XLV: La Luna del rey

La puerta del carruaje real fue abierta por los subordinados. De ella, emergió el rey TaeHyung que, tras pisar el suelo, le extendió la mano a su esposo para que éste pudiera también descender.

Sus vestimentas combinaban entre sí; sus atuendos poseían colores negros, dorados y plateados, esos mismos colores representativos de las cintas de su reciente boda. El de JungKook, constaba de una capa de cuerpo completo con estampados elegantes de dichos colores y un afelpado mullido a la altura de su cuello de color negro azabache, mientras que TaeHyung usaba una capa de piel oscura que hacía juego con sus demás prendas.

JungKook aceptó la mano de su esposo y apenas sus pies tocaron el suelo, una brisa golpeó su rostro y despeinó su cabello. Pudo finalmente llenar sus pulmones de aire que no fuera el de ese claustrofóbico y tenso ambiente cerrado.

Las horas de viaje no se podían catalogar con otra palabra que no fuera: eternas, pues la noche anterior no parecía haberle bastado a TaeHyung para solucionar su conflicto. Y eso llevó a que no se dirigieran más que unas pocas palabras en todo el camino.

Cuando consiguió acomodar su cabello despeinado y mucho más largo desde que se conocieron, tomó el brazo de su esposo y se desplegó frente a sus ojos violetas el majestuoso paisaje del castillo principal de Daegu en su máximo esplendor y fortaleza; ya estaban de vuelta.

Con cada paso que daban, los guardias reverenciaban en recibimiento mientras que los sirvientes se encargaban de descargar todo el equipaje de los carruajes.

Los ojos de JungKook se abrieron en curiosidad cuando, al entrar por las puertas del castillo, había personas caminado de aquí para allá. Algunos formaban parte de la servidumbre, pero también transitaba una que otra persona bien vestida. Indagador, giró su cabeza hacia una de las ventanas y distinguió un montón de carruajes estacionados; incluso había personas aun descendiendo de ellos.

—¿Por qué hay tantas personas? —inquirió JungKook, enfocando el perfil alto de su esposo.

TaeHyung lo observó de soslayo y ligeramente hacia abajo por sus diferencias de altura.

—Va a haber un banquete de bienvenida.

El omega asintió entendiendo y volvió a mirar al frente para continuar tranquilamente el trayecto. No obstante, escuchó a su esposo agregar:

—Y también te presentaré como mi esposo.

JungKook giró al verlo, aterrado.

—No, no estoy listo —manifestó, negando e intentando frenar.

Sin embargo, TaeHyung lo tomó de la cintura para que continuara avanzando.

—Ya todos están esperando, no podemos dejarlos plantados, amor mío —explicó con calma.

JungKook se ruborizó enseguida, pero quiso detenerse de nuevo.

—Me siento mal...

—Yo estaré contigo —insistió TaeHyung.

—Lo dices porque tú no serás juzgado —gritó en un susurro, arqueando las cejas al ver que ya estaban cerca del comedor principal—. De verdad, no quiero entrar —murmuró insistentemente JungKook, ya con los nervios a mil; odiaba ser el centro de atención.

TaeHyung no dijo palabra, cosa que hizo entrar a JungKook en un pánico silencioso que se agravó cuando llegaron a las puertas del comedor. No tuvo tiempo de procesar o prepararse psicológicamente para lo que pasaría, pues apenas se acercaron, las puertas fueron abiertas y quedaron frente al salón repleto de invitados nobles.

El silencio que se formó ocasionó que JungKook aguantara la respiración, pues todos y cada uno de los ojos presentes estaban posados en ambos, y mientras más contacto visual hacía, más nervioso se sentía.

TaeHyung aflojó el agarre en su cintura y transportó la mano a su espalda baja, guiándolo hacia el interior del salón.

Al poder el primer pie dentro, todos reverenciaron ante su monarca. JungKook pudo observar que el príncipe JiMin, el duque Jung y el general YoonGi estaban presentes, al igual que el primo del rey: el duque SeokJin, con su embarazo un poco más desarrollado, y su esposo NamJoon.

Sus músculos se relajaron un poco ser consciente de la presencia del omega y duque Kim, pues por lo menos tenía a alguien con quien se llevaba bien además de su esposo, ya que era un hecho suponer que seguramente TaeHyung se la pasaría hablando con sus amigos alfas durante la velada.

—Gracias por la grata bienvenida —anunció TaeHyung, satisfecho al verlos inclinarse y mostrándose imperdurable cuando todos se enderezaron.

Ambos caminaron hasta sus respectivos asientos al otro lado de la gran mesa, donde un sirviente movió la silla del rey para que éste la ocupara. Y JungKook, que estaba dispuesto a solo tomar lugar a su lado fuera de la cabecera, se detuvo cuando vio a su esposo hacerle una seña a ese mismo sirviente para que también acomodara el asiento para él.

—Siéntense —dispensó TaeHyung, viendo a su omega tomar asiento y agradecer ligeramente ruborizado por el gesto al sirviente.

Todos acataron, incluyendo a los más cercanos como SeokJin y YoonGi, que se sentaron junto a JungKook; y NamJoon, JiMin y HoSeok, que se sentaron a la izquierda del rey, también fuera de la cabecera.

—Hermano, cuanto tiempo sin verte —saludó TaeHyung en una exhalación, acomodándose en su silla.

JiMin posó los ojos en su hermano menor tras oírlo dirigirse a él y sonrió con falsedad con labios cerrados y los ojos achicados en medias lunas, incluso arrugando un poco la nariz en el proceso. Pero luego viró los ojos, logrando que todos los que estaban cerca y no conocían la relación de ambos hermanos, se perturbaran.

JungKook solo veía como el duque HoSeok parecía regañarlo al oído. Para ese entonces, ya tenía el temblor tímido en su pierna que señalaba su nerviosismo. Por suerte, estaba oculto bajo la gran mesa larga.

—Teníamos tiempo sin vernos, mi querido JungKook.

El omega aludido giró la cabeza a su lado, reconociendo al duque SeokJin al instante, que se mostraba con una expresión afable hacia él.

—Es cierto —secundó con una pequeña sonrisa.

Notó los ojos marrones del duque darle una ojeada rápida a todo su cuerpo.

—Tu atuendo es hermoso —elogió, causando que JungKook también llevara sus ojos violetas a su vestimenta—. Y por supuesto, tu rostro es igual de impecable.

JungKook se sonrojó con una sonrisa.

—Tú también luces muy bien, cada día crece más —elogió de vuelta, refiriéndose al vientre abultado del omega castaño rojizo, quien asintió de acuerdo.

—Ya no puedo esperar a que nazca, espero que pueda contar con tu compañía de padrino, porque si hablamos de su padre, presiento que su presencia será escasa —expuso, mirando a su esposo conversar con su primo TaeHyung. Luego, volvió a su vientre.

JungKook arqueó las cejas con la preocupación a flor de piel.

—¿Qué pasó?

SeokJin hizo una mueca.

—¿Por dónde empiezo?

Sin embargo, antes que el duque pudiera pensar en una forma de comenzar a explicar su desdichado relato, el rey interrumpió toda conversación aparente cuando su silla se escuchó chirriar pesadamente. Aquello detonó que, con ayuda de sus manos, unos cuantos segundos después estuviera de pie.

Y así fue, formando el silencio y atrapando la atención de todos y cada uno de los nobles. Amagaron levantarse con él, pero TaeHyung lo impidió con una seña de mano.

—Quédense así, por favor, será rápido.

TaeHyung esperó el silencio total para posar su mirada en su esposo, que ya lo observaba un poco acongojado con los hombros encogidos. TaeHyung, incluso notándolo así de nervioso, le extendió la mano.

JungKook quiso maldecir internamente la situación, ya que no podía negarse a la mano del rey. Aceptó la mano extendida y se puso de pie, con el rostro enrojecido y procurando mirar a cualquier lado que no fueran las personas, razón por la que a sus ojos les pareció sumamente interesante el suelo a sus pies.

—Debe ser del conocimiento de todos que el médico real y yo hemos pasado por una época de cortejo —comunicó TaeHyung.

JungKook lo miró por el poco tiempo que la vergüenza se lo permitió; quiso que enterrar su cabeza en algún lugar oculto para no ser visto ni tampoco ver a nadie.

Recibió una caricia en su mano aun tomada por su esposo.

—Y yo he llegado a la conclusión que el omega JungKook es mi Luna —continuó TaeHyung—. Por eso, con los Dioses de testigos, el médico real y yo hemos contraído nupcias de manera privada durante nuestra estadía en el castillo del Este.

La situación comenzó a rebasarlo cuando se formaron murmullos que le hicieron cerrar los ojos en expectación.

Percibió aun así el movimiento de su esposo posicionándose frente a él, dándole a todos el panorama adecuado. Tras sus pestañas pudo ver como su esposo hizo una seña momentánea mientras observaba su rostro con esos preciosos ojos zarcos tan semejantes al cielo.

Ingresó un sirviente bien vestido que se aproximó hacia ellos, dándole a todos la posibilidad de observar una almohadilla sobre la que descansaba una corona delicada y personalizada con diamantes y amatistas, hecha de oro como la del mismísimo rey.

En eso, se escuchó un claro "¿Qué mierda es esta?" de alguien que no era necesario aclarar. TaeHyung le dedicó una mirada filosa a su hermano que lo hizo callar, pues el rey daba miedo cuando así lo deseaba.

—Mírame, amor mío —susurró TaeHyung hacia él, apreciando como las pestañas de JungKook se elevaban en compañía de sus párpados y dejaban ver el precioso color violeta de sus iris que se posaron sobre los suyos desde abajo.

Entonces, TaeHyung tomó la corona y se la colocó con delicadeza sobre sus ondas castañas que se aplacaron ligeramente por el ligero peso del accesorio. JungKook respiraba con pausa; no sentía aquello correcto, pero por alguna razón solo podía concentrarse en los ojos de su alfa que lo miraban de esa forma tan única que solo podía preguntarse a sí mismo una y otra vez: ¿qué tan lejos iba a llegar por esos ojos azules?

El tacto de su esposo se transportó hasta acunar  su rostro con suavidad y dejar un beso igual de suave en su frente, logrando que sus ojos se entrecerraran esos segundos. Después, TaeHyung lo tomó de la cintura para que ambos giraran hacia el resto. Cuando JungKook los vio, todos parecían tener los ojos a nada de salir de sus cuencas, estaban literalmente inmóviles con expresiones de consternación y asombro, algunos incrédulos. Eso hizo que él solo quisiera irse a su habitación, pues esas miradas no contribuían con el pánico que estaba viviendo.

Pudo observar al príncipe JiMin apretando una servilleta con mucha fuerza y a SeokJin que tenía los ojos abiertos y sorprendidos clavados en él. Pero JungKook no pudo sostenerle la mirada a ninguno de los dos, sus ojos yendo a parar hacia el centro de la mesa, rezando para que no pareciera que estuviera mirando hacia abajo.

—Quiero que traten a mi esposo como lo que es: la Luna del Rey; el rey consorte que gobernará a mi lado para traer prosperidad y estabilidad a nuestro reino. —Hizo una breve pausa—. Kim JungKook, mi esposo.

JungKook sintió escalofríos cuando lo presentó por otro apellido. Sus ojos fueron a parar hacia el general YoonGi, pero el alfa le quitó la mirada en ese mismo momento.

Los nobles no tardaron en levantarse para inclinarse hacia él —siendo JiMin el último que lo hizo, con mala gana solo porque su esposo le dio una pequeña reprimenda en el hombro—, y vociferaron juntos un:

—¡Larga vida al rey consorte!

Sin embargo, los ojos de JungKook cayeron en el fondo del salón, donde Jackson lo observaba fijamente; fue el único al que no le apartó la mirada, construyendo unos largos segundos de contacto visual indescriptible.

TaeHyung elevó una ceja, intercalando los ojos entre ambos. Cortó el extraño momento al susurrar a JungKook:

—Todas estas personas te sirven, yo te sirvo, ¿sí entiendes lo que significa?

Lo atrajo un poco más con su agarre en la cintura, viendo a JungKook cortar un poco exaltado el contacto visual con Jackson para dirigir sus ojos rápidamente a él, topándose de lleno con la intensidad de su mirada; JungKook asintió lento.

—Ordénales que se sienten.

JungKook tragó y carraspeó, nervioso por la mirada expectante de su alfa.

—Gracias, siéntense, por favor —dijo en un tono de voz alto, cohibiéndose un poco cuando su voz se proyectó en las paredes del silencioso comedor.

Dos sirvientes movieron las sillas de ahora ambos reyes y una vez sentados, JungKook sintió la respiración de TaeHyung en su oreja cuando se aproximó apresando más su cintura y le volvió a susurrar más ronco y bajo un:

—El por favor es innecesario, veo que hay cosas que debo enseñarte...

JungKook se estremeció por el aliento ajeno bajo su oreja y mordió su labio con discreción para dar paso a una sonrisa.

Todavía había silencio, nadie decía nada. No sabía dónde mirar, así que miró fijamente su plato, cohibido.

Entonces, vio de soslayo como SeokJin se inclinaba hacia un lado.

—Ahora estás casado —exhibió el duque. JungKook se sonrojó y exhaló una sonrisa tímida. SeokJin sonrió un poco y le tomó la mano derecha—. Déjame ver tus anillos.

JungKook sonrió mostrando un poco más los dientes y extendió sus dedos para exponer esos dos preciosos anillos que representaban la unión con el amor de su vida, su alfa TaeHyung; sintiéndose sumamente orgulloso y feliz.

—Bueno, debes prepararte para lo que viene, el matrimonio no es fácil —explicó SeokJin, acariciando un poco la suavidad de la mano ajena.

Los ojos de JungKook se transformaron en pesar, ya conociendo la naturaleza del matrimonio entre los duques Kim. SeokJin pareció darse cuenta del rumbo de sus pensamientos y quiso aclararse, diciendo:

—No lo digo solo por mí —rio nervioso—. Todos los matrimonios son difíciles, sin excepción. —Enderezó su cuerpo para tomar de su taza de té—. Si mi primo sobrepasa la idiotez, no dudes en recurrir a mí.

JungKook rio suavemente, percibiendo el aura de autenticidad que desprendía el omega contrario; se sentía cómodo con él.

—Dudo que lo sea —dijo con una pequeña sonrisa.

SeokJin bufó.

—Ya verás, pero no te preocupes, aquí estoy yo y... —Miró de reojo a su primo al otro lado de la mesa, frente a ambos—... y a JiMin, ¿no?

JiMin lo miró de soslayo.

—Vete a la mierda.

JungKook no evitó reír mientras SeokJin le hacía un gesto para restarle importancia al comentario de JiMin, sonriendo.

—De todas formas, ya necesitaba otro compañero de té con quien compartir mis deliciosas magdalenas caseras —exteriorizó SeokJin, mirando de reojo a su primo solo para molestarlo.

El príncipe se mostró indignado y JungKook soltó una risita al ver la relación de los dos; se veía que eran más que primos. Pensándolo bien, JungKook no tenía ni un solo amigo omega.

Para cuando terminaron su conversación, la comida ya estaba servida.

JungKook sintió la mano de su esposo posarse sobre la suya y giró, topándose de lleno con los ojos azules de su amado esposo.

—Debes comer, no desayunaste —mencionó TaeHyung y JungKook asintió.

TaeHyung dejó la mano del omega sobre su otra mano, dándole una caricia leve antes de soltarlo.

JungKook giró a ver la comida que tenía en frente. Ya los platos fuertes estaban puestos para cada invitado, con porciones de postre separadas en copas a un costado. Optó por empezar con su postre; su estómago y papilas gustativas le pedían algo dulce. Movió sus platos con mucho cuidado y se hizo con la copa plana donde reposaba un pastel de aspecto delicioso. La tomó con su mano y le pegó un pequeño mordisco; dulce.

La risa de su esposo llegó a sus oídos, pero siguió engullendo su postre con tranquilidad. Mientras tanto, TaeHyung terminaba de reír junto a NamJoon, tomando su topa de vino para darle un sorbo que no pudo culminarse cuando escuchó cerca de su oído una voz llamarlo:

—TaeHyung.

El aludido se apartó un poco del espaldar porque no se lo esperaba, pero elevó una ceja al ver quién era.

—Dime, YoonGi —habló, tomando los cubiertos correspondientes para cortar un trozo de carne.

—Tengo a los nobles.

TaeHyung lo miró de soslayo con extrañeza.

—No sé de qué me estás hablando —negó.

—Los nobles que hablaron en la taberna sobre JungKook, están encerrados como me dijiste que hiciera —susurró el general.

Se ganó la mirada del rey, que expresaba seriedad y tensión en sus facciones.

—Vamos ya —pronunció TaeHyung, levantándose.

Sin embargo, quedó quieto en su lugar cuando escuchó a su primo pronunciar el nombre de su esposo con un tono desconcertado.

—¿JungKook?

TaeHyung miró a su omega con el ceño fruncido.

Pero su expresión cambió a preocupación cuando lo vio sostenerse el pecho con una mano mientras subía y bajaba con dificultad, desconectado del mundo.

TaeHyung se acercó enseguida.

—¿JungKook? —llamó, tomándolo del rostro con suavidad para inspeccionarlo; los labios del omega comenzaban a hincharse de a poco—. JungKook, ¿qué pasa? —inquirió con las cejas arqueadas.

—Parece como si se ahogara, mírale la cara —señaló SeokJin, preocupado.

TaeHyung detectó el rostro de su omega bastante rojo, labios hinchados y cejas fruncidas por cada inhalación prolongada que realizaba con dificultad.

Se empezaron a escuchar murmullos en la sala.

—¿Qué comió? Necesito un médico —declaró TaeHyung, comenzando a entrar en desesperación al ver como la condición de JungKook parecía empeorar—. JungKook, JungKook, mírame.

Pero el omega no lo hacía, alterándose más cada vez que intentaba recuperar el aire.

—Solo comió pastel —contestó SeokJin, acelerado.

Los ojos de TaeHyung fueron a parar a dicho pastel casi terminado, confundido y con el corazón a mil. Sin embargo, no pudo siquiera procesar el causante de su estado cuando JungKook, ignorando todo y a todos, se levantó a trompicones y sin querer hizo chirriar pesado a la silla con el movimiento brusco.

Sentía como si cada inhalación fuera inútil, apenas lograba recibir un poco de aire cada vez, lo suficiente para mantenerse consciente, pero no lo necesario para que la desesperación que tenía se esfumara. Ese mismo desespero hacía que se le dificultara más respirar y creaba un bucle que desencadenaba en el miedo que comenzara a atosigarlo también.

Todos se exaltaron cuando, al momento de darse la vuelta, cayó de bruces al suelo en un intento fallido por sostenerse de la silla. El sonido estridente y escandaloso de la corona fue un aviso para el impacto que vino después.

—¡JungKook!

TaeHyung prácticamente se tiró al suelo al no haber logrado atajarlo antes que cayera, sosteniéndolo en sus brazos al verlo tocarse el pecho con desespero.

—Dime qué pasa, JungKook, no me asustes —exhaló, tocándole la espalda.

En eso, HoSeok se agachó junto a ellos para extenderle un vaso de agua a TaeHyung, quien lo tomó con rapidez y le ofreció a JungKook.

—El pastel —pudo modular JungKook en un susurro ahogado tras tragar un pequeño sorbo de agua.

—¿El pastel? —preguntó TaeHyung, sin poder entenderle del todo bien; elevó las cejas—. ¿Qué tenía el pastel? —exclamó hacia SeokJin, quien tardó unos segundos en apartar las manos de su boca para revisar rápidamente el postre; lo olió.

—Es de jengibre como el de todos —expuso, rompiendo el pastel a la mitad para ver dentro—. También tiene nueces.

TaeHyung frunció el ceño; aquella palabra le hacía recordar algo. JungKook le había mencionado que le caían mal las nueces hace unos pocos días. Dioses, ahora entendía; a eso se refería: era alérgico.

JungKook se recostó en su pecho y TaeHyung lo atrajo más contra sí, desabrochándole la capa para que pudiera respirar más cómodamente.

—JungKook, ¿qué debo hacer? —pidió desesperado, pero JungKook continuaba en sus intentos por recuperar su respiración—. Maldita sea —susurró, levantando su mirada hacia el resto—. ¡DEJEN DE MIRAR Y BUSQUEN UN MÉDICO!

YoonGi, HoSeok y NamJoon comenzaron a despachar a todas las personas del lugar, incluyendo a JiMin y SeokJin.

Sin embargo, unos pasos veloces acercándose no tardaron en hacerse presentes en la escena.

—Es alergia —expuso esa persona, agachándose junto a ambos—. Jung- médico real —rectificó con rapidez, pero chasqueó la lengua al tener que hacerlo de nuevo—. Su Majestad.

TaeHyung enfocó con el ceño fruncido, sintiendo como la rabia comenzaba a aparecer al ver que se trataba de ese alfa de nombre Jackson Wang. Y por si fuera poco, sus oídos estaban lo suficientemente bien como para haber escuchado que casi se refiere a su esposo por su nombre de pila.

El alfa quiso tocar a JungKook, pero no logró su cometido cuando a su pecho llegó un empujón que lo desconcertó. La mirada de Jackson se fijó en el rey que lo observaba con el ceño fruncido; sintió escalofríos que se mezclaron con la intimidación impuesta por el otro alfa y la alteración por el estado de JungKook.

—Usted no lo toca —bramó TaeHyung.

—Sé cómo tratar alergias, majestad —titubeó Jackson—. Mire cómo está el rey, puede morir si no lo tratamos a tiempo, entienda, por favor.

TaeHyung vio que JungKook ya estaba algo hinchado y le acarició la mejilla con dulzura.

—Terminas y lo sueltas —ordenó TaeHyung, sin dejar de mirar a su esposo.

Jackson no esperó más para tomar entre sus manos el rostro del omega e inspeccionar su estado, pensando y recordando todo lo que JungKook le había dicho sobre medicina y su alergia. Sentía la presión que imponían los ojos del rey bajo sus hombros; eran muy penetrantes.

—Necesito manzanilla —manifestó Jackson, recordando una de las veces en las que el omega le había comentado aquello.

—¿Manzanilla?

Jackson asintió.

—Manzanilla en agua hirviendo —aclaró.

JungKook no demoró en asentir como medianamente pudo, secundando el comentario. Fue entonces que TaeHyung actuó, observando hacia la puerta.

—¿No escuchaste? Manzanilla en agua caliente, ya.

YoonGi acató y enseguida salió del salón.

TaeHyung volvió su atención total a su esposo, atrayéndolo más a su cuerpo en un intento sutil por apartarlo de ese alfa ajeno. Poco después, pequeños toquecitos suaves llevaron a su brazo, casi imperceptibles, y al querer comprobar qué era, vio que se trataba de los dedos de JungKook.

—Dime, amor mío —acudió TaeHyung, mirándolo a los ojos.

Jackson se sintió extraño al instante, apartando la mirada. Tuvo que recapitular para caer en cuenta que JungKook ya estaba casado, pues todo parecía muy ajeno para él hasta ese preciso momento.

—¿Te quieres sentar? —preguntó TaeHyung, entendiendo la seña que realizaba el omega.

JungKook asintió.

—Si se sienta, respirará mejor —comentó Jackson, ganándose la mirada aguda del alfa sobre él que duró unos pocos pero turbios segundos antes de que decidiera acomodar a JungKook para que se sentara en sus piernas.

La puerta se abrió y YoonGi se apresuró a llegar prácticamente corriendo con cuidado de no derramar ni una sola gota.

—Llegas tarde —manifestó TaeHyung, ganándose un gesto de aprensión del general.

Estuvo a nada de tomar la manzanilla en agua caliente, sin embargo, Jackson se le adelantó. TaeHyung solo lo observó, abrazando al omega.

—Tome, Majestad —dijo Jackson, dirigiéndose a JungKook.

JungKook, confundido por la palabra majestad, tardó en caer en cuenta que se trataba de él. Jackson extendió el cuenco hasta que quedó bajo la nariz el omega, quien se inclinó para respirar un poco de ese vapor que sintió calar hasta sus pulmones.

—Ya va a estar bien —tranquilizó Jackson, exhalando una pequeña sonrisa aliviada—. Puede pasar aquí un rato —avisó al rey.

TaeHyung sintió burbujas de cólera en su estómago y, con la mandíbula tensa, espetó:

—Puedes retirarte.

Jackson parpadeó sorprendido.

—¿Disculpe?

—Ya ayudó con la manzanilla, ya no es necesaria su presencia, Wang.

Jackson tuvo que morderse la lengua ante aquella prepotencia que desprendía el rey al expresarse. Y es que ¿cómo podía decirle que se apartara de JungKook? Se molestó, sin dudas. JungKook era su pulga, él llegó mucho antes que el rey, era su mejor amigo desde cachorros; TaeHyung había llegado a su vida apenas hace unos meses... ¿quién se creía?

—Retírese —repitió con más insistencia, arrebatándole el cuenco del alfa que ahora parecía mudo.

Jackson pestañeó, conteniéndose para no arruinar la vida de JungKook en una respuesta. Aun así, ganas no le faltaron. Se limitó a levantarse con las manos apretadas detrás de su espalda.

—Majestad —reverenció.

TaeHyung lo miró un segundo antes de volver a su esposo, prácticamente echando al alfa como si no tuviera importancia con ese simple gesto. Sentía que, si seguía estando en presencia de ese guardia, iba a explotar.

Él sabía; sabía que ese alfa tenía algo con su esposo. Lo que no sabía era qué.

Escuchó los pasos del alfa alejarse y entonces, le dio un beso en la cabeza a JungKook.

—¿Te sientes mejor, amor mío?

JungKook asintió quedito, sacándola una sonrisa aliviada a su alfa al hacerle ver que no fue nada realmente grave, solo un muy buen susto. Dioses, pensar que JungKook podía irse tan pronto puso todo su mundo de cabeza en pocos minutos.

La puerta del comedor fue tocada y YoonGi acudió a ella, dejando pasar al duque SeokJin cuando lo identificó.

—¿Está bien? —inquirió el omega, viendo a JungKook.

—Gracias a los Dioses, sí.

SeokJin se mostró más relajado.

—¿No crees que es mejor llevarlo a su recámara? —propuso SeokJin, apretando los labios.

TaeHyung asintió de acuerdo y el duque se acercó, agachándose también.

—Déjame ayudarte; si involucramos a la servidumbre temo que harán rumores de lo más exagerados.

TaeHyung volvió a asentir y le hizo caso a su primo, cargando a JungKook en sus brazos cuando SeokJin tomó la manzanilla. Cuando salieron al pasillo, JungKook agradeció internamente que estuviera despejado; no quería pasar otra vez por la vergüenza de ser observado en ese estado deplorable.

Con el paso de los minutos, JungKook pudo relajarse notoriamente, ya que como adicional a la manzanilla, inhalaba constantemente el aroma de su esposo y eso lo ayudaba a sentirse bien y cómodo.

Pronto estuvieron subiendo las escaleras hacia los dormitorios principales.

El camino se hizo un poco largo, pero con TaeHyung sosteniéndolo con aquella delicadeza, las mil escaleras restantes fueron totalmente efímeras.

Y cuando se dio cuenta, lo había recostado en una gran cama muy similar a la de TaeHyung. Le acomodaron las almohadas para que no quedara del todo acostado y lo cubrieron con mantas.

—Quería mostrarte tu habitación —dijo TaeHyung mientras le acariciaba la cabeza y soltaba un suspiro—. Espero que te guste, la arreglaron para que estuvieras cómodo.

JungKook miró a su alrededor con un poco más de detalle y no tardó en comprender que se trataba de la habitación contigua a la de TaeHyung; la habitación del rey consorte.

Luego, posó sus ojos hinchados en su esposo y le sonrió suavemente en agradecimiento. Aunque se sentía mal, con pesadez en todo su cuerpo, incluso tenía un poco de nauseas que también se le atribuían a que no había comido más que ese pedazo de pastel en el día; ya no tenía apetito.

—Tengo cosas que hacer, pero te puedes quedar con SeokJin —explicó TaeHyung, mirando de soslayo a su primo que asintió—. Volveré pronto, ¿sí? —musitó, acariciándole la mejilla.

JungKook no pudo responder, mas sus ojos dijeron un sí que TaeHyung comprendió y pronto estuvo levantándose camino a la puerta.

—TaeHyung —interceptó SeokJin en voz baja, acercándose cuando su primo se giró hacia él—. No quiero alterarte, pero revisé los demás pasteles y solo el de JungKook tenía nueces —susurró.

El rey no dijo palabra, ladeando la cabeza. Sus ojos quedaron fijos en el mismo lugar por unos segundos al punto que SeokJin tuvo que apartarle la mirada, incómodo.

—Si ese guardia llamado Jackson Wang quiere saber de mi esposo, no le den información ni lo dejen pasar —espetó TaeHyung, avanzando.

SeokJin, confundido, quiso preguntarle al respecto, pero cuando fue a hacerlo, su primo ya había salido de la habitación.

El sonido del cristal partiéndose en un estruendo resonó en cada centímetro de la sala al haber sido lanzada con cólera por aquel alfa conocido como el rey Jeon.

—Majestad, no es para tanto. —Se escuchó a la voz de YoungHo decir.

JungHyuk cerró los ojos y, respirando fuerte, bramó:

—No me digas eso. —Peinó su cabello hacia atrás, plantando sus feroces ojos morado oscuro en el sacerdote presente—. ¡El bastardo se casó!

Hace poco se había enterado de la boda del rey TaeHyung con JungKook y no pensó ni un momento en enviarle una sorpresa a su sobrino para que supiera que él aún estaba vigilando cada uno de sus movimientos. Aprovechó su conocimiento sobre la alergia del omega y actuó sabiendo que su reacción no era mortal, pero sí era lo suficientemente mala como para darle un buen susto. ¿Qué mejor regalo de bodas que ese?

—No es el fin del mundo —expuso YoungHo, tomando entre sus ancianas manos un adorno para inspeccionarlo con desinterés—. De hecho, era predecible.

—Cállate —siseó el rey, apretando los párpados con frustración.

—Piénselo, ¿se imagina cuando el rey Kim se entere de lo que es su sobrino? Y no hablo solamente de su nobleza, sino también sobre quién es su tío.

JungHyuk giró su barbilla hacia él, dando con los ojos oscuros del sacerdote, quien suspiró.

—Su tío fue el que indirectamente mató a su amado padre, además que es el responsable de las desgracias de su pueblo.

El rey elevó una ceja con interés ante el descubriendo mostrado.

—Nadie creerá en JungKook... —murmuró para sí, recibiendo una confirmación asentida por parte del sacerdote.

—Será un traidor y, ¿cómo castigan a los traidores?

JungHyuk se dejó caer en el sofá más cercano con una sonrisa implantada en los labios.

—Se tiene que enterar... —manifestó Jeon, pensando en una forma de acelerar todo aquello.

—Así es —asintió el sacerdote.

Sin embargo, la conversación se vio interrumpida cuando la puerta se abrió de repente.

—¡Padre! —exclamó una entusiasmada femenina voz juvenil.

JungHyuk elevó las cejas de la sorpresa.

—¡Gyuri! —exclamó de vuelta, viendo como su querida hija se acercaba.

Princesa Jeon Gyuri, hija del actual rey fuera del matrimonio, prima de Jeon MinYoung y Jeon JungKook. Se trataba de una hermosa joven omega de cabello negro y largo, ojos color morado oscuro muy semejantes a los de su padre. Su figura era esbelta y delgada; desprendía un atractivo femenino y elegante; piel tan blanca como la leche, usando uno de sus tantos vestidos ostentosos, joyas y una tiara.

JungHyuk se levantó para recibirla de dos besos en la mejilla y un abrazo. Posteriormente le acunó el rostro.

—¿Cómo te fue en Jeju?

—Fue increíblemente satisfactorio, tengo tanto que contarte —manifestó ella con una sonrisita.

El rey sonrió genuinamente, incomodando a YoungHo, quien ya un poco asqueado y sobrepasado por la interacción, carraspeó para interrumpirlos.

JungHyuk alzó las cejas al recordar la presencia del alfa.

—Hija, saluda a mi aliado Kim YoungHo, sacerdote supremo del Templo de los Dioses.

Gyuri sonrió, extendiéndole la mano.

—Un gusto —dijo ella, en un tono de voz excesivamente estridente.

Kim YoungHo alzó las cejas en un signo de clara arrogancia; él era el líder del Templo, las personas le reverenciaban, no le daban la mano.

—Estábamos hablando, Majestad —le recordó al rey con los dientes ligeramente apretados, pero JungHyuk simplemente agitó la mano.

—Después lo llamaré, retírese.

YoungHo jadeó ofendido.

—¿Disculpe?

JungHyuk asintió.

—Váyase.

YoungHo se irguió molesto y se retiró dando zancadas. Más que indignado, tiró la puerta tras de sí. Sin embargo, ninguno de los dos Jeon prestó atención, simplemente continuaron con lo suyo.

JungHyuk le señaló el sofá a su hija.

—Quisiera escuchar todas tus anécdotas, pero primero debemos hablar.

Gyuri se sentí, ladeando la cabeza.

—¿Pasó algo?

JungHyuk exhaló.

—Tu primo.

Gyuri quiso rodar los ojos de solo recordar su existencia.

—No veo nada interesante, lo único interesante de él era su habitación y ahora es mía —expuso; el cuarto de JungKook siempre había sido el más grande y ella lo había anhelado desde el primer momento. Sin embargo, JungKook nunca cedió a dárselo, pero ahora él no estaba y ella no dudó en sacar ventaja de eso.

JungHyuk gruñó de fastidio al tener que hablar de él.

—Tu primo JungKook es ahora un rey consorte.

Los ojos de Gyuri casi se escaparon de sus cuencas.

—¿¡Qué!?

JungHyuk asintió y ella chasqueó la lengua.

—¿Con quién se ha casado? —preguntó, ya teniendo una sospecha.

—Con el rey de Daegu, Kim TaeHyung.

Ella jadeó.

—¿Cómo permitiste esto?

—¿Qué iba a hacer, Gyuri? ¿Involucrarme para empezar una guerra para la que aún no estoy preparado?

Ella miró a otro lado, molesta. Sentía la envidia burbujear en su pecho; ella quería todo eso, quería ser reina. Ella quería a Kim TaeHyung.

—¿Cómo es que un prostituto como mi primo se casó con un rey? —inquirió retóricamente y despectivamente. Rio con sarcasmo—. Aunque si lo pienso bien, él siempre quiso llegar lejos y, con sus grandes habilidades de buscón, claro que lo lograría —bufó con sorna, cambiando la dirección de su mirada a su padre, que bebía algo de vino—. Yo quiero eso, quiero ser esposa del rey.

—Sabes que no me gusta negarte nada, pero para nuestra desgracia, el rey está ingenuamente enamorado de tu primo.

—¿De él? —espetó desdeñosa.

JungHyuk dejó la copa a un lado.

—Pero ya me harté de su desobediencia y descaro. Haré lo que mejor sé hacer —murmuró, siendo escuchado por su hija, que se mostraba interesada—. Torturarlo.

Ella sonrió contenta y JungHyuk miró por la ventana a aquellas hogueras encendidas.

—Cuando vuelva, ¿lo seguirás prostituyendo?

Él negó.

—¿Sabes qué es lo que más le marcó? No fue su cuerpo, nada de eso —negó, girándose a verla—. Le marcó aquí. —Señaló su cabeza—, y lo que entra aquí, no sale jamás.

Gyuri sonrió.

—Cuéntame qué piensas hacer, entonces.

JungHyuk se sentó lentamente.

—Aún no lo sé... —Le tomó la mano a su hija—. Escucha, no tendrás al rey, pero tendrás el reino entero para ti.

Y ella solo pudo sonreír en grande, con los ojos forrados de ambición.

Kim TaeHyung, luciendo su imponencia y seriedad, observaba con dagas en sus ojos a esos tres alfas nobles que le mostraban respeto, o quizás miedo.

—Majestad, ¿por qué nos mantiene cautivos? —dijo uno de ellos, poseyente de cabello castaño.

—Majestad, nosotros no hemos hecho nada en contra de usted —concordó el de cabello rubio.

TaeHyung caminó para ostentar su porte.

—Han llegado a mis oídos las blasfemias que han expresado sobre mi esposo —pronunció con voz gruesa que se proyectó en la solitaria habitación vacía.

—Disculpe la interrupción, ¿cuál esposo? —inquirió uno de cabello negro.

—Habla de JungKook —contestó el rubio.

TaeHyung fijó su mirada en él, ladeando la cabeza con lentitud.

—¿Quién eres como para llamarlo por su nombre?

El alfa tragó hondo, tan intimidado que jamás se atrevería a responderle.

TaeHyung gruñó por lo bajo, pasando por el lado de cada uno de ellos.

—Sé que hablaron pestes de él y no voy a permitir que sigan esparciendo mentiras sobre mi omega —bramó.

—¿De qué mentiras habla usted, majestad? —inquirió el rubio, confundido.

—Ustedes saben cuál es —masculló con desagrado—. Decir lo mucho que disfrutaron compartiendo con mi omega —vociferó.

Tan solo imaginarse aquello le daba ganas de romper cosas.

Los alfas se miraron entre sí; TaeHyung tragó en un intento por controlar su furia e hizo sonar su cuello.

—Si escucho una sola mentira más sobre mi esposo, juro por mis difuntos padres que voy a encerrarlos de por vida en los calabozos subterráneos —amenazó, acercándose a donde estaban agrupados—. No me provoquen; no me tienten a quitarles sus títulos porque soy capaz de hacer eso y muchísimo más con tal que mi esposo viva tranquilo.

—Uhm... —carraspeó el castaño—. Con todo respecto, Majestad, pero de alfa a alfa le digo que no puede pretender tapar el Sol con un dedo.

TaeHyung gruñó más alto.

—Yo no te pedí un consejo de alfa a alfa, imbécil.

—Entiendo. —Asintió—, pero me parece sumamente injusto que usted pretenda amenazarnos cuando no hemos dicho más que la verdad sobre la prostitución de su esposo.

TaeHyung se acercó peligrosamente a él, con una rapidez que por poco lo hace sobresaltarse.

—¿Qué dijiste? —masculló mientras su expresión ensombreció y sus ojos se volvían opacos.

El alfa en cuestión dio unos pasos atrás, arrepintiéndose de sus palabras.

—No fue mi intención...

Pero el rey ya lo había tomado del cuello y arrastrado hacia atrás. Los otros dos alfas jadearon, queriendo controlar la situación, pero no podían cuando se trataba del mismísimo rey.

—Les tuve mucha paciencia, pero ustedes no sirven —vociferó furioso, siguiendo arrastrándolo con brusquedad hacia atrás hasta que los talones del alfa estuvieron fuera del borde de aquella ventana de cuerpo completo sin cristal.

El alfa castaño exclamó aterrado, intentando agarrarse fallidamente de la fachada del castillo o del rey.

—¡JAMÁS EN TU VIDA VUELVAS A RELACIONAR A MI ESPOSO, TU REY, DE ESA MANERA! —gritó encolerizado, empujándolo más hacia el vacío—. ¡Vuelves a asociar esa maldita palabra con él y juro que los voy a matar a todos!

—Majestad, por favor —suplicó, asustado.

—Mi esposo es un omega que solo me conoce a y para mi omega solo hay un alfa, solo yo —masculló.

Lo empujó hasta que solo las puntas de sus pies estuvieron en el suelo, pero antes de dejarlo caer, lo jaló de vuelta en un gruñido.

Cuando se giró, el alfa estaba intentando estabilizándose y se alejaba de la ventana lo más posible, horrorizado. Los otros dos alfas lo observaban con los ojos abiertos del susto que fue en aumento cuando el aura de TaeHyung no parecía dejar de destilar poder.

Arregló su cabello despeinado, con la mandíbula tensa.

—Vayan a corregir sus errores y a decir que todo lo que dijeron era mentira, porque si otro comentario más llega a mis oídos, los voy a buscar a cada uno de ustedes sin importar que se escondan hasta debajo de las malditas piedras de todo el reino. ¿¡Me escucharon!?

Todos asintieron en silencio rotundo.

—Quiero oír una respuesta —vociferó.

—¡Sí, Majestad! ¡Lo lamentamos! —exclamaron al unísono, realizando una reverencia.

TaeHyung elevó su barbilla con superioridad y vanidad, y sin mirarlos mucho más, salió de ahí empujando sus hombros.

—¿De verdad te sientes mejor? —inquirió SeokJin, sentado en la esquina de la cama junto a JungKook.

El omega castaño asintió.

—Solo estoy mareado y me duele la garganta —respondió con voz átona.

—Y estás hinchado —bromeó SeokJin, sonriéndole.

JungKook se tocó la mejilla y luego el labio.

—Que mi esposo no me vea así... —murmuró, acomplejado.

SeokJin exhaló en mitad de la sonrisa.

—¿Cómo te va en esta nueva vida de casado?

Una sonrisa se dibujó en JungKook automáticamente.

—TaeHyung es un buen alfa, es todo lo que soñé. —Abrió más los ojos brillantes—. Es el amor de mi vida.

SeokJin asintió y miró hacia abajo con sus manos en el regazo; JungKook le tomó la mano, arqueando las cejas.

—Lo siento, es de mal gusto que hable sobre esto contigo...

SeokJin correspondió el agarre.

—No te preocupes, yo estoy bien.

La puerta se abrió sin aviso previo y los ojos preocupados de JungKook viajaron velozmente a ella; no quería ser visto. Pronto, su esposo ingresó y cerró.

—¿Cómo sigue? —preguntó TaeHyung, deshaciéndose de su capa.

—Muchísimo mejor, primo, solo parece un durazno —respondió SeokJin con una media sonrisa.

JungKook hizo un mohín, ofendido, pero atento a su esposo. De alguna forma, lo notaba extraño; se preguntó si aún seguía molesto con él.

TaeHyung caminó hasta estar de pie a un lado de JungKook, donde pudo inspeccionarlo mejor. JungKook arqueó las cejas, avergonzado, pero TaeHyung le sonrió y le acarició la frente.

—Gracias por cuidarlo, SeokJin, ya puedes irte.

JungKook le sostuvo la mano a su alfa.

—¿Te quedarás conmigo? —susurró él.

—Bueno, se supone que seguimos de luna de miel —dijo TaeHyung.

JungKook sonrió como pudo.

—Bueno, me retiro, espero que te mejores, JungKook —anunció SeokJin, levantándose con cuidado. Vio a JungKook modularle un "gracias", y le dio una mirada a la pareja—. Felicidades por su unión, espero que su matrimonio sea próspero.

Los recién casados se miraron con cariño y agradecieron los buenos deseos del duque antes que se retirara. Una vez solos, TaeHyung se dirigió al otro lado de la cama para quitarse las botas y sus anillos.

—¿Qué hacías? —inquirió JungKook, viendo la espalda canela de su pareja con ojos grandes.

—Estaba conversando con unas personas —respondió, pensando bien qué responderle mientras se quitaba su chaleco.

—Ah, ¿sí? —susurró con voz dulce, no importándole el pequeño raspón en su garganta que le causaba hablar porque quería entablar una conversación con TaeHyung que no fuera otro incómodo encuentro. Observó a TaeHyung asentir, terminando de quitarse la camisa—. Pero te ves molesto...

TaeHyung se quedó en silencio por un momento, ocultando por la posición sus cejas fruncidas.

—No sé de donde sacas esa suposición.

—¿Sigues molesto conmigo? —preguntó con cautela.

TaeHyung detuvo sus movimientos y se giró a verlo.

—Te extrañé —agregó JungKook en un susurro con ojos brillantes.

La mirada de TaeHyung se suavizó y su cuerpo se destensó. Se subió a la cama y se acercó a JungKook gateando hasta acomodarse boca abajo para verle.

—Ya no estés molesto conmigo —puchereó el omega.

—No quiero que vuelvas a ir con esa bruja —murmuró, mirándole los labios.

JungKook hizo una mueca y bajó la mirada, jugueteando con la manta.

—Solo quiero darte un alfa...

—Si me hubieras hablando de esto antes de tomar una decisión, entenderías que no me importa si nuestro hijo o hija es un alfa o un omega, estaría bien mientras sea contigo —respondió al instante.

JungKook arqueó las cejas. TaeHyung exhaló y le levantó la barbilla con suavidad para que lo mirara.

—Me dolería mucho más perderte por querer tener un alfa a que me des solo hijos omegas...

JungKook apretó los labios con congoja; TaeHyung no entendía que ese hijo alfa iba a ser su salvación. Pero, ¿cómo iba a entenderlo si no le contaba la verdad?

TaeHyung sonrió.

—En realidad, quiero solo omegas, así son menos alfas para el mundo, ¿no crees?

JungKook viró los ojos y rio, deshaciendo su sonrisa hasta volver a apretar sus labios.

—Lamento no haberlo hablado contigo, perdóname de verdad —se disculpó con ojos lastimeros y expresión regañada, sintiéndose mal otra vez.

TaeHyung suspiró y se acercó a su rostro.

—Si me miras así, claro que te perdono —murmuró antes de obsequiarle un beso inmóvil en los labios hinchados de su pareja—. Tus labios se ven graciosos —sonrió, tocándolos con su índice.

JungKook frunció el ceño, pero TaeHyung lo transformó en una sonrisa cuando le dio otro beso más.

—¿Leemos un libro? —propuso después, notándose más animado.

—Todos los que quieras —concedió JungKook.

—No se diga más. —Se impulsó sobre sus brazos para buscar un libro que compartir.

Se sumieron a una noche de mimos y sonrisas, cerrando los ojos ante la realidad que esperaba impaciente por explotar esa burbuja de amor con esos pequeños alfileres llamados mentiras que ambos añadían cada día.

Pues ambos eran mentirosos, tal para cual; ambos escondían quienes eran verdaderamente por la comodidad que les resultaba compartir juntos.

Dos jóvenes que apenas rozaban los veinte años con miedo a desvanecer sus sonrisas.





Nota:

FELIZ LUNES TAEKOOK

Primer capitulito del año. 🥺

Estos caps que vienen sí que estarán potentes, SE VIENE EL DESMADRE.

Btw, recuerden que tengo una cuenta de Instagram donde publico cosas de mis historias y adelantos de los caps de TR.

No tengo nada más que decir, besitos en las nalgas. Me retiro muy lentamente y por la sombrita... 👀

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