XVI: Tulipanes jaspeados
Sus dedos finos y ligeramente rozagantes acariciaban con parsimonia cada pétalo de las margaritas rosas que el rey le había obsequiado. Suaves y tersas, como el mismísimo trato que le daba. Sonriente al admirar la belleza de las mismas, pero apretó sus labios cuando recordó todo lo que pasó la noche anterior, y sus orejas se calentaron.
¿Cortejo? Insólito.
Soltó una risita, más su sonrisa cayó y un suspiro se deslizó de su boca.
La puerta se abrió repentinamente y con rapidez, y no pasó ni un segundo cuando-
—Pulga, ¿qué es esto?
JungKook emitió un chillido.
—¡JACKSON!
El nombrado vio a JungKook tirarse al suelo, la cama ocultándolo en su totalidad. Se asustó por la situación y empezó a ver en todas direcciones y corrió hasta donde estaba el omega.
—¿Estás bien? —preguntó mirándole desde arriba. JungKook chasqueó la lengua y estiró su camisa lo más que pudo para cubrirse. Fue cuando Jackson se dio cuenta—. JungKook, ¿por qué siempre duermes desnudo? —preguntó, ya mucho más relajado al saber que el menor estaba bien.
—No duermo desnudo, solo sin pantalones —aclaró ceñudo, estirando un poco más su camisa.
—Es prácticamente desnudo —rebatió con obviedad, y luego arrugó el rostro en confusión—. ¿Y por qué no usas camisón?
JungKook rodó los ojos.
—Como sea, no mires.
Jackson se volteó sin decir nada y lo esperó mientras le escuchaba terminar de vestirse, colocándose su pantalón.
—Pulga...
—¿Qué? —preguntó—. Ya puedes voltearte.
El alfa lo hizo y le extendió lo que sus manos sostenían.
—¿Por qué estaba esto en tu puerta? —preguntó y JungKook miró.
Un ramo de flores; tulipanes jaspeados, una mezcla preciosa de colores blancos y morados.
JungKook abrió sus hermosos ojos en asombro e inhaló. Las tomó rápidamente y Jackson elevó una ceja al ver sus mejillas rosadas al igual que la punta de sus orejas.
El omega se sentó en la orilla de su cama y vio una pequeña hoja de papel doblada en el interior del ramo. La tomó lentamente y la abrió con entusiasmada expectación.
«Aunque probablemente ya sepa el significado de estas flores, permítame escribirlo para usted:
"Tiene unos ojos hermosos, omega JungKook."
Ansío su faustuosa presencia en mi despacho después de que dicte la medianoche»
Los ojos le brillaron y su cuerpo simplemente no halló forma de responder. Incluso sintió al alfa sentarse a su lado, pero aun así no reaccionó, sumergido en su sonrojo y calidez.
Jackson se inclinó por sobre el hombro del omega y empezó a leer mediante balbuceos en voz alta.
—... su presencia en mi despacho ¡después de que dicte LA MEDIANOCHE! —exclamó con gran asombro y miró al omega—. ¿El rey te manda flores? —preguntó con las cejas alzadas.
JungKook cerró la tarjeta.
—No tiene significancia —afirmó el omega con algo de nerviosismo, haciéndose el desentendido. Jackson lo miró con duda y sus ojos inmediatamente viajaron a la mesa auxiliar del omega, descubriendo otro ramo de flores sumergido en agua.
—¿Esas también te las dio el rey? —inquirió nuevamente, pero JungKook solo las miró—. Respóndeme, pulga, ¿qué pasa con el rey?
JungKook apretó sus labios, aun con sus ojos en el ramo entre sus manos.
—El rey... el rey está cortejándome.
—Disculpa, ¿qué? —lo miró incrédulo—. ¿¡Cortejándote!? —JungKook no lo quiso mirar, ya sabiendo cuales serían sus palabras. Jackson se levantó y negó—. No acordamos un cortejo; un cortejo termina en matrimonio, JungKook qué-
—Ya lo sé, no llegará a eso... —interrumpió el omega. Jackson se agachó para conectar sus miradas, pues la del omega seguía baja.
—Por nada del mundo puedes sobrepasar esos límites, JungKook —le dijo, con los ojos más abiertos—. Vinimos aquí por una sola razón, distraer lo es todo, no podemos fallar y sabes porqué —lo tomó de los hombros para que lo mirase con atención—. Pulga, no puedes dejar que esto se salga de nuestras manos, ¿bien?
JungKook arqueó las cejas hacia arriba, angustiado, y asintió.
—Necesito que me lo digas con palabras, pulga.
—No dejaré que eso pase —respondió, negando para hacer más firmes sus palabras. JungKook bajó la mirada para fijar sus orbes violetas en los pétalos rosados de las flores.
¿Lo cumpliría? JungKook no quería dudar de sí mismo.
Kim NamJoon, duque de Taejeon-dong, escuchaba como su gran capa de piel se arrastraba por el suelo del castillo mientras avanzaba con un destino en mente: el despacho del rey.
Ningún guardia se atrevió a impedirle pasar libremente por los pasillos ya más privados del castillo, donde se detuvo frente a la gran puerta de roble oscuro. Con ayuda de sus nudillos, dio dos golpes sobre el material, esperando a que el rey preguntara quién era, como de costumbre.
Pero extrañamente, no fue así.
Ceñudo, estaba por volver a llamar a la puerta, tomando como quizás válida la posibilidad de que el monarca no lo haya escuchado. Pero para su sorpresa, antes de que pudiera llevarlo a cabo, la puerta se abrió.
El rey apareció en su campo de visión con una sonrisa en los labios, pero cuando lo vio, se convirtió en una mueca, como si no lo estuviera esperando a él. TaeHyung pareció reaccionar luego de una breve descomposición y le sonrió ligeramente.
—NamJoon, qué inesperado, ¿cómo sigues?
Se dio la vuelta para cederle el paso y NamJoon ingresó tras él, viendo al rey con una ceja alzada.
—Parece como si esperaras a alguien más —dijo NamJoon, tomándose la libertad de ojear el despacho, encontrando extraño que todas las velas del lugar estuvieran encendidas, pues el rey jamás encendía más que las velas que se podían movilizar con ayuda de un soporte.
TaeHyung frunció ligeramente el rostro, haciéndose el desentendido.
—A nadie —dijo, volteándose cuando ya estaba lo suficientemente dentro del despacho para así quedar frente a frente con su amigo de la infancia, quien lo miró con ojos achicados y escrutadores.
—Dime la verdad, TaeHyung —pidió, sabiendo que mentía. TaeHyung se sentó en su silla y NamJoon le siguió, sentándose en la que estaba frente a él.
—La verdad es que sí espero a alguien, eso es todo —contestó simple. NamJoon lo miró durante unos segundos, poco en realidad, pues solo se le ocurría un posible candidato para aquella posibilidad.
Lo miró con picardía, y TaeHyung rodó los ojos.
—No insistas.
NamJoon soltó una risa.
—Te entiendo, pasé por lo mismo —dijo el duque y TaeHyung elevó ambas cejas.
—¿Con mi primo?
NamJoon no supo cómo interpretar ese tono.
—En efecto —respondió, con los ojos ligeramente entrecerrados. TaeHyung no dijo nada y simplemente siguió con sus papeles—. He venido por una razón —dijo ahora, consiguiendo que TaeHyung lo mirara, cruzando lentamente sus brazos sobre la mesa al pendiente—. Sé que han pasado unos meses, pero no he podido dejar de pensar en el difunto médico real... —TaeHyung frunció el ceño—. No estoy seguro de lo que verdaderamente me preocupa, pero sé que hay algo intrigante sobre su muerte.
TaeHyung lo miró con más atención de inmediato, más ceñudo.
NamJoon siempre había sido alguien muy hábil para las corazonadas y casi la totalidad de las veces resultaban ser ciertas, y TaeHyung lo había comprobado a lo largo de los años que llevaba a su lado, desde pequeñas cosas como una fuerte tormenta o mucho más relevantes como aquella vez que lo salvó de caer por un peñasco mientras jugaban en la colina.
—Leí la carta que contiene la información de su cadáver —continuó el mayor—. Redactan que tuvo pequeñas heridas en las manos, insignificantes según la persona que lo escribió —se acercó a la mesa y apoyó sus palmas sobre ellas, agregándole más seriedad a sus palabras—. El médico falleció ahorcado, ¿por qué en esa carta no se habla detalladamente sobre las magulladuras en su cuello? Cada aspecto del cadáver está totalmente descrito menos esa... ¿por qué? —inhaló ligeramente—. Si pudiera investigar un poco más y saciar mi duda, podrías tener una respuesta concreta sobre todo lo que rodea la muerte de tu padre.
—¿Quieres mi permiso? —inquirió el rey, interesado en sus palabras. NamJoon asintió.
—Así es, me serviría mucho ir al lugar donde lo encontraron colgando, puede que ahí esté la clave de todo...
TaeHyung se tomó un instante. Pasando su pulgar por su labio inferior y barbilla, asintió.
—Entonces tienes mi permiso, puedes ir; sabes que siempre confío en tus corazonadas —concedió TaeHyung y NamJoon asintió.
—Empezaré lo más pronto que me sea posible —le hizo saber, levantándose—. Eso era todo lo que quería decir —TaeHyung se levantó al igual.
—¿Ya te irás?
NamJoon asintió.
—Tengo hijos y creo que tú no quieres que esté aquí —contestó y TaeHyung se quedó en silencio, haciendo al mayor bufar otra risa—. Nos vemos luego, vendré seguido.
Posteriormente, se alejó y caminó hacia la puerta para retirarse, pero cuando estaba a mitad de camino, la vio abrirse y, seguidamente, una cabellera castaña, unos ojos violetas y una sonrisa pequeña de labios cerrados se asomaron inclinadamente.
JungKook, al ver al duque presente, hizo un pequeño círculo con sus labios y terminó de ingresar para hacer una correcta reverencia.
—Su Excelencia, me alegro de verlo sano —dijo el omega, recibiendo un asentimiento del alfa, quien estaba algo descolocado.
Escuchó la silla de TaeHyung ser arrastrada por él mismo, NamJoon vio de reojo como el rey se levantaba.
—Gracias a sus cuidados —dijo el duque, y el omega lo miró, desviando sus ojos hacia atrás del cuerpo del primer alfa, justo hacia donde estaba TaeHyung.
NamJoon analizó su tipo de mirada; él la conocía, definitivamente.
—Majestad —saludó lentamente el omega, haciendo una reverencia más flemática hacia el rey. NamJoon miró al rey y este lo miró con ojos presionantes para que se retirara.
—Buenas noches, majestad, médico real —finalmente se despidió, saliendo del despacho y se giró por última vez, alcanzando a ver como el médico real cerraba la puerta con una pequeña sonrisa levantando las comisuras de su boca.
NamJoon permaneció ahí un tiempo más, con sus ojos de dragón fijos en la puerta.
Él ya sabía que el omega JungKook era la persona tan esperada por TaeHyung, sin embargo, estaba asombrado con el hecho de que JungKook hubiera entrado al despacho del rey como si nada, sin siquiera tocar para pedir la autorización correspondiente que todos pedían; y la sonrisa del omega hacia TaeHyung lo sorprendió a igual medida.
Elevó un poco sus hombros, no importándole lo que su amigo hacía con el omega. Se dio la vuelta y se fue por el mismo pasillo por el que había llegado, cubriéndose con su capa pues el frio de la noche estaba llegando a su auge.
En el camino, incluso antes de poder cruzar de pasillo, se encontró con HoSeok y YoonGi caminando en dirección contraria mientras conversaban entre sí. ¿Habían hecho las paces?
Cuando ya se toparon frente a frente con él, ambos captaron su presencia y NamJoon le puso sus manos a casa uno en el pecho para detener su andar. Suponía que querían ir con TaeHyung, pues era el único destino que se ubicaba en ese pasillo.
—Necesito ver a TaeHyung —expresó YoonGi, y NamJoon negó, empujándolos un poco hacia atrás.
—TaeHyung está con el médico real —dijo, ignorando los labios sellados de YoonGi y la mueca de disgusto de HoSeok.
—¿Qué? ¿Qué hace ese omega con TaeHyung a estas horas? —preguntó HoSeok.
—¿Qué más podría hacer? —dijo YoonGi casi con obviedad.
NamJoon solo los hizo girar y los abrazó por los hombros, quedando él entre medio y dándoles palmadas en los hombros a ambos, comenzaron a caminar lejos de aquel pasillo.
—Ahora que estoy sano, ¿por qué no vamos a una taberna a beber un rato? —propuso, guiándolos por el pasillo. Miró a HoSeok—. Y me cuentas cómo es tú vida siendo un duque casado ahora, Su Excelencia.
YoonGi viro los ojos y HoSeok bufó una risa.
—¿Tú me darás consejos de matrimonio? Por favor.
Los labios de TaeHyung dejaron un apacible beso en el dorso de su mano extendida por la ajena.
—¿Cómo se encuentra esta noche?
JungKook mostró una sonrisa ladina, se acercó y extendió las puntas de sus pies para depositar un beso un poco más extenso sobre la mejilla del alfa. Al separarse, TaeHyung lo estaba mirando fijo, con sus ojos atigrados y profundos, aun sujetándole la mano.
—Amé sus flores, son hermosas —confesó, y TaeHyung sonrió encantadoramente.
—Quise entregarle flores que lo representaran a usted y a sus cautivadores ojos amatistas —dijo TaeHyung, sacándole algunas risas pequeñas al contrario.
Ambos se adentraron más en el despacho, TaeHyung con la muñeca interna de JungKook envuelta en sus dedos largos, dejando el dorso descubierto y tocando con las yemas la palma del omega, guiándolo hasta un sofá en una de las esquinas del lugar.
JungKook fue el primero en sentarse, y TaeHyung se quedó de pie, notando en el proceso que el omega cargaba el par de aretes que incluía el que él le había colocado la noche anterior.
—¿Quiere beber vino? —le preguntó TaeHyung tras unos segundos de haberse observado directamente a los ojos. JungKook se tomó la libertad de admitir para sus adentros que la vista del alfa que tenía al mirarlo desde abajo le parecía más que atractiva. Asintió lento.
—Por favor —contestó el omega. TaeHyung sonrió ladino, con los ojos ligeramente achicados antes de girarse para caminar hasta el estante donde almacenaba las bebidas.
Puso todo sobre una bandeja y la levantó hasta dejarla reposar sobre la mesa baja frente al sofá donde el omega lo esperaba. Se sentó a su lado y le extendió una de las copas.
—Su Majestad sirviéndome un poco de vino, ¿no debería ser al revés? —comentó el omega mientras la aceptaba y alzaba la vista un momento para observar al alfa con la jarra en mano a través de sus largas pestañas y seguidamente, verlo servir el líquido vinotinto en el interior de la copa.
—Solo somos nosotros dos, no hay ningún protocolo que cumplir —contestó con la misma lentitud, levantando una de sus comisuras ladinamente mientras dejaba la jarra en su lugar tras servirse él mismo y acercaba la copa a sus labios—. Además, lo cortejo, ¿qué tiene de incorrecto?
—Oh Majestad, es totalmente incorrecto —contestó él, con una sonrisa. TaeHyung dejó de beber y se recostó en el sofá, mirándolo. Ladeó la cabeza, nuevamente con los ojos ligeramente achicados.
JungKook interpretó el gesto como una invitación para continuar y así lo hizo.
—En un cortejo no se toman este tipo de intimidades como invitarme a medianoche a su despacho, Majestad —expresó, manteniendo su sonrisa ladina—. Un alfa debería cortejar a un omega llevándolo a grandes bailes primaverales y enviándole poemas y escritos románticos que hasta algún día llegara a proponerle una unión más sólida.
—A veces, omega JungKook, los esquemas están para romperse —contestó el alfa, alzando un poco su copa, como si estuviera señalándole—. Usted debería saberlo muy bien —expuso, con una sonrisa pequeña.
JungKook elevó las cejas con picardía.
—Nunca esperé escuchar eso de un rey.
TaeHyung jugó un poco con su bebida, meneándola con ligereza.
—¿Y cuántos reyes ha conocido?
JungKook lo miró con una sonrisa parecida a una mueca y tardó unos segundos en responder.
—A ninguno, pero estoy seguro que ninguno ha de ser tan extraño como usted —dijo, haciendo que el alfa soltara algunas risas y luego sonreír satisfecho, observando como el omega tenía un brazo extendido sobre el tope del espaldar del sofá.
Estiró también su mano hasta la contraria, tocándola apenas con la punta de sus dedos en leves caricias. El omega observó la acción y le expandió la palma con ganas de un poco más. Casi cerró los ojos al sentir las caricias un poco más directas.
—También quería hablar con usted —le dijo el rey y JungKook abrió sus párpados para mirarle.
—Ya estamos hablando, mi rey —dijo él, más TaeHyung negó y suspiró. JungKook casi emitió una queja cuando el alfa dejó de acariciar su piel y levantarse.
—Es algo alarmante sobre usted —prosiguió, confundiendo al omega y haciendo que por un momento un escalofrío de miedo recorriera sus entrañas.
¿Y si lo sabe? Fue lo primero que se preguntó, dejando que su cuerpo se tensara abundantemente y su garganta se cerrara, impidiéndole seguir tomando el vino dentro de su copa. Tenía miedo.
Vio al alfa tomar una carta de su escritorio y volver a acercarse a él para extendérsela. La mirada del omega viajó desde la carta hasta los ojos de TaeHyung.
—Es del representante máximo del templo, considero que debe leerla —habló, y JungKook pudo respirar correctamente otra vez.
Ya mucho más calmado, sintió al alfa volver a sentarse a su lado y empezó a leerla. Mientras más letras plasmadas en tinta leía, más fruncía las cejas, y cuando leyó aquella parte donde se mencionaba su ataque, abrió más sus ojos expresivos. Al terminarla, sintió un estremecimiento espantoso.
¿El templo fue el que casi le causa la muerte? Pero... ¿por qué?
JungKook miró al rey.
—¿Quiere decir que ellos fueron? ¿No fueron las serpientes? —casi balbuceó consternado y TaeHyung tomó la carta.
—Todo indica a que no fueron ellos sino el templo —contestó.
JungKook recostó su espalda en el sofá con más ímpetu, con los hombros encogidos en su lugar y la mirada vagante.
—Esa claramente fue una amenaza —dijo TaeHyung y JungKook negó.
—¿Por qué? Apenas me conoció uno de ellos... —murmuró sin comprender—. ¿Es porque soy omega? ¿o por mi forma de ser? ¿Qué tipo de amenaza puedo ser para ellos?
TaeHyung negó, casi suspirando.
—El templo es estricto con el rol de un omega en la sociedad, así que no están de acuerdo con su lugar en el castillo, ni mucho menos con la clase de relación que compartimos.
JungKook bufó.
—¿Y qué hago? ¿debería callar? ¿permitir que personas mueran porque el templo no quiere construir un hospital?
—Quisiera cambiar las leyes, pero no puedo pasar sobre ellas —dijo, y cuando JungKook estaba por rebatirlo, lo miró para que le permitiera hablar—. Lo mejor será que me comunique todos sus reclamos, sus dudas, sus angustias, y yo trataré de resolverlas, es por su bien.
JungKook frunció el ceño enseguida.
—¿Qué clase de oferta es esa? —preguntó con aspereza, en un tono más fuerte de que su armoniosa voz era—. Majestad, lo respeto mucho, pero me parece un insulto hacia mi persona que quiera silenciarme de alfas que abusan de mí.
TaeHyung quiso inmediatamente enmendar su error al escuchar aquel tono tosco en sus palabras y la gran expresión de desacuerdo en su rostro.
—No quiero silenciarlo, quiero cuidarlo —corrigió sus intenciones.
—He convivido con alfas peores y no lo he tenido a usted para cuidarme —rebatió ahora, y TaeHyung estuvo tentando a preguntar a qué se refería, pero JungKook se veía tan molesto que no quiso atreverse.
El omega se acercó un poco más a él, inclinándose.
—Usted es un rey, los únicos que están por encima de usted son los Dioses —dijo con seriedad y sinceridad, tomando su mejilla sin otras intenciones más que hacer que le prestara su total atención; aun así, TaeHyung sintió su pecho retumbar—. ¿Quiere cuidarme? Entonces construya un nuevo mundo donde deje de ver a este omega como algo que se ve en la obligación de proteger al ser un alfa —soltó su rostro—. Cree un mundo donde pueda defenderme con derechos.
JungKook se separó y afirmó el agarre sobre su copa.
—Usted es el rey y, ni el concejo, ni el templo, ni yo, podremos intentar superarlo —dijo, y tras hacerlo, terminó todo el contenido de su copa de una sola sentada, inclinándose hacia la mesa para servirse más vino y volver a mirar al rey.
TaeHyung, que había permanecido todo ese tiempo observándolo minuciosamente, se remojó sus labios y habló.
—¿Y al crear ese mundo que dice, no estaría pasando sobre mí?
JungKook mostró una sonrisa socarrona.
—Usted nunca estará sobre mí y yo nunca lo estaré sobre usted; son leyes de la vida que lo ayudarán a sobrevivir y a llegar lejos, Majestad.
—¿No es contradictorio a lo que dijo hace unos segundos? —preguntó, haciendo un ligero sonido dubitativo. JungKook elevó una ceja.
—No, pues son dos casos distintos, mi rey. Mi profunda admiración hacia usted permanecerá por siempre, pero no por eso dejaré que me insulte.
—¿Y estará usted para acompañarme mientras hago un nuevo mundo? —se atrevió a preguntar esta vez, dándole un trago a su bebida.
—Si así lo desea... —contestó JungKook, asintiendo.
—Bien, me agrada saberlo —dijo, sirviéndose un poco más de vino.
Posteriormente, ambos se sumieron en un silencio que no podía catalogarse como tenso o incómodo, era más bien un silencio tranquilo y pacífico en el que ambos sentían sus esencias y las disfrutaban dichosos a través de la mudez.
—¿Desea salir al jardín? Podemos caminar y observar las flores, ¿o desea ya volver a su recámara?
JungKook lo pensó, mordisqueándose un poco su labio inferior con sus dientes delanteros. Miró al rey.
—Me gustaría leer —le dijo, y TaeHyung pestañeó desprevenido.
—¿Leer?
JungKook asintió.
—¿No le parece atractiva una lectura? Llevo un tiempo sin leer por placer —confesó, y en voz baja continuó—. Hay un libro que está en aquellos estantes que me resultó interesante —expresó, señalando sutilmente la estantería al fondo del despacho—. ¿Leería para mí? —preguntó, con una sonrisa hermosamente cautivadora para los ojos del alfa.
TaeHyung lo miró con interés, admitiendo estar algo emocionado por la petición, pues cierto era que nunca nadie le había pedido tal cosa. Sintió nervios, miedo al fracaso como todos.
—Búsqueme el libro y lo leeré con gusto —concedió el alfa. JungKook se levantó con una sonrisa y caminó con elegancia, probablemente apropósito, pero nadie nunca lo sabría con certeza.
Llegó a la selecta biblioteca del rey y tomó el libro sin buscar demasiado. Era de tapa carmesí, pequeño, pues era una historia corta, un cuento que a JungKook le fascinaba.
—¿No ha leído ese cuento antes? —preguntó el alfa al verlo acercarse con aquel libro el mano.
—No, Majestad.
Claro que sí...
JungKook se sentó un poco más cerca al alfa que antes y le entregó el libro. Cuando TaeHyung lo tomó y lo abrió, el omega se acomodó un poco mejor para quedar de costado observándolo.
—Deléiteme con literatura, mi rey...
«Cuando el aire era puro y las aguas cristalinas; cuando los valles eran risueños y el cielo azul sin miedo; cuando el odio no existía y la Tierra no había sido corrompida; cuando las flamas eran utilizadas para el bien y jamás para el mal...
La admirable y hermosa Diosa Luna, con su resplandor plateado y elegante, y el estoico y fuerte Dios Sol y su luz encandilante, eran dos amantes lejanos que se amaban en silencio y se admiraban en la distancia. Juntos, queriendo consumar su remoto amor, crearon a todos los seres vivos que poblaron la gran extensión del maravilloso mundo que ambos habían transformado.
La Luna creaba y el Sol proporcionaba la chispa que daba la vida.
Centraron sus fuerzas en dos creaciones en particular: los humanos y los lobos.
El Dios Sol fue el que, con su gran brío, creó a los humanos en base al opulento fuego que emanaba de su palma y a la arena fina y resplandeciente que generaba su respirar.
La Diosa Luna creó a los lobos con el implacable poder de la tierra y los relucientes rayos de luz blanca que solo ella era capaz de compartir.
Los Dioses, ambos tan conocidos, pero a la vez tan lejanos, estaban infernalmente enamorados desde el inicio de los tiempos, y no pestañearon en bañar a sus creaciones con aquel amor para que sus preciosos hijos cumplieran los sueños que ellos jamás serían capaces de alcanzar.
Pero ellos no los respetaron y se dejaron llevar por la soberbia, la ira, la envidia, la pereza, la avaricia, la gula y la lujuria, e iniciaron una lucha por territorios, por supremacía y por poder.
Los humanos, manipuladores, sanguinarios, arrogantes, crueles y codiciosos; los lobos, feroces, fuertes, intolerantes, instintivos y vengativos. No tenían honor ni valor, jugaban sucio y se asesinaban por la espalda, guiándose por la venganza, el rencor, las ganas de sobresalir y ser mejores que el resto, cegados por el beneficio propio y nada más.
Los Dioses, horrorizados por la gran calamidad a la que se habían sometido sus más preciadas creaciones, enfurecieron y unieron sus fuerzas divinas para formar un gran y poderoso eclipse que nubló el conocimiento de todo aquel que lo presenció. Causó que los humanos y los lobos fueran condenados a unirse y acoplarse como uno a través de toda la eternidad, afrontando el imperdonable castigo impuesto por sus grandes padres...
Desde ese día, el Dios Sol y la Diosa Luna, se reúnen una vez al año en un gran salón de rosas impolutas y vivaces para ser una unidad otra vez y asegurarse de que sus creaciones estén cumpliendo su sentencia eterna y les rindan creencia y benevolencia.»
TaeHyung cerró el libro y miró al omega a su lado, quien ahora tenía su cabeza reposada de lado sobre el espaldar del sofá, con los ojos cerrados y una sonrisa elevando sus comisuras sin separar sus labios. TaeHyung se quedó apreciando en silencio esa excepcional sonrisa.
—Qué hermosa historia, Majestad —susurró, soltando un suspiro suave—. Los Dioses tienen una grandiosa historia de amor —murmuró, con las mejillas coloradas en un sonrojo leve gracias a las copas de vino vacías que ahora estaban sobre la mesa.
—¿Le gustan las historias de amor? —preguntó el alfa y JungKook rio.
—Siento una gran envidia —murmuró, moviendo su cabeza hacia otro lado, somnoliento.
—¿A quién le escribía aquel día en el estanque? —inquirió, queriendo aprovechar y aclarar esa incógnita.
—¿Para qué quiere saber?
TaeHyung alzó los hombros.
—Curiosidad —admitió. JungKook abrió sus ojos, tan solo un poco, pues aun podía ver como sus grandes pestañas se entrelazaban delicadamente con las inferiores, sus ojos amatista mirándolos a través de ellas.
—Para mi padre, Majestad.
TaeHyung levantó sus cejas en sorpresa.
—¿Tiene padre?
JungKook asintió lentamente.
—Mi padre era muy bueno para este mundo y los Dioses decidieron llevárselo y convertirlo en estrella... —susurró, y Dioses, si JungKook hubiera estado totalmente consciente en ese momento, se arrepentiría de lo que diría—. Siempre quise creerlo desde que se fue. ¿Le digo algo? Cada noche sueño con que vuelva a darme un beso en la frente antes de dormir... —culminó con voz extremadamente suave y aterciopelada.
TaeHyung suavizó la mirada y se sintió mal al preguntarle aquello mientras estaba ebrio. JungKook negó lento.
—Pero no me siento mal, sé que algún día, en algún momento, nos volveremos a encontrar —dijo con seguridad flemática.
—Estoy seguro que sí —susurró de vuelta.
—Majestad, no creo poder llegar a mi habitación, ¿no le importa si duermo aquí? —murmuró ya balbuceando.
—Todavía tengo cosas que hacer, no me iré de aquí —le dijo, y JungKook entendió que su respuesta había sido afirmativa, así que asintió y comenzó a recostarse en el sofá.
—Majestad, nunca vuelva a darme vino —pidió y TaeHyung rio en voz baja.
—Lo tendré en mente para la próxima.
Tras decirlo, se levantó para cederle todo el espacio al omega y al ver que JungKook ya no le respondió más, sonrió un poco para después empezar a apagar todas las velas a su alrededor, dejando apenas encendida la que él siempre acostumbraba mantener.
Se sentó en su gran silla y miró a JungKook por última vez, preguntándose a sí mismo sobre quién y cómo pudo ser aquel noble alfa que el omega tanto extrañaba.
Esperaba algún día saberlo.
Nota:
FELIZ MIÉRCOLES TAEKOOK CSM.
Siento que corrí una maratón para subir este capítulo porque prácticamente acabo de terminar el cap hace como 2 horas y acabo de terminar de corregirlo hace unos minutos x,D ni tiempo me dio para hacer un adelanto por IG, así que subiré es "adelanto-no-adelanto" más tarde JSJSJS
Bueno, yendo a lo importante y es que quiero explicarles lo de los arcos, porque vi que algunas se confundieron.
La historia va a estar dividida en varios arcos (aún no tenemos claro cuántos en total, van surgiendo por sí solos), y son partes, es decir, el miércoles pasado terminamos la primera parte de TR y hoy empezamos la segunda. Cada una tendrá sus cosas características y estarán generalmente reflejados en las prosas que ya hemos publicado, por ejemplo, el primer arco trataba sobre la llegada de jk y este sobre los nuevos sentimientos de tae.
Una cosa que me dejó clown fue que JAJAJAJ yo había puesto una pregunta al final de la parte donde publiqué el arco preguntando qué tal les había parecido este arco, pero creo que no la redacté bien porque todos tomaron la pregunta como si me refiriera a que les pareció esa prosa en específico cuando me refería a todos los caps del primer arco x,D
Así que hoy solo tengo dos preguntas:
¿Qué les pareció el primer arco de la historia?
¿Qué cosas esperan de este nuevo arco?
Pasen una linda semana, besitos para todoss jnbkdjf
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