XXV: «Lo sabemos»

Los ojos zarcos del rey de Daegu estaban atentos a su propio reflejo a través de aquel espejo frente al que estaba de pie. Las doncellas encargadas de la tarea acomodaban adecuadamente sus vestiduras del día de hoy, como ya en varias ocasiones donde se presentaría en alguna reunión o evento.

Poco después la puerta se abrió inesperadamente para todos los presentes, pero para TaeHyung fue diferente. Inmediatamente después de escucharla, supo que se trataba de una sola persona, una muy particular y la única en todo el reino que se atrevería a entrar sin tocar o sin presentarse.

Porque el omega JungKook siempre llegaba por sorpresa y le traía consigo un mar de sentimientos positivos.

TaeHyung, elevando una sonrisa ladina, giró parte de su cuerpo y cabeza hacia él.

—Su Majestad —saludó el omega apenas sus ojos chocaron, con las comisuras elevadas y una reverencia.

—Buenos días, omega JungKook, ¿cómo amaneció?

JungKook sonrió abiertamente.

—Bien al enterarme que se encuentra perfectamente —respondió, TaeHyung no pudiendo disimular su mirada encantada y sonrisa.

JungKook correspondió el gesto con uno igual antes de percatarse que a los lados del rey había unas cuantas presencias, que mantenían sus ojos fuera de la escena para no inmiscuirse de más en la interacción de los dos tórtolos. A raíz de eso, TaeHyung también los recordó tras salir de su pequeña burbuja envolvente que tenía nombre y forma.

—Fuera —dijo de la nada.

Las pocas espectadoras dieron un pequeño salto de sorpresa al no esperarse aquello, pues el rey parecía demasiado encandilado con el médico real como para hablar con tal fuerza. Aun así, se apuraron a tomar todas sus cosas y salir rápidamente.

TaeHyung no dejó de observarlo ni cuando el omega cortó momentáneamente el contacto de sus ojos para hacerse a un lado para dejar pasar a la servidumbre. Fue entonces que el alfa percibió un nuevo detalle del omega: sus movimientos muchas veces eran elegantes, gráciles sin precisamente quererlo.

Una vez solos y el ultimo sonido de la puerta cerrada se escuchó, volvieron a conectar sus miradas, esta vez con dos pequeñas sonrisas emergiendo.

JungKook fue el que avanzó a pasos cortos, deteniéndose cuando estuvieron a tan solo unos pocos centímetros, teniendo que mirar hacia arriba por la altura del rey.

En esos leves segundos, TaeHyung se tomó la libertad de observarlo en su totalidad. Lucía precioso, no lo negaría en absoluto. La camisa blanca siempre arreglada, notando también que el cabello estaba más largo en comparación a cuando lo vio por primera vez, brillante y esponjoso detrás de sus orejas ligeramente coloreadas. Y, secretamente, se deleitaba con la fascinación a sus delicados rulos castaños.

—Me alegra verlo de pie fuera de su cama —comentó el omega, depositando un dulce toque en las mejillas y el cuello del alfa con tan solo sus nudillos.

Dioses, TaeHyung se sentía tan cómodo que parecía irreal.

No era alguien que disfrutara que lo tocaran, porque al ser el heredero al trono, nunca dejaron que nadie se acercara a él de esa forma. No estaba acostumbrado, pero con ese omega siempre era una maravillosa primera vez.

—Creo que aún me siento indispuesto —fingió el alfa, quejándose exageradamente. JungKook achicó los ojos con duda y dio un paso más para observarlo por todos lados en busca de alguna dolencia. TaeHyung tragó grueso ante el obvio escrutinio.

—¿Esa es una excusa para no trabajar, mi rey?

—No, claro que no —contestó con rapidez, casi hasta enderezándose. JungKook dio otro paso más, tocando los costados de sus brazos.

—¿O es una excusa para no darme más flores? —alzó una ceja, jugando y divirtiéndose con la expresión de indignación del rey.

—¿Cómo puede suponer eso?

JungKook quería reírse por la situación, pero se contuvo y a cambio elevó los hombros.

—No sé, quizás no es un alfa de honor ya que es capaz de fingir malestar —continuó, conteniendo la sonrisa al ver el ceño fruncido del alfa.

—Me siento lo suficientemente dispuesto como para darle flores —afirmó y JungKook sonrió de inmediato, encantado y satisfecho al haber logrado su objetivo: que el alfa admitiera que estaba bien.

Se acercó con una sonrisa.

—Debería estar dispuesto porque- —se detuvo cuando TaeHyung lo tomó por sorpresa al inclinarse para callarlo con un beso. JungKook cerró los ojos, destensando todo su cuerpo y concentrándose en las caricias de sus labios.

TaeHyung lo había tomado de las mejillas, dándole paso a un beso profundo, pero separándose a los segundos, ambas narices rozando.

—... hoy tiene una reunión- —quiso continuar en un susurro el omega, pero TaeHyung volvió a besarlo. A JungKook le fue imposible no sonreír—... con su concejo —pudo terminar, murmurándolo entre el beso.

El alfa se separó apenas y colocó su dedo índice sobre sus suaves labios rojizos para que hiciera silencio. JungKook exhaló en un lindo sonido sorpresivo, con un cosquilleo en su pecho.

Entonces, justo ahí, con ambos mirándose directamente a los ojos, TaeHyung lo tomó de la cintura y lo atrajo hacia sí. JungKook, embelesado, enroscó perezosamente sus brazos alrededor del cuello ajeno, y en ese momento, TaeHyung volvió a acaparar sus labios.

JungKook no pudo evitar pensar que la vida era tan injusta...

Porque de todos los alfas, él y solo él lo besaba así. Y no solo eso, era todo, era como le hablaba, como lo tocaba, como lo miraba, todo siempre era tan especial y le transmitía tanto bienestar a él y a su lado de su omega anhelante.

Estaba empezando a preocuparse por el latir tan desenfrenado de su corazón, porque no era correcto ser algo, aún si el alfa le enviaba flores. No solo se trataba de la razón por la que estaba ahí, sino también por la posición de TaeHyung.

Podían, pero no debían.

Sus labios se separaron cuando el aire escaseó, JungKook pensó que lo soltaría por el movimiento que hizo, pero no pudo estar más equivocado cuando a los segundos, TaeHyung lo estaba abrazando, ocultando su rostro en la nívea curvatura de su cuello.

El más bajo recostó su cabeza lentamente en la ajena, estremeciéndose suavemente al sentir la respiración del alfa gozar de su dulce y exótico aroma.

—¿Sabe que su olor es único, omega JungKook? —murmuró, inhalando una cantidad más considerable del perfume, relajando instantáneamente su espalda.

JungKook bufó una risa.

—Así solía decirme mi papá.

TaeHyung se enderezó para mirarle.

—Es una pena que no pueda conocerlo —se lamentó. JungKook sonrió enternecido y acarició su mejilla, luego yendo hacia su vestimenta para terminar lo que las doncellas no pudieron.

—Le hubiera caído bien después de hacerle cientos de preguntas sobre sus intenciones con su hijo omega —añadió, alisando su camisa.

—¿Y no le reclamaría por haberse fijado en un rey?

JungKook rio y negó suave.

—No sea egocéntrico —reclamó sonriendo, limpiándole un poco la frente—. A mi padre no le hubiera importado ni que fuera un simple soldado o campesino, él creía mucho más allá de eso.

—Su padre parecía ser un hombre de lo más agradable —dijo el alfa. JungKook se alzó para darle un beso inmóvil.

—El pensaría lo mismo de usted, no tengo dudas.

TaeHyung sonrió y JungKook le siguió al verlo sonreír.

Le fue difícil no pensar en su padre en ese momento. Pensó que este alfa que estaba frente a él era el que su padre siempre quiso para él. Tenía todas las cualidades que su padre siempre le repetía que tuviera en cuenta a la hora de elegir un compañero de vida.

Cuando era tan solo un niño, su padre siempre le decía: "Te mereces a alguien que te trate mejor que yo te trato". JungKook siempre pensó y le repitió que aquello era imposible, que, si esa era la condición, entonces nunca tendría alfa, y fue haciendo más fuerte esa creencia por los siguientes tortuosos años.

Pero luego llegó Kim TaeHyung, su rey, y Dioses, revolucionó todo.

Maldita vida, volvió a repetir en su mente.

JungKook maldecía a la sociedad y maldecía lo que él estaba obligado a ser.

Y, sobre todo, se maldecía a sí mismo.

Jackson caminaba de un lugar a otro, inquieto y casi gruñendo, con las manos en la cintura y a punto de querer comerse las uñas. Esperaba por JungKook y ya no sabía ni siquiera cuanto tiempo había pasado, pero su pulga estaba más que retrasado.

El sonido rítmico de unos pasos provenientes del pasillo lo hicieron detenerse. Era JungKook, Jackson lo reconocía incluso por el ritmo tan calmado de su andar, luego de tantos años junto al omega era imposible no identificarlo.

Los pasos se detuvieron un momento, Jackson dedujo que lo más seguro era que JungKook se detuvo para observar un cuadro o una planta quizás. Jackson no sabía, pero si sabía que estaba a nada de volverse loco.

El sonido retornó y los pasos se acercaron a la puerta. Jackson la observaba con desdén y cierta impaciencia. Volvieron a detenerse ya lo suficientemente cerca y Jackson sabía que JungKook asomaría su cabeza primero, como siempre.

Y así fue, el omega castaño de ojos como gemas asomó su cabeza ladeada con la típica sonrisa de no romper ni un plato, pestañeando lento.

Jackson ahora pensó que su pulga iba a entrar y pedir disculpar por su tardanza y que se había distraído con quién sabe qué.

Acto seguido, JungKook entró con las manos juntas detrás de su espalda.

—Perdón por tardarme, me distraje en los pasillos —habló suave y Jackson viró los ojos, prediciéndolo a la perfección. Lo tomó del brazo, casi alzando una ceja al captar el olor a vino y pistacho del rey bastante presente en él.

—Sí, mejor ponte a buscar —apuró Jackson y le observó el rostro mientras el omega se quejaba—. ¿Qué te pasó en la boca?, arregla eso.

Porque sí, la boca del omega estaba hinchada y rojiza.

JungKook redujo su andar para tocar sus labios apenas y formó una pequeña sonrisa en su rostro sutilmente sonrosado, apurándose a igualar el paso del alfa y saliendo de su pequeño viaje a los recientes recuerdos junto al alfa caramelo.

Actualmente se encontraban en el mismo galpón en desuso que se utilizó para preparar todo en el rescate a los niños de las minas hace ya un tiempo. Volvió a estar vacío, oscuro por la falta de ventanales y luciendo mucho más grande ahora que no había personas, y Jackson y JungKook pensaron que era el lugar perfecto para reunirse luego que consiguieron aquella peineta la noche pasada.

Jackson lo soltó y observó todo a su alrededor.

—Anda por allá —indicó con la cabeza.

JungKook acató sintiendo su cuerpo ligero, realmente algo ido después de la secreta sesión de besos junto al alfa de su preferencia. Se acercó a algunos baúles que estaban por la zona y se agachó para abrirlos y juguetear sin objetivo con los objetos dentro de este.

Entonces, se detuvo por unos segundos y subió la cabeza.

—Jackson, ¿qué estamos buscando específicamente?

El alfa formó una línea con los labios, mirándolo con fastidio.

—Estamos aquí para buscar algún otro rastro de tu hermana —dijo, volviendo a lo suyo.

JungKook volvió a girarse y asintió para sí mismo, recordando. Regresó a rebuscar en los baúles cercanos, pero no había demasiado, solo algunos papiros y pergaminos antiguos.

Su nariz también notaba a la perfección como la mayoría de estos no habían sido abiertos en un buen tiempo, porque el polvo y la humedad eran dueños del ambiente. Hacían picar un poco su nariz, pero no le desagradaba del todo porque ya estaba algo acostumbrado por los libros que había leído a lo largo de sus diecinueve años de vida.

Cuando no encontró nada, se alejó de los baúles para inspeccionar superficialmente todo el galpón, pero no había mucho, tan solo algunos baúles y estanterías vacías.

Resopló y busco al alfa con su mirada, quien lucía totalmente dedicado y detallista en la búsqueda, agachado frente a algunos cofres. JungKook arqueó las cejas, sus ojos reflejando lástima. Sabía bien que Jackson sostenía toda esperanza que pudiera decirle algo de la que consideraba su omega.

Haber encontrado algo de ella les había subido las expectativas, pero eso no significaba nada si no había contexto.

Se acercó cauteloso a la espalda del alfa.

—Jackson —lo llamó suave.

—¿Conseguiste algo? —preguntó, sin dejar de buscar y ni siquiera mirándolo.

JungKook inhaló y exhaló, buscando palabras bonitas para expresar lo que rondaba en su mente.

—No creo que ella esté aquí, Jackson... —dijo con pesar, pero ni aun así el alfa se detuvo—. Jackie, ¿me escuchaste? —repitió, tocándole suave el hombro.

Jackson se detuvo y lo miró.

—No voy a dejar de buscar —sentenció.

JungKook apretó los labios.

—En el castillo ya no está, Jackson.

El nombrado se levantó.

—Su peineta estaba escondida, estoy seguro que ella la puso ahí, debe estar aquí.

JungKook se cruzó de brazos.

—¿Cómo crees que pueden tenerla aquí? Ella debió estar aquí, pero ya no —dijo, acercándose para disminuir el tono de su voz y así nadie más que ellos dos escuchara—. Ella al ser lo que es, no la encerrarían en ningún calabozo, Jackson.

El alfa suspiró, bajando la cabeza.

—He revisado cada gaveta del despacho del rey y no hay absolutamente nada de ella, el rey no la tiene —continuó, añadiendo. Jackson se sentó sobre uno de los cofres, con el semblante plasmado el decaimiento. JungKook le acompañó, sentándose a su lado.

—No he terminado de buscar.

—Aquí no-

—Ya entendí que no está aquí, JungKook —interrumpió, tosco. JungKook volvió a apretar los labios y Jackson exhaló, apoyando sus codos sobre sus rodillas—. Esto es tan frustrante.

JungKook recostó su cabeza en el hombro del alfa y acarició el dorso de una de sus manos. Se quedaron así durante un instante, dándose apoyo mutuo, especialmente el omega al alfa.

—Quizás uno de ellos lo sepa —dijo luego de pensarlo, separándose para mirarle. Jackson le dedicó una mirada inquisitiva—. Los hombres con tatuaje, ¿y si son ellos?

Jackson se quedó en un silencio pensante, ceñudo.

—¿Cómo puedo hablar con uno de ellos sin morir en el intento?

JungKook lo tomó de los hombros.

—Anda al calabozo subterráneo, tengo entendido que el rey no los ha ejecutado a todos, ve ahí.

Algunos guardias pasaron por el pasillo de entrada, custodiando, y JungKook inmediatamente se levantó tenso, pero miró al alfa frente a él cuando los guardias nuevamente se perdieron de vista.

—Ve ahí y con suerte te dirán algo, ellos deben saber.

—¿Y no irás conmigo? —preguntó, extrañado. JungKook negó.

—Soy el médico real, los guardias me reconocerían y luego se lo dirían al rey, no quiero que me interrogue.

Jackson asintió apenas, cayendo en cuenta de aquel hecho. Apretó los labios y se puso de pie en un suspiro.

—¿Qué haría sin ti, pulga? —sonrió de lado.

JungKook rio un poco y golpeó su hombro.

—Nada —contestó, mirando al alfa cuando este señaló la puerta con su cabeza.

—Anda con tu rey.

JungKook solo sonrió, dándole una ultima mirada antes de retirarse.

El verano estaba en su máximo esplendor, trayendo consigo el calor que lo obligó a no portar una capa ese día. TaeHyung esperaba que la estación se marchara con rapidez, el calor era muy tedioso.

Esta vez decidió que todas las ventanas de la sala de reuniones estuvieran abiertas, inconscientemente siguiendo la idea que el omega JungKook le había comentado recientemente.

El concejo frente a él estaba en silencio, perplejos por lo que sus ojos captaban. TaeHyung tenía los pies sobre la mesa, suministrándose viento con algunos documentos ya leídos. Estar con el omega JungKook tanto tiempo le había dado más confianza.

Había estado leyendo todo lo pendiente y por eso no había ni siquiera cruzado palabra con alguno de los ancianos presentes. Debía admitir que sentía paz interna al no haber escuchado sus voces estridentes durante toda la mañana.

Un anciano del que no recordaba el nombre carraspeó.

—¿Ya se siente bien, majestad?

TaeHyung asintió sin dejar de leer.

—Sí, gracias.

Estaba tan sereno que incluso le respondió con normalidad a pesar de que el hombre no le hablaba con la mejor de las intenciones.

Los más ancianos y hasta los jóvenes duques y el general se miraban mutuamente en confusión. El rey era alguien que siempre se la mantenía tenso en ese tipo de reuniones y sus presencias, pero tal parecía que el descanso que disfrutó de aquellos días lo había relajado notablemente. Ahora el alfa solo los ignoraba sin emanar nada más que tranquilidad.

Tampoco se amargó cuando WooJoon habló, irritado.

—¿Está cómodo?

TaeHyung hizo un sonido de afirmación.

—Sí, gracias por su preocupación.

WooJoon pudo sentir un tic en su ojo, pero se mantuvo en silencio.

Y, después de varios minutos más de silencio, TaeHyung inhaló sonoramente.

—Lo felicito, excelencia, hizo un gran trabajo en mi ausencia —elogió TaeHyung a NamJoon, quien infló su pecho con orgullo—. ¿Le gustaría hacer un intercambio de títulos? —bromeó, pero mantuvo el trato formal por la simple presencia de terceros.

—No, gracias —se negó el duque, sacándole una sonrisa pequeña al rey, gesto que dejó consternados a los ancianos, especialmente en WooJoon, que lo miró fijamente durante algunos minutos sin parpadear, sin rastros de alguna sonrisa.

El alfa anciano acabó carraspeando, queriendo que la atención fuera hacia su persona.

—Majestad —llamó. TaeHyung movió su cabeza con parsimonia hacia él.

—¿Qué desea, WooJoon?

—Hablando de su incapacidad momentánea, no está demás decir que es necesario que dé un heredero lo más pronto posible —aportó, ya sin reales esperanzas.

—Tiene razón, WooJoon —concedió, sacándole un jadeo a todos.

WooJoon lo miró con los ojos bien abiertos.

—¿Q-Qué dijo? —tartamudeó incluso. TaeHyung lo miró ligero.

—Deje de preocuparse, daré el heredero en su momento, pero ahora me encuentro en perfectas condiciones para seguir con mi mandato —continuó, bajando las piernas de la mesa para acomodarse correctamente—. Además, considero que veinte años es una edad muy corta, debo recordar que mi padre me tuvo a los treinta —dijo, cerrando los ojos solo para proporcionarle una sonrisa falsa que duró pocos segundos.

Los presentes comenzaron a pensar que ese día los cerdos volarían y las montañas se convertirían en viento, que el mundo se acabaría porque el comportamiento del rey alfa era sumamente inusual.

TaeHyung le dio un suave golpe a la mesa.

—Y bien, ¿cuáles son las novedades de hoy?

La respuesta no fue inmediata, pues los miembros del concejo parecían no encontrar qué modular.

—Novedades de Busan y Seúl, majestad —habló NamJoon. TaeHyung lo miró interesado y el duque le dio paso al canciller en el otro lado de la mesa, quien se acomodó su monóculo para leer los papeles en sus manos.

—Correcto, el rey de Busan y Seúl se ha negado otra vez a tener comunicación, no solo con nuestra nación sino también a Chuncheon, Gwangju y Jeju.

TaeHyung chasqueó la lengua.

—Era lo esperado, ni en los veintiséis años que duró el reinado de mi padre se pudo lograr alguna comunicación con ellos... —suspiró, continuando—. Ni una señal desde la Guerra de los Nobles, donde perdieron mitad de su territorio. Me pregunto cómo han podido gobernar en dos naciones tan distantes.

La Guerra de los Nobles había tenido lugar muchos años antes del nacimiento de TaeHyung y su padre aún era muy joven. Había sido uno de los eventos históricos más importantes, detonando lo que sería la actual división definitiva de los reinos que actualmente se conocían.

—En Seúl está la residencia del rey, Busan es gobernada por un designado que trabaja bajo sus órdenes, muy orgullosos a mi parecer por el hecho de preferir gobernar desperdigados en vez de llegar a un acuerdo con las demás naciones —comentó otro alfa.

—El ser herméticos les ha resultado, es una nación que no se involucra en las guerras, lo que la hace mucho más segura —interrumpió el general YoonGi.

TaeHyung repasó su barbilla con una mano.

—Señor canciller, vuelva a escribirles una carta con mi firma.

—¿Otra? —preguntó WooJoon en nombre del concejo.

—Por supuesto —contestó con obviedad—. Si no quieren involucrarse con ninguno de nuestros problemas entonces quisiera al menos llegar a un acuerdo donde nuestras fronteras sean seguras, con suerte si empezamos por ahí puedan ser más abiertos a mejores relaciones en un futuro.

—No me parece la opción más acertada.

TaeHyung se volteó hacia la voz y se percató que se trataba del duque Jung.

—Excelencia —dijo TaeHyung, pero antes de que pudiera alcanzar a preguntar el porqué de su comentario, HoSeok continuó.

—Proponer alianzas con ellos es peligroso a estas alturas —dijo, y al ver que nadie respondió, prosiguió—. No los conocemos, nadie los conoce, debemos ser igual de herméticos.

TaeHyung entrecerró los ojos inquiriendo.

—Me extraña que lo diga ya que su ducado queda cerca de la frontera con Busan, debería estar interesado en eso.

—Por esa misma razón difiero, no arriesgaré mi ducado.

TaeHyung no dijo nada y miró al canciller.

—Haga lo que digo, yo lo firmaré.

El canciller asintió de inmediato, decidiendo ponerse a ello apenas la reunión culminara. TaeHyung acomodó los papeles sobre la mesa.

—Señores, ya no quiero seguir hablando, si tienen algo importante que decir pues háganlo ya, sino, se acaba la reunión.

Los miró a todos tranquilamente en busca de algún aporte extra, pero cuando ninguno llegó, apoyó sus manos en los costados de su silla y se levantó, siendo seguido por los demás, que se levantaron a su igual.

—Bien, entonces que pasen un maravilloso día —dijo, nuevamente descolocándolos—. Su excelencia Jung —llamó, haciendo que HoSeok detuviera sus pasos y volteara a mirarle—. Quiero hablar con usted, ¿puede venir un momento?

HoSeok simplemente asintió mientras los demás miembros comenzaban a salir de la sala.

—Últimamente te opones a todo lo que hago, ¿qué te pasa? —Fue lo primero que dijo TaeHyung. HoSeok elevó los hombros.

—Solo no estoy de acuerdo con muchas cosas.

TaeHyung se cruzó de brazos, alzando una ceja.

—¿A qué se debe el desacuerdo? ¿Tiene que ver con JiMin?

HoSeok lo miró algo ceñudo.

—Solo no quiero que cometas un error y todo se venga abajo, y si hablamos de JiMin entonces te diría que quiero cuidarlo así que no permitiré que hagas algo que nos afecte.

TaeHyung frunció las cejas y ladeó la cabeza un poco. Miró por el rabillo un tercer espectador.

—WooJoon, ¿necesitas algo? —preguntó, mirándolo directamente.

Sin embargo, el alfa mayor hizo una reverencia antes de salir.

—¿Ya me puedo ir? —apuró HoSeok, ganándose la mirada extrañada del rey, que asintió lentamente, viéndolo con atención.

—Después seguimos.

HoSeok se dio la vuelta y se retiró bajo la mirada fija del rey en sus movimientos.

Jackson maldecía a JungKook por siempre meterlo en los agujeros más asquerosos que existían, y se maldecía a sí mismo por ser débil al omega, porque aunque este insistiera en ir, Jackson siempre acababa negándose y decidiendo ir él en vez de su pulga.

JungKook era un manipulador por naturaleza, a veces ni siquiera él mismo se daba cuenta. Pero pese a eso, Jackson lo apreciaba mucho.

Caminaba por el suelo rocoso y ligeramente mojado del calabozo del castillo, escuchando risas huecas mezclándose con el eco del lugar y provenir de la dirección a la que se dirigía. La falta de luz era una real molestia, y ni hablar del olor a muerto que desprecia cada espacio.

Seguramente había personas muertas en descomposición, pero no se encargaban de ellos porque no les importaban.

Jackson giró cuando captó movimiento por el rabillo de su ojo. Extrañado, se acercó al agujero de las puertas casi totalmente selladas de metal y se asomó. Había un hombre dando vueltas en círculos, bailando como tuviera la compañía de la mejor música.

Tuvo que parpadear antes de alejar y continuar caminando.

Siguió observando a los demás encarcelados tras las rejas, y había personas que claramente no estaban bien de la cabeza, y como estarlo, si llevaban ni sabe cuánto tiempo encerrados en aquellas terribles condiciones.

Encontró desde una persona agachada en una esquina en total y escalofriante silencio, hasta un hombre que no estaba seguro de poder asegurar si estaba vivo o muerto, porque estaba totalmente explayado en su cama, con los ojos fijos en el pequeño espacio de luz exterior que entraba en su celda.

Maldito JungKook, volvió a pensar, retomando su camino en busca de algo. Discreto como lo entrenaron, a ser alguien que se movía por debajo de la mesa.

Se topó con algunos guardias que custodiaban, pero solo los saludó con la cabeza, ninguno encontrando sospechosa su presencia. Era un guardia, nadie lo iba a cuestionar.

—Wang —una voz lo llamó y se detuvo en seco, su sangre helándose por unos segundos. Se giró hacia la celda que por poco pasa y vio a un hombre sentado, pero con la cabeza gacha, su cabello ligeramente largo y castaño tapando su rostro.

Dio tres pasos lentos hacia atrás, quedando junto a la celda.

—Pude sentirte —continuó el hombre. Jackson miró hacia los lados y se acercó un poco más.

—¿De dónde te conozco?

—Dudo que me conozcas —contestó.

—¿Quién eres? —preguntó ahora, buscando algún tatuaje para ver si pertenecía a Las Serpientes, pero no veía nada.

—El líder está molesto —dijo por lo bajo. Jackson se acercó más.

—¿Quién es tu líder? ¿Qué quieren?

Jackson pudo ver la sonrisa ladina emerger de los labios quebrados del hombre, aunque este siguiera con la cabeza gacha.

—Mi trabajo es informarles nada más —se limitó a responder—. Nuestro líder da órdenes y ustedes las sabotean.

Jackson casi gruñó.

—Entonces dile a tu líder que hable con mi líder.

El hombre asintió apenas, levantándose para acercarse a la puerta.

—Precisamente —Jackson no supo a qué se refirió con eso—. Sus propósitos son a cambio de un precio —sonrió—. Y nosotros lo hemos tomado por adelantado.

Jackson abrió sus ojos de par en par, mostrándole los dientes, y casi azotó la puerta.

—¿¡Donde está!? —exigió saber, con la respiración irregular, sintiendo temor y sus ojos reflejando angustia—. Ustedes la tienen, ustedes tienen a MinYoung.

El hombre no dijo nada, Jackson lo tomó como una afirmación. Estaba a nada del colapso, el miedo de lo que le podían hacer a MinYoung recorrió su cuerpo como una descarga.

—¿¡DÓNDE ESTÁ!? ¿Por qué lo hicieron? ¿¡Qué le han hecho!? —exclamó, impotente y alterado, con su parte lobuna rasgando su piel en busca de arrancarle la garganta al hombre—. ¡Respóndeme!

—El líder está molesto, en especial con tu cuñado.

La garganta se le cerró enseguida, sus palabras atorándose al saber que sus dos personas más especiales en el mundo estaban en grave peligro.

—Han interferido con los planes del líder, metiéndose hasta en los problemas más profundos de esta nación, un problema más y no creo que a Su Majestad le agrade saber con quién está compartiendo sus secretos...

Jackson lo miró impasible.

—Lo saben —afirmó Jackson.

El hombre levantó la mirada por primera vez, rápido como un rayo.

—Lo sabemos —confirmó. Lo sabían, ellos sabían quién era JungKook, sabían que no era lo que decía ser.

Jackson se alejó con brusquedad al verlo por primera vez. Tenía terribles cicatrices en todo su rostro, una de ellas comprometiendo uno de sus ojos, que ahora estaba totalmente blanco, carente de funcionalidad. Una sonrisa sádica y grande se formó en sus labios resecos y rotos.

—El líder quiere que sepan que está molesto y que esto no es un juego para él —completó, haciendo gestos exagerados que dejaban en claro que tampoco estaba cuerdo.

Jackson, con su respiración aún irregular, pensó en la desesperación con la que quería buscar a JungKook y asegurarse que estuviera bien. Dioses.

—Guardia.

Una tercera voz. Jackson jamás se había girado con tanta rapidez como en ese momento. Era uno de sus superiores.

—Retírese inmediatamente —le dijo, sin ser consciente de la conversación anteriormente compartida con el prisionero.

Jackson volvió su mirada hacia la celda, pero el hombre ya no estaba viendo a través del agujero de la puerta. Escalofriante.

Entonces, pasándose la mano por el rostro, Jackson se retiró dando pasos largos.




Nota:

FELIZ MIÉRCOLES TAEKOOK, AHORA SI

Deos, Wattpad fue un suplicio, ya ni se cuántas veces intente resubir el cap para que dejara comentar, pero según vi parece que el problema quedó arreglado así que wiii, casi me da un paro cuando vi que no se podía publicar, WATTPAD COMO TE ATREVES A ATENTAR CONTRA NUESTRO MIÉRCOLES TAEKOOK, BICHO.

Ahora, hablando directamente del cap, JUNGKOOK ES LA COSA MÁS SOFT DEL MUNDO Y ES MUY SKUISHI (palabras de Bel), y Tejiun ya está enculao, embobao, está ª por jk asies.

Y aypapaaaaaaa, Jk, ya gente sabe tu secretoOoOo. Gente fea >:c

Se formó el desmadre, ahora hay dos lideres?!?!???!?!??!?


PREGUNTAS PREGUNTOSAS:

¿Teorías? 👀


Byee, hoy hay besitos en el emmm, cerebro c:

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