XXVI: «Él hace su vida y yo hago la mía»
El cristal de las ventanas estaba empañado por la humedad del exterior; el olor a petricor, el cielo nublado y la fresca brisa señalaban que el presente tiempo de lluvia de aquella mañana era inminente fuera de aquella sala de entrenamientos en la residencia del Duque Jung en la capital del reino.
HoSeok apuntaba con su arco y flecha directo hacia la diana que estaba al otro lado de la habitación, y después de unos segundos de concentración, soltó los dedos y dejó ir la flecha, que posteriormente se estrelló a una distancia más alejada de la deseada.
—Eres un inútil —escuchó a JiMin decir. HoSeok bufó.
—Cállate.
—Digo la verdad —respondió con simpleza, y, sin demostrar vergüenza alguna por sus palabras, apuntó con su propio arco y tiró, impactando muy cerca del centro.
Cada que alguno tiraba, el lacayo medía la distancia de la flecha con el color central de la diana de tiro, y cuando se lo ordenaban, quitaba las flechas del objeto de entrenamiento.
—Deberías bajar más el brazo cuando apuntes —aportó YoonGi hacia JiMin, que lo miró de arriba abajo con arrogancia.
—¿Me quieres decir a mi cómo tirar una flecha? —dijo, haciendo énfasis en su mención.
El alfa negó algo rápido, maldiciéndose internamente por provocarlo.
—Solo te digo que así apuntarás mejor —aclaró de pie a su lado.
JiMin lo miró de reojo antes de señalar el tiro al blanco, donde su flecha continuaba incrustada.
—Creo que no necesito bajar más el brazo, ¿no crees?
YoonGi se mantuvo en silencio porque el omega nunca tomaba consejo. Debían creerle cuando decidía que era mucho mejor callar que seguir discutiendo contra el omega, quien podía ser realmente insoportable y terco cuando se molestaba.
—El general YoonGi está celoso porque un omega es mejor que él —se burló HoSeok, tomando otra flecha. JiMin rio cortamente y el alfa contrario lo miró con malos ojos.
—Pero claramente sí soy mejor que tú —rebatió al ver cómo el alfa volvía a fallar su tiro.
La escena se vio interrumpida cuando tocaron la puerta y posteriormente estas se abrieron, dejando pasar al mayordomo de la casa.
—El señor WooJoon está aquí y quiere hablar con usted, excelencia —informó hacia el dueño de la residencia, haciendo que también todos los presentes detuvieran sus movimientos y prestaran atención.
JiMin miró a HoSeok.
—No lo atiendas.
—Déjalo entrar —ordenó, sin hacerle caso a su esposo, y tras una reverencia de parte del mayordomo, este obedeció retirándose. JiMin miró a HoSeok con las cejas fruncidas mientras que el alfa dejaba el arco en su lugar. YoonGi observaba todo disimuladamente.
—Esto debe ser una broma, HoSeok —masculló, nuevamente incrédulo.
—YoonGi, puedes llevarte a JiMin —le dijo al alfa, sin siquiera dirigirle la mirada al omega que volvía a clavar su mirada molesta y filosa sobre su persona.
YoonGi colocó una de sus manos en la espalda de JiMin.
—Mejor le hacemos caso, ya nos contará.
El príncipe, para nada convencido y sumamente molesto, casi gruñó antes de aumentar su andar y retirarse de la sala, siendo seguido por YoonGi, quien cruzó las puertas tras darle una última mirada de soslayo al duque Jung.
HoSeok no se volteó cuando escuchó pasos adentrarse después de breves momentos y estos pasos se detuvieron, les señaló a los lacayos la salida para que se retiraran.
Al voltearse, vio a Oh WooJoon, con su mirada arrogante de siempre, pero esta vez luciendo ligeramente más... entusiasta.
—Su excelencia —reverenció el más anciano, siendo correspondido con un asentimiento posterior—. Disculpe por venir sin avisar, pero requiero hablar con usted sobre algunos asuntos.
HoSeok caminó junto al alfa contrario, que justamente se encontraba junto a las puertas de la sala de entrenamientos, y dio una breve mirada al exterior para después cerrarla despacio, con tan solo una mano.
—Así podemos hablar con mayor libertad —dijo el duque, mirándolo con brevedad antes de caminar hasta uno de los sofás, sentándose cómodamente con sus dos codos sobre sobre el espaldar y las piernas ligeramente abiertas, serio.
WooJoon le siguió, sentándose en el sofá que estaba en frente.
—¿Quiere algo? Puedo pedir que traigan lo que desee —ofreció, pero el anciano negó.
—Es más importante lo que debo decirle —aclaró y HoSeok señaló para que hablara.
—Adelante —concedió. WooJoon arregló su chaleco antes de acomodarse mejor y hablarle.
—El rey se la pasa distraído últimamente, además, hemos considerado que ya es el momento.
HoSeok permaneció un momento en silencio.
—¿Hemos? ¿Quién más sabe de esto? —preguntó, con una mirada indagadora. WooJoon abrió los ojos, recordando ese pequeño detalle.
—No debe creer, su excelencia, que estamos solos en esto. Sería imposible completar lo que se ha planeado siendo solo nosotros dos... —expuso con el tono petulante que no se le quitaba ni al dormir.
—¿Quiénes están implicados? No debe creer que voy a aceptar participar en esto siendo un ignorante.
WooJoon agitó la mano como si aquello no fuera de gran importancia.
—Algunos miembros del concejo y claro, algunos de mis conocidos. Eso no es lo importante ahora, excelencia.
HoSeok achicó los ojos, acomodándose en su silla.
—Espero que sean de confianza, no quiero arriesgar a mi esposo por esto.
—Llevamos meses en esto, como debe saber, pero ahora que el rey está cortejando al médico real, considero que es el mejor momento para desplazarlo ahora que bajó la guardia —añadió WooJoon.
HoSeok se preguntó cómo sabía que TaeHyung lo cortejaba, pero no le dio muchas vueltas, pues en esos reinos la información corría cual galope de caballo corredor.
—Si no lo hacemos ahora, no podremos hacerlo nunca —enfatizó el alfa anciano.
El duque esquivó la mirada cuando notó que los ojos de aquel alfa estaban atentos sobre él.
—Está bien, haré todo lo que me pidan si me aseguran que mi esposo estará a salvo y mi título también.
—Por supuesto —aseguró, con media sonrisa.
HoSeok se inclinó un poco, acercándose para hablar más bajo.
—Entonces, ¿qué tengo que hacer? —exhaló sonoramente.
WooJoon salió de la residencia a paso sosegado con su bastón resonando directo al carruaje que lo esperaba junto al camino, listo para volver al castillo a seguir con sus labores.
Sin embargo, una voz que se escuchó a sus espaldas le hizo detener su andar.
—No lo lograrás, pedazo de mierda.
Se giró con una ceja alzada, visualizando al príncipe JiMin.
—Buenos días, su alteza.
JiMin se acercó y se cruzó de brazos.
—Cuando mi hermano se entere-
—¿Y su hermano le va a creer? ¿A usted? —dijo, altanero.
—¿Disculpe?
—Usted es la última persona en quien confiaría el rey y créame que tampoco necesita creer en usted porque ya consiguió a alguien más —provocó con tono insoportable.
Sin embargo, logró que la expresión de impasibilidad del príncipe cayera en una de dolor casi imperceptiblemente, tan solo los pocos segundos que tardó en recobrar la postura.
WooJoon rio al pensar en lo que diría.
—Hasta dudo que quiera atenderle ahora que está tan ocupado complaciendo al médico real que no debe pensar en si quiere a su pobre hermano.
Una cachetada hizo que el rostro anciano de WooJoon girase, sintiendo el picor del golpe de la palma del omega en su mejilla. El omega sabía golpear, estaba claro.
JiMin se le acercó amenazante.
—Cuando mi hermano mande a ejecutarte voy a asegurarme de estar presente y nunca voy a sentir tanta satisfacción como en ese momento.
—Querido —La voz de su esposo se dirigió a él, pero JiMin ni siquiera volteó, manteniendo sus ojos filosos clavados en el alfa frente a él.
Sintió el agarre de HoSeok en su brazo.
—Nos vemos después, señor WooJoon —se despidió el duque, recibiendo un asentimiento y una reverencia antes de darse la vuelta e ir de vuelta al carruaje.
—Voy a matarlo, no voy a temblar cuando lo mate —masculló JiMin, siendo guiado por su esposo nuevamente hasta el interior de la residencia.
—No matarás a nadie.
JiMin se soltó brusco, su paciencia ya esfumándose por completo.
—No me toques, eres un traidor.
HoSeok miró hacia ambos lados con los ojos abiertos y luego miró de la misma manera al omega.
—Haz silencio.
JiMin negó incrédulo.
—¿Qué quieres hacer?
HoSeok lo tomó de los hombros y se inclinó para llegar a su altura.
—Todo lo que hago es para que estés bien, JiMin, nada más —enderezó su cuerpo y soltó con suavidad sus hombros—. Ahora arréglate, tenemos cosas que hacer.
Jackson y JungKook caminaban uno junto al otro atravesando uno de los enormes pasillos del lugar, sin mucha velocidad.
—Puedes dejarme, no quiero que el rey me vea contigo —habló JungKook.
—¿Estarás bien? —preguntó, demostrando su genuina preocupación. JungKook sonrió por ello.
—Solo tengo que cruzar el pasillo, vete a otra parte, Jackson —tranquilizó y Jackson se detuvo, mirándolo no muy convencido al respecto.
—Ya sabes, pulga, suerte.
JungKook giró su cabeza para verlo por el rabillo de su ojo.
—Nos vemos.
Tras despedirse, caminó hasta la intersección y cruzó al pasillo correspondiente, donde se detuvo un momento antes de caminar el ultimo trecho hasta la puerta del alfa para arreglar su cabello y colocárselo tras las orejas.
Y una vez frente a ella, la abrió y asomó su cabeza.
El rey estaba de espaldas a donde se encontraba, frente a la mesa de licores, pero pronto se estuvo volteando naturalmente, con una sonrisa creciendo en sus labios y las cejas un poco levantadas porque ya era obvio que se trataba de él.
JungKook ingresó empleando su caminar elegante, también con una sonrisa.
—Su majestad, buenos días —saludó, y para TaeHyung fue imposible no desviar su mirada para observar su vestimenta desde el pequeño metro de distancia que los separaba, y Dioses.
—Omega JungKook, hoy quiso cambiar de atuendo —murmuró con una copa de vino en mano.
En esta ocasión, el omega no vestía con su habitual uniforme, quiso cambiar un poco y se decidió por una camisa claro de terciopelo opaco con mangas ceñidas a su muñeca con sutiles cintas sobre la cual descansaba una capa corta que apenas le cubrí el final de la espalda, de color azul rey. Y sus manos lechosas eran cubiertas por guantes de cuero marrón.
—Quise verme diferente hoy —confesó, luciendo precioso.
—Se ve hermoso —halagó con total sinceridad, viendo las orejas del omega enrojecer un poco más tras mostrarle una sonrisa mucho más hermosa que la anterior.
Bebió un poco de su copa, divertido por la reacción de JungKook, pero entonces, el omega se acercó y se la arrebató.
—Su majestad, no es correcto beber tan temprano —reprendió suave, colocándola sobre la mesa. TaeHyung se hizo en desentendido.
—¿Ya es de día? Mi cuerpo ya no diferencia el día de la noche. Desde hace unos meses ya no duermo.
JungKook viró los ojos con una sonrisa y lo tomó por el borde del chaleco que vestía.
—No se tome eso como un chiste, debe dormir —insistió, sintiendo después como el alfa tomaba su cuerpo por la espalda, más arriba de la cintura, inmiscuyendo atrevidamente sus manos debajo de aquella capa que llevaba para poner sus manos directamente sobre la tela de su camisa.
JungKook sintió un escalofrío en la zona, pues la delgadez de la tela era mucho más notoria en comparación a las que siempre usaba. El tacto era mucho más directo y caliente.
—En este momento mi mente no tiene espacio para pensar en dormir —confesó.
—¿Debería sedarlo?, ¿darle un té para dormir? —ofreció juguetonamente, con una sonrisa que delataba sus ganas de reírse. TaeHyung rio corto, mirándolo casi embelesado.
—Para pasar un día durmiendo prefiero verlo a usted por ese mismo tiempo —le dijo—. Además, el tiempo que usted pase preparándome un té, podemos aprovecharlo para ayudarme a escapar.
JungKook se rio negando.
—No intente eludir su problema sobre dormir con propuestas indecentes para un rey —jugueteó.
—Me ha descubierto —admitió, con una media sonrisa.
—Es un testarudo, majestad —afirmó JungKook.
TaeHyung estuvo asintiendo de acuerdo y acercándose flemáticamente a sus labios, deteniéndose a pocos centímetros solo para alargar las ansias del omega, que apretó un poco más el borde de su chaleco para que lo besara.
Tras media sonrisa que emergió al verlo esperar por él, lo besó, abrazándolo con ambas manos mientras este se aferraba a él, sus cuerpos juntos y sus bocas moviéndose un poco más profundo e intenso que las demás veces.
JungKook lo confirmaba nuevamente, TaeHyung era muy apasionado con lo que quería, y ahora él formaba parte de eso.
Unos pocos segundos pasaron cuando JungKook sintió la gran necesidad de demostrarle lo bien que se sentía a su lado, quería que supiera lo mucho que lo estaba queriendo, quería ser un poco más atrevido y decirle de alguna forma lo mucho que le gustaba. Por eso fue que, flotando perdidamente en él, subió las manos al cuello del alfa y su cara se puso caliente al decidirse por sacar un poco su lengua.
Pero se llevó una sorpresa cuando, en ese mismo momento, el alfa se encontró haciendo exactamente lo mismo, y pronto, sus lenguas se acariciaron por primera vez, haciendo que las piernas de JungKook temblaran y un sonido suave de sorpresa se le escapara de entre los labios, siendo seguido por un suspiro encantado.
JungKook estaba regocijándose con su olor, tan cómodo entre los brazos y el pecho del alfa cuando, tal y como si todo hubiera pasado en un segundo, TaeHyung se separó y sus rostros quedaron muy cerca, sus narices casi rozando y ahora sus aromas mezclándose en el aire que los rodeaba.
—Aún no logra distraerme sobre que necesita dormir —susurró JungKook, abriendo ligeramente sus párpados para ver como TaeHyung se separaba y lo miraba con una sonrisa.
—Qué lástima —lamentó sonriente, tomando su mano después—. Está usando guantes —afirmó, JungKook tan solo mirándolo con ojos brillantes—. Prefiero ver sus manos —admitió, quitándoselos con mucha suavidad. Y JungKook solo se dejó hacer, porque todo lo que viniera de ese alfa estaba bien.
TaeHyung retiró las prendas por los dedos del omega, apenas jalando de a poco al tiempo que intercalaba su mirada entre los guantes y el omega. Al terminar, no soltó TaeHyung no soltó su pequeña mano.
—Me gustaría llevarlo a un lugar —dijo, besándole el dorso y después acariciando con el pulgar.
—¿No tiene nada que hacer?
—Ayúdeme a escapar con usted.
JungKook apretó sus labios sonrientes, con las mejillas rojas.
—La única forma de escapar es corriendo —siguió JungKook, ambos mirándose divertidos.
Y de un momento a otro, juntos corrían traviesamente por los pasillos del castillo entre risas cómplices. JungKook sentía perfectamente su palma siendo cubierta por la contraria, más cálida, grande y cómoda.
Estaban seguros que los sirvientes e incluso los guardias los habían visto así, pero ellos solo esquivaban a todo el que se le cruzara, sin reducir las risas ni la velocidad. Nadie interrumpiría, todos estaban conmocionados, pero ellos solo reían.
TaeHyung estaba feliz, se sentía bien.
Salieron al jardín y pronto el sol golpeó sus rostros, teniendo ambos que achicarlos para soportar el cambio, pero sin dejar de correr a pesar que era seguro que ya nadie los veía.
El jardín era enorme, cosa de la que ambos estaban conscientes, tenía infinidad de árboles y flores de muchos tipos. Pese a eso, JungKook siempre descubría un lugar nuevo dentro de ese pequeño paraíso que guardaba el castillo, como ese al que el rey lo estaba llevando ese día.
Cuando ya estuvieron bastante lejos del punto de origen, TaeHyung volvió a tomarlo por sorpresa cubriendo sus mejillas y plantándole un nuevo beso en los labios, efímero pero dulce. JungKook solo alcanzó a poner sus manos en los codos para responder.
TaeHyung le sonrió, ambos con sus caras rojas y agitados por la actividad física, tomó sus manos bajo la mirada de los ojos brillosos del omega y se las besó a la vez.
—Gracias por escapar conmigo —dijo TaeHyung y JungKook sonrió.
—Vamos al lugar que quiere ir, ¿le parece?
TaeHyung asintió, pero no volteó de inmediato, creyendo necesario mirarlo ser hermoso un poco más. Seguidamente, ambos se encontraron caminando uno junto al otro, con las manos de JungKook entrelazadas con su brazo y la cabeza apoyada tan solo un poco en su hombro.
—¿A dónde me lleva? —inquirió curioso, escuchando de fondo a los pájaros cantar.
TaeHyung sonrió en grande, una sonrisa cuadrada que a JungKook ya le encantaba, y lo miró.
—Ya verá.
Posteriormente, un silencio muy cómodo los cubrió a ambos, JungKook sin poder bajar las comisuras de sus labios y TaeHyung aún con el rastro de aquella sonrisa.
JungKook observaba todas las flores que había en el jardín, disfrutando enormemente de estar rodeado de aquel lugar tan pacífico y lleno de vida. Oh, pero al cruzar por donde TaeHyung le indicó, detuvo su andar para apreciar lo que estaba ante sus ojos, asombrado.
Era un precioso camino cubierto por un largo arco semicircular de flores y hojas que distintas tonalidades que hacían un precioso y único degradado de colores verdes, amarillos y rojos, de izquierda a derecha respectivamente.
—Qué hermoso es esto —casi susurró, maravillado, pero desviando su atención al alfa a su lado cuando este meneó la unión de sus cuerpos para que lo mirara.
—Si quiere ver más hay que caminar —motivó, y JungKook, con mucha curiosidad por saber qué era ese más, se volvió a apegar al brazo contrario, ambos adentrándose en aquel arco que los pintaba de aquellos colores por el sol que ingresaba desde afuera.
Al llegar al final, una puerta los esperaba, y cuando el alfa la abrió para él, JungKook jadeó visualizando todo.
Era un invernadero colmado de flores, tantas que no las podía contar. Era muy alto y poseía grandes ventanales, subdivididos espléndidamente. Algunas enredaderas abrazaban los pilares color crema que sostenía el techo transparentado por el cristal con ayuda de hermosos arcos cincelados del mismo color. También poseía un increíble estanque con flores de loto y nenúfares flotando en el centro. Y Dioses, la iluminación era fascinante.
JungKook se separó de él para caminar al interior y observar todo con sus ojos grandes, lento, sin ningún apuro, queriendo captar cada uno de los detalles de la construcción y las flores que lo decoraban.
Dioses, mientras más caminaba, aparecían más y más colores vivos y emocionantes.
—Majestad, esto es hermoso...
—Toda flor que ve es suya.
JungKook volteó rápidamente hacia él, anonadado.
—¿Qué? —preguntó, soltando algunas risas como si aquello fuera un chiste.
TaeHyung inhaló y exhaló lo más disimuladamente que pudo y se acercó unos pasos bajo la mirada del omega, quien mantenía una sonrisa que se transformaba en nerviosismo y expectación.
—Quise recompensarle el tiempo que duré sin darle flores —confesó.
JungKook boqueó.
—Majestad... —murmuró, sin palabras; mutismo que TaeHyung aprovechó para acercarse lo suficiente y tomar sus manos con suavidad. JungKook sintió su corazón retumbar rápidamente.
—Usted se merece esto y más, y por esa razón nunca dejaré de entregarle flores, solo hasta que los Dioses y el destino lo decidan.
Dioses, las ganas que JungKook tuvo de gritar al oír eso eran grandes por muchas razones: impotencia, felicidad, tristeza, culpa, anhelo... Sentía ese agujero en su estómago otra vez, cómo lo odiaba, y su corazón palpitando a mil, su lobo regocijándose eufórico en su interior.
Juraba que iba a darle algo ahí mismo.
Pero JungKook no supo que más hacer, así que dejó guiar por sus impulsos y atrapó el torso del alfa en un abrazo apretado, recostando su cabeza en su clavícula, totalmente conmovido.
TaeHyung se petrificó, no esperándose que JungKook se aferrara a él, y... ¿qué debía hacer?
Inseguro de hacer lo correcto, puso sus manos algo tímidas en la espalda de JungKook y lo envolvió suave, desencadenando que el omega lo abrazara con más fuerza, mirando a un punto muerto del lugar y casi cerrando los ojos.
Siempre era extraño cuando el omega JungKook lo abrazaba, y no es que no le gustara, pero le llenaba el pecho de un extraño sentimiento que no podía identificar que se sumaba al desconocimiento de con qué acción debería corresponder.
Sin embargo, TaeHyung no sabía que ese sentimiento extraño no era más que la culpa... Porque JungKook lo abrazaba como si se trata de un mudo "lo siento".
—Estas flores son tanta que podría compensar hasta las que están por venir, mi rey —murmuró JungKook, con una suavidad que hizo que su pecho doliera.
—Aún pienso regalarle flores todos los días —aclaró.
JungKook se separó y lo miró con esos bonitos ojos que tenía antes de alejarse para ver las demás flores.
Y... Oh, lavandas.
Se acercó rápidamente a ellas y se inclinó más de cerca para apreciarlas y oler su placentero perfume. El rey se limitaba a observando con una mirada suave y una sonrisa de labios cerrados.
Siempre que JungKook veía lavandas, recordaba a esos campos que visitaba con frecuencia y el aire fresco con el aroma que la brisa transportaba, el sol golpeando su rostro y la calidez en su pecho. Le hacía recordar a cuando tenía a su padre, a su hermana, a Jackson y hasta a su madre, aunque ella nunca estuviera... Muchos buenos recuerdos que le llevaron a catalogarla como su favorita.
Le recordaba a casa, no, a su hogar.
JungKook se giró con una sonrisa reluciente.
—Las lavandas son mis fa-
Se cortó a sí mismo cuando se dio cuenta que TaeHyung estaba muy cerca de él, tanto que tuvo que mirar hacia arriba para conectar miradas. El aire se estancó en sus pulmones y su cuerpo dejó de responderle, porque no solo se trataba de la cercanía, no, el alfa lo estaba mirando con sus ojos atigrados y tanta fijeza que le era imposible no querer derretirse ahí mismo. Y, por otro lado, sintió miedo, miedo que, al ahora estar siendo vulnerable a esos recuerdos, de alguna manera TaeHyung pudiera leer sus pensamientos y saberlo todo.
Sintió una caricia suave en su mejilla, que era acompañada por la hermosa sonrisa que el alfa poseía, y rápidamente, su cintura se vio envuelta por el brazo ajeno y sus pechos casi colisionaron juntos.
TaeHyung tomó su mano y lo sostuvo exactamente igual a como bailaron en la fiesta de primavera, JungKook no hallando más que dejarse hacer con los ojos muy abiertos.
—Porque lo tengo y no, porque lo pienso... —comenzó TaeHyung y JungKook soltó algunas risas bajitas al ya saber lo que era—, porque la noche está de ojos abiertos, porque la noche pasa y ha venido a recoger su imagen, porque mi alma se vuelve tranquila cuando lo siente, porque es lindo desde los pies hasta el alma, porque se esconde dulce en el orgullo, pequeño y dulce, corazón coraza, porque es mío, porque no eres mío, porque te miro y muero... —JungKook estaba al rojo vivo, tan abochornado que intentó ocultarse recostando mejor su cabeza en el pecho y la clavícula del contrario, mientras que TaeHyung se divertía con la situación—, porque mi lobo grita reclamando su presencia —JungKook apretó un poco sus manos agarradas, gritando para sus adentros—, y porque en mis sueños más profundos lo veo a usted...
JungKook enderezó su cabeza para verlo tras terminar, con una sonrisa hermosa y las orejas rojas.
—Esa fue una prosa muy desordenada.
TaeHyung alzó una ceja.
—¿Eso es todo lo que dirá de mi obra? —JungKook sonrió más, sus ojos achicándose incluso, pero no habló—. Así que no dirá nada —JungKook solo apretó la sonrisa en sus labios.
Exhaló una risa rápida antes de empezar a darle vueltas como en el vals, pero al tomarlo desprevenido, JungKook se enredó con los pies de TaeHyung, quien acabó en lo mismo y ambos se tropezaron, chocando de costado con uno de los pilares de los arcos de la construcción, TaeHyung se quejándose al sentir el golpe, pues mayormente lo recibió él.
JungKook rio.
—Como ve, soy malo bailando —expuso el rey.
—Por suerte, majestad, ha conseguido a un omega que tampoco sabe bailar —le siguió el juego.
TaeHyung acunó su mejilla y JungKook cubrió su mano con la propia, ambos acercándose dispuestos a compartir un beso. Pero antes de que este pudiera consolidarse, escucharon la puerta del invernadero abrirse y ambos se giraron rápidamente, todavía con los rastros de risas anteriores. Sin embargo, se separaron un poco cuando vieron quién era, sus expresiones alegres esfumándose.
El príncipe JiMin los observaba con una expresión que delataba como si verdaderamente no se lo hubiera esperado, como si estuviera sorprendidos al verlos ahí.
JungKook se enderezó.
—Su Alteza —saludó, haciendo una reverencia formal. JiMin lo miró, algo incómodo.
—No los esperaba aquí —admitió, luego miró a su hermano—. Majestad —saludó por formalidad, junto con un asentimiento. TaeHyung correspondió de igual forma y viendo a su hermano entrelazar sus propias manos cubiertas por guantes de cuero frente a su cuerpo—. Mi esposo y yo acabamos de llegar.
—Bien, entonces —contestó TaeHyung, algo seco.
JungKook miró al alfa junto a él con una mueca, disconforme con su accionar.
Vio a JiMin asentir rápidamente, comprendiendo lo que significaba el tono de su hermano menor.
—Iré a otra parte —dijo rápidamente, y sin despedirse siquiera, se fue.
JungKook se quedó viendo el lugar por donde se había retirado, decepcionado con la relación actual que ambos hermanos mantenían. Pese a eso, salió de sus pensamientos cuando sintió que TaeHyung le tocó los dedos de una mano. Se giró hacia él y suavemente colocó una mano sobre su pectoral.
—Debe hablar con él, se veía triste...
—Quizás peleó con su esposo, estará bien —respondió mientras le acariciaba la mejilla. JungKook lo vio con un poco de severidad.
—Quizás si habla con él puedan llegar a un momento de paz, ¿no le parece?
TaeHyung puso su otra mano en la espalda del omega, nuevamente por debajo de la capa corta que llevaba puesta y directo en su camisa. JungKook sintió el mismo cosquilleo cálido en su vientre y exhaló algo tembloroso.
—Hablar con él es como hablar con una pared —contestó el alfa. JungKook quería debatirlo—. Además, este momento es de los dos, ya veré después.
JungKook hizo una mueca e inhaló y exhaló, buscando palabras para demostrar lo mal que aquello le sonaba. Pero todo pensamiento se fue volando cuando TaeHyung lo besó como solo él sabía hacer.
JiMin estaba sentado en una banca del jardín viendo a la nada, ya alejado del invernadero. En su cabeza rondaban millones de cosas a la vez, cada una más pesimista que la otra. Dioses, odiaba a lo que su vida se había transformado.
No reaccionó cuando escuchó claramente como le hablaban.
—Te vi —escuchó decir, reconociendo la voz de YoonGi en el mismo segundo, siendo hasta capaz de reconocerlo por sus pisadas.
—¿Qué viste? —preguntó. YoonGi se acercó hasta sentarse a su lado, mas JiMin siguió sin mirarlo—. Nos pueden ver aquí solos.
—Después de tantos años, ¿qué importa? —dijo con fastidio. Le hartaba aquella situación.
JiMin no dijo nada, recostándose en el espaldar de la banca. YoonGi lo miraba, pero al ver lo que era correspondido, decidió hablar de esa forma.
—Vi cómo abofeteaste a la voz del concejo —dijo el alfa. JiMin miró a su izquierda, ignorándolo totalmente—. Entiendo que eres un príncipe y que tu posición te hace superior a él, pero no puedes estar agrediendo a cualquier persona que hagan o digan cosas que no te agraden.
JiMin viró los ojos.
—No te comportes como un padre conmigo, no lo necesito.
—Lo hago porque sé que tu padre nunca les enseñó a cómo relacionarse con las personas —contestó, recostándose también—. Ni siquiera pueden relacionarse entre sí —dijo, refiriéndose a los hermanos Kim.
—De todas formas, tampoco creo que necesitemos relacionarnos —respondió a la defensiva. YoonGi frunció el ceño y JiMin no tuvo de otra más que exhalar—. Mi hermano está con el médico real en el invernadero.
YoonGi abrió los ojos más de la cuenta, pues omega y un alfa solos no era algo bien visto, mucho menos al ser TaeHyung el rey. Si el concejo se llegara a enterar sería un completo escándalo.
—No me arrepiento de haber golpeado a ese cadáver, pero debo admitir que tuvo razón en lo que dijo... —confesó el príncipe y YoonGi hizo silencio, dispuesto a escuchar lo que tuviera que decir sin opinar, no cuando JiMin estaba desahogándose, cosa que no pasaba todo el tiempo. El omega elevó los hombros y los bajó—. TaeHyung ahora tiene al médico real y ya no me necesita... Y yo tampoco a él porque los tengo a ustedes dos —miró al alfa por primera vez—. Por un enfermo que suene decirlo, estoy muy satisfecho de tenerlos a ambos —añadió, haciendo una sonrisa invertida—. Él hace su vida, aunque no me agrade el médico, y yo hago la mía —asintió, desviando la mirada—. Así debe ser y así nos quedaremos.
YoonGi, apretando los labios, acercó su mano para tocar la contraria con mucho cuidado, primero tan solo un roce.
—JiMin sobre el bebé-
JiMin se volteó a mirarlo, interrumpiendo sus intenciones.
—Ya no está, no hay nada de qué hablar.
YoonGi tragó y lo miró con pensar. Aún si el cachorro no hubiera sido de él, lo hubiera querido como a uno propio porque era de JiMin. Ninguno de los diría lo lindo que había sido imaginarse aquello.
Tomó su mano y las miradas de ambos se conectaron durante unos segundos que para YoonGi eran efímeros, pero para JiMin eran una eternidad. Eso le hizo apartarla rápidamente.
YoonGi suspiró, abatido.
TaeHyung y JungKook ahora estaban sobre unos cómodos asientos aún en el invernadero, junto al estanque. TaeHyung tenía la cabeza recostada en el regazo del omega, quien con una mano acariciaba sus hebras caramelo y dejaba que el alfa jugara con la otra, delineándolas y acariciándolas mientras separaba sus dedos y los volvía juntar.
—Luce estresado, ¿sucedió algo? —preguntó suave el omega, introduciendo sus dedos en el cabello contrario.
—Cosas del reino —contestó, sintiendo la mano de JungKook posarse en su pecho. TaeHyung se permitió cerrar los ojos—. Hoy tuve una reunión con el canciller de los reinos de Seúl y Busan.
JungKook carraspeó un poco antes de continuar.
—¿Resultó como lo deseaba?
El alfa negó.
—Siempre es lo mismo, debo ser un estúpido al intentar hablar con ellos cada vez que puedo.
—No diga eso —rebatió dulce, paseando su pulgar por la frente del alfa—. En todo caso, ellos son los estúpidos al no querer colaborar con usted.
TaeHyung acarició la mano lechosa del omega que aún seguía reposando sobre su pecho.
—Hablar con las personas es agotante, sin mencionar la sensación de inquietud antes y después de hacerlo —abrió sus ojos zarcos—. Me hubiese gustado que mi padre me enseñara sobre cómo hablar con diplomáticos. Nunca se sabe qué locura pudieran decir que deje sin alguna respuesta en concreto.
—No todos los hijos sienten tanto respeto por su padre, majestad —comentó, queriendo saber un poco más sobre eso.
—Era mi padre, nunca fue muy expresivo conmigo. En realidad, fue algo estricto, pero sí, le guardo mucho respeto.
JungKook dejó de acariciar su cabello por un momento, simplemente dejando su mano sobre ese color caramelo.
—Debe ser difícil para usted tener que trabajar todos los días donde él solía hacerlo.
TaeHyung suspiró.
—Al menos no recibo tantas visitas en mi despacho como él en el suyo.
JungKook ladeó la cabeza.
—¿Tienen despachos distintos? —cuestionó, curioso. TaeHyung asintió con lentitud.
—No me atreví a trabajar ahí, no lo siento mío. El de mi padre queda en el mismo piso, pero al final del pasillo —dijo, haciendo señas con sus manos para que entendiera mejor la ubicación—. El mío era una pequeña biblioteca privada.
Ahora JungKook entendía de donde habían salido tantos libros apilados en casi una pared entera del despacho del alfa. Entonces, una idea vino a su mente...
—Entonces debe agradecer que no lo consideren tan sociable como su padre —continuó, algo distraído. TaeHyung achicó los ojos, haciendo una sonrisa.
—Tiene razón —rio y miró a un punto en el techo de cristal al recordar algo—. Mi padre recibía a personas de todas partes, era impresionante la cantidad de gente de todo tipo que llegaba a hablar con él.
JungKook asintió dándole la razón, pero en otro mundo.
Ahora entendía por qué nunca vio nada extraño en el despacho de TaeHyung, ese era tan solo un nuevo despacho. Y si el antiguo rey recibía muchas visitas, quizás sea un buen lugar para buscar.
Sintió a TaeHyung levantarse, sacándolo de su burbuja pensante.
—¿Está bien? —le preguntó el alfa, JungKook parpadeó y simplemente sonrió.
—Sí, estoy bien.
Nota:
SÍ, LO SÉ, ESTO NO ES MIÉRCOLES, but no me dio tiempo de hacer el cap con el especial de FP que hice ;-; PERO BUENO, FELIZ CASI-SÁBADO TAEKOOK.
No sé qué decir porque JAJJA lo único que quiero es ya publicar el cap, así que hoy tampoco hay preguntas jsdfvnkj.
PD: Amo el tekuk.
NOS VEMOS EL PRÓXIMO MIÉRCOLES, BSOS.
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