XX: Las agallas de mucho más

El día de hoy, JungKook se había esmerado en lucir mejor y descartar su vestimenta usual; ahora su conjunto constaba de una camisa blanca cubierta por un chaleco de mangas largas de color azul marino, que hacía contraste con sus botas de cuero marrón oscuro. Una vinta sostenía nuevamente su cabello, esta vez decidiendo dejar algunos pocos mechones sueltos sobre su frente, que estarían próximos a cubrirlos un poco más de los rayos del sol.

Pero, a diferencia de los otros días cotidianos donde se levantaba con una sonrisa en el rostro y ánimos notorios, su rostro no expresaba ni una pisca de esa serenidad. No cuando sus ojos eran testigos de una muy irritante escena que le sacó más de una mirada asesina.

Estaba a unos cuantos pasos fuera del establo, con el objetivo de ir a buscar a su caballo, Ónix, para poder realizar el recorrido que la corte había impuesto para los invitados de los diferentes reinos.

Sin embargo, fue en ese momento que vio a alguien más sacándolo de su caballeriza. Más específicamente, aquella omega de cabello claro, esa invitada que había visto ir a todos lados en compañía del anciano del concejo.

Por lo que JungKook había deducido, pues debido a lo incómodo que lucía el rey en su presencia, fue fácil saber que el concejo la había sido el responsable de invitarla, y no le extrañaría que pudiera ser la nueva alianza entre el rey y el reino de donde la omega pertenecía.

Pero aquello obviamente no iba a concluirse, porque TaeHyung ya estaba "aliado"; como ellos se referían", y era precisamente con él.

Oh, y JungKook vio cuando la omega sacaba un pedazo de tela de su vestimenta para empezar a pegarle al caballo porque no la obedecía, y como iba a hacerlo, si además se trataba de Ónix, el catalogado como el caballo más inquieto del establo real, sin mencionar que lo estaba jalando por las riendas de una manera en la que jamás de los jamases iba a hacerle caso.

Decir que JungKook no enfureció sería una vil mentira. Y como ya se le conocía, no dudó ni un segundo en acercarse a ella dando zancadas, tomarla de los hombros para girarla rudamente y arrebatarle el pedazo de tela para abofetearla con él; primero en la mejilla derecha y luego en la izquierda.

HyunSeo no pudo siquiera reaccionar, totalmente pasmada.

—¿Te duele? —masculló, volviendo a impactar la tela en su mejilla.

Los presentes tenían su total atención en la escandalosa escena, JungKook podía sentir sus ojos en ambos.

Fue entonces que la mujer jadeó, reaccionando finalmente, estupefacta y con intenciones de despotricar en su contra, pero JungKook se le adelantó una vez más.

—Entonces no lo hagas —puntualizó mordaz, tirándole el pedazo de tela para pasarle por un lado e ir directo hacia Ónix y subirse sobre él en un solo movimiento.

Acarició su pelaje y sonrió para sus adentros, notando la gran diferencia en la tranquilidad que el caballo expresaba en presencia de la persona correcta.

HyunSeo seguía mirándolo indignada, sintiéndose terriblemente humillada.

—No vuelvas a tocar mi caballo o no respondo por mis acciones —advirtió él. La omega bufó.

—¿Su caballo?

JungKook asintió, sin molestarse siquiera en hablarle con formalidad.

—En efecto, fue un regalo de Su Majestad —aclaró, haciéndola boquear un poco. Sin embargo, JungKook no dijo más, moviendo sus pies para que Ónix comenzara a avanzar; lo acarició después, y cuando estuvo a unos cuantos pasos más lejos de ella, murmuró—. Maldita.

Cerca de la salida del establo, el sonido de alguien aguantándose la risa llegó a sus oídos, y al dirigir su mirada, vio a YoonGi, también montando su caballo e intentando con todas sus fuerzas aguantarse las carcajadas para mantener la compostura, pero siéndole casi imposible porque realmente disfrutó de aquel espectáculo.

JungKook sonrió, manteniendo su amabilidad nata en el rostro, como si hace unos minutos no hubiera cacheteado a aquella omega por maltratar a su preciado caballo.

Por otro lado, el príncipe, quien, mientras iba al punto de partida del viaje sobre su caballo, vio la escena; su ojo palpitando al ver a JungKook retirarse. Fue hacia la mujer, que seguía plantada en el mismo lugar con los ojos fijos y cada de pocos amigos hacia la espalda del omega médico alejándose.

—¿Está bien? —preguntó JiMin.

—Era solo un caballo, es un exagerado —contestó ella, con voz irritante.

JiMin solo la observó con una sonrisa estática y poco amable en su rostro, haciendo un sonido que no se podía interpretar como afirmativo o negativo, simplemente neutral. Sin más, comenzó a hacer a su caballo galopar, y al estar de espaldas de la mujer, rodó los ojos, bufando.

—Y tú eres una zorra —murmuró.

Lo intentó, pero no, imposible. Odiaba a esa mujer.

Qué desperdicio de persona, pensó.

JiMin vio que YoonGi lo miraba, aún sonriente por las recientes ganar de reír. Pero JiMin lo miró odiosamente con una línea en los labios, y YoonGi solo hizo una mueca, viéndolo irse.

JungKook se deleitaba con el tremendo porte que el rey ofrecía mientras cabalgaba frente a las demás personas, charlando con algunos alfas importantes. Lo miró de arriba abajo, dándose cuenta que la piel de zorro color caoba con toques naranjas que estaba sobre su capa hacía que su espalda y hombros lucieran más anchos de lo usual.

Veía el cabello caramelo peinado hacia atrás; había crecido un poco en los meses que llevaba conociéndolo. Las grandes manos del alfa sostenían con firmeza la rienda de su montura, JungKook podía recordar a la perfección el tacto abrasador en su muslo la noche anterior, y Dioses.

Antes de que sus pensamientos pasaran al plano más impuro existente, sacudió un poco su mirada, inhalando y exhalando. Se decía a sí mismo que quizás su celo estaba cerca. Quizás sí, nunca llevaba la cuenta. Pero de lo que sí tenía certeza, era que TaeHyung apretaba los botones justos para tenerlo flotando.

Vio al alfa llevar su otra mano a la rienda y darle un apretón. Fue el último incentivo que necesitó JungKook para salir de su caluroso trance, carraspeando y desviando la mirada con la esperanza de sumergir su atención en otra cosa que no fuera TaeHyung, TaeHyung y más TaeHyung.

Y afortunadamente para él, YoonGi entró en su campo de visión.

Descartó la opción de volver a sumirse en el aburrimiento que el viaje estaba suministrándole y en la sensación de que su celo podría adelantarse o su olor intensificarse, y solo se acercó con una pequeña sonrisa.

El alfa lo observó llegar y JungKook se esmeró un poco más en su sonrisa.

—¿Puedo unirme?

—Por supuesto, médico real —permitió YoonGi.

—Llámeme JungKook —pidió sonriente y él asintió.

Un tercer par de ojos junto a la escena lo miraron con disgusto y una mueca de molestia al no haber sido visto.

—General YoonGi, no he tenido la oportunidad de felicitarlo ahora que es un miembro oficial del concejo y no más un escolta —dijo afable—. Pero debo decirle que me gustaría volver a practicar la espada con usted.

—¿Practicar la qué? —dijo una tercera voz. JungKook formó un círculo con sus labios al percatarse de la presencia del príncipe JiMin, quién lo miraba con su mirada filosa de siempre desde el otro lado del caballo del alfa.

—Su alteza, buenos días —saludó cordialmente el omega y continuó, asintiendo hacia la pregunta del príncipe—. Sí, usted estaba recién casado con Su Excelencia y el general YoonGi y yo nos encontramos, decidimos practicar juntos.

YoonGi miró a JiMin, pues sospechaba que era muy probable que JiMin hubiera entendido todo mal. Y efectivamente fue así, pues la sonrisa en los labios del omega rubio no era nada amistosa, sin mencionar a su ojo palpitante en claro enojo.

El príncipe chasqueó la lengua.

—¿Y ha practicado con mi hermano, médico real? —inquirió, haciendo que YoonGi explayara sus ojos en sorpresa y carraspeara.

JungKook se inclinó para ver al príncipe y ladeó la cabeza, reemplazando su rostro de inocencia por uno perverso en señal de que ya había entendido su interpretación y pregunta. Rio abiertamente.

—¿En qué está pensando, Su Alteza? —dijo y luego negó—. No he practicado con él, pero estaba pensando que sería interesante —provocó, consiguiendo que el omega rubio arrugara la cara en signo de desagrado.

YoonGi formó un círculo con sus labios, sorprendido por las provocaciones entre ambos, y volvió a carraspear, incómodo.

—Las plantas de menta que me obsequió siguen en crecimiento, JungKook —dijo, con el objetivo de romper la tensión actual, y lo logró, pues JungKook borró cualquier expresión antigua y le sonrió en grande.

—Me alegra escucharlo, la menta es una de mis plantas preferidas sin duda, aunque mi favorita es la flor de lavanda, el aroma que desprende es hipnotizante —compartió entusiasmado, imaginando nuevamente la fragancia y sonriendo—. Si tiene alguna duda sobre el cuidado de sus plantas, no dude en preguntar, estaré encantado de ayudarle —ofreció contento y YoonGi le sonrió de labios cerrados, agradecido por la propuesta.

En cambio, JiMin, lo suficientemente disgustado con la interacción, se abrió paso entre ambos con su caballo para posicionarse en medio de ambos con una sonrisa falsa.

Y así continuaron el resto de trayecto.

La cara de TaeHyung era un poema, el fastidio siendo sin ninguna duda lo principal. Uno de sus brazos estaba apoyado en el borde del bote, con una mano en la barbilla y la mirada perdida en el agua mientras sus oídos escuchaban las palabras que salían de los labios pintados de la omega de cabello claro que no le dejaba respiro y se había sentado junto a él —muy cerca para su gusto—, tomando su brazo con la confianza que no compartían desde que habían embarcado hacia el otro lado del gran lago que poseía Daegu.

Había intentado en múltiples ocasiones hacer que soltara su brazo sin ser muy rudo, pero ella era imposible, parecía adherida con pegamento.

TaeHyung no estaba solo con ella, no, pues también se habían subido todos los miembros del concejo, incluyendo a Oh WooJoon y a otros invitados, todos del otro lado del bote. Estaba rodeado de gente que le desagradaban, que suerte la suya.

Y la señorita HyunSeo... Dioses, que molesta era.

Sabía muy bien cuál era el objetivo con todo ese acercamiento, era consciente del arreglo inferido por nada más y nada menos que su padre. A pesar de que ya no permitiría que ocurriera, se suponía que sería un matrimonio arreglado como el de su hermano, a quién se habían apresurado a casar.

TaeHyung no entendía como ella podía estar tan contenta sabiendo que su matrimonio sería infeliz. Le molestaba que la mujer se sintiera tan insuficiente con ella misma que lo único que le importara es que se convertiría en reina. Era inconcebible que hubiera aceptado algo así y lo estuviera intentando llevar a cabo con tanta tranquilidad, sin prestarle atención al claro disgusto que él le expresaba cuando buscaba acercársele o a las palabras que dejaba en el aire con tal de no contestar las insidiosas e invasivas preguntas de la omega.

Aquella actitud no podía desagradarle más a TaeHyung.

Veía a los alfas y a la omega reírse de algo que TaeHyung no sabía ni tampoco le interesaba, pues lo único que quería en ese mismo momento era sacarse de encima a aquella molesta omega con olor demasiado empalagoso para su selectivo gusto llamado JungKook.

Estaba pensando seriamente tirarse al agua para huir, porque aguantar el resto de trayecto sería un suplicio.

—Su Majestad hoy está un poco serio, ¿no creen? —comentó un alfa anciano del concejo, haciendo que todas las miradas fueran hacia su persona, incluyendo a la omega, que lo miraba más cerca de lo que le gustaría.

Dioses, sáquensela de encima, por favor.

—A veces es normal tener días no tan buenos, señor —respondió monótonamente, buscando sacudirse su fastidiosa atención de encima.

Suspiró, su cabeza se había llenado repentinamente del pensamiento del omega JungKook tras aquella pregunta.

Estaba de mal humor porque las demás personas, inconscientemente —y consciente de parte del concejo—, no le habían dejado momento para compartir y pasar el rato con el omega de ojos como gemas y cabello esponjoso.

Oh, JungKook, ¿qué estará haciendo?

Y antes de poder profundizar más en sus pensamientos, escuchó a alguien exclamar.

—¡Oh por los Dioses!

Se giró rápidamente por la exaltación de esa voz, alerta.

Pero cuando vio la cabellera castaña empapada emerger y apoyar sus antebrazos en el borde del bote, alzó sus cejas en demasía.

—Omega JungKook —dijo con sorpresa mientras todos los tripulantes miraban con estupefacción al omega médico aparecer repentinamente desde el agua.

JungKook no dijo nada, y en cambio intentó impulsarse para entrar al barco. TaeHyung no dudó ni un segundo en levantarse y soltarse del agarre de la fastidiosa omega para ir a ayudarlo.

—Omega JungKook —repitió, esta vez exclamando y apresurando sus pasos para sostenerle la mano y ayudarle a subir. Después tomó sus brazos y lo elevó el tramo que faltaba para que sus pies tocaran la madera del bote. Ahí sostuvo su espalda mientras que el omega se estabilizaba; ambos muy cerca.

TaeHyung volvió a su asiento y tomó su capa, caminando rápidamente de vuelta al omega para colocársela sobre el cuerpo y resguardarlo de un posible resfrío. Se la acomodó correctamente y JungKook le sonrió, mirándolo desde unos centímetros más abajo.

—Médico real, ¿por qué hizo eso? —preguntó un miembro del concejo; TaeHyung caminó de vuelta, pidiéndole a uno de los invitados un paño seco para JungKook, y no tardó en volver al omega con un paño en mano.

JungKook exhaló con una sonrisa elevando sus comisuras.

—El lugar donde estaba era muy aburrido. Además, tenía calor —contestó, consiguiendo que TaeHyung bufara una risa antes de tomarlo de la muñeca y llevarlo a su asiento.

—Usted es un caso, omega JungKook —le dijo con una pequeña sonrisa, ignorando las miradas de reproche de los demás.

—Permiso —dijo el omega hacia la mujer cuando TaeHyung se detuvo para que se sentara primero. Tomó asiento bastante cerca de la omega, solo para empujar su pierna en una señal silenciosa para que se apartara porque estorbaba.

TaeHyung se sentó junto a él, y fue entonces que la omega, incómoda y molesta, se hizo a un lado de ambos, bufando sonoramente. JungKook la ignoró olímpicamente, solo pendiente del alfa a su lado, que le había puesto el paño sobre la cabeza para comenzar a secarle el cabello superficialmente.

El espacio estaba sumido en silencio, todos con los ojos más abiertos de lo usual por lo que estaban presenciando de parte de ambos, quienes no se limitaban por la presencia ni los murmullos de los demás.

TaeHyung se estaba aguantando la risa, no creyendo que el omega realmente hubiera hecho eso.

—Médico real, ¿era eso necesario? —nuevamente interfirieron los demás, esta vez siendo WooJoon el encargado de hablar.

JungKook lo miró con inocencia.

—¿Qué cosa?

WooJoon resopló; JungKook disfrutaba de los masajes que depositaba el alfa en su cuero cabelludo.

—Es usted un desvergonzado —expuso el alfa anciano, exhalándose—. Su deber, médico real, es ceñirse a las normas de la sociedad, como el simple omega que es. No debió venir nadando a este lugar como si tuviera el deber de hacerlo.

El hombre sintió su enojo crecer cuando vio que el omega le indicaba al rey entre risitas que esa no era la forma de secárselo, alegando que si lo hacía como era común, su cabello quedaría más esponjoso de lo deseado, y él acató cada indicación con gusto tras sacarle la cinta que sostenía la revoltosa cabellera mojada y extendérsela al omega para que la sostuviera mientras él le secaba el cabello con más comodidad.

Tomó aquella ausencia de interés como una falta de respeto, como si no se le tomara en serio.

—Sin mencionar la gran incordia que me causa a mí y a todos los presentes al hacerse el desentendido de una situación de la que usted es más que consciente. Debería darle vergüenza —soltó, a punto de írsele la voz por no haber respirado en el reclamo, su rostro rojo por la misma razón.

JungKook lo miró, dejando descansar una mano en la rodilla del rey.

—Fue divertido, señor, debe relajarse más.

WooJoon rio sin gracia.

—Como diga la mosca muerta.

TaeHyung detuvo sus acciones y lo miró al instante, transformando su mirada suave que antes era dirigida hacia el omega, por una totalmente filosa y penetrante hacia el alfa anciano.

—Discúlpese con el omega JungKook —exigió, totalmente serio; molesto.

Todos los espectadores mostraron su sorpresa en ojos abiertos de par en par y pequeños sonidos de estupor.

—No voy a discul-

—¿Me desobedece? —inquirió el rey, en un tono más alto y grueso que el anterior.

JungKook le puso la mano en su bíceps y lo miró.

—No importa, mi rey, solo ignórelos, haga como yo —le habló suavemente y TaeHyung se destensó notamente, no sin antes darle una última mala mirada al alfa y luego concentró su atención única y exclusivamente en el omega a su lado.

Le obsequió una sonrisa de lado al omega, que le sonrió de la misma manera, y pronto, las personas siguieron hablando banalidades como si nada hubiera pasado. A excepción de la omega HyunSeo, que permanecía disgustada y ofendida por la interacción tan íntima y natural de ambos.

Ambos se miraron, TaeHyung ya terminando de secar su cabello.

—Lo vi tan aburrido e indiferente que me dieron ganas de hacerlo reír —confesó el omega y TaeHyung sonrió en un bufido, negando con la cabeza. Apartó el paño de su cabello ya seco y rodeó los hombros del menor con un brazo, desviando su mirada hacia el agua.

JungKook permaneció en su lugar, quizás arrimándose inconscientemente hacia el cuerpo contrario, embobado por como la brisa mecía hermosamente el cabello del alfa.

—¿A dónde iremos, mi rey? —preguntó en un murmullo melodioso y TaeHyung lo miró, sonriéndole.

—Ya lo verá.

Era... hermoso.

Desde lo mejor se podían ver grandes cataratas que descendían al fondo de un abismo de belleza inigualable, donde el agua se unía con el resto en una densa neblina húmeda y alta que simplemente hacía todo más especial a su vista violeta.

Había escuchado de ese lugar, era un paisaje fascinante más allá de lo estético. Se decía que fue ahí que los Dioses formaron el gran reino de Daegu, y posteriormente se expandieron hasta crear todas las tierras del continente.

Las personas venían a menudo en una gran caminata, pues además de la espléndida vista, se le conocía por ser un lugar sagrado donde todos y cada uno de los residentes del continente era libre de hablar directamente con los Dioses mismos sin ningún tipo de intermediario.

JungKook debía admitir que el viaje junto al rey fue especial y totalmente cómodo, solo que TaeHyung había tenido que retirarse con los grandes duques y ahora se encontraba caminando tranquilamente, observando con ojos grandes cada rincón del lugar.

Pero dio un pequeño brinco cuando sintió un golpe en el brazo con un material relativamente duro. Se quejó, viendo que se trataba del duque SeokJin, que volvía a abrir el abanico. El omega más alto enredó su brazo con el ajeno para atraerlo y que la sombra de su sombrilla lo cubriera también.

—¿Eres idiota? —habló SeokJin, caminando a la par. JungKook no respondió y SeokJin rodó los ojos—. Lanzarte de tu bote y nadar hasta el bote donde estaba mi primo y todo su gabinete, ¿es en serio?

JungKook alzó los hombros.

—Necesitaba estar con el rey —se excusó.

—Necesitabas —repitió, casi alzando una ceja—. ¿Necesitabas o querías?

JungKook rio.

—Ambas —admitió.

SeokJin lo miró con ojos escrutadores y analizadores antes de apartar la mirada. Arrugó un poco los labios.

—Pensé que iban a ser un poco más discretos con lo que sea que tienen —comentó el mayor.

—No existe la discreción entre nosotros —dijo. SeokJin negó—. Excelencia, ¿no le gustaría hacer lo mismo con su esposo? ¿Hacerlo reír?

SeokJin lo miró incrédulo, como si hubiera dicho la mayor estupidez imaginable, pero claro, sin romper aquella elegancia que lo definía.

—Jamás haría eso por ese bastardo, él no haría algo así por mí ni en un millón de años —respondió y JungKook lo miró a modo de regaño.

—Su excelencia, no debe llamar a su esposo de esa forma.

—Estás pequeño aún, déjame decirte que todos los alfas son unos bastardos —comentó, queriendo aconsejarlo.

JungKook desvió la mirada hacia las grandes cataratas, tan solo por un momento, pues miró al omega a su lado cuando decidió hablar.

—Pues mi rey no es un bastardo, me trata bien —comentó de vuelta, sacándole una mueca de asco al primo del rey. JungKook apretó los labios en una línea— El rey es un alfa espectacular, me envía flores todos los días, me respeta y me toma en cuenta...

SeokJin no mostró sorpresa por sus palabras, más en el fondo sí que lo estaba, pues a pesar de que todo el mundo lo sospechara, afirmarlo con tal certeza era otra cosa, pues ninguno de los dos había admitido públicamente la existencia de algún cortejo o relación.

Sentía un poco de envidia por sus palabras, pero le fue imposible no hacerlo cuando sabía perfectamente que NamJoon nunca se molestó en obsequiarle flores.

—Eso es porque es virgen —murmuró en un tono más tosco para que entendiera su punto. Sin embargo, JungKook no alcanzó a escucharle.

—¿Qué dijo? No lo escuché —expresó, inclinándose un poco hacia él para saber. SeokJin lo miró incómodo por tener que repetir aquella información.

—Eso se debe a que TaeHyung no tiene mucha experiencia en ese campo —dijo bajo, procurando ser cuidadoso. JungKook se le quedó viendo mientras su cara se transformaba en una mueca consternada.

—¿No ha estado con un omega? —inquirió agudamente.

Mh-mh —negó.

JungKook transportó su mirada rápidamente al rey a lo lejos, no creyéndose aquello.

—¿Cómo hacía durante sus celos?

—No lo sé todo, JungKook —le dijo con un tono algo odioso. JungKook hizo una mueca disconforme por no obtener la información—. Mi punto es que así son todos —empezó a mover las manos—. Los alfas al final siempre se cansan de su pareja y querrán buscar otras cosas, todos son así y nunca dejarán de serlo, nosotros solo debemos sentarnos y callar, ¿entendido?

JungKook frunció el ceño.

—Pero-

—Pero nada, vamos a rezar por ti.

Y acto seguido, lo arrastró mientras el omega castaño apuraba el paso a regañadientes.

Ambos estaban uno junto al otro, rezándoles a los Dioses; SeokJin con los ojos cerrados y JungKook observando las cascadas mientras divagaba sobre su hermana.

JungKook pensó, que de estar ella aquí, disfrutaría mucho. Era muy creyente y había sido instruida para ser devota a los Dioses, lo recordaba muy bien. Decidió guardar en su memoria ese lugar a detalle para hablarle de él cuando la encontrara.

Le pedía a los Dioses que ella apareciera, que ayudaran a Jackson a encontrarla. Era lo que necesitaba para sentirse en paz consigo mismo.

Y quizás estaba siendo un descarado al pedirle a los Dioses que también lo protegieran a él mismo, pero tenía miedo, miedo de que alguien se enterara quién era en realidad. No podía permitirlo.

Se ocuparía a toda costa de mantener su verdad oculta de todos, para así conseguir la verdad que aún ansiaba obtener.

—Rezo por mi familia, incluso por mi esposo —habló SeokJin, aún con los ojos cerrados. JungKook lo miró con sus preciosos ojos, atento—. ¿Tienes algún familiar?

JungKook apretó los labios.

—Sueño con tenerla.

SeokJin asintió.

—Reza por lo que deseas entonces, y agradece por lo que tienes.

JungKook desvió la mirada, sintiéndose mal de repente al afirmar para sus adentros que esos momentos carecía de todo; no tenía nada, nada más que a sí mismo.

Sin embargo, cuando su mirada verdaderamente enfocó, pudo ver al alfa caramelo de perfil, solitario a la distancia, frente a un barandal que daba de lleno con el profundo paisaje. Su cabeza estaba gacha y sus ojos cerrados; la brisa movía su melena fuera de su frente, sus hebras notándose más dorada debido a los rayos solares y sus cejas algo fruncidas. Supuso que rezaba.

JungKook suspiró con algo de tristeza; siempre lo veía tenso.

Se giró dispuesto a despedirse del omega, pero lo vio rezando en compañía de una mujer mayor, así que simplemente se alejó. La mirada tristona perduró mientras seguía avanzando, pues era la sensación que le generaba pensar en lo que él había venido a hacer y en lo difícil que le estaba resultado cumplirlo ahora que tenía un lindo algo.

Pronto, TaeHyung giró a verle al sentir una mirada sobre él y le sonrió de labios cerrados. JungKook tembló suavemente y se abrazó con ambos brazos en el abdomen, bajo la capa del rey que aún llevaba sobre sus hombros.

Terminó su trayecto hacia el alfa, sin despegar su mirada de aquella única sonrisa y sin dejar de preguntarse por qué, de todos los alfas en el mundo, él tenía que ser diferente.

TaeHyung agradecía la altura que se llevaban, pues tenía que admitir que verlo desde un poco más arriba hacía lucir al omega mucho más bonito, incluso haciendo algo tan simple como detenerse a su lado y carraspear suavemente, apretando sus labios tan solo un poco. El simple gesto le pareció precioso.

—¿Por qué está solo, mi rey? —JungKook fue el primero en aventurarse a hablar.

—Pude deshacerme del resto con el pretexto de que debo rezar —dijo, sin cambiar su cálida expresión, pero desviando su mirada suave a las grandes cataratas frente a ambos, con sus cejas ligeramente fruncidas y ojos algo achicados por el sol—. ¿Cree en los Dioses, omega JungKook? —preguntó pensativo y nuevamente mirándolo.

Entonces, sintió el cuerpo del omega acercarse al suyo y las manos ajenas tomar su brazo y envolverlo contra su pecho. JungKook no lo miraba, pero suspiró casi imperceptiblemente al sentirlo tan cerca de sí, disfrutando del calor de las palmas del omega que atravesaba su prenda; un agarre reconfortante.

—Anhelo creer, pero no puedo entender cómo los Dioses se atrevieron a arrebatarme tanto...

TaeHyung lo miró, mas no dijo nada, pues no deseaba irrespetarlo con preguntas. Simplemente colocó su palma sobre la mano del omega que tomaba su brazo, cubriéndola en su totalidad por el diferente tamaño de estas y proporcionándole el mismo calor natural que el omega le brindaba.

Ambos se miraron casi al mismo tiempo, chocando sus diferentes pero coloridas miradas entre sí, TaeHyung con sus ojos tan claros que parecían ser un espejo de la cascada frente a ambos y JungKook con sus ojos, que parecían ser parte del arcoíris que poco a poco se formaba entre las cataratas.

Acarició el dorso de la mano del más bajo con su pulgar, lento, apenas un suave movimiento.

En ese momento, no había más nadie, solo ellos dos. Ni siquiera recordaban que había más personas en el deslumbrante lugar que los rodeaba, pero, aunque lo hicieran, no les darían más atención de lo que se estaban dando mutuamente.

Era innegable la atracción entre ellos, indiscutible.

JungKook fue el primero en bajar a sus labios, anhelado descubrir su sabor. ¿Serían dulces? Se preguntó. Quería probarlos, deseaba saber si se sentirían tan esponjosos como se veían.

TaeHyung se dio cuenta e hizo lo mismo. Y pronto se generó entre ambos un momento de tensión, pero nada incómoda.

Ambos querían hacerlo, pero estaban frenados, ninguno se atrevía a dar el paso. Era tan nuevo para ellos.

Por su parte, TaeHyung no sabía si debía hacerlo, y JungKook no sabía si el rey quería hacerlo.

Sin embargo, antes de que pudieran meditarlo más, un carraspeo explotó la burbuja que los tenía envueltos.

—Oh, su majestad.

La irritable voz de la omega llamada HyunSeo se escuchó, y ambos miraron en su dirección. La mujer dio un pequeño respingo al ver que el rey no se había girado a verla muy contento, mientras que el omega la miraba serio, con una línea inconsciente en sus labios.

La omega sabía bien que había interrumpido, esa era su intención, así que simplemente se hizo la desentendida y continuó con una sonrisa que JungKook quiso quebrar.

—El concejo quiere que esté con nosotros al momento de partir, majestad —avisó la omega, TaeHyung solo mirándola impasible.

Sintió los labios del omega posarse sobre su brazo, cerca del hombro donde la prenda era un poco más delgada, y lo miró, importándole poco la cara de indignación que realizó la mujer frente a ellos.

—Es mejor que vaya, lo veré después —dijo con mucha suavidad, y Dioses, para TaeHyung era imposible no mirarlo hermosamente, como el precioso omega que era. Asintió, suspirando con pesar.

—No vuelva a tirarse al agua, por favor.

JungKook apretó sus labios con una pequeña sonrisa.

—No prometo nada, mi rey —murmuró suave, liberando su brazo para dejarlo ir.

La omega estaba a nada de ir tras él cuando JungKook la tomó del brazo para que permaneciera en su lugar.

—Deja de pasar vergüenza y busca a alguien más —avisó serio, soltando su brazo para hacer una reverencia pequeña mientras la omega lo miraba ofendida.

JungKook solo se arregló la capa del rey cuando ya estuvo derecho, con dobles intenciones, y la miró por última vez antes de retirarse.

El atardecer estaba cayendo, y ya todos estaban de vuelta en el gran castillo de Daegu, preparándose para el gran baile, cúspide del evento de primavera.

Pero JungKook andaba a sus anchas, sumido en la tranquilidad y sin ningún apuro de por medio, solo caminaba meneándose suavemente de un lado a otro mientras tarareaba una dulce melodía.

Estaba algo nervioso, pues nunca había asistido a un baile como esos. Realmente no quería ir, al menos no temprano. De todas formas, no tendría mucho que hacer ahí, y tampoco quería llamar mucho la atención. No le gustaba estar en presencia de todas esas personas con lenguas filosas que parecían tener como único objetivo criticar todo lo que se movía.

Mientras caminaba, observaba curioso todo a su alrededor, hasta que sus ojos grandes se toparon con un par de grandes puertas abiertas, y al asomarse, solo pudo jadear.

Dioses, era...

Maravilloso.

No tenía palabras, jamás había visto un salón tan hermoso y único como ese, donde grandes vitrales decoraban cada una de las paredes del lugar, reflejando su preciosa gama de colores azules, verdes, rosas, rojos, naranjas y amarillos sobre el piso de baldosas de color cian con degradados espesos en negro.

Dio pequeños pasos hacia el interior del gran salón, más que fascinado.

Había visto ese tipo de vitrales en el resto del castillo, pero ese lugar parecía concentrarlos en su totalidad. Y el techo mantenía un decorado sumamente exótico que complementaba todo.

Ojalá el antiguo lugar donde vivía se sintiera de esa forma.

Se quedó en medio del lugar, perdido en la belleza mágica que desprendía todo a su alrededor.

Entonces, escuchó pasos.

Con la misma curiosidad en sus ojos, se giró con parsimonia, en un solo movimiento lánguido y suave. Y, la primera acción que pudo hacer fue alzar las cejas y formar una hermosa sonrisa en su rostro que jaló sin preámbulos sus comisuras, pues sí, reconoció de quién se trataba.

Y para ser sinceros, solo había alguien que era capaz de causarle tal reacción.

TaeHyung caminaba hacia él, a pasos más grandes de los que JungKook podía dar con sus piernas, y lo vio detenerse a una distancia en la que podían verse con nitidez.

—¿Qué hace aquí a esta hora, su majestad? Debería estar vistiéndose para su baile —dijo el omega, sonriéndole para expresarle lo contento que estaba de verlo.

TaeHyung negó suave.

—Era más importante hablar con usted —aseguró.

—¿Y cómo sabía que estaría aquí? —preguntó curioso, inclinando ligeramente su cabeza.

TaeHyung dio un paso hacia él y miró hacia abajo, justo donde sus manos descansaban, y tomó una con suavidad para envolverla con la suya. JungKook también dirigió su mirada hacia esa delicada unión, con una sonrisa pequeña.

—Estuve buscándolo para hacerle una propuesta —dijo TaeHyung, ganándose la mirada de los ojos grandes y brillantes ajenos, expectantes y secretamente emocionados, ansiosos.

—Dígame, mi rey —animó, y TaeHyung inhaló y exhaló por un momento, formando después una sonrisa ladina y encantadora.

—Si me lo permite, quisiera que bailara conmigo una pieza.

JungKook elevó sus cejas en sorpresa, ladeando su cabeza y riendo un poco, con las mejillas algo rosadas ya.

—Aceptaría si tan solo supiera bailar —rio, admitiéndolo en un bufido.

TaeHyung negó y dejó un beso en su mano antes de tomar las dos esta vez.

—Yo le enseño —propuso, y JungKook viró sus ojos, tan solo un poco.

—¿En qué tiempo? Debe prepararse.

—Ahora mismo —sonrió, mostrando sus dientes en un cuadrado suave.

JungKook lo miró confundido, pero con sus ojos brillando en un sinfín de destellos morados. Quiso decirle que no había música con la que seguir el compás, o atuendos con los que sumergirse en la ocasión, pero...

—¿Me permite?

El omega sonrió en grande, incluso tanto que sus ojos se achicaron y pequeñas arrugas adorables se formaron junto a sus ojos. Exhaló una sonrisa que parecía querer desinflarlo.

—¿Ya?

El contrario asintió, abriendo sus brazos para que JungKook se acercar a él.

—Ya mismo.

JungKook dejó ir unas pequeñas risas verdaderamente felices, y se acercó, comprimiendo sus labios y dudando sobre dónde poner sus manos lechosas.

Cuando ya estuvo en posición, colocando una mano sobre su hombro, TaeHyung atrapó la palma del omega, que esperaba por ser tomada. Y al sentir la mano del rey tocar su espalda alta, pudo sentir un escalofrío agradable en toda su piel. Su tacto se sentía tan bien, pues a pesar de tener grandes manos.

TaeHyung seguía mostrando su sonrisa, sin vacilaciones, y menos aun cuando vio sus manos juntas y extendidas en posición.

—Yo lo guío, déjese llevar —dijo el alfa, mirándolo.

E instantes después, comenzaron a mecer sus cuerpos a la par; lento, un pequeño paso. JungKook ya sentía sus mejillas rojas, cosa que le impidió seguir manteniendo la mirada y la desvió, mordiendo su labio con disimulo. TaeHyung sonrió más grande, maravillado mientras se deleitaba con el rostro ruborizado ajeno.

Era imposible ser más hermoso, TaeHyung cada día lo confirmaba.

Vio a esos ojos azules observándole con intensidad, esos mismos que reflejaban encanto, tranquilidad y templanza. JungKook le agradecía a los Dioses que el sol todavía dejara pasar sus rayos por la vidriera junto a ellos, pues el rostro del alfa resplandecía con esos preciosos e intensos colores.

JungKook estaba más que nervioso, y TaeHyung no tuvo dudas de ello cuando sintió su pie ser pisado accidentalmente por el del omega. Soltó un pequeño quejido.

El omega abrió sus ojos de par en par, ahora sintiendo también sus orejas enrojecidas de la vergüenza.

—Eso no fue necesario —murmuró TaeHyung con una pequeña sonrisa y aún recuperándose.

JungKook hizo una mueca de arrepentimiento, pero antes de que tuviera intenciones de soltarlo, TaeHyung lo sostuvo con más firmeza y los hizo moverse muchísimo más rápido que antes, con una sonrisa entretenida en su rostro.

—Majestad, no tan rápido, puedo pisarlo otra vez —dijo JungKook con rapidez, intentando igualarle el paso, pero TaeHyung continuó, burlón. Ambos soltaron varias risitas.

A JungKook ya le empezaban a sudar las manos, pues si había algo que no sabía hacer era seguir el ritmo.

Majestaaaad —alargó apurado cuando TaeHyung comenzó a hacerlos girar y girar sin parar.

JungKook cerró los ojos con fuerza para no marearse y controlar no soltar ningún gritillo, solo aferrándose al cuerpo contrario para no caer.

Pero no sirvió de mucho, porque pronto TaeHyung tropezó con su propio tobillo y se vieron a sí mismos de camino al frío suelo entre más risas y sonidos de sorpresa.

—¡TAEHYUNG!

El cuerpo de JungKook fue amortiguado por el del alfa, que cayó de espaldas en un quejido divertido que se transformó en una gran sonrisa, entremezclándose con las risas de JungKook, que no había parado después de su terrible caída.

JungKook levantó su cabeza entre risas, pues esta había caído sobre el pecho del alfa, y se sostuvo de este con ambas manos para encararlo, apenas despegando su pecho del ajeno.

Mientras las risas cesaban y se convertían en casi inaudibles, JungKook se tomó la libertad de, con su palma, apartar el cabello de la frente al contrario, pues realmente le gustaba como se veía TaeHyung de esa manera.

TaeHyung solo lo veía fijo, dándose cuenta de lo mucho que le gustaba ver a JungKook desde ahí, y cuando las risas menguaron en su totalidad y dejaron su fantasma en sus expresiones, JungKook cayó en cuenta de que estaba sentado a horcajadas sobre el estómago del rey y las manos de este estaban sujetando sus muslos, cerca de su cadera.

Sin apartar sus miradas, se inclinó hacia él y ladeó su cabeza, plantando un lento y casi estático beso en la mejilla canela del alfa.

Y luego, se quitó del cuerpo del alfa y se sentó a su lado, en el suelo.

TaeHyung hizo lo mismo, subiendo su espalda para igualarlo y ver la pequeña sonrisa que JungKook mantenía.

—Me ha quitado la poca confianza que tenía para bailar en público —le recriminó, sonriente.

Ambos rieron, y en un movimiento involuntario y natural, entrelazaron sus manos, cómodos.

TaeHyung permaneció viéndolo durante un rato, JungKook supo que quería decirle algo.

—Mi nombre suena especial cuando sale de sus labios.

JungKook quedó mudo en su lugar, con la boca semiabierta. Un alfa lo había vuelto mudo.

Y es que no fue tanto la frase, sino su mirada intensa y la forma en la que lo dijo, eso fue lo que removió algo en su interior que no estaba seguro de saber volver a colocar en su lugar nunca más.

Decir que estaba rojo era poco para describirlo, y no quería soltar la mano del alfa por nada del mundo, ni siquiera para ocultar sus orejas coloradas.

Se levantó algo veloz, sacudiendo su pantalón y sintiendo el pánico de la vergüenza danzar en él. TaeHyung lo imitó, levantándose y negándose también a deshacer el agarre de sus manos.

—E-Es mejor que vaya a prepararse, ¿no cree? —habló JungKook, no hallando como calmar el galopeo de su corazón.

Pero TaeHyung no contestó, y en cambio, lo siguió mirando con intensidad, acercándose a él. JungKook puso sentir mucho más clara su esencia a vino y pistacho y vio los ojos contrarios tornarse de un azul mucho más claro.

—Prefiero compartir con usted, omega JungKook.

El nombrado tragó grueso, más nervioso cuando TaeHyung dio otro paso más hacia él. JungKook no podía moverse, le gustaba sentirlo cerca a pesar de todo el remolino en su interior.

Rio nervioso.

—No diga eso, usted es el rey y es una falta de respeto que-

Se cortó cuando vio a TaeHyung inclinarse hacia él, y en menos tiempo del que pudo siquiera deducir, los labios carnosos del alfa estaban sobre los suyos.

Oh, Dioses, eso...

Sintió como si un volcán hubiera hecho erupción en su pecho, desatándole un trillón de emociones que ya no estaba seguro de saber definir, pero se sentía bien, muy bien.

Era un beso inmóvil, un roce inocente, sus labios solo limitándose a encajar entre sí como piezas de un rompecabezas nunca antes completado.

Sus ojos, antes azorados, se cerraron por pura inercia, acompañando a los párpados de TaeHyung, que continuaba haciendo una suave presión, cerrando sus ojos con fuerza. JungKook atinó a posar la mano que estaba fuera del agarre del alfa en su hombro y apretar suave.

El alfa sintió que todos los libros que había leído eran una blasfemia comparado con la sensación de ese momento. Era alucinante, mejor de lo que sus dos mentes unidas hubieran imaginado para es ese momento.

JungKook sentía cada uno de los vellos de su cuerpo alzados, no queriendo que aquello terminara.

Entonces, se separaron. Apenas unos pocos milímetros, lo suficientemente cerca para verse si abrían los ojos.

JungKook se sentía lo siguiente a embriagado y aturdido. Tan...

Sintió la mano de TaeHyung posarse en mitad de su mejilla y cuello, su mano siendo tan grande que el dedo pulgar reposaba delicadamente sobre su barbilla y las puntas de sus dedos se adentraban ligeramente en su cabello atado con una cinta.

Abrió sus ojos, apenas para ver a través de sus pestañas y comprobar que TaeHyung lo estaba viendo, con ojos igual de embriagados en una gloriosa sensación.

—¿Me permite besarlo de nuevo? —susurró el rey, con voz ronca y baja, tan cerca de su rostro que sentía el aliento caliente impactar.

Pero JungKook no estaba en todos sus sentidos como para formular algo, y solo dejó a su cuerpo e instinto actuar, subiendo su cabeza un poco más para alcanzar el rostro ajeno a modo de aceptación.

Mirándolo con los ojos entrecerrados, probó inconscientemente sus labios luego de aquello, sintiendo aún la presencia de los ajenos sobre él.

Cuando JungKook no hizo más que eso, TaeHyung tomó su cintura con otra mano; firme pero delicado; JungKook solo pudo soltar un suspiro sonoro que fue tragado por otro beso.

Sintió otra vez esos labios dulces contra los suyos, una explosión de fuego que los hizo quemarse juntos; la cúspide de las sensaciones y de la intensidad desbordante llegó. Vio las estrellas, las constelaciones y conoció la vía láctea entera.

Sus labios picaban, tocándose, probándose y moviéndose con esa lentitud y suavidad que tanto habían estado esperando.

Y Dioses, ese toque de profundidad era sublime.

Porque si el primer acercamiento fue una caricia inmóvil para descubrir aquella aturdidora novedad, este era un reflejo de la intensidad de sus propias emociones, una intensidad de la que ni ellos mismos eran conscientes hasta ese preciso momento.

TaeHyung lo acercó más, desplazando su mano hasta su espalda baja, donde la abrió por completo y ladeó la cabeza para disfrutar más de los labios contrarios.

JungKook apegó todo su cuerpo, y no sabía hacía cuanto lo había hecho, pero ahora su mano estaba sobre el pecho firme ajeno, y la otra envolvía la muñeca de la mano con la que TaeHyung acunaba su rostro.

Realmente pudo derretirse ahí mismo, con esas manos sobre su cuerpo y esos labios sobre los suyos.

Sus piernas flaquearon, pero el agarre de TaeHyung lo mantuvo en pie.

No había distancia, ni la más efímera línea de oxígeno, solo ellos, casi fusionados en uno solo; en un solo pecho, en un solo aliento, en una sola boca.

En un solo sentimiento.

Dioses, Dioses, Dioses.

El tacto continuo de sus labios se había vuelto adictivo en tan poco tiempo que asustaría a cualquiera, pero Dioses como les encantaba. Sus sabores solo se asemejaban a un manjar sin nombre; una ambrosía; y el estar de esa forma era más que un privilegio.

JungKook se sentía tan minúsculo alrededor de aquellos brazos, pero a la vez sentía que podía llegar alto, muy alto, hasta lo que ocultaban las nubes del día.

Pero si tuviera que seleccionar algo que lo tuviera flotando en ese instante, diría sin duda que la manera en la que TaeHyung lo besaba.

Siempre se había tratado de algo brusco para él, todos para satisfacerse a ellos mismos y con un solo propósito en mente, pero TaeHyung...

TaeHyung movía sus labios y lo tocaba como si quisiera complacerlo a él y solo a él, como si quisiera llevarlo a la cima de la más alta pirámide. Era especial, único y diferente, oh, tan diferente a lo que había sentido.

Y le fascinaba más a allá de lo inimaginable.

Poder probar mutuamente sus labios era... indescriptible; simple y llanamente... perfecto.

Ambos se condenaron por la eternidad con ese beso, ambas almas juntas. Ahora por siempre estarían buscando sus labios, sus manos, sus tactos, sus presencias, aún si no haya amor alguno de por medio, sería el inicio de algo más grande y trascendental que el mismísimo tiempo.

Llegó el momento de separarse de lo que se hizo una eternidad, y aún así no fue suficiente.

TaeHyung rozó apenas con sus dientes el labio inferior ajeno, enviándole una descarga temblorosa antes de que sus labios perdieran contacto, pero sus respiraciones permanecieran unidas.

Los ojos azules fueron los primeros en abrirse, apreciando absorto como las bellas mejillas y orejas del omega estaban totalmente rojas, sus párpados cerrados delicadamente y sus labios rojizos, hinchados y húmedos por el anterior contacto.

Ni la palabra más hermosa del mundo servía para describirle a través de sus ojos.

Aún estaban tan cerca, con sus respiraciones mezcladas y sus narices rozando.

JungKook se negaba a abrir los ojos porque sentía que, si lo hacía, iba a convertirse en algo peor que un tomate al ver a ese alfa mirándolo.

Pero TaeHyung simplemente no pudo resistirse más y...

—Me gusta mucho, omega JungKook —confesó en medio de casi un jadeo, y acarició una de las mejillas ruborizadas con su pulgar, con tanta delicadeza que casi lo hizo temblar—. Dioses, me gusta tanto.

Mas no necesitó respuesta cuando las manos del otro subieron hasta cerca de su cuello y el omega volvió a lanzarse a los labios que se convertirían en su nueva perdición, con nuevos sentimientos recién descubiertos y las agallas de descubrir muchos más.




Nota:

OK, ESTE FUE UNO DE MIS MIERCOLES TAEKOOK FAVORITOS HASTA AHORA; NO RESPIRO.

Amo el taekook, respiro taekook, inhalo taekook, vivo taekook, viva el taekook, TAEKOOK SUPREMACY 🛐🛐🛐

Btw, como mini noticia, la historia ganó una mención especial en los premios WeAreTaekook 2021, y a pesar de que no ganó, se agradece <3 ALLÁ TE VAMOS, PREMIOS FUTUROS, QUE SI LOS GANAREMOOOSSS.


-PREGUNTAS PREGUNTOSAS:

¿Opinión del beso tekuk?

El baile es en el siguiente capítulo, ¿esperan algo? 👀


Sin mucho más que decir, BESITOS EN SUS NALGUITAS y hasta el próximo miércoles <3

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