XXI: Baile de primavera
JungKook subió los escalones de dos en dos. Su corazón galopaba a una velocidad incluso más rápida que la del caballo más veloz de todos los reinos, y su agitación no se quedaba atrás.
Abrió la puerta a su habitación con algo de brusquedad, cerrándola tras él solo para derretirse sobre ella, sin siquiera soltar la manija.
Tenía una sonrisa tonta decorando sus mejillas y orejas ruborizadas; sus hombros estaban disparejos por la necesidad de encogerse ahí mismo. Tocó sus labios en un pequeñísimo roce, reviviendo la sensación de aquellos labios sobre los suyos.
Dioses, que bien se sentía.
Sus ojos vivaces en muestra de su regocijo interior dieron sorpresivamente con una caja rectangular sobre su cama y que obviamente no era de él.
JungKook caminó hacia ella a pasos pequeños, con sus dos grandes ojos resplandeciendo y sus labios todavía cosquilleando. Incluso todavía sentía su corazón moverse a mil como cuando TaeHyung se había acercado para robarle el primer beso. Rozó con las yemas de sus dedos las hermosas entalladuras hasta llegar al borde para poder abrirla.
Sus ojos brillaron como dos amatistas puras.
Un deslumbrante traje color negro aguardaba en su interior. El chaleco poseía un bordado que aparentaba brillar sutilmente con el movimiento y las mangas eran desordenadamente ordenadas y ligeramente abiertas, con dos delgadas cintas cayendo; la camisa también era negra y cubría hasta la mitad de su cuello, resaltaban los bordados en forma de flores sobre la superficie opaca. Y el pantalón era del mismo estilo que el abundaba utilizar, pero era mucho más impresionante.
Se asombró por el color, pues era mucho más común que los omegas usaran colores más claros y saturados que aquel, pero no se quejaría en absoluto; le fascinaba.
Sin embargo, no era lo único presente en aquella caja, no, pues un precioso gladiolo resaltaba por su exuberante color naranja.
JungKook sintió sus piernas dejar de funcionar por un segundo.
Amor sensual, significaba.
Mordió su labio inferior, los que el rey ya había poseído. Y, a pesar de la presencia de una carta, JungKook solo pudo quedarse observando la flor, dejándose caer sentado sobre su cama en un suspiro.
Tumbó su espalda sobre el colchón, rebotando ligeramente y llevando su mano hacia su estómago y vientre para acariciarlo mientras que una sonrisita atrapaba su labio inferior entre los dientes; estaba encantado con las atenciones y el detallismo.
Suspiró profundo con sus ojos brillando hacia el techo y remojó sus labios, girando su cabeza nuevamente hacia la caja. Estiró su mano para tomar la carta sin levantarse y abriéndola frente a sus ojos, sobre él.
«Omega JungKook, use este traje negro sin importar lo que opine la multitud, estoy seguro que todo se ve hermoso en usted.»
JungKook apegó la flor a su pecho.
«Vaya a la modista para que le quede perfectamente.
Kim TaeHyung.»
Con otro suspiro y una sonrisa se impulsó para sentarse y dejó la carta a un costado, levantándose para meter delicadamente la flor en agua. Caminó de vuelta a la cama y cerró la caja lentamente, dándole un último vistazo a las prendas.
Ya con la caja entre sus manos, salió fuera de su habitación y bajó las escaleras para salir al pasillo de camino a la modista. No se había percatado de que no había borrado la sonrisa en ningún momento.
Tal era su emoción y felicidad, que no se atrevió a tocar la puerta y simplemente la abrió.
Ingresó con la caja abrazada a su pecho, pero al ya estar lo suficientemente dentro como para ver a través del muro junto a la puerta, le fue imposible contener el boqueo del impacto.
Definitivamente esta no era la puerta hacia la modista.
Se quedó quieto en su lugar, impactado al ver como el príncipe JiMin tenía una especie de intimidad —que por su mala suerte presenciaba nuevamente—, pero esta vez no era con su esposo, no lucía como el duque. Ahora podía verlo sobre las piernas del general YoonGi, besándolo y acariciándole la espalda como si no hubiera un mañana.
—Vaya... —murmuró, apenas pudiendo contener las ganas de reír y con ánimos de hacerse notar.
Y como si se tratara de alguna especie de presencia infernal, YoonGi se separó del omega rubio, girando su cabeza para observarle con los ojos abiertos de par en par. JiMin, por su parte, lo observó con caras de pocos amigos.
JungKook elevó una ceja.
—¿Me uno? —preguntó con mofa.
Vio como YoonGi se avergonzó enseguida y JiMin lo observaba enfurecido.
—Hijo de perra —masculló entre dientes el príncipe, levantándose bruscamente para acercarse a él.
YoonGi quiso tomarle del brazo para cortar su andar, pero JiMin siguió. JungKook dio un pequeño paso hacia atrás con la misma expresión de burla.
—Te juro que si dices algo-
—¿Qué? —cortó el castaño y oh, JiMin quiso ahorcarlo ahí mismo—. No quiero tener problemas diciendo por ahí que le es infiel a su marido —continuó—. Tiene suerte, príncipe, estar con dos alfas a la vez es estimulante.
JungKook sonrió con naturalidad; JiMin sintió su ojo palpitar.
—Lo entiendo y por eso su secreto no saldrá de mi —completó sereno, pero JiMin podía detectar aquel tono burlesco oculto tras las comisuras levantadas del omega frente a él.
Le regaló una para nada grata mirada. Tuvo respirar profundo en respuesta a la molestia que le estaba causando la presencia, las palabras, la mirada y el tono del omega.
JungKook hizo una reverencia.
—Nos veremos en el baile —dijo él, y luego miró tras el omega, donde el alfa se encontraba—. Hasta luego, general YoonGi —se despidió, viendo al otro subir la mano para corresponder.
JiMin se giró hacia el alfa y lo miró molesto. YoonGi bajara la mano al saber que aquello era la causa. JungKook, por su lado, simplemente procedió a retirarse, escuchando de parte del YoonGi un "cierre la puerta" antes de salir.
Del otro lado de la gran puerta, TaeHyung podía escuchar a la perfección el bullicio de los invitados en el gran salón. Todos conversaban entre sí, compartiendo comedidos tragos de vino que servían los sirvientes.
Las puertas retumbaron al abrirse. Solo entonces las personas hicieron silencio, dejando tan solo el armonioso sonido de las notas bajas que eran tocadas para ambientar la velada.
Uno de sus subordinados —encargado especialmente de eso—, gritó su nombre y posición para informarle a todos su impetuosa presencia. Todos los presentes hicieron una reverencia extensa.
TaeHyung siempre se había preguntado la razón por la que su padre se veía tan contento y satisfecho cuando las personas callaban al aproximarse. A él no le gustaba en lo absoluto, pero viendo a todas esas personas reverenciándolo solo a él, podía llegar a entenderlo un poco más. Se sentía... bien.
Entró con su andar característico y firme, casi soberbio, a paso lento pero constante y con la mirada al frente, deslizando su capa y portado su corona directo hacia su trono.
Lucía regio, aunque era poco decir. Vestía de negro, como le era ya una cómoda costumbre. Sobre sus hombros, descansaba nuevamente una gran piel que le daba ese toque de color que lo hacía lucir muchísimo más imponente y poderoso. Nadie ponía en duda que el rey era un alfa verdaderamente atractivo e inalcanzable.
Con su cuerpo ya descansando sobre el mullido y gran asiento, la música volvió a escucharse con un poco más de intensidad y los demás continuaron con sus conversaciones.
TaeHyung tenía una sonrisa de lado de la que no se había percatado hasta el momento. Buscó entre la multitud a ese omega más bajo que él, de cabellos rizados, sonrisa brillante y ojos hermosamente peculiares, ese que tenía aquellos labios que anhelaba volver a probar.
Bufo una risa, acordándose del beso que compartieron.
Al no encontrarlo a simple vista, se limitó a admirar a las personas gozar del ambiente, esperando pacientemente a su compañero.
Mientras tanto, en una mesa ligeramente apartada de la multitud, un omega elegante y de porte ejemplar, con su atuendo fino y hermosa presencia, veía a su esposo coquetear con una mujer en la lejanía, compartiendo un brindis privado entre risas coquetas y distancias ínfimas. Terriblemente descarado.
SeokJin solo lo observaba, tomando de su copa de vino ocasionando que la copa emitiera un ligero y agudo sonido al menearla gracias a su anillo de matrimonio en su dedo anular.
Todos pensarían que quería largarse a llorar mares al ver aquella escena, seguramente muchos ya habían puesto sus ojos en él, pero SeokJin dejó de sentirse así desde hacía ya un tiempo. Dejó de preocuparse desde que entendió que un divorcio era algo imposible.
Así que, desde entonces, NamJoon estaba con quién deseaba y él también. No le reclamaba nada y su esposo tampoco lo hacía.
—Realmente odio los bailes —comentó un alfa a unas cuantas sillas cerca de él, en la misma mesa.
SeokJin giró a verlo con una ceja ligeramente alzada. Era atractivo, no mentiría.
—Me gustaría irme, ¿me acompañaría? —habló con un tono ligeramente más bajo, haciendo descender la copa. El alfa ladeó la cabeza sorprendido.
—¿Su excelencia?
Pero SeokJin simplemente le dio un último trago a su copa y se levantó de su asiento. Lo miró de reojo y para finalizar, hizo un ligero movimiento de cabeza, alejándose con elegancia hacia la salida.
El alfa tuvo que parpadear varias veces para volver en sí, y apenas lo hizo, se levantó y fue tras él sin dudarlo.
En uno de los tantos pasillos cercanos y casi paralelos de donde se realizaba la velada en cuestión, Jackson custodiaba como era costumbre. No ocurría mucho, son permanecía cerca del lugar, rondando por mero deber.
Todo era tranquilo hasta que divisó a lo lejos a ese alfa de hebras azabaches, porte alto y recto, vestido acorde con la ocasión y con esa mirada intensa que a mucho mataría pero que a Jackson solo le causaba disgusto; EunWoo se arreglaba las mangas de su traje oscuro, para cualquier omega que lo divisara luciría atractivo.
Jackson frunció el ceño, su sangre hirviéndole de tan solo ver a ese maldito. Por eso no pensó antes en acercarse a él dando zancadas y lo tomó del traje con ambas manos, con la mirada intimidante sobre él.
EunWoo alzó las manos en signo de rendición y con una sonrisa ladina en el rostro.
—Debía suponer que también estabas aquí —habló él, haciendo gruñir al uniformado.
—Intentaste tocar a JungKook —masculló. EunWoo colocó sus manos sobre las muñecas que apresaban su traje.
—¿Qué sabes? —casi bufó.
—Lo sé todo, JungKook me cuenta todo —acusó, más que enfadado.
EunWoo frunció el ceño, serio.
—Nada que no hubiéramos hecho antes, y pensaba que él me estaba correspondiendo; nunca lastimaría así a JungKook —Esta vez fue su turno de hablar entre dientes.
Jackson apretó sus puños con más fuerza sobre la tela.
—No te creo nada, voy a cortarte las manos la próxima vez que lo toques —amenazó.
EunWoo enfureció por la acusación. Jackson no sabía nada, absolutamente nada.
—En vez de lamerle las botas a JungKook, ¿por qué no estás buscando a tu novia? —escupió las palabras con molestia, ganándose un jaló de parte del contrario.
—¿Dónde está? —preguntó grueso, con la respiración agitada.
Jackson realmente quería golpearlo, golpearlo hasta que le dijera todo. Estaba considerando arremeter su puño contra él, ganas acumuladas no le faltaban, pero se desconcertó cuando una marca oscura se hizo visible a la altura de su hombro y clavícula; lo poco que la camisa dejó ver.
Jackson abrió sus ojos de par en par.
—Tú...
Pero antes de que pudiera formular algo más, el impacto de la cabeza contraria en su frente lo mareó y seguidamente, todo se volvió oscuro.
EunWoo lo dejó caer al suelo y se acomodó su traje con la mirada seria, y después, se encargó de arrastrarlo hasta una de las habitaciones contiguas, en llano silencio y discreción.
TaeHyung estuvo a nada de suspirar fastidiado. Nuevamente se encontraba en compañía de una presencia no deseada. La Señorita HyunSeo había llegado hace tan solo unos minutos, pero su parloteo continuo le resultaba terriblemente irritante.
Quería que otra persona muy particular lo acompañara, la persona cuyos labios no salían ni por un momento de sus pensamientos. Omega JungKook...
—¿Está disfrutando del baile, su majestad? —la aguda voz de la omega se hizo escuchar, sacándolo de su silenciosa, pero plausible imaginación. TaeHyung parpadeó una vez y tardó algo en responder, todavía ligeramente desconectado de su alrededor—. ¿Majestad?
TaeHyung cerró los ojos y chasqueó la lengua.
—No estaba prestando atención, ¿qué dijo? —habló, sin molestarse en formular algo mucho más suave. La omega hizo una mueca que se transformó en una sonrisa, como si quisiera aligerar el momento y decir que no importaba que no estuviera prestando atención. Claro, hubiera surtido efecto si a TaeHyung realmente le importara.
—¿Está disfrutando del baile? —repitió con una sonrisa.
TaeHyung asintió para no perder la cortesía.
—Por supuesto —contestó. Solo que la señorita HyunSeo vio aquello como una señal para tomar más confianza y se acercó más a él.
TaeHyung se removió, un poco incómodo, y fijó su vista azulada el anciano alfa WooJoon durante unos segundos. Debía hablar con él y ponerlo en su lugar, que se tomara la libertad de incitar a aquella mujer a coquetearle e insinuársele le parecía más que inconcebible.
Solo volvió a prestarle atención a la omega cuando esta rio agudo. La miró y, sinceramente, solo pudo pensar que su sonrisa no era igual de atractiva que la del omega que rondaba en su cabeza.
—Todos los trajes son ridículos, ¿no le parece? —habló la mujer, calmando su risa burlona. TaeHyung pensó para sus adentros que no le importaba en lo más mínimo.
—En mis pensamientos hay mejores cosas que los trajes de los invitados, señorita HyunSeo.
—¿Y que está en su mente? Si es que se puede saber —inquirió. TaeHyung la identificó más como una pregunta intrusiva que una curiosa; elevó las cejas y sonrió de lado, negando.
Bebió de la copa de vino que sostenía su gran mano y volvió la mirada hacia la multitud, dejándole en claro que aquello había sido un rotundo "no".
—Me temo que no es de su incumbencia, señorita.
Aquello la disgustó. Si lo pensaba un poco, el rey le parecía un alfa atractivo. Era aceptable, podría decir eso. Aunque no le gustaba mucho su rechazo, le parecía estúpido que la evitara de ese modo siendo ella la dama en cuestión. Insólito, según sus pensamientos.
TaeHyung ya pensaba que lo dejaría en paz, pues el silencio así lo dictaba, pero quiso maldecir cuando la mujer volvió a abrir sus labios colorados para soltar un suspiro y hablar.
—Todos llevan colores tan apagados —rio, ignorando que el rey hubiera demostrado su desinterés por el tema. A ella si le interesaba; hablaría sobre eso—. Por suerte nadie vistió totalmente de negro porque qué color menos acertado —comentó con una sonrisa burlesca, regodeándose de portar un vestido llamativo y de color.
TaeHyung la miró de soslayo. Él estaba vestido con colores oscuros. ¿Acaso lo hacía apropósito? Que desagradable mujer.
—No debería juzgar a los demás por cosas tan banales como esas —dijo él, tomando un sorbo. La omega frunció el ceño, ya hastiada.
—¿Por qué es tan tosco conmigo? —recriminó. TaeHyung giró a mirarla con una ceja alzada—. Pronto nos uniremos en matrimonio, usted y yo debemos mantener comunicación.
TaeHyung estuvo a nada de soltar un bufido seguido de una carcajada. Pero no lo hizo, por simple postura.
—Está muy equivocada si piensa que voy a contraer matrimonio con usted —habló, ya decidiendo ser claro y conciso, deseando que la omega finalmente entendiera su rechazo de una vez por todas. HyunSeo apretó los dientes con disimulo.
—Le recuerdo que nuestro compromiso es de años, el concejo-
—El concejo no va a intervenir en mis deseos, le recuerdo que hay nuevo rey con nuevas reglas. Además, para mi buena fortuna, ya hay un omega que llena absolutamente todo de mí. No necesito más.
La mujer jadeó, enormemente ofendida, y cuando estaba a punto de preguntar quién era o quizás soltar unas cuantas quejas en contra el rey, fue interrumpida por otra presencia.
—Su Majestad...
TaeHyung no tardó demás en girarse a sus espaldas, donde aquella dulce voz que ya conocía se hizo presente. No contuvo la sonrisa al ver al omega JungKook aparecer frente a sus ojos, luciendo totalmente hermoso con su cabello enrulado hacia un lado y tras sus orejas ligeramente rosadas, y sus ojos grandes violeta que eran los protagonistas.
Y por supuesto que TaeHyung no pudo reprimir la respetuosa ojeada del atuendo ajeno amoldándose a su figura a la perfección. Su cintura se marcaba con éxito debido al ajustado y perfecto corte de su pantalón y chaleco, y ni hablar de sus muslos. La camisa de encaje que llevaba cubría el inicio de su cuello con un tono más oscuro que el resto de la prenda y sobre esta, yacía un hermoso collar de oro blanco con una gema de ámbar. El negro siendo tan contrastante que su piel blanca lucía mucho más lechosa que antes. El omega era... alucinante.
TaeHyung, sin despegar sus ojos del omega, extendió su copa hacia la señorita HyunSeo.
—Sosténgame esto, por favor —dijo, sin prestarle mucha atención a nada
más. La omega la tomó por puro impulso, parpadeando.
JungKook tomó su brazo, ambos queriéndolo así, y juntos comenzaron a caminar a un lugar más apartado, sin importarles en lo más mínimo el resto.
—¿Lo he salvado de una charla no deseada, majestad?
—No puedo mentirle, era realmente hastiosa —afirmó, con una pequeña sonrisa ladina. JungKook rio.
—No entiendo por qué le dijo que debía respetar si lo que decía era cierto, todas esas personas visten horrible —dijo él, con una sonrisita mientras ambos salían al pasillo. No se escuchaban nada más que sus pasos.
TaeHyung se carcajeó libremente y JungKook casi suspiró por aquella hermosa melodía.
—¿Por qué me ha sacado del salón? —preguntó el alfa, viendo a su alrededor.
JungKook se detuvo frente a él y soltó unas cuantas risas suaves y lindas antes de jalarlo juguetonamente hacia una habitación. TaeHyung también rio, cerrando la puerta tras de sí pues era consciente de lo que harían.
No aguantaron mucho más y JungKook enroscó sus brazos alrededor del cuello contrario para hacerlo inclinarse un poco, mientras que TaeHyung dejó sus manos en su cintura como si estas ya estuvieran adquiriendo un lugar natural ahí.
JungKook remojó sus propios labios con ligereza, dedicándole una mirada profunda, y para TaeHyung fue imposible no bajar sus ojos zarcos hacia los labios ajenos, que lucían ligeramente más rozagantes que los otros días. Suponía que era obra de algún cosmético natural.
El omega casi suspiró. Sus pensamientos rondaban alrededor de las manos del alfa y en lo cálidas y seguras que se sentían.
Quería más de esa calidez.
Se impulsó delicadamente hacia arriba poniéndose de puntillas y juntos sintieron esa chispa de sus labios en contacto. Tan suaves y dulces que parecían una adicción.
Apenas se separaron cuando JungKook hizo chocar sus labios suavemente otra vez. Dos besos simples y breves, acostumbrándose a la sensación nuevamente.
Esta vez, se separaron un poco más para verse, los ojos de ambos estando muchísimo más brillantes y claros que antes. Se podían ver sus colores naturales a la perfección a pesar de la semioscuridad de la habitación.
TaeHyung acunó su rostro y JungKook se recostó en su mano, entrecerrando sus ojos cuando uno de los largos dedos ajenos acarició su labio inferior lentamente. JungKook afianzó su agarre en el cuello del alfa y se apoyó más en su alto cuerpo; sus narices rozaban. No se creía capaz de despegar la mirada de los labios del omega, pero entonces...
—Bésame, TaeHyung —susurró JungKook.
TaeHyung sintió su corazón retumbar y no se resistió a mirarlo a los ojos. Escuchar su nombre y la forma en la que le habló era... Dioses, le fascinó. Le encantó que lo llamara tan informalmente, ahí, en la soledad de esa habitación. Tan íntimo, tan privado.
Y él simplemente...
Apartó su dedo del labio ajeno y lo estampó junto a los suyos, suaves, pero deseosos. Por eso, cuando después de unos segundos de quietud JungKook movió un poco sus labios, TaeHyung creyó volar.
Lo tomó como un permiso y no lo pensó, solo se dejó llevar por su lado más impulsivo, por eso en su interior que le exigía por más.
Y no se negaría a cumplir con aquello.
Abrió un poco más sus labios, tomando el control de un beso más contundente pero no desesperado. Y por supuesto que JungKook le correspondió con la misma intensidad; quería lo mismo que él, lo quería desde hace tiempo. Pensaba en eso cada noche cuando estaba solo en su habitación y lo veía en una fantasía ansiada que ahora se hacía realidad, y cada movimiento le hacía confirmar que era mucho mejor de lo que se imaginó.
Los labios del rey eran cálidos y salvajes, pero se movía con respeto; no se sentía como una profanación. JungKook pensaba que un beso siempre debía sentirse así, pero cuan equivocado estaba. Esto era tan nuevo, tan diferente.
TaeHyung frunció ligeramente las cejas, atrayéndolo un poco más a sí. Los labios del más bajo eran dulces y pomposos, tan suaves y apetecibles que no quería apartarse, y Dioses, sus manos en la cintura del omega era algo que había anhelado secretamente desde la primera vez que lo apreció. JungKook contuvo un suspiro y deslizó sus manos hasta colocarlas directamente en el pecho contrario, debajo de la piel deanimal que reposaba en sus hombros.
Este beso era un poco más intenso en comparación con el primero que compartieron. Era suave, pero algo más rápido. Y, ninguno sabría decir si fue consciente o inconscientemente, pero empezaron a caminar, JungKook dejándose ir hacia atrás mientras que TaeHyung avanzaba firme, sin romper en ningún momento en contacto continuo de sus labios.
JungKook se sobresaltó cuando chocó suavemente contra una mesa, pero rápidamente se impulsó para sentarse sobre ella y hacerle espacio al alfa para que probaba sus labios con ese estimulante esmero. Ahora era incluso más cómodo porque sus alturas estaban más igualadas.
TaeHyung se permitió colocar sus dos manos en la espalda del omega, abiertas para intentar atraerlo un poco más, mientras que JungKook enredó sus manos entre las hebras de cabello caramelo del alfa.
JungKook dejó caer sobre él, apoyando su cuerpo más en el contrario como si fuera una necesidad.
No entendía lo que había dicho el duque SeokJin sobre que el rey no tenía nada de experiencia, porque por cómo lo tocaba y lo besaba le hacía pensar que sabía lo que hacía.
Pero claro, JungKook no notaba que internamente el alfa estaba más que nervioso, midiendo sus movimientos para no hacer algo mal.
JungKook suspiró encantado y cerró los ojos cuando los besos se movieron desde sus labios hasta su oreja, donde TaeHyung depositó un beso.
—Omega JungKook... —susurró sobre su oreja, haciendo que JungKook casi temblara por el cosquilleo de su aliento caliente sobre la piel húmeda. Apretó los labios para contener un jadeo.
Se vio obligado a apartarlo porque si seguían, sería imposible detenerse.
Lo empujó suavemente por sus brazos y los dos se miraron con ojos brillosos y las respiraciones agitadas.
JungKook carraspeó para no volver a caer en aquella tentación llamada Kim TaeHyung.
—Es mejor volver, majestad.
TaeHyung lo miró por unos segundos, algo absorto por la situación, y al caer en cuenta que ninguno de los dos se movía, reaccionó.
—Lo siento —dijo, apartándose para dejarlo bajar.
Y antes de cualquier otra cosa, JungKook tomó su mano con suavidad y se miraron, ambos caminando hacia la puerta. JungKook asomó su cabeza hacia el pasillo y al no ver a nadie cerca, el agarre de sus manos perduró con su andar.
Los dos trotaron con sonrisitas tontas y antes de llegar al salón, TaeHyung jaló suavemente su brazo para que se detuviera y lo atrajo hacia sí, para depositar tres últimos besos en sus labios que hicieron a JungKook sonreír en grande.
Volvieron a entrar al gran salón, JungKook tomado de su brazo como en un inicio. Sintieron miradas sobre ellos, pero no pensaron mucho en eso porque tan pronto como entraron, la música ambiental cambió a una melodía de vals.
Se miraron con complicidad y TaeHyung se acercó a JungKook.
—Acordamos una pieza —le recordó y JungKook lo miró impresionado.
—¿No estaba bromeando? —abrió sus ojos amatistas, pero no recibió respuesta cuando ya TaeHyung lo estaba llevando al centro del salón. Comenzó a abrumarse.
—Solo será un baile —le dijo el alfa y JungKook miró a la gente alrededor viéndolos, juzgando seguramente.
—Le pisaré el pie —dijo, más como una afirmación de que seguro ocurriría que como una posibilidad lejana.
TaeHyung lo miró con dulzura, notando la tensión y nerviosismo en el omega.
—Lo hará bien —aseguró—. Le recuerdo que quien nos hizo caer fui yo, no usted —dijo con tono burlón. Ambos rieron, dándole a JungKook la confianza suficiente como para iniciar cuando la balada empezó a escucharse.
TaeHyung se acercó, viendo como las mejillas carmín de JungKook comenzaban a ser notorias gracias a la cercanía. El omega inhaló profundo.
Envolvió su mano pequeño con la propia, y con la otra fue de camino a rodearlo. Solo que antes de siquiera colocar la mano en su espalda alta como era acostumbrado en ese tipo de bailes, le tomó de la cintura y lo acercó un poco más.
JungKook lo miró con los ojos bien abiertos, escuchando a lo lejos como todos los presentes jadeaban. Le fue inevitable no mirar hacia los lados, como si quisiera confirmarlo. Estaba nervioso.
TaeHyung hizo un sonido de negación.
—Solo míreme a mí —murmuró y la respiración de JungKook se entrecortó.
Se empezaron a mover al ritmo de la música, sus miradas estaban adheridas como si sus vidas dependieran de ello, como si fuera su oxígeno.
TaeHyung lo miró intensamente, casi aturdido con él.
Quizás esto era algo que solo TaeHyung sabría, pero no bailaba solo por bailar. Bailaba con el único y gran propósito de mostrarle a todos la gran belleza que estaba entre sus brazos. Él tan solo era el marco que sostenía la obra; JungKook era la gran pintura..
JungKook tomó más confianza al ver que ninguno de los dos fallaba y acabaron sonriéndose inconscientemente cuando la música comenzó a intensificarse y las demás parejas comenzaron a unírseles.
Para cuando se dieron cuenta, la mayoría de los presentes estaban bailando con sonrisas en sus rostros al ritmo movido de la música.
Y Dioses, TaeHyung nunca se sintió más seguro de haber hecho bien al iniciar ese cortejo, no se arrepentía. Valía la pena luchar por el omega JungKook y nadie podía discutirle eso.
JungKook lo miraba con el corazón golpeando su pecho con tanta rapidez que sentía que explotaría; sus ojos brillosos y sus mejillas sonrosadas. Aun así su consciencia no lo dejó disfrutar por completo, repitiéndole que debía salir de ese camino, que no podía seguir el rumbo que estaban llevando.
Pero es que Kim TaeHyung era alguien que no se podía ignorar ni en un millón de años.
Ambos se preguntaban si la persona que tenían al frente era la correcta. Esa persona que JungKook había anhelado toda su vida y aquella que TaeHyung siempre había imaginado.
Sentían algo. ¿Era eso lo que decían los libros que leían? ¿Esa era su historia de amor?
Sonrieron en grande, mostrando sus dientes y encogiendo sus ojos, sosteniendo sus manos cuando el ritmo del baile dictó que era el momento cúspide del baile. Todos empezaron a saltar, con sus manos juntas se alejaban sin soltarse y luego se volvían a acercar, mientras vueltas animadas llenaban todo el salón.
Usualmente el rey cambiaba de pareja con sus familiares, amigos cercanos o personas de importancia, pero TaeHyung no podía pensar en otra cosa, el tiempo se pasó volando y ninguno considero separar sus manos, sin intenciones de alejarse el uno del otro.
Y en realidad, cuando la música finalmente se detuvo, TaeHyung se sintió decepcionado, deseando que aquel inolvidable momento durara más.
Sus cuerpos quedaron quietos en su lugar, JungKook sosteniéndose de los bíceps de TaeHyung mientras que él lo tomaba desordenadamente la cintura. Sus cabellos ligeramente revueltos y sus respiraciones agitadas, pero aún con grandes sonrisas en sus rostros.
Solo que no todo dura para siempre. JungKook lo supo cuando captó movimiento por el soslayo de su ojo derecho y al girarse para observar, sintió un extraño vacío hacerse espacio en su pecho. Un mal presentimiento.
Entonces vio con dificultad cómo, a través de los invitados, un grupo de hombres vestidos de negro se movían al fondo del salón. Sudó frío y con un nudo en la garganta giró rápidamente hacia el otro lado, viendo como más de esos hombres acaparaban el lado contrario.
Y el brillo que vio reflejarse a la altura de sus caderas no era nada más y nada menos que espadas.
—Su Majestad —llamó por lo bajo. Tembloroso apretó los brazos de TaeHyung con fuerza.
El aludido frunció el ceño. El omega parecía haber visto un fantasma, estaba pálido y tenso, podía captar su temor. Miraba hacia un lado con fijeza y sus ojos abiertos. Confundido se giró en la misma dirección.
Y antes de que pudiera reaccionar correctamente, un grito se escuchó, junto con el sonido de las espadas desenfundándose.
Vio como todos los invitados comenzaban a correr despavoridos para alejarse de unos hombres que en definitiva no pertenecían ahí, pero cuando se dio cuenta que esos hombres también estaban del lado al que los demás buscaban huir.
Estaban rodeados.
Oh, y cuando el primer invitado cayó muerto, se desató la locura en el gran castillo de Daegu.
—¡Intrusos! —exclamaron, y los guardias desenfundaron sus espadas.
Cuando la sangre comenzaba a hacer presencia, TaeHyung miró rápidamente a su alrededor en busca de un lugar para que JungKook pudiera esconderse. Cuando divisó a la distancia un gran pilar solitario, no dudó en mirar de vuelta al omega.
—Omega JungKook, ocúltese, rápido —lo hizo retroceder con cuidado tan solo unos pasos, indicándole que debí apurarse. JungKook asintió, soltándose del alfa para trotar lo más rápido que podía hacia ese punto.
Miraba a todos lados en busca de Jackson para ir con él, pero no lo divisaba por ningún lado. Dioses, ¿dónde estaba?
Frenó en seco cuando fue repentinamente interceptado por uno de los intrusos. El hombre se le abalanzó encima con intenciones de dañarlo, pero JungKook era bueno esquivando.
Chocó con la mesa de comida y rápidamente la estudió, tomando el primer objeto filoso que vio: un tenedor de dos puntas. Se giró dispuesto a apuñalarlo, pero se quedó estático cuando vio como una espada ya lo había atravesado desde atrás.
Observó con ojos bien abiertos como el hombre cayó al suelo y el general YoonGi aparecía en su campo de visión, retrayendo su espada.
—¿Está bien? —preguntó el alfa. JungKook quiso responder, pero el miedo volvió a arribarlo cuando vio como uno de los intrusos quería atacar al general por la espalda.
Señaló rápidamente.
—General YoonGi —avisó casi en un grito, y YoonGi ni siquiera había alcanzado a girarse completamente cuando una flecha atravesó la garganta del atacante, matándolo al instante.
Los dos, agitados, miraron hacia arriba y vieron al príncipe JiMin sobre una mesa sosteniendo el arco en su dirección, respaldado por su esposo, que portaba una espada.
YoonGi y JungKook volvieron a mirarse entre sí, el alfa queriendo ponerlo a salvo, pero desistiendo cuando el omega levantó la espada del hombre muerto a sus pies y la empuñó con fortaleza. YoonGi entendió enseguida y tras darle una última mirada de confirmación, se giró para seguir erradicando a aquellos agresores.
JungKook respiró profundo antes de apretar sus labios con decisión y girarse para seguir trotando hacia el pilar. En el camino hubo dos atacantes que intentaron interrumpirlo, pero JungKook usó aquella espada con mucha facilidad, acabando con sus vidas rápidamente. En esos momentos le agradecía a su padre por haberle enseñado todo lo que sabía desde pequeño.
Ocultó todo su cuerpo tras el pilar, solo asomando sutilmente su cabeza para observar todo desde la distancia.
Era un desastre, había un montón de cadáveres de los dos bandos alfombrando macabramente el suelo y la sangre salpicada pintaba las paredes sin un atisbo de consideración. El sonar de las espadas, los gritos de dolor y muerte, movimiento, mucho movimiento.
Los guardias, algunos veteranos y jóvenes de alta sociedad, incluidos el rey, el general y los duques, luchaban. NamJoon, HoSeok y YoonGi movían sus espadas en un santiamén, al igual que TaeHyung. Cortaban y apuñalaban con determinación y dureza, estocadas tras estocadas.
Admiraba como el príncipe JiMin lucía tan seguro de sí mismo desde la altura de aquella mesa, disparando a diestra y siniestra con concentración. JungKook sabía matar, pero desde la corta distancia siempre estaría en desventaja contra un alfa, por mucho que entrenara, no podría igualar la fuerza que estos poseían, solo podía recurrir a la evasión y rapidez, al ataque furtivo.
Estaba tan concentrado observan todo con atención mientras que su corazón retumbaba inquieto, no se dio cuenta que alguien se acercaba por su espalda hasta que ese alguien le tomó la muñeca que empuñaba la espada y le tapó la boca con su palma.
JungKook abrió sus ojos en demasía, inmediatamente llevando su mano libre a la ajena y removiéndose para zafarse, pero esa persona comenzó a sacarlo fuera del salón.
Se zarandeó con desespero, pero al diferencia de fuerzas era clara. Se trataba de un alfa. La alteración no le dejaba identificar quién, ni siquiera por el olor.
El alfa lo sacó por el mismo pasillo en el que antes se había perdido con el rey y pudo escuchar el revuelo como algo un poco más lejano, pero aún muy presente. Quiso gritar cuando ese hombre lo metió en una habitación sola y ligeramente oscura.
Ya dentro, y con la puerta cerrada, el alfa quitó la mano de su boca y solo sostuvo la muñeca que antes tenía la espada. Ni siquiera se había percatado que esta había caído en el camino.
JungKook se giró rápidamente, topándose con el rostro de EunWoo. No lo había visto en todo el Baile y ahora solo vestía un chaleco de cuero simple. No tenía ropa de gala.
—¿Qué haces? —masculló JungKook, furioso, moviendo su muñeca para zafarse, pero EunWoo no le respondió—. Suéltame, EunWoo —exigió entre dientes, poniendo más resistencia.
EunWoo hizo voltear por completo y lo tomó del brazo para verlo a los ojos.
—Nos vamos a Seúl —avisó serio. JungKook parpadeó, frunciendo con más intensidad su ceño.
—¿Qué? No, no iré.
El alfa chasqueó la lengua.
—Sí, sí irás, nos casaremos y te liberaré —dijo, arrastrando las palabras.
Quiso rebatirle con incredulidad, pero las palabras se le fueron cuando vio de soslayo y al mirar a esa dirección, vio a Jackson inconsciente junto a una pared. JungKook jadeó gangosamente, abriendo sus ojos bañados en preocupación. Quiso correr hacia él, la respiración agitándose a medida que los recuerdos de su pasado volvían.
Pero sus pensamientos se cortaron cuando EunWoo lo tomó de los dos brazos y lo apegó a él para que le prestara atención.
—Él está bien. Nos casaremos y ya no tendrás que seguir órdenes —le dijo rápidamente, pero JungKook se zarandeó, desesperado.
—No, no quiero —gruñó. EunWoo lo vio con frustración.
—Van a matarte, JungKook, el rey va a matarte. Es mejor que nos vayamos a casa y seas mi esposo, ya tendrás tiempo para superar al rey —dijo, queriendo hacerlo entrar en razón. Pero nuevamente, JungKook se negó.
—No, no me iré contigo.
EunWoo apretó sus labios de la frustración y, sin ya recursos momentáneos para hacerlo recapacitar, lo atrajo a sí y acaparó sus labios.
JungKook arrugó el rostro enseguida, con los ojos bien abiertos. Colocó sus dos manos en los hombros del más alto para apartarlo, pero EunWoo lo tenía preso de la cintura, haciendo fuerza suficiente para mantenerlo en su lugar, mas no para dañarlo.
Cerró los ojos con fuerza, comenzando a empujar con más fuerza, pero repentinamente sintió la anatomía ajena alejarse de él y las manos del alfa dejar de sostenerlo. La fuerza del movimiento al ser soltado lo llevó a trastabillar, y seguidamente, a caer del lleno en el suelo.
Fue en ese lugar cuando vio a TaeHyung hacer girar a EunWoo con brusquedad para estampar su puño cerrado contra su rostro, con tal fuerza que EunWoo cayó un instante después, con la mirada fija y colérica del rey encima aún en la inconsciencia.
TaeHyung, jadeante en furia por lo que había presenciado hacerle al omega que cortejaba, miró a JungKook y su mirada se suavizó rápidamente. Se acercó para ayudarlo a levantarse, y cuando estuvo de pie, lo atrajo a un abrazo que duró unos cuantos segundos en los que JungKook pudo suspirar de alivio.
El alfa tomó su rostro para verificar que estuviera bien, y al confirmarlo, lo atrajo a un beso fuerte, pero inmóvil, quizás queriendo borrar la boca intrusa de sus labios. Al separarse, JungKook tocó su mejilla, acariciando la primera zona amoratada que pintaba su pómulo. Se acercó una vez más para posar sus labios en los ajenos durante poco tiempo, en un minúsculo y suave beso.
Entonces, escucharon unos pasos acercarse a su ubicación.
—TaeHyung —llamó el príncipe JiMin. Ambos voltearon a verle.
JiMin intentó verlos del todo impasible, pero no se privó de demostrar su ligera sorpresa al encontrarlos de esa forma, no se esperaba. No dijo nada, solo movió la cabeza hacia la salida a modo de seña.
—Vamos —dijo, antes de salir.
TaeHyung miró al omega cerca de él por un momento, y luego tomó su muñeca con suavidad, y antes de salir de la habitación JungKook observó a Jackson hasta que la visión se lo permitió, deseando que pronto despertara y estuviera bien como EunWoo le había asegurado.
Al ingresar de vuelta en el salón, los tres agitados, vieron como todo a su alrededor se había calmado. Los guardias y señores de la nobleza arrastraban los cuerpos de los fallecidos. JungKook se aferró al brazo ajeno, aún turbado y asustado porque EunWoo planeaba raptarlo.
Observó cada rincón del salón, viendo como JiMin los guiaba a lugar donde parecían estar todos los heridos. JungKook sintió un nudo en su garganta de la pesadumbre cuando vio la cantidad de cadáveres sin vida sobre el suelo.
Y Dioses, cuando llegaron ahí, JungKook se zafó rápidamente con consternación y se agachó junto a uno de los cuerpos. Jadeó, dejando a un lado la posesividad y pensando como médico.
El estómago casi se le revolvió al ver a la señorita HyunSeo, con una flecha incrustada en su pecho. Inerte.
—¿Qué le pasó? —preguntó, mirando hacia los demás con una cara de preocupación increíblemente sincera. El príncipe JiMin bufó.
—Tiene una flecha clavada en el pecho, ¿qué cree que le pasó? —dijo, mirándolo mal, y él solo viró los ojos.
JungKook escuchó pasos acercarse, seguidos de la voz del duque de Taejeon-dong.
—El duque Jung salvó al príncipe JiMin de ser atravesado con esa flecha, y desafortunadamente la señorita HyunSeo se encontraba cerca. Su destino estaba escrito —explicó NamJoon, y JungKook apretó los labios, mirando a los demás heridos. Tenía mucho que hacer.
Entonces se levantó y miró a TaeHyung a los ojos.
—Debo atender a esas personas —avisó suave.
TaeHyung asintió, con ganas de besarlo, pero absteniéndose cuando JungKook se fue apuradamente a curar a las demás personas. Lo vio hacerle señas a un guardia mientras hablaba y el hombre asintió, retirándose de la sala. TaeHyung supo que era para traer a sus ayudantes.
—Su majestad —le llamaron. TaeHyung giró su cabeza con una ceja alzada y la mirada seria e incluso fría.
Y es que como no. Todo era caótico. Habían osado adentrarse a su castillo y matar a su gente. Estaba furioso.
Se giró en su totalidad cuando vio a YoonGi traer a la fuerza a uno de los atacantes, escoltado por HoSeok, que tenía una mano en su espada enfundada, alerta.
YoonGi tumbó al hombre esposado de rodillas, con brusquedad.
—Uno de esos hombres, majestad —dijo el general.
TaeHyung posó su mirada filosa sobre el hombre y extendió su manos firme hacia NamJoon, quien rápidamente entendió y le entregó su espada. TaeHyung la sostuvo de la funda, acercándose a paso lento pero resonante.
Desenfundó la espada en el camino, dejando caer la parte inútil al suelo. Dio los últimos pasos hasta estar frente al hombre, mirándolo desde arriba al menos en el que, con una tétrica lentitud, colocó el filo en su barbilla y le hizo alzar la cabeza bruscamente, logrando que brotara de la piel ajena un hilo de sangre.
El hombre lo miraba con cólera, pero la mirada potente del rey dejaba en claro que no podría intimidarlo.
—¿Qué he hecho? —habló TaeHyung con voz gruesa y rostro impasible—. ¿Qué hizo esta gente para merecer esta masacre?
Vio al intruso lamer la comisura de su labio sangrante sin responder.
—¿Sabes lo que te va a pasar? ¿Preferiste atacar a mi corte antes que escoger la vida? —inquirió, ronco, apretando la mandíbula y mirándolo con desagrado cuando el hombre de rodillas asintió sin dudas.
Casi gruñendo arrastró la espada hasta la ropa del hombre, específicamente a la altura de su hombro, y la rasgó descubriendo en su totalidad un tatuaje de serpiente. Sus dientes rechinaron y, con una mueca de molestia, posó la punta filosa de la espada sobre la tinta, presionando.
Todos veían, pero nadie se atrevía a hacer algún sonido. No cabía duda que la furia del rey era más que genuina. Su respiración y aura lo delataban, tan distinto a lo que el rey Kim TaeHyung acostumbraba mostrar.
Lentamente, aplicó fuerza, realizando un corte abierto sobre el tatuaje. El hombre apretó los dientes, aguantando el dolor.
—Quisiera acabar contigo, pero podría perdonarte, ¿debería? —murmuró, viendo la sangre del hombre derramarse del corte, humedeciendo su atuendo. El intruso se removía un poco, intentando no quejarse del dolor.
TaeHyung no entendía como esos criminales escogían la tortura antes que dar información. Preferían ser golpeados o quemados antes que hablar. Aborrecidamente leales. ¿Quién pudo haberlos entrenado de esa forma?
También pensó en qué podría hacerle a ese hombre, ya estaba harto de su mirada burlona y creída.
Todos escucharon la entrada del salón cuando se abrió. Todos los pares de ojos, excepto los del rey, miraron alarmados por todo lo ocurrido, pero se tranquilizaron cuando vieron a un guardia ingresar.
—Ya todo acabó, fue una victoria —informó en voz alta para que todos escucharan.
TaeHyung lo miró durante unos segundos, sin expresión alguna.
—No es cierto —dijo, volviendo a mirar al esposado— Esto solo fue una advertencia, ¿no es así? —habló entre dientes, tomando un puñado de cabello contrario con fuerza. Y por la brusquedad del movimiento, la espada le hizo otro corte en el cuello, superficial.
El hombre arrugó las cejas.
—Al ser el único sobreviviente debes tener un mensaje para mí, ¿o me equivoco?
Lo vio sonreír cínicamente.
—Son víctimas de su propia vulnerabilidad. Fue fácil para mi líder hacernos entrar y le será fácil acabar con el reinado; la dinastía Kim acabará con usted —habló por primera vez el hombre, escuchando los que para él eran gratificantes jadeos de sorpresa de parte de los invitados.
—Dejen de hablar y háganlo, siempre dicen lo mismo —masculló el rey, haciendo una seña con la cabeza—. Llévenselo.
Pero escuchó el bastón de Oh WooJoon acercarse.
—Han matado a los nuestros y se ha burlado de usted, ¿aún así no tomará acciones?
TaeHyung cerró los ojos, su dolor de cabeza haciéndose presente.
—Cállese —ordenó, hastiado.
—Es entendible que atacaran con un rey tan permisivo —insistió este. TaeHyung apretó la empuñadura de la espada y miró al alfa anciano; con solo una mirada le decía tantas cosas...
Ya estaba harto de que se creyera superior a él por ser prácticamente el principal en el concejo real de su padre. No comprendía como su progenitor podía tener a personas como él en puestos tan importantes.
Le dio una ojeada al alfa. Su atuendo estaba intacto. TaeHyung sabía que se había escondido tras las demás personas como cualquier vil alimaña cobarde. Incluso así tenía las agallas para juzgarlo como siempre.
Caminó hacia él con paso amenazante, arrugando las comisuras de sus labios en furia, casi mostrándole los dientes en un gruñido hostil; toda su expresión lucía tenebrosa.
Y cuando los demás parecían poder predecir lo siguiente que haría, TaeHyung se giró repentinamente y deslizó su espalda. Un movimiento pulcro que hizo que la sangre salpicara su rostro y atuendo, y seguidamente, se escuchara el sonido seco de la cabeza del hombre impactar con el suelo.
Los presentes contuvieron la respiración, algunos soltando jadeos horrorizados. Se oían murmullos.
TaeHyung levantó la mirada, con las cejas fruncidas en enfado y sintiendo la adrenalina recorrer sus venas. Todos lo miraban impactados y sus más cercanos lo miraron con atención.
Se enderezó con lentitud y caminó hacia WooJoon, hasta que una distancia corta era lo único que los separaba. El anciano estaba tenso, la sangre había salpicado su refinado atuendo y parte de su rostro. TaeHyung comenzaba a aborrecer su presencia.
Le entregó la espada en el pecho, con fuerza, como si lo estuviera retando, y WooJoon la tomó, con los ojos abiertos y la respiración algo atascada, pues los ojos del rey lucían como los de una bestia carnívora al acecho.
—Llévense el cuerpo —ordenó firme, sin apartar la vista del alfa, y luego de unos minutos en batalla de miradas, se apartó bruscamente y caminó lejos de él.
Caminó hacia la salida sin dirigirles la mirada a nadie, sin importarle que todos tuvieran su atención en él. Salió de ahí, dejando tras él un gran silencio que no se acabarían pronto.
JungKook mantuvo sus ojos fijos en la puerta mientras estaba junto a un herido, observando el rastro de la presencia del alfa con los ojos bien abiertos y asombrados.
¿El rey realmente había hecho aquello?
Nota:
HOY ES UN VIERNES TAEKOOK
Siento que han pasado 4756873 años desde la última actualización, no sé cómo hacen las personas que no actualizan en meses o años con el cargo de consciencia XDD
Para los que no estuvieron al tanto del mensaje que dejé en el muro de mi perfil o pendientes en Instagram, sufrí una quemadura química (por cloro) mientras lavaba unas cosas, y como hay problemas de agua y demás, no pude estármelo sacando correctamente, así que me quemé dos dedos. Se veían horrorosos y ardían muchísimo, así que no pude hacer el capítulo de la semana pasada hasta que se curara, ¡y por suerte ya se curó!
Corrí con este cap, escribí en total unas 7800 palabras en prácticamente dos días. Estoy feliz, AL FIN LO TERMINÉ JNBKJDFN
Espero que lo hayan disfrutado, y si papi shin quiere, el nuevo cap vendrá este miércoles como siempre.
PREGUNTAS DE HOY:
¿Qué piensan sobre lo que dijo EunWoo?
¿Nuevas teorías?
He visto que hay varias personas diciendo que JK no se merece a TaeHyung, ¿ustedes, el resto, qué opinan?
Bueno, me voy a descansar un buen rato, quedé molida JSJDJA. Bye, FELIZ FIN DE SEMANA, BESITOS EN LAS NALGUITAS PRECIOSAS QUE TIENEN.
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