XXII: «No fue su culpa»

El príncipe estaba sentado frente al enorme jardín de su casa marital. Era temprano, la mañana siguiente de todo el revuelo ocurrido; el sol todavía no daba en su rostro, pero el cielo ya era celeste.

Estaba quieto, tomando un té de manzanilla que buscaba aliviarlo. Luego de haber estado ya varias veces en esa situación, sabía que tomarlo era una de las pocas cosas que lo lograba. Sin embargo, podría quizás aliviar el dolor físico, pero su corazón apretujado siempre ponía mucha más resistencia.

Veía su té en silencio, el líquido amarillento casi en total quietud.

Todos los lacayos y sirvientes que pasaban no se atrevían a preguntarle nada, y JiMin odiaba aquello. Pese a eso, no quería que nadie le hablara.

Suspiró, elevando su mirada hacia el cielo sin ninguna expresión. La noche del baile fue un momento terrible para él, algo que sin duda tendría que añadir a su baúl de momentos que jamás podría olvidar.

Movía sus ojos en busca de lágrimas, pero no venían y no sabía la razón.

¿Se había acostumbrado a que le pasara lo mismo?

Sintió pasos ajenos acercársele desde atrás, pero él solo movió la cabeza para ver a través de sus ojeras resaltantes a la sirvienta en cuestión.

—¿Qué quieres? —preguntó, la voz escapándosele un poco rasposa y llevándolo a carraspear. La beta inhaló nerviosa.

—Su Majestad quiere verlo, Alteza... —pausó cuando JiMin se giró para verla completamente, frunciendo las cejas en el proceso—. Está aquí.

¿Su hermano?

Permaneció en silencio unos segundos, bajando su mirada hacia el suelo.

—Entonces que venga —respondió sin ninguna emoción en su voz.

Volvió a mirar hacia el frente, sosteniendo su taza con ambas manos para atraerla a sus labios ligeramente resecos. La beta se retiró y pronto escuchó pasos más pesados acercarse.

JiMin sintió su presencia quieta a un costado. Sabía que lo estaba mirando, pero JiMin no tenía ganas de verlo a él.

Su hermano, tras mirarlo un largo tiempo en busca de alguna reacción que no obtuvo, decidió caminar el último tramo y sentarse a su lado.

JiMin dejó cuidadosamente la taza de su té sobre la mesa a su lado.

—¿Qué haces aquí? —preguntó con monotonía, aunque estuviera sorprendido en parte.

No se suponía que TaeHyung debería estar haciéndole visitas a su hermano, menos cuando él era el rey y debía solucionar todos los problemas que trajo consigo la masacre ocurrida en el baile teniendo en cuenta que varios representantes de todos los reinos probablemente ya estarían en el castillo buscando respuestas.

—Quería verte —respondió el menor, como si fuera una obvia respuesta.

JiMin apretó los labios.

—¿Para...? —preguntó, sin mirarlo.

—¿Por qué no me dijiste? —dijo por lo bajo, no queriendo contener más la presión en su pecho.

—¿Decirte qué?

JiMin respondía lo más corto posible, su cabeza no estaba para formular frases largas y elaboradas, no en un momento así.

Escuchó a su hermano menor chasquear no muy ruidosamente su lengua; estaba seguro que había virado sus ojos un poco.

—Que estabas esperando un hijo.

JiMin se tensó, mas no dijo nada, clavando la mirada en algún punto muerto del jardín.

—JiMin-

—¿Qué hubieras hecho? —lo interrumpió, volteando a mirarlo; el azul de sus ojos pareciendo hielo en esos momentos—. ¿Qué hubieras hecho? —repitió, tragándose el traicionero nudo en su garganta.

TaeHyung negó ligeramente.

—Hubiera buscado los mejores médicos y no te hubiera dejado ir al baile, mucho menos haber peleado como lo hiciste, JiMin.

JiMin arqueó un poco las cejas, y TaeHyung solo necesitó eso para confirmar que su hermano estaba mal.

—No hubieras podido hacer nada —murmuró, casi en un susurro rasposo.

—Aunque no seamos unidos, y dudo que lo seamos —buscó las palabras para seguir expresándose—, yo como hermano quiero que vivas lleno de dicha y estoy seguro que, si lo hubiera sabido, nunca habría dejado que fueras a las actividades porque soy muy consciente de tu caso —dijo desordenadamente, quizás insensiblemente.

Porque ellos nunca fueron buenos hablando o expresarse sentimientos mutuamente. Lo poco que sabían era a raíz de sus experiencias personales, pero nunca fue suficiente. Porque jamás les enseñaron la forma correcta de quererse como hermanos.

Porque TaeHyung iba a ser el rey y JiMin la sombra.

Y aunque las palabras fueron algo secas, era lo más expresivo que se habían dicho en años.

JiMin solo lo miraba, pues no tenía nada que decir. Nada salía de él. Porque así era, así los criaron. No los criaron como dos hermanos, los criaron por sus títulos de futuro rey y príncipe. Era esa la razón por la que la mayoría del tiempo no sabían que decirse.

—Yo definitivamente hubiera hecho algo —aseguró TaeHyung, bajando la mirada hacia la mano contraria sobre la mesa.

Mordisqueó sus labios y extendió sus dedos con duda. Pero antes que pudiera retroceder, ya había cubierto el dorso con su palma notablemente más grande. Tan solo la mitad.

JiMin simplemente no sabía qué hacer, tenso. ¿Debería corresponderle?

—No sabes lo que es perder hijos —casi susurró.

—Me destrozaría perderlos.

JiMin se apartó del tacto con lentitud.

—Entonces prepárate porque seguramente te pasará —dijo, cruzando sus brazos sobre su abdomen y huyendo su mirada hacia el jardín, otra vez. TaeHyung se enderezó un poco.

—Eso no es seguro.

El mayor hizo una mueca con los labios.

—Tenemos una maldición.

TaeHyung negó, con el ceño fruncido y también miró hacia el frente, algo molesto.

—Quiero estar solo —dijo JiMin y TaeHyung cerró un momento sus ojos.

No quería dejarlo, había ido para acompañarlo y quería quedarse con él aunque fueran tan solo unos minutos más. Pero, nuevamente no tenía palabras para decirle que estaba ahí para él.

Suspiró amargamente y sacó una pequeña bolsa de cuero de su chaleco.

—Es una infusión para el dolor —le dijo, extendiéndosela.

—¿Te la dio tu médico? —masculló odiosamente. TaeHyung se levantó después, bufando.

—Para la próxima solo te enviaré una carta.

JiMin asintió como si estuviera de acuerdo mientras que TaeHyung lo miraba como si fuera un caso imposible.

Porque lo de ellos dos era algo imposible.

—Alteza —dijo a modo de despedida, serio.

—Majestad —correspondió, sin dirigirle otra mirada directa.

TaeHyung dejó la bolsa sobre la mesa sin decir nada y no esperó más para retirarse, sin dedicarle una mirada más.

Y cuando JiMin ya no lo sintió, se dejó caer un poco más en su silla, exhalando largamente. Sus ojos fueron a parar en su mano, la misma que TaeHyung había tocado, y lo único que realmente pudo hacer fue volver a tomar la taza de su té, ya un poco frio, y mirar de nuevo al cielo, que ya mostraba más claridad.

Solo se quedó ahí, esperando a que el dolor pasara.

Su anillo impactaba sobre el reposabrazos de su silla como algo constante, una costumbre arraigada. Los ojos oscuros y filosos que poseía estaban fijos en la chimenea frente a él.

No pensaba en nada particular, su expresión no denotaba ni molestia, ni alegría, y mucho menos tristeza; neutral era la palabra acertada.

Escuchó a alguien tocar la puerta, seguidamente de la voz de uno de sus lacayos.

—Mi señor, WooJoon —avisó y él asintió una sola vez, pronto escuchando toqueteo constante del bastón contra el suelo. La puerta se cerró, más el bastón continuó.

Vio a ese hombre anciano, al que podría considerarse su aliado dentro del castillo de los Kim en Daegu. ¿Él era el más cercano? Sí, diría que sí, porque si menciona a algunos más que ha enviado...

WooJoon hizo una reverencia que correspondió con un asentimiento.

—Mi señor —saludó, mostrando respeto.

—Oh, WooJoon, siéntate —dijo, señalando el sofá más cercano aún sin mirarlo.

Ya sentado, WooJoon lo miró con expectación, esperando que el hombre tomara la primera palabra.

—Viniste más rápido de lo que pensaba —habló finalmente. WooJoon hizo una mueca de disgusto.

—No soportaría ver al rey manejar ese desastre —expresó el anciano. No veía al rey de Daegu capaz de resolver los problemas.

El hombre asintió.

—Eso me hace suponer que fue un éxito —lo miró de soslayo durante tan solo unos segundos.

—Para su suerte sí, pero yo no fui tan afortunado —contestó, refiriéndose a la muerte de la señorita HyunSeo. El hombre lo miró con desinterés.

—Dudo que eso se hubiera llevado a cabo de todas formas —respondió, sabiendo lo que quería decir. WooJoon casi bufó.

—Lo hubiera logrado si aquel médico no se le hubiera metido por los ojos al rey —rio sin gracia—. No hay momento en el que el rey no esté detrás del médico real, sin mencionar que para todos en el castillo es un omega insolente, presuntuoso y repudiable. Incluso el príncipe JiMin lo odia —dijo con molestia—... aunque al príncipe nadie le agrada, solo su esposo y eso es cuestionable —añadió en voz baja. Se enderezó, recobrando su postura altiva—. De todas formas, todos debemos admitir que el médico real ha manipulado al rey a gran escala, no dudo que muy pronto pueda tomar lugar a su lado.

WooJoon se estremeció de solo pensarlo.

—Debes dejarlos, entonces —dijo el contrario, ganándose la mirada incrédula del más anciano.

—¿Al médico real y al rey? Inaceptable.

Pero el hombre asintió.

—No afecta en nada, ¿qué poder puede tener ese omega que supere a los enemigos del rey? —dijo desinteresado. Sus palabras sin duda hicieron alterar a WooJoon.

—¡Claro que afecta! Es una deshon-

— Si sigues demostrando tu inconformidad, al primero que el rey ordenará ejecutar será a ti. Debes ser discreto —interrumpió, cerrándole la boca. Descendió a mano donde sostenía su bebida para descansar su brazo sobre el sofá—. Has llegado a la conclusión que el rey no es como el anterior, así que no puedes hacer lo mismo que antes, es mejor que permanezcas en silencio y actúes en silencio —añadió fríamente.

—¿Actuar en silencio? —preguntó con extrañeza e incluso algo de emoción, diría él.

Pues WooJoon anhelaba arrebatarle el reinado a TaeHyung y poder tomar él mismo las decisiones, justo como hacía con el anterior rey mediante manipulación, una de sus especialidades.

El hombre asintió lento.

—Aprovecha que él está ocupado resolviendo lo que pasó en el baile de primavera, además de su amorío con el médico real —casi sonríe, bufando al decir "médico", pero se controló—. Y haz lo posible para recuperar lo que sea que este nuevo rey te quitó.

WooJoon quiso reír ahí mismo.

—¿Y cómo lograré eso?

—Con mi apoyo, claro —contestó, tranquilo, y los ojos de WooJoon reflejaron en codicia y ambición.

Siempre había anhelado más y más, y cuando el rey murió se presentaron muchas posibilidades. Solo que no se esperó que manejar a su hijo sería tan difícil, así que esta oferta presente lo tentaba en demasía.

El hombre lo miró con fastidio.

—Ahora vete y solo ven cuando yo te lo pida.

WooJoon lo miró con una línea en los labios y se levantó, con su bastón en mano.

—Me retiro, entonces.

—Me estás avisando de cada cosa —recordó, sin levantarse ni mirarle. WooJoon simplemente hizo una venia.

—Mi señor.

Se dirigió hacia la puerta, la cual al poco tiempo de llegar fue abierta por otra persona. WooJoon supuso que no se trataba de otro lacayo, pues se veía con intenciones de hablar con el señor.

Hizo un pequeño movimiento de cabeza por cortesía y al bajar la mirada, sus ojos ancianos captaron el típico tatuaje de serpiente en la muñeca del hombre.

Pero obviamente ya lo sabía, y nunca diría nada.

—¡Nuestros nobles han muerto!

—¡Este reino debe ser declarado un peligro para las demás naciones!

—¡Han asesinado a la señorita HyunSeo!

TaeHyung sostenía su cabeza. Dioses, eran insoportables. Nadie se callaba ni por un segundo, y ni hablar de cómo se interrumpían mutuamente. TaeHyung ya estaba más que hastiado con las frases que salían de sus bocas.

Había llegado al castillo tras visitar a su hermano para brindarles luto a los nombres que había sido asesinados. Estaban presentes los representantes de todos los reinos (Chuncheon, Gwangju, Jeju, Busan y Seúl). Al tiempo, se habían sometido a una reunión que pronto terminó desatándose en nada más que un montón de gritos inacabables que harían su cabeza explotar.

Todos le echaban la culpa de la tragedia; TaeHyung admitía que en parte si lo era, pues era el rey y aquello había ocurrido en su reino, y peor aún, en su propio castillo.

Pero, Dioses, no soportaba a esas personas.

—Y dígame, majestad —habló uno de los hombres de pie, dejando caer sus palmas a la mesa con algo de fuerza—. ¿Cómo piensa recuperar nuestras pérdidas? Obviamente no las vidas, pero si todo el dinero derrochado para estas actividades.

TaeHyung frunció el ceño y subió la dura mirada.

—¿Qué dinero? Jamás hubiera aceptado dinero de ninguno de ustedes, mi reino es lo suficientemente rico como para haber financiado todo esto —aclaró, señalando al hombre no muy decente—. Sus carruajes, sus joyas o sus trajes perdidos no son mi responsabilidad.

Todos volvieron a despotricar en gritos. Pero esta vez no pudieron extenderse porque alguien golpeó la mesa con mucha fuerza, haciéndolo callar abruptamente a todos.

Miraron al hombre en cuestión.

—¿Y dónde quedan nuestros tratos? Su crisis afecta la estabilidad de los otros reinos —tomó la palabra y todos asintieron tras él—. ¿Deberíamos romper todas nuestras alianzas?

TaeHyung solo viró los ojos con fastidio, pero NamJoon habló esta vez.

—El ataque al castillo no afectará a sus reinos, puedo asegurarlo —dijo con toda la naturalidad posible. Quisieron rebatirlo, pero el alfa continuó, calmado—. Nuestras alianzas siguen intactas porque son mucho más que algo firmado en papel, son riquezas —miró al hombre que habló recientemente y ocupó un tono de voz más desdeñoso—. Además, señor canciller de Chuncheon, ese broche que posee está hecho de los diamantes que son extraídos de nuestras tierras, supongo que ni usted ni mucho menos su rey quisiera perder una alianza así.

TaeHyung casi ríe porque NamJoon había dado justo en el blanco.

Eran muy valientes para decir que debían retirar los tratos, pero cuando recordaban de todo el oro, joyas y la gran diversidad de productos de exportación que su reino proporcionaba, se arrepentían. Así eran todos.

El alfa colérico ya no le quedaban más argumentos para rebatir así que optó por sacar a la luz un tema mucho más delicado.

—¿Y qué me dice de la falta de respeto que cometió al abandonar sus responsabilidades por su descarada relación con el médico del castillo?

Oh, un punto que se arrepentiría de tocar.

¿Huir de mis responsabilidades? Pensó TaeHyung con incredulidad.

—¿Qué? —gruñó el rey.

—El rey está emparejado con un plebeyo, alguien que dice ser médico pero que su labor al parecer es ser la compañía del rey —contestó rojo de la cólera, imponiéndose como alfa—. ¿Pueden creerlo? —se burló.

TaeHyung pronto supo que la vena en su cuello estaba marcada debido a la furia. Intentaba bajo todo concepto permanecer imperturbable como le enseñaron a ser.

Escuchó algunas risas y hasta bufidos.

Sin embargo, todos sentían la esencia del rey mucho más pesada que en un principio.

—El médico real no está aquí para defenderse, así que le advierto que no blasfeme en su contra, mucho menos en mi presencia —dijo entre dientes, mirando al alfa fijamente.

El hombre negó.

—¿Acaso este ataque fue adrede? ¿Fue premeditada la muerte de la señorita HyunSeo para deshacerse de un compromiso de años, majestad? —se atrevió a insinuar.

TaeHyung se levantó con brusquedad de la mesa, colérico.

—¡NI SE LE OCURRA HABLARME ASÍ!

—¿Cómo puede defender a un omega tan deshonroso? —resopló con un tono bañado en una genuina indignación—. Si pregunta, varios alfas podrían confirmar su deshonor.

Y justo ahí, TaeHyung se perdió a sí mismo.

Por otro lado, el omega caminaba algo tenso con una bandeja en mano. Bajó la mirada hacia el té que le había preparado al rey; lo había hecho porque sabía que este día estaba siendo duro y que el alfa tenía problemas con el dolor de cabeza. Realmente no se imaginaba como estaría en ese momento.

Giró su mirada hacia su lado, donde Jackson caminaba, custodiándolo.

Lo vio con lástima. Después del ataque, Jackson se la pasaba más que nunca con él. No fue difícil que el rey lo permitiera ya que tenía cosas más importantes que pensar así que Jackson aprovechó la oportunidad y ahora podía custodiar a JungKook con libertad, algo así como una especie de guardaespaldas de medio tiempo.

—¿Te duele la frente? —preguntó JungKook, pues la tenía algo inflamada.

Jackson lo pensó un momento, mientras que JungKook movía su vista al frente.

—Tú me has dado peores golpes —contestó el alfa.

JungKook soltó unas cuantas risitas porque sabía que sí le dolía, pero Jackson era muy orgulloso y nunca admitiría que lo habían dejado inconsciente, mucho menos si el causante fue específicamente EunWoo, alfa que había desaparecido antes de que despertara.

—Después te doy otro ungüento —le dijo con tranquilidad.

Tranquilidad que fue rota cuando cruzaron por el pasillo y se sobresaltaron al escuchar como las puertas del salón del concejo se abrían con fuerza sonora y brusquedad.

Los dos se quedaron quietos esperando, alertas, pues el sonido había sido horroroso. Además, se escuchaban a lo lejos muchos parloteos e incluso gritos molestos de los alfas.

Y después de tan solo unos segundos, vieron a un hombre caer de espaldas al suelo en un golpe seco.

JungKook abrió sus ojos un poco más al ver desde donde estaba como la boca del alfa sangraba. Le entregó la bandeja a Jackson y su instinto profesional fue el que le dijo que fuera a atenderlo, así que trotó para tratar su herida.

Pero cuando iba a agacharse, alguien le gritó. JungKook sintió su cuerpo temblar un poco.

—¡NO PIENSE EN TOCARLO! —advirtió el rey y JungKook giró su cabeza rápidamente para verlo, apartándose del hombre porque jamás había visto a TaeHyung tan enojado.

Si molesto, disconforme, pero nunca así.

Sus ojos ya no eran amables ni tranquilizadores.

JungKook se mantuvo al margen, viéndolo todo.

TaeHyung se había volteado hacia el resto de los alfas presentes.

—¡NO SÉ QUÉ SE CREEN AL VENIR A MI CASTILLO A INSULTARME A MÍ Y A MI REINO! ¡MUCHO LOS HE AYUDADO A QUE TENGAN SUS VIDAS LLENAS DE PIEDRAS PRECIOSAS, LUJOS Y ALIMENTO! —gritó, agitando sus manos—. ¡Y AHORA ME ATACAN, SE PONEN EN MI CONTRA COMO SI YO HUBIERA ATACADO A MI PROPIO CASTILLO! ¡IMBÉCILES! —señaló la puerta con furia—. ¡VÁYANSE! ¡LARGO! ¡NO LOS QUIERO VER, LÁRGUENSE!

Todos empezaron a salir, el aura del rey furioso era realmente intimidante, hasta para los otros alfas. JungKook se alejó más para que nadie tropezara con él al salir.

—¿¡CÓMO PODRÉ CONFIAR EN SUS PIES FIRMES EN EL FUTURO!? —exclamó, viéndolos retirarse, sin esperar respuesta—. ¡LARGO! —los observó con enfado hasta que todos aquellos alfas se fueron, llevándose al herido, aturdido por el golpe.

JungKook miró a Jackson, que también tenía una mueca de sorpresa en su rostro. Pero JungKook solo suspiró y posó sus amatistas preocupadas en el rey, que caminaba para sentarse en su silla.

Pero al buscar sentarse, un mareo a causa del embotamiento lo hizo caer sobre la silla con inestabilidad, cerrando los ojos y tomando con fuerza el puente de su nariz.

JungKook jadeó un poco, viendo como NamJoon, HoSeok y YoonGi, quienes se quedaron, se acercaron preocupados rápidamente al alfa para comprobar su estado.

—¡Médico real! —exclamó uno de ellos y JungKook reaccionó, volteándose rápidamente hacia Jackson.

—Dame la bandeja —le dijo, y Jackson se la entregó con preocupación en sus ojos que JungKook desde luego que captó.

—Estaré bien, él no me hará daño —aseguró por lo bajo y el alfa asintió no muy convencido. Le dio una última mirada al omega, que ya ingresaba a paso apurado hacia el interior salón, y decidió irse.

JungKook caminó el trecho restante y dejó la bandeja sobre la mesa, arrodillándose junto al rey para acunar suavemente su mejilla.

—¿Qué tiene, mi rey? —preguntó suave, viendo al alfa con el ceño fruncido y los dedos en su sien, tapando sus ojos con su palma. También posó su mano hacia la frente del alfa para comprobar su temperatura.

Los tres alfas presentes observaban con celos disimulados la íntima escena. Sin embargo, no estaban celosos por ninguno de los dos, sino porque a ellos también les gustaría recibir un trato como ese. Tan atento y querido, algo que ninguno de los tres tenía.

—Supuse que tenía dolor de cabeza, así que le preparé un té —dijo JungKook, algo agitado; preocupado. TaeHyung abrió los ojos para verlo unos instantes, aún algo entrecerrados.

JungKook no se privó de obsequiarle una sonrisa de labios cerrados y una caricia rápida en la mejilla antes de impulsarse para tomar el té y volver a su posición original. Los ojos del rey se habían vuelto suaves nuevamente, esos que parecía tener solo para él.

TaeHyung se quitó los dedos de la sien y tomó la taza con sus dos manos. Cerró los ojos, no soportaba la luz del día.

JungKook colocó su mano en una rodilla y lo miró insistente para que comenzara a tomarlo, pese a que el alfa no lo estaba mirando. Suspiró aliviado cuando TaeHyung empezó a beber.

—¿Va a estar bien? —preguntó NamJoon, quizás un poco más fuerte de lo que debería, porque el omega lo miró con ojos abiertos en advertencia al notar como el rey arrugaba el ceño por la sensibilidad de sus sentidos.

—Claro que lo estará, es solo un dolor de cabeza —habló con suavidad. NamJoon miró a TaeHyung por un momento, terminando por asentir.

Nadie diría nada sobre la explosión de TaeHyung. Los tres alfas jamás lo habían visto de esa forma y se sorprendieron cuando explotó después que mencionaron al omega de ojos violetas. Al principio no entendieron, pero ahora veían a JungKook tratarlo con tanta devoción...

El omega tomó la mano del rey y la acarició suave.

... y vaya que entendieron porqué defender al omega con tanto ahínco.

YoonGi se acercó un poco más.

—¿Necesitas algo de nosotros? —le preguntó, pero TaeHyung negó después de varios segundos.

—Entonces —dijo HoSeok—. Entonces es mejor dejarlo solo.

Les hizo señas a los demás para irse y no dijeron nada más, pues sabían que TaeHyung no iba a responder. Además, HoSeok también estaba desesperado por irse, le preocupaba dejar a JiMin solo durante mucho tiempo, menos después del terrible suceso.

Una vez solos, JungKook le obsequió un rápido beso en la mejilla y fue a cerrar las cortinas del salón, pues era claro que la luz del sol estaba molestándolo. Solo dejó la ventana más alejada despejada, para que al menos aquella luz iluminara y no quedaran a oscuras.

Al caminar de vuelta, TaeHyung seguía con los ojos cerrados. Parecía como si durmiera, pero JungKook sabía que solo estaba calmándose.

Decidió contribuir con eso y se detuvo detrás de él. Acarició suavemente los costados de su cabeza, sobre el cabello, y después sumergió sus delicadas manos entre las hebras de cabello acaramelado, proporcionándole suaves masajes.

TaeHyung exhaló notoriamente, comenzando a relajarse.

—Si quiere permaneceré en silencio, a menos que quiera que lo atormente con mis palabras —murmuró JungKook.

—Usted jamás me atormentaría, omega JungKook —respondió pasados unos segundos, con voz baja y algo ronca, mientras detenía la mano izquierda del omega para envolverla con la propia y dejarla cerca de su hombro, aún cubriéndola.

—Me alegra —dijo bajito, inclinándose para darle un beso duradero en la mejilla, seguido de otro y otro más, ambos igual de lentos y suaves que el primero.

A TaeHyung le encantaba cuando el omega le besaba así, porque hacía del momento una eternidad que estaba más que dispuesto a aceptar.

Entonces, cuando el alfa se giró e impactó sus labios con los del omega, JungKook sintió un cosquilleo que viajó fervientemente por todo su cuerpo y no tardó en seguirle el movimiento suave.

TaeHyung exhaló un poco, pues probar esos labios otra vez era como besar a la euforia personificada. Sentía como la ira se disipaba con el simple roce húmedo de sus labios, y secretamente, ambos empezaban a adorar sentir sus aromas tan cerca como cuando acariciaban sus labios y eso tranquilizaba al alfa.

JungKook se había acomodado un poco para que TaeHyung no tuviera que girar mucho la cabeza, y TaeHyung posó la mano más pequeña ahora sobre su pecho.

Al poco tiempo, TaeHyung había olvidado un poco su migraña, solo un poco.

JungKook cortó el beso con suavidad y volvió a sentarse en el suelo a su lado, colocando su mano sobre el pecho de TaeHyung nuevamente.

—¿Qué le hicieron esos alfas para tenerlo así?

—Básicamente vinieron al castillo para culparme de todo y hacer más evidente que no me toman en serio —respondió, frunciendo las cejas al recordarlo. JungKook apretó los labios y acarició su mejilla con los nudillos.

—No fue su culpa.

TaeHyung suspiró.

—Yo soy el rey —dijo, agotado. Vio al omega negar.

—Eso sale de sus manos, no fue su culpa —aseguró, mas TaeHyung no respondió, solo cerró sus ojos, dándole inconscientemente tiempo al omega para pensar cómo decir sus pensamientos—. Si me permite decirle, para mí usted actuó acertadamente —le dijo y TaeHyung subió las cejas unos segundos—. Brindó apoyo a las familias de los sirvientes y lacayos que perdieron la vida, también fue a velar por los nobles y se encargó que no hubiese ocurrido ningún ataque en el pueblo —rio suavemente, buscando animarlo—. Sin mencionar lo bien que defendió a su gente en el ataque —Para ese entonces, TaeHyung ya lo estaba mirando. JungKook se acercó y casi juntó sus frentes—. No todos los reyes se ponen a luchar con espadas, majestad.

—Lo vi defenderse también, lo hizo muy bien —dijo, casi en un susurro.

—Me dejé llevar por la supervivencia, no fue difícil —respondió, subiendo las comisuras.

TaeHyung rio por unos momentos, deteniéndose y arrugando las cejas cuando el dolor de la migraña volvió a presentarse.

JungKook tomó su hombro.

—Vamos, lo llevaré a su habitación a que se acueste un rato —le dijo, pero TaeHyung negó.

—Tengo muchas cosas que hacer aún.

—El duque de Taejeon-dong puede encargarse de sus asuntos mientras se recupera, pero debe dormir —le dijo, un poco más severo, pero sin perder su dulzura característica.

TaeHyung acunó su rostro.

—Estaré bien, siempre me pasan estos tipos de dolores.

JungKook casi jadeó y se levantó.

—Por esa razón debe descansar, tómese lo que queda del té y lo llevaré a su habitación.

TaeHyung ladeó la cabeza y lo mire para protestar.

—Omega JungKook...

Pero el omega se cruzó de brazos, serio.

—Beberá su té y se acostará a dormir, son órdenes de su médico.

TaeHyung dudaba. No podía dejar sus responsabilidades, él era el rey. Sin embargo, dejárselas a NamJoon por un día y descansar era ciertamente tentador. Sin mencionar que, por otro lado, el omega JungKook lo iba a cuidar hasta que mejorara. También era una muy tentadora oportunidad. ¿Debía aprovecharse de su malestar?

Miró su té y lo acercó a sus labios.

—Usted gana, omega JungKook —concedió, dándole un sorbo mientras el omega sonreía victorioso.

—De acuerdo, vamos —dijo una vez vio que el rey había acabado su té y lo ayudó a levantarse con la mano que aún tenía tomada.

TaeHyung se paró con lentitud, y al hacerlo, sintió verdaderamente pesada su cabeza. Estaba dispuesto a dar los siguientes pasos como siempre que había tenido que caminar con esos dolores, pero sintió el brazo del más bajo abrazarlo por la cintura.

Quiso reír enternecido, pero ni eso le era posible.

—¿Sabe que puedo caminar bien? —preguntó con un deje divertido.

JungKook negó, haciendo que sus cabellos se menearan al negar con tanto ímpetu.

—No, no puede.

TaeHyung hizo una mueca que JungKook supo que buscaba ser una sonrisa divertida y ambos salieron al pasillo.

Muchos guardias quisieron acercarse en el camino para ver qué pasaba con el rey, pero JungKook espantó a más de uno con una mirada matadora y ellos se apartaban porque nadie quería tener problemas con la pareja del rey —porque sí, ya todos lo consideraban como tal— y mucho menos en frente del mismísimo rey, y aún menos sabiendo por cuchicheos cómo era la actitud del omega.

Eso sí, le dijo a uno de ellos que le enviara al duque de Taejeon-dong el recado que decía que el rey estaba en malas condiciones. JungKook estaba seguro que a NamJoon le bastaría para empezar a realizar las tareas de TaeHyung.

El camino fue largo y silencio, pero jamás incómodo. La verdad era que TaeHyung sí necesitaba de alguien que lo ayudara a caminar y a JungKook le gustaba hacerlo, notando como el rey también parecía a gusto.

A mitad de las escaleras de subida hacia los aposentos reales, JungKook volvió a hablar con su tono de voz usual, que para la suerte de TaeHyung, era lo suficiente suave y armonioso para no turbar su sensibilidad auditiva del momento.

—No sé cómo puede subir todos estos escalones cuando lo único que desea es descansar en su cama —le dijo, elevando sus comisuras. Vio al alfa mirar las escaleras restantes.

—Uno se acostumbra —respondió simplemente.

JungKook hizo un mohín porque pensaba que el rey le seguiría la diversión y no sería tan corto al hablar, pero supuso que de verdad se sentía mal.

Terminaron de subir las escaleras y ambos se dirigieron a la habitación.

Hubo más de un guardia que miró a JungKook, no creyéndose que el omega entraría con el rey a sus aposentos privados. JungKook pretendió que no los había notado y solo entró.

Y posteriormente, todas las miradas fueron obstaculizadas cuando JungKook cerró la puerta desde adentro.

—Maldición, ¿por qué es tan claro? —se quejó el alfa, refiriéndose a la luz que entraba por las amplias ventanas.

Comenzó a quitarse las botas y el chaleco con lentitud cuando JungKook lo dejó en su cama, de espaldas a la luz, mientras que él iba a cerrar las cortinas hasta dejar un pequeño espacio para que entrara un poco de luz.

JungKook volvió y lo ayudó a acostarse, acomodándole las almohadas para que no quedara del todo acostado. TaeHyung exhaló, sintiéndose cómodo tan pronto su espalda pudo tocar su cama con tranquilidad.

Se sentía bien con lo que JungKook hacía, porque no sentía que el omega solo le curaba el dolor de cabeza, sentía que le curaba todo con sus atenciones. TaeHyung no hallaba algo más gratificante que recibirlas de parte del omega que el gustaba.

El omega se sentó a su lado en la cama.

—¿Desde cuándo tiene estas migrañas?

TaeHyung buscó un mejor acomodo.

—Desde que llegué al poder, creo.

Los ojos de JungKook brillaron en gran preocupación.

—Ya es un tiempo notable —expresó, arqueando las cejas.

—Al ser rey no puedo permitirme el descanso, puedo sentirme mal pero un día de falta puede causarle mucha inestabilidad al reino.

JungKook suspiró.

—Se preocupa por el reino y eso lo entiendo, pero si enferma más gravemente presentaría una inestabilidad aún peor que tan solo unos días de ausencia.

TaeHyung sintió caricias en su cabeza y casi cerró los ojos por ello, pero la vista del omega JungKook mirándolo con esos ojos tan coloridamente preciosos era mucho mejor.

—Recuerde que no hay heredero alguno, si a usted le pasara algo, el reino quedaría desamparado. No sea tan duro con usted mismo —bajó hacia su mejilla.

TaeHyung sintió un agujero en su pecho. Eso le hizo recordar a su hermano y a la desgracia en la que ambos estaban envueltos como toda su familia lo había estado.

—Tiene el apoyo de sus amigos, estoy seguro que el duque de Taejeon-dong hará un buen trabajo, y el general YoonGi y el duque Jung cumplirán con sus deberes también —continuó, ahora acariciando su mano. TaeHyung solo asintió.

—Gracias por su compañía —le dijo con sentimiento.

Nunca lo habían tratado de la forma en la que el omega JungKook lo trataba, ni siquiera cuando de niño se enfermaba con alguna gripe. Lo máximo que tuvo fue a algunas sirvientas que solo lo hacían porque se les ordenaba cumplir con lo básico. Pero no era lo mismo, eso estaba claro.

Recordaba la infinidad de veces en la que su padre le decía que debía seguir porque iba a ser un alfa. Según su padre, él era un Kim y un Kim jamás era vulnerable.

Pero Dioses, se sentía terriblemente bien estar vulnerable y así poder tener al omega JungKook cuidando de él.

El omega chasqueó la lengua, captando su tristeza al instante.

—No se ponga así, se recuperará —dijo dulcemente y se acercó para abrazarlo.

Y, oh. ¿Qué debía hacer?

Colocó su mano algo dudosa en la espalda del omega, sintiendo su respiración chocar en su hombro.

Hasta un abrazo era extraño para él. Sentía su corazón retumbar, pero era raro. Él no recibía abrazos porque a la realeza no se les daba ninguna clase sobre el afecto.

Cuando JungKook dejó de abrazarlo, lo miró con sus ojos grandes.

—Voy a traer algunas cosas para que se mejore, si se queda dormido mucho mejor, majestad.

TaeHyung lo observó por un rato. Sus ojos se veían perfectamente a pesar de la oscuridad parcial de la habitación.

—Hoy no le envié flores.

JungKook negó entre risitas.

—No hace falta, de verdad —le dijo, enderezándose para levantarse—. Me ha dado trabajo y eso es un regalo, majestad —TaeHyung elevó una ceja.

—¿Se alegra de mi estado? —preguntó con diversión. JungKook hizo una reverencia sonriente.

—Como el omega que corteja no me alegra, pero como su médico me encanta saber que debo curarlo —dijo, ya marchándose—. Duérmase, majestad.

Fue lo último que dijo antes de irse rápidamente y TaeHyung quedó solo, pensando que a pesar de su migraña y todo su pesado día, no fue tan malo.




Nota:

FELIZ MIÉRCOLES TAEKOOK

Antes de nada, MUCHAS GRACIAS POR LOS 1K. En mi tablero dejé un mensajito wonito, pueden pasarse si gustan leerlo. Muchísimas gracias por leer la historia y votar, nos hace muy felices.

Quería traerles el cap más temprano pero el tiempo se me fue volando y no alcancé ;-;

Ahora, conozcan nuestra imagen mental de WooJoon JAJAJAJAJAJA

PREGUNTAS:

Esto no es pregunta, PERO DEJEN DE INSULTAR A JK, GRaziAS

¿Qué opinión de Tae llevan hasta ahora?

¿JiMin? ;-;

¿Quién creen que sea el hombre con el que habló WooJoon?


Feliz resto de semana, besitos en suuuuss em... CODOS, hasta el siguiente miércoles taekook.

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