LXII: Poder indeciso

SeokJin se dejó caer sobre el sofá, bufando largo por el cansancio y estirándose porque también estaba adolorido. Se abanicó con sus propias manos porque sus mejillas estaban rojas del calor, lo cual era ciertamente irónico, ya que el otoño estaba llegando junto al frío, pero ahí estaba el duque, casi sudando porque sus gemelas le estaban dando mucho que hacer y sus otros dos hijos también requerían atención.

Su esposo lo ayudaba, claro, pero aun así era demasiado para SeokJin, pues los pequeños pedían siempre por sus padres omegas los primeros años de vida.

Definitivamente tener dos hijos a la vez no era algo que le deseara a nadie.

Cerró los ojos, mas cuando estuvo dispuesto a descansar por un buen rato, escuchó voces provenientes del pasillo. A pesar de eso, no se inmutó, esperando que no fuera para él. Sin embargo, al poco tiempo, la puerta de la habitación donde estaba fue tocada y se quejó.

Suspiró pesado cuando la puerta fue abierta.

—Excelencia, Su Majestad está aquí —informó un sirviente.

El omega no se movió, más relajado sabiendo que solo se trataba de su primo. Escuchó al sirviente irse y, luego de unos segundos de silencio, escuchó su nombre.

—SeokJin.

El aludido abrió los ojos, enfocado a su primo, al que pronto le sonrió de labios cerrados, un poco forzado por el mismo cansancio.

—TaeHyung. —Frotó sus ojos, acomodándose mejor—. ¿Qué te trae por aquí?

—Vine a ver a mi esposo —respondió TaeHyung.

SeokJin se sintió algo estúpido porque en realidad era obvio para qué estaba ahí.

—Lo siento. —Se rascó el cuello y volvió a frotarse los ojos—. Estoy algo cansado, ¿quieres hablar sobre algo?

—De hecho, sí —dijo TaeHyung, caminando hasta sentarse a su lado en el sofá.

SeokJin ladeó la cabeza al ver su semblante serio. Seguramente le diría algo importante, así que se giró un poco para encararlo. Vio a su primo acomodarse su anillo de bodas antes de hablar.

—Le prometí a mi esposo que iba a hacer las cosas de la mejor manera posible —expuso TaeHyung y el omega esperó en silencio que continuase, notando el tono dulce de su primo al pronunciar «mi esposo», a pesar que TaeHyung intentase ocultarlo—. Y ahora, con lo que ha pasado con JiMin, yo quiero y necesito que ustedes estén bien porque también son mi familia.

SeokJin pestañeó varias veces porque ese alfa no parecía ser su primo.

—¿A qué quieres llegar? —preguntó SeokJin, porque era más que obvio que el comportamiento de su primo no era precisamente normal.

TaeHyung suspiró y sacó un pergamino de su chaleco.

—Pronto dejaré de ser un rey absolutista —comentó TaeHyung. Ya necesitaba un concejo, para su tranquilidad—. Así que debo aprovechar todo el poder que tengo ahora para ayudarte.

SeokJin frunció el ceño.

—¿Ayudarme con qué? —preguntó el omega, pero no obtuvo respuesta porque su primo le extendió el pergamino. Lo tomó con algo de duda y curiosidad y comenzó a desenrollarlo.

—Aunque sé que es peligroso para tu reputación y posición, deseo que seas libre —respondió TaeHyung.

Cuando SeokJin terminó de leerlo, alzó su vista hacia el alfa con los ojos muy abiertos.

—¿De verdad? —inquirió en un murmullo comprimido por la conmoción.

TaeHyung asintió.

—Puedes divorciarte si es lo quieres —concedió TaeHyung, viendo como su primo volvía su mirada al pergamino con emoción, un nudo en la garganta y los ojos cristalizados—. Prometo hacer todo lo que pueda para que tú y tus hijos estén seguros.

Los ojos de SeokJin se aguaron más.

—Muchas gracias, TaeHyung, de verdad.

Dioses, esa era su oportunidad de ser libre, de estar con sus hijos en paz, y su primo se la estaba obsequiando.

Le tomó la mano, emocionado y conmovido. TaeHyung notó que se estaba moderando en su agradecimiento así que lo sorprendió y lo abrazó contra su pecho. SeokJin quedó rígido por unos segundos porque su primo lo estaba abrazando después de años; TaeHyung, siendo alguien tan duro, tan seco con sus familiares, un alfa al que no le enseñaron como hacer contacto afectuoso, era el mismo alfa que ahora lo estaba abrazando con cariño. SeokJin exhaló y lo abrazó de vuelta, con fuerza.

Contuvo una sonrisa porque ya no tendrá que convivir un segundo más con el causante de su infelicidad. Por fin iba a hacer lo que él verdaderamente quería.

TaeHyung subía las escaleras de camino a la planta superior para ver a su esposo como religiosamente hacía todos los días sin falta desde hace alrededor de una semana.

JungKook estaba curándose muy lento, y ni hablar de la parte emocional porque sus ojos estaban lacrimosos todo el tiempo. Tampoco parecía capaz de conversar mucho a menos que se le sacara conversación. Estaba distinto, a decir verdad, muy distinto, y eso preocupaba mucho a TaeHyung, a quien se le partía el corazón al verlo tan mal, pero no lo iba a dejar solo, no más; estaría con él en todo el proceso.

Llegó a la habitación, abriendo la puerta con cuidado para no espantarlo como hace unos días, pues JungKook todavía seguía alerta a cualquier movimiento brusco.

Sin embargo, cuando estaba por entrar, JungKook cayó al suelo, golpeándose en el proceso.

TaeHyung palideció.

—JungKook —jadeó, yendo directo al omega que estaba tirando en el suelo, sosteniéndose la espalda y el abdomen, quejándose entre lloriqueos—. Mi JungKook. —Se agachó—, ¿qué sucedió?

Lo ayudó a enderezarse un poco y lo sostuvo, viendo como la mirada de JungKook estaba empañada.

—E-Es que... —dijo entrecortadamente por las ganas de llorar y la vergüenza que llegó después, coloreando sus mejillas de un rosa pálido—; estaba sangrando. —Dirigió sus ojos a la puerta del baño de donde venía, pero después esquivó la de su esposo y la fijó en su regazo.

TaeHyung observó la puerta del baño por un momento y después volvió a su esposo, entendiendo que fue a limpiarse por sí solo porque traía un camisón limpio.

Le acunó el rostro para que lo mirara.

—¿Sangrando por qué? —preguntó preocupado—. ¿Te hiciste daño?

—No —murmuró con voz ronca, teniendo que tragar sin continuar—. Es normal cuando un omega... —Se colocó la palma en el vientre.

TaeHyung entendió, arrugando las cejas. Le acarició el cabello largo y le dio un beso en la frente.

—Vamos a llevarte a la cama —susurró cerca de su rostro y le dio un beso en el párpado antes de levantarse.

Con sumo cuidado, lo cargó con un brazo bajo sus rodillas y otro en su espalda, percibiendo como su esposo enroscaba el brazo en su cuello para sujetarse mientras lo levantaba.

El corazón se le arrugó al ver lo poco que pesaba, tan similar al peso de una pluma.

Lo llevó hasta la cama, donde lo acostó lentamente.

—No debes levantarte cuando estás solo porque ahora que estás tan débil puedes lastimarte... —le dijo con suavidad, acomodándole las almohadas detrás de la espalda para que no quedara totalmente acostado—. ¿Te lastimaste?

JungKook negó, pero TaeHyung lo inspeccionó de todas formas. El omega tuvo la mirada caída, abrazándose el vientre, mientras el alfa se aseguraba de su bienestar. Al ver que no tenía ningún moratón nuevo, lo miró.

—¿Necesitas algo?

—Debo ponerme mi ungüento. —Señaló con la misma mirada una cómoda en un lado de la habitación—. ¿Puedes pasármelo?

TaeHyung no se hizo de rogar y fue por el frasco.

Las cosas entre ambos seguían tensas, pues la culpa aún estaba muy presente en las mentes de los dos; el beso que compartieron no había sido algo más que el deseo de saciar una necesidad, algo que no indicaba que las cosas en su relación estuvieran mejor.

JungKook quiso tomar el frasco una vez TaeHyung estuvo cerca, pero el alfa no le dejó.

—¿Puedo, amor mío?

JungKook se le quedó mirando, pareciéndole irreal que su esposo estuviera ahí y le llamara de una forma tan hermosa. Apretó los labios y asintió sutilmente.

TaeHyung se sentó en la cama y le subió la manga de su brazo derecho para embadurnarlo del ungüento y, posteriormente, repitió el mismo proceso en el brazo contrario, siempre usando suma delicadeza para no lastimarlo. Cuando bajó hasta el vendaje en su muñeca, su garganta se cerró porque, Dioses, quería preguntar, quería saber cómo se había herido ahí, pero no quería atiborrarlo de preguntas e incomodarlo, así que permaneció callado.

—¿Puedes subírtelo un poco? —le preguntó, refiriéndose al camisón que lo vestía.

JungKook apretó los labios con nerviosismo y lo hizo despacio, subiéndose la prenda hasta más arriba de la mitad de su muslo. Mas cuando TaeHyung observó sus piernas desnudas y delgadas, volvió a palidecer. Su alma se fue de un momento a otro porque las piernas de su esposo estaban plagadas de moratones grandes y que lucían muy dolorosos. JungKook se encogió por su mirada, casi estremeciéndose cuando el alfa se las acarició en apenas un roce.

—JungKook —dijo con voz átona que apenas le salió, alzando la mirada espantada—. ¿Te tocaron? —Vio al omega arquear las cejas—. Mi JungKook, ¿te tocaron?

JungKook bajó la mirada, apenado.

—No, no hicieron nada de eso.

TaeHyung exhaló, sudando frío.

—Nunca me tocaron de esa forma, pero, después de la muerte de mi prima... —Tuvo un escalofrío de solo recordarlo—. Mi tío causó que me hicieran todo esto —susurró, sintiendo las caricias de su esposo en sus pantorrillas—. Juraba que me habías abandonado y por eso ni siquiera quería seguir viviendo.

TaeHyung negó con las cejas arqueadas y le tomó la muñeca herida. Se la observó con pesar, ahora entendiendo su origen y le besó el vendaje.

—Nunca quise —le dijo TaeHyung, acariciándole una mejilla—. Al enterarme que habías muerto, sentí que mi mundo se caía a pedazos y simplemente dejé de vivir... Verdaderamente pensé que te habías ido. —Arrugó el rostro—. Me sentí mal por días hasta que lo supe...

Los ojos zarcos de TaeHyung viajaron a su cuello, específicamente donde debía estar la marca que no funcionó, en la que no había reparado hasta el momento. No podía verla producto de la tela blanca, mas podía ver su silueta porque era algo transparente. Se acercó y apartó la tela.

—Aún duele... —dijo JungKook, observando el rostro comprimido de su esposo, pues estaba muy morada y oscura.

—Pensaba que no había funcionado...

JungKook se la tocó con suavidad, porque le dolía.

—Al momento de perder a nuestro hijo, la marca actuó como un lazo por primera vez —comentó en voz baja, y TaeHyung le tomó una mano para darle apoyo—. Es un lazo roto, supongo que por eso me ha costado recuperarme.

—¿Qué puedo hacer por ti?

Esta vez fue JungKook quien le acarició la mejilla.

—Tu compañía es suficiente, el resto es algo que solo mi lobo tiene que enfrentar.

TaeHyung le besó las manos y recostó su frente en el dorso de ambas, como si quisiera disculparse silenciosamente de nuevo. Respiró profundo y tomó más ungüento para repartirlo en las piernas de JungKook, quien, pasados unos cuantos minutos, tragó.

—¿TaeHyung? —llamó, y el alfa alzó las cejas en señal de que lo estaba escuchando—. Quiero volver al castillo.

El alfa levantó la mirada con ojos sorprendidos; JungKook se puso algo incómodo antes de continuar, diciendo:

—Las gemelas de SeokJin lloran demasiado y yo... no puedo seguir aquí.

TaeHyung dejó el frasco sobre la mesa de noche una vez terminó y se sentó un poco más cerca, acariciándole el rostro y notando como su ojo hinchado estaba un poco mejor.

—Todo lo que tu desees —murmuró con cariño, emocionado porque iba a volver a tenerlo en el castillo.

Luego, recibió la frente de su esposo sobre la suya y ambos cerraron los ojos.

JungKook y Jackson conversaban frente a una de las mesas de la habitación del omega, cuya superficie estaba repleta de varios platos y bandejas de dulces de los cuales disfrutaban entretanto. JungKook agradecía mucho su compañía, pues la soledad lo acompañaba la mayor parte del tiempo, ya que su esposo estaba muy ocupado con las consecuencias que dejó la guerra y solo podía ir a visitarlo por breves instantes en el día. Además, aunque se sentía cómodo estando de vuelta en el castillo de Daegu, no se atrevía a salir demasiado porque le daba ansiedad y temor que la servidumbre lo juzgara; estaba seguro que lo estaban haciendo.

Al rato, la puerta fue tocada y JungKook concedió el paso.

La puerta fue abierta y JungKook alzó las cejas, sorprendido de ver a EunWoo en el umbral; no le veía desde que lo ayudó a escapar de Seúl. El alfa se veía diferente, más imponente con ese atuendo grande y costoso, sin obviar su atractivo natural.

JungKook se levantó de la silla, vistiendo con una bata cómoda color marfil que se amarraba a su cintura.

—EunWoo —moduló JungKook en una pequeña sonrisa, envolviendo sus brazos en el torso del alfa y recostando la mejilla en su pecho.

EunWoo le devolvió el abrazo con una sonrisa de labios cerrados y, al separarse, le sostuvo los hombros.

—¿Cómo te sientes?

JungKook le mostró una sonrisa compungida porque todos le preguntaban eso en ese último tiempo.

—Estoy mejor —respondió él.

Era obvio para ambos que el alfa no le creyó en lo absoluto, pero EunWoo lo dejó estar y trasladó su mirada oscura al otro alfa en la habitación, con quien compartió un saludo que se limitó a un simple asentimiento de cabezas.

—Dame unos minutos con JungKook —ordenó el alfa pelinegro con calma.

Jackson asintió, se levantó y fue hacia ellos para acariciarle el cabello a su pulga, quien le tomó la mano y se la apretó con afecto, un gesto de gratitud silencioso. Jackson pasó junto a EunWoo, dándole dos golpes amistosos en el hombro antes de irse y dejarlos solos.

—¿Quieres sentarte? Hay comida —dijo JungKook, señalando la mesa.

EunWoo sonrió de lado al ver la cantidad de comida sobre ella.

—Dudo que comas todo eso —bromeó el alfa.

Ambos caminaron hasta sentarse, JungKook estando un poco apenado porque era cierto; era mucha comida; pues su esposo se estaba encargando de que estuviera bien alimentado y cuidado todos los días para que sanara con prontitud.

—¿Qué necesitas? —preguntó JungKook, llevándose una uva a la boca.

—¿No puedo visitarte? —Alzó una ceja, con una pequeña comisura estirada.

JungKook suspiró y negó; claro que podía, de hecho, se alegraba de verlo de nuevo, pero...

—¿Por qué me visitarías teniendo tantos compromisos como nuevo rey? —indagó el omega—. No imagino el desastre que debes estar sobrellevando ahora que mi tío no reina.

—Ha sido muy duro —concedió él, asintiendo—, pero he viajado todo este trayecto porque tengo asuntos del reino que discutir contigo.

JungKook dejó ver su confusión al fruncir el ceño. Según lo que a él le respectaba, había dejado de tener participación en esos asuntos desde hace muchísimo tiempo.

—¿Conmigo? —musitó el omega.

EunWoo asintió.

—Claro, necesito de ti como príncipe.

Las mejillas de JungKook se colorearon un poco, sin saber que decir porque jamás lo habían tomado en cuenta así.

—No sé en qué podría ayudarte —murmuró, cohibido.

—Es sobre tu tío —dijo EunWoo, tomándose la libertad de beber un poco de jugo—; solo tú puedes decidir cómo quieres que acabe su vida.

La garganta de JungKook se cerró ante la mención, el estómago se removió y su pecho dolió, fatigoso.

—No lo sé... —alargó con duda y un mal sabor de boca.

EunWoo se recostó en el respaldo de la silla, cruzándose de brazos.

—Tú debes acabar con él, nadie más —abogó el alfa, pero JungKook negó, no creyéndose capaz de volver a verlo.

—Quizás encuentres placer y satisfacción viéndolo sufrir... —engatusó EunWoo, consiguiendo la mirada del omega—, ¿o dejarás que él te siga haciendo daño?

JungKook lo pensó, titubeando.

—Solo lo quiero fuera de mi vida —pronunció por lo bajo.

—¿Estás seguro? —osciló EunWoo, alzando una ceja—. ¿No quieres que sufra un poco? ¿Que tenga su merecido?

—No lo quiero ver...

—No tienes que hacerlo si no quieres —aclara el alfa—. Pero, eres el único miembro de la dinastía Jeon con vida, tienes mucho más poder del que crees.

JungKook apretó los labios. No estaba muy convencido con sus palabras, pues no se creía alguien con poder, jamás lo había tenido realmente y la incertidumbre de esta nueva era lo tenía algo ansioso.

—Con solo una palabra puedes hacer que todo el reino te obedezca —le dijo EunWoo, con un tono de voz más bajo.

JungKook se removió con incomodidad.

—No tienes que verlo si no quieres —volvió a esclarecer el alfa—, incluso puedo ser yo mismo quien dé la orden de ejecución. Sin embargo... —Se inclinó hacia él, disminuyendo la distancia entre sus rostros—, puede que tu odio me sea más de ayuda.

El omega le mantuvo la mirada, enmudecido incluso cuando EunWoo volvió a enderezarse y se levantó. JungKook jugueteó con sus manos, pensativo y nervioso.

—Pregúntate esto... ¿Seguirás sentado sin hacer nada? —dijo EunWoo—. Recuerda quien fue el que te quitó a tu familia.

Los ojos de JungKook se abrieron un poco más, enfocando un punto fijo en la madera que conformaba la pequeña mesa comedor. Las palabras de EunWoo hacían eco en su mente: el culpable de ya no tener una familia; un padre, una hermana e incluso a su primer hijo; era su tío y solo su tío.

Todo el mal que pasó y lo mucho que sufrió fue culpa de Jeon JungHyuk.

JungKook apretó su puño y EunWoo le colocó una mano en el hombro, diciéndole:

—Infórmame si tomas alguna decisión.

JungKook no despegó su mirada cuando el alfa se fue en los siguientes segundos. Se quedó quieto en su lugar, sin aflojar su puño apretado.

Kim NamJoon arribó a su hogar a las tantas de la noche como ya era común. Sus hijos y su esposo seguramente estarían durmiendo, así que, no molestándose en nada más, caminó hasta su despacho para encargarse de algunas cuentas del ducado que dejó a medio hacer, con las prendas ligeramente desacomodadas por el encuentro carnal que tuvo hace poco en una de las tabernas de la zona.

Sin embargo, frunció el ceño al ver iluminación por debajo de la puerta del lugar. Al abrir, se topó con SeokJin, leyendo unos pergaminos sentado en la silla detrás del escritorio.

—¿SeokJin? —nombró con extrañeza, deteniéndose en el marco de la puerta—. ¿Qué haces aquí? —preguntó, pues SeokJin jamás estaba en el despacho a esas horas del día, realmente, rara vez estaba ahí.

El omega alzó la mirada hacia él, su expresión luciendo muy diferente a la que siempre tenía. Esta lucía retadora y satisfecha.

—Estoy haciendo lo que se suponía que era tu trabajo —respondió con un tono de voz que no supo como interpretar.

NamJoon ingresó y cerró lento, sin quitar su expresión confundida.

—SeokJin, ¿necesitas que hablemos de algo? —preguntó con duda.

—Siéntate.

NamJoon acató con expresión comprimida, ansioso porque su esposo nunca era tan duro. Le vio tomar un pergamino de la mesa y se lo extendió, sin decir palabra, y él lo tomó.

SeokJin disfrutó de ver como el rostro de su exesposo se contorsionaba a medida que iba leyendo y, cuando terminó, lo miró con los ojos bien abiertos y azorados.

—No puedes hacer esto —reiteró NamJoon, rotundo.

—Son decretos de Su Majestad.

—¿Divorcio? ¿Cómo pudiste? —articuló NamJoon, ofendido. Se levantó molesto, mas SeokJin no se dejó intimidar y se levantó a la par.

—¿Cómo pude? —exhaló una risa sarcástica—. No sabes lo feliz que estoy de separarme de ti.

—¿Y nuestros hijos? —espetó NamJoon con alteración, casi vociferando.

El omega se cruzó de brazos, pensando que Kim NamJoon era un descarado de primera.

—¿Ahora sí te importan nuestros hijos? —bramó él, dando un paso retador hacia él—. ¿Dónde estabas cuando nacieron las gemelas? Llegaste tarde, me fallaste incontables veces y le fallaste a nuestras hijas incluso antes de nacer —masculló, mordaz.

—¿Sabes que lo expuestos que estarán ahora con padres divorciados? —discutió, ceñudo—. Sus reputaciones estarán manchadas de por vida.

SeokJin se acercó, luciendo amenazador.

—Hubieras pensando en eso antes de humillar al ducado entero —masculló y le rodeó, caminando a la puerta—. Sé que tu madre estará muy contenta de recibirte de nuevo, tendrás esa vida de soltero libertino que siempre quisiste.

—¡SeokJin!

El aludido abrió la puerta, apenas girándose para pronunciar:

—Antes que salga el sol deberás irte del ducado.

NamJoon boqueó, a punto de decir algo más, pero SeokJin cerró la puerta sin miramientos, dejándolo con la palabra en la boca. El alfa, rabioso, golpeó la mesa, pensando que su vida se había arruinado.




Nota:

FELIZ DOMINGO TAEKOOK

Amo tanto el tekuk, los extrañaba demasiado ;-;

Al fin Jin se liberó del iwesumadre de Nam, AL FIIIN.

EunWoo, me seduces.

No sé si se enteraron, pero ahora los adelantos serán vía storys de Instagram. 👀

Sin más que decir, feliz inicio de semana, les amo <3

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top