VIII: Pulga

JungKook terminó de atar serenamente su cabello enrulado en la parte trasera de su cabeza, dejando a algunos mechones sueltos descansar despreocupadamente sobre su frente, pero apartándolos ligeramente para que no dificultaran su visión.

Estiró su mano hasta tomar unos aretes largos, negros y simples que yacían sobre la cómoda de su habitación, para seguidamente colocárselos.

Cuanto terminó de arreglarse, se vio al espejo y se quedó quieto un segundo, perdido en su reflejo.

Esa mañana, los sirvientes tocaron su puerta para entregarle numerosas prendas de todos los estilos utilizados en el reino, y JungKook supo de inmediato que aquello era obra del rey. Con una sonrisa había aceptado las prendas y escogido las que eran más acordes a su gusto.

Por ello, ahora vestía con una camisa blanca y simple, de cuello mao y mangas largas y holgadas hasta sus muñecas, donde se achicaban con delicadeza; unos pantalones negro azabache que acentuaban su cintura a la perfección con ayuda de un aditamento ceñido al cuerpo hasta un poco más arriba de su estómago que traía el mismo pantalón. Sin mencionar aquella cinta del mismo color, resaltando de ella los estampados finos y delicados de color blanco.

Sonrió efímeramente de labios cerrados, no pudiendo creerse que era el médico real de Daegu; era alguien importante en ese castillo, algo que él jamás había sido en...

Al pensar en ello sus facciones se enseriaron, diciéndose a sí mismo que no podía distraerse con los encantos del reino. Oh, pero volvió a verse, y le fue tan difícil pensar en su pasado ahora que estaba en el palacio de Daegu.

Palmeó sus mejillas unas dos veces antes de finalmente girar y salir.

Pronto se encontró a sí mismo acercándose a un largo pasillo que daba con el exterior. Era preciosa la manera en la que la luz del sol mañanero atravesaba los vitrales ubicados sobre aquel semimuro, dibujando sobre el suelo las mismas figuras y colores. El techo no se quedaba lejos en hermosura, pues el relieve del mismo era deslumbrante, además del color dorado mate que lo pintaba. Aunque si le pedían hablar en términos generales, el castillo era increíble y colorido, con numerosos vitrales en cada pared. No era solitario ni triste, y muy diferente a lo que había experimentado antes.

Una vez se propuso caminar por aquel pasillo, escuchó numerosos choques de espadas, y solo tuvo que asomar su cabeza para ver a varios guardias combatir en aquel espacio abierto de pasto verde y lindo color.

JungKook dedujo que se trataban de los nuevos reclutas, pues además de entrenar, estaban siendo liderados por YoonGi y HoSeok, quienes supervisaban cada movimiento de los alfas en acción, rondando alrededor de ellos con frecuencia.

Paseó sus ojos claros y brillantes cual lila recién florecida, buscando exhaustivamente a una persona en específico sumada a la multitud de alfas, y cuando dio con él, no apartó la mirada de sus movimientos.

Se trataba de un alfa de alta estatura, más alto que él, pero más bajo que el rey. Poseía una buena complexión y su cabello castaño estaba acomodado de tal manera en la que su frente quedaba al descubierto.

Era un alfa atractivo para muchos omegas, pero para JungKook era diferente.

El omega no daba su brazo a torcer y aseguraba que convivir con ese alfa todos los días de su vida era una condena, pero bien sabía que el aprecio que le tenía estaba tras esa coraza, solo que nunca se lo diría.

JungKook quiso desaparecer cuando el alfa lo miró y le guiñó un ojo. El omega ocultó su rostro con una mano, pero al final terminó viéndolo nuevamente, mostrándole una sonrisa ladina.

—Hola.

Pegó un brinco y soltó una pequeña exclamación cuando escuchó la voz del rey a su lado, y al girarse para confirmarlo, JungKook no pudo evitar el ahogarse con su propia saliva, teniendo que toser un poco.

—Se asusta con facilidad —expresó el alfa, con una ceja alzada. JungKook carraspeó.

—Usted siempre me toma por sorpresa —aclaró, ya estable.

—Pienso que se debe a que siempre lo descubro haciendo cosas —expuso, elevando con ligereza una de sus comisuras.

JungKook sintió sus mejillas arder y sus orejas próximas al mismo destino, al haber sido descubierto de esa manera tan indecente, básicamente coqueteando. Lo miró culpable, comprimiendo sus labios en una mueca parecida a un puchero.

—Dejarlo sin palabras afirma que lo he delatado —El alfa seguía mirándolo de la misma forma.

—No me avergüence, ¿usted nunca se ha quedado observando omegas? —Se defendió, abochornado. TaeHyung levantó su mentón y alzó con más entusiasmo su ceja.

—¿Cuándo lo he acusado de observar alfas?

JungKook boqueó, sintiendo como su bochorno subía hasta acaparar sus orejas y pintarlas de un color rojo intenso. Con toda la rapidez que pudo, llevó ambas manos a las mismas en un intento fallido de ocultar su bochorno, pero solo le tomó un segundo escuchar las carcajadas del rey.

—No intento avergonzarlo, pero me parece gracioso —habló el rey, divertido con la situación.

JungKook destapó sus orejas solo para pasarse una mano por la cara y dejarla descansar sobre su boca, mirando al alfa mientras niega con la cabeza. Intentó contener su vergüenza, pero era tan grande que ya lo tenía como un tomate maduro, hasta el punto de sentir que el nerviosismo incrementó cuando vio que TaeHyung observó su nuevo atuendo.

El rey sonrió de labios cerrados y entrecerró sus ojos.

—Me da gusto saber que ya tiene nueva ropa, estos días me he preguntado sobre lo incomodo que se debió sentir con sus pantalones rotos.

—Gracias —Se limitó a responder el omega, en un tono bajo.

Y el rey tenía ganas de seguir conversando con el irremediable omega, pero al mirar hacia adelante —y por sobre la cabeza del omega—, pudo darse cuenta de como lo llamaban. TaeHyung volvió a mirar a JungKook, que aun lucía bastante abochornado.

—Tengo asuntos que atender, espero que siga disfrutando del día —JungKook hizo una reverencia ante la despedida, y cuando estaba por levantarse, escuchó al rey continuar—, y de su vista —culminó, burlón.

Eso bastó para paralizar el cuerpo del pequeño omega, quien sintió como el rey pasaba por su lado y se alejaba carcajeándose, solo abochornándolo más y dándole ganas de morir.

JungKook, ya derecho, se giró y volvió a apoyarse en el muro.

Pero salió corriendo cuando escuchó una voz muy conocida gritarle desde el exterior: "¡Esa es mi pulga!".

JungKook daba zancadas rápidas, buscando por el inmenso jardín mientras soltaba maldiciones por lo bajo. Hubo varios sirvientes que se asustaron al verlo de tal forma, pues había ganado fama por su actitud y nadie quería involucrarse con el médico real, y mucho menos si este lucía tan colérico.

A regañadientes, se adentró por un laberinto hecho de arbustos, buscando y buscando hasta que sus fosas nasales captaron un aroma tan familiar.

Su garganta emitió un ruido denotando molestia antes de cruzar y ver que en una esquina estaba ese alfa que tanta molestia le daba, fumando de su pipa con toda la tranquilidad del mundo.

—Jackson —No se privó de ser tosco al hablar.

El alfa levantó la vista al instante, ignorando totalmente su tono de voz y sonriendo en grande al verlo.

—Pulga —musitó como si estuviera feliz de verlo. JungKook tensó la mandíbula y se acercó dando las mismas zancadas para arrebatarle de un solo movimiento la pipa que tenía en la boca e inhalaba.

Jackson se ahogó ipso facto, teniendo que toser para recomponer sus pulmones.

—¡Oye! —se quejó el alfa.

—Se te van a dañar los pulmones por estúpido, ya te lo dije —reprendió el omega.

—Dámelo —reclamó casi infantilmente, estirando la mano para tomar la pipa, pero fallando cuando JungKook la puso detrás de su cuerpo.

Aun así, eso no impidió que Jackson insistiera en alcanzarla hasta que JungKook se fastidió y se la tiró con molestia.

—¿¡Sabes qué!? ¡Toma tu mierda, muérete! —exclamó el omega, ya exasperado. Sin embargo, una sonrisa gigante apareció en el rostro contrario antes de volver a inhalar de la pipa.

—También te vas a morir un día, no es para tanto —Le restó importancia, y JungKook se cruzó de brazos.

—Los guardias del castillo tienen prohibido fumar en él.

—¿Por qué crees que estoy aquí? —El alfa hizo alusión alrededor, más específicamente a las paredes del laberinto hecho de arbustos podados. Bufó—. Además, ¿desde cuándo cumplimos reglas? No te hagas el inocente —Se defendió el mayor y JungKook chasqueó la lengua.

—Ahora que estamos en el castillo debemos cumplirlas, podrían echarnos si no.

Jackson rio y alzó una ceja, dispuesto a molestar un poco al omega.

—Es cierto, debes comportarte para Su Majestad. Dime, ¿ya le sirves el té? —JungKook ni lo miró—. Hoy te vi con él y lo haces increíble, sigue así para irnos más rápido.

—Apenas llegamos —murmuró por lo bajo. Jackson negó.

—No, no, yo acabo de llegar, tú ya tienes tiempo aquí —rectificó.

JungKook exhaló, dejando al descubierto la frustración que le causaba todo el asunto.

—¿Cómo quieres que haga si el rey se la pasa con los viejos del concejo y sino, está escribiendo poemas? Es un alfa extraño y ha sido difícil sacarle algo que pueda servir.

Jackson le hizo una seña suave para que bajara el tono de su voz, guardando su pipa antes de contestarle.

—Todos los alfas caen en algún punto, lo que debes hacer es tenerlo en la palma de tu mano, así podremos volver.

—Sí, ya lo sé, Jackson —habló el omega, ya no queriendo escucharlo.

Jackson lo vio hacer una mueca. Lo entendía, sabía que al omega no le gustaba nada de esto, pero nuevamente salía el otro factor, y era que ninguno de los dos tenía otra opción.

Se acercó los pocos centímetros que los separaban y lo atrajo a un abrazo que dejó a JungKook tenso en su lugar.

—No le encuentro nada malo al rey, es verdaderamente un alfa extraño... —Jackson continuó las pequeñas palmaditas dulces que dejaba en la espalda del omega.

—Quizás tengas razón, pero nosotros lo hacemos por nuestro bien, lo hacemos por el bien del-

Se cortó cuando JungKook correspondió a su abrazo, recostando con más comodidad su cabeza en su hombro e interrumpiéndolo con sus palabras.

—Sí, sí, ya sé, no me repitas esa frase... —pidió bajito.

Jackson acarició su cabello con cariño y se separó un poco del abrazo para que JungKook lo mirara a los ojos.

—Con la cabeza fría, pulga, no lo olvides —murmuró con una pequeña comisura elevada con aflicción. JungKook suspiró pesadamente.

—Tengo que volver, el rey me solicitó en su despacho antes del anochecer —Jackson asintió, rompiendo el abrazo.

—Bien, ahora... ¿cómo salimos de aquí?

JungKook se giró tras las palabras del alfa, dispuesto a señalar el camino de vuelta, pero perdiéndose cuando sus ojos no reconocieron nada. ¿Había cruzado a la izquierda o a la derecha? Eso le pasaba por haber llegado botando humo por las orejas.

—Oh...

Parece que nuevamente llegaría tarde al llamado del rey.

Su pluma se deslizaba con constancia sobre los numerosos documentos que tenía que firmar esa noche, sentado en su despacho como ya era costumbre.

Un par de toques provenientes de la puerta le hicieron levantar la cabeza del blanco material y dirigió su vista hacia el ventanal, negando desaprobatoriamente al darse cuenta de que el sol ya se había ocultado.

—Pase —permitió alto, mirando hacia la puerta.

Un JungKook con el cabello revuelto, la cara algo brillante y la respiración un poco acelerada se adentró a la habitación. Cerró la puerta e hizo una reverencia rápida hacia el rey.

—Su Majestad —saludó con algo de dificultad, haciendo notar sus mejillas enrojecidas por el esfuerzo físico que tuvo que ejercer al correr lo más rápido que pudo tras haber encontrado la salida a ese dichoso laberinto.

TaeHyung lo observó con una ceja arriba, su codo apoyado sobre la mesa.

—¿A qué se debe su gran demora, omega JungKook?

El nombrado arregló su cabello, pasándolo detrás de sus orejas para aplacarlo un poco. Emitió un sonido parecido a un "Je" y mostró una sonrisa nerviosa.

—Me perdí en el extenso laberinto del jardín —explicó algo avergonzado, con un tono extraño de voz.

—¿Qué hacía en el laberinto? —inquirió, ladeando momentáneamente su cabeza y manteniendo su ceja alzada. JungKook negó, intentando parecer lo más despreocupado posible.

—Estaba recorriendo el lugar.

TaeHyung se quedó observándolo, y al solo hacerlo, detonó que el nerviosismo del omega aumentara un poco más, pensando paranoicamente que había descubierto su mentira.

Pero pudo respirar nuevamente cuando el rey volvió a hablar.

—Está bien, también me he perdido —tranquilizó, dejando la pluma a un lado y tapando la tinta para que no se secara.

Posteriormente, TaeHyung se levantó, dándole la espalda para buscar algo que el omega desconocía totalmente.

—Cada miembro de los diversos castillos del continente poseen algo con que los demás pueden identificarlos por su profesión dentro del mismo... —comenzó a explicar con tranquilidad, pero firmeza—. En Chuncheon y Gwangju, utilizan abalorios, en Seúl y Busan, optan por brazaletes... —hizo una pequeña pausa, sosteniendo algo entre sus manos—. Y en el caso de mi reino, usamos broches, cada empleado porta uno en sus vestimentas. Los broches de los sirvientes son de plata —Finalmente se giró y avanzó hacia él sin dejar de mirar hacia lo que sostenían sus manos: una pequeña y elegante caja—. Los guardias cargan con el escudo del reino en sus uniformes, los miembros del concejo unos dorados... —detuvo su andar justo al frente del omega, abriendo la caja con cuidado—. Y el médico real, siempre porta una magnolia en su vestimenta.

El omega observó con ojos grandes y brillantes el pequeño y delicado broche que descansaba sobre una pequeña almohadilla dentro de la misma caja.

—Es...

—Violeta —completó el rey, viendo como el omega tomaba el prendedor para verlo más de cerca—. Qué casualidad, ¿no? —comentó, haciendo a JungKook levantar la mirada y así poder ver como el alfa dejaba la caja sobre la mesa—. Es el mismo color de sus ojos —El alfa volvió a acercársele—. Como si hubiera estado destinado a blandir este cargo.

JungKook, algo aturdido por sus palabras, pudo sentir como el rey tomaba el broche de su palma y se inclinaba más cerca de él, poniéndole los pelos de punta.

—Esta ceremonia siempre es junto al concejo, pero no creo que sea de su agrado —tomó mejor el broche entre sus dedos y miró al omega—. ¿Me permite?

JungKook demoró unos momentos en responder, pero terminó asintiendo y siendo testigo de cómo el alfa ahora levantaba su mano hacia él y se lo colocaba, cuidando no malograr su camisa.

El menor miró al alfa un momento, pero luego sus ojos amatista fueron a parar en el broche ya puesto, danzando emocionados por el mismo. TaeHyung le acomodó un poco la camisa en la zona, para privarla de cualquier arruga, y así luego separarse.

—Debería hacerle unas preguntas sobre lealtad y honor, pero no sé cuáles son —admitió con algo de gracia.

—No le diré a nadie sobre su falta de protocolo, Majestad —aseguró el contrario, ahora mirándolo—. Muchas gracias —dijo de todo corazón, realizando una reverencia a su nombre y apretando los labios por el regocijo en su interior.

TaeHyung esperó a que el omega terminaba su acción para señalar con una mueca afable la silla frente a su escritorio.

—Siéntese, quiero escuchar su opinión sobre el nuevo hospital que planifico inaugurar —expresó, y el omega, parpadeando, se encaminó a ella.

—¿Hospital?

TaeHyung asintió.

—Necesito la opinión del médico real para saber cuál es la mejor ubicación, además de informarme de lo que necesitamos para consolidar un gran hospital para el pueblo.

JungKook se sentó, frotando disimuladamente sus palmas con su pantalón producto de la ansiedad al saber que el rey le pediría su opinión, sorprendido de que lo necesitaran para ese tipo de cosas. Alguien quería escuchar lo que tenía para decir...

Por eso no se negó cuando el rey le ofreció cordialmente una copa de vino que ahora el alfa se encontraba sirviendo.

JungKook vio su broche nuevamente, con una sonrisa muy pequeña, sintiendo el orgullo implantarse en su pecho, pero haciendo una mueca cuando las palabras de Jackson retumbaron en su cabeza: "Todos los alfas caen en algún punto... lo hacemos por nuestro bien, por el bien del..."

Antes de completar aquella frase en su mente, cerró los ojos al sentir la pesadez posarse en sus hombros.

Qué difícil sería esto...

—No te voy a dejar en paz hasta que me contestes, JiMin.

El omega estaba sentado de brazos cruzados viendo a través de la ventana a un costado. Veía a su hermano menor hablando con unos subordinados, manifestándose como su autoridad de rey se lo permitía. Pero el hecho de que ese médico estuviera sentado a su lado estaba irritándolo en demasía y le hacía imposible contener esa mueca de disgusto que se formó en sus labios.

—JiMin, te estoy hablando —La voz de YoonGi hizo presencia nuevamente, haciéndolo salir de su burbuja de sentimientos negativos y llevándolo a la realidad, donde su fastidio era casi palpable.

—¿Qué quieres que te diga que no te haya dicho ya, YoonGi?

—Quiero entenderlo —expresó, frustrado—. Me repites lo mismo una y otra vez, y aun así no puedo comprenderte —JiMin lo siguió mirando sin expresión.

—Y te he dicho que lo hice para preservar tu posición y para preservar la mía, esa es la razón.

—¿Casándote con HoSeok? —inquirió exasperado, pero con un claro deje de dolor agudo. JiMin simplemente volteó otra vez hacia la ventana y esta vez vio a su hermano solo.

—Algún día entenderás que esto es lo mejor —JiMin lo miró, intentando estar serio e indiferente, pero YoonGi, al conocerlo bien, pudo captar el descontento algo desconsolado de su voz—. Un tú y yo es un castigo penado a la derrota, eso es lo único que debes entender.

YoonGi se encorvó un poco y arqueó las cejas.

—¿Cómo puedes hacerme esto de una manera tan fría? —preguntó casi sin aliento; JiMin se enderezó.

—Es la única manera en la que puedes captar mis razones.

—Pues no lo hago, JiMin —exhaló con desespero—. Siento que ya ni siquiera te conozco.

—No esperes que sea el mismo después de todo lo que pasó —Sus ojos intensos y fríos no faltaron, conectando con los del contrario, ambos molestos, pero terriblemente desolados.

Sin embargo, el repentino sonido de la puerta abriéndose los sacó de ahí.

Ambos presenciaron como un omega, de baja altura y cabello ondulado, se adentraba con normalidad, pero dando un pequeño brinco que lo hizo quedarse quieto en su lugar al verlos.

Tensos, miraron a JungKook, quien prefirió por sobre todas las opciones, hacerse el desentendido y sonreír mientras hacía una reverencia.

—Su Alteza... General YoonGi...

YoonGi hizo un asentimiento en aceptación a su saludo y JiMin no respondió, teniendo su vista fija sobre el broche que el médico real portaba en su pecho.

—¿Sabe dónde están los libros de poesía? —La dulce voz del omega se volvió a escuchar, preguntándole a YoonGi aquello, quien le señaló una estantería con algo de incomodidad.

—Esos de ahí son los libros de literatura —informó y JungKook se volteó, mirando la gran estantería con asombro.

Caminó y ojeó los nombres de algunos libros mientras YoonGi y JiMin permanecían en total silencio, mirándose de vez en cuando, pero mayormente no haciendo algo más que ver con impaciencia al omega. Estaba de más decir que el ambiente y el aura de la biblioteca, donde se encontraban, era más que incómodo, pero parecía como si solo ellos dos fueran capaces de percibirlo, el sentimiento siento totalmente ajeno para JungKook.

Tomó dos libros que le llamaron la atención y los abrazó contra su pecho, girándose para mirar de frente al alfa.

—¿Cómo va su cultivo de mentas?

YoonGi parpadeó.

—Ya ha crecido un poco —respondió y JungKook asintió, dispuesto a darse la vuelta para irse, pero siendo interrumpido por JiMin.

—Médico real —El aludido giró—. Antes de irse tiene que despedirse de los miembros reales —exigió. JungKook asintió e hizo una reverencia—. El rey no puede saber que estoy aquí, debe guardar silencio, así como yo lo hice en su momento.

JungKook supo al instante que el omega rubio se refería a cuando JiMin lo vio en los aposentos privados esa madrugada, el príncipe sabiendo la mentira que el omega le había expresado al rey al decirle que entró cuando lo vio portar aquella daga.

Bajó la cabeza y se retiró silenciosamente.

—¿Un cultivo de mentas? —preguntó JiMin con extrañeza, girando para ver por la ventana—. Es el médico real...

Sintió los pasos de YoonGi acercarse a él, pero no prestó atención cuando vio al omega de ojos amatistas acercarse a TaeHyung y sentarse a su lado, entrecruzando sus propias piernas y girado de tal manera de que pudiera ver al rey de frente. El príncipe miró todo con severidad.

—¿Cuántos años tiene?

—Escuché que es contemporáneo a tu hermano —respondió cerca de él y JiMin frunció las cejas al ver a su hermano carcajearse un poco.

—Posiblemente veinte años, huérfano, sin modales, sin educación ni tampoco ninguna información que certifique su profesión, ¿y ya es el médico real del castillo? —Incrédulo, se giró hacia el alfa—. Y por lo que veo es amigo cercano del rey —señaló con la cabeza hacia la ventana para que viera—. O mi hermano es un imbécil, o el nuevo médico sabe cómo usar esos bonitos ojos que tiene —chasqueó la lengua—, o ambas...




Nota:

Estoy actualizando 3 de golpe para darles una recompensa por su paciencia y cumplir los requisitos para inscribir la historia en los TAEKOOK AWARDS 2021!! nfgbdks omg, estoy emocionada.

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