mueca de fastidio, girándose hacia él—. Mi hermano era un alfa sensible, demasiado para ser lo que era.

JungKook sintió la rabia burbujear en su pecho de tan solo escucharlo llamarlo su hermano. Él nunca estaba, ¿con qué derecho?

—Su actitud era buena y eso lamentablemente hizo que nuestro apellido perdiera mucho —continuó su tío, con un tono que fingía desinterés mientras volví a girarse.

El pequeño omega apretó la mandíbula, mirando la espalda del alfa mayor con desprecio.

—¿Qué importa el apellido? —espetó él.

Su tío alzó las cejas, con sus brazos ahora cruzados sobre su pecho y de espaldas.

—Importa más de lo que parece.

JungKook quiso decir algo, pero fue interrumpido, nuevamente.

—El punto es, sobrino mío, que con estas personas haré tratos para mantenernos a flote y no caer en la desgracia. —Giró a verlo.

—¿Qué tengo que ver yo con eso?

—Todo —contestó sin más, acercándose a la mesa para servirse una copa de vino—. Porque el alfa del que más necesito atención, no está interesado en mis propuestas. —Tomó un pedazo de pan y luego clavó sus ojos en su pequeño sobrino—. Él está interesado en el hijo menor de mi hermano.

JungKook abrió los ojos más de la cuenta, sintiendo escalofríos en todo su cuerpo. No sabía a lo que se refería, pero aun así tenía miedo.

—¿Va a comprometerme? —preguntó inocentemente, con los labios temblantes. Se tensó al oír las carcajadas de su tío, como si hubiera dicho una completa estupidez.

—Por supuesto que no —contestó él—. Será una unión de un día, para ser más precisos.

La mirada de JungKook se bañó en completa confusión. De verdad no entendía nada.

Su tío bebió su vino, y dejó a un lado la copa vacía, diciéndole:

—Es fácil y rápido, solo tienes que hacer todo lo que ese alfa te diga, y dejarás que te haga lo que él quiera.

—Pero-

—Puedes irte, JungKook, si necesitas saber más, pregúntale a tu amigo o a tu hermana sobre esos contactos de los que te estoy hablando.

Al momento, la puerta fue abierta y JungKook se retiró totalmente confundido, con los nervios a flor de piel. Iría directo a preguntar, intentando ignorar los escalofríos de su cuerpo. No se sentía nada bien...

Años después, lo que antes lo confundía, se había vuelto cotidiano. Ahora era indispensable para cerrarlos los tratos de su tío; su tío era como la cera y él era el sello.

Su padre siempre le dijo que era un omega que enamoraría a cualquier alfa, pero ahora JungKook odiaba eso con toda su alma, pero más odiaba que todos hacían la vista gorda, incluyendo a MinYoung.

Él amaba a su hermana, pero odiaba que mientras él complacía a personas desconocidas que solo lo querían por su cuerpo, ella disfrutaba haciendo el amor con Jackson. Sentía envidia tan intensamente que hasta su padre estaría desconcertado si conociera esa magnitud. No cabía en su cuerpo y se escapaba en sus palabras, miradas y gestos.

JungKook se dirigía al despacho antiguo de su padre en busca de su tío, como todos los días después de terminar con EunWoo, quien, a pesar de ser por mucho su mejor cliente, no podía obviar el hecho que cada vez lo volvía más indigno.

Entro sin molestarse siquiera en tocar como en el pasado. Su tío estaba con una omega que vestía tentadoramente, JungKook al menos agradecía que no tenía que vestirse de esa forma, aún podía conservar su vestimenta recatada y sencilla.

Su tío lo miró con disgusto por la interrumpió y no se privó de expresárselo en palabras.

—Vete a la mierda —gruñó.

—No harías nada si me fuera, JungHyuk —remedó JungKook. El hablar formal hacia su tío se había desvanecido hace años, ese alfa no se lo merecía.

El mayor lo miró con desprecio y agitó su mano en una seña brusca a la omega.

—Vete —ordenó el alfa y cuando la mujer se retiró miro a JungKook—. Quería hablar contigo.

JungKook asintió y se acercó.

—Yo también. —Extendió la mano—. Págame.

Su tío lo miró con burla de inmediato.

—Me agrada que ahora veas las cosas de esta manera mucho más práctica y realista.

—Me debes más de quince monedas de oro, debo ser práctico. —Agitó la mano con insistencia.

JungHyuk abrió la gaveta del escritorio con una media sonrisa y aventó la bolsa de cuerpo a la mesa, señalándola. JungKook la tomó con brusquedad y la abrió para verificar la cantidad.

—Nos has hecho más ricos —expresó el alfa, sabiendo que aquel comentando no haría más que molestarlo.

—Espero que para la próxima no te tardes tanto en pagarme. —JungKook lo ignoró.

—Te pagaré mejor para la próxima vez, pero eso dependerá de ti.

JungKook guardó la bolsa en su pantalón y lo miró.

—¿Y ahora a quién debo atender? —preguntó con total resignación. No le servía de nada negarse, no cuando sabía que tendría que hacerlo a como diera lugar.

—Me encanta este lado rudo en ti, es una faceta que solo yo conozco —se mofó.

JungKook lo miró con cansancio.

—¿A quién, JungHyuk? —repitió.

—Kim TaeHyung.

JungKook cambió su expresión a una impresionada y desconcertada. Él había escuchado de ese alfa, su padre lo había mencionado. Kim TaeHyung era...

—¿El príncipe de Daegu?

—Querrás decir: el nuevo rey —corrigió, poniéndolo al tanto de las noticias actuales.

JungKook pestañeó. Un rey era otro nivel.

—¿El mismo rey quiere que vaya hasta Daegu para atenderlo? —preguntó incrédulo.

Su tío alargó la respuesta en un sonido pensativo.

—El rey no ha pedido por ti —respondió, dando algunos pasos hacia el omega—. Tú harás que pida por ti.

JungKook frunció el ceño en confusión, pero fastidiado a su vez.

—Deja de estar divagando y habla bien —exigió, sacándole una mirada rabiosa a su tío.

—No me faltes el respeto, no olvides quién soy —casi vociferó. JungKook se mantuvo en silencio—. Lo que tienes que hacer es entrar a su castillo, volverte de su confianza y darme toda información sobre él.

JungKook bufó.

—Debes darme más de cien monedas de oro por arriesgarme tanto —rio cortamente antes de girarse para salir de ahí, su tío era un idiota si creía que aceptaría algo semejante.

—Te pagaré con libertad —dijo JungHyuk, haciendo que JungKook volteara a verlo—. Si lo haces, te dejaré ir a donde tú quieras con quien quieras, debes tener el suficiente dinero ahorrado como para vivir cómodo toda tu vida, ¿o me equivoco?

JungKook frunció el ceño por la oferta. Negó brevemente.

—Solo un demente se atrevería a engañar a un rey, si él llegara a enterarse de lo que soy y lo que voy a hacer, me cortarían la cabeza.

—Es eso o seguir siendo un prostituto hasta que me muera. —Lo acorraló.

JungKook inhaló y exhaló pesado, su mente trabajando a mil por hora.

—Tú decides, JungKook.

—Es muy temprano —manifestó YoonGi, viendo al omega degustar un sorbo de vino despreocupadamente entre las sábanas de la cama, sin ninguna prenda encima.

JiMin no le prestó atención y meció su copa. En realidad, YoonGi solo lo decía por decir, pero no esperaba que el omega realmente tomara consciencia.

Continuó con lo suyo, vistiéndose con las cejas fruncidas, disperso. JiMin no pasó por alto aquello, el alfa estaba así desde la noche anterior, incluso antes de encontrarse. Ya lo conocía lo suficiente como para saber que algo rondaba por su mente.

—¿Vas a decirme por qué estás tan pensativo?

YoonGi lo miró durante un segundo, pero volvió a bajar su mirada para terminar de subirse el pantalón en dos movimientos.

—No creas que no me he dado cuenta —continuó, enderezando su espalda.

El alfa se sentó en la cama y JiMin se tomó la libertad de acercarse. YoonGi pareció dudoso en contestar, pero tras un corto tiempo esperando por él, habló, diciendo:

—Ayer asistí a una taberna no muy lejana del castillo. —Hizo una pausa—. Había uno que otro noble en el lugar.

JiMin alzó las cejas, insistente en que continuara porque el alfa parecía dudar en continuar con cada frase que decía.

—¿Entonces?

—Uno de ellos mencionó que él ya conocía al médico real.

Oh.

Eso en definitiva captó la completa atención del príncipe, quien no dudó en sentarse mejor para esperar la continuación.

—A JungKook. —Quiso confirmar.

YoonGi asintió con obviedad.

—¿Dijo de donde lo conocía? —inquirió el omega. Notó como a YoonGi le costó responder eso, pero se preocupó por un momento cuando el alfa lo miró a los ojos durante unos segundos.

—Dijo que lo reconoció porque brindaba sus... servicios carnales...

JiMin se apartó enseguida, con las cejas alzadas en total sorpresa. Pero luego las frunció, encorvándose para susurrar lo más bajo posible para que nadie escuchara, porque, aunque estuvieran solos, aquello era muy grave:

—¿Se prostituye?

YoonGi agrandó los ojos, él había querido decirlo más sutil.

—No hay que tomarnos esto a la ligera, si esto llega al castillo será el fin para el médico real. —Se apresuró a añadir, tomando al omega de los hombros para que lo mirara a los ojos.

JiMin bufó, estirando una comisura.

—¿Y qué? ¿Dejo que mi hermano esté con alguien como él? Por los Dioses, YoonGi.

—JiMin... —Apretó los labios—. No sabemos de lo que TaeHyung es capaz si se entera de esto, él está cambiando y está enamorado del médico real.

JiMin apartó las manos del alfa de sus hombros.

—¿Acaso a mí me importa que esté enamorado? Mi hermano se enamoró, sí, y de alguien que es una farsa —expresó con desdén, echándose el cabello hacia atrás—. Yo sabía que él tenía algo —masculló molesto, inhalando y exhalando mientras se pasaba la mano por el rostro—. Es un prostituto.

YoonGi apretó los labios y pensó que no tuvo que haberle dicho, JiMin era imparable cuando quería. Dioses, no.

—El médico real ha sido atento con TaeHyung, no puedes arruinar algo así.

JiMin se acercó mirándolo con los ojos bien abiertos en incredibilidad.

—Pues esas atenciones son solo mentiras —enfatizó.

—Tú no sabes.

JiMin asintió con rapidez.

—Sí, sí sé —aseguró, levantándose para buscar su camisón—. Para las personas como él, los alfas son solo un comercio —dijo, colocándose la prenda. Luego, señaló al alfa—. El médico real no ve a mi hermano como su alfa, lo ve como un trofeo, y no me importa lo que digas, tengo que decirle a TaeHyung.

YoonGi se maldijo a sí mismo por haberle contado e intentó detener el andar del omega tomándolo del brazo cuando éste amagó salir de la habitación.

JiMin se zafó, mirándolo.

—Si querías evitar que actuara, no debiste abrir tu boca —bramó antes de salir dando zancadas de la habitación.

YoonGi se llevó la mano al rostro. Maldición.

En aquel rústico y gran comedor, la algarabía era casi o más fuerte que la música animada del lugar. Numerosos alfas de ambos géneros, tatuados con ese reptil característico, comían, bebían y reían en total desorden.

—¡Mi líder! —exclamó uno de esos alfas entre risas, levantándose tan torpe que era evidente que ya estaba pasado de tragos—. Dígame usted, ¿cuándo podremos gozar de una de las más grandes bellezas de todo Seúl?

Las risas no se hicieron esperar, mezcladas con el escándalo que causaban algunos golpeando la mesa con sus jarras de aguamiel.

—Esa belleza ahora está con un rey, ¿qué tan imbécil eres para creer que estará contigo? —se mofó otro, sacándole unas cuantas carcajadas al resto. Incluso a ese alfa sentado en aquella silla alta distanciado del resto ladeó una sonrisa.

—Es lo mínimo que mereceremos después de estar todo este tiempo arreglando su desastre —hipó otro más antes de beberse el resto de su jarra de una sola sentada—. ¿O se les olvidó quién fue el que causó que perdiéramos dinero por nuestros almacenes de alimento?

La mayoría exclamó afirmaciones certeras. En respuesta, el líder elevó una mano, gesto que los hizo callar de inmediato.

—Su petición es difícil en estos momentos, pero... —miró con diversión a los presentes—, no puedo decir que nunca.

Todos vitorearon entusiasmados, algunos gritando asquerosidades que solo sacaban más risas a los demás. Sin embargo, había un alfa en particular que estaba notoriamente disgustado y asqueado con el comportamiento y los comentarios de aquellos alfas sin modales.

—JungKook no es capaz de estar con personas tan asquerosas —espetó EunWoo con repudio.

El desacuerdo de los demás alfas no tardó en llegar en forma de abucheos, tachándolo de aburrido y demás adjetivos que solo hicieron que EunWoo virara los ojos y quisiera alejarse de esas personas de una buena vez. Algún día les daría su merecido, no tenía dudas de eso.

Gruñó y volvió a su comida, que, a diferencia del resto, estaba prácticamente intacta, pues ver comer a esos alfas era como ver a animales despedazar a sus presas grotescamente. Le quitaron el apetito tan pronto tuvo que sentarse en aquella mesa.

Quizás media hora después, las puertas del salón de abrieron, mas ninguno de los presentes se dio cuenta de la nueva presencia que aparecía en el lugar, un alfa al que no le gustara en absoluto que se le ignorara.

Kim YoungHo, el alfa ya tan conocido por su papel desempeñado en el Templo de los Dioses, cruzó el umbral con sus vestimentas claras y pulcras, un contraste que lo hizo lucir muy diferente al resto. La mirada de arrogancia que les dirigía no intentó ser siquiera disimulada.

El líder de aquellos hombres indecentes los hizo callar de un grito solemne, haciendo que uno que otro se ahogara con su comida y tuviera que recibir golpes —no precisamente muy delicados— para que aquel pedazo de pollo saliera de su garganta. Sin embargo, el silencio no llegó tan rápido como al sacerdote Kim le hubiera gustado, pues una alfa golpeó la mesa con su jarra de aguamiel tras beberla de un solo trago y secarse descuidadamente la boca con la manga de sus prendas.

Cuando el aclamado silencio se consolidó, el alfa ingresó y subió las respectivas escaleras que acababan junto al líder, quien se levantó del asiento, exclamando:

—¡Kim YoungHo!

Segundos después, el bullicio volvió a comenzar.

—La verdad no tenía esperanzas con su visita —comentó el alfa tras abrazarlo, ignorando el evidente rechazo al contacto de YoungHo, quien se encontró irritándose.

—Le confieso entonces que yo tampoco quería asistir a este lugar lleno de desperdicios, JungHyuk —añadió sin reparos, petulante.

El alfa de ojos color morado oscuro rio a carcajadas mientras ambos se sentaban.

—¿Y qué lo hizo venir? —inquirió con curiosidad, dándole un trago a su bebida.

—Lo detestable que es tu sobrino. —YoungHo miró hacia el frente—. La manera en la que habla, Dioses, cómo siendo omega se atrevía a hablarme. —Se estremeció—. Además, todo él me recordó a su padre y qué terrible experiencia.

—Con el tiempo, él llegó a agradarme —rio por su clara mentira—. No es cierto —menguó su risa, pero YoungHo no se reía, cosa que casi le hizo virar los ojos con odiosidad. Le tocó el hombro y YoungHo miró su mano con disgusto—. Dime qué quieres hacerle y te daré mi permiso.

YoungHo desvió la mirada a un punto sin interés cuando JungHyuk dejó finalmente de tocarlo.

—Mandar a que lo ejecuten, tal vez.

—Vaya que si lo ha disgustado —comentó JungHyuk, divertido.

—Resulta que no debería tomárselo tan a la ligera y ¿sabe por qué? —increpó el sacerdote, girando la cabeza hacia el contrario.

JungHyuk hizo una seña para que continuara.

—Porque el día que su sobrino sepa quién es usted en realidad y lo que ha hecho, será grave para todos los que están aliados con usted.

El líder se enserió.

—Puede ser un omega, pero él está involucrado con un alfa y no solo eso, ese alfa es rey de la nación más poderosa —prosiguió YoungHo, no dándole siquiera importancia a la molestia que emanaba el alfa contrario—. El rey no puede enterarse de eso porque aún no estamos listos para atacar.

JungHyuk expresó su molestia en forma de gruñido.

—Hay que matarlo como hicimos con su familia —zanjó el sacerdote.

—Haz lo que quieras, JungKook merece morir después de traicionarme —bramó JungHyuk, apretando la jarra que sostenía con cólera.

Sus palabras eran ciertas, JungKook jamás hizo lo que le encomendó a hacer a cambio de aquella libertad tan anhelada que el omega deseaba. Nunca cumplió entregándole información de aquel joven rey o de su reino, y su sobrino debía pagar con eso a como diera lugar.

—No sé cómo usted pensaba ganarse la confianza de su sobrino si lo prostituyó por cuatro años —comentó YoungHo, viéndolo de soslayo.

JungHyuk lo laceró con la mirada, sus ojos morados luciendo más oscuros cuando frunció sus cejas.

—Por su poca sabiduría, ese niño irá al inframundo. Los Dioses lo perdonen...

—Mida sus palabras, Su Eminencia, no soy uno de sus discípulos para que me trate como desee —advirtió el anfitrión, tajante.

Kim YoungHo lo miró sin emitir palabra y sin más, se levantó. No estaba dispuesto a pasar un solo minuto más en presencia de aquellos fantoches.

—No me importan sus advertencias —espetó, mirándolo de frente—. Ya está avisado de mis planes con su sobrino y voy a cumplirlas.

JungHyuk asintió sin más, y se despidió emitiendo un arisco: "Hasta luego". Fue así, como en medio, Kim YoungHo se retiró arrojándoles una última mirada llena de rabia a Las Serpientes.





Nota:

FELIZ SÁBADO TAEKOOK AAAA

Un cap con muchas revelaciones, osiosi 👀

Btw, pásense por mi IG, ya hay 2 edits inspirados en el JK de la historia vnkfd, ya saben, todo elegante y con sus ojitos moraditos, PRECIOSO.

BESITOS EN LAS NALGAS PARA QUE TENGAN UN BUEN FIN DE SEMANAAA

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