Renacer

Bueno, como todos sabemos estamos en Cuarentena. ya les había dicho que me quiero unir con ustedes, quitandoles por lo menos unos 15 minutos de aburrimiento. Yo solo espero que los capítulos que tengo de reserva no me los vaya a terminar rápido, con tanto trabajo que hay en el hospital apenas me queda tiempo de dormir. Pero aquí les traigo un poquito de amor. Espero les guste el cap.

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Los guardias se encontraban haciendo sus últimas rondas antes de que el sol cayera y diera paso a la noche, todo se encontraba en absoluto silencio. Incluso los Caballeros que se encontraban en el Santuario se encontraban tranquilos, no había mucho que hacer, solo tareas simples.

Marín se encontraba platicando amenamente con el resto de sus alumnos, haciendo tiempo para poder ir a cenar al pueblo con Shaina. Los colores del cielo carmesí se encontraban esparcidos, se había vuelto una bella vista para todo aquel que era capaz de apreciarla. Pronto se encontró con ella cuando la luna ya adornaba el manto celestial. Comenzaron a caminar mientras cada una de ellas le contaba como había estado su día, lo que había dicho y los nuevos chismes que rondaban alrededor del Santuario.

-¿Qué han sabido de Athena?- pregunto Shaina -¿aún se encuentra en Star Hill?

-Según el Caballero Albiore, aún está ahí. Mas sin embargo; no sabe que es lo que está haciendo o que busca, se fue sin avisar a nadie- dejo salir un suspiro -tu ya sabes cómo es ella, actúa antes de pensar.

-Jamás vi que estuviera más de 3 días sola en ese sitio

-Ya ha pasado casi una semana- comento la joven caballero del Águila -todo un récord para ella

-Y se han cumplido ya 3 años sin ver a aquella joven diosa que llego a cambiar todo el Santuario- comento en susurro.

Detuvieron su andar en cierto punto de la caminata, se habían quedado estáticas… observando aquel mausoleo en donde reposaban aquellos cuerpos de los hombres que algún día se habían jactado de ser los más fieles al servicio de la diosa. Solo ellas contaban con el permiso de Athena de ir a verlos, a honrar su memoria; pero eran respetuosas y a pesar de contar con los favores de la diosa no se atrevían a pisar ese lugar, era lo más sagrado que su amiga tenía, lo único que le quedaba.

Ellos habían dado su vida por aquella mujer que había nacido como humana y había renacido como diosa; que desde pequeños se habían jurado proteger y amar con veneración, pero de algo estaban seguras ambas Caballeros, que ninguno de ellos les había cruzado por la mente el llegar a establecer una relación tan intima como la que habían cosechado en ese poco tiempo en el que llego la joven extranjera a tomar su lugar en el Santuario. Ni siquiera ellas habían pensado que serian capaces de llegar a llamar "amiga" a la joven, sabían que podían llegar en cualquier momento a donde ella estaba, podían entrar a sus aposentos y hasta acostarse en la cama de ella, podían borrar todo rastro de formalidad estando a su lado, pero dentro de ellas sabían que no era su igual, ella era la diosa por la cual se habían entrenado para proteger lo que ella mas amaba… la tierra.

-Ha pasado mucho tiempo y aun así parece que su partida fue apenas ayer- susurro Marín mientras se quitaba la máscara -jamás pensé que su presencia haría tanta falta en el Santuario

-Lo sé- Shaina imito la misma acción que su amiga -sabes… cuando Milo regreso para morir en brazos de Athena…- callo un largo momento y tomo asiento en una roca, observo la máscara que traía entre las manos -me despojo de ella, me miro y me dijo que era hermosa, tal como lo había imaginado- sonrió amargamente mientras que su amiga se dedicaba a escucharla -me dolió verlo morir… tal vez no sentía nada por él, apenas intercambiaba algunas palabras; comencé a hablar con él hasta que llego "-_-"

-Milo siempre había sido uno de los mas escandalosos de los Santos Dorados- comento Marín -lo conocía por Aioria, siempre tan presumido, arrogante. Siempre me pregunte- dejo salir una risa -¿Cómo era que pudo ser amigo de Camus? Si eran tan opuestos el uno del otro

-También tenia fama de mujeriego como Aioria- le recordó Shaina

-Ni me lo recuerdes- susurro derrotada el Águila de Plata -pero no era el que te halla visto sin mascara lo que te dejo con duda- llamo la atención de su amiga, esta solo la observo y espero a que terminara de hablar -sino era que si llegaba a sobrevivir, no sabrías si podrías llegar a corresponder a sus sentimientos ¿no es así?- la joven de Oficuo asintió -en el corazón no se manda, el tuyo ha estado ocupado por un largo tiempo, aunque sea un amor que no es correspondido

-Ya lo dijiste tu- le respondió Shaina dejando salir un suspiro -en el corazón no se manda, no puedes elegir a quien amar o cuando comenzar a amar

De pronto el sentido de guerreros que habitaba dentro de ellas les indico que algo no estaba bien, el viento dejo de silbar, los animales nocturnos de cantar; todo se había quedado en un absoluto silencio. Shaina de nuevo se puso de pie y ambas comenzaron a observar todo el sitio; había algo que no encajaba en ese momento, los demás soldados se encontraban como si nada mientras que aquellos que ostentaban el título de Caballero sin importar el rango a que pertenecieran también se encontraban alertas, esa tranquilidad no era normal. De un momento a otro el cielo se comenzó a nublar y una tormenta eléctrica se formó, varios rayos comenzaron a caer en todo el Santuario y la mayoría de los que se encontraban fuera de sus casas, entrenando o regresando de algún lugar comenzaron a correr para buscar refugio.

-¿Qué es eso?- pregunto Marín mirando el cielo

-Nada bueno- le respondió su compañera de batallas

Un vórtice se comenzó a formar en el cielo y se ilumino todo el manto nocturno, del ojo de esa tormenta salió un poderoso rayo de energía blanca que se estrelló en el Mausoleo, este fue repelido por el escudo que Athena tenía levantado dejando solo escuchar un fuerte estruendo en todo el sitio, de inmediato las miradas se posaron en el lugar donde se había caído aquel ataque. Las dos amigas se colocaron de nuevo la máscara para poder correr a ese lugar, de nuevo un ataque más se estrelló en el mismo sitio; pero en esta ocasión el escudo que lo protegía se rompió en mil pedazos, un nuevo impacto se dejó observar en el sitio y un gran estruendo se escuchó después. El impacto de aquel ataque había sido capaz de que la tierra se estremeciera un poco, la tormenta desapareció de la nada así como había aparecido.

Cuando ambas arribaron al sitio varios soldados rasos y caballeros de ambos rangos llegaron con ellas. El sitio se encontraba entre escombros y una nube de tierra se había formado, como amigas cercanas a la diosa que eran tomaron el mando y solo ellas se adentraron a aquel sitio, dejando afuera a Misty, Jabu, Capella y Dante. El sitio se encontraba totalmente destruido pero la sorpresa de ambas fue que las tumbas donde se encontraban los Dorados descansando en su sueño de la muerte se encontraban intactas. Se acercaron unos pasos más y detuvieron su andar cuando escucharon un ruido, se pusieron alertas mirando en todas las direcciones, en busca de algún enemigo que se pudiera aparecer en ese momento, para cuando se dieron cuenta los demás Caballeros ya se encontraba a su lado.

Una de las tapas de las tumbas se comenzó a mover y pronto le siguieron las otras, las tapas cayeron al suelo y de pronto algo comenzó a salir de ellas. Todos se encontraban en posición de combate, afilaron la mirada hasta que se dieron cuenta de que lo que estaba saliendo de las tumbas eran personas y ellos conocían muy bien de quienes se trataban.

La mirada de aquellos que se encontraban levantándose de aquel sueño se encontraba perdida, parecía que no sabían que era lo que estaba pasando en ese momento, todos y cada uno de ellos miraban como se encontraban, sentados en algo de concreto, revestidos únicamente con una sábana blanca que tapaba su cuerpo desnudo. Uno de ellos se atrevió a salir de ahí, camino entre todo el sitio sintiendo cada piedra que se encajaba en la planta de su pie, miro el cielo de la noche gracias al gran agujero que se encontraba en el techo y después su mirada se dirigió hacia las personas que se encontraban en el sitio.

-¿Marín?- escucho que le llamo -¿eres tú?- carraspeo un poco su garganta, le ardió después de haber emitido aquellas palabras, como si hubiera pasado un largo tiempo seca.

-Imposible- susurro la joven mientras caminaba con duda hasta donde se encontraba aquella persona, desvió la mirada hacia los demás que iban saliendo de aquel sarcófago de concreto, ellos la miraban insistentemente -debe de ser un sueño… eso es lo que debe de ser

-¿Qué ha pasado aquí?- le pregunto cuando la tenia de frente -¿Cuánto ha pasado desde…?

Pero ya no pudo terminar de formular su pregunta, la joven se arrojó a los brazos del Caballero de Leo, este solo la abrazo fuertemente escondiendo su rostro en el delicado hombro de ella, no sabía exactamente qué era lo que estaba pasando en ese momento, cuando se separó de ella miro hacia donde se encontraban todos sus compañeros; observo en ellos la misma duda que ahora habitaba en él.

Todos los que se encontraban en ese momento en ese mismo lugar estaban siendo testigos de algo que parecía imposible, frente a ellos se encontraban desfilando cada uno de los Caballeros Dorados que habían perdido la vida en la batalla contra Hades.

Tomaron el camino que la joven Athena siempre usaba para poder evitar subir la vereda de las Doce Casas, todos y cada uno de ellos se dirigió como por orden mental hacia el Salón Patriarcal; cuando entraron lo vieron vacío, pero aun con ese gran esplendor y poder que siempre reflejaba. Todos y cada uno de ellos miraban a todos lados, como si buscaran algo o a alguien en especial, las doncellas de inmediato llegaron con varios vasos y muchos jarrones llenos de agua y vino. Nadie daba crédito a lo que estaban presenciado en ese momento, sabían que Athena se encontraba en Star Hill desde hacía varios días, pero no sabían que esa era la razón por la que había acudido.

Shaina y Marín se apresuraron a ir a cada uno de los Templos que ellos se habían dedicado a custodiar, tomaron el primer cambio de ropa que encontraron, las manos de ambas aun se encontraban temblando. No podían aun procesar que aquellos hombres habían vuelto a la vida, en verdad que Athena amaba a esa orden por sobre todas las cosas, tanto así que se había dedicado a que ellos volvieran a su lado, subieron corriendo como pudieron y les entregaron la ropa a cada uno de ellos, salieron del Salón Patriarcal y esperaron a que se cambiaran.

Recolectaron aquellas sábanas blancas que habían cubierto el cuerpo de ellos, se las entregaron a las doncellas para que se hicieran cargo de eso. El lugar donde ahora estaban se encontraba en completo silencio, nadie quería hablar, nadie sabia que era lo que estaba pasando. Nadie daba crédito a lo que ahora se presentaba ante ellos.

-¿En dónde está Athena?- se atrevió a romper el silencio Shaka

-Desde hace días se encuentra en Star Hill- le respondió Shaina que de vez en cuando desviaba la mirada hacia donde se encontraba Milo, sorprendentemente en completo silencio -aún no sabemos cuándo va a regresar

De nuevo todos cayeron en un profundo silencio que nadie se atrevía a romper, Shaina desvió la mirada hacia Marín que se encontraba a lado de Aioria, no se le había despegado desde que despertó una vez más. Pronto las puertas del salón se abrieron de par en par de manera agresiva, todas las miradas se enfocaron en ese lugar.

-Es verdad- susurro -así que era cierto

-Maestro Albiore- le llamo Marín -¿pasa algo?

-Escuché el rumor y vine tan pronto como pude para comprobarlo

-Albiore- le llamo el líder de los Caballeros Dorados

-Dígame Patriarca- le respondió con el debido respeto

-¿En dónde está mi hija?- se acercó hasta donde se encontraba aquel Caballero de Plata, que por un momento temió por su vida ya que la mirada que se posaba en él era completamente seria, fría -¿Dónde se encuentra mi unigénita?- Albiore se encontraba demasiado nervioso -cuéntame todo lo que ha pasado en ese sitio.

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-Después de que la señorita Athena mando a construir aquel Mausoleo le prohibió la entrada a todo aquel que no fuera la Caballero Marín o Shaina. Nadie que no fueran ellas o la misma diosa podían entrar a ese sitio, ellas por respeto a los deseos de la joven jamás se adentraron. Después de eso, no volvió a pisar el pueblo de Rodorio en 6 meses- relataba Albiore

-¿Dejo de trabajar así como si nada?- pregunto Shura

-Así es- respondió

-Calandra atendió la clínica- toco el turno de Camus

-La señorita Calandra desapareció de Rodorio después de que se enteró de usted falleció en batalla

-Si, ese día se puso furiosa- interrumpió Ángelo -le dio una buena bofetada a Athena y la culpo de las muertes de todos nosotros

-No fue culpa de ella- respondió Acuario mientras miraba el suelo -es nuestro deber, pelear a muerte mientras que Athena siga con vida

-Ella no entendió eso- fue el turno Radamanthys

-La llamo "Asesina"- intervino Leo -eso la coloco en muy mal estado, mas de lo que ya estaba- escucharon maldecir a Camus y hablar algo en su idioma natal, mas sin embargo no entendieron

-Continua por favor- le ordeno ahora Dhoko

-Poco después se reunieron los más viejos de los pueblos y vinieron a interrogar a la joven Athena, preguntándole si era ella la reencarnación de la diosa de la guerra, ella confirmo sus sospechas

-Espera…- por primera vez hablo Mü -todo el pueblo de Rodorio y los demás pueblos cercanos al Santuario saben que ella es la reencarnación de la diosa, eso es lo que nos estas diciendo- el caballero de plata asintió -¿Por qué no me sorprende que no se quede callada?

-Fue bien aceptada- continuo Albiore -ahora la respetan más que antes. La relación con los demás dioses es buena, incluso con Hades y Poseidón. Pero en cuanto a ella… dejo de irradiar esa felicidad a la que tenía acostumbrado a todo el Santuario, desde el momento en que la guerra termino y se comenzó a reconstruir el lugar ella jamás volvió a reír a carcajadas, jamás volvió siquiera a tararear una sola canción

-¿Qué paso con los niños?- pregunto ahora Afrodita

-Ezreal y Kiki siguen en su entrenamiento- comento -también se hizo un torneo que los mismos Caballeros hicieron

-¿Y eso para qué?- pregunto Aioros con duda

-No iban a permitir dejar sola a la diosa, ya no tenían a su guardia personal- ese comentario fue un golpe bajo para ellos -así que los victoriosos serian la guardia personal de la joven.

-¿Quiénes son los que se supone que la iban a cuidar?- comento divertido Kanon -¿soldados rasos? ¿caballeros de bronce?

-Yo lidero esa guardia en compañía de Orfeo de Lira además de Fénix Ikki y Andrómeda Shun señor Kanon- respondió algo molesto por la burla del gemelo menor

-Siempre tienes que meter las cuatro patas imbécil- le recrimino su hermano -sin duda alguna, dos de los Caballeros de Plata que siempre se dijo que su poder se podía equiparar al de nosotros y los dos Caballeros de Bronce más poderosos de esa orden

-La seguridad de ella no pudo haber quedado en mejores manos- comento Shion

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~ 2 ~

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Pronto, todo el rumor de que la Guardia más poderosa de la joven Athena había vuelto a la vida se esparció por todos los pueblos cercanos al Santuario, pero sobre todo en Rodorio, se realizaron dos noches dedicadas a rezos a la joven diosa que había demostrado su compasión para con aquellos que le habían servido en su batalla. La primera vez que los Santos de Oro volvieron a pisar el pueblo se hizo una gran fiesta, todos se alegraban de ver a los más fuertes de nuevo con vida, ahora se encontraban más seguros pues sabían que ellos no solo iban a defender a la diosa sino ahora también el pueblo que junto a ellos guardarían el secreto más importante de toda Grecia.

A pesar de que apenas se estaba cumpliendo una semana y media desde que Athena había dejado el Santuario todo se encontraba en calma, sobre todo porque se sentía que su Cosmo se encontraba cerca de ahí y sin que corriera algún peligro cerca de ella. Los Caballeros Dorados esperaban ansiosos a que la joven decidiera dejar Star Hill para por fin reencontrarse con ella.

Shaka mantenía la vista en toda la habitación, realmente no había cambiado en lo absoluto; todo seguía igual a como el recordaba que se encontraban las cosas. Tomo asiento en la cama de la joven, estaba tan sumido en sus pensamientos que no se dio cuenta de que alguien más le estaba haciendo compañía, esta persona tomo asiento a su lado y Shaka giro en el momento en que sintió un peso extra que hundía el colchón de la cama.

-¿Qué piensas?- le pregunto

-Disculpe que me haya tomado el atrevimiento de haber entrado a la habitación de Athena, me retiro en este instante Patriarca- en el momento en que se puso de pie Shion lo detuvo tomándolo de la muñeca e invitándolo a que tomara de nuevo asiento a lado de él

-Te pregunte que era lo que estabas pensando, no que es lo que estás haciendo en esta habitación- el joven Caballero callo, no estaba seguro de cómo responder ante la duda del Patriarca -¿Qué es lo que te atormenta?

-Si ella…- y volvió a caer en silencio, no sabía si era algo vergonzoso o solo estaba procurando cuidar su orgullo de cosas banales -es que… la verdad no es nada importante

-Para que el Santo de la Sexta Casa se ponga a dudar de lo que quiere decir, debe de ser muy importante

-¿El sentimiento de Athena hacia mi seguirá intacto?- se atrevió a preguntar después de un largo tiempo, no fue algo que a Shion le haya tomado por sorpresa, eso ya lo intuía; lo único que buscaba era que el mismo joven lo aceptara, se veía que estaba atormentado por esa duda, sus ojos lo decían, su aura, incluso la mirada clavada en el suelo y ese leve temblor en su voz

-Shaka- le llamo suavemente -no tienes por qué preocuparte por eso- le dijo mientras observaba toda la habitación -¿acaso no es prueba suficiente el que haya intercedido con no sé cuántos dioses para que hallamos abandonado el eterno sueño de la muerte? ¿Qué otra prueba más quieres tener?

-Pero revivió a todos- respondió

-¿Acaso querías que solo te reviviera a ti?- le pregunto divertido y Shaka de inmediato negó, Shion se puso de pie y se colocó frente a él -si Athena está tardando tanto es porque debe de estar discutiendo con alguien, la conoceré bien- susurro lo último para él mismo, después en un acto que no esperaba el Caballero y que lo tomo por sorpresa se dejó acunar en el cuerpo del Patriarca -estoy más que seguro que el amor que ella sintió por ti aún permanece intacto. Deja de atormentarte niño

Ambos cayeron en un profundo silencio, Shaka después de unos segundos correspondió el abrazo del Patriarca y se quedó de esa manera un largo tiempo dejando que aquel que dirigía el Santuario le calmara acariciando su cabeza.

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Poco a poco la conciencia llego a ti, trataste de enfocar la mirada para poder saber en dónde te encontrabas. El techo y la suave superficie donde ahora estabas te dio la ubicación exacta

-Star Hill- dijiste en voz alta

-Me alegra que por fin hayas despertado- te saludo la voz de una mujer

-Hola- saludaste -¿Cómo llegue aquí?

-Pues saliste de un portal- te dijo -caíste en el suelo inconsciente y desde ese momento me he estado encargado de ti- te conto mientras tomaba asiento a tu lado -te dio mucha fiebre, yo creo "-_-" que no estas hecha para los viajes interdimensionales

-Yo no tengo culpa de eso, fue tu padre el que me secuestro

-Ese hombre no aprende- dijo y la viste rodar los ojos de cansancio -¿ahora que quería ese inútil?

-Pues dijo que como Hades está bien wey porque no ha podido despertar el Cosmo del dios del Inframundo, pues el sello se iba a romper liberando a los titanes

-¿Cuál sello? ¿El que mantiene encerrado a Chronos?- te pregunto y tu asentiste -pues como tú dices, está bien wey porque ahí solo esta Chronos, nadie mas

-Pues así me dijo él, así que si quieres una mejor explicación ve al Olimpo y pídesela, a mí me vuelve a ver y me saca a patadas de ahí- viste que la joven mostro una cara de no entender que era lo que querías decir -es que creo que le conteste mal y pues me ataco con unos rayos que me dejaron bien aturdida, apenas y me podía parar

-Antes no te mato- te dijo de manera irónica

-No puede, soy más fuerte que él- ambas comenzaron a reír

Después de que ambas se pusieron de pie le comenzaste a platicar todo lo que le habías dicho a Zeus, incluso lo que habías hablado con Hera, ella solo se dedicó a escucharte y a darte su punto de vista, aunque en la mayoría del tiempo ambas estaban de acuerdo en algunos puntos. Te acompaño a cambiarte de ropas, por suerte en ese sitio tenías dos cambios diferentes, aunque de igual manera se trataban de dos minishorts y dos blusas de tirantes negras, ella rio a carcajadas cuando le dijiste que Hera te recrimino que no estabas usando la ropa adecuada para estar en el Olimpo.

-Entonces… ¿es cierto?- le preguntaste mientras ambas se encontraban en la terraza observando desde ahí el Sendero de las Doce Casas que se veía a lo lejos

-Si- te dijo y esa respuesta la sentiste demasiado pesada -ellos ya tienen unos días viviendo de nuevo, están esperándote

-No se- dijiste -no sé cómo reaccionar a esto

-Hera cumplió con lo suyo- te recordó -dijo que iba a realizar tu deseo más ferviente y ahí lo tienes, la verdad me gustaría estar ahí cuando Zeus se entere que paso por alto su autoridad

-Ahora me toca a mí- respondiste y tu mano derecha viajo a aquella marca que se encontraba ahora en tu brazo

-No tienes por qué hacerlo- te dijo y la miraste con duda, pidiendo auxilio -debe de haber una manera de deshacer esa marca, así ella no podrá arrebatarte la vida y como los revividos no tienen ninguna marca, fue resurrección de lejos… tampoco puede quitarles la vida

-Esta marca- hablaste -muy bien puedo decir que es un tatuaje, pero sé que Shion no se quedara satisfecho con esa respuesta, él me conoce mejor que nadie y si se llega a enterar se me va a armar la grande

-¿Y Shaka?- te pregunto

-Quiero verlo, quiero abrazarlo- le respondiste sonriente -quiero estar a su lado y no irme más de él

-¿Por qué no vas?- te animo sonriente

-Tengo miedo- respondiste y todo tu animo cayó al suelo de nuevo -no sé cómo reaccionar cuando los vuelva a ver. No sé cómo van a tomar la noticia de que fue Hera y a cambio de que fue lo que prometí para que revivieran

-Puedes omitir unas cosas- te dijo -además no creo que en ese momento te pregunten algo, solo van a querer darte un fuerte abrazo

-Quiero ir, pero mis piernas no me responden

-No es solo eso- te dijo -es algo mas que te impide ir

-Culpa- susurraste, ambas callaron después de que respondiste

Esa maldita culpa que te ahoga un poco cada noche que decidías que era hora de dormir, si es que se podía llamar dormir las 3 horas nocturnas que hacías. Mientras comenzaste a bajar las largas escaleras de caracol de ese sitio te detuviste en un espejo, te miraste fijamente, tenias unas ojeras demasiado remarcadas por falta de sueño, tu rostro se encontraba demasiado demacrado y por primera vez te diste cuenta de que había una pequeña chispa de vida en tus ojos que se encontrabas carentes de esta. Dejaste salir un suspiro y te dejaste caer en las escaleras… tenías miedo de no saber que cara poner cuando los vieras de pie frente a ti.

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-¡Noticia!- grito Cáncer directamente al Cosmos de todos sus Compañeros -la señorita por fin se digno a bajar de la colina, ya viene a casa

-Mas respeto Cáncer- le recrimino Shion -todos al Salón Patriarcal, ahora

No era solamente la joven quien sentía un fuerte temor y nervios de volver a verlos con vida, ellos también se encontraban bajo las mismas circunstancias. Habían pasado 3 largos años desde aquellos fatídicos días, desde aquella guerra en la que se les ocurrió dar su vida a cambio de que su diosa continuara con la de ella, no sabían cómo era que la iban a recibir y como era que ella los iba a recibir a ellos.

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Ibas caminando tranquilamente, o eso era lo que querías aparentar. Pronto llegaste a los campos de entrenamiento del Santuario, todos los soldados y los Caballeros que se encontraban ahí entrenando te saludaron demasiado alegres, muchos de ellos te felicitaron y reconocieron lo que habías hecho por la Guardia Dorada. Tu no sabias cómo reaccionar ante esos halagos que todos ellos te daban, lo único que estaban consiguiendo era que aumentaran los nervios dentro de ti.

-Athena- escuchaste que te llamaron y alguien se lanzó a abrazarte fuertemente delante de todos los que se encontraban

-¿Qué pasa?- preguntaste sorprendida mientras le rodeabas con tus brazos

-Muchas gracias- te susurro y la escuchaste llorar -en verdad… muchas gracias

-¿Pero porque?- preguntaste con duda y el abrazo se intensifico -hasta ahora no he hecho nada por lo que me tengas que agradecer- continuaste hablando

-Gracias- eran las únicas palabras que salían de la boca del Caballero del Águila, que gracias a su máscara podía ocultar las lágrimas que se encontraban aflorando

Desviaste la mirada y encontraste a Shaina a lo lejos, se encontraba con sus brazos cruzados sobre su pecho, pero dentro de ti sabias que ella también se encontraba feliz por los revividos, pues había comenzado a tener buenos amigos.

Después de que te pudiste deshacer de la muestra de afecto de una de las maestras más estrictas del Santuario, comenzaste a caminar a tu destino; encontrarte con ellos. Tu corazón aumentaba su ritmo cardiaco conforme más te acercabas, a mitad del camino rocoso te encontraste con unas personas que esperaban por ti, uno de ellos se encontraba muy molesto; lo pudiste deducir por la pose de su cuerpo… hombros tensos, brazos cruzados sobre su pecho, mirada fija a donde te encontrabas y los otros tres alejados un poco de él; sonreíste ante su actitud.

-Estamos esperándote desde hace casi dos horas- te reclamo fuertemente, tú le sonreíste -no le veo la gracia

-Ikki- le llamo la atención el capitán de tu guardia -guarda respeto a la señorita

-No se preocupe maestro Albiore- le dijiste -todo está bien

-Ya se encuentran esperando por usted- te aviso y viste las largas escalinatas que ibas a subir en ese momento

-Tengo miedo- susurraste

-Todo estará bien- te dijo Orfeo -no hay nada que temer

-Están ansiosos por verla- te animo Shun con una sonrisa en su rostro

-Andando- te ordeno Ikki

De inmediato tomaron el orden que siempre realizaban cuando salías con ellos, Albiore e Ikki delante de ti mientras que Orfeo y Shun se encontraban detrás. Los nervios que tenías en ese momento desaparecieron por un instante, sabias que en el momento en que volvieras a reencontrarse con la Orden Dorada volverían a ser los encargados de tu seguridad, de volver a ser tu guardia personal… el trabajo de ellos 4 se había dado por terminado.

Ya no habría más discusiones entre tu e Ikki, ya no podrías tratar de avergonzar a Orfeo con sus citas con su novia, las pláticas con Shun no se habrían acabado pero ya no serían con la misma frecuencia y Albiore… ya no podrías tenerlo contigo cuidando de ti, refinando tus modales, diciéndote como hacer las cosas…

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-¿Quieren calmarse?- pidió Shion al observar que todos los jóvenes se encontraban caminando de un lado a otro, en el caso de los más serios se encontraban ansiosos y de muy mal humor -Dhoko, haz algo por favor

-Respiren, no es la primera vez que la van a ver- esto llamo la atención de todos los jóvenes que solo le dedicaron una mirada seria, una mirada que si matara el maestro de los Cinco Picos ya estaría de nuevo en el sueño de la muerte -que delicados se han vuelto

-Deberíamos dividirnos- comento Aldebarán llamando la atención de nuevo de todos -que unos la reciban en la entrada y así sucesivamente nos vaya encontrando en los pasillos

Todo el recinto cayo en un profundo silencio, analizando la idea que se le había ocurrido al guardián del Segundo Templo en cambio Shion agradecía mentalmente que por fin se hubieran calmado un poco, pero eso no era lo que le molestaba, lo que en verdad pasaba era que también se encontraba demasiado nervioso, en realidad quería ver a la diosa, pero no sabría cómo era que iba a reaccionar, no sabía si ya había superado la culpa que ella misma se había impuesto cuando tomo la vida de Thanatos que había usurpado su cuerpo. Por lo que le habían estado contado, parecía que no, aun cargaba con ese tormento.

-Shion, ¿me estas escuchando?- le distrajo del pensamiento su amigo de varios años

-¿Pasa algo?- pregunto sorprendido y su sorpresa aumento cuando se dio cuenta de que el Salón se encontraba vacío -¿en dónde están esos muchachos?

-Te estaban diciendo que iban a salir a recibir a la diosa por todos los pasillos del Templo hasta traerla hasta aquí

-¿Tú también vas a ir?- le pregunto incrédulo -Dhoko, compórtate de acuerdo a tu edad, ya no eres un jovencito para que quieras incluirte en las ideas de esos mocosos

-Recibir a mi hija no es una mala idea, además yo también pertenezco a la Armada Personal de Athena

-Es mi unigénita, solo te lo recuerdo- le respondió levemente molesto

-Ya jubílate Shion, pasa el puesto a cualquiera de esos niños- dicho esto salió de ahí y cerró la puerta del salón.

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Comenzaste a subir de manera pausada aquellas escaleras, querías de algún modo alargar ese momento que tenías con ellos, no querías que acabara así como así. Dentro de ti se estaba comenzando a formar un poco de culpa, porque tal vez pensaban que solo los habías utilizado en ese momento en que no tenías a nadie a tu lado y ahora que de nuevo habías recuperado lo que habías perdido los ibas a dejar en el olvido, iban a ser desechados.

A tu mente acudió el día en que ellos se presentaron ante ti; llevaban consigo la noticia de que ellos serían tu nueva guardia personal, que ellos serían ahora los que se iban a encargar de tu seguridad. Tu solo medio sonreíste y agradeciste el gesto, pero también lo acompaño las palabras de que no era necesario puesto que el peligro se había terminado, aun así ellos insistieron y no te quedo de otra que aceptar la idea que ellos junto a los demás Caballeros habían tenido.

No fuiste ajena a su presencia, de inmediato te acoplaste a ellos o tal vez habían sido ellos los que se habían acoplado a tu persona. Poco a poco fuiste quitando un poco esa barrera de dolor que habías levantado y te diste la oportunidad de irlos conociendo un poco más, ya sabias tú que ellos eran los más poderosos respecto a sus categorías, te sorprendió mucho lo de Shun, tan tranquilo que era y al final del día resulto albergar un gran poder dentro de su interior.

¿Cómo ibas a hacer que se quedaran a tu lado si sabias que su labor había terminado? ¿Cómo ibas a hacer que ellos se dieran cuenta de que no eran personas que solo las ibas a desechar y olvidarte de ellos? ¿Cómo era que podías demostrar que el afecto y el cariño que tenías por ellos era real?

La mirada de ellos se mantenía igual que siempre, de frente, serena, fija en su objetivo. Para cuando te diste cuenta, ya se encontraban en la entrada del Templo Patriarcal, afilaste la mirada, pero no había nadie conocido, más que guardias que se dedicaban a cuidar ese sitio, ellos te mostraron una reverencia para después seguir de pie, firmes. Albiore e Ikki te abrieron el paso y te adelantaste unos cuantos pasos, te detuviste y giraste para verlos una última vez más; los 4 se encontraban en fila, con la mirada puesta en ti, les sonreíste con toda la calidez, amor, cariño y gratitud que tenías para ellos.

-Bueno, ya llegamos- dijiste para romper el momento de silencio, ellos sonrieron a excepción de Ikki, él siempre tan serio

-Hasta el día de hoy, hasta este momento esta guardia velo por la seguridad de usted señora Athena- dijo Albiore -fue para nosotros un gran honor haber sido su guardia personal por estos tres años, de ahora en adelante su seguridad queda de nuevo en manos de la Orden Dorada, los más fuertes entre los 88 Caballeros que posee

-Siempre estaremos su servicio- tomo la palabra en esta ocasión Orfeo -de eso puede estar segura, nosotros seguiremos velando por usted desde nuestros antiguos puestos

-Aun con la promesa que te hicimos ese día, en que no dejaríamos que nadie te hiciera daño- te comento Shun sonriente -y la vamos a cumplir, es una promesa que jamás vencerá- tu mirada viajo a Ikki, pero como siempre no dijo nada y se mantuvo en silencio, las despedidas no eran lo suyo, ni las muestras de afecto, ni abrazar… en fin, Ikki no era de los que mostraban sus sentimiento pero sabias que ese sentimiento de afecto se encontraba ahí

-Bueno, yo…

-No hagas más estupideces de las que ya has hecho- te interrumpió el fénix -y ahora que has recuperado a tus niñeros ya no me molestes con más caprichos tuyos

-Bonita forma de despedirte Ikki- le recriminaste -un "te quiero" no te quita el puesto de más rudo del Santuario- provocaste las risas de los presentes

Comenzaste a abrazar a cada uno de ellos, siempre dándoles las gracias por todo lo que habían hecho por ti esos tres años y que no importaba que los otros estuvieran de vuelta, ellos seguirían siendo tu guardia personal. Que ellos se habían ganado un lugar muy especial en tu corazón y en tus pensamientos y que se habían vuelto unos grandes amigos. Ikki y Shun volverían al campamento en el que se encontraban antes de regresar a Grecia, tenían mucho trabajo allá y lo más seguro era que había aumentado, porque según Ikki todos allá eran una bola de flojos que no se movían ni porque el volcán hiciera erupción y su vida dependiera de ello, tu reíste ante su afirmación. Mientras que Albiore tendría que regresar a la Isla de Andrómeda para continuar como instructor de los próximos a convertirse en caballeros de Bronce o Plata, únicamente Orfeo se quedaría en el Santuario, puesto que era el encargado de cuidar la entrada que se encontraba cerca del pueblo de Rodorio.

-Estás haciendo mucho tiempo- te recrimino Ikki

-Me estoy despidiendo de ustedes porque no sé cuándo los vuelva a ver, no seas grosero- le reclamaste

-Yo espero que nunca más- te dijo y le diste un golpe con el puño en uno de sus hombros, sabía que no era con afán de hacerle daño y que era una señal amistosa, él sonrió arrogantemente

-Estás haciendo que esperen demasiado- te comento el maestro Albiore y le sonreíste

-Ya esperaron 3 años, pueden esperar un poco mas

-¿Cuánto tiempo debemos de esperar para volver a ver una vez más a la mujer que amamos?- te pregunto una voz conocida, tus ojos se abrieron de sorpresa, tu respiración no sabes si aumento o solo se detuvo y tu cuerpo se quedó estático ante ese sonido -¿Cuánto mas debo de esperar para poder estrechar entre mis brazos al amor de mi vida, a mi amiga?

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Bueno, como les decia... mientras aun viva y no me tire el Covid-19 les voy a traer algo de humor, de distraccion para ustedes. Espero que eso les ayude un poco a pasar el aburrimiento y nos vemos para la otra si es que sigo con vida. Se me cuidan mucho y sigan lavandose las manos, que vamos a salir de esta.

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