XXVII: Rutina, repetición, costumbre, adaptación
Apenas comenzaba la tarde cuando SeokJin se encontró inhalando profundamente frente a la puerta del despacho de su esposo en el hogar. Dio dos golpes a la puerta por simple hacer, pues después no lo pensó dos veces y cuando NamJoon respondió un "pase" desde el otro lado, entró con un poco de rapidez, aprovechando su arranque de valentía y obviando algún saludo o palabra.
NamJoon levantó la cabeza para verlo apenas entró y SeokJin lo imitó, más se arrepintió de hacerlo cuando su valentía se redujo.
—SeokJin.
NamJoon se enderezó, sorprendido de verlo. Era muy inusual que su esposo se pasara por su despacho, así que su primer pensamiento no fue positivo y no tardó en preguntar, dejando los papeles sobre su escritorio.
—¿Le pasó algo a los niños? —preguntó, pensando que algo andaba mal.
Pero para su sorpresa, SeokJin negó.
—Los niños están bien —aseguró, ambos quedándose viendo mutuamente sin saber muy bien qué hacer, incómodos.
NamJoon se hizo un poco hacia atrás cuando SeokJin tomó aire para hablar, casi afirmando que le formaría algún problema que terminaría desatando una discusión con rapidez.
—Tenemos que hablar —dijo. NamJoon ladeó la cabeza y le señaló la silla frente a él; SeokJin se sentó en silencio sin mirarlo al rostro, haciendo esperar atentamente al contrario por sus palabras.
—¿Quieres que traigan té? —ofreció, pero tan pronto lo hizo, SeokJin moduló un rápido "no". NamJoon hizo una mueca casi imperceptible—. ¿Hice algo malo? —dijo con suma lentitud y cuidado.
—No —repitió, chasqueando la lengua—. Digo sí, todo lo haces mal.
NamJoon formó una línea con los labios.
Jamás le había parecido que el matrimonio fuera algo fácil, y aquella era la prueba de sus afirmaciones. Sin mencionar que claro, la tenía un poco más difícil que otros porque SeokJin se molestaba especialmente por todo; NamJoon respiraba distinto y SeokJin ya lo estaba regañando.
El alfa se cruzó de brazos, esperando a ver con qué le llegaría esta vez.
—¿Te sientes bie-?
—Deber dejar de estar con omegas.
NamJoon exhaló disimuladamente el aire nervioso que contuvo al ver que solo era eso. Se esperaba algo mucho peor, en realidad.
Ya más relajado, quiso volver a sus papeles, tomando algunos.
—Ya hablamos de esto, igualdad de condiciones, ¿no? —dijo, desviando su mirada hacia los documentos.
SeokJin gruñó y le dio un golpe a la mesa. NamJoon abrió los ojos en grande por la sorpresa, olvidándose por completo de que hacía.
—Vamos a tener otro hijo, imbécil —masculló—. Me dan ganas de matarte.
NamJoon se puso las manos en la frente.
—Espera —pidió tiempo, cerrando los ojos para procesar—. ¿Otro hijo, SeokJin?
—No, otro caballo —respondió con odiosidad y sarcasmo. Se inclinó hacia la mesa—. ¿Qué no me escuchaste, idiota? Dije otro hijo.
NamJoon continuó procesando con cara de estupefacción.
—¿Desde cuándo? —preguntó, pasándose la mano con la cara.
SeokJin bufó. ¿Desde cuándo iba a ser?
—Desde que pasaste tu celo conmigo —contestó con obviedad.
NamJoon mostró media sonrisa sincera.
—Eso es una muy buena noticia —admitió, entusiasmado. SeokJin lo miró con advertencia, haciendo que la sonrisa del alfa titubeara tan solo un poco.
—Dices que es una buena noticia porque no lo vas a tener tú —refunfuñó, mas NamJoon tomó su mano.
—SeokJin, otro hijo es grandioso, puede ayudarnos.
El omega llevó sus dedos hacia su sien.
—Seré la burla después de haberte maldecido en todo el palacio —se quejó.
—Te pasa por bocón.
SeokJin lo miró con los ojos bien abiertos y amenazantes, quitando la mano de NamJoon que cubría la suya. NamJoon resopló y se recostó en la silla.
—Tú no me dijiste que no.
El omega lo miró como si quisiera matarlo ahí mismo.
—Esto es tu culpa —acusó.
NamJoon solo elevó sus hombros.
—La pasamos bien, además, otro hijo no nos va a matar de hambre.
La expresión seria del omega se borró, suavizándose al pensar.
—no, ¿verdad? —musitó, bajando la mirada hacia su vientre aún plano. NamJoon, que tenía una sonrisa de lado, le contestó.
—Otro hijo es una bendición, estaremos bien —aseguró el alfa, logrando que SeokJin alzara la vista y viera como el alfa le dedicaba una hermosa sonrisa.
Dioses, SeokJin lo maldijo, odiaba cuando el alfa le sonreía así, se veía tan perfecto que SeokJin volvía a caer con facilidad. Lo odiaba y a la vez lo amaba, vaya combinación.
—Deja de sonreír, voy a golpearte —amenazó algo nervioso, sacándole unas cuantas risas a NamJoon, que elevó una ceja en respuesta.
—El duque amenaza a su esposo con golpearlo, quién lo diría.
SeokJin se levantó poco después, virando los ojos.
—Nunca puedo hablar contigo —se quejó, dirigiéndose hacia la puerta.
—SeokJin —llamó antes de que el omega alcanzara la puerta—. Prometo que no voy a irme a ningún lado, cuando tenga que ir a la capital me acompañarás, ¿te parece?
SeokJin se tomó un momento para inspeccionar su expresión corporal para saber si decía la verdad o no. Sin embargo, asintió cuando vio la verdad en sus palabras. Internamente más calmado, salió y dejó al alfa en su despacho.
NamJoon sonrió embelesado, envuelto nuevamente en la soledad.
—Otro hijo... —murmuró sonriente, volviendo a sus responsabilidades sin borrarla por nada del mundo.
—Maldito JungKook.
Eso pensaba Jackson mientras entraba con sigilo al despacho del antiguo rey de Daegu. No había sido tan fácil como parecía, de hecho, antes de llegar, el rey casi lo atrapa, pero JungKook lo distrajo con avidez y pudo entrar sin preámbulos, como él y su pulga habían planeado.
Tosió al sentir todo el polvo que llenaba el lugar, que incluso se podía captar en el aire del lugar gracias a que el Sol todavía la iluminaba a través de los ventanales. Era obvio que aquella oficina no había sido tocada desde que el antiguo rey murió.
Jackson pensó en agradecer por eso.
Admiró el lugar, era uno mucho más grande en comparación al que el joven rey poseía. Las cortinas eran oscuras, de color vino, y había un cuadro gigante del antiguo rey. Automáticamente pensó en el nivel de egocentrismo que se debía tener para poner un cuadro de ese tamaño.
Caminó hacia el escritorio como primer destino, tapando su nariz con la manga de su uniforme. Habían papeles sobre la superficie, pero estaban vacíos y polvorientos; nada en especial a la vista.
Estaba un poco agitado, si lo descubrían sería su fin definitivo.
Lo siguiente fue rebuscar en las gavetas de su costado mientras se sacudía la nariz constantemente porque el polvo lo hacía sentir enfermo. Abría y removía, y no encontraba más que innumerables papeles hasta algo en una de ellas llamó su atención.
La altura que poseían las demás gavetas era más amplia que aquella en particular. Un fondo falso, aseguró cuando lo retiró ceñudo, topándose con un fajo de papeles de correspondencia amarrados en pabilo.
Dudó, ¿debía llevárselo o no?
Chasqueó la lengua y decidió meterlos en su chaleco.
Se levantó cerrando la gaveta y reposó sus manos en la cadera. Se iba a dar la vuelta para seguir buscando en otra dirección, pero su codo chocó con un candelabro de tres brazos. Sobresaltándose, abrió los ojos completamente cuando vio el objeto amagar caer al suelo, y su cuerpo sudó frio cuando no fue lo suficientemente rápido para evitar que se estrellara contra el suelo en un ruidoso estruendo metálico.
Se maldijo a sí mismo y a JungKook nuevamente, agachándose para tomarlo y esperando unos segundos para ver si alguien llegaba por culpa del sonido.
Cuando nadie lo hizo, dejó salir todo el aire que retuvo por la tensión, relajando los músculos de su cuerpo al momento de finalmente alzar el objeto, sentándose correctamente en el suelo para pasar el susto antes de hacer algo más.
Pero entonces, vio de soslayo algo que resaltaba debajo de la mesa. Nuevamente frunciendo las cejas, se fijó que aquel objeto era de color crema, adherido de alguna forma a la madera caoba. Dejó el candelabro sobre la mesa de un estirón y se acercó lo suficiente a la parte baja de la mesa para tomar el objeto, viendo que lo podía arrancar con bastante facilidad.
La textura y la visión le señalaban que se trataban de papeles dentro de un sobre. No poseía ningún sello o indicación que apuntara la procedencia hacia algún reino o alguna casa importante.
Optó por abrirlo, siendo hojas de papel lo primero que salió a relucir. Sacó una de ellas, dándose cuenta que se trataban de notas algo desordenadas. Ceñudo leyó: ataques irregulares al pueblo, conflictos con el templo; generalizando problemas en el reino. Pero, tal parecía que era necesario esconderlos de esa manera.
Notó que, en cada una de ellas, había un boceto que resaltaba en cada una de las notas.
Una serpiente.
Información que sin duda habría que analizar meticulosamente.
Guardó todo en su chaleco, siendo consciente que podría servir en un futuro, y se levantó, proponiéndose leer todo mejor una vez tuviera tiempo y estuviera fuera de la zona de peligro.
Sin embargo, cuando estaba por caminar hacia otra mesa del lugar para continuar su búsqueda, tocaron la puerta. Jackson se congeló, conteniendo la respiración y procurando no hacer ningún ruido.
No tenía tiempo de llegar a un escondite más elaborado así que se agachó tras el escritorio cuando la puerta fue abierta con ligereza.
Pero al pasar los segundos, lo único que escuchó fue:
—Jackson —Un susurró suavemente de una voz que ya conocía de sobra, Suspiró de alivio.
Asomó su cabeza y vio a JungKook tapándose la nariz con su muñeca mientras lo buscaba con mirada. Sus miradas conectaron y se levantó del suelo.
—Tienes que salir ya, el rey está rondando por acá —avisó por lo bajo, inclinando su cabeza para ver hacia afuera.
Jackson le dio una rápida y última mirada a todo el lugar y salió, cerrando con cuidado y dejándolo todo como si nada hubiera pasado.
Ya ambos caminando en el pasillo, JungKook dejo salir el estornudo que estaba conteniendo, originado por el polvo y la sensibilidad de su nariz.
—¿Conseguiste algo? —preguntó JungKook gangosamente.
—No lo sé —contestó Jackson, obteniendo una mirada confundida.
Pero ambos escucharon voces en las cercanías, cortando cualquier indicio a continuar con la conversación.
—Te diré después, nos pueden ver.
Y JungKook no tuvo oportunidad de asentir cuando Jackson ya estaba yéndose a zancadas grandes. Él solo quedó un momento, viendo por donde el alfa se fue y esperando que haya conseguido algo de importancia.
Entonces, otro estornudo lo atacó.
JiMin caminaba bajo la noche estrellada que brindaba el cielo, rondando por aquel que en algún momento fue su hogar. A esas horas de la noche, el castillo se hacía notorio por las numerosas antorchas y velas de su interior, que proporcionaban la luz necesaria para que saliera por las ventanas del mismo.
Su destino eran los jardines, deseando perderse en ellos sin tener ojos escudriñadores o presencias indeseadas como normalmente ocurría a plena luz de día.
El frio de aquella noche le obligaba a portar una capa para cubrirse.
HoSeok, su esposo, le advirtió que no saliera por las noches en soledad, pero JiMin era más terco que cualquier mula del reino, confiado pensando: ¿Quién querría dañarlo si era el príncipe?
Error.
En breve, escuchó pasos múltiples caminar en lo que parecía ser su dirección. Ceñudo e instantáneamente alerta se volteó, divisando prontamente a cuatro alfas corpulentos mirarlo.
JiMin dio unos pasos hacia atrás, deteniéndose cuando uno de ellos le habló.
—Su Alteza, ¿nos acompaña?
JiMin, totalmente desconfiado de las miradas ajenas, tenso y con la mandíbula apretada, siguió retrocediendo como bien pudo, pensando en que no tenía nada con qué defenderse. Dioses.
No pasaron muchos segundos cuando JiMin ya estaba corriendo de ellos, buscando escapar de las garras de esos alfas que parecían cada vez estar más cerca de él.
Hasta que uno de ellos lo agarró por detrás, cortando todo tipo de andar. JiMin se giró para defenderse de él, removiéndose con brusquedad, pero el alfa era mucho más alto y fuerte, así que no se le hizo difícil volver a apresarlo por su abdomen, tapando su boca mucho antes que JiMin pudiera emitir gritos de ayuda, que se terminaron ahogando en la mano áspera de aquel hombre, pero sin dejar de removerse agitado para que fuera soltado.
Uno de los alfas se detuvo frente a él, haciendo una seña con la cabeza que desató que lo estuvieran arrastrando a un lugar oscuro, donde apenas la luz de Luna le permitía distinguir que se trataba de un estrecho punto ciego del lugar.
Seguía intentando, pateando y moviéndose para zafarse, pero solo hacía que el agarre empeorara en fuerza, siendo lastimado. Ya se empezaba a ahogar porque la mano también obstruía el flujo regular de su respiración.
Intentaba dar golpes a cualquier ventana que estuviera en aquel punto ciego, pero era difícil cuando en el castillo había tantas habitaciones y la mayoría estaban solas, más aún a esas horas tan nocturnas.
JiMin conocía ese camino, ellos querían llevarlo hacia el establo.
Mierda.
Ya ahí, lo estrellaron contra una pared de tablones de madera, soltando un quejido por el impacto en su espalda y cabeza. Pronto lo estuvieron inmovilizando de manos a los lados de su cabeza, ¿cómo se atrevían?
Estaba tan molesto que podía jurar que su rostro estaba rojo de cólera. Iba a matarlos, HoSeok iba a matarlos, YoonGi iba a matarlos, hasta su hermano los mataría al enterarse.
Vio con odio a uno acercársele, demasiado cerca.
—No crea que puede salir de aquí, alteza —susurró con media sonrisa.
Solo que JiMin no era de los que se dejaba someter, ya no más. Podía haber pasado penurias a lo largo de su vida por culpa de su padre, pero no se dejarías doblegar por alfas, ni siquiera si se trataban de más de los que podía manejar él solo.
Elevó su rodilla con toda la fuerza que le fue posible para impactarla directo en la entrepierna de ese asqueroso alfa, quien soltó un alarido de dolor que lo obligó a despegarse. JiMin aprovechó la oportunidad para intentar zafarse otra vez, pero le dieron un golpe en el abdomen que le sacó el aire.
Soltó un quejido forzoso cuando le quitaron la mano de la boca solo para darle otro golpe directo en ella, aturdiéndolo enseguida y empeorando cuando lo empujaron contra la pared y su cabeza impactó contra la madera.
JiMin cayó al suelo apenas soltaron sus muñecas, sintiendo su cabeza dar vueltas sin rumbo establecido, escuchando tan solo un pitido en sus oídos.
Parpadeó en un intento por estabilizarse, viendo como los alfas estaban por venírsele encima de nuevo.
—Denle lo suficiente para que no hable por días —masculló el hombre que JiMin golpeó, adolorido y furioso.
Sin embargo, no pudieron cumplir su cometido cuando escucharon una nueva voz hacer presencia.
—¿Para esto los entrenaron?
Y realmente, de no ser por la presencia había aparecido y frenado todo con tan solo unas palabras, lo habrían herido de gravedad, pues toda la fuerza que tenía se había esfumado de un momento a otro.
Los hombres se giraron hacia dónde provenía la voz, viendo a un omega de baja altura con el cabello enrulado mirarlos ceñudo a través de esos ojos que ya todos sabían a quién le pertenecían.
—Es el médico —dijo uno de ellos, logrando que otro de los alfas se acercara a paso lento y dominante hacia él.
JungKook se enderezó más, permaneciendo imperturbable por el exterior a pesar de las pesadas miradas sobre él. Apretó la empuñadura de la daga que ocultaba a sus espaldas con fuerza, canalizando su respiración.
—Les doy la oportunidad de irse y dejar al príncipe real —moduló.
—¿O si no qué? —se burló uno de ellos, seguido por varias risas entretenidas del resto, quienes simulaban temerles a sus palabras.
JungKook tragó grueso.
—Voy a matarlos —contestó firme, desencadenando que los alfas explotaran en risas.
JungKook los observó ceñudo, desviando su mirada hacia el príncipe que seguía aún mirando hacia el suelo, notoriamente ido. Estaba seguro, había recibido un buen golpe. Tenía que tratarlo con urgencia.
—Un omega promiscuo los amenaza —fingió temblar uno de ellos. JungKook apretó más las manos en torno al mango de la daga.
—Dejen ir al príncipe —repitió, impasible.
El mismo alfa que se había acercado con anterioridad dio unos cuantos pasos más cerca de él, con una sonrisa ladina y desagradable.
—¿Por qué no mejor nos muestras lo que mejor sabes hacer? ¿eh? No creo que... —miró a sus compañeros—... cuatro alfas más a tu lista afecten demasiado —se mofó, con una lascivia disgustosa. JungKook frunció el ceño con furia escuchando a los alfas reír.
El alfa lo tomó del cuello y lo acercó peligrosamente, pero antes de que pudiera hacer lo que sea, a JungKook no le tembló el pulso cuando incrustó con fuerza y velocidad la daga que sostenía, directo en el pecho del hombre, quien automáticamente abrió los ojos completamente y se tambaleó cuando la retiró con algo de brusquedad, dándose cuenta de cómo todos los alfas habían callado al instante.
—Ya nadie puede tocarme —susurró entre dientes, sosteniendo la daga ensangrentada.
El alfa se desplomó en el suelo, sin signos de vida, y los alfas pudieron comprobar su muerte. Otro de ellos retrocedió un poco, pero se puso en posición imponente y defensiva, listo para la ofensiva.
Bien. Había concentrado la atención y conseguido que los alfas se olvidaran completamente del príncipe JiMin.
—Les doy una última oportunidad de irse, esto quedará entre nosotros —advirtió—. A no ser que quieran terminar como su compañero —apuntó hacia el hombre en el suelo.
Los alfas dejaron de lado las burlas y las transformaron en enojo. La sangre les hervía al ver que un omega les hablaba como si tuviera poder sobre ellos.
Uno se acercó amenazante a JungKook, quien volvió a subir la daga en un intento de intimidación, solo que el alfa fue más rápido y tomó su muñeca con fuerza para hacerla caer al suelo.
Pero JungKook no tardó en usar su otra mano e impactar un puño en la nariz ajena.
El hombre gruñó, debilitando el agarre. JungKook pudo liberarse y corrió con rapidez hacia el príncipe, esquivando a los alfas como bien pudo. Se sentiría más seguro si estaba ahí, protegiéndolo.
Pero antes que pudiera llegar a él, lo atraparon y lo privaron de movimiento en los brazos. JungKook gruñó, zarandeándose cuando los dos hombres se pusieron a cada lado y lo sostuvieron con fuerza para que mirara al frente, donde el tercer alfa, quien no se había movido un dedo hasta el momento, se le acercó.
—Se pone a la defensiva por algo a lo que ya debe estar acostumbrado —habló con voz gruesa, alzándole la barbilla con los dedos.
JungKook pudo sentir a la perfección el aliento con olor a aguamiel chocar contra su rostro. Asqueado, intentó girar la cabeza, pero el alfa le sostuvo la barbilla con más fuerza, obligándolo a girarla ligeramente hacia un lado para descubrir su cuello níveo.
—Es un estúpido si piensa que aquí nadie sabe lo que hacía antes de ser el médico real —dijo, depositando una áspera caricia en la mitad de su cuello, sonriendo mientras la hacía descender cerca de su clavícula—. ¿Quién podría olvidar a alguien como usted? —susurró con las pupilas dilatadas.
JungKook le escupió directo en el rostro, sintiendo la bilis en su garganta por las palabras y el repugnante tacto. El alfa lo miró colérico y se limpió cerrando los ojos con asco. JungKook sintió como los dos alfas a su lado ejercían más fuerza en el agarre de sus brazos y muñecas, y el alfa frente a él, mucho más agresivo que el que había apuñalado, cacheteó su mejilla y volteó su rostro, con la fuerza para sacarle un jadeo de dolor.
Su omega quiso encogerse ahí mismo por el golpe, pero no se lo permitió, girándose una vez más a mirarlo, con una expresión imperturbable, ocultando por completo el pánico que lo consumía internamente.
Sintió un jalón en sus prendas y el sonido de la rajadura de la tela. JungKook jadeó, toda su piel erizándose al sentir parte de su pecho expuesto. Pronto su respiración se elevó en irregularidad, escuchando a los alfas reírse de él y viendo como JiMin quería levantarse, pero irremediablemente volvía a caer en el suelo, abatido.
El alfa frente a él lo miró de arriba hacia abajo con morbo.
—Pues ya veo lo que el rey ve en usted —se mofó, refiriéndose a su figura.
JungKook quiso vomitar, negándose a encogerse.
Odiaba con su vida esa sensación, los odiaba a ellos, a todos ellos.
Sintió el tacto de aquel alfa mover su camisa rota para destapar más terreno. JungKook se removió casi frenético, con un nudo en la garganta al sentir como su pezón estaba al descubierto, aborreciendo la sensación de pudor que siempre sentía.
Sus ojos se aguaron de impotencia, ya sin fuerzas. Justo eso era lo que siempre le repetía a su padre, no podía detenerlos, no podía vencerlos.
JungKook vio al alfa mirar su pecho con media sonrisa, acercándose sus gruesas falanges a su piel descubierta para gozar al tocarlo.
Pero de repente se quedó quieto en su lugar, con sus dedos a centímetros y su rostro perdiendo expresión.
JungKook lo miró con los ojos abiertos en su totalidad, siendo testigo de los ojos plagados en confusión del hombre.
Hasta que se desplomó en el suelo con una daga incrustada en su espalda alta, directo en la columna vertebral.
JungKook boqueó, exhalando todo el aire contenido en sus pulmones y sintiendo el agarre de los alfas debilitarse, pero no lo suficiente para que pudiera liberarse. Entonces, alzó la mirada estupefacta.
Una gran e imponente silueta oscura apareció frente a sus ojos, acercándose a paso firme y colérico.
—TaeHyung —jadeó cuando la luz iluminó al alfa.
—Vaya con mi hermano que yo me encargo, omega JungKook —habló el rey, con una voz tan gruesa que estremeció a todos los presentes, incluyendo a los alfas, que soltaron al omega para irse hacia el rey con los puños cerrados y entre gruñidos.
Fue entonces cuando JungKook, libre de las garras, se permitió encogerse exhalando y cubriéndose su pecho nerviosamente con la prenda rota, dando unos cuantos pasos lejos de donde estaba parado.
Vio a los tres alfas entrar en una pelea agresiva. JungKook tragó, girándose para correr rápidamente hacia donde estaba en príncipe. Los golpes de los alfas perfectamente sonoros le ponían nervioso, pero su prioridad como médico era JiMin.
Se tiró al suelo de rodillas y lo tomó, acomodando la cabeza del omega rubio en su regazo.
—Alteza, ¿puede oírme? —preguntó agitado, dándole palmaditas en la mejilla—. Alteza, responda —repitió, sus manos manchándose ligeramente de sangre al tantear con sus dedos los alrededores cercanos a la herida por la que el omega sangraba, determinando que solo se trataba de una herida superficial.
Volvió a las palmaditas suaves hasta que JiMin se quejó, con los ojos aún cerrados y la respiración apacible.
—Si sigues golpeándome te voy a arrancar los dientes —murmuró el príncipe.
JungKook pudo suspirar de alivio.
—Gracias a los Dioses que está bien, Alteza —levantó los párpados del omega para revisarle las pupilas—. Usted está bien, solo le dieron un buen golpe.
JiMin asintió, pero JungKook se congeló al ya no escuchar más golpes de parte de los alfas. Permaneció quieto, ansioso y sin querer voltear, pero alerta. Si algo pasaba, tendría que enfrentarse a ellos por sí mismo para que no dañaran al príncipe.
Y por esa misma razón fue que se sobresaltó cuando sintió una mano posarse en su hombro.
—Soy yo.
La voz de TaeHyung lo hizo destensarse enseguida. Sus ojos violetas lo miraron con alivio desde abajo, revisándolo con su mirada para ver si estaba bien. TaeHyung se agachó a su lado al tiempo que JungKook miraba a sus espaldas para ver a ambos alfas tirados en el suelo sin movimiento alguno, al igual que los otros dos alfas.
—¿Están muertos? —murmuró inquisitivo. TaeHyung volteó a mirarlos.
—Uno sí, el otro está inconsciente, alguien debe pagar por lo que les hicieron —contestó el alfa, mirando después a su hermano—. ¿Va a estar bien? —le preguntó con preocupación, arqueando las cejas al verlo de esa forma.
JungKook asintió.
—Solo está aturdido, nada grave, con uno de mis tés y descanso estará mejor —aseguró.
TaeHyung permaneció con la vista fija en su hermano por un rato, sin emitir palabra. JungKook quiso descifrar lo que pensaba, preguntándose si el rey no quería asegurarse que estaba bien, pues parecía como si ni se atreviera a tocarlo. Él solo lo miraba.
Hasta que escucharon dos voces gritar: —¡JiMin!
Ambos miraron, HoSeok y YoonGi llegaban corriendo hacia ellos.
HoSeok se apresuró y apartó a JiMin del regazo de JungKook para dejarlo sobre el propio.
—¿Qué pasó? —preguntó YoonGi exaltado, mirando a su alrededor. HoSeok apartó el cabello del rostro de su esposo al verle la sangre manchar parte de su cabeza.
Al verlos interactuar, JungKook recordó la extraña relación que ambos compartían.
HoSeok, preocupado por la demora de su omega en regresar, salió en busca de YoonGi para saber si el omega estaba con él o al menos sabía de su paradero, pero cuando el alfa pelinegro negó a ambas preguntas, la preocupación los asaltó al instante y no tardaron en salir a buscarlo con un mal presentimiento.
—Quisieron atacar a JiMin y a JungKook —informó TaeHyung al tiempo que se ponía de pie, JungKook mirándolo con los ojos bien abiertos por la forma en la que se había referido a él.
TaeHyung le ofreció la mano para ayudarlo a levantar y JungKook la tomó, impulsándose mientras que con la otra mano se aferraba a su camisa rota, cubriéndose.
HoSeok se levantó, dispuesto a cargar al príncipe en brazos, pero JiMin le colocó una mano sobre el pecho para detenerlo, ya estando ambos de pie.
—No me cargues.
—Mírate cómo estás —rebatió, preocupado.
—Estoy bien, solo quiero irme.
HoSeok asintió exhalando.
—Vámonos —dijo, mirando a JungKook antes de comenzar a caminar—. Mañana iremos con el médico real, seguro que estará bien —JungKook asintió para tranquilizarlo.
YoonGi regresó de revisar los cuerpos, depositando su mirada cargada en preocupación hacia JiMin antes de mirarlos a todos.
—Llamaré a algunos guardias y mañana me encargaré de este —señaló con el pie al único alfa vivo e inconsciente en el suelo antes de que los tres emprendieran marcha hacia la residencia de los Jung.
—Espera, espera —murmuró JiMin, HoSeok se detuvo—. TaeHyung —llamó en medio de un susurro quejumbroso por la pesadez en su cabeza.
El nombrado alzó las cejas y JungKook le dio un pequeño empujoncito desde la espalda para que diera unos pasos hacia adelante.
—Debes matarlo —dijo el príncipe y TaeHyung frunció el ceño, mirando a los demás alfas.
—¿A quién?
—Sé que fue él, fue WooJoon.
HoSeok afirmó su agarre en la cintura.
—Mañana hablamos, hay que irnos —dijo, haciendo que el omega gruñera un poco y fuera guiado lentamente por aquellos dos alfas.
TaeHyung se quedó viendo a la nada, su mente parecía trabajar muchas cosas a la vez, sus ojos estaban achicados y su ceño ligeramente fruncido, inquietante.
—Majestad, ¿se siente bien? —preguntó alzando la mano para acunar su rostro, pero antes de siquiera tocarlo, el alfa pareció tensarse notoriamente a ello, reacio. JungKook se detuvo al instante—. ¿Majestad?...
TaeHyung parpadeó, reaccionando.
—Disculpe.
Se puso frente al omega y tomó su mano para que tocara su mejilla y pudiera apoyarse en la palma, destensando su cuerpo poco a poco pero su mirada permaneciendo igual de fija e intensa, descendiéndola posteriormente a la camisa desgarrada.
—¿Por qué le hizo eso? ¿Bajo qué razón?
JungKook se apenó un poco.
—Porque un alfa siempre busca humillar a un omega y aprovechan que somos dóciles por naturaleza para hacer lo que les plazca.
Esas palabras llegaron a TaeHyung como un golpe.
Negó.
—No.
Pero JungKook asintió.
—Sí, majestad, así son las cosas...
TaeHyung siguió negando, extendiendo sus manos para colocarlas sobre la camisa rota.
—No, a usted no —se negó, queriendo taparlo mejor. JungKook apartó su propia mano con lentitud de la zona y lo dejó hacer lo que quería, descendiendo la mano de la mejilla del alfa hasta su pecho, con brillo en sus ojos—. Nadie puede tocarlo a usted, no así.
JungKook sonrió suave, con tranquilidad en su pecho.
—Majestad...
TaeHyung juntó sus frentes.
—No así... —repitió en un murmullo.
La mirada perdida; su mente en blanco; cansado física y mentalmente con el cuerpo tendido sobre una cama, la sábana cubriéndole un porcentaje de su cuerpo desnudo.
La tomó entre sus frías manos y la subió para tapar el resto de piel expuesta.
—Supongo que nos volveremos a ver —habló un alfa a los pies de la cama, terminando de vestirse.
No le dio respuesta, solo lo miró acercarse a la mesa de noche y tomar su anillo, colocándoselo en su dedo anular. Seguramente la pobre esposa de ese alfa lo estaba esperando en casa con sus hijos.
Maldijo a los alfas.
El hombre le dedicó otra mirada antes de abrir la puerta e irse.
Fue entonces cuando pudo exhalar y destensar su cuerpo pensando en que ya todo había acabado, en que ya nadie lo veía. Desvió sus ojos lánguidos hacia la ventana junto a la cama, las estrellas estaban despiertas, mas no pudo concentrarse en ellas ni en nada.
Su mente estaba vacía, con tan solo una opresión en el pecho.
Al principio las cosas eran mucho más difíciles, pero la rutina se hizo repetición, la repetición se hizo costumbre y la costumbre se hizo adaptación.
Tampoco tenía lugar quejarse, no había nada que hacer, tan solo le quedaba la mísera y inexistente posibilidad de huir y librarse, pero era imposible, lo perseguirían por tierra, cielo y mar para encontrarlo; lo que lo llevaba a la segunda opción: casarse con algún alfa que tuviera piedad de él pues ya nadie quería a un omega cuya virtud estaba dañada, cuyo valor estaba roto, desperdiciado y obsoleto.
Se sentó despacio, apartando la sábana de su cuerpo y poniendo los pies en el suelo fuera de la cama.
Consideraba que sabía muchas cosas, que era mucho más inteligente que cualquiera de esos alfas, que era capaz de hacer algo mucho más importante. Pero aun así, el resto prefería tenerlo en una cama porque era un omega.
Cuando hizo el impulso necesario para ponerse de pie, sintió un pequeño puyazo de dolor en su espalda baja, pero no le dio importancia y se levantó, solo que en ese momento sintió el evidente dolor calar y la incomodidad viscosa en zonas donde no debería haber tan pronto.
Solo hizo una mueca, caminado hasta donde tenía su camisón para ponérselo. Entonces pudo pensar en algo, y era en lo mucho que quería dormir...
Salió de la habitación y creyó poder respirar mucho mejor al no sentir el denso olor a ese alfa, aquel a quien jamás en su maldita y desdichaba vida había visto, pero que ya consideraba desagradable en todos los sentidos.
El aroma de todos esos alfas era repugnante.
Rio con falta de gracia cuando a su mente llegó que tan solo tenía diecisiete años y ya su vida era lo suficientemente maldita.
Al cruzar los distintos pasillos, pudo escuchar varias risas provenir del comedor; malditas risas; y supo que era una de las tantas reuniones que se hacían en ese lugar, en las que casi nunca le permitían participar.
Entró a su habitación y lo primero que hizo fue ir a su espejo para ver su reflejo y comprobar si ese hombre le había hecho algo, algo que no tuviera antes. Además de su cara agotada y las ojeras bajo sus ojos, claro.
Escuchó la puerta abrirse y vio a través del espejo a alguien que conocía muy bien, pero no se inmutó.
—JungKook, ¿quieres que te ayude?...
JungKook vio cómo su hermana vestía un buen vestido, estaba arreglada y con el cabello bien peinado; hermosa, intacta.
—No, gracias, estoy bien.
MinYoung dio unos pasos más hacia adelante.
—Puedo buscarte agua, si quieres —ofreció, algo vacilante.
JungKook se apartó del espejo y caminó hacia el tocador para sentarse ahí.
—No, gracias —se negó nuevamente.
—JungKook, debes limpiarte y yo puedo ayudarte...
Cerró los ojos y se volteó para lugar mirarla.
—Estoy bien, vuelve a tu cena —respondió, mucho más grosero y brusco de lo que planeaba.
Su hermana retrocedió con un pie, mirándolo ofendida.
—No tienes porqué ser tan rudo —se quejó.
JungKook volvió a darle la espalda.
—Nunca entenderás —masculló él.
—Intento ayudarte en lo que puedo, intento estar ahí para ti y tú actúas tan frío siempre —sermoneó ella.
«¿Por qué será?» pensó, mas no lo dijo, permaneciendo callado.
—Papá nunca hubiera permitido esto, si papá estuviera aquí-
JungKook se levantó bruscamente y la miró.
—Pero no está, está muerto —dijo tosco, haciéndola callar—. Acepta que papá no está y ahora tenemos- bueno, yo tengo que hacer todo lo posible para sobrevivir —caminó hacia su cama, ignorando totalmente el temblor de sus piernas para sentarse sobre el colchón con cuidado, no librándose del mismo tono frío de antes al continuar—. Así que, ¿por qué mejor no regresas a la cena y te consigues un pretendiente aceptable?, aprovechando que no te han sometido a cosas indecentes y aún puedes ser una candidata válida.
No la miró de nuevo, solo escuchó la puerta ser cerrada y luego silencio.
MinYoung se alejó de la habitación a paso apresurado y mirada gacha de vuelta al comedor.
—MinYoung —escuchó como la llamaban, y al girarse vio que se trataba de Jackson—. ¿Y JungKook? —preguntó él mientras se acercaba. Ella señaló con la cabeza la puerta a la habitación.
—Hoy prefiere estar solo —Jackson miró la puerta, pero ella tomó su brazo—. Tengo que volver, nos vemos ahora.
Y se fue.
Cuando Jackson la vio irse, volvió a mirar la puerta de JungKook, y sin dudarlo mucho se acercó y entró sin tocar siquiera, viendo a JungKook semi-sentado en su cama con los ojos cerrados y la cabeza al frente. Al entrar y cerrar la puerta, JungKook abrió sus ojos.
—No estoy de humor —formuló el omega, Jackson sabiendo identificar que el omega estaba apagado, triste pero impotente.
—Vengo para saber si quieres hablar...
JungKook miró hacia sus pies.
—No solucionará nada.
Jackson se sentó en el otro extremo de la cama.
—Pero te hará sentir mejor —aseguró Jackson, y JungKook lo miró.
—Tenía otros planes para mi vida, ¿sabes? —rio, recordando esos momentos donde planificaba su vida con tanto entusiasmo—. Debía conseguir un buen alfa, que me tratara bien y que quisiera tener una familia, no ser el objeto del que quiera tocarme —apartó la mirada, jugueteando ansiosamente con la tela de su camisón—. Debía enterarme sobre las relaciones íntimas justo antes de mi noche de bodas, no así, de esta manera tan frívola y superficial —arrugó la expresión por unos segundos, pero volvió a recuperar su semblante que le hacía aparentar que nada le afectaba. Apretó sus labios—. Me criaron bajo otros conceptos y aún no me acostumbro a que nada es como yo quería que fuera —se quedó en silencio unos segundos y luego chasqueó la lengua—. Ya te lo dije y aún no me siento mejor.
Jackson lo miró con pena.
—JungKook... —quiso acercarse, pero JungKook alzó una mano hacia él para detenerlo.
—No necesito tu lástima —sentenció—. Algún día voy a huir de aquí y pese a que nadie me desee por no ser un omega intacto y puro, seré libre y yo... —exhaló y se levantó de la cama—... y yo podré con eso —mintió, no solo a Jackson, sino a él mismo. Dioses—. Es mejor que te vayas, tengo que tomar un baño.
Entonces, JungKook se encerró en el vestidor.
JungKook miraba a TaeHyung a profundidad, el asiento bajo la ventana siendo perfecto para ambos.
Se preguntaba si el rey seguiría interesado en él si supiera que no era puro, de verdad quería saberlo, pero le daba miedo preguntar y que se alejara, que lo tratara como lo habían tratado el resto de personas por haber hecho cosas que jamás quiso hacer.
A este punto, ya había atendido al príncipe, le dio un té y colocó una venda en su herida, luego un sirviente llegó a decirle que el rey lo quería en una sala cercana a su despacho, y al ir, se llevó una sorpresa al escuchar al alfa pronunciar que quería que vieran juntos las estrellas.
TaeHyung lucía pacífico esa noche, sin ninguna atribulación, se estaba tomando las cosas con calma a pesar de lo que había pasado hace tan solo unas pocas horas. Solo se aseguró que su hermano estuviera a salvo y no preguntó nada más.
JungKook se preguntaba por ese cambio.
Observaba su perfil, la piel del alfa brillando suavemente por la luz de la Luna, sus ojos claros que contrastaban con la noche, su rostro tan sereno que le buscaba producir suspiros aletargados.
JungKook se acercó, inclinándose para darle un suave beso en la mejilla, consiguiendo que el alfa volteara a verlo, sus narices rozando entre sí.
—Majestad, ¿usted siente deseo por mí?
TaeHyung se asombró un poco, pero después JungKook pudo ver un atisbo de sonrisa, una linda y tranquila sonrisa, sin ningún tipo de dobles intenciones.
—En cualquier aspecto siento deseo por usted —confesó, asegurándoselo. JungKook se sentía relajado al elevar una sonrisa de labios cerrados.
—Me alegra oír eso —murmuró, acunando su rostro y volviendo a inclinarse para darle un beso, esta vez en los labios.
TaeHyung le sonreía al separarse, poniéndole un dedo en la barbilla.
—Nunca dude de mi gran deseo por usted.
Y lo besó, ambos compartiendo más de un beso, relajados y suaves, tanto profundos como superficiales.
JungKook pensaba en que había conseguido al alfa perfecto en el momento más imperfecto de su vida, y se obligaba a vivir en una mentira, pero era tan perfecta...
Cuando sus labios se cansaron, se acomodaron relajadamente y la espalda de JungKook chocó suave con el pecho del alfa, sentado entre sus piernas, los brazos de TaeHyung cubriendo su cintura y ambos mirando a la Luna.
JungKook recordó lo que pasó esa noche y en las palabras de JiMin al dictar culpable. Miró nuevamente al alfa, quien no demoró en hacer lo mismo.
—¿Qué hará con WooJoon?
TaeHyung se acercó para darle un corto beso.
—No debe preocuparse por eso, nunca nadie les hará daño así —aseguró, volviendo a mirar a la Luna, JungKook permitiéndose recostarse en su pecho y solo cerrar los ojos.
Sintiéndose seguro.
Nota:
FELIZ JUEVES (POR UNA HORA NAMAS) TAEKOOK, sí, otra vez me retrasé ;-;
Anyways, este es sin duda uno de los capítulos favoritos hasta el momento. JiMin es un personaje que me gusta mucho, aunque a much@s de ustedes no les caiga bien sdkfd. Por otro lado, AMO A JUNGKOOK DIOOOOOOSSSSSSS, a Tae AAAA
Tejiun estaba raro, ¿vieron? Jejejejeje
PREGUNTAS PREGUNTOSAS:
¿Por qué creen que el padre de Tae tenía ese sobre oculto bajo su mesa?
Deja tus opiniones sobre el comportamiento de los hermanitos MinYoung y JungKook aquí jeje.
BESITOS EN SUS PANZAS, FELIZ DÍA 🎩
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top