Sacrificio

CAP RECIEN SALIDO DEL HORNO !!

Buenas, buenas... pues... tuve mucho trabajo y pues no pude subir nada hasta este momento. Así que después de tanto estar comiendo hasta reventar y a causa de eso no me cierre el chaquetin de mi uniforme... buenas personas mis compañeros del hospital que a pesar de todo me celebraron mi cumpleños a pesar de todo el trabajo que tenemos aqui. A ver, aquí esta el otro capitulo, espero que les guste y también pásenla bien.

~ 1 ~

El lugar se encontraba totalmente a oscuras, no había nada que se pudiera observar, solo se podía escuchar alguna que otra gota caer en algún charco pequeño que ya se encontraba formado en el suelo, el eco del sonido del agua repicaba sin cesar, de pronto el silencio se vio interrumpido por el sonido del chillido de una rata que andaba en busca de comida, se puso en dos patas y con sus pequeñas manos comenzó a lavar su cara, de pronto se detuvo y comenzó a olfatear el aire. Todo paso demasiado rápido para el ojo humano, algo la tomo y lo siguiente que se escucho fue el crujir de los huesos de aquel animal.

Lo que habitaba aquella cueva se puso de pie y comenzó a caminar, pronto aquel bocado que había encontrado ahí se lo había terminado, para cuando llego a la salida solo se relamía los dedos. En el momento en que este asomo la cabeza espanto a las aves que estaba cerca de los árboles, poco a poco fue saliendo de ahí, los animales que se encontraban pastando también corrieron al sentir que sus vidas corrían peligro.

Al menos media un poco mas de 9 metros de alto, un cuerpo robusto y una espalda ancha, el cuerpo se encontraba rodeado de espeso vello, su piel al igual que ese vello era un color café chocolatoso, sus ojos era pequeños pero infundían terror, sobre todo por esas iris rojas como la sangre, fácilmente a ojos humanos se podía confundir con el famoso Pie Grande, pero no, era mucho mas que eso, aquella criatura; por llamarla de alguna forma, ya había caminado en esa tierra desde hacía siglos atrás, pero jamás pensó que se tendría que quedar algún día de esos viviendo ahí, escondido de todo, encerrado en un lugar que no era apto para él, donde frecuentemente pasaba hambre.

-Señor- escucho que le llamaron cuando se encontraba observando todo alrededor de él

Un grupo de 5 humanos se encontraban de rodillas ante él desde una parte alta para que pudieran quedar a la altura de la vista de ese ser, este se tomó su tiempo para poder atenderlos, se encontraba absorto en aquel paisaje, había pasado varios años caminando por entre cuevas y pasajes secretos jamás descubiertos, había algo en ese sitio que le agrado mas que otros en los que ya había estado, dirigió su mirada hacia el cielo y lo observo un largo tiempo, aquellos que le habían llamado aun se encontraban postrando la rodilla en el suelo, esperando a ser atendidos por él. Se escucho que exhalo aire y por fin dirigió su atención a aquellos seres insignificantes.

-¿Cuánto falta?- la voz resonó en ese lugar, una voz potente que termino por asustar a los pocos animales que aún se mantenían escondidos ahí

-Que derramen la sangre- dijo el que parecía ser el líder

-¿Han capturado entonces a los dioses necesarios?- pregunto de nuevo

-Mi señor, me temo decepcionarlo- dijo y temió por su vida

-Entonces…explícame como se llevará aquel ritual

-Nosotros nos haremos cargo de que funcione mi señor- respondió y callo un momento esperando no haber sido impertinente -mi señor debe de saber que dos de ellos son reencarnaciones de Hades y Poseidón, además de Athena, Apolo y Ares

-Tenemos la sangre de los principales Olímpicos- dijo -ustedes sabrán como hacerlo, espero que no me fallen, porque de ser así la sangre que va a correr será la de ustedes

-Si señor- respondieron al unisonoro

Después de eso, miro por ultima vez aquel paisaje colorido y se volvió a meter a aquella cueva con rumbo desconocido, aquellos hombres permanecieron arrodillados y con la cabeza baja hasta que la criatura se adentro, aun se podía escuchar algunos pasos y de pronto ya no se escucho nada, solo en ese momento se pusieron de pie.

-El señor Hiperión da mucho miedo- hablo uno de ellos

Si fallamos morimos- dijo la voz de una mujer –¿estás seguro de que funcionara?

-Totalmente- aseguro el líder -tal vez no podamos vencerlos, pero son demasiado confiados y bajan la guardia cuando no deberían de hacerlo

-Estas jugando con nuestras vidas- le respondió molesto

-Tranquilo, se lo que hago. La sangre de los dioses abrirá la puerta de la prisión del Gran Señor

.

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Las voces apoyando a cada uno de sus favoritos resonaban en el Coliseo, dos Caballeros se encontraban peleando entre sí, porque esa mas que practica era una batalla campal entre dos guerreros. Ninguno de ellos se encontraba enfundado en su ropaje sagrado, pero eso valía de poco, se estaban jugando el orgullo. Cuando ambos chocaban sus puños entre si nacían ondas de energía que levantaban el polvo suelto del lugar donde estaban, ambos eran arrogantes y eso se podía ver a distancia, uno mantenía la sonrisa ladina sabiendo que tenia todo bajo control mientras que el rostro del otro se mantenía apasivo.

-Ikki tiene las de ganar- comento uno de los Caballeros de Bronce que se dedicaba a ver el encuentro

-¿Tu crees?- le pregunto Hyoga a Seiya -su oponente es un Caballero Dorado, no debe de descuidarse si quiera ganarle

-Solo es un entrenamiento- les comento Shun -no están peleando en serio, son compañeros de la misma guardia

-Eso deberías de decirle a ellos- se unió uno mas -parecen que se quieren matar

-Shiryu- le llamo Seiya -¿crees que son capaces de lastimarse?

-Solo ve la forma en la que están peleando- comento sereno el Caballero del Dragón

Y es que era verdad, los golpes que ambos se estaban dando entre ellos eran demasiado fuertes, las rocas que se encontraban ahí quedaban reducidas a nada, poco a poco mas y mas personas se iban reuniendo para observar aquel combate

-De verdad…- escucho hablar a su contrincante -no puedo creer que alguien tan débil como tu pudo estar encargado de la seguridad de Athena- dijo de manera arrogante

-Tuve que… tú estabas muerto- le comento sagazmente el Fénix -aquel que se dice que es uno de los guerreros mas fieles apenas puede contener el aliento

-Mas respeto a tus superiores

-Oblígame Milo

En esta ocasión, fue el Escorpión Dorado quien se lanzó en contra del Caballero de Bronce. Tan solo esa provocación basto para que Milo se enfureciera y arremetiera a punta de golpes a su compañero de entrenamiento, Ikki hacia lo posible para poder detener y esquivar aquellos golpes, sabía que había entrenado de mas en el momento en que fue nombrado Guardián Personal de Athena, había ganado velocidad y fuerza, pero a comparación de la Guardia Dorada… aun le quedaba un largo camino por recorrer; una patada de media luna lo mando a estrellarse en contra de una de las columnas, esta de inmediato mostró señal de varias grietas, las voces de los Caballeros y soldados que lo apoyaban se escuchaban mas fuertes que nunca, cuando se recupero del golpe tuvo que quitarse de ahí, pues Milo había saltado y ahora la amenaza de que el pie de este se clavara en su cuerpo estaba latente, rodó en el suelo y de inmediato se puso de pie.

-Tiene suerte de que ni Athena ni Shion se encuentren aquí- dijo Dhoko mientras observaba el combate desde las gradas más altas con Ezreal sentado sobre sus piernas

-¿No debería de detenerlos?- le pregunto Piscis -le recuerdo que usted maestro es el que está a cargo

-Dejemos que liberen energía, les hará bien

-Lo que no le hará bien es al Coliseo- dijo Sagitario -lo van a terminar destruyendo y ahora sí, que Athena los agarre confesados

-Para eso es el Coliseo- le respondió Dhoko -no creo que ella piense que se va a quedar siempre intacto, todos practican ahí; incluso ella

-¿Qué pasara si Milo le da un mal golpe a Fénix?- pregunto Piscis -Athena se va a molestar si lo lastima de gravedad, ahora el Fenix como los otros se han vuelto cercanos a ella.

-A como lo estoy viendo- comento Aioros -yo creo que el que va a ganar esta batalla será Ikki- desvió la mirada hacia el Guardian del Ultimo Templo zodiacal y le sonrio -¿quieres apostar?

-Seguro- respondió confiado en que su compañero del Octavo Templo ganaría en cualquier momento

-Las apuestas son malas- escucharon la voz del Maestro de los Cinco Picos -aun así concuerdo con Aioros

-Maestro- escucharon la voz del pequeño -¿el tío Milo es débil?

-Por supuesto que no- le respondió Afrodita sonriéndole tiernamente -solo es confiando, es uno de los Santos de Oro más rápidos

-¿Quién es el mas rápido?- pregunto con duda y Afrodita se puso a pensar

-El puesto se lo pelea entre él y Aioria- le respondió Dhoko -todos los Caballeros Dorados se mueven a la velocidad de luz, incluso en ocasiones pueden llegar a superar esa misma velocidad

-¿Entonces quien es más rápido?- insistía aquel pequeño, poniendo en aprietos a los tres Dorados -¿el tío Milo o el tío Aioria?

-Creo que Milo- susurro Aioros -su técnica se basa en acertar la Aguja Escarlata a una velocidad que no le permita a su oponente reaccionar. Mientras que el Plasma Relámpago es una técnica que viaja a la velocidad de la luz

-No entendí- respondió el niño y miro a su maestro

-Yo tampoco- dijo -dejémoslo en que es Aioria

Mientras tanto en el Coliseo aún se mantenía aquella batalla, ambos Caballeros se encontraban respirando agitados, estaban tentados a comenzar a utilizar su Cosmo, pero se había pactado que nada de técnicas especiales, solo se valdrían de sus puños y patadas. Ikki finto de una buena manera a Milo, amenazo con ir a atacarlo de frente, eso hizo que diera un paso hacia atrás, después de que rompió con la guardia del Octavo Guardian se abalanzo en su contra, apareció atrás de él y le dio una patada, Milo la esquivo e intento golpear a Ikki pero este desapareció de su rango, para cuando se dio cuenta Ikki se encontraba a punto de darle un certero puño en el centro de su abdomen, pronto una lluvia de estos puñetazos comenzó a hacerlo retroceder, el ultimo golpe no fue al estomago sino debajo de la barbilla de Milo, apenas lo elevo unos cuantos centímetros del suelo, Ikki dio un salto y le planto una de sus poderosas patadas en el rostro de su oponente, saliendo disparado hacia las gradas.

El Caballero del Fénix cayo de pie con una agilidad felina, sus compañeros y hermano comenzaron a gritar emocionados debido a la victoria sobre el Caballero Dorado, Milo se incorporo de nuevo y le miraba con odio, se había metido con lo más preciado que tenía, su orgullo. Sacudió sus ropas y se estaba preparando para lanzarse en contra de él.

-Que bonito- escucharon una voz, Milo tuvo que frenar el golpe que iba directo al rostro de Ikki -¿se puede saber que están haciendo?

-Entrenando- escucho que le respondió Dhoko algo nervioso

-¿Entrenando?- dijo con duda -mas bien parece que se están matando, Milo- le llamo y este de inmediato le reverencio colocando su rodilla en tierra -has perdido, no debes de atacar a traición. Acepta tu derrota

-Si señor- dijo entre dientes

-¿Mamá?- pregunto el pequeño que bajo del regazo de Dhoko

-En el Santuario- respondió tranquilo mientras tomaba al niño en brazos -llego antes para buscar algo. ¿Cómo te trato Dhoko? ¿te hizo algo? ¿te regaño?

-No- dijo tranquilamente -abuelito Dhoko ha sido muy bueno conmigo

-Que bien

-Abuelito Shion- le llamo y este le puso atención -¿tu sabes quien de mis tíos es el más rápido?

-Déjame acordarme- susurro comenzando a caminar con dirección al Templo Patriarcal -el León Dorado- desvió la mirada hacia el Coliseo y se fue de ahí

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Se movió un poco en la cama para poder acomodarse mejor, tanteo con su mano buscando algo o alguien, abrió pesadamente los ojos buscando el calor que le faltaba, encontró a aquella persona de pie observando desde la ventana del balcón hacia el exterior, el camisón que llevaba puesto al igual que sus cabellos se movían al compas del ligero viento que hacia en esa madrugada, incorporo la mitad de su cuerpo, apoyando casi todo su peso sobre uno de sus brazos.

-Athena- le llamo -¿todo esta bien?- pero Shaka no recibió respuesta alguna, la joven se encontraba en un trance, retiro la sabana de su cuerpo; se disponía a levantarse de la cama, pero solo se quedo sentado al notar que la chica volvía a la cama y se acostaba dándole la espalda -¿Estas bien? ¿Amor?- poso su mano encima del hombro de ella pero se dio cuenta de que estaba profundamente dormida, aun así se puso de pie y camino hacia el balcón, trato de buscar lo que ella estuvo observando, pero no encontró nada que estuviera fuera de lugar, el cielo se podía observar igual que siempre, tampoco habia alguna clase deperturbacion en el Cosmo de nadie. Miro de nuevo a donde se encontraba la mujer y una vez mas hacia el exterior.

Regreso a descansar, el colchón apenas sintió el peso de él, se acomodo tranquilamente mientras se abrazaba a la mujer que estaba a su lado, cerro los ojos y volvió a dormir con aquella duda de saber si había algo ahí afuera.

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~ 2 ~

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Algunos de los Caballeros se encontraban observando como la diosa se había dado el tiempo de ir a visitar a los niños, se encontraba sentada en una de las columnas que estaban por ahí, tocando amenamente aquella guitarra que había limpiado del exceso de polvo que se había acumulado por el desuso del olvido.

-¿Estas seguro?- le pregunto Afrodita quien se mantenía de brazos cruzados observando a la distancia a la joven

-No son seguidas, pero si- respondió Shaka -por mas que hago el esfuerzo de llamarla no me hace caso y ahora se le suma que ha intentado saltar desde el balcón

-Algo la molesta- dedujo Radamanthys sentado en una de las rocas -debemos de mantenerla vigilada. ¿Algún Cosmo peligroso o sospechoso que hayas sentido?

-Nada- dijo

-¿Y ella que dice?- pregunto Aldebaran

-Nada, las dos primeras veces la cuestione y me dijo que estaba loco o que yo era el sonámbulo y cuando le volvi a insistir literalmente me dijo "no me jodas y déjame dormir"

-Tipico- susurro Radamanthys -casi siento lastima por ti

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Algo había en el ambiente, se sentía demasiado tenso. El trafico había atorado a Renné y había llegado a la mansión de Apolo ya entrada la noche, iba bajando del auto con algunos papeles que tenían que ser firmados por el dios del Sol y antes de poder entrar a la casa desvió la mirada hacia una parte que colindaba con el inicio del bosque y observo a su señor caminar hacia el interior de este, le saludo dándole las buenas noches pero este lo ignoro. Comenzó a caminar de nuevo al interior de la casa, pero le llamo la atención de que Apolo estaba fuera de su gran mansión vistiendo solo un pantalón que usaba para dormir y una camisa de tirantes, dejo los papeles y comenzó a correr en la dirección que su señor había tomado.

No había perdido mucho tiempo pero no lograba encontrarlo, comenzó a tratar de detectar el Cosmo de Apolo, detuvo su carrera y se comenzó a concentrar; cuando estuvo por darse por vencido lo sintió, corrió hacia donde se encontraba, no era que no confiara en Apolo, pero ese sitio al que se dirigía era muy peligroso.

-¡Apolo!- le grito cuando vio que el joven dios se encontraba al filo de un acantilado, corrió usando toda su velocidad pero este se dejó caer por ahí -¡No! ¡Apolo!

Sus gritos cesaron cuando lo observo que comenzó a levitar, una especie de burbuja lo rodeo, le vio alzar ambos brazos y una de sus manos se rodeo de su Cosmo haciendo un corte en la muñeca contraria, pronto la sangre comenzó a brotar y caer dentro de aquella burbuja. Un charco se formó y la esfera se deshizo, Apolo cayo desmayado y por pocos centímetros Renné impidió que el dios al que servía cayera por ese acantilado.

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Lyndal y Joshua mantenían su vista fija hacia arriba, no se encontraban observando el cielo que estaba con mas estrellas de costumbre, tampoco era aquella hermosa aurora boreal que se había formado en contra de la naturaleza… no, lo que estaban observando era que Ares se encontraba en la parta mas alta de su mansión. No sabían como era que había llegado hasta allá, Ardena junto a Niels se encontraban también sobre el techo.

-Mi señor- le llamo la mujer quien se acercaba a él a paso lento -deme la mano, volvamos a su habitación

-Señor Ares, deme la mano a mi sino quiere dársela a ella- le tentó Niels, pero obtuvo la misma respuesta que la mujer… silencio

-¡Axel!- le llamo la mujer por su nombre humano cuando aquel niño dio el ultimo paso para caer al vacío, Joshua y Lyndal corrieron para evitar que tocara el piso, Joshua dio un salto y estando a punto de tomarlo en brazos una fuerte energía lo lanzo en contra de su compañero

Observaron que el cuerpo del niño se encontraba dentro de una burbuja tornasol, en un solo momento Ares elevo sus brazos, su mano derecha se rodeo de su Cosmo y procedió a hacer un corte rápido en su muñeca izquierda, aquellos que se encargaban de vigilar por su seguridad eran solo espectadores en ese momento, observando como la sangre salía sin querer detenerse manchando aquella barrera que lo mantenía elevado, de pronto esa protección dejo de existir, Ardena salto del techo para poder tomarlo en brazos y evitar un fuerte golpe en el niño que ahora yacía inconsciente.

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Pandora se encontraba vendado la muñeca de Hades, no daba crédito a lo que había visto en conjunto de Aiacos y Remi, no sabían si de verdad el joven tenia ganas de quitarse la vida o algo mas lo había obligado a realizar aquella acción que momentos antes observaron.

Aiacos había tomado el cuerpo de Scott antes de que cayera y se golpeara en contra del duro suelo, de inmediato con ayuda de su Cosmo cerro aquella herida mortal, se dedico a retirar la camisa manchada de sangre al igual que el pants para colocarle ropa limpia. Solo esperaba que no corriera peligro, tal vez debía de ir con algunos de los otros dioses y preguntar en lo que se habían metido.

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Los Marinas de Poseidón se encontraban en la misma circunstancia que los demás guardianes de los dioses, no sabían en que momento el joven Poseidón había dejado la tranquilidad de sus aposentos para comenzar a caminar hacia uno de los arrecifes mas peligros y atentar en contra de su propia vida. Thetis se encontraba vendado la mano afectada de su señor mientras que Sorrento pensaba en lo que había pasado.

-¿Qué paso?- pregunto Scylla

-Ni idea- respondió Saren -cuando nos dimos cuenta ya no estaba en su habitación y unos soldados nos dijeron que se había ido con rumbo a los arrecifes del este

-¿Sintieron alguna clase de Cosmo? ¿Algún enemigo cerca?- insistió, su compañero negó -tal vez el ataque de alguno de los otros dioses, tal vez Athena

-Si estamos aquí es porque la señorita Athena va a liberar el alma del señor Poseidón- respondió -de ella puedo asegurar que no seria capaz de atacar a traición, del resto de los otros dioses no puedo decir lo mismo

-No hay que fiarse de nadie- respondió molesto

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Shaka comenzó a seguir a la joven deidad, sus pasos eran ligeros y solo su cabello al igual que su camisón danzaban ligeramente con ella. No dijo nada, ni siquiera trato de detenerla, solo la comenzó a seguir muy de cerca, dio el aviso a sus compañeros que se encontraban haciendo guardia nocturna en ese momento, de pronto frente a sus ojos la joven desapareció, salió corriendo del Salón Patriarcal sin importarle estar descalzo y solo con un pantalón para dormir. Acuario, Sagitario y Cáncer comenzaron a correr por todo el sitio, la joven diosa se encontraba ahí, su cosmo se sentía, pero algo les impedía poder encontrarla.

-La encontré- escucharon la voz de Radamanthys proyectarse al Cosmo de sus compañeros – esta cerca de donde se encuentra la Prisión de Cabos Sunión

-Vamos para allá- le respondió Camus

-Que suerte que Rada llego de su misión y la encontró- le dijo Ángelo que pronto había alcanzado a su compañero

-Andando- le animo Acuario

Con la velocidad que caracterizaba a los Santos de Oro pronto llegaron, observaron que Radamanthys se encontraba detrás de ella, Virgo iba a tomar del brazo a la joven pero una fuerte descarga se lo impidió, los Santos de Oro que estaban ahí se pusieron en guardia, esperando a que saliera el enemigo en cualquier momento, pero no sentían peligro alguno cerca.

Observaron que los cabellos de la joven comenzaron a levitar y de la nada comenzó a elevarse, Mascara de Muerte trato de evitarlo al igual que Aioros pero fueron repelidos y ambos se estrellaron en el cuerpo de Shaka cayendo al suelo pesadamente.

El cuerpo de la joven se elevo muy alto, ellos la observaban esperando a que pasara algo, pronto se vio envuelta en una burbuja tornasol y casi de inmediato la vieron extender sus brazos y elevarlos por encima de su cabeza, ambas manos se encontraban juntas, su palma comenzó a resbalar lentamente y de pronto corto su muñeca, parte de su cabello y su rostro se mancho de liquido carmesí antes de extender la mano izquierda, a los pies de Athena se formo un charco de sangre.

Aquella barrera desapareció de un momento a otro, Radamanthys se lanzo para poder atraparla y que no cayera al fondo del abismo, la abrazo a su cuerpo y cayo al suelo con la joven a salvo, Aioros pronto cerro el corte de su diosa para detener aquella hemorragia, el Guardian de la Decimotercer casa trato de despertarla pero no lo lograba, había quedado demasiado débil.

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Aquella mujer se encontraba arrodilla, se la había pasado rezando desde hacía varios días atrás; alrededor de ella circulaban 4 pequeñas esferas con un líquido rojo que danzaba dentro de ellas, un hombre la observaba de vez en cuando y pudo ser testigo de cuando un aura la comenzó a rodear, varios rayos comenzaban a salir de ese sitio, se presentó un flashazo y de la nada apareció una última esfera.

Aquella mujer se puso de pie y la túnica que la cubría hasta el rostro comenzó a ondear violentamente, ella alzo sus manos hacia el cielo y un furioso viento se dejo sentir, aquella túnica se abrió de par en par y su rostro quedo al descubierto, aquellas esferas comenzaron a girar de una manera violenta hasta que se unieron en una sola.

-Tráelo- le ordeno aquel hombre y ella solo asintió

La guio por una camino largo y oscuro, levemente iluminado por algunas antorchas que se encontraban colocadas en las paredes a una distancia alejadas. Pronto llegaron a una parte hueca de ese sitio donde se encontraban, había un circulo dibujado en medio de ese lugar que olía a humedad, aquel circulo estaba grabado con un líquido extraño, a simple vista sangre, en algunas partes de este símbolo había velas, fuera de ahí, también se encontraban concentradas algunas personas vestidas en túnicas, todos ellos rezando en un idioma muy antiguo

-¡Hermanos!- hablo aquel hombre y sus seguidores continuaron rezando -¡Este será el día en el que nuestro poderoso Señor será liberado junto a sus hermanos! ¡Este día será el primero de los muchos que seguirán para acabar con toda la humanidad! ¡El día en que nosotros nos convertiremos en dioses se acerca más a nosotros!- aquel discurso animo mas a los que se encontraban ahí -ven, es hora de liberar a nuestro señor

-Sea hecho como has dicho- le respondió aquella mujer y le entrego una pequeña esfera totalmente llena de ese líquido carmesí

Aquel hombre comenzó a caminar hacia el centro de aquel símbolo dibujado en el suelo, los rezos de ser posible subieron de tonada incluso mas veloces. Aquel hombre se unió a los rezos y elevo aquella esfera por encima de su cabeza.

-Sea cumplida la profecía de hace siglos, sea realizada la profecía de muchos milenios atrás- comento en voz alta -¡Se levante el gran padre de todo! ¡Se levante una vez más el Emperador del Tiempo! ¡El creador de los dioses!- grito y varios rayos comenzaron a aparecer y estrellarse en las paredes de ese sitio -¡Con la sangre dada sin resistencia! ¡Con la sangre pura de los dioses! ¡Vuelve a reinar y a impartir justicia!- dicho esto arrojo violentamente aquella esfera al suelo

Un fuerte estruendo se dejo escuchar por todo el sitio, las velas se apagaron y aquella sangre tomo vida propia formando un remolino que se dedico a recorrer todo el símbolo que se encontraba dibujado. Pronto quedo estático en el suelo y comenzó a perforarlo, un gran rayo se estrello en ese sitio y aquel remolino comenzó a viajar al centro de ese. El silencio cayo de nuevo, aquellas personas que se encontraban ahí dejaron de rezar y aquel hombre que había dirigido todo el culto cayo de rodillas, en su rostro había una sonrisa de satisfacción dibujada.

-Con esto… hemos iniciado la guerra- susurro lo suficientemente alto para que fuera escuchado

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-¿Cómo va todo?- pregunto con duda mientras se acurrucaba más al cuerpo detrás de ella

-Aun no ha pasado nada, todo está en calma absoluta- respondió el joven quien acurruco mas su mentón en los cabellos de su acompañante -para ser sincero, ese tipo de calma crispa más mis nervios

-¿Volverás a pelear?- le pregunto nerviosa mientras entrelazaba su mano con la de él

-Calandra- le llamo seriamente -es mi deber

-A pesar de que Athena te lo prohíbe- le dijo y se incorporo para poder verlo fijamente -me contaste que ella decidió pelear sola en esta ocasión.

-Sabes que tengo un deber- le recordó mirándola fijamente -yo no voy a dejar que nada le pase, yo al igual que mis compañeros no vamos a dejar que ella pierda la vida, antes…

-Tú vida que la de ella- completo la frase triste -Ya lo se

-El destino hizo que te enamoraras de un Caballero- le comento -tengo un deber para el que fui entrenado desde hace mucho tiempo- dijo

-¿Y no pueden cambiar ese destino?- pregunto con la poca esperanza que le quedaba -les esta dando la oportunidad de continuar con su nueva vida, ella quiere pelear para proteger la de ustedes

-Jamás se ha visto en la historia que alguna Guardia Dorada se quede en sus Templos viviendo tranquilos mientras que la diosa pelea y arriesga su vida

-Camus…

-No peleo solo porque sea mi deber- le dijo y la miro fijamente -ella no solo es la diosa de la cual se me instruyo que le debía respeto y amor. Ella ocupa no solo en mi una parte importante sino también en mis compañeros

-Yo, se que es tu deber- comento derrotada -se que la deje cuando mas me necesitaba, se que la acuse de algo que después de que termino su batalla la estuvo atormentando…

-Lo sé- respondió y Calandra miro en esos ojos fríos un deje de enojo, molestia -y créeme que Athena pago muy caro por esa palabra en especifico con la que la llamaste y también sé que la mayoría de ellos te tiene mucho coraje por eso

-¿Y tú?

-Molestia- respondió sincero -ella es, como te comentaba; una hermana, una amiga, una confidente… una amante a la cual debemos de cuidar

-Y yo tendré que aprender a vivir con eso si nos quedamos juntos… ¿verdad?- él asintió -jamás podre ocupar por completo tu corazón, siempre lo tendré que compartir con ella

-No solo eso- comento -nadie puede asegurar que esta sea la ultima vez que ella tenga que ir al campo de batalla. Pueden venir mas guerras en un futuro y de la misma manera; seremos llamados a la batalla, a pelear con ella.

Ambos cayeron en un profundo silencio después de eso, ella dejo el abrigo de los brazos de Camus para sentarse mejor en el pasto que había en ese claro, abrazo sus piernas y mantuvo su mirada fija en el lago. Muchas cosas pasaban por su mente en ese momento, sobre todo cuando vio a Camus aparecer frente a ella después de que salió de su trabajo como ayudante en una pequeña fonda de comidas. No podía creer que los rumores que se habían esparcido eran reales, y que prueba mas contundente que el verle ahí de pie, esperando por ella.

Ella sabía que tenían que verse a escondidas de los demás, no estaban haciendo nada malo, pero era tal y como le había confirmado Camus… los Caballeros al cuidado de la diosa no la querían ver cerca de ahí, no después de que ella la llamo "Asesina". Tampoco pensó mucho en que Acuario estuviera molesto con ella, pero también era algo que termino por confirmar, claro… no importaba cuanto amara al Caballero de la Undécima Casa, el corazón de él jamás seria por completo de ella, pues el primer amor que en verdad tendría ese hombre seria la diosa a la cual siempre se había dedicado a proteger. Pensó en un futuro que tal pudiera tener y sabía de antemano que, si llegaba a estar con él y tuvieran descendencia, también tendría que estar en esas filas, solo por el hecho de que estaría a lado de un Caballero Dorado. No importaba que tanto deseara estar lejos de ahí, siempre volvería a la diosa.

-El primero movimiento ya fue realizado por el enemigo- esas palabras la sacaron de sus pensamientos

-¿De verdad?- pregunto ella

-Hace unas noches atrás, Athena entro en un trance y corto sus venas. Perdió mucha sangre

Volvieron a caer en silencio, ahora pensó en ella… Athena, "-_-", su amiga; aquella que le tendio la mano cuando mas lo necesita, cuando mas sola estaba. ¿Qué tanto era lo que tenia que pasar para poder continuar con su vida? ¿siempre seria así? Ella se encontraba arriesgando la vida sin que el resto del mundo supiera de su existencia, desde que la había conocido no había visto batalla alguna en la que ella no estuviera dispuesta a entregar su vida. ¿Cuántas veces no la había visto golpeada en exceso?

Tal parecía que no le importaba mucho la posibilidad de dejar en la orfandad a aquel pequeño que había adoptado años atrás y de pronto un recuerdo la golpeo fuertemente, en donde Athena le decía que si con su vida podía asegurar la vida de sus amigos, de su hijo… seria capaz de entregarla.

Calandra sabia que estaba siendo egoísta, quería serlo por primera vez en la vida. Quería que Camus se convirtiera en desertor y huyera con ella a cualquier lugar fuera del alcance de los dioses y poderes, fuera de las guerras y las batallas, desvió la mirada hacia donde Camus se encontraba sentado, apoyando su espalda en un troco de un árbol con los ojos cerrados. Lo que le había dicho no era más que una confirmación de que en el momento en que Athena decidiera responder ante ese acto él iría con ella. Le vio ponerse de pie, le aviso que era hora de partir.

Caminaron hasta adentrarse de nuevo a aquel pueblo donde ahora vivía. Despidió a Camus besándole cortamente, pronto comenzó a caminar para volver al Santuario.

-¡Camus!- le detuvo la joven que se acerco corriendo hacia él para acortar la distancia que los separaba

-¿Pasa algo?

-Por favor- le comento y Camus no entendió a que se refería -por favor… no vayas a perder, no dejes que ella pierda- el joven se sorprendió ante el cambio de actitud de la chica -prefiero tener que compartir tu corazón, tu vida, tu cariño y atención con Athena a tener que ir a un cementerio a dejar flores a tu tumba o en el peor de los casos… que te hundas en la soledad y desesperación de haber dejado que ella muera

-¿Estas segura?- pregunto aun con duda

-Mi novio es un Caballero que lucha con una diosa y se enfrenta a otros dioses y personas con poderes- le comento -¿de que me sirve tener un novio que a lo mucho sabrá como ponerse de pie después de haber tomado dos barriles de cerveza? ¿o que sepa cómo construir un puente?- Camus la atrajo hacia él y la abrazo fuertemente

-Gracias- respondió

-Novios así tiene cualquiera. Prefiero el que tengo yo

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-Ten mucho cuidado- le recomendaste mientras buscabas una blusa en tu armario -no quiero que te alejes ni de Hades ni de Apolo

-Pero me puedo cuidar yo solo- te respondió mientras te colocabas una blusa lila con rosa

-Te lo digo de buena gana y no me desafíes- le dijiste mientras acomodabas tus manos libres -si vas a hacer lo que se te dé la gana mejor no vayas y quédate en tu casa

-¡Pero hermana! Ya me habías dado permiso

-No hay excepciones- le dijiste mientras atabas los cordones de tus tenis

-Esta bien, te lo prometo. Le hare caso a ambos

-Y no te arriesgues

-Vale

-Pásame a Apolo- escuchaste que llamo al dios del Sol y pronto lo tuviste del otro lado del teléfono -¡ey! ¿Cómo estás?

-Todo bien. Estamos a punto de salir para el Tártaro

-Ten mucho cuidado- le recomendaste mientras ibas saliendo de tus aposentos -si es muy peligroso no te vayas a arriesgar

-Lo mismo te digo, no te vayas a arriesgar- te recomendó -no es que no confíe en Poseidón, pero sencillamente no confió en Poseidón- reíste ante esa respuesta

-Ya se- respondiste -no pasa nada, además voy acompañada por Rada, Shaka y Saga; tres de mis Caballeros mas poderosos, espero que nadie me escuche decir eso- dijiste mientras mirabas a todos lados

-A lo que vas, no te distraigas

-Claro

Después de eso, te despediste y terminaste la llamada, desconectaste los audífonos del celular y los guardaste en la bolsa de tu pantalón. Pronto viste que en la entrada del Templo Patriarcal se encontraban aquellos Caballeros que irían contigo al Palacio Submarino donde ya te esperaba Poseidón. No era necesario que se colocaran sus armaduras, creías que el tratado de paz podría mantener a raya a ambas armadas.

Dejaste salir un suspiro y pasaste tu brazo entre el de Saga y comenzaron a caminar hacia aquella salida y entrada que les había mostrado en aquella ocasión Kanon. Desviaste la mirada hacia la muñeca en la que aun llevabas un trozo de venda, aun no había sanado del todo, todavía dolía un poco y en algunas ocasiones sentías un leve ardor. Cuando llegaron a ese lugar ya los estaba esperando un Marina; que al igual que tus Caballeros, se encontraba vestido con ropa de civil, dio una reverencia a tu persona y los comenzó a guiar a donde ya los encontraba esperándolos Poseidón.

Ahora si, las veo después cuando vuelva a subir otro capitulo. Cuídense mucho y no salgan si no es necesario. Sigan las normas de higiene y continúen lavando sus manos frecuentemente, las quiero y las veo después

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