IV: Peonía

Sus piernas estaban cruzadas, sus brazos apoyándose cómodamente en la silla y su fina espalda reposando sobre el espaldar de la misma; su mirada profunda estaba sobre el rey, quien hablaba concentrado.

Lo observó colocar sus dos grandes manos sobre la mesa, la luz del exterior haciendo relucir los anillos que portaba.

—Los he citado a los tres porque he considerado, junto con el concejo real, que una perfecta oportunidad de investigar el origen del veneno está frente a nosotros, debemos tomarla antes de que el posible rastro desaparezca totalmente.

YoonGi y HoSeok, también presentes, asintieron de acuerdo.

El omega pudo vislumbrar como el sol brillante iluminaba la cabellera rubio dorada y acaramelada del rey, haciendo lo mismo con sus ojos azules que ahora se apreciaban en un tono más claro por la iluminación en cuestión. Fascinante.

—¿Y por qué se me ha citado a esto? —preguntó lentamente JungKook, ladeando casi imperceptiblemente su cabeza. TaeHyung posó sus ojos zarcos y serios en los del omega, aun molesto por su actitud del día anterior.

—Porque usted conoce el veneno, así que irá al lugar.

Sus dos guardias reales boquearon, sorprendidos y en desacuerdo, y como ya era de costumbre, HoSeok no se privó de intervenir.

—Mi rey, creo que no es adecuado que el omega vaya después del inconveniente que causó —comentó HoSeok.

—En mi opinión, tampoco sería prudente llevarlo —concordó YoonGi, actuando ambos como si JungKook no estuviera ahí.

—Su Majestad ha dicho que tengo conocimientos del veneno, ya lo decidió —objetó JungKook, con un todo presumido. Los dos lo ignoraron, ya acostumbrándose poco a poco a su actitud respondona.

TaeHyung miró al omega un momento, y luego volteó hacia los otros dos.

—Y no solo él irá, yo también lo haré —TaeHyung supo que al informar aquello, no tendría que esperar ni un segundo para recibir una negativa.

—Usted no puede salir del castillo —exclamó HoSeok con ojos algo cerrados por la conmoción. TaeHyung negó.

—Necesito involucrarme en la búsqueda para poder estar en paz por la muerte de mi padre, he de ir —habló decidido.

—Su Majestad, no es seguro que se vaya y deje al castillo sin su líder mientras que usted se expone a la naturaleza... —HoSeok asintió de acuerdo con las palabras de su compañero y amigo.

JungKook chasqueó la lengua, ganándose la mirada de los tres alfas presentes.

—Un rey debe salir más allá de su castillo para conocer su tierra —juntó sus manos sobre su rodilla más elevada—. En vez de encerrarlo en habitaciones llenas de oro, deberían dejarlo salir y conocer los lugares que ahora gobierna —alzó una ceja hacia ellos. YoonGi lo miró con la mandíbula algo tensa.

—No podemos permitir que el único alfa del linaje Kim pierda la vida por dejarlo ir a un paseo.

JungKook se dejó de recostar en la silla y se enderezó hacia adelante.

—Para eso es que sirven ustedes, para dar sus vidas con tal de salvar la del rey. Si Su Majestad se encontrara en peligro, ustedes deberían encargarse de sacrificarse, son guardias, no sabuesos.

Los dos lo miraron indignados y molestos por el insulto, pero lo que más rabia les daba era que el omega tenía toda la razón. HoSeok, de hecho, ya estaba dispuesto a levantarse para acercarse y quien sabe qué cosa hacerle cuando TaeHyung suspiró con los dedos en el puente de su nariz, buscando alivio, y habló en voz alta y firme.

—Bueno, ahora que quedó claro mi punto... —Se levantó de su silla con lentitud. Los tres presentes se levantaron también por respeto—. Mañana por la mañana partimos —avisó.

Hicieron una reverencia hacia él, más este no les respondió de ninguna forma, simplemente saliendo de ahí como si realmente necesitara hacerlo, y por supuesto que era entendible, el ambiente que formaban aquel omega y los dos alfas era verdaderamente pesado.

TaeHyung se preguntaba si en algún momento tendría la suficiente paz para que su cabeza dejara de doler.

Cuando el rey cerró la puerta, HoSeok y YoonGi comenzaron a irse, pasándole por un lado a JungKook, quien los miraba desde un poco más abajo con su boca comprimida en un círculo cerrado, queriendo sonreír burlesca y altivamente hacia ellos.

Ese día, TaeHyung decantó por vestirse con colores beige, marrones y detalles amarillos, despejando su frente como ya le era un hábito. Arregló el cuello de su atuendo y acomodó el broche que sostenía la capa sobre sus hombros, ya casi culminando de vestirse mientras escuchaba a HoSeok intentando una y otra vez, y TaeHyung admitía en secreto que ahora estaba comparándolo con una molesta polilla.

Rodó los ojos y se volteó una vez listo, mirando a su guardia y amigo con desdén.

—Voy a ir por mucho que te esfuerces en convencerme, HoSeok.

—Pero TaeHyung... —musitó insistentemente, haciendo al rey chasquear la lengua y avanzara dando largos y grandes pasos hacia la salida del castillo, ignorando los pasos apresurados de HoSeok siguiéndolo.

Ya en el exterior, pudo divisar su carruaje listo y posicionado, con los pocos guardias que pidió, sumándole un cuerpo más pequeño que el resto, el mismo que permanecía en su propio mundo, acariciando la mandíbula y el cuello de un caballo marrón y notoriamente más grande que él. Lo sonreír cuando el caballo soltó un bufido y meneó su larga y sedosa cola.

TaeHyung quitó su mirada de la escena y siguió su camino, acercándose a los guardias más cercanos en su llegada al exterior del carruaje.

—¿Está todo preparado?

YoonGi maniobró con las riendas de su caballo para girar hacia el rey.

—No pasaremos por el pueblo, es mejor que nadie sepa que ha pasado por ahí —TaeHyung asintió, apoyando aquello.

—Es hora de partir —expresó, ocasionando que todo se pusieran manos a la obra y tomaran sus respectivos lugares.

Entre tanto, en la parte delantera del carruaje, JungKook hacía una pregunta al aire, esperando que alguien respondiera su incógnita.

—¿Montaré a caballo?

HoSeok tomó las riendas del caballo que acariciaba el omega y lo observó.

—El rey necesita hablar con usted —informó, sentándose sobre los asientos exteriores del carruaje—. Irá con él hasta que hayan terminado de hablar, luego de eso, caminará —JungKook lo miró indignado.

—Es una falta de respeto ponerme a caminar por horas, señor —espetó y HoSeok bufó a cambio.

—Usted es un médico, cúrese, para eso sirve.

—Jódete —murmuró por lo bajo y entre dientes.

—¿Qué dijo? —preguntó el contrario al no haber escuchado bien.

Pero JungKook solo sonrió lo más falsamente que pudo y se dio la vuelta, viendo el instante exacto en el que TaeHyung subía al carruaje.

JungKook se acomodó el bolso que colgaba de su hombro y caminó con la seguridad que lo caracterizaba. Tenía la duda sobre qué querría hablar el rey con él; esos últimos días de la semana se le había visto molesto, muy serio. JungKook no tenía idea.

La brisa movía sus cabellos fuera de su grácil rostro incluso cuando estuvo frente a la puerta abierta del carruaje. Sin prestar más atención de la necesaria, JungKook, con la mirada hacia abajo, subió un pie a aquella plataforma que le serviría de impulso para entrar, pero se quedó inmóvil cuando vio una fuerte mano aparecer en su campo de visión, extendida hacia él.

JungKook alzó la cabeza con rapidez, viendo como el alfa lo miraba con la misma expresión seria. Parpadeó algunas veces y sorprendido por su accionar, extendió su mano algo dudoso hacia la del alfa, rozando primero sus fríos dedos con la palma caliente del alfa, quien luego envolvió su pequeña mano para darle el soporte necesario y se impulsó para entrar, sentándose en el asiento al frente del rey.

Un nuevo silencio se implantó en el interior de esa carroza, permaneciendo de esa forma incluso hasta cuando el vehículo comenzó a avanzar. JungKook volteó a la ventanilla junto a su asiento y dejó descansar sus manos sobre su regazo.

—Omega JungKook —llamó el alfa con voz gruesa y profunda después de un rato largo de silencio.

—Su Majestad —respondió después de unos segundos, sin apartar su mirada de la ventanilla.

—Míreme cuando le esté hablando —preceptuó firmemente el rey. JungKook tuvo que girarse a él, enderezando su espalda.

El alfa tenía las cejas algo fruncidas y su mirada atigrada puesta fijamente en él.

—Lo he defendido del concejo, le he dado oportunidades y le he entregado parte de mi confianza, ¿le consta o no le consta?

—Sí, si me consta, Su Majestad.

TaeHyung se cruzó de brazos.

—¿Entonces por qué ha abusado de todo eso? —formuló severamente—. Sé que está capacitado para ser médico real, pero lo que hizo en la reunión del concejo fue un oprobio —JungKook rozó el interior de su mejilla con su propia lengua—. Y no solo es su actitud con el concejo, también es tu actitud ante todas las personas de mi castillo —miró momentáneamente hacia un lado, regresando la vista al omega—. Sin mencionar su osadía al entrar en mi habitación privada —chasqueó la lengua—. No quería hacerlo porque no parece tener malas intenciones, pero me veo en el deber de recordarle cuál es su lugar en mi palacio. Cuando volvamos espero que comience a comportarse como se debe, tanto frente a mí, su rey, como frente a todos los habitantes del castillo que poseen un cargo más alto que usted, o me veré obligado a tomar medidas. ¿Entendió?

TaeHyung sinceramente pensó que ya toda la conversación había finalizado y que recibiría una afirmativa de parte de JungKook, pero eso fue porque no recordó que no estaba tratando con un omega común y corriente.

—Majestad, no volverá a pasar, e intentaré comportarme como usted pide para no volver a decepcionarle —movió un poco las manos en sus piernas—. Sin embargo, no mostraré arrepentimiento por mi actitud ante el concejo —TaeHyung, cansado, exhaló sonoramente—. Toda mi vida eh encontrado a alfas como ellos y no soporto que se me crea menos de lo que puedo ofrecer —miró al rey verlo con una mirada extenuante, lo que inconscientemente lo llevó a acelerar la velocidad de su habla—. Usted nació destinado a ser rey, siendo el favorito de su padre, y sin vivencia de la humillación por la casta de su lobo, no comprende, pero personas como yo estamos destinados a ser la sombra de los demás, y no me esperaba nada bueno —TaeHyung tenía los ojos un poco más abiertos, mudo—. Nunca había sido reconocido como un médico real, así que justificaré sin descanso mis ganas de permanecer con el trabajo, Majestad.

Los dos se quedaron en silencio, mirándose unos instantes antes de que el omega apartara su mirada y dirigiera su atención visual nuevamente a la ventanilla, sin esperar respuesta del rey, quien luego de un instante hizo lo mismo. Pero, aun así, JungKook no pudo contener decir algo más.

—Y lamento mucho esto, pero no voy a caminar así que tendrá que compartir con mi presencia hasta nuestra llegada —TaeHyung frunció el ceño, confundido.

—¿Caminar?...

Pero JungKook no respondió, haciendo resoplar por lo bajo al rey.

El carruaje estaba por detenerse en su destino. JungKook alzó su cabeza del reposo cuando vio desde la ventanilla todos esos sembradíos de plantas medicinales que conquistaban más allá de lo que la vista le permitía ver. Sus ojos se abrieron de más y brillaron entusiasmados.

—No salgas antes de... —TaeHyung vio al omega salir de carruaje en movimiento—... Por los Dioses —bufó.

Tomó algunas inhalaciones, carraspeando su garganta un poco para volver en sí y bajar cuando el carruaje se detuvo poco después.

Los pueblerinos de la zona los recibieron, no eran muchos. TaeHyung suponía que eran los que se mantenían en el lugar, cuidando de la siembra y demás. Correspondió a sus reverencias con un asentimiento mientras avanzaba a paso firme, manteniendo su porte real.

TaeHyung vio al omega trotar a pasos pequeños hacia donde estaba la gran cantidad de plantas, observándolo comenzar a acariciar cada una de ellas con una linda pequeña sonrisa en el rostro.

—Es un omega muy enérgico, le dijimos que podía tomar cualquier planta, Majestad —Le habló un beta campesino a un costado.

JungKook trotó un poco más lejos y TaeHyung suspiró, buscando con la mirada a su alrededor, siendo YoonGi el primero en entrar en su campo de visión.

—Custódialo —ordenó, y YoonGi le pidió a través de sus ojos que no le hiciera hacer aquello, pero TaeHyung se hizo el ciego—. HoSeok, ven conmigo —HoSeok se puso a lado de inmediato—. Señores, llévennos a un lugar privado para conversar —Le habló a los campesinos, comenzando a caminar.

YoonGi vio desde su ubicación como sus dos amigos se iban y lo dejaban solo al cuidado de ese omega. Giró a ver a los otros guardias, quienes voltearon la cabeza de inmediato, negándose a hacer el trabajo del alfa azabache. Así que, con resignación y algo de mala gana, bufó largamente, sin más remedio que ir.

Lucía realmente concentrado olisqueando un ramo verde poco antes de que YoonGi presenciara cuando el omega lo miró con sus ojos redondos y amatistas, luciendo tranquilos. Claro, aquello era antes de que el omega arrancara una hoja del ramo en su mano y la introdujera desprevenidamente en la boca del alfa, quien como auto-reflejo apartó la cara con una mueca de cejas fruncidas.

—Mastíquela, la menta ayuda para los mareos, la dificultad respiratoria, es relajante para el dolor y baja la inflamación cuando se aplica en el cuerpo —elevó una sonrisa—. Además, le puede servir para cuando comparta intimidad con un omega y así evitar malos olores —Felizmente arrancó otra hoja y la masticó.

—¿Siempre ha sido así? —YoonGi masticó lentamente, el omega mirando la menta en sus manos.

—Siempre he sido amante de las plantas medicinales —levantó una hoja y la curioseó con la mirada—. Es increíble que esta simple planta pueda mantenerlo vivo.

La amatista en sus ojos viajó un poco más lejos, donde una curiosa planta fue visible, y JungKook, como buen médico y aficionado de las plantas, simplemente no pudo resistirse, aplaudiendo chiquito con ambas manos y trotando hacia la mencionada.

—Eso le puede servir al duque —Casi exclamó, y YoonGi solo pudo virar los ojos e ir tras él.

Sin embargo, la minúscula travesía que habían emprendido por los sembradíos se vio interrumpida cuando HoSeok los llamó desde la lejanía para que regresaran.

Luego de una breve, pero productiva charla con los campesinos, se enteraron de que el indicado para su propósito era un alfa anciano residente en la zona, a quien se le conocía como un cuidador y conocedor de todas las plantas venenosas y no venenosas de la zona, y no se les dificultó ser guiados a su vivienda.

Dos toques en la puerta fueron dejados por HoSeok, que dio dos pasos hacia atrás, mientras compartía el sentimiento de todos los presentes: impaciencia.

TaeHyung movía constantemente las manos y dedos. nervioso, tenía que admitir. La posible llegada de un nuevo indicio de lo ocurrido con la muerte de su padre lo ponía así de inquieto.

A pesar de la ferviente impaciencia que lo consumía, no tuvieron que esperar mucho, pues a los segundos escucharon el chirrido de la puerta de madera algo desbaratada moverse, dejando a la vista a un hombre anciano con cabello lacio y gris, un bastón y un parche tapando su ojo izquierdo.

El hombre canoso miró a todos con cautela, precavido ante todo, no sabiendo quienes eran esos hombres que irrumpían inesperadamente en su morada. Seguidamente, los visitantes se miraron entre sí, sin saber quién se ocuparía de hacerle saber al alfa anciano frente a quién estaba presente.

Pero, aun así, nadie se esperó que el omega fuera el que decidiera tomar la palabra, haciendo desistir inconscientemente al rey de presentarse a sí mismo, sinceramente nada sorprendido con la acción.

—Buenas, señor —formuló, acercándose al hombre y tomando su arrugada mano entre la suya para saludarle; el hombre lo miró como si se tratara de una especie extraña de ser vivo, claro que esa expresión no le duró mucho después de que el omega pronunciara las siguientes palabras—. Disculpe nuestra existencia en su hogar, pero debo decirle que Su Majestad, el rey, necesita hablar con usted.

Atónito por la información recibida, su atención viajó al joven alfa de vestimenta pulcra y fina costura instantes después de que el omega se hiciera un lado para permitirle la visión, e inmediatamente el hombre se arrodilló, bajando la cabeza como signo de sumisión ante la sangre azul del rey.

—Su Majestad, es un honor —enunció, escuchando los pasos pesados que sostenían el cuerpo del rey, quebrantando algunas pequeñas ramas con su andar. Cuando no lo escuchó más, alzó su cabeza para recibir la mirada de Su Majestad.

—Necesito una audiencia urgente con su persona.

Posteriormente se encontraban sentados en la mesa principal de la cabaña del anciano, a excepción de JungKook, que concentraba su visión en los numerosos frascos distribuidos por todo el interior de la vivienda y alojaban en su interior plantas, sin mostrar ningún interés de ser partícipe en la conversación dada.

El anciano todavía continuaba algo impactado con la presencia tan eminente del alfa de cabellera dorada en su residencia, lo observaba expectante mientras que el rey acomodaba su anillo un poco.

—Los campesinos nos han dicho que usted es el cuidador de todas las plantas de esta zona, especialmente de las venenosas al pie de las montañas —comentó el alfa, recibiendo un asentimiento del mayor presente.

—Así es, Majestad, llevo custodiando la zona prácticamente toda mi vida.

—¿Ha visto actividad extraña estas últimas semanas?

—Sí, lamentablemente he tenido problemas...

TaeHyung paseaba su dedo pulgar por debajo de su labio inferior, con la mirada apartada hacia un lado, pero cuando escuchó tal cosa, se giró rápidamente para posar sus ojos azules sobre el hombre, interesado.

—¿Qué tipo de problemas?

—Envié una carta al reino informando que unos hombres se adentraron en estas tierras y se llevaron un tipo de planta venenosa sin autorización —TaeHyung alzó una ceja.

—¿Una carta? —preguntó algo confundido, y el anciano ladeando la cabeza.

—Sí, Majestad, me extrañó no recibir respuesta alguna.

Ahora vaya que la conversación le interesaba a JungKook, pues no se privó de preguntar:

—¿Qué tipo de planta se llevaron, señor?

—Acónitos, por eso inmediatamente quise comunicarme con el castillo —habló, mirando al omega y después a los tres alfas.

TaeHyung se tensó sobre el asiento, con una molestia presionándolo a la altura del pecho.

—¿Cómo fue que se las llevaron?

El anciano cambió su expresión a una de tristeza y algo de temor, tenía que admitir.

—Alfas entraron a mi casa y preguntaron por ellas, Majestad.

El rey se dio cuenta cuando otra silla era ocupada, siendo consciente de que se trataba del único omega de la habitación.

—Me pidieron el Acónito, pero les dije que para entregarles tal veneno letal debían pedirle permiso al palacio —bebió de su taza de té antes de continuar—. No les gustó mi respuesta y me forzaron a darles la ubicación con algo de tortura...

—La zona que rodea su parche está enrojecida, ¿ellos le hicieron eso? —percibió el omega, suave y despacio, quizás siendo un poco invasivo, pero sin malas intenciones.

Aun así, consiguió la mirada reprensora del alfa con más poder, y JungKook lo miró también, solo que, sin ninguna expresión en particular, pero ambos dejaron de verse cuándo el señor contestó.

—Sí, ellos me hicieron esto... —descubrió su ojo y todos arrugaron un poco sus expresiones al ver su estado. Era una cuenca vacía y enrojecida, parecía arder bastante, sin mencionar que no había sido removido con preciso cuidado. El hombre volvió a taparse con el parche poco después—. Majestad, pagaré el castigo que sea necesario al decirle que no me quedó otra solución más que darles lo que querían...

—No tiene que pagar castigo —negó JungKook y el anciano se relajó sus hombros tensos, mientras que TaeHyung se acercaba a JungKook para susurrarle al oído.

—Eso no lo decide usted.

—Perdió un ojo por los mismos hombres que asesinaron a su padre, él es un sobreviviente, no merece castigo, Majestad —respondió el omega, utilizando el mismo tono bajo que aplicó el alfa, quien lo observó el mismo tiempo que el pequeño trayecto que hizo su espalda al alejarse de él para ver al hombre.

—No será castigado, su consciencia puede estar limpia —El hombre no demoró en murmurar infinidad de agradecimientos—. ¿Puede llevarnos ahí?

El peso del rey era sostenido por sus propias largas y gruesas piernas. Estaba de cuchillas sobre la tierra, observando minuciosamente el terreno mediano y allanado de Acónitos extraídos a la fuerza.

Podía escuchar al hombre mayor hablarles a sus guardias, pero él estaba muy molesto como para siquiera prestar atención a aquello, por lo que ahora, algo desconectado de los demás, extendió su mano para parpar la tierra con su palma.

—No toque —Su acción se vio interrumpida con la melodiosa voz del omega, quien se había agachado a su lado para frenarlo.

—¿Disculpe?

—Podría tocar una raíz, el veneno traspasaría la piel —enfatizó reiteradamente, haciendo bufar y retraer su mano de vuelta a sus muslos, de donde se impulsó para colocarse de pie nuevamente.

Seguidamente, YoonGi se acercó a paso apresurado hacia ellos, luego de hace unos cuantos minutos haber ido a explorar un poco la zona por su cuenta.

—He visto algo.

Esa era la razón por la que ahora se encontraban avanzando cuesta abajo, siguiendo la guía del alfa azabache, quien lideraba el pequeño grupo. YoonGi se desconcertó al sentir como le tomaban el brazo, volteándose para ver que se trataba de JungKook. El omega simplemente estaba descendiendo usando de apoyo su brazo, pero, aun así, YoonGi lo miró extraño, más no se apartó, soltándose únicamente cuando estuvieron en tierra firme de nuevo.

Algunos pasos después, se encontraron con nada más y nada menos que un carruaje desvencijado que solo tenía una rueda en pie, las demás estando rotas o dobladas. La pintura que lo decoraba no estaba corroída con el tiempo, lo que indicaba que sin lugar a dudas era reciente.

—¿Qué pasó aquí? —preguntó el rey al tiempo que HoSeok rodeaba el carruaje con una mano en la empuñadura de su espada aun enfundada, inspeccionándolo.

—Parece que fue asaltado...

—No me he atrevido a salir desde lo que pasó, pero estoy seguro de este es el carruaje en el que se marcharon aquellos alfas, Majestad —expuso el anciano parchado, instaurando la curiosidad en todos los presentes, siendo YoonGi y HoSeok que prosiguieron más minuciosamente con su inspección, cuidadosos y detallistas.

HoSeok observó el diseño tallado en la madera del carruaje, trazando los mismos patrones con la yema de sus dedos.

—Cada carruaje de los cinco reinos tienen patrones tallados en madera... —expuso a medias y el rey se acercó a verlo con sus propios ojos.

—¿Le pertenece a algún reino vecino?

—No parece, nunca había visto algo como esto.

—Hay pedazos de la planta en el carruaje.

La atención de todos se desvió a YoonGi, que se sacaba su cabeza del carruaje para verles.

TaeHyung enderezó su espalda, ya un poco agotado, más mentalmente que de otra forma, pues en ese lugar no había mucho que le dijera la verdad tras el asesinato de su padre, ni tampoco nada que pudiera explicar las razones. Era como un laberinto, y ahora mismo no era capaz de ver la salida.

Suspirando para intentar destensar las extremidades de su cuerpo, giró hacia el único omega presente, presenciando como éste hacía una mueca y rascaba su párpado porque un pequeño destello que lo había cejado, aunque claro, aquella información TaeHyung la desconocía.

Continuaba con aquellas blancas vestiduras superiores, cosa que hizo suspirar con empecinamiento al alfa después de ver que aquella prenda continuaba transparentando con la presencia de la luz solar, la misma que ahora mismo lo iluminaba desde la espalda, dejando a la vista nuevamente su esbelto cuerpo. TaeHyung se preguntaba: ¿cuándo ese omega iba a aprender?

Al terminar de rascarse, el omega dirigió su mirada al suelo, esta vez no viendo el brillo que lo atormentó momentos antes, y a cambio, sintiendo un cosquilleo en su nuca que le hizo mirar al rey, dándose cuenta de que este lo miraba fijamente, y no precisamente a los ojos o el rostro, sino a su cuerpo, a través de su camisa. La apartó de inmediato hacia el pasaje, y avergonzado y nervioso, se cruzó de brazos sobre su torso para bloquear todo escrutinio de parte del rey.

Al darse cuenta de su accionar, TaeHyung apartó la mirada de igual forma, carraspeando hacia sus dos amigos y escoltas, ambos volteando hacia él al escucharlo clamar sus nombres.

—Ya está anocheciendo, es mejor que pasemos la noche y partamos en la mañana.

Y antes de que HoSeok pudiera rebatir su orden, TaeHyung viró los ojos y se dio media vuelta, caminando por donde vinieron. A los demás no les quedo de otra que simplemente seguirle, YoonGi incluido; y cuando estaba a punto de subir la pequeña colina, sintió nuevamente como una mano se aferraba a su brazo.

—¿Qué hace? —decidió preguntar esta vez el alfa, JungKook respondiendo con un inocente levantamiento de hombros.

—Se le ordenó custodiarme y no se le ha retirado tal orden.

YoonGi no tuvo otra opción más que bufar y continuar con su camino, con ese omega junto a él.

JungKook reposaba su grácil cuerpo sobre el colchón de la habitación que los habitantes le ofrecieron, usando uno de sus brazos como almohada para su cabeza. Su mirada amatista y escrutadora estaba puesta sobre su mano tenuemente iluminada por la vela en la mesa auxiliar junto a él.

Pronto se encontró esforzándose en centrar su mente en los sucesos del día, intentando recrear cada escenario en busca de alguna pista. Empezó por su llegada con aquellos afables campesinos, hasta terminar en la casa del anciano, a quien por cierto había atendido y le había dado algunas plantas y enseñado a hacer infusiones fáciles para que su cuenca sanara correctamente y no sufriera ninguna infección.

El anciano amable le agradeció por su gentileza y le obsequió una flor en forma de gratitud: una preciosa peonía, la misma que ahora sostenía sobre su estómago, o al menos momentáneamente, pues estiró sus brazos hacia arriba solo para acariciarla y verla más a detalle. Después, la puso sobre su pecho y respiró profundamente, volviendo a concentrarse en el día.

Esta vez, lo primero que le vino a la mente fueron los acónitos arrancados, y al nuevamente no captar nada extraño ahí, continuó hasta detenerse específicamente en la carroza desvencijada. Buscó enfocarse en la estructura de la carroza, pero su mente lo hizo viajar a una cosa más: a aquel destello que le había sensibilizado la visión por unos momentos.

Era muy extraño, JungKook no entendía, ¿qué era eso? No había forma de que el suelo terroso característico de la zona se iluminara al punto de molestarle la vista.

Había algo, algo más que no vio.

Sin embargo, por mucho que se esforzó en visualizar aquel destello en su recuerdo, no pudo distinguir que se trataba, y no le quiso dar importancia, pero ahora que analizaba todo más fríamente, podría ayudar, podría acercarse más al rey y ganar su confianza, así que debía averiguarlo.

Pidiéndole perdón a los Dioses, se levantó de la cama. Volvió a pedir perdón antes de buscar sus botas y colocárselas para salir en su bata de dormir, sin importarle nada. Simplemente tomó su bolso, donde guardaba sus plantas —nunca podía faltar—, y tomó el candil que iluminaba la mesa auxiliar, caminando y saliendo con su ayuda, e intentando no angustiarse por los sonidos de la noche, que incluían diversos animales e insectos residentes del bosque que JungKook transitaba.

Se abrazó un poco con su propio brazo, concentrado sus ojos en el camino a su paso, para así no perderse en ningún momento.

Todo iba sobre ruedas hasta que comenzó a escuchar un exceso de sonido al andar, cosa que sin duda le hizo fruncir el ceño, pero no detenerse.

Decidió que sería mejor idea comprobarlo, así que comenzó a coordinar sus propios pasos y a determinar el sonido de los mismos, y fue cuando redujo la velocidad de su andar que se dio cuenta, por el retraso del sonido, que esos no eran los suyos.

Tragó grueso, aferrando su mano al sostenedor del candil, y en un movimiento inesperado detuvo su andar y se volteó bruscamente, espantándose en seguía al ver la cara de TaeHyung desde abajo, alumbrada por el candil de una manera escalofriantemente tétrica.

JungKook pegó un grito alto y tapó su boca, dando un brinco hacia atrás por la impresión, con sus dos ojos violetas —ahora algo oscuros por la oscuridad— abiertos de par en par.

—¿Qué hace?

Los dos hablaron al mismo tiempo, JungKook jadeante por el susto y TaeHyung de lo más normal.

—Su Majestad —balbuceó con una mano en el pecho, intentando calmar su corazón desbocado.

—Lo vi desde mi ventana, ¿qué cree que hace a estas horas de la noche? —reprochó el alfa, no recibiendo respuesta inmediata pues el omega apenas estaba consiguiendo estabilizarse.

—Quiero volver a donde está el carruaje, creo que hay algo que podría servir.

—¿Pensaba caminar solo hasta ese lugar vestido tan solo con su bata de dormir? —expuso TaeHyung, ladeando ligeramente su cabeza. JungKook simplemente alzó los hombros.

—No creo posible que alguien abuse de mi —respondió este, girándose sobre sus talones para seguir caminando.

—Es un omega en mitad del bosque, solo en la noche, ¿cómo dice eso? —El rey lo siguió.

—Ahora lo tengo a usted, nadie le haría daño a un omega que acompañe al rey —repuso sin pelos en la lengua.

—Es increíble... —negó con la cabeza y luego el silencio nació entre ambos, limitándose solamente a caminar rumbo a aquel lugar, alertas y observándolo todo a su alrededor.

Y para que mentir, en esa expedición meticulosa de sus miradas por el bosque, los ojos de TaeHyung inevitablemente fueron a parar en el omega, específicamente en la bata blanca que tenía amarrada a la cintura con una cintura algo ajustada que básicamente se amoldaba a todo su cuerpo, y TaeHyung de verdad no podía creer que el omega se hubiese atrevido a salir en esa facha tan íntima y personal.

En un intento de alejar todo pensamiento insano, apresuró sus largos pasos y se le adelantó, dejando ahora a JungKook caminando tras él. En unos minutos más ya estuvieron en la ubicación que deseaban y JungKook fue directamente hacia donde recordaba haber visto aquel brillo y se agachó. TaeHyung se detuvo junto a él, no agachándose y limitándose a ver y a alumbrar desde arriba en espera del descubrimiento.

JungKook escarbó la tierra helada con ayuda de una mano hasta que sus dedos tomaron una figura fría y pequeña de un material brillante. Descansó el candil sobre la tierra y se levantó mientras le quitaba la tierra con sus dos manos gracias a que el candil de TaeHyung estaba bastante cerca de él. De hecho, todo TaeHyung estaba bastante cerca de él, y por esa misma cercanía, el alfa tuvo que bajar la cabeza para ver el objeto entre las manos del omega.

—Es un broche de serpiente... —expuso JungKook, alzando la cabeza hacia el rey y así conectar miradas; y como si fuera un instinto extrínseco, se vio inhalando profunda pero disimuladamente el aroma a albaricoque y hierbabuena del omega.

TaeHyung extendió su gran palma hacia el lado de la más pequeña perteneciente al omega, quien miró hacia abajo y demoró solo unos segundos en entregársela, rozando con la punta de sus dedos la palma cálida y ajena.

El alfa realmente no se dio cuenta cuando JungKook tomó su propia mano, la hizo puño y la pegó a su pecho, escondiéndola con la contraria y dando también un pasito hacia atrás, TaeHyung solo acercó el broche a su rostro y lo vio con sus propios ojos. El objeto efectivamente tenía forma de serpiente, forjada de un material liso que supo identificar como oro.

—Nunca he escuchado de algún lugar que tenga una serpiente como símbolo —comentó ceñudo, llevando su mirada azulada hacia el omega—. ¿Y usted? —un mechón de su cabello se removió en su frente producto de la brisa nocturna que soplaba en sus cuerpos. JungKook tuvo que contener el aliento.

—No, no sé de ninguno, Majestad.

El rey asintió y se centró en el broche nuevamente.

—Tenemos que llevarlo —informó antes de guardarlo en su bolsillo, emprendiendo de nuevo el inicio de sus pasos, esta vez buscando alguna otra cosa con ayuda de su candil.

—No se vaya muy lejos, no conocemos el terreno —indicó JungKook, inclinándose para tomar su candil del suelo, siguiendo al alfa, quien justamente se agachaba un poco para examinar más de cerca el suelo.

—Puede haber algo-

Cortó su habla con una exclamación hecha por él mismo al sentir unos fuertes pinchazos en su antebrazo, viendo con horror como una serpiente se apartaba de su brazo y se marchaba serpenteando rápidamente. Se levantó e hizo presión en su brazo, jadeando del dolor, sin importarle en lo más mínimo el candil roto en el suelo.

—¿Su Majestad? —llamó JungKook, prácticamente corrió hacia él, alarmado y preocupado escuchando los alaridos del rey mientras que, cada paso que JungKook daba, inconscientemente TaeHyung se alejaba.

Y segundos después, los ojos de ambos se abrieron en demasía cuando un crujido se escuchó a los pies de rey. Antes de que algo pudiera pasar, el omega alcanzó a tomarlo del brazo sano e intentó jalarlo de vuelta, pero otro crujido se escuchó, y JungKook, al no tener la fuerza suficiente como para sostenerlo, terminó cayendo con él a un hondo agujero en la tierra.

Simplemente insólito.

El impacto no tardó en hacer doler la espalda de JungKook, no reteniendo el quejido producido por el impacto. Sin embargo, no pudo moverse, y eso se debía a que sentía a alguien encima de él, alguien con la respiración acelerada y jadeante, con la frente apoyada en su clavícula.

JungKook se levantó como medianamente pudo y tomó la cabeza del rey cerca de la nuca y con su otra mano le tomó la mejilla para acostarlo momentáneamente en su pecho. El alfa lucía lo suficientemente adolorido para no moverse del todo bien.

—Su Majestad, ¿qué siente?

TaeHyung inhaló y se recompuso un poco, levantando la cabeza para verlo y permitirle al omega notar el dolor a través de sus ojos.

—Algo me mordió —soltó un pequeño quejido al mover el brazo—. Creo que fue una serpiente...

JungKook inspeccionó su brazo y abrió los ojos en grande.

—¿La vio? ¿Sabe cómo era? —preguntó rápidamente.

—Era algo marrón —La angustia de JungKook no hizo más que crecer—, marrón algo claro

El omega apartó el cabello sudado del rostro del alfa, no reteniéndose a preguntar, algo desesperado por la peor posibilidad de respuesta.

—¿Su cabeza era redonda o triangular?

Y JungKook sintió el pánico correr por sus venas cuando TaeHyung le respondió:

—¿Las serpientes no tienen las cabezas triangulares? —preguntó tontamente y JungKook jadeó, espantado al analizar que todas las respuestas del alfa llevaban a un tipo de serpiente en particular.

Una inoportunamente venenosa; una víbora.

Sin pensarlo mucho, JungKook tomó el brazo mordido el alfa y lo llevó a su boca, comenzando a chupar la herida para extraer aunque fuera solo una parte del veneno. TaeHyung lo miró con incomodidad casi de inmediato.

—¿Qué hace? No haga eso —intentó apartarlo poniendo una mano en el costado de su rostro, y algo jadeante aún, agregó: —. No se preocupe, era pequeña.

Pequeña, repitió JungKook en su mente, siendo lo que necesitó para apartarse y escupir a un lado, dirigiendo su vista intensa y algo indescriptible hacia el rey.

—¿Sus colmillos estaban en su mandíbula superior?

TaeHyung negó, respondiendo: —No le vi colmillos grandes.

JungKook se enserió en seguida, formando una línea severa con sus labios.

—Su Majestad es un cobarde al llorar y gimotear por una simple mordida de una serpiente siquiera venenosa —reprendió algo tosco, soltándole el brazo con cuidado de no empeorar la herida. Luego, llevó sus manos hacia el extremo inferior de su bata y la rajó con algo de fuerza.

—Al extraer el veneno con su boca, ¿no se hubiera envenenado también? —preguntó el alfa, queriendo saciar la duda que había llegado esporádicamente a su cabeza, observando como el omega enrollaba la tela alrededor de su brazo.

—Pero alargaría un poco más su muerte —respondió JungKook, apretando con fuerza la venda improvisada, haciéndole soltar un quejido de dolor al alfa.

—Hubiera muerto usted también —habló de nuevo, con las cejas algo fruncidas.

—Prefiero eso antes de que Su Majestad muriese por seguirme hasta acá —Le hizo saber el omega, quien viajó con su mirada por todo el estrecho y hondo lugar—. Caímos en una trampa —miró hacia arriba, dándose cuenta de lo alta que estaba la salida.

—¿Cómo saldremos? —preguntó TaeHyung, levantándose mientras también miraba hacia arriba.

JungKook se impulsó con ayuda de sus manos y se levantó. Lo primero que hizo fue palpar la tierra para verificar su dureza en caso de que fuera lo suficientemente resistente como para escalar. Pero no, no lo era.

—Nos encontrarán —giró a verle—. Si sus guardias son lo suficientemente inteligentes.

TaeHyung viró los ojos, bufando lentamente y dejándose caer lentamente en el suelo, con la espalda apoyada en la pared de tierra. Extendió su mano hacia el candil de JungKook, percatándose de inmediato que se encontraba roto, razón por la que no terminó de tomar el objeto, limitándose a recostarse un poco mejor.

El omega también se acabó sentando, solo que con más cuidado que el contrario, y una vez medianamente cómodo, colocó el bolso en su regazo y sacó la hermosa peonía rosada del interior, suspirando cuando se percató de que un pétalo se había quebrajado por la caída, sintiendo la necesidad de tocarlo con delicadeza, algo deprimido por lo que el desastroso evento generó.

—Una peonía —escuchó la voz de TaeHyung hablarle—. Si alguien regala una peonía rosa quiere desearle amor y prosperidad en su vida.

JungKook alzó la mirada enseguida, con sus ojos violáceos iluminados por la luz de luna que ingresaba.

—¿Conoce el significado de las flores? —preguntó sorprendido y TaeHyung sonrió de lado, solo un poco.

—Las flores me inspiran para escribir —confesó, presenciando como JungKook se arrastraba un poco más hacia él, sentándose frente a frente, totalmente interesado en la conversación que espontáneamente había surgido. TaeHyung apuntó la flor—. Esa flor es un buen regalo para un omega joven —frunció ligeramente las cejas—. ¿Desea un amor joven y enérgico?

—¿Usted no? —respondió, mirando a la flor, mientras TaeHyung lo miraba a los ojos.

—No todos los miembros reales tienen la oportunidad de estar con alguien que quieran de corazón —expuso con pesar, JungKook suspirando a cambio.

—Entiendo... —murmuró por lo bajo, sin percatarse siguiera de la mirada ligeramente extraña del rey por estar aun observando la flor, aun así, TaeHyung no decidió preguntar.

—Mi padre siempre me repetía que era peligroso para un rey sucumbir al amor —comentó, sin realmente esperar respuesta, simplemente queriendo aportarlo oportunamente.

—¿No tiene una madre o un padre omega, Majestad? —inquirió JungKook; TaeHyung desvió su mirada hacia abajo.

—En algún momento debí tenerla, falleció cuando nací —contó, haciendo una breve pausa antes de continuar—. ¿Y usted tiene padres? —le preguntó de vuelta, alzando la mirada en espera de una respuesta, la cual constó de un contacto visual seguido de una negación de cabeza.

—No, solo estoy yo —TaeHyung pudo ver como sus ojos se volvían tristes y melancólicos.

—¿Ha estado solo mucho tiempo? —Se atrevió a preguntar con precaución.

—Un tiempo —dijo bajito, con su mirada fija en la delicada flor entre sus dedos—. Para mí es mucho peor sentirse solo que verdaderamente estarlo, ¿no lo cree?

—Creo que tiene razón, lamento mi imprudente pregunta —apretó los labios y JungKook negó con una sonrisa pequeña y tristona.

—Está bien.

Las voces de ambos eran decaídas, melancólicas y tristes, pero ninguno se atrevía a sucumbir totalmente a sus sentimientos más entristecedores, por mucho que les costara hacerlo.

—¿Decidió la medicina como vía para salir de su soledad? ¿O la considera su pasión? —TaeHyung se atrevió a preguntar y JungKook rio suavemente ante eso.

—Diría que ambas —asintió lentamente antes de volver a acomodarse y recostar su espalda—. El día que curé a Su Excelencia y vi a su esposo aliviado porque todavía vivía, rellenó un poco el espacio. Sin embargo, no es duradero...

—Quiere seguir curando a las personas para intentar que el vacío se vaya —concluyó TaeHyung y JungKook lo miró de soslayo—. Por eso escribo, hacerlo me aleja de todas las abrumantes ocupaciones que ahora tengo... y quizás, así podré llenar lo que mi padre se llevó con su muerte.

—Eso nunca vuelve a llenarse, nunca.

Sus miradas se juntaron eventualmente, pero no por mucho tiempo, pues ambos optaron por desviarlas sin incomodidades, solamente queriendo deshacerse del desenlace agrio en el que había terminado la charla.

El frío comenzaba a ser más notorio y a TaeHyung le fue inevitable desviar la mirada hacia el omega, quien solo portaba esa fina bata y ahora parecía temblar ligeramente, con las orejas y la nariz algo rojas. JungKook estaba en su mundo, ni él mismo sabía en qué vagaba su mente.

Pero todo indicio que pudiera recordarle saberlo se esfumó en su totalidad cuando sintió el cálido y algo pesado contacto de la capa del rey sobre sus hombros. Sus ojos se abrieron en demasía y no pudo reprimir el instinto de encoger sus hombros mientras que TaeHyung le acomodaba la capa correctamente para cubrirlo del frío.

—Siempre reiteraré que usted es un gran médico —quiso decir el rey, en un tono algo bajo, JungKook mirándolo sorprendido y ruborizado a pesar de que ese precioso rubor en sus mejillas no pudiera ser notado por la fría oscuridad de la noche.

—Usted escribe los más hermosos poemas.

TaeHyung solo sonrió un poco y bajó la cabeza un momento, al tiempo que un JungKook sonrojado apoyó mejor su cabeza en la pared, cerrando los ojos y haciéndose pequeño bajo la capa del rey para asegurarse de que ningún centímetro de su cuerpo quedaba a la intemperie.

Y así poco a poco se fue quedando dormido, olisqueando casi inconscientemente el aroma a vino y pistacho que poseía la capa, un poco más intenso por la presencia del alfa mismo junto a él.




Nota:

AAAA Tardé la vida en actualizar, lo siento por eso a. Estos caps los escribo más lento en comparación a Forbidden Passion, porque la narración es un poco más compleja y soy muy perfeccionista con ella fjdnvskf PERO YA, AQUÍ ESTÁ AaaaAaa

Espero que lo hayan disfrutado dfkjsfn yo lo amé.

¿Vieron que justo actualicé un miércoles? ¿Será el destino diciendome que vuelvan los miércoles de actualización? 👀


BESITOS EN SUS PRECIOSAS NALGUITAS 💫

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